LA FLECHA BLANCA QUE A LA DAMA DE NEGRO ATRAVEZO
Setz estaba inconsolable, lloraba a ríos y la reina Eriel ya no sabía que decirle para calmarlo. Ella sabía que su hija había actuado mal, que había pecado y traicionado todo lo que le había enseñado, pero no lograba entender el porqué.
Solo para evitar el luto del pueblo se canceló la boda con la excusa de que la princesa había caído enferma, sin saber que el “luto” era demasiado alejado de la realidad que ahora se abría ante el mundo. Porque la gente no entristecería por el pecado de la princesa, al contrario, estallaría en ira exigiendo la muerte de Shizuma, así de grande era el efecto de la fruta prohibida.
El rey se paseaba triste por los pasillos de su palacio, tratando desesperadamente de encontrar una respuesta que le ayudara a entender la razón de la acción de su hija. Él era su padre, la conocía de toda la vida, y le resultaba demasiado difícil de aceptar el hecho de que Alexiel pecara de esa forma.
Sin embargo, lo había hecho.
-Abel
Se detuvo repentinamente ante el llamado. Volteo a todos lados tratando de encontrar a la persona que lo llamaba, pero no había nadie ahí más que él.
-¿Hola?
-Abel
-¿Quién eres?
-La mensajera del Creador, mi nombre es Eve
-¿En dónde estás? No puedo verte
-No se me permite mostrarme, y aun así, lo importante es lo que debo decirte
-¿Y qué es?
-El Señor quiere que hagas algo por él. Mata a tu hija, mata a la princesa Alexiel Shizuma
-¡¿Qué?!-grito sorprendido-¡No puedo hacer eso! Shizuma es mi hija
-No cuestiones la orden
-¡No lo hare!-frunció el ceño-¡No matare a mi sangre! ¡NO, no lo hare!
-Debes, no enfurezcas más al Creador. Si no lo haces tú, enviara a Gabriel a terminar el trabajo
-¡¿COMO PUEDEN PEDIRME ESO?!-grito con ira y lágrimas en los ojos-¡SHIZUMA ES MI UNICA HIJA! ¡DIOS SABE CUANTO ME COSTO TENERLA, NO PUEDE PEDIRME ESO!...EL…¡EL MISMO LE DIO LA VIDA!
-Y como tal, ahora la quiere de vuelta. Si te haces llamar su fiel servidor, entonces cumple con su mandato
-Pero…Pero…-el llanto era incontrolable-¿PERO, QUE PUDO HABER HECHO SHIZUMA QUE FUE TAN GRANDE PARA MERECER LA IRA DEL CREADOR? SI ES POR LO QUE PASO CON SETZ, DEJAME PREGUNTARLE SI NO MERECE EL PERDON EN VEZ DE LA MUERTE!
-¡Tu hija abrió la Caja Pandora! Probó el fruto prohibido y abrió sus ojos a la verdad. Aquel fruto que a ti y a Eriel se les prohibió comer cuando llegaron a la tierra, y ahora, el pecado ha caído en la humanidad. Mata a Shizuma antes de que el Edén se contamine! ¡Hazlo Abel, hazlo!
“Shizuma…¿comió el fruto prohibido? “-El rey se dejó caer de rodillas al suelo y soltó el llanto de sus ojos. Si esa era la voluntad del Señor, como su ciervo, la cumpliría. Aunque su corazón se quebrantara en mil pedazos.
“¿Qué hiciste hija? ¿Qué hiciste?”
OOOOO
-Toma-le coloco el anillo hecho con una flor en su dedo-Esto es para que sepas que te amo
-Gracias Nagisa, es muy hermoso-dijo emocionada
Ambos amantes se sonrieron con dulzura, y se tomaron de las manos para juntar sus frentes. Se amaban, eso era lo único que les importaba.
El peli-rojo capturo los labios de la princesa y exploro su boca hasta el último centímetro de ella. Una vez más hicieron el amor sobre aquel campo de flores blancas, llegando a un éxtasis inimaginable de pasión y placer.
Juntos abrazados en medio del pecado más sucio hasta entonces de la humanidad: El Pecado Carnal.
Cuando terminaron, se vistieron y Nagisa fue a la cabaña a preparar la cena de su amada, mientras ella miraba alegre al sol desaparecer tras las montañas de su reino. Shizuma nunca había sido más feliz como ahora, aquel peli-rojo se encargaba de llenar cada segundo de su vida con amor y ternura, haciéndola sonreír siempre.
Tanta era su dicha que termino por olvidar todo lo que había dejado atrás, lo que ahora importaba era poder unir su vida a la de su amado para siempre.
Observo sonriente el anillo de flores en su dedo, imaginando múltiples escenarios que le mostraban diferentes ángulos de su boda con Nagisa, y pensó que cualquiera de ellos estaría bien siempre y cuando, el peli-rojo jamás se fuera de su lado.
Tan distraída estaba que no vio al hombre de la capucha blanca que caminaba hacia ella por detrás, portando un arco y una flecha de este mismo color en su mano.
El rey miro con lágrimas en los ojos, y un gran dolor en su pecho a su amada hija, sabía que sería la última vez y mientras le apuntaba con su arma, recordó todos los momentos de dicha que habían pasado juntos.
Era su hija la dama de negro que había desatado el pecado, la princesa que había probado la fruta prohibida del Creador, y la mujer a la que debía desaparecer.
Sus manos comenzaron a temblar, le había costado solo dos días encontrarla, y tres darse el valor para cumplir su orden, sin embargo, la mano aun le temblaba.
Y con una última lágrima, susurro:
-Perdóname mi niña
Shizuma se volvió lentamente hacia atrás y abrió los ojos como platos ante la persona que había disparado contra ella, para luego sentir una flecha atravesarla con rapidez. Todo fue demasiado rápido, su cuerpo cayo inerte sobre las flores, y su sangre mancho de rojo la blancura de estas, acabando con su vida en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando Ariane llego donde Alexiel se encontraba, la hayo muerta en medio de flores manchadas de sangre que evidenciaban su herida. Sus ojos se abrieron de incredulidad y comenzaron a derramar lágrimas de dolor puro.
-Shizuma…-Nagisa la acomodo en su regazo y la estrecho con fuerza-Shizuma…Shizuma…Shizuma, ¡SHIZUMAAAAAAA!
El peli-rojo lloro su muerte con tales desgarradores gritos que inundaron la noche. La amaba y no había deseado verla morir, por eso tomo una decisión para ambos.
-Shizuma, lo siento. Jejejeje, yo…no quería que murieras y…por eso, te devolveré la vida que te robe
Nagisa sabía quién lo había hecho, y el porqué, el Creador estaba furioso, pero no dejaría que su voluntad se cumpliera.
-¡¡¡RENUNCIO A MI CONTRATO OSCURO, PADRE!!!
La abrazo aún más fuerte sintiendo como dos grandes alas de color negro crecían en su espalda, y cuando estuvieron formadas, Nagisa tomo a una de ellas, para luego arrancarla con ira creciente, y transformarla en una esfera de luz que introdujo inmediatamente en el cuerpo de Shizuma.
Aquel era el mejor don de un ángel: Alas que cargan con vida propia.