Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sólo llámame Shintarou por mary chan21

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Cielos lamento mucho actualizar hasta ahora D:

el mismo disclaimer de siempre, espero que lo disfruten~

No supo en qué instante, Midorima ya no estaba enlazado desde el otro lado. Sólo se oía un pitido irritante, que por primera vez en su vida le aliviaba tanto. No podía divisar nada del móvil, estando su ojo de halcón nublado por las lágrimas, pero no había que ser un genio para saber lo que rezaba la pantalla: llamada finalizada.

Así debe ser, pensó, acomodándose de lado. Por alguna razón se sentía decepcionado- quizá le habría gustado más lucha por parte de Shintaro para conservar su amistad. Pero en todo caso, no ahora. Ahora sólo debía descansar, y tendría que hacerlo sobre las sábanas manchadas en vista de que ni incorporarse podía. Su cuerpo había comenzado a entumirse por el brusco cambio de temperatura, pero de verdad no le quedaban fuerzas para levantarse y rodar dentro de sus cálidas frazadas. Lo mejor sería seguir sufriendo aquí, congelándose a de a poco con la esperanza de que esa helada alcanzara su corazón para mañana, cuando tuviese que hacerle la desconocida a Midorima en caso de verlo por la calle… Una pena que viviese tan cerca, cuando trataba de ignorarlo.

Tal vez Shin-chan me ayude con eso. De seguro no podrá ni mirarme a los ojos, deberá ser tan fácil ignorarme si no ando fastidiándole por ahí…

Justo estaba cerrando estos cuando lo oyó. El timbre.

¿Qué?

En definitiva, pararse para abrir era algo que no podía hacer dadas las circunstancias. No podía ser su familia, no hoy, y a menos que fuera un repartidor de pizza algo desorientado por las direcciones, era más que improbable que él recibiese una visita así de la nada…

Su móvil vibró, y el tono de llamada que le había puesto a Shin-chan llenó todo su cuarto. Por alguna razón, lo primero que pensó fue que podía contestar esta llamada, que ese no era el mismo celular con que Midorima aceptó hacer tal cosa con él, que por el otro lado de la línea no había problemas… pero de inmediato frenó la mano que se había acercado a su móvil; de este lado sí que quedaban muchos inconvenientes, comenzando por su estado físico. Y mejor ni hablar de las explicaciones que tendría que darle, ahora que sabía que sí, fantaseaba con él y era un pervertido cualquiera que se desahogaba con sexo telefónico… bueno, al menos estaba enterado de que era la primera vez que hacía eso último.

Asqueado consigo mismo, tomó unos pañuelos de su mesita de noche y comenzó a limpiarse, esforzándose por ignorar todas las patéticas punzaditas que se extendían por su parte baja. Acabó con cualquier resto, pero aun así volvió a frotarse la piel con más pañuelos, con tanta fuerza que esta acabó toda enrojecida por el vientre. Ignoró también cada timbrazo, y cada nueva llamada. Pero un sudor helado le recorrió en cuanto escuchó abrirse la puerta.

¿Cómo demonios…?

Ok, él no puso seguro cuando llegó del colegio, pero Midorima no podía comportarse como un jodido delincuente. Tal vez él mismo le mostró dónde dejaban la llave de repuesto en su casa y hasta le dijo “puedes venir cuando quieras, o entrar directo no bajo a abrirte rápido”, pero eso fue cuando no estaban peleados ni habían tenido sexo telefónico así que no contaba. ¡No contaba para nada!

Nervioso, abrió las sábanas y se cubrió rápido. Y como si eso le fuese a salvar del interrogatorio de Shintaro, se hizo el dormido.

Ni se había acabado de abrir la puerta cuando supo que estaba jodido.

—… ¿En verdad piensas que me voy a comprar esto nanodayo?

El suspiro del mayor se oía casi compasivo. Pero Takao no se permitiría hacerse ilusiones ni  con su lástima, así que se acurrucó más contra las sábanas y las apretó. Maldecía la rapidez del escolta para llegar hasta acá (aunque de seguro se vino corriendo) porque por eso no había alcanzado ni a ponerse de nuevo el pijama, así que  permanecía completamente desnudo debajo de esto.

—Podrías fingir como yo y largarte —gimió, tapándose el rostro también.  Le pareció oír un suspiro tenso tras eso, pero con algo tan simple no podía asegurar que Midorima trataba de hacer las paces siquiera. Quizá vino para tener una charla seria, en la que le diría que durante esta semana meditó, y se dio cuenta de hecho de que estaba mejor sin él… Oh, no  quería escuchar nada parecido ni en sus pesadillas.

—Takao, debemos hablar y lo sabes.

— ¡Yo sólo sé que esto es allanamiento! Y que no quiero verte ahora…

—Pues no me mires pero escúchame nanodayo —insistió, y al pelinegro casi le dio un ataque cuando sintió su peso sentarse sobre la cama. — ¿Por qué llamaste?

—… me regalaron la tarjeta por accidente.

—Puedo darme cuenta de que fue por accidente, Bakao —resopló el peliverde, y por fin Kazunari se animó a bajar parte de la sábana para observar su ceño fruncido— Jamás se lo habrían vendido a ningún menor de edad nanodayo

—Yo no estaría tan seguro, si te permiten trabajar allí —replicó a su vez, bastante ofendido por volver a ser tratado como un crío.

— ¡Eso es distinto nanodayo! ¡Yo no trabajo ahí porque quiera!

— ¿Q-Qué? ¿Te obligan?  ¡Eso es triplemente ilegal, Shin-chan!

— ¡No me refería a eso! —Chilló escandalizado— Bien, tal vez me expliqué un poco mal nanodayo… —reflexionó acomodándose las gafas. — Empecemos de nuevo.

—Y esta vez incluyendo motivos —exigió, haciendo esfuerzo por sentarse en la cama y cruzándose de brazos. — No puedes ocultarme nada ahora, Shin-chan.

—N-No planeaba hacerlo nanodayo —repuso, mas Takao no se permitió hacerse ilusiones por verle avergonzado. De seguro era por su explicación, no por verlo de esta manera. — Pues… hace unos meses, mis padres me prohibieron comprar más lucky ítems.

—… ¿Qué?

— ¡No interrumpas! Eso, dijeron que gastaba demasiado dinero, que me lo habían permitido porque creyeron que esta “manía” se me pasaría, pero que como no es así… al menos trabaje para pagármelos solo

—P-Pero… ¡tus padres jamás aceptarían que trabajes en…en…! —Oh, ni decir eso podía. Pero ¿cómo hubiese podido? Él juraba que no tenía oportunidad con Shin-chan porque Shin-chan debía ser un asexual inalcanzable… no esto.

—Evidentemente, ellos no lo saben nanodayo. Mi primo trabaja ahí, me cubre con ellos diciendo que lo ayudo como asistente de sonido, y miente diciendo que es cantante y toca en bares. Bueno, sí hace eso, pero más gana en la agencia así que…

—No importa, eso es lo de menos… ¿por qué rayos aceptaste?

—… ¿Necesitaba el dinero?

— ¡Eres un maldito derrochador inconsecuente! Esa es la única verdad, Midorima —contradijo defraudado, apretando los labios por la decepción. El escolta parecía sorprenderse de su reacción, como si se hubiese esperado apoyo o algo así… Pues bien, eso era lo menos que tendría de él—: No necesitas nada de eso, idiota.

—Takao, hemos hablado mil y un veces de la importancia de mis lucky ítems nanodayo.

— ¡Y una mierda! No valen tanto como para que tú… tú… —Casi no se atrevía a soltarlo. No se atrevía porque ya venía sintiendo su propia mueca de asco, sus palabras cargadas de amargura…— Arruines tu imagen de esta manera

—… Takao, este trabajo no tiene nada de malo. No es como si anduviera prostituyéndome por ahí nanodayo.

— ¡Sé que no! ¡El problema no es el trabajo, sino que tú lo haces! Haces eso conmigo, y tienes el descaro de venir hasta aquí como si a mí no me molestara verte… —Más que veneno, lo que se le estaba por escapar era un sollozo. Y no podía permitirse llorar delante de Midorima ahora, aun sintiéndose tan humillado…— ¿Puedes largarte de una vez?

El mayor le miraba incrédulo, de alguna forma pareciendo tan desilusionado como Kazunari lo estaba de él. Estuvo a punto de hablar, mas se arrepintió y acabó trabándose. Bajó la cabeza un momento, luchando contra su lengua inmóvil, hasta que finalmente consiguió articular:

—No voy a marcharme nanodayo. Al menos no todavía —se apresuró en añadir— Si vine fue para comprobar que estabas bien, Bakao

— ¿Cómo demonios voy a estar bien si estás aquí? —rió irónicamente, negando con la cabeza tan incrédulo como él.  Se aferró más a las sábanas, encogiéndose para no verlo. Odiaba sentirse así de expuesto.

—Me refería a tu estado físico. Te oías muy-

—No hables sobre eso —interrumpió sombrío. Shintaro suspiró; esto sería más complicado de lo que imaginó-que no era poco en realidad. Pero sabía que aun siendo difícil tratar con él ahora, no podía abandonar a Takao en esta situación, así que se acercó un poco más a él, viéndole encogerse de nuevo.

—Te oías muy lastimado. Déjame revisarte nanodayo

Debe ser una puta broma, pensaba verdaderamente enfurecido Kazunari, ahora observándole con evidente desconfianza y aprehensión. Porque ni demente, ni aunque tuviera desgarrado adentro, dejaría que Midorima le pusiera un dedo encima. ¿Por qué demonios no se iba, si ya sabía lo podrida que estaba su mente con él?

—Estoy bien —se limitó a musitar, no sin cierto recelo en sus ojos. Y Shintaro no retuvo rodar los suyos, hastiado de la estúpida forma de actuar del menor.

—Pues no te creo. Te hiciste daño fue por mi culpa, así que déjame responsabilizarme nanodayo. Era tu primera vez, ¿verdad? Y esa cosa no es precisamente pequeña —comentó, para horror del moreno señalando el maldito consolador que no había alcanzado a guardar, y que reposaba no muy lejos sobre la cama.  Los colores se le subieron a la cara de golpe, pero ni alcanzó a cubrirse con las sábanas cuando Midorima ya había sujetado sus manos y a apartarlas de estas. — Takao, hablo en serio nanodayo. Puede ser grave.

— ¡No lo es! Y-Yo sé controlarme, y no necesito que precisamente seas mi niñera —bufó, soltándose de un tirón para cruzarse de brazos.  Aunque sin mucho cuidado, así que al instante se arrepintió, tras sentir una aguda punzada extenderse por toda su columna. Por lo visto no hizo un gran trabajo conteniendo el dolor, porque el peliverde lo miró preocupado… ¿preocupado?

— ¿Takao? —Maldita sea, Shin-chan, no uses ese tono…ya descubrí que puedes manejar tu voz de mi formas, pero no uses tu faceta compasiva cuando me gustas tanto…— Prometo no hacerte nada. Sólo quiero asegurarme de que estés bien, ¿sí?

Estúpido… ¿cómo podría negarme a eso?

Con una mirada resignada, y no sin cierta obstinación de fondo, apartó derrotado las sábanas y Shintaro se acercó más, examinándole con el ceño fruncido y un sonrojo.  Probablemente habría tenido mucho que comentar de haber llegado unos minutos antes –antes de los pañuelos- pero ahora sólo quedaba lo principal y no sabía cómo abordarlo. Es decir, él no era doctor de verdad ni nada, y pensándolo bien no tenía el profesionalismo necesario para examinar a Takao… Debía ser por esto que a los médicos no se les permitía atender a sus conocidos. Bueno, no por esto exactamente pero se capta la idea. Siendo sinceros, era como pedirle a un ginecólogo que revisara a su mujer.

¿Khé?

Oh, ni Midorima se entendía en estos momentos. Pero no creía equivocarse con que esto sería difícil.

Tragó saliva, tomó aire y se inclinó más hacia Kazunari, y tomó suavemente una de sus piernas. Los ojos de Takao relucían con desconfianza, pero era una desconfianza sometida, ya habiéndose hecho la idea de pasar por esta estúpida situación incómoda. — ¿Puedo? —preguntó, como si el contexto en sí no bastase para ponerle más tenso. Aun así, el moreno asintió (no sin cierto rencor e ironía destilando por su mirada) y relajó su cuerpo –que ni sabía en qué segundo había tensado.

El peliverde jaló despacio de la pierna, abriéndole de a poco. No podía quitar su mirada de encima, no cuando todo él reflexionaba sobre estar encima, pero no quedaba más remedio que quitarse los gemidos de Takao de su mente al menos por esta noche, hasta ponerle a salvo del accidente de recién, que si bien no fue culpa suya al menos tomó gran parte de la responsabilidad…

Aunque Takao le estaba poniendo aún más difícil la situación, con un rostro tan abochornado y adorable. Así que tuvo que volver a reunir valor, y acabó de descubrir la entrada del más bajo, dejando correr esta vez más su preocupación que su lujuria. Pese a la protesta avergonzada de Kazunari, prendió la lámpara de la mesita de noche para ver mejor, pero apenas y había delineado con sus dedos alrededor cuando Takao ya estaba rígido y con una mueca adolorida.

—Shin-chan, pensándolo bien puedo solo. Tráeme un relajante muscular, qué se yo, pero detente —suplicó, ya más que arrepentido de haber accedido antes, cubriéndose el rostro con ambas manos. Joder, ¿se suponía que tendría que volver a mirar a los ojos a Midorima después de esto? No gracias, este era un pervertido de cuidado, de seguro poco más y se le empañaban los lentes del calor que desprendían sus miopes ojos, ja.

—Yo… regresaré enseguida nanodayo. Saldré por bebidas isotónicas y antiinflamatorios sin esteroides. Mañana también estaré aquí. Te vigilaré, te obligaré a consumir potasio y ni creas que te salvarás de las terapias manuales, ¿entendiste?

Kazunari ni alcanzó a preguntar a qué mierda se refería con bebida isotónica (¿deportiva? Era eso, ¿verdad?) ni mucho menos a reclamarle (porque ni demente aceptaba recibir un masaje allá abajo) cuando el desconsiderado de Shintarou huyó vilmente, abandonándolo allí, desnudo sobre su cama y con las piernas abiertas. Si no le doliese tanto dentro, le habría reclamado esa escapada por siempre. Pero justo ahora estaba demasiado cansado como para pensar en algo siquiera, ni energías para protestar tenía. Tal vez porque más que estar fastidiado por el dolor lo estaba por sus estúpidos pensamientos, que hasta habrían celebrado aunque sea algo adentro…

Dios, estoy demente.

Visto desde cualquier ángulo (chiste de halcón, chiste) esta no era la mejor situación para propiciar un supuesto amor de adolescentes.

***

—Takao… Takao, despierta

Alguien le removió por el hombro, obligándolo a girarse y a recibir cruelmente con sus párpados la cegadora luz del sol. Sol, temprano, un sábado. Vaya alguien más desconsiderado, al menos le hubiera despertado con la cortina corrida para no dar un golpe tan duro…— Levántate de una vez nanodayo.

No fue sólo el hecho de que la voz se oyera enojada lo que le despertó de golpe. Tenía que ver con algo mucho peor, que olía asqueroso y que hasta le hizo olvidar el dolor de su parte baja por la impresión.

—Shin-chan, ¡¿se está quemando la casa?!

— ¿Q-Qué? Claro que no —replicó el peliverde, frunciendo tanto el ceño como los labios. Parecía estar a punto de agregar algo más, pero acabó callando con una mueca defraudada. Y aunque intentó esconder algo a sus espaldas, los ya más despiertos ojos de Kazunari lo descubrieron de igual manera.

—… O-Oh, debe ser la casa del vecino entonces —comentó, para después reír tontamente— Ese olor no me dejaba oler este otro, que es delicioso por cierto… sobre todo con tanta hambre que tengo, y…

—Olvídalo nanodayo. No te fuerces por comerlo —Derrotado, Midorima reveló el intento de desayuno en la cama que planeó llevarle. Lucía aterrador, casi diabólico, y Takao juraba que ni por Halloween alguien tragaría tal cosa. Pero sus sentimientos eran mucho más importantes que Halloween, evidentemente, y él estaba loco de amor por Shin-chan…

Eso, y estaba condenadamente feliz de ser cuidado. Por culpa del cansancio de anoche, recordaba como en una bruma el regreso de Shintarou, su inexplicable amabilidad al ayudarle a ponerse el pijama, cómo le había ayudado a tomar la bebida y cómo lo arropó antes de caer dormido. No tenía idea de dónde se había acostado, quizá en el sofá, pero quería hacerse esperanzas de que en todo caso tampoco le habría dado asco dormir con él. Porque ahora, con la mente más despejada y el corazón más optimista, comprendía que Shin-chan jamás iría a despreciarle por un pequeño error de cálculos… O algo así. Ni tanto.

Quizá los nervios hicieron que olvidara que lo llamé Shin-chan en el teléfono. Quizá olvidó que me gusta. Sí, debió olvidarlo por el trauma j aja ja… ja.

Ok, al menos su mente intentó buscar una razón coherente para que Shintarou le estuviese tratando mil veces mejor que durante toda la semana –o toda su amistad, quizás. Y su corazón se estaba ilusionando con que pudiesen ignorar lo que vivieron ayer, por supuesto.

Esperaba que se le diese bien fingir desde ahora en adelante, al menos para ahorrarse un par de situaciones incómodas.

— ¿Qué dices, Shin-chan? Es obvio que no puedo ignorar los rugidos de mi estómago, menos con tu maravilloso desayuno delante —rodó los ojos con una sonrisa despreocupada. La comida del mayor era mala, pero ninguna de las veces anteriores tuvo que ir al hospital por ella así que ¿por qué no?

—…P-Pues… entonces está bien, supongo. —musitó evitando verlo a los ojos. De todas formas a Kazunari no se le escapó ni su sonrojo ni la manera en que apretó más la bandeja de comida. Uh… tal vez sí lo recordaba, después de todo. — Aunque esto sería más como un almuerzo nanodayo. Ya es muy tarde. Tus padres salieron hace poco con tu hermana para acabar de comprar las cosas para tu fiesta. Yo… les dije que ayer fuimos a practicar y cuando veníamos de vuelta tropezaste en las escaleras.

—Ah~ Así que te volviste un mentiroso por mí, Shin-chan~ —jugueteó, aunque ligeramente avergonzado, y lamentando para sus adentros la existencia de la dichosa fiesta de más tarde. Hasta ayer tenía muchas ganas de bailar y presumir su canto encima de una mesa vociferando todo el karaoke…

Qué lástima que hasta sentarse en su cama para comer tranquilo ya fuese tan incómodo. No era dolor en toda su exactitud, pero sí que era fastidioso, como una punzada… una punzada eterna. Y ojalá no lo fuera.

—N-No podía contarles la verdad, Bakao —resopló, cruzándose de brazos ante un comportamiento tan despreocupado. — Te habrían llevado al hospital, te pudieron haber internado, te pudieron…

—Shin-chan, eso no pasa~ —interrumpió con una risita incómoda— Mejor dime, ¿en qué puesto estoy por ser mi cumpleaños? —evadió, de repente pareciendo más interesado en Oha-asa que nunca. Y claro que Midorima no se compraba su nueva fe, pero él mismo reconocía que valía cambiar el tema.

—Primer lugar —respondió acomodándose sus gafas— Tu objeto de la suerte es una cartera y tu color de la suerte es el azul. Así que te traje eso nanodayo —acabó tendiéndole el lucky ítem, ignorando la mirada escéptica de Takao. Pero que conste que era culpa del pelinegro por preguntar, ahora debería hacerse responsable y cargar con su obsequio; de haberse quedado callado Midorima con mucho gusto habría fingido que ese objeto de la suerte era el propio, pero no, Takao tenía que llegar con sus pésimos cambios de tema.

—Uh… gracias, Shin-chan. Aunque es malo dejar para último momento el regalo del cumpleañero, ¿sabes? —provocó, para después darle un mordisco a su desayuno…—… ¿Qué diablos es esto?

—Si te vas a poner quisquilloso a la próxima tú te fríes tu yogurth con cereales, ¿vale? Y que quede claro que no lo dejé para último momento: ese no es tu regalo nanodayo.

—Oh, debí suponerlo —suspiró dramáticamente— No tengo regalo por la escenita del otro día, ¿verdad? —murmuró más para sí, sin muchas ganas de entender cómo rayos Shin-chan llegó a la conclusión de que el yogurth con cereales es fritura. Tampoco quería saber por qué era salado, y prefirió suponer que los trozos de verdura harían esto un desayuno saludable…

—Claro que no nanodayo —declaró, interviniendo por fin en sus sombríos pensamientos— Tu regalo lo tengo desde hace meses, no es el punto. El punto es que no lo traje, iré a buscarlo para la hora de la fiesta- wait, ¿en serio vas a hacer la fiesta? Traté de insinuarles a tus padres algo tranquilo, pero no creo que sigan la idea…

— ¡Espero que no lo hagan! Es mi cumpleaños después de todo, Shin-chan —protestó con un puchero, para luego devorar rápidamente la comida de enfrente. Mientras más pronto acabase la tortura culinaria, mejor. — Mira, renunciaré a la idea de la piscina si quieres, pero no me quites lo demás~ Quiero hacerlo todo hoy, y nada va detenerme

—Takao, no puedes ser un irresponsable cuando se trata de su salud, debes-

—Lo sé, pero prefiero disfrutar de la vida al menos por hoy, si quieres mañana guardo reposo o lo que sea —suplicó, tras dejar la bandeja vacía de cuasi-veneno en su mesita de noche. A duras penas se arrastró hasta la orilla de la cama, y puso ojitos de perrito abandonado bajo la lluvia hasta que…

—T-Te odio por ser tan inconsecuente, para que lo sepas —…Hasta que hizo ceder a ese corazón tsundere. Mañana iremos a una revisión rápida, ¿entendiste? Nada de salvará de un profesional nanodayo. Y le diré al equipo que te lesionaste –la pierna, por mi culpa. Lo que sea, estarás vetado de las prácticas por un tiempo.

Kazunari tuvo muchas ganas de replicar esto último, mas acabó callándose para alcanzar sus divertidos y placenteros fines. Nada arruinaría su cumpleaños, mucho menos él mismo. Así que ya vería luego qué hacer para asistir a los entrenamientos, ahora lo principal era cómo conseguir medicamento sin que Shin-chan se diese cuenta, para poder aguantar todo lo que planeaba vivir en su fiesta.

—Estoy de acuerdo, Shin-chan~ Gracias

Regalándole su sonrisa más brillante, aquella que mejor cubría sus malas intenciones, se levantó de la cama. Esto sería una carrera contra el tiempo. Era casi la una de la tarde, y escapar del instinto médico de Midorima sería difícil, pero no imposible. De alguna forma conseguiría relajantes musculares, y esta pequeña incomodidad quedaría relegada en lo que durase su día. Con sus amigos y sus rivales ya habían hecho varios planes: a las tres un encuentro de básquet, alrededor de las cinco a la piscina, a las siete al parque de diversiones y por las nueve ya estarían de vuelta a casa, directo a la fiesta que prepararían sus padres, que en realidad sólo dejarían la casa vacía para que hiciera lo que quisiese. De seguro Shintarou suponía que no quería rendirse con ninguna de sus ideas, que no se limitaría a hacer cosas tranquilas en esta fecha, y trataría de detener cualquier intento peligroso para su trasero, pero le valía una soberana zanahoria cumplir sus indicaciones.

Quizá pronto todo se volviese un campo de batalla por la competencia que inauguraría con el escolta. La lucha del lado cuerdo con el lado “que disfruta la vida” Kazunari, pero ¿no haría esto su cumpleaños más divertido? Sobre todo teniendo en cuenta que ese lado tan adorable del peliverde le impediría revelar por qué no quiere que Takao participe en nada…

Siendo sinceros, Kazunari tenía toda la confianza de ganar. Shintarou no se atrevería a contarle las razones a nadie~ Y él podría celebrar como se le antojase.

A veces es divertido tenerte como rival, Shin-chan~ Pero en esta clase de cosas siempre podré ganarte.

Notas finales:

Bueeeeno, el siguiente lemon no está tan lejano a como creen(?)

este cap fue más como de preludio de la tormenta~ se viene el día del cumpleañero (aquí, porque ya pasó </3) y traerá muchas situaciones....

por cierto, hasta ahora sólo tengo confirmado el AoKaga así que, ¿tienen alguna preferencia de otras parejas para incluir en la fiesta?

y ¿qué dicen? ¿ganará Takao o Shin-chan? xD

Espero que les haya gustado, besos~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).