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Persiguiéndote... para matarte. por deep desire

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Notas del fanfic:

¡hey! es bueno volver a escribir, solo quiero decirles que me tomó bastante tiempo este proyecto y quizás les desilusione saber que solo he escrito un solo capitulo, pero prometo escribir más. Esta es una secuela de ""No lo niegues", mi anterior fic, y si no lo has leido, pues no importa porque no creo que nombre demasiadas cosas sobre él, ya que con suerte lo recuerdo (lo siento) y... bueno, pues espero que les guste y nos leemos pronto.

 

Los personajes no son míos ya que son única y exclusivamente creación de Tadatoshi Fujimaki, yo solo he creado personalidades y realidades distintas :) <3

Notas del capitulo:

Espero que les agrade y disfruten de la lectura... es algo corto para introducir... :)

Lentamente se detuvo frente a la casona abandonada. Bajó la ventanilla de la camioneta y observó por unos segundos hasta que se aseguró de que no había nadie, entonces bajó del vehículo y sacó el bolso que había cogido antes de escapar, lo colgó de un hombro y caminó dentro del lugar. Por supuesto que no le faltó el cigarrillo colgado flojamente de sus labios, ya era una costumbre. Aquel cigarro era como una parte más de él… y es que Kouki no podía vivir sin aquella mortífera arma blanca.


Ni siquiera se detuvo para abrir la puerta, simplemente lanzó una patada y ésta salió volando de lo vieja y astillada que estaba. El chico tiró sus cosas lejos y le dio una mirada rápida al lugar que sería su hogar por dos días. Estaba cansado de estar conduciendo por tanto tiempo sin detenerse… y es que las cosas se habían salido de control… sin percatarse, su nombre había comenzado a ser más escuchado entre los barrios bajos.


Desde que cumplió dieciséis años su vida se había tornado un poco más interactiva. Comenzó a interesarse por aquellas personas que aparecían en los noticieros rogando por su inocencia pero que de igual modo eran condenados a la cárcel. Debido a ese interés, sus habilidades con los químicos y su inigualable imaginación, lo llevaron a salir de casa y comenzar a investigar más de cerca. Llegando así a su primer acto de ayuda, donde terminó con un par de heridas de bala que no llegaron a ser mayores, sin embargo le sirvieron de experiencia para sus próximos planes.


Sus habilidades en el combate cuerpo a cuerpo, eran pésimas, esa fue la razón para que se dedicara a trabajar en los ámbitos que le eran más fuertes, la tecnología, la investigación, la habilidad para trazar planes y que salgan al pie de la letra… y un poco después, su habilidad para utilizar armas de fuego. El dinero no era un problema, por lo que siempre que adquiría un juguete nuevo, lo guardaba en el almacén cerca de su casa y a su corta edad, ya contaba con miles de armamentos y equipos de trabajo, sin embargo… ahora que lo habían descubierto, tenía que escapar para que no destruyeran su preciado escondite.


Habían pasado tres días desde que un grupo relacionado con la ley, había comenzado a seguirlo. Aquel día se había levantado temprano como acostumbraba, se había preparado un café y cuando iba a beberlo, el tazón se quebró y cayó al suelo en mil pedazos, pero no se había roto por sí solo, sino que una bala había atravesado la ventana y había dado de lleno en la porcelana. Kouki se tiró al suelo y, un segundo, después toda la habitación fue invadida de disparos por todos lados. Los vidrios y las astillas volaron por los aires, todo quedó inservible y lleno de agujeros. Fue una suerte que el joven haya reaccionado rápido, de otro modo, habría muerto.


Cuando todo se detuvo, Furi se movió a una velocidad increíble, tomó un bolso que había preparado en caso de emergencia y se tiró fuera de la casa saltando por una ventana. Corrió hasta el arbusto más cercano y se ocultó pensando en su próximo movimiento y obtuvo la respuesta cuando vio que, del camión blindado, comenzaban a bajar todos los agentes equipados con sus armas y trajes de combate negro.


Una vez todos abandonaron el camión, el pequeño Kouki corrió agazapado y se subió al camión ajeno arrancando de inmediato. Aceleró todo lo que pudo hasta que el vehículo iba a la par con los latidos desesperados de su corazón. Las manos y el cuerpo le temblaban y un impulso lo obligó a mirar por el espejo retrovisor y… vio a una persona de pie con un arma entre las manos y los brazos levantados apuntando en dirección al camión. Lo único que pudo distinguir de esa persona fue su inconfundible cabello rojo, y lo único que jamás iba a olvidar de esa persona era su indudable precisión al disparar, porque apenas jaló el gatillo, el neumático trasero del camión estalló y el vehículo se volcó metros más allá.


Con un par de lesiones menores, el castaño salió rápidamente y corrió sin detenerse a mirar atrás de nuevo… hasta que encontró un escondite y esperó a que pasaran las horas. Una vez estuvo seguro de que no lo encontrarían, salió y consiguió una camioneta vieja. En su mente trazó un viaje que lo alejara bastante de su hogar y en tres días llegó a aquella casa abandonada donde se encontraba en esos momentos.


Suspiró cuando vio que no tendría nada más que el suelo para dormir. No había comido nada en todo ese tiempo y ahora que lo pensaba tenía demasiado sueño como para seguir en pie. No sabía cómo había logrado mantenerse despierto por tanto tiempo… tal vez se debía a la ingesta de todas las bebidas energéticas que habían dentro del bolso. De cualquier modo, ya nada importaba más que el hecho de dormir, así que sacó una manta y una almohada del misterioso bolso y se tiró en el suelo. En menos de cinco segundos, ya había caído dormido.


***


Desde el día en que nació, todos sabían que él sería un ser excepcionalmente único. Inteligente, hábil, aplicado… cualidades que Seijuro tuvo que llevar siempre. Nunca pudo actuar de otra manera porque o sino sus padres lo reñían. Siempre estuvo limitado por la sociedad, por lo que las personas querían de él, sin embargo cuando cometió el error más grande del que nadie nunca pensó, todas esas expectativas, cayeron desde el edificio más alto y se estrellaron quedando totalmente aplastadas.


Con apenas trece años ya estaba siendo juzgado y encarcelado en la prisión de menores de alta seguridad. Había cometido el peor de todos los delitos… mató a sus padres sin siquiera dudar un poco al momento de apuñalarlos. Por esa razón fue condenado a pasar toda su vida tras las rejas, no obstante… aquellos que poseen habilidades extraordinarias, nunca son olvidados por aquellas organizaciones en busca de espías o agentes secretos. Por lo que un par de días luego de haber sido encarcelado, fue retirado de la cárcel sin dejar constancia de nada. Desde ese día, Seijuro dejó de existir para la sociedad y se convirtió en un agente secreto.


Entrenó duro por años. Sus habilidades se perfeccionaron aun más hasta que se transformó en el mejor… y entonces llegó el día en que al fin pudo salir al mundo exterior para poner en práctica todos sus conocimientos. Y el único objetivo que le mandaron a recoger era un chico de dieciséis años, cabello castaño y ningún rasgo llamativo, llamado Kouki Furihata.


A simple vista y por los datos en el folder que habían sido recopilados por el nuevo sujeto, Aomine Daiki, el chico no era nadie, solo un mocoso que presumía de ese inútil sueño de salvar el mundo con acciones buenas en contra de la ley que siempre es injusta. Por ese simple motivo debía ser eliminado antes de que se convirtiera en un criminal peligroso.


Apenas el pelirrojo llegó a la residencia de Furi, ordenó a su equipo que se mantuviera dentro del camión ya que él mismo se encargaría de todo, no obstante, nunca se le pasó por la mente que su dedo fuera a dudar al momento de jalar el gatillo… sus ojos enfocaban el objetivo con certeza y no le hacía falta un rifle de largo alcance, con un simple revólver le servía… pero cuando iba a dispararle de lleno en el corazón, algo le dijo que no debía hacerlo y terminó disparando al tazón. Entonces se percató del gran error que había cometido y disparó hasta que dejó la casa como un colador, pero aún así, sabía que el chico en cuestión seguía vivo.


– ¡Equipo Delta cinco! –gritó Seijuro dando la señal para que los demás atacaran el lugar y buscaran al objetivo.


En menos de un segundo todo el lugar estaba siendo revisado y Akashi no se quedaba atrás, ya que quería comprobar que sus suposiciones eran ciertas.


– ¡Despejado! –comenzaron a gritar los otros cuatro agentes que lo acompañaban.


– Lo suponía –susurró el pelirrojo dándose la vuelta en el momento exacto para ver como el mocoso escapaba robándose su camión.


El líder del equipo se apresuró a salir, y con la respiración calmada, se detuvo, levantó los brazos con la pistola entre sus manos y, sin pestañear, disparó de lleno en el neumático trasero izquierdo del vehículo provocando que, metros más allá, este mismo se volcara.


– ¡Rápido, no dejen que se escape! –gritó el segundo al mando Murasakibara Atsushi, al ver que el líder no daba ninguna orden ya que estaba observando todo en silencio.


– No hace falta –dijo Akashi deteniendo cualquier movimiento de los demás, ese tono solo lo utilizaba cuando estaba molesto y todos sabían que era mejor no debatir, de otro modo, podrían salir heridos– El mocoso ya escapó. Debemos volver a la base y dar un reporte de todo lo ocurrido. Llamen al idiota ese que acaba de incorporarse al equipo.


– ¿Mine-chin? –interrogó el peli morado con su tono lento y perezoso.


– Sí, hay varias cosas que no estaban en la ficha que me entregó y no estoy para perder el tiempo –masculló el pelirrojo planeando de antemano el destino del novato Aomine.


– Muro-chin~ –llamó el chico alto a uno de sus compañeros– Esta vez te toca a ti.


–Está bien –suspiró el pelinegro. Marcó el número de Daiki y comenzó a explicarle la situación, sin embargo al novato no le importaba nada, al parecer aún no conocía el genio de Akashi y le faltaba muy poco para conocerlo personalmente.


– Tengo el presentimiento de que ese chico nos va a traer muchos problemas –susurró Seijuro para sí mismo pero el peli morado a su lado lo escuchó sin inmutarse y comenzó a comer del paquete de papas que llevaba en el bolsillo.


Akashi observó con molestia al más alto ya que el sonido que hacía al comer lo sacaba de sus casillas en ese momento, y sin previo aviso, lanzó un manotazo y le quitó el paquete de las manos.


– ¡Aka-chin~! –exclamó con su típico tono infantil– Devuélveme mis papas.


–Tatsuya, reúne a los demás, voy a llamar a la base para que nos envíen un transporte –masculló el pelirrojo arrugando el paquete de papas entre sus manos hasta que estaba todo hecho migas, lo arrojó al suelo y se marchó mascullando maldiciones.


No podía creer que había sido tan idiota como para haber fallado ese tiro y por sobre todo, se maldecía a sí mismo por haber fallado su primera misión fuera. Todo por culpa de un mocoso, pero las cosas no se iban a quedar así y terminaría completando su misión tarde o temprano. Después de todo él era absoluto. Todo lo que deseaba, se cumplía. Era el emperador.


***


Kouki no despertó hasta el amanecer del día siguiente, justo cuando los primeros rayos del sol comenzaban a salir. Se levantó sin preocuparse del dolor en su cuerpo por haber dormido en tan malas condiciones, miró unos minutos el amanecer y luego no perdió el tiempo, organizó cada uno de sus pasos y en menos de una hora ya tenía todo planeado. Metió todo dentro de la mochila otra vez y se marchó sin mirar atrás.


Entró a la camioneta y suspiró. Su vida cambiaría drásticamente y nunca volvería a ser lo que fue, estaría constantemente huyendo hasta que muriera o le dieran caza. De cualquier forma no sonaba aburrido para nada, tenía dinero a montones y podía hacer lo que más le gustaba: “Ayudar a los que necesitan ayuda”… sin saber la razón, sonrió y puso en marcha el vehículo. Encendió un cigarrillo y le subió el volumen a la radio mientras se dirigía a su nuevo destino que cada vez comenzaba a sonar más excitante.

Notas finales:

No olviden dejar un review si es que les ha gustado un poco, de esa forma me motivan para continuar, bye bye <3


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