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¡Otra vez! ¿Habra un final diferente? por Kathrina

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Notas del capitulo: PERDON!!!
No se que le pasa a mi compu, que ahora solo me sale asi la letra del capitulo. No importa.
HiroDUzumaki, gracias por tus reviews, me alegro que te guste.
Camino y camino.
El sendero es oscuro, el cielo llora, tristeza rodea el ambiente además del fuerte olor a muerte, tan familiar como ajeno, siente las piernas adormecidas también entumidas, no logras moverse y su vista únicamente esta fija en la escena frente a sus ojos.
Sin poder hacer nada ve como poco a poco, el verde pasto, que empieza a iluminarse con los leves rayos del luna, que después de tanta lucha, han logrado traspasar el gran espesor que posee aquellos arboles tan grandes, de metros de altura, colándose y aclarando la vista.
Cuando por fin los zafiros se han adaptado a la luz, el corazón se detiene leves momentos, para recuperar su ritmo con el doble o triple de fuerza, bombeando la sangre lo más fuerte que puede…
Y…
Por fin de sus labios ha salido el dolor transformado en un grito lastimero tan grande, que quiebra las cuerdas bocales, causando dolor y haciendo que el portador de las mismas, convulsione, vomitando sangre junto a lo poco que ha comido durante ese día.
Arcada tras arcada, termina por fin debilitado no le interesa. No le importa, que sus tobillos sigan sangrando, la planta de sus pies se encuentre en carne viva, sus piernas poseedoras de largos cortes profundos y largas tiras de piel caigan desde el inicio hasta el fin de las mismas, quemaduras en su torso al descubierto, de segundo y tercer grado, infectadas; se levanta el dolor de su alma es más fuerte que el de su cuerpo, el cual ultrajado y despojado de cada rastro de humanidad utiliza para acercarse…
A la pila de cadáveres frente a sus ojos… Llegando al primero, su mejor amigo, aquel pelirrojo de ojos carmín, siempre portando un tatuaje en su rostro, siempre con una ligera camisa blanca y pantalón holgado, ahora con sus ropas desgarradas, sin sus singulares orbes en su lugar, ahora encontradas colgando de su fino cuello, las mejillas con innumerables moretones, que ahora no podrán curarse, sus brazo en una dirección jamás alcanzada por cualquier ser humano, su abdomen abierto mientras su interior se revela, encontrándolo vacío, hueco… sigue bajando la vista, viendo que ahora su amigo, en lugar de piernas, solo se hallaba un montón de carne.
Su corazón, se estremece y cierra los parpados, que no tienen nada que cubrir, dando así la apariencia, que a pesar de los golpes, se vea dormido.
Se arrastra, sus piernas no responden ya, a los siguientes, ve al que considero su hermano pequeño, aquel peli verde de ojos esmeraldas, ahora pálido, sin su singular tono miel, con su cuello adornado por un collar de color sangre, degollado, abierta su garganta, ya reseca, sin una gota de sangre, pero a la vez rodeada de la misma. Acaricia sus cabellos… y sigue su camino, su corazón, se agrieta, al ver como otro de sus amigo, su pelinegro, de piel morena y ojos negros, amigo se encontraba aprisionado contra el suelo, con aquella espada que utilizo alguna vez, para protegerlo y ayudarlo, traspasaba su corazón, además de las tres pequeñas dagas, una en su frente, y las otras dos en sus ojos.
A su lado ha llegado, saca la espada y las dagas, toma un poco de la ropa rasgada, y cubre su rostro.
Sigue avanzando encontrando, a su fiel amigo, aquel hombre de cabello azul, en forma de melón, y un ojo rojo y el otro azul, desmembrado, sus brazos y sus piernas, las cuales separadas de su cuerpo crean una especie de casa donde reside solamente su cabeza, mientras el resto de su cuerpo no se ve por ningún lado. Sus ojos abiertos mirando exclusivamente en su dirección…
En aquellos orbes solo se aprecia, el único sentimiento que jamás pensó ver, en aquel hombre… Miedo.
No se acerca más, su alma termina por quebrarse, cuando ve más atrás, de lo que alguna vez fue su amigo, halla a sus dos amigos restantes…
El siempre extremo siervo de dios, con sus cabello negro y sus ojos igual, y su piel trigueña… Junto al solitario rubio cenizo con sus inigualables y fríos azules ojos… Ambos colgaban de la rama del árbol, pero solo sus cabezas, las cuales seguían goteando sangre.
Una gota.
Dos gotas.
Tres gotas.
Cuatro gotas.
Y el único sonido que se escucha, es el corazón roto, de aquel hombre que ahora se encorva en el suelo, dejando escapar gruesas gotas salidas, de sus cristalinos ojos, gritando y llorando, pidiendo perdón a sus seres queridos por llegar tarde…
- No llores! – escucho pasos, suaves, diminutos y tímidos, acercándose a la única persona viva.
Alzando el rostro de forma brusca, reconociendo esa angelical voz…
De entre los árboles, aparece una frágil figura, cojeando, de manera lenta, va avanzado, pero antes de cruzar, y dejar ver su cuerpo por la luz de la luna, solo dice:
- Esto es tú culpa! – dijo para salir a la luz.
.
.
.
Despertó, agitado y con la respiración entrecortada, el corazón desbocado y a punto de salirse de su pecho, con un dolor en el alma, como si lo estuvieran despedazando y no lo dejaran morir…
Volteo a ambos lados y en todas direcciones, cayendo en la realidad de que se encontraba en el prado de siempre, oscuro el cielo estrellado, con la luna llena en todo su esplendor, sin nubes, despejado… con luciérnagas alrededor, ayudando a iluminar tenuemente el ambiente.
Tranquilizando su respiración logro calmarse… solo para que sus ojos empezaran a arder, y de los mismos anaranjados orbes caer…
Una lagrima.
Dos lágrimas.
Tres lágrimas.
Y un torrente, que no podía detener… aquello hace mucho que no lo soñaba, con la muerte de su familia, el miedo reflejado en sus ojos y el dolor en su rostro.
Pero lo que más le partió el alma fue ver a su amado ángel, cubierto de sangre, completamente desnudo, como lo hallo aquella vez, hace tantos años…
Sus hermoso ojos chocolates, sin brillo y emociones… su cuerpo lleno de marcas, latigazos, rasguños y lo peor de todo chupetones…
Desde lejos podía apreciarse la sangre que bajaba por entre sus piernas, goteando y manchando todo a su paso…
Fue la peor pesadilla, que ha tenido hasta ahora, no pudo controlar su llanto tanto que despertó a la persona que dormía a su lado.
- Nat-chan? – un adormilado Tsuna se sentaba mientras con sus manos frotaba sus ojitos buscando despejar el sueño.
El mayor solo se volteo evitando así que viera su rostro pero fue imposible. – Estas llorando? – pregunto angustiado, su hermoso claro se encontraba solo esta vez, ya no había luciérnagas, y la luna quedo oculta entre las espesas nubes que empezaban a ligeras gotas de lluvia.
Natsu seguía derramando lágrimas, era imposible para el detenerlas, aguantando tantos años el dolor, que solo basto que llegara esa realidad, derramando el vaso de sentimientos que sello, evitando que salieran, y que ahora corrían libremente.
No puedo evitar el grito de dolor que salió de sus labios, alertando así al menor que se acercó rápido a su lado, tomándolo por el hombro, ejerciendo fuerza dio vuelta al mayor…
Su corazón se encogió cuando vio a su persona más preciada con una cara que solo demostraba sufrimiento y dolor, sus hermosos ojos nublados de lágrimas, que caían sin parar…
Tratando de acercarse más…
- Aléjate! – grito el mayor mientras empujaba al castaño.
El menor desorientado volvió a acercarse solo que esta vez tomo fuerza y tacleo, a su pilar, la persona que no le dejo caer nunca, ahora era su turno.
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Una nueva mañana llego a la mansión Vongola. En el comedor se encontraba ahora la Décima Generación junto a Timoteo.
- Tsuna-kun está tardando – hablo la pequeña niebla preocupada, dejando de lado su comida. Un mal presentimiento se instaló en su pecho, por inercia llevo su mano al mismo lugar, apretando con fuerza por encima de la ropa.
Su hermano que había visto tal acción, se empezó a preocupar, el sabía que los malos presentimientos de su hermana, siempre eran por algo, pero nunca la había visto tan mal.
- Tienes razón… - esta vez fue Yamamoto quien, con mas energías, decidió acompañar a todos en el desayuno. Su preocupación era palpable, pues esa noche el castaño se fue muy rápido y no dejo que hablara.
- Se habrá quedado dormido? – pregunto al aire el pequeño Bovino.
- Dame-Tsuna tenía que ser. – dijo tranquilo Reborn, recién llegado de su misión.
“Tsuna” fue el único pensamiento de la nube, para levantarse y dirigirse a la puerta, ante la mirada de los presentes, en busca del menor, pero antes de tomar el pomo de la salida…
- ¡AHHHHHHHHHHHHH!
Fue lo que se escuchó, ese grito, con esa voz…
Fue suficiente para todos, quienes se levantaron y salieron en carrera a la habitación de la única persona que no se encontraba durante el desayuno.
Doblando pasillos, corriendo a más no poder, ahora se encontraban en frente de la puerta…
Timoteo, quien agitado, más que los demás, por obvias razones, se abrió paso entre los mismos, tomo el pomo y jalo, encontrando la entrada sellado. Se separó rápidamente y dirigió su mirada hacia el pelinegro de patillas rizadas, quien entendiendo la muda orden, transformo a su confiable León, en su arma favorita apuntando al cerrojo de la puerta.
Disparo.
Y seguidamente pateo la puerta, tumbándola, encontrando la recamara a obscuras. Todos entraron sin esperar más tiempo, rodeando la cama donde estaba Tsuna revolcándose, y llorando, agarrando la sabana entre sus manos, apretándola con fuerza, buscando una manera de mitigar el dolor que sentía…
Hibari quien estaba más cerca del castaño se sentó al borde de la cama, alargando su mano, bajo la atenta mirada de todos, dirigiéndola a su frente y tocándola… para apartarla de inmediato.
- Está ardiendo en fiebre. – dice con voz lo suficientemente audible para que todos lo oigan.
- Voy por agua! – sale corriendo Chrome junto a su hermano.
- Sawada está enfermo. ¡AL EXTREMO! – hablo/grito el sol.
- Cállate Ryohei. – dijo alterado Gokudera. Sorprendiendo al mencionado al ser llamado por su nombre, y no por algún apodo, guardo silencio al ver la gravedad de la situación.
- Hibari-kun ve por Shamal, por favor. – pidió el Noveno.
- Hmp. – “dijo” la nube, para salir de prisa en busca del mencionado doctor.
- Hayato-kun Takeshi-kun y Ryohei-kun, vayan junto a Hibari-kun por Shamal, que sea urgente. – pidió. Los nombrados asintieron y desparecieron por la salida hacia el pasillo. – Reborn y Lambo-kun ayúdenme a despertarlo.
Ambos asintieron, acercándose al menor, moviéndolo ligeramente esperando así despertarlo, de cualquier cosa que estuviera soñando, diciendo su nombre varias veces, sin embargo no lograron hacer que el menor despertara.
- Trajimos el agua. – entraron las nieblas.
La menor de ellas se acercó al castaño y coloco un trapo húmedo en su frente, calmando por el momento al menor que se relajó al sentir el contacto frio, aliviando su creciente malestar…
- Mukuro-kun, ¿Podrías crear una ilusión de lo que pasa en su mente? – pregunto el anciano.
Asintiendo la cabeza de piña, apareció su tridente y se acercó hasta tomar la delicada mano del menor, esparció la niebla a través de la habitación, para poder crear lo que ocurre en la mente del menor.
Tomando forma frente a ellos, solo apareció una gran puerta de roble, de color negro y rojo, cerrada con múltiples cerrojos, candados y cadenas; se veía reforzada completamente, hermética e impenetrable… además de dos grandes armaduras de color negro, cuernos y escudos, con lanzas, las cuales se encontraban formando una X en frente de la puerta, impidiendo el paso a cualquiera. Las misma armaduras se colocaron firmes y des-entrelazaron las lanzas para apuntar a los presentes en la sala. Tan larga es la hoja, que la punta de la misma se encontraba ahora en el cuello de Mukuro a solo unos centímetros de atravesar la misma.
- Me es imposible Vongola… No me deja, y estoy seguro de que si lo intento ingresar a la fuerzas, esas ilusiones… - apuntando a los guardias con la mirada. – Podrían atacarnos, y en estos momentos formamos parte de la ilusión, por lo que corremos riesgo de salir heridos. – dijo tranquilo, no tenia humor para bromear.
- Ya veo. Desasla… - en ese momento, la enorme puerta y sus guardias desaparecieron. Mientras se disolvían, el peli morado se fijó en el casco de los guardias, más específicamente donde estaban los ojos, viendo como brillaban de un rojo intenso, con odio contenido, prometiendo mucha sangre y dolor. Estremeciéndose levemente. – Tendremos que esperar a que despierte. – dijo para dirigir la vista hacia el rostro de su nieto.
El cual estaba con un fuerte sonrojo, por culpa de la fiebre, con la respiración agitada, sin embargo más tranquila que antes, y su única prenda pegada a su cuerpo por el sudor. Al ver esto…
- Salgan por favor. – pidió Chrome. – Lambo quédate conmigo, los demás salgan.
- Quien te crees que eres? Tsuna-sama me necesita. – la tormenta en su preocupación, actuaba agresivo.
- Tranquilo Gokudera, tiene razón, hasta ahora los más cercanos a Tsuna son ella y Lambo. – excuso el espadachín.
- Tsk. – chasqueo la lengua.
- Timoteo-sama. – llamo la única chica. – Usted tiene cosas que atender, le avisaremos si ocurre algo.
El mayor suspiro, aunque le gustaría quedarse le era imposible, debía llevar a cabo la alianza entre varias familias, ha postergado demasiado la reunión. – Cuento contigo. Vamos. – ordeno a los guardianes de la lluvia y la tormenta junto a Reborn. Quienes asintieron, desde un principio fueron los escogidos para escoltar al líder de Vongola.
Se retiraron mientras el rayo y la niebla se miraban entre sí. – Hay que cambiarle la ropa, así como esta… - mirando al castaño. – Podría empeorar. – el pelinegro asintió de acuerdo a eso. – Con el agua, mojaremos su cuerpo para que la fiebre baje más rápido.
- De acuerdo. – acepto mientras la peli morada empezaba a desabotonar la camisa del menor, y el pelinegro se dirigía al closet del menor en busca de un pijama limpio.
“Que paso, Tsuna-kun?” se preguntó el Rayo. Teniendo el presentimiento de que aquello que tenía el castaño no era una gripe, era algo más.
.
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Ha tacleado a Natsu cayendo sobre él, viendo como este se revuelve y busca sacárselo de encima, pero agarra con fuerzas las muñecas del mayor ente sus manos y se acomoda mejor, sentándose a horcadas en la pelvis ajena.
Toma con una sola mano las muñecas y ahora con la otra mano libre, toma impulso y…
¡PLASH!
Le ha volteado la cara al mayor con una cachetada, el cual se queda quieto mientras procesa lo que acababa de pasar, dirigiendo la mirada a la persona que ahora lo aprisiona y lo mira con lagrimillas en la comisuras de sus hermosos ojos, con el labio inferior mordido, impidiendo que salga su llanto, y por ultimo una expresión de dolor.
- Tsu-na. – deletreo.
El menor, a pesar de sus esfuerzos, no logra contener por más tiempo las lágrimas, que ahora corren libremente por sus sonrosadas mejillas, sin embargo no gimotea, solo llora en silencio viendo como Natsu solo ve agrandando los ojos a más no poder…
- Tsuna? ¡Tsuna! – reacciona, deshaciéndose de la presión en sus muñecas y levantándose, quedando sentado aun con el menor encima, pasando sus brazos por aquel frágil cuerpo, que ahora presentaba leves espasmos de llanto. – Que paso?
Tsuna solo niega, separándose levemente del mayor solo para pasar sus brazos por el cuello de este, enterrando su rostro en el mismo. Una vez acomodado se permitió sollozar, dejando escapar las lágrimas que antes había retenido y que ahora ya no podía apresar.
Sollozo y el mayor solo podía apretarlo contra su cuerpo, apresándolo, trasmitiéndole su calor y su apoyo. El menor seguía llorando, empapando a Natsu, dejando que sus lágrimas cayeran en el cuerpo de la persona que lo abrazaba y que en estos momentos se negaba a dejarlo ir, ni ahora ni nunca.
Poco a poco, el llanto fue parando hasta que solo eran pocas las lágrimas que caían de los ojos castaños. El menor ahora más desahogado se separó levemente de Natsu y lo vio a la cara…
Tsuna tenía los ojos rojos de tanto llorar, las mejillas rojas por la fuerza en que lloro y sus labios entreabiertos en busca del aire perdido… - Hic… a t-ti… te pre-pregunto… Hic lo mis-mismo… Nat-chan… Hic… ¿Qué… paso? – hablo entrecortado.
- De que hablas? – el mayor se encontraba perdido, o eso aparentaba, la verdad es que no quería hablar de eso.
El llanto del menor había disminuido considerablemente. – A m-mí no m-me engañas, que paso? – demando ahora.
- Solo fue un sueño. – dijo derrotado.
- No fue solo un sueño si estabas llorando como lo hacías… - recalco.
- No lloraba. – contraataco.
- No mientas… - dijo mientras quitaba sus manos del cuello del mayor, rosando su clavícula hasta ubicar sus manos en el rostro.
Tomándolo con delicadeza acerco sus labios hasta los ojos del mayor, quien los cerró por instinto, besando los parpados con cuidado y amor, y repitiendo el mismo proceso con el otro. Se separó solo un poco, y el cielo mayor abrió los ojos, viendo ante el a su ángel, que se encontraba muy preocupado por él.
- Que soñaste?
- No es nada.
- Si lo es. – empezaba a enojarse. Quitando las manos de la cara ajena, y colocándolas en los hombros.
- No tiene importancia, es algo que ya paso si? – respondió pasando sus manos por la cintura de su ángel, entrelazando en la misma sus manos.
- Si importa y mucho… - frunció el ceño. – Natsu. – dijo su nombre completo. – Eres importante para mí y mucho, estabas sufriendo lo sentí, y me duele verte así… No me gusta, no me digas que no es nada. – reprendió al momento en que vio al mayor querer replicar. – Te conozco bastante y tú a mí, y sabes que no voy a descansar hasta que me lo digas. – dijo firme.
Un suspiro salió de los labios del de ojos naranjas, quien sabia de la perseverancia de su pequeño. – Soñé… - comenzó en un susurro. – Que te perdía, que no eras el mismo… - bajo la mirada, apoyando su frente en el hombro frente suyo. – Que me odiabas, me culpabas de lo que paso… - termino con voz lastimera, y en cierta forma lo que dijo no era mentira, el mayor soñó que Tsuna ahora no quería ni verlo, que lo culpaba por lo que había pasado, por lo que sufrió… El recuerdo de sus amigos era algo adjunto, que aunque creyó haberlo superado, seguía allí; ahora que sabía que ese tipo estaba de nuevo detrás de su ángel, sub consciente le recordó el cómo lo vio después de un tiempo.
- Eso es algo que nunca va a pasar. – seguro de sus palabras, volvió a tomar el rostro del mayor entre sus manos separándolo de si, viendo como este mantenía los ojos cerrados, pego sus frentes. – Mírame. – pidió en voz baja. – Estoy aquí.
El otro negó, y siguió con los ojos cerrados. – Mírame! – volvió a repetir, pero aun nada. - ¡Natsu! ¡Mírame! – ya no era una petición, era una orden.
Natsu abrió de a poco los ojos y miro los ojos castaños enfrente de él que solo lo veían con infinito amor. – Yo siempre voy a quererte… Nada va a cambiar eso. – su voz era dulce, sincera pero sobre todo segura, sin atisbo de duda.
- Eso no lo sabes. – rebatió.
- Lo sé, estoy seguro.
- Podría equivocarme, y terminarías odiándome. – hablaba sereno, pero por dentro solo quería que Tsuna lo odiara, se lo merecía, había dejado morir a muchos y había quitados vidas.
- Nada de lo que hagas va lograr que te odie, ni un poco.
- Mientes.
- Nunca lo haría y lo sabes.
- Así y esto…
Se separó del menor y tomo el rostro del mismo entre sus brazos, quitando de paso los del menor, acercándose peligrosamente a Tsuna, quien abrió los ojos a mas no poder por lo que, estaba seguro, iba a pasar.
Natsu junto sus labios en un casto beso. Separándose despacio viendo como Tsuna solo lo veía impresionado, sin saber que decir… - Sé que odias el contacto físico, en el sentido sexual, ahora yo soy igual a ellos. – dijo mientras se separaba cada vez más del menor.
Pero este reacciono y sujeto al otro por los brazos con fuerza. – Eso no es cierto. – dijo en un susurro bajando la mirada, mientras un fuerte sonrojo cubría sus mejillas, los labios del otro eran tan suaves y dulces…
- Claro que lo es, yo no solo deseo tu bienestar, quiero y deseo tu corazón, así como también tu cuerpo. – ante esa última palabra el menor se tensó notablemente.
Y Natsu lo noto, ahora sabía que no había vuelta atrás. – Lo ves, ahora me tienes miedo… - dijo seguro.
- Eso es mentira. – rebatió sin alzar la vista.
- Pruébalo entonces. – tentó la suerte.
Tsuna alzo su mirada decidido, sin dudar y se acercó al mayor volviendo a chocar sus labios castamente. Igual que el otro, sin embargo sabía que eso no probaba nada, así que movió de forma tímida sus labios sobre los ajenos, buscando ser correspondido.
Mientras con Natsu, no sabía en qué momento cambio Tsuna tanto, solo unas horas, o días, semanas, meses, años… no se dio cuenta de que Tsuna tenía gran determinación solo que nunca tuvo la necesidad de imponerla hasta ahora… Natsu no sabía qué hacer, bueno si sabía, pero estaba estático. Jamás se imaginó que su ángel lo besara de vuelta, solo quería que entendiera, que nada es para siempre, que todo puede cambiar, no importa que tan fuerte sean los sentimientos dichos en las palabras, cambiaran, si se da una razón…
Pero ahora… su mente se quedó en blanco.
Tsuna tenía miedo, Natsu no se movía, por lo que se detuvo y se separaba cada vez más del mayor viéndolo a los ojos. Encontrándolos abiertos de la sorpresa. – Nat- no pudo hablar…
Sus labios fueron capturados por los ajenos de manera rápida pero a la vez dulce, sorprendido solo atino a cerrar los ojos por inercia y trato de corresponder de la mejor manera.
Ahora eran los dos quienes participaban, y Natsu con la mente en blanco apretó a Tsuna mas contra sí, haciendo que sus entrepiernas rozaran juntas, sacando un gemido al menor, acallado por la boca ajena, Tsuna no tenía ni la menor idea de que sentía… Era extraño quería detenerse pero a la vez quería sentir más de ese calor tan reconfortarle, que nunca antes había sentido. Y Natsu se sentía en el cielo, al tener a su ángel correspondiendo sus besos, cada vez más, pero aún no quería profundizar, solo se besaban de manera dulce…
Se separaron por falta de aire, Tsuna ahora tenía un fuerte sonrojo y los ojos cristalinos, la boca abierta en busca de aire, jadeaba tratando de recuperar el aliento, eran demasiadas sensaciones, su cuerpo y mente no podrían procesarlas todas. Por lo que opto por lo más racional que se le ocurrió.
Paso sus brazos una vez más por el cuello del mayor y tomo la iniciativa, junto sus labios con los otros, siendo rápidamente correspondido, la sensación era más intensa que antes, en busca de intensificarla, acerco mas al mayor hacia su cuerpo, se sentía bien, le gustaba…
Quería más.
Natsu solo correspondía, sentía una inmensa felicidad al saber que su pequeño tomo la iniciativa, de manera torpe y tímida, pero él le enseñaría, tenían mucho tiempo y sabía que Tsuna sería un buen alumno.
Se separaron por segunda vez, Tsuna trataba de recuperar el aire y Natsu solo estaba algo agitado; esta vez fue Natsu quien se acercó y beso a Tsuna con más intensidad que antes, haciendo que el pobre castaño no pudiera seguirle el ritmo… los labios del menor eran tan suaves, dulces con sabor a cereza, y por demás adictivos…
El mayor decidió pasar al siguiente paso, delineando el labio inferior del otro, de manera lenta y sensual, despacio… pidiendo permiso.
Tsuna solo se dejaba llevar, pero la sensación de algo húmedo en sus labios, le hizo abrirlos siendo atacado por otro individuo, Natsu ingreso a la cavidad de su ángel de manera rápida, el deseo de explorar aquel cuerpo era grande, pero empezaría de a poco. El de ojos atardecer recorría con gula la cavidad del menor, el paladar, los dientes y finalmente, la lengua ajena.
Apenas la rozo, se sintió desmayar, se imaginó miles de veces besar a Tsuna y ahora lo estaba haciendo, pero ahora la emoción y el deseo era incalculable.
Por otro lado, al de ojos castaño sentir otra lengua rozar la suya, le hizo encogerse y evitar el contacto, pero esos no eran los pensamientos del otro, que volvió a rozarse otra vez, buscando enlazarse en un baile conjunto.
Lográndolo a los pocos roces, el menor decidió participar de manera tímida, gustándole la sensación y buscando ahora más…
En esos momentos, solo eran consciente del otro, de la manera en que se apretaban, Tsuna buscaba mas contacto, así que apretó el agarre en el cuello; Natsu acercaba al menor, todavía más, tanto era el deseo de los dos que ya parecían uno a los ojos de cualquiera.
Empezaban a quedarse sin aire, (MALDITO AIRE!!! QUIEN LO ODIE DEJE UN REVIEW) pero querían continuar, y así lo hicieron, hasta que los pulmones exigieron, demandaron y los obligaron a separarse, siendo unidos por un finito y casi invisible, hilito de saliva, el cual demostraba la intensidad de su deseo.
Al separase, Natsu pudo admirar lo que le causo a su niño. Quien ahora tenía pequeñas lágrimas en la comisura de sus orbes castañas, las cuales estaban nubladas por las sensaciones recibidas, sus mejillas como manzanas maduradas, simplemente hermosas, sus labios, de un color cereza aún más fuerte e hinchados por la pasión de los besos recibidos y dados.
- Y-ya te con-ven… convencí? – pregunto cómo pudo Tsuna.
Natsu no pudo evitar sonreír de la manera más sincera posible, una sonrisa llena de pura felicidad; y por una vez en toda su vida, cuanto se alegraba equivocarse. Se acercó una vez más y dejo un casto beso en los rojos labios. Apartándose de ellos solo unos milímetros… - Si y mucho. – dijo para volver a unir sus labios, los cuales se buscaban de manera desesperada, encajando perfectamente con los ajenos, hechos solo para ellos.
Se besaron con demanda, exigiendo el sabor que ahora los volvía locos… y una vez más se terminaron por separar, viéndose a los ojos.
De los labios rojos de Tsuna, decencia un hilo de saliva que baja por su barbilla hasta perderse por el comienzo de su cuello, y Natsu quien veía ese camino no resistió mucho y se acercó al cuello del menor, trazando el camino dejado anteriormente, haciendo estremecer al menor. – Ah. – salió un gemido de sus labios, sin poderlo evitar. Natsu termino llegando una vez más a sus labios dejando otro beso, castamente.
- A partir de ahora eres mío, de acuerdo?
Sorprendido por esas palabras estaba unos ojos castaños que observaban al mayor, para después sonreír resplandecientemente. – Y tú también eres mío no? – pregunto.
- Por supuesto. – contesto de inmediato. – Pero para hacerlo más oficial… Me darías el honor de ser tu pareja, Tsu?
- Sí. – alegre a mas no poder, se aventó con fuerza, al mayor, que aunque permanecía en sus brazos, termino tumbándolo hasta caer a las flores, abrazados fuertemente, recostados.
Sintiendo y perdiéndose en la presencia y el olor del otro… - Te amo, Tsu. Siempre lo he hecho. – confeso aquellos sentimientos que ha tenido desde que lo conoció.
- Yo también te amo. – suavemente, levanto un poco su cabeza del pecho del mayor y beso su mentón, haciéndolo reír, para luego volver a recostarse. – Nunca lo olvides, siempre voy a amarte, así que cuando estés listo, espero me digas quien eres en realidad. – susurro.
El mayor quien escucho esas palabras se sentó abruptamente, aun con Tsuna en brazos y bajo la vista hacia el mismo, hallándolo dormido profundamente.
- Uff! Eres una caja de sorpresas, sabes… Pronto mi ángel. – dijo mirando al cielo nuevamente despejado. – Pronto.
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Después de que llegara Shamal, este pidió que lo dejaran solo con el menor, todos accedieron, la salud del mismo es primera. Dos horas de espera, sacaban de quicio a los guardianes, que se impacientaban cada vez más… Hibari quien preocupado, le importa una mierda, las advertencias del “supuesto” doctor y se acercaba a la puerta dispuesto a derribarla, cuando ella misma abrió, dejando ver a Shamal cansado, quien solo dijo, “Los espera despierto ya, solo es una leve gripe”, y se retiró a buscar señoritas.
Todos ingresaron lentamente a la recamara, viendo apenas entraron a un castaño, que los veía alegremente…
Una vez adentro, salieron en carrera Chrome y Lambo, tirándose en el regazo del menor abrazándolo…
- Qué bueno que estas bien. – dijo la chica en un susurro, únicamente escuchado por esos dos.
- No nos preocupes, Baka-Tsuna. – concordó Lambo.
Los otros solo veían la escena. Hasta que Gokudera cayó de rodillas, inclinándose… - Pido disculpas, Tsuna-sama, esto es mi culpa, si hubiera estado más atento, esto no habría sucedido nunca. – seguía disculpándose.
- Jajá, que bueno que estas mejor Tsuna. – dijo Yamamoto con su sonrisa de siempre. Ignorando a la tormenta, opción que hicieron todos.
- Estas curado, Sawada. Eso fue rápido. ¡ERES EXTREMO! – “dijo” el sol mientras alzaba las manos como puños apuntando hacia el techo, con la mirada en el mismo.
- Kfufu, eres problemático Vongola, deberás pagar por lo que hiciste a mi dulce Chrome. – dijo con una sonrisa del gato Cheshire.
- Serás Dame-Tsuna. – dijo con aliviado disimulado Reborn.
- Herbívoro. – fue todo lo que expreso la nube. Para acercarse a la pared y recostarse en la misma.
Tan preocupados estaban que no se dieron cuenta, que el castaño frente a ellos, saco de debajo de su almohada una pistola, apuntándoles, disparando exactamente 6 balas para los que estaban enfrente suyo, dejando fuera de su rango a los que lo tenían abrazados.
Dichas balas que Reborn esquivo sin menor esfuerzo, Hibari solo bloqueo con sus tonfas, Mukuro no lo vio venir, y reacciono de a poco sin embargo corto algo de su peinado, Yamamoto siguio con su sonrisa y la bala solo rozo ligeramente su mejilla, Ryohei fue salvado por poco gracias al ex beisbolista; y finalmente Gokudera quien seguía pidiendo disculpas, la bala quedo justo al lado de su cabeza. El estruendo causado llamola atención de Chrome y lambo, que junto a los demás, ahora fijaban su mirada en el castaño frente a ellos, que solo los mirada con molestia e indiferencia.
- Cállense, que me duele la cabeza con tanto grito. No soy Tsuna, y ya estoy mejor, por lo que pueden largarse, quieren… - dijo agresivamente… pero antes de que se dieran cuenta, la pistola resbalo de la mano de color durazno y callo a la cama. Y una vez mas, en un solo pestañeo, los ojos naranjas cambiaron a achocolatados.
Ahora sí que los presentes no entendían nada. – Lo siento, Nat-chan despertó de mal humor, y el dolor de cabeza no ayudo, asi que no lo soporto y estallo con ustedes, pero gracias por preocuparse. – hablo Tsuna con una hermosa sonrisa.
“Son demasiado opuestos” pensaron Chrome y Lambo al mismo tiempo, mientras los demás solo veían callados.
Notas finales: Gracias por leer.FELIZ AñO NUEVO. Aqui son las 18:22 pm, falta pero da igual.
FELICES FIESTAS!!!!!!!!!!!!!!!

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