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Pwal (HunHan) por byeongari_me

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Notas del fanfic:

wal' significa voluntad en criollo haitiano.

Te reto a preguntarte a ti mismo, ¿qué sabes de Haití? ¿Qué sabes de su cultura?

¿Te atreves a conocer un poco más de ella de mano de nuestros protagonistas, Sehun y Luhan?

 

" A veces nos encontramos en situaciones que ponen a prueba nuestro amor por el otro. Sin embargo, aún cuando nuestro amor flaquea, siempre nos queda algo. La voluntad." - Luhan, Margen de su ajado cuaderno de mates de octavo año.

 

Toda esta historia va dedicada a una persona que fue especial, que fue única, y que aún lo es, pero no me recuerda. Sin embargo, yo siempre la voy a apreciar. Porque ella me hizo aprender de la vida, me hizo sonreír. Ella, desde tan lejos, consiguió hacerme sentir tan cerca. 

 

Gracias por todo lo que hiciste por mí, y que ya no está en tu mente. 

Siempre te va a querer,

Gari. ¿O debería decir 'hermana puerro'? 

 

Oh Se Hun y Lu Han se habían conocido un verano de 1997. Estaban en Haití. Poco podía decirse acerca de su relación que saliese de lo común: se habían conocido en la universidad. Aunque Lu Han era mayor que Se Hun, habían entrado el mismo año a ella.


Oh Sehun era un joven coreano que había perdido a su padre a la pronta edad de dos años. Por mucho que había nadado en su mar de recuerdos una y otra vez, nunca consiguió recordarlo. Su madre, la cual, hasta ese momento, había dependido económica y emocionalmente de su marido, se vio en la miseria. Sin estudios, casa, dinero, comida. Sin esperanzas. Un día que salía de casa a tratar de conseguir un pedazo de pan para su hijo y alguna que otra miga para sí, un periódico medio mojado sobre el asfalto llamó su atención. Se acercó a recogerlo y allí estaba: su pasaje a la salvación. Estaban buscando mujeres dispuestas a trabajar por una gran cantidad de dinero en una labor tan aparentemente sencilla para una mujer como ella como era la cocina. Además, ofrecían una buena cantidad de dinero. ¿El único problema? El trabajo no era requerido en Corea del Sur, sino en Haití. Sin más opciones ni mucho que guardar en su maleta, tomó a su hijo en un brazo y su equipaje en otra y se dirigió al aeropuerto, en su mano dos billetes de avión comprados con el único dinero que quedaba en la cuenta bancaria de su difunto marido.


Años habían pasado y el pequeño Se Hun ya era todo un muchacho. Contaba con diecinueve años cuando entró a la universidad. Historia de Haití era su grado. Le apasionaba saber acerca del lugar al que sentía que pertenecía, aún a sabiendas de que su sangre no eran de allí, sino de la capital surcoreana.


Lu Han, por otra parte, había nacido en Pekín, concretamente en Haidian. Sus padres eran los propietarios de un acogedor restaurante del centro de la ciudad. Allí, entre ollas y sartenes, se había criado. Ya había terminado la escuela superior. Sus progenitores se hacían mayores ya, pues lo habían tenido con más de treinta años. Por ello, eran ahora sus primos y su única hermana, Xiao Yun, quienes se ocupaban de regentar el local. Dedicó casi tres años de su juventud a participar de la actividad y, con ello, ahorró una mediana cantidad de dinero que le permitiría subsistir cuando se independizase a lo largo de todo aquel tiempo en que careciese de puesto de trabajo, de fuente de ingresos.


Lu Han había llegado a Haití. Sentía que muchas razones y a la vez ninguna lo habían llevado hasta allí. Sin saber bien qué estudiar, se decidió por un Grado en Historia de Haití. El francés nunca había sido su fuerte, pero su amor por la historia y por el chico que conoció en su primer día de clases lo ayudaron a sacar adelante cada una de las asignaturas con éxito.


Se Hun y Lu Han ya llevaban más de dos años como novios oficiales, aunque ya eran casi tres de besos y abrazos. Juntos, ambos eran felices.


-Se Hun, ¡vamos a casa! Mañana será un mejor día, ¿de acuerdo?


-Lo que tú digas, Hannie..


Se Hun caminaba aparentemente desganado hacia Lu Han. Por primera vez en todo lo que llevaba en Haitím había suspendido un examen.


-No lo entiendo, de verdad.- Le confesó Lu Han, pasando un brazo por detrás de la cada vez más delgada cintura del menor.- Según tú, anoche estuviste toda la madrugada estudiando... ¿no?


-E-Eh.. sí. No lo entiendo... estudié mucho...


-Bueno, no te preocupes. Aún hay más oportunidades, Hunnie.


Lu Han besó los labios de su novio con cariño, acariciando su mejilla derecha suavemente.


-Ahora debo ir a casa a terminar unos asuntos pendientes. Nos vemos a la noche, ¿vale? ¡Hoy no te me escapas! Te echo de menos últimamente...


-Lo sé, Hannie. Lo sé. Ahora ve. Nos vemos más tarde.


Un poco receloso, Lu Han se alejó dos besos y una caricia después. Realmente estaba preocupado por la salud del contrario. Últimamente se lo veía más pálido, más delgaducho. Comía menos en la hora del almuerzo, que compartían en el comedor de la universidad. Además, cada día lo veía menos y sentía que todo eran excusas de Se Hun, que trataba de evitarlo. Aunque, obviamente, Lu Han trataba de autoconvencerse de lo contrario. No podía ni quería imaginarse un futuro sin su novio, sin su Se Hun. Era ya mucho tiempo a su lado y muchos los recuerdos en común. Pequeño el pedazo de mente y corazón que no era invadido por imágenes del contrario. La textura de su piel al acariciarlo, al hacerle el amor. Había muchas cosas que Lu Han jamás podría olvidar.


Inmerso en sus pensamientos, el proveniente de China subió los escalones del porque que adornaba el portal de su edificio, flanqueado por dos pequeñas macetas de Sansevieria y un bien podado abeto a cada lado. Asustado por las alturas, Lu Han prefería subir las escaleras hasta el séptimo piso en el que vivía -sin mirar en momento alguno a través de los ventanucos que brindaban una pequeña estela de luz a cada rellano- que tomar el ascensor, que le provocaba mayor sensación de vértigo. Ya dentro, consiguió relajarse un poco. Se sirvió una copa de Malibú con piña y terminó de revisar el nuevo contrato de arrendamiento. Eran su preocupación por la salud de su novio y la desesperación por verlo cada vez que se separaban al irse a sus casas, sobre todo en los últimos meses, en los que cada vez hacía menos cosas con Se Hun por aparentes motivos de estudio que este alegaba, así como las noches que ya, aunque solían hacerlo mínimo cuatro veces por semana, no pasaban juntos porque Se Hun decía necesitar más tiempo para concentrarse en los últimos años de carrera, las razones por las que había decidido alquilar en secreto un piso para ambos. Con el dinero que recibía de sus padres y de algún que otro trabajo que conseguía, tales como vendedor de periódicos, tendero en alguna tienda o camarero en algún que otro bar de noche, había conseguido juntar en su cuenta lo suficiente como para pagar el alquiler de varios meses, hasta que ambos pudiesen ponerse de acuerdo en cuanto a pagos y formar algo similar a una familia.


Obviamente, Lu Han no se lo contaría a Se Hun hasta que estuviese hecho. Pues, probablemente, Se Hun pondría excusas para no llevar el plan a cabo.


z99;Byeongari


 


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