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Sólo estoy actuando por Sigma

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Espero que este nuevo capítulo sea de su agrado. Por fin veremos cómo se llevan Katsuya y Mokuba.

Nos leemos en las Notas Finales.

Capítulo 9.

Cuando Katsuya entró al estudio, lo primero que los demás notaron fue que se veía muy decidido. Sin duda, eso era algo que no podían apreciar todos los días.

Saludaba a cada persona con la que se encontraba mientras avanzaba hacia la sala de lectura para echar un último vistazo al guión.

—¡Disculpa! ¡Katsuya Jounouchi! —La alegre voz del pelinegro hizo que el actor detuviera sus pasos y volteara a verlo.

—Oh… Hola —a pesar de que no lo conocía, lo saludó de manera amable también—. ¿Puedo ayudarte en algo? —Preguntó con una leve sonrisa.

—¡Sí! —Exclamó—. Mi nombre es Mokuba Kaiba —se presentó—. Y yo… Bueno, yo soy un gran admirador tuyo. No puedo creer que estés justo aquí, tan cerca. Y que yo esté aquí, hablando contigo… Quiero decir… ¡Es increíble! —Estaba muy emocionado—. Me preguntaba si… podrías darme un autógrafo, por favor.

—Claro que sí. Lo haré con mucho gusto —respondió, halagado al tener a un admirador justo en frente de él.

El menor entonces abrió la mochila que llevaba colgando y sacó de ella una libreta y un bolígrafo, mismos objetos que después extendió hacia Katsuya sin dejar de mirarlo con una gran sonrisa sincera.

Katsuya escribió algo para el pequeño rápidamente y le regresó la libreta. Apenas la tuvo entre sus manos, Mokuba agachó la mirada y leyó en la hoja de papel un:

“Para Mokuba:

Muchas gracias por tu apoyo. ¡Eres genial!

Con cariño,

Tu amigo Katsuya Jounouchi”.

—¡Muchas, muchas gracias! —Dijo mientras abrazaba la libreta fuertemente contra su pecho.

Era asombroso. La mayoría de los actores que había conocido hasta ese entonces sólo dejaban su firma y ya, pero Katsuya demostraba que era diferente. El rubio se había dado el tiempo para escribir un mensaje corto y dedicárselo.

—No fue nada.

—El hermano de Seto es adorable, ¿no crees? —Comentó Mai, quien en ese momento pasaba por ahí.

—¡Oh! ¿Eres el hermano de Seto Kaiba? —Cuestionó el joven de ojos color miel, volteando a ver una vez más al menor—. Creo que hasta ahora presto atención al hecho de que tienen el mismo apellido —rió un poco—, sí que soy distraído, eh.

Mokuba asintió, aunque no muy contento por la situación. Pensó que, a partir de ese instante, Katsuya olvidaría su identidad y también lo vería simplemente como “el hermano menor de Seto Kaiba”. La mayoría hacía eso, así que él vivía como la sombra del grandioso actor que era su hermano. Ya estaba acostumbrado a que eso sucediera, pero eso no quería decir que le gustaba. Al contrario, a veces hasta terminaba herido por ello.

—Bueno, yo… estaré por allá —señaló hacia el otro lado del estudio—. Gracias otra vez por el autógrafo.

—No fue nada —sonrió—. Me parece genial que vayas a quedarte aquí por hoy. Espero que te guste el ensayo, Mokuba.

Alzó su mirada al escuchar esas últimas palabras, mostrando que estaba sorprendido, pero feliz al mismo tiempo. En verdad era muy agradable que lo llamaran por su nombre, lo hacía sentir bien. Ahí tenía una razón más para admirar a Katsuya.

—Sí, gracias —le sonrió también.

—Nos vemos.

El director ordenó a todos que se prepararan para seguir con el ensayo que estaba pendiente y Katsuya pasó saliva con algo de dificultad. Sintió que todo el valor que había logrado juntar la noche anterior lo abandonó en un segundo.

—Demonios… —Se quejó.

Cuando llegó su turno de estar en escena con Seto Kaiba, cometió muchos errores y se tuvieron que repetir muchos diálogos. Se sentía frustrado, pues había practicado mucho frente al espejo de su habitación durante toda la noche y, al menos ahí, había hecho un buen trabajo.

—Lo siento —ofreció disculpas como por décima vez—. Esta vez no voy a equivocarme.

—Bien, una vez más —suspiró el director, mostrándose algo cansado—. Desde que Ren hace reaccionar a Kazuo.

—De acuerdo —asintió al rubio.

—¡Ánimo, Katsuya Jounouchi! —Se escuchó la voz de Mokuba gritando desde su lugar detrás de la silla que pertenecía al director—. ¡Tú puedes hacerlo!

A muchos actores les pareció realmente tierno que el menor apoyara de esa manera a Katsuya, sin duda era un admirador auténtico. A otros les pareció extraño que no apoyara a su hermano mayor así también.

—Kazuo… —Katsuya se acercó a Seto, muy dentro de su papel—. No te hagas esto —colocó una mano sobre su hombro, como un buen amigo que sólo busca dar apoyo a otro—. Tú amas a Natsumi. No puedes perderla así, yo sé lo que te digo —suspiró—. Deberías… ir a buscarla ahora mismo y decirle lo que sientes directamente.

Seto volteó a ver al otro actor y, también dentro de su papel, respondió con voz triste: —¿Estás seguro de que debo hacerlo?

—¡Por supuesto! —Insistió—. Escucha… No me gustaría verte arrepentido después —soltó una leve risa.

El castaño sonrió ampliamente. —Gracias, Ren —dijo, luciendo más animado que antes—. ¡Voy a hacerlo!

—¡Sí! ¡Así se habla!

—En verdad no sé qué haría sin ti, amigo —sujetó al más bajo por los hombros y se inclinó un poco para poder besarlo, tal y como indicaba el guión que debía suceder.

“Bien, aquí viene”, pensó. “Relájate, Katsuya. Esto será rápido y por el bien de la serie. Es tu trabajo. Sé profesional, sé profesional”.

No obstante, los nervios vencieron a Katsuya otra vez y éste terminó apartándose. ¿En dónde había quedado toda su determinación? Nadie lo sabía.

—¡E-espera!

—¡Corte! —Gritó el director, llevándose un par de dedos a la sien—. No puedo creerlo, Katsuya… —Intentó mantener la calma, pero ya estaba muy cerca de su límite—. ¿Qué demonios? Vamos a tomar un descanso de cinco minutos. Necesito una botella de agua fresca.

Katsuya soltó un suspiro y recargó su espalda contra la pared más cercana. Además de sentir vergüenza, su mente estaba hecha un desastre y su corazón no dejaba de latir como loco sólo por haber tenido a Seto Kaiba tan cerca por menos de dos segundos.

Seto aprovechó el pequeño descanso para ir a lavarse la cara, asegurando que se sentía un poco dormido. Mokuba, al ver que Katsuya estaba solo, decidió acercarse a él y tratar de subirle el ánimo. No podía ver cómo uno de sus actores preferidos se derrumbaba por culpa de una simple escena y quedarse con los brazos cruzados.

—Hola otra vez —dijo tímidamente, pues esperaba no causarle molestias.

—¡Oh! —Sólo hasta ese momento notó la cercanía del pelinegro—. Hola Mokuba —contestó al saludo—. Espero que no estés muy decepcionado.

—¿Decepcionado? —Preguntó incrédulo—. ¡Claro que no! Yo entiendo que todo esto es nuevo para ti, ya que antes sólo te dedicabas a las series cómicas. Es normal que estés nervioso.

—Qué comprensivo eres —rió sin muchas ganas, mas sintiéndose agradecido por aquellas palabras. Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía apoyado en serio por alguien más que no fuera su amiga Anzu.

—El director también debería entender que esta escena no es tan fácil…

Tomó aire por la nariz y lo soltó despacio por la boca. —¿Puedo contarte un secreto, Mokuba?

—Claro —le sonrió.

—La última escena me pone nervioso porque… Bueno, yo nunca he besado a nadie —admitió por fin—. ¡Listo! ¡Lo dije!

—¡¿En serio?! —Aquello lo sorprendió más de lo que el rubio esperaba—. ¿Nunca has tenido pareja o algo por el estilo?

—No.

—¿No crees que… deberías decirle eso a mi hermano?

—Intenté hacerlo, pero al final no pude. Sentí mucha pena.

—Katsuya…

—No sé qué hacer —confesó—. Creí que estaba listo para esto, pero sólo estoy equivocándome y haciendo que todos pierdan el tiempo. Por más que me repito que debo ser profesional, no puedo con los nervios. Además… Tu hermano es tan… —Antes de ser capaz de terminar con la oración, sus mejillas ya estaban completamente rojas—. ¡Olvídalo! No puedo hacerlo.

—Claro que puedes, Katsuya. Yo confío en ti. ¡Todos tus admiradores lo hacen!

El director anunció que el breve descanso había terminado y ordenó a todos regresar a sus posiciones.

Mokuba se despidió de Katsuya con la mano y salió del área de ensayos.

El rubio se revolvió el cabello con algo de frustración y regresó a su lugar. Sentía que todos lo observaban, pero sólo el pequeño pelinegro sonreía.

—Puedo hacerlo —susurró—. Mis admiradores confían en mí.

Continuará.

Notas finales:

A veces alguien nos ayuda a encontrar la confianza que creíamos perdida… Para Katsuya, parece ser que el pequeño Mokuba es ese alguien.

¡El momento del beso está tan cerca!

¿Qué sucederá? Lo sabremos en el próximo capítulo.

Muchísimas gracias por leer. Hasta luego.

Sigma Min.

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