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¡Otra vez! ¿Habra un final diferente? por Kathrina

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Notas del capitulo: Lamento el retardo, es que otra loca idea para un fanfic vino a mi mente, y de este coco no salio hasta que la plasme, y por fin esta lista. Espero les guste este capitulo. Actualizare pronto, el sabado o domingo estaran sabiendo de mi.
Por los grandes pasillo de la mansión Vongola, se podía observar al gran y temible guardián de la nube, transportando como si fuera lo más delicado del mundo, al nieto del Noveno Capo de la Mafia más poderosa del mundo, en ellos se podía apreciar una aura rosa, aunque esta más provenía del castaño, porque el pelinegro estaba con ganas de matar a todos los herbívoros que los veían, chismosos, era el pensamiento del menor; y el de Hibari... "Malditos herbívoros, se juntan como cucarachas, los morderé hasta la muerte"

Ironía del mundo... creo que no.

- Hibari-san. – llamo Tsuna, mirando al mayor que solo veía al frente con el ceño fruncido. – Te van a salir arrugas. – bromeo viendo como Hibari suavizaba su ceño y lo miraba tiernamente.

- Hmp. – respondió, caminando más rápido faltaba poco para llegar a la habitación del cielo.

- ¿Cómo vas con Dino-san? – le pregunto con una gran sonrisa, la conversación de ellos se había pospuesto mucho y Tsuna no estaba dispuesto a quedarse con la duda.

- Bien. – fue le escueta respuesta

El de ojos chocolates frunció el ceño e hizo un gran puchero, con sus manos estiro las mejillas de la nube que lo miro con el ceño fruncido, está bien que se llevaran bien pero de donde sacaba esas confianzas, se preguntaba el azabache, y Tsuna... "Me lo dices o me lo dices, escoge" y no estaba dispuesto a dar marcha atrás.

Aun en su pelea silenciosa la nube llego y como pudo abrió la puerta de la recamara, para cerrarla con el pie caminar hasta la cama del menor y sentarlo, aunque este estaba renuente a soltar su cara, por lo que tuvo que apartarlo el.

- ¿Y bien? – indago el menor cruzando la pierna derecha sobre la izquierda, con los brazos cruzados por encima del pecho, se veía que no iba a dejar el tema en paz.

La nube suspiro mientras se sentaba a su lado pero a una distancia prudente aunque no lo admitiera, el pequeño castaño tenia fuerza y le dolían las mejillas. Saco entre su saco un teléfono para abrirlo ante la atenta mirada achocolatada que ahora se encontraba confundida, marco cierto número y lo puso en altavoz.

Repicaba, una... dos... tres... contestaron.

- Amore mio. (Amor mío) – se escuchó al otro lado de la línea, y el cuerpo de Tsuna se tensó, por un momento se abrazó a sí mismo y de eso se dio cuenta la sombra que los miraba de cerca sin ser detectada por ninguno de los dos. - Sapevo che non avrei potuto vivere senza di me... (Ya sabía yo que no podías vivir sin mi) – se escuchaba vanidoso y la voz hizo enfurecer a Kyoya, quien ya pensaba en como morderlo hasta la muerte. - ¿Che ha trascorso la mia dolce nuvola? Non sai quanto mi manca... ma per questo esaria scartoffie accanto a te ti fare migliaia di coccole... (¿Que ha pasado mi dulce nube? No sabes cuánto te extraño... de no ser por este papeleo estaría a tu lado haciéndote miles de cariñitos...) – Hibari miro a Tsuna que le devolvió la mirada y asintieron de acuerdo.

- Mordere a morte. (Te morderé hasta la muerte) – le respondió con la voz más fría y neutral que pudo, aunque no se esforzó mucho.

- ¿Eh? – fue lo único que se escuchó de parte de Dino, para que seguidamente Hibari colgara y guardara el teléfono en su saco.

- Eso responde a tu pregunta. – le dijo en tono frio, aunque por dentro estaba planeando la forma más sádica de matar al herbívoro caballo, nadie le había dado el derecho de hablarle así, solo dos personas tenía el privilegio y por mucho que fuera su enamorado, no entraba entre ellos. La primera su adorada hermana y el segundo el castaño frente a él.

A Tsuna le bajo una gota por la sien, asintió con una sonrisa nerviosa, "Mi más sentido pésame Dino-san" aunque realmente no lo sentía si bien a él le gustaban las muestras de afecto eso era demasiado, y si el rubio Capo de Cavallone no lo sabía no podía hacer más nada que...

Buscar una cámara y grabar el castigo que tendría el Cavallone, luego guardarlo para un posible futuro... buen plan, se felicitó.

- En pocas palabras... - cerro los ojos el menor, concentrándose. - ¿Son pareja? – pregunto, viendo como la nube evitaba su mirada, eso lo hizo feliz. Pero de repente recordó algo. - ¿Cuándo se lo dirás?

Hibari volteo a mirarlo interrogante, aunque no lo demostraba, a que se refería, pero la cara de seriedad del castaño le estaba dando muchas dudas.

- ¿El qué? – no entendía a que se refería pero dentro de si sentía que no sería nada bueno.

- Bueno yo se varias cosas sobre Gokudera... Mukuro... - comenzó lentamente mirando de reojo el balcón donde la lluvia era una brisa de nuevo. – Lambo... - siguió observando como cierta sombra se inclinaba cada vez más en busca de una mejor audición. – Y sobre ti.

- ¿Qué cosas? – que era lo que sabía.

Tsuna se acercó hasta Kyoya poniendo las manos en sus hombros y finalmente tener sus labios cerca del oído derecho del azabache. – Ustedes cuatro son donceles. – le susurro lo más bajo que pudo.

En la oscuridad del exterior Reborn chasqueaba la lengua al darse cuenta de que fue descubierto al momento de acercarse con solo escuchar el nombre de su vaca, porque era suya, tenía la sospecha de que el nieto de Timoteo sabía algo respecto de la misteriosa pareja del rayo, y si no podía sacarle la sopa a este, buscaría a quien se lo dijera.

Hibari abrió los ojos lo as que pudo y se levantó bruscamente de la cama solo para mirar al castaño que lo veía como si no hubiera roto un plato.

- ¿Cómo? – recupero su compostura, agresivo con el menor no se iba a poner, este fácilmente no le diría nada, como se parecía a su hermana.

- Porque yo soy igual, tendría que ser idiota para no darme cuenta... - ironizo dándole un golpe bajo a Reborn que no tenía ni idea de porque esas palabras hirieron su ego. – Sé que tú lo sabes, pero si Dino-san... - frunció el ceño ligeramente ante la mención de ese nombre. Pero lo quito rápidamente, sabía bien el porqué de esa sensación pero no diría nada por el momento, no era tiempo. – es tu pareja tiene derecho a saberlo. – le aconsejo como una madre a su hijo.

- Lo pensare. - dijo finalmente, tiene razón una voz en la cabeza de Kyoya se escuchó, pero rápidamente la callo. Y dándose cuenta de la presencia del carnívoro como lo llamaba... - ¿Tú sabes quién es la pareja del herbívoro vaca? – pregunto.

- Oh. – Tsuna se sorprendió sabía que Hibari no era de los que preguntaba por la vida de los demás, pero ahora pareciera que si le importara. Vale, esa idea la desecho completamente. – Por supuesto. – respondió mientras se sentaba con las piernas cruzadas. – De hecho lo conozco... y debo decir que es demasiado atrevido con Lambo-san... - comento divertido. – Realmente dudo que Lambo-san llegue virgen al matrimonio. – toco con su mano derecha su frente y bajo la vista, haciendo de actor dramático, una madre que siente y a la vez no que su niño se volverá hombre o doncel antes de casarse. En la mente de Tsuna... "Pica... pica... pica el anzuelo"

Esas palabras fueron suficientes para que las puertas del balcón se abrieran estrepitosamente dejando pasar a un asesino a sueldo con aura de mil demonios.

Hibari simplemente se sentó en la silla al lado de la cama del menor, mientras este sonreía lo más cálidamente. Eso fue rápido, pensó. Así como también escuchaba pasos bajo la lluvia.

- ¿Quién-? – no pudo preguntar porque Tsuna se levantó de golpe y corrió hacia el balcón mirando directamente hacia abajo con gran interés y una sonrisa.

Kyoya que lo vio salió en su busca el castaño seguía enfermo y este encima salía a la lluvia, llevo consigo un paraguas, que estaba justo al lado de las puertas de cristal abiertas, en total eran tres, acaso Dame-Tsuna es adivino, se cuestionó Reborn aunque no lo dijera le picaba la curiosidad, además de que podría usar lo que viera a favor en un futuro cercano.

Ahora los tres individuos en la habitación del cielo estaban viendo por el balcón, Tsuna mas mojado que los otros, sentía frio pero no le importaba; cubiertos por paraguas, el de Reborn uno negro, Tsuna uno naranja con palmeras, y el de Hibari morado con una pequeña ave. Los dos pelinegros veían hacia abajo esperando ver algo, ambos se preguntaban en qué dirección miraba el menor ya que este solo miraba hacia abajo sin dirección fija, y cuando estaban a punto de entrar una cabellera plateada salía corriendo hasta detenerse justo debajo del balcón siguiéndola una cabellera pelinegra, a pesar de estar el día gris se podían observar claramente.

- Déjame en paz. – grito Gokudera.

Tsuna sonrió, se perdió la calma.

.

.

.

¿Cómo se llegó a esto?

Veamos que pasaba en el salón cuando todos se fueron.

El moreno se levantó lentamente con la mirada siempre en las iris esmeraldas. – Hayato. – dijo su nombre por primera vez y Gokudera sintió que se desmallaba ahí mismo. – Tenemos que hablar.

Nunca en su vida se esperó que ese Friki del beisbol lo llamara tan profundamente. En definitiva, el plan del pequeño cielo funciono, en menos de unas horas logro crear una tormenta celosa.

.

Yamamoto se acercó un paso a Gokudera que retrocedió dos por instinto, evitaba en todo momento la mirada.

- ¿Por qué no me miras directamente, Hayato? – la lluvia tenía mucha paciencia y podía aguantar muchas cosas.

- No sé de qué hablas, porque tendría que mirarte siendo tan idiota, no te me acerques. – el peli plata miraba de reojo al moreno viendo como este se acercaba peligrosamente, su corazón retumbaba en su caja torácica y no podía hacer nada para que se calmara, sentía un calor en el estómago a cada paso que dada el espadachín.

- ¿Por qué me esquivas? – continuo con sus preguntas viendo como la tormenta se ponía cada vez más nerviosa por estas. Le hizo sonreír mentalmente.

- No te importa. – escupió las palabras.

- ¿Por qué estas nervioso?

- ¿Quién está nervioso? – dijo para mirarlo, Takeshi estaba justo delante de Gokudera que se separó rápidamente mientras un sonrojo se instalaba en su rostro sin poder evitarlo, la cercanía le causaba un gran calor en el estómago, el que quería borrar esos sentimientos y el Friki del beisbol que no lo dejaba.

- Entonces no te importa que me acerque ¿No? – avanzo hasta tomar la muñeca nívea del contario que se estremeció al contrato, se separó bruscamente y salió de la sala para caminar rápidamente.

- ¿estas escapando? – Tsuna tenía razón, pensaba feliz con una sonrisa boba.

- No. – le grito para verlo directamente.

Yamamoto no desaprovechó la ocasión y tomo del mentón a Gokudera para darle un casto beso y separarse. Los ojos verdes estaban muy abiertos eran un conjunto de emociones que no podían leerse todas.

- No sabes cómo ha sido para mí el no poder acercarme a ti de la manera que deseo, poder estar junto a ti sin miedo a nada, no me importa que seas hombres, si pudiera borrar lo que siento... – a Gokudera s ele detuvo el corazón era lo mismo que él quería hacer, pero el pensar que Yamamoto también lo deseara le oprimía el alma. – Te aseguro que por nada del mundo lo haría. - le dijo sinceramente con una determinación en sus ojos que jamás el de ojos verdes había visto, el moreno se acercó tomando la mano de Gokudera con gran gentileza y delicadeza, porque para la lluvia la tormenta de Vongola podría ser furiosa siempre pero ocultaba en su interior un gran corazón, y depositando un beso en el dorso como todo un caballero haría, entregando con este beso todo su cuerpo, alma y sobre todo su corazón y mente a amar por completo al más explosivo de los guardianes.

El guardián de la tormenta quien siempre atacaba furiosa a los enemigos de la familia, por primera vez se quedaba sin palabras ni nada que discutir, su mente buscaba la manera de reaccionar.

Y su mente funciono pero no como se esperaba cunado por fin logro pensar, solo trajo a revivir viejos recuerdos, frases inconclusas, malos sentimientos, dolores olvidados y lo peor de todo...

Su cruda realidad...

"Nadie va a quererte"

"Eres una puta"

"Eres una abominación de la naturaleza"

"No deberías haber nacido"

"Solo traes problemas"

"Ni sueñes en que alguien va a amarte solo lo hará por lastima"

Esa última frase se clavó en su corazón hasta lo más profundo como una espina que cada vez se entierra más profundo, se suelta bruscamente de la cálida mano que sostiene la suya, desconcentrando la moreno que alza la vista en busca de la mirada verde, solo encontrándola oscura debido al flequillo de cabellos plateados que le tapan. Takeshi tiene un mal presentimiento que le sucedía a Gokudera no era de los que reaccionaban así, da varios pasos al frente acercándose a su tormenta.

Pero antes de poder llegar hasta a él, este sale corriendo en dirección contraria los más rápido que puede escondiendo las lágrimas que caen por sus ojos, en un nuevo llanto que no ha dejado salir desde hace años, no después de que "ella" murió.

Yamamoto solo lo ve correr y emprende una carrera en su busca, no va a acallarlo más buscaría la manera de que Hayato le correspondiera o dejaría de llamarse guardián de la lluvia, por nada del mundo actuaría como un idiota enfrente de este nunca más.

Ahora ambos corren, en qué dirección, ninguna...

La que guía ahora a la lastimada tormenta es solo el dolor, la tristeza y la perdida; pero la que guía a la lluvia es la esperanza, el amor y la determinación de lograr esta vez su objetivo.

No saben en qué momento salieron de la mansión y ahora corrían por los jardines bajo la lluvia que no se detenía y ahora lograba calmar algo a Gokudera que maldijo ese cuerpo de infarto que poseía el ex beisbolista que no estaba ni sudando y seguía siguiéndole, mientras él ya estaba cansado, su mente no le dejaba en paz y su corazón pues este callo por el momento, sentía las perturbación y los dolores que presentaba su dueño.

El peli plateado cansado ya, se detuvo de manera abrupta, sin saber en qué parte estaban y volteo a mirar al moreno.

- Déjame en paz. – le grito con la respiración demasiado agitada, dejando a Yamamoto observar las cristalinas lagrimas que caen por sus ojos, el dolor y sufrimiento reflejado en estos, de una magnitud tan grande que no podría medirse.

El moreno se detuvo y con la calma que le caracterizaba se acercó a Gokudera que esta vez no se movió y estaba más concentrado mirando a la nada, o más bien a sus recuerdos. Cuando estuvo esta vez lo suficientemente cerca acerco su morena mano al níveo rostro, haciendo voltear al albino que solo miraba el suelo

- Mírame. – le pidió en un susurro.

Pero el albino solo seguía sin mirarlo siquiera, solo se alejó unos pasos no quería le contacto y más si este era por lastima, jamás le ha gustado que la gente lo viera así, cuando conoció a Yamamoto pensó que este siendo tan idiota nunca llegaría a pensar en mirarlo así, ahora lo hacía.

- Eres igual a todos... - le acuso con voz llena de una gran ira y de un enorme dolor.

- No sé de qué hablas pero te equivocas.

- No mientas... tú también me ves igual a todos los demás... - le dijo alzando la mirada. – ¡Me ves con lástima! ¡No la quiero! ¡Aléjate de mí! ¡No quiero verte nunca más!

Gokudera seguía gritando lo mucho que quería que Yamamoto se alejara de él, de su vida y más importante de su corazón, no soportaba la idea de tenerlo cerca con esos sentimientos que lo estaban destruyendo por dentro, el albino no se dio cuenta cuando el ex beisbolista estaba en frente suyo atrapándolo en un gran abrazo, sin soltarlo, se quedó estático, su mente se quedó en blanco...

- ¿Por qué? – se preguntó en un susurro la tormenta. - ¿Cuándo más te necesito estas aquí y cuando no te quiero cerca no te vas? – las lágrimas salían libres de sus orbes, y ya no hacía nada por detenerlas, el dolor en su corazón era más grande.

- No sé, pero solo sé que te amo con todo mi ser, y así me alejes no voy a dejarte solo... - se separó para colocar sus grandes manos en las mejillas blancas y acariciarlas con los pulgares borrando las lágrimas que se confundían con la lluvia que caía aun ahora sobre ellos. – Eres lo más importante para mí, acepto todo de ti ya sea tu pasado, tu presente y tu futuro, quiero estar a tu lado y caminar contigo recordar el pasado y que este sea solo un recuerdo más... - le hablaba con tanto amor a su peli plateado que este solo podía seguir llorando y un sutil sonrojo se instalaba en sus mejillas, como es que este idiota puede romper mis barreras con solo una palabras, se preguntaba, cuando me volví tan débil a este hombre, aun se preguntaba, pero como un flash a su mente vino la imagen de una hermosa mujer de largos cabellos plateados, ojos verdes y hermosa sonrisa que se acercaba a su lado, encontrándose solo ya.

El solo podía verla y enojarse por no protegerla, su largo vestido blanco se mecía suavemente con la brisa de primavera, estando frente a frente, las pálidas manos de la mujer acunaron la cara de su bebe, aquel por el que lucho hasta el último minuto y segundo de su vida y volvería a hacerlo.

- Mi niño. – se escuchaba alegre. – Por fin has dejado que alguien entre a tu corazón. – el amor en su voz era tan palpable.

- Yo no- intento explicar.

- Tu nada... - le regaño suavemente. – Se feliz siempre te observare, nunca debes cerrar el corazón a los nuevos sentimientos, la venganza y el dolor no llevan a nada bueno, siente con todo tu cuerpo el futuro que te espera, los deseos que tienes, los sueños que deseas cumplir, el amor que puedes dar y recibir, el pasado es pasado, pasa la página.

- Mama...

- Y sobre todo... - beso su frente con cariño, y su sonrisa se extendió. – Quiero muchos nietos... - le dijo para guiñarle el ojo y salir corriendo a una gran luz frente a él, Gokudera intento acercarse de nuevo a la mujer que le dio la vida, y la perdió por cuidarle, pero una mano morena le detuvo por la muñeca, no hacía falta voltear para saber quién era la calidez hablaba por si sola. – Mientras as mejor... - le dijo de nuevo para voltearse y ver el gran sonrojo que portaba su adorado hijo. – No olvides que te amo y siempre veré por ti. – la intensa luz se hizo más grande y le segó la vista, cuando volvió a abrirlos...

Se encontró con unos ojos ámbar que lo miraban con gran preocupación, una sonrisa se extendió por su rostro, tan dulce y cálida que Yamamoto se asustó y trago duro, un escalofrió le recorrió toda la espalda.

- Sabes que era un idiota ¿no? – le pregunto Gokudera en un suave susurro, Takeshi asintió rápidamente algo le decía que dijera si a todo. – Pero eres mi idiota.

La lluvia asintió nuevamente hasta que recapacito en las palabras dichas, miro a Gokudera con ojos bien abiertos, esperando encontrar en sus rasgos finos y delicados alguna señal de burla pero solo encontró una sonrisa y unos ojos verdes, los cuales le hechizaban, viéndolo con gran ternura y un sentimiento que no logro averiguar de inmediato.

- Más te vale aceptar la responsabilidad. – le dijo Gokudera frunciendo el ceño, se está haciendo el idiota, se preguntó el albino, hace unos momentos era muy perceptivo y ahora parecía que se le fundió un fusible. – Porque si me eres infiel... - comenzó amenazante y sus ojos brillaron peligrosos. – Cortare cierto amiguito tuyo y te lo meteré por donde no llega la luz y tus pelotas te las hare tragar... ¿Me explique? – su sonrisa volvió pero más escalofriante.

El guardián de la lluvia asintió asustado, viendo como los brazos de Gokudera rodeaban su cuello. – Por cierto, yo también te amo. – y se lanzó a los labios moreno en un nuevo beso. Tomando por sorpresa a Takeshi que solo miro al albino con los ojos cerrados moviendo sus labios pausadamente...

.

.

- Pero qué lindo... - rompió el silencio Tsuna y Reborn junto a Hibari voltearon a verlo, encontrando al castaño con una cámara de video filmando todo.

Dos emociones diferentes llegaron rápidamente al castaño, exceptuando las de los tortolos. "Debo conseguir ese video" y "No lo sentí irse ni llegar, y morderé hasta la muerte a esos herbívoros por ser tan desvergonzados", ante este último Tsuna miro al azabache menor alzando una delicada ceja... "¿En serio?" con la mirada le pregunto.

- Me alegro de que ahora estén bien... - continuo Tsuna y los tres volvieron a mirar a los nuevos amantes, encontrándose a Yamamoto alzando a Gokudera mientras le daba vueltas. Era obvio que después de ese beso el espadachín le pregunto...

.

- "Entonces, ¿serias mi pareja, Hayato?"

- "Eso no se pregunta imbécil... - el sonrojo no fallo en adornar el rostro de la tormenta que en un susurro respondió... - Sí."

Ahora se veían a un muy feliz moreno siendo insultado por un albino que seguía dando vueltas en el aire, hasta que Takeshi se detuvo y comenzó de nueva cuenta un gran beso pero este era más húmedo y apasionado, Tsuna con un tic en el ojo, sentía la lujuria salir de cada poro de Yamamoto y eso era algo que nadie quería ver.

- ¡Lo quiero virgen para el matrimonio! – les grito a los dos, quienes se separaron de inmediato al escuchar la voz de cierto castaño, para luego observar el balcón viendo a un Tsuna muy feliz por ambos pero con cierta autoridad en los ojos, y la lluvia supo que era en serio, Gokudera en cuanto lo vio empujo al moreno lejos de si con la cara como un tomate y se disculpaba, también dándose cuenta de la presencia de Reborn y Hibari, el segundo viéndoles con indiferencia, la mansión se volvería más ruidosa, ingreso a la habitación, y el primero con gran diversión como disfrutaría haciéndoles pasar vergüenza. – Hace frio, Gokudera-san podría enfermarse, ¿no estás de acuerdo Yamamoto-san? – le pregunto Tsuna a Takeshi que asintió y tomo a Gokudera como un costal de papas y camino despacio mientras este le insultaba, pataleaba y golpeaba la espalda a la vez. – ¡Yo me doy cuenta si algo pasa! – nuevamente grito al jardín solo, pero fue perfectamente escuchado por la lluvia, que sinceramente estaba pensando detenidamente como despistar al menor...

Reborn volteo a ver a Tsuna que se encontraba muy sonrojado, respiraba muy agitado y su mirada estaba perdida, vio como con esfuerzo se separó del barandal del balcón tambaleándose, el paraguas resbalo de su mano, y se fue de para atrás. El azabache mayor salió en su rescate y lo atrapo en el acto evitando el golpe y la caída...

Paso un brazo por debajo de las rodillas del menor y el otro por debajo de los brazos, al estilo de princesa lo cargo hasta dentro de la habitación, que ahora estaba sola con una nota en la cama. Deposito al menor en la cama y le despojo de su ropa, cuando estaba de vuelta con otra pijama o se sorprendió al ver los ojos chocolates ahora de un intenso naranja y con un arma en su mano apuntándole, lo vio venir, tenía las sospecha de que Natsu era demasiado celoso con respecto a Tsuna y que alguien tocara su cuerpo sin permiso era un delito capital que se pagaba con la muerte y no lo culpaba, en su opinión actuaria igual o peor.

- Tienes fiebre. – le dijo para arrojarle la camisa grande, que el cielo mayor atrapo y se colocó, para después recibir una pastilla junto a agua de parte de Reborn, además de que este en un rápido movimiento, sin contar el hecho de que veía doble a causa de la fiebre, le quito de las manos el arma y la coloco en la cama, tomo de la mesa de noche una comprensa fría y le quito el papel, para pegarla en la frente del castaño, que relajo su ceño al sentir el alivio y el frio. – No es normal que estés así.

- No te interesa. – le tajo el tema de una tomando agua y colocando el vaso en su lugar, se acomodó entre las almohadas y se arropo, Reborn solo tomo asiento en la silla al lado del castaño.

- Supongo que ya debes de saber que Cheker Face está en movimiento. – comenzó.

- No tienes que decírmelo lo sé, antes de que te des cuenta, desapareceré y conocerá el infierno en vida... - le dijo apretando sus manos color durazno en puños, que se volvieron blancos por la fuerza.

- Tu cuerpo esta inestable, ¿Cómo lo harás? – sentía el aura del castaño dividirse y unirse nuevamente, dos esencias una más fuerte que la otra, una pura y la otra manchada pero con un gran resplandor.

Natsu suspiro, necesitaba ayuda y quien más que el mejor asesino del mundo para eso.

- Como algo de lo que diga salga de esta habitación date por muerto... - amenazo. – O mejor da por muerto a cierta persona. – rectifico.

- Bien, lo mismo digo. – devolvió la moneda.

Ha. Yo aquí no tengo a nadie que me importe realmente, si estoy aquí es por Tsuna, si el no estuviera aquí créeme que nunca nos hubiéramos ni conocido, quizá cruzado pero de allí no pasa. – se removió incomodo, Tsuna estaba teniendo pesadillas, cerró los ojos y se concentró, era difícil no podía, pero aun así lo consiguió y logro disipar los malos recuerdos que atormentan a su ángel hasta hacerlos nulos. – Dentro de poco yo me ir, y Tsuna quedara solo.

Reborn eso no se lo esperaba, sabía que la dobles personalidades tendían a desaparecer, pero jamás pensó que este sabría cuándo ni cómo, pero si Natsu se iba que iba a ser de Tsuna.

- No soy una doble personalidad si es lo que piensas, soy una persona a parte... - suspiro, la fiebre bajaba, la pastilla estaba haciendo efecto. – Soy un alma, la cual ha vagado por el mundo desde hacer 3 o 4 siglos no lo recuerdo bien, conocí a Tsuna en esta mansión cuando se perdió, en esos momentos ya era el objetivo de ese maldito. – lo pronuncio con un gran desprecio, asco, ira y ganas de venganza. – Le tome un profundo cariño, por lo que cuando ocurrió el ataque hice hasta lo imposible por protegerlo, y que mejor manera de hacerlo que estando junto a el... - dijo de manera ironía señalando su cuerpo, el cuerpo de Tsuna. – Desde ese momento yo soy el, y él es yo. Pero pronto mi cuerpo estará listo.

El mejor asesino del mundo que escuchaba todo con atención, se sorprendió mas no lo demostró, un alma, eso ya estaba fuera de su jurisdicción y solo un gran poder podría lograr lo que le decía Natsu, si así se llamaba. Ahora este castaño le decía que dentro de poco su cuerpo estará listo...

- ¿Qué quieres decir con cuerpo? – no era de los que dejaban cabos sueltos.

- Pensé que el gato te comió la lengua... - bromeo con una pequeña sonrisa. Para seguidamente volverse serio. – Sencillo, Verde. Busque mi ADN y se lo entregue, a partir de este está creando un cuerpo para mí, totalmente humano claro está, está creciendo a una velocidad increíble, después de que esté listo podre estar con Tsuna de manera física y no solo emocional, esto ni él lo sabe. Sin embargo ese maldito se ha movido antes y debo estar alerta.

- ¿Y porque de repente enfermas? – indago, algo no cuadraba, el cuerpo del menor, como lo decía el castaño mayor, ha sido cuidado por este, que se ve le tiene un gran cariño, no tendría que enfermarse así como así. En cuanto a Cheker Face, una ayuda no estaba mal, no negaría el prestársela.

- Originalmente Tsuna debería estar dormido y una sola consciencia estaría presente en el cuerpo, pero desde que llegue a este lugar... - le dijo mirándole. – Tsuna ha querido estar presente y estar con vosotros, no podía negárselo, ahora nuestro cuerpo está resintiendo ese hecho. Más aun no puedo yo dormir y dejar a Tsuna solo, no me lo permitiría... - termino por decir a la muda pregunta de porque no dormía él y Tsuna estaba despierto.

- Entiendo. – claro que lo hacía no era tonto, pero desde que escucho que dentro del menor reposaba un alma antigua y justo dentro de la mansión Vongola, daba mucho a pensar de quien podría ser.

- Todo se revelara a su tiempo, ahora déjame, dormir me hará bien, para mañana estaré mejor... - le dijo acomodándose y cerrando los ojos, Reborn tomo ese gesto como un vete, de manera educada. – Te agradecería que a cualquier recaída, lo mandes a descansar... - el azabache asintió aunque no se lo dijera lo haría. – Y hagas lo que hagas nunca lo dejes solo ni cerca de Dino Cavallone.

- ¿Dame-Dino? – algo le decía que el menor sabia más de lo que decía.

- Solo hazlo.

Reborn aceptó a regañadientes, de un momento a otro el castaño dejo escapar un gran aura de autoridad que le fue imposible negarse. Investigaría solo.

Salió de la habitación del joven cielo y camino por los pasillo tenía mucho que hacer.

*******************************************

- Pronto mi querido conejito. – un hombre de mascara en su auto blindado, acabada de aterrizar en Italia, con un solo destino en mente la mansión de la segunda mafia más poderosa del mundo.

- Cheker Face-sama, *****-sama le espera. – hizo la reverencia mientras lo decía un pelinegro de ojos negros y traje blanco, acercándole una copa de vino a su señor, que la tomo entre sus manos, la tomo y bebió de ella.

- No debiste escapar... a los amigos hay que tenerlos cerca, pero a los enemigos aún más. – comento al aire, llenando nuevamente su copa. – Vongola caerá y con ella tu mi dulce conejito. – una foto entre sus manos se veía, la dulce sonrisa del joven cielo, junto a sus dos amorosos padres.

Tomo el encendedor y quemo la cara de los progenitores del castaño. No había escapatoria, todo estaba dicho.

Natsu estaba perdiendo la calma, le sacaba de quicio siquiera sentir que respiraba el mismo aire que el bastardo de Cheker Face, y este no aguantaba las ganas de tener a su juguete favorito de vuelta.
Notas finales: Gracias por leer.
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