A él desde niño siempre le gusto pintar, le gustaba el color verde como su cabello, realmente le gustaba pintar y usar este color en la mayoría de sus dibujos, pero lo que más le gustaba era cuando sus padres le felicitaban, Creció viviendo en un lugar pequeño con pisos de madera, y una ventana hacia las montañas, allí se dedicaba a pintar, pero ya nadie lo felicitaba estaba solo.
Un día salió y empezó a llover, todos tenían paraguas, pero el único que se mojaba era el, pero entre su chaqueta guardo la tinta que había comprado, eran diferentes tonalidades de verde, desde el más claro hasta el más oscuro, pero una se calló, y un joven que iba pasando la recogió y le pregunto.
—¿Has olvidado tu paraguas?
—Creo que no debería decirlo alguien que tampoco lleva paraguas.
Caminaron hasta una parada de autobuses y allí comenzaron a hablar.
Hablaban de pintura de dibujos de cosas que parecían ser de un color, pero eran realmente de otro, hablaban de los sueños de aquel chico que amaba pintar, poco a poco al chico de cabello negro le empezó a gustar ver la felicidad de aquel chico de cabello verde al hablar del arte, le pidió que le dejara verlo pintar…
Pasaron meses y este chico iba a casa del pintor a verle, sin hablar, sin preguntar.
Pero con el tiempo sentimientos de felicidad empezaron a brotar, el amor que sentían no necesitaban palabras para expresarlo, pasaban cada día juntos pero al despedirse cada día se extrañaban más, el chico de cabello negro debía viajar, y sabía que se iban a extrañar aún más, pero cada vez que debía irse le dejaba una carta con un estampado de hojas verdes, estas cartas eran preciadas para el chico de pelo verde, paso mucho tiempo, sin que se dieran cuenta el día paso, sin que se dieran cuenta la noche acabo, sin que se dieran cuenta el invierno acabo.
Ese día por primera vez una de sus pinturas se vendió, era la de un chico de cabello negro sentado en una pequeña mesa mirando las montañas, la gente lo felicito decían que era una pintura llena de sentimiento, que estaba llena de calidez.
El chico de pelo verde con su mano llena de pintura sujeto la mano de aquel chico de pelo negro mientras este le decía “hice bien en creer en ti”
Poco a poco sus pinturas se hicieron famosas y su pequeño cuarto se iba llenando, en ocasiones recibía cartas de agradecimiento de los compradores, jamás le habían agradecido, pero tampoco se le hacía extraño.
Pero lo único que se mantenía cambiando era el panorama.
Había discusiones, había reconciliaciones, pero el chico de pelo verde seguía pintando cada vez más y más sumergido en su pintura, mientras el chico de cabello negro seguía observándolo en silencio como siempre.
Él quería pintar la realidad, quería pintarse a el mismo, quería pintar la naturaleza humana, y un día termino su gran obra de arte.
El chico de pelo negro le dijo “es realmente esplendida” era algo desagradable era algo que haría a la gente apartar la vista, era un retrato de la real naturaleza miserable de los humanos, la gente al verla se apartó frunció el ceño, lo humillaron, lo ridiculizaron y se alejaron como las olas del mar ni uno solo quedo.
Todo seguía igual, lo único que se mantenía cambiando era el panorama…
Poco a poco las peleas aumentaron y el aún más metido en la pintura, el chico de pelo negro no lo pudo soportar más.
Rasgo sus pinturas en el piso tratando de desahogar su soledad, el chico de pelo verde solo se agacho y recogió la pintura que estaba rasgada y siguió pintando.
“¿Me equivoque al haber creído?
Todo seguía igual, lo único que se mantenía cambiando era el panorama…
Han pasado ya muchos meses y años, ya no sé porque pinto, ya nadie me felicitará, ya nadie me agradecerá, ya no hay un nombre que darle a esta pila de pinturas, ¿Cuánto tiempo me tomo darme cuenta?
Ya no había más cartas con estampado de hojas verdes, ya no podía nombrar a sus pinturas, ya no tenía razones para pintar.
Pero ese día después de muchos años una sola pintura se vendió.
Una pintura de un chico de cabello negro caminando bajo una lluvia de gotas de diferentes colores.
En vez de título tenía un texto en una esquina del cuadro que decía:
“El día que te conocí fue una lluvia de colores en mi mundo verde”
Luego de esto una carta llego, era un papel con estampado de hojas verdes.
Lagrimas empezaron a caer sobre la carta mientras el chico de cabello verde la leía. Solo tenía una línea escrita, era algo simple pero que a la vez significaba mucho para él.
“Hice bien en creer en ti”