LA FRUTA PROHIBIDA: PECADO HUMANO
Las campanas de la iglesia sonaron fuertemente para llamar al pueblo a la boda, todo el mundo sonreía con gran felicidad, y el reino se regocijaba con la unión de su amada princesa y el príncipe Setz, escogido por ella misma para gobernar a su lado. Los reyes no podían mostrarse más felices con el matrimonio de su hija, tanto así que fueron ellos quienes personalmente recibieron a los invitados que llegaban al lugar. Solo había un problema…la princesa no sonreía con su boda.
Shizuma se encontraba en el jardín trasero de la iglesia con una expresión bastante triste en su rostro. Portaba un elegante vestido negro, y un velo del mismo color que simboliza a la novia, estaba prácticamente lista para casarse, y sabía que la hora había llegado. Pero no estaba feliz con esto.
Setz seguramente ya llevaba un buen rato esperándola en el altar, sin embargo, eso no le importaba. En ese momento, solo podía pensar en una persona o más bien, en un ángel.
-Nagisa-murmuro
“¿Dónde estás Nagisa?”-pensó.
De pronto, escucho un ruido provenir de los árboles detrás de ella. Se volvió con temor, y camino lentamente hacia ellos.
-¿Hay alguien ahí?
Al no recibir respuesta se acercó un poco más, introduciéndose al bosque que rodeaba la iglesia. Observo a su alrededor atenta a cualquier movimiento, hasta que escucho la voz de alguien detrás de ella.
-Buenos días mi lady
Al voltear, los ojos de Shizuma se encontraron con los enigmáticos ojos rojos de un joven de cabellera carmesí recargado en un árbol con las manos detrás de su cabeza. Era apuesto, y quizás ligeramente menor que ella. Vestía totalmente de negro, con la elegancia de la que hoy se diría un caballero ingles de la Edad Media, y sus cabellos rojizos eran un poco largos, lo suficientemente largos para atarlos a una coleta pequeña.
Sin saber porque, el corazón de Shizuma se aceleró al cruzar miradas con aquel apuesto joven, sus mejillas se sonrojaron y su cuerpo se estremeció ante su corta distancia impuesta.
-¿Qui-Quien es usted?
-Mi nombre es Nagisa-se paró frente a ella, tomo su mano y deposito un dulce beso en ella-Es un placer princesa Alexiel
-¿Nagisa?-el rostro de la pequeña ángel apareció en su memoria
-Sí, ¿pasa algo?
-No. Nada. Para mí también es un placer…¿Y que hace aquí, Nagisa?
-¿Qué hago aquí?-saco de su bolsillo una manzana y la mordió sonriendo con cariño-Solo vine por una fruta, son mis favoritas sabe
-Ya veo-bajo la mirada-A mí también me agradan
-¿Le gustaría una mordida?
-¿Eh?-Shizuma vio extrañada como el joven le ofrecía la fruta-No. Creo que no
-Vamos princesa, no va a rechazar la buena voluntad de un ciervo como yo, ¿verdad? Eso no sería educado
-Bueno, supongo que tiene razón-la tomo acercándola a sus labios-Seria cruel rechazar el obsequio de un joven tan bueno como usted, así que solo la probare un poco
-Una mordida es suficiente, princesa
Alexiel no percibió el mal en ella, ni en la sonrisa que Nagisa le dirigió, solo acerco la manzana y la mordió ligeramente, para luego saborearla en su boca.
Y al morderla, sus ojos se abrieron a la verdad. Por primera vez en la historia de la creación, un humano fue capaz de ver la maldad del mundo, y de distinguir entre lo bueno y lo malo. Por primera vez, el pecado alcanzo los hijos del Señor.
Aquel momento se recordaría como: La Caída del Hombre.
-¡¡¡SHIZUMA!!!
-¡HIJA!
La princesa se volvió ante el llamado de su prometido y sus padres, quienes se detuvieron antes de llegar hasta ella.
-Setz…mama, papa
-Shizuma-la llamo Nagisa-Ven conmigo, te amo y te protegeré siempre si me eliges-le extendió la mano sonriéndole con amor
-¿Nagisa?-lo miro confundida
-¡Shizuma!
La princesa no escucho a su prometido, se encontraba perdida en la profundidad de los ojos de Nagisa, viendo en ellos el gran amor que le profesaba. O más bien, deseo. Sus mejillas se sonrojaron, su cuerpo se calentaba, miro de arriba a abajo al joven chico, era apuesto y demasiado, no podía evitar esa sensación de desearlo, de desear ser poseída por él, de ser tomada por Nagisa. Lo deseaba. Lentamente tomo la mano del joven, y se quitó el velo que cubría su cabeza, para luego ser jalada por el en una carrera para escapar lo más lejos que pudieran del reino.
-¡¡¡SHIZUMAAAAAAAA!!!
Salieron corriendo a toda velocidad de la iglesia, atravesando con rapidez las calles del reino hasta llegar al bosque a las afueras de la ciudad, donde se encontraba una cabaña abandonada de hace mucho.
-Te amo Shizuma
-También yo Nagisa-respondió, siendo besada inmediatamente por el peli-rojo
Aquel beso poco a poco fue subiendo de intensidad, llevándolos a despojarse de toda ropa existente y a fusionar sus cuerpos en uno solo. Un acto mediante el cual se demostraban todo el amor que se tenía. Un que quería ser acto de pureza.
Sin embargo, ni la princesa ni el ángel sabían que habían desatado la furia del Creador, y cometido un pecado imperdonable ante sus ojos.
Los humanos y los ángeles no debían mezclarse
La fruta prohibida no debía ser probada
Los ojos del hombre no debían abrirse
La Caja de Pandora había sido abierta.
FLASH
-Bien hecho hija mía, los has logrado. Oh, espera, ¿debería decir HIJO? Jajaja
-¡Cierra tu inmunda boca! ¡Y quítate de mi camino! La boda está por iniciar
-Espera Ariane, no olvides que los humanos no pueden cometer pecados, y según lo que se, deshonrar a su prometido para huir contigo es un pecado
-Bueno…tienes razón
-Toma-le extendió una manzana-Lo recogí del árbol prohibido del Señor antes de que lo destruyera
-¿Qué se supone que debo hacer con ella?
-¿Tu? Nada. Es la princesa quien debe morderla, y cuando lo haga, sus ojos se abrirán a la verdad, y quizás, así acepte fugarse contigo. Aunque debo advertirte, no será amor lo que la haga aceptarte, será deseo, lujuria, sexo, no amor.
-Hare que lo sea después. ¿Estás seguro que funcionara?
-Claro
-De acuerdo-la tomo y la guardo en su bolsillo-Si descubro que no sirve, lo pagaras caro
-Acepto el riesgo. Ahora ve Nagisa, ve…-“Y abre las puertas a la tierra por mí. Jajajaja”