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¡Otra vez! ¿Habra un final diferente? por Kathrina

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Notas del capitulo: hola, siento no haber actualizado antes, mis examenes comenzaron y doña inspiracion falto un poquito poniendose de infiel con otra historia.
espero le guste.
Toda su vida la ha pasado en esas cuatro paredes blancas, nunca cambian de color ni de forma, ya se ha cansado de contar las gritas en esas murallas blancas que la contienen, está cansada de ver tanto blanco, su cama es dura y a la vez suave, ha pasado tanto tiempo acostada en ella que ya la siente como parte de su cuerpo, su piel blanca como la nieve recién caída ahora es de un color pálido enfermizo, sin duda, su largo cabello negro ondulado ha perdido su brillo y ahora solo es recogido en un trenza hecha por ella misma, su pálidos, finos y puntiagudos dedos trenzan las largas hebras negras, dándoles la forma deseada, no va ni a la mitad de camino cuando ya se siente cansada...

Sus ojos de un claro azul rey miran la ventana, por donde se puede observar la noche que clama sobre todo, la oscuridad siempre ha sido su enemigo y el día su fiel amiga, su tiempo esta contado, no hay mucho que hacer, nada puede salvarla solo ver el tiempo correr, sintiendo como cada vez su cuerpo el responde menos.

Aun así no quiere irse dejando pendientes en la vida, su dulce, amargado, tierno, bestia, adorable, arrogante y doncel hermano mayor todavía no la hacía tía.

Que gran tarea tenía por delante, aun así han pasado días donde su hermano viene de visita y lo siente más feliz, un aura enamorado, y con gran cariño, ¿A quién? No sabe, pero le da las gracias. Aunque no le ha podido sacar toda la información, sabe ahora su familiar al fin esta con quien ama, cuando finalmente pudo sacarle algo, no pudo sentirse más feliz. Su hermano, su única familia estaba dichoso de estar vivo, de estar con lo que puede considerar una familia. Algo triste quizás ella esta, celosa también, pero no tanto ella entiende y lo acepta.

Un dolor atravesó su cuerpo haciendo que se doblara, su respiración se entrecorto, y el sudor bajaba rápidamente por su cuerpo, sus latidos se incrementaron y el dolor creció, lagrimas silenciosas caían de sus orbes azules, era más intenso que antes, la cabeza le palpitaba, todo le daba vueltas, mareos y nauseas estaban presentes, de su nariz bajaba un pequeño hilo de sangre que llegaba hasta sus labios, finos pero agrietados, dándoles color, pero no el deseado. La sangre bajaba hasta su mentón y manchaba finalmente la sábana blanca.

Al sentir el líquido cálido en su rostro llevo rápidamente su mano derecha para detener la hemorragia, tapo su nariz y busco en la mesa del al lado un pañuelo limpiando su nariz y manteniéndolo allí, para evitar que salga más. Tomo una pastilla de su medicamento, no habían pasado las 8 horas necesarias para volver a administrarlas y calmarle el dolor, pero poco le importaba ella sobreviviría así fuera drogada, faltaba poco ya lo sentía, su hermano feliz seria, y su perdida daño causaría, mas nunca seria eterno, y vería hacia adelante. En sus pálidos labios se hallaba la pastilla de un color negro, rápidamente la trago junto con un poco de agua.

En la oscuridad de la noche sintió el dolor desaparecer rápidamente, suspiro aliviada, mas no fue por mucho, sentía lagrimas nuevamente caer por su rostro pero estas eran más calientes, su visión se aclaró, pero ahora era de un tono carmesí, ¿Qué estaba sucediendo? Se preguntó la enferma.

Llevo su mano izquierda frente a sus ojos y la movió, vista normal, confirmo, olfato, respiro profundo y pudo confirmar el leve pero grande olor antiestético de los hospitales, arrugo la nariz, no importaba cuanto tiempo pasara en ellos el olor nunca le agradaría, pero lo descarto olfato normal; gusto... entre sus manos tomo el puré de manzana que le llevo su hermano esa tarde, tomo un poco con su dedo meñique y la guio hasta su boca, la probo, y se entristeció, su gusto disminuía apenas y sentía el sabor, audición, normal, podía escuchar a las cigarras esa noche, tacto... trago saliva audiblemente y se pellizco duro...

No sintió nada.

Pero no era noticia de hoy, su tacto venia y se iba que le hacía, al menos sus funciones motoras seguían estables. Sus ojos dejaron de arderle por lo que seco las lágrimas caídas, aunque quisiera el llanto no podía reprimirlo, así que solamente dejo que este saliera solo. Su vista volvió a ser a color, miro el dorso de su mano solo para ver sangre en ella... un jadeo brusco resonó en la desolada habitación, su entrecejo se frunció, recordó las palabras que le dijo el doctor esa mañana.

- "Oozora, ten cuidado no te tomes el medicamento antes de tiempo, es malo para tu salud... - el medico suspiro y bajo la vista, para alzarla, y mostrara unas iris negras, con dolor y desesperación, el medico se sentó en el borde de la cama y miro con tristeza. – Cuando empieces a llorar sangre solo significara una cosa... Tu tiempo se acabó, solo unas horas te quedaran"

"Así que ya es tiempo" pensó con tristeza la pelinegra, unas horas nada más, y su agonía desaparecerá. Sabe que su hermano la vendrá a visitar en la mañana, no le dirá solo espera que esté bien.

- Lamento tener que dejarte antes de tiempo, pero sé que estarás bien... - miro nuevamente hacia la ventana, observando las estrellas y la luna tan hermosa como siempre. – Ven pronto, solo me quedan unas horas... mi querido Kyoya-Onisama.

.

.

.

- En la mansión Vongola.

En la habitación del joven cielo, un pequeño doncel se despertaba agitado de su sueño, el sudor por su cuerpo y las lágrimas en su rostro delataban la pesadilla, sin importar cuanto lo intentara no la podía borrar, seco rápidamente sus lágrimas y se levantó, era temprano pero ya no le importaba, tenía una corazonada y no era nada nueva, se dirigió hacia el cuarto de baño, se lavó la cara y cepillo sus dientes, se despojó de su pijama y se metió a bañar, no tenía idea de que hora era, un mal presentimiento junto a un mal sueño lo despertaron.

El de orbes color chocolate salió rápido de su ducha, con una toalla en su cintura salió a su habitación, directo a su closet donde solo saco una franela negra y una polera blanca con naranja con gorro, unos pantalones de ajustado de color azul y zapatillas gris, rápidamente se vistió, su cabello no lo seco. Una vez listo salió en carrera con un solo destino, el guardián de la nube de la décima generación. Corrió como si la vida dependiera de ello, y esta vez así era, cruzo pasillos, largos y cortos, dio vueltas hasta que finalmente llego a su objetivo.

En la gran puerta de la mansión de Vongola, se observaba a un Hibari Kyoya impasible como siempre listo para salir con un solo objetivo en mente, una visita. Antes de poder salir una mano lo detuvo por la muñeca. Volteo sorprendido al no sentir la presencia de dicha persona, encontrándose con su pequeño amigo, Tsuna estaba agitado y lo miraba suplicante.

- ¿Puedo ir contigo? – pregunto el menor cuando por fin pudo recuperar su respiración, ahora estaba mirando a Hibari con ojitos de cachorro.

- Hn.

La sonrisa en el castaño se hizo más grande, mas ella no llego tanto a sus ojos como de costumbre, sin embargo el azabache no se dio cuenta de ello. Ambos jóvenes salieron, frente a la impotente mansión se encuentra un vehículo de color negro, con ventanas polarizadas, de fuerte estructura pero pequeño tamaño. Tsuna se acerca al asiento del copiloto el cual es abierto por Hibari, el castaño ingresa rápidamente está perdido en sus pensamientos, y Kyoya no planea interrumpirlos, pone en marca el auto y arranca a gran velocidad por los caminos rodeados de bosque, que ocultan la mansión Vongola, el camino es silencioso mas no incomodo, ambos donceles tienen cosas que pensar. Tsuna no puede olvidar su sueño y la mala sensación, Natsu está inquieto y no puede comunicarse con Tsuna, Hibari planea hablar con su hermana, después vería al Cavallone.

Llegaron con rapidez a Silicia, la nube cruzaba con agilidad y velocidad las recién despertadas calles de la ciudad, también observando de reojo al castaño, que miraba por la ventana con interés como un niño que ve algo nuevo, emocionado y hasta dando saltitos, una sonrisa ladeada apareció en su rostro, sin duda parecía un pequeño niño.

Finalmente el gran hospital apareció a la vista de ambos, Tsuna lo miro inexpresivo y Kyoya ansioso por alguna razón, pasaron al guardia quien reconoció rápidamente al pelinegro, estacionaron el auto y salieron a paso tranquilo hacia el gran edificio blanco, la nube caminaba impotente por la recepción, no era necesario pedir indicaciones, todo el mundo allí lo conocía o por lo menos no fueron mordidos hasta la muerte, al no interrumpir el sueño se cierta chica, hermana de ese demonio carnívoro, Tsuna lo seguía en silencio, su entusiasmo era evidente, podía observarse diversas flores, amarillas, naranjas y violetas a su alrededor, un aura tranquila y armónica.

Caminaron sin dirigirse la palabra, la sonrisa de Tsuna nunca se fue, ella ahora ocultaba el gran temor y el dolor que presentaba el castaño, Hibari se detuvo frente a una puerta en específico, en el gafete de esta decía...

"Hibari Oozora"

No hubo necesidad de tocar, el azabache ingreso a la habitación a paso tranquilo con el de orbes chocolate tras de sí, en la habitación podía observar a una joven pelinegra de cabello ondulado largo, suelto y esparcido por la blanca almohada, se encontraba dormida en esos momentos, su piel pálida hacia juego con todo lo blanco de la habitación.

Y como si la hubieran llamado, la pelinegra abrió de a poco sus ojos azules, teniendo su vista borroso, un mareo la invadía mas no lo dejo notar, se dio cuenta de que la mañana estaba presente, dirigió su vista hacia la puerta viendo solo una mancha negra, rápidamente se sentó y coloco su mejor sonrisa, sabía que la única persona que la visitaría temprano era su amado hermano mayor.

- Kyoya-Onisama, has venido. – exclamo la chica con vos rasposa pero llena de gran alegría. Daba gracias a que su visión se aclaró más para cuando vio a su hermano acercársele y darle un fuerte abrazo. Ok, eso era nuevo, siempre era ella la que empezaba el contacto, sin embargo correspondió rápidamente, sentía un gran calor en su pecho, dichosa y completa.

- ¿Cómo estás? – le pregunto al oído cuando se separó y tomo asiento en la silla junto a la cama donde antes dormía su hermana menor.

- Bien. – respondió alegre mostrándole un signo de paz.

Tsuna solo pudo quedarse estático cuando la vio de nuevo, hacia tanto años que no vea a esa chica pelinegra de ojos azules, la chica de la celda 17. No se acercó y se permitió ver el intercambio de palabras entre los hermanos, tomo una respiración profunda y se recostó contra la pared, observando en silencio.

Oozora no perdía la oportunidad de preguntarle a Hibari como estaba, que hacía y muchas cosas, y este solo respondía con monosílabos, sacándole un puchero a la enferma, que se esforzaba lo más que podía en ocultar los terribles mareos junto a la desastrosas nauseas, deseaba con todo corazón que su hermano salieron solo tantito para poder tomar su medicamento. No podía sentirse peor su vista se redujo a la mitad, podía ver al azabache frente a ella con claridad el resto era solo bruma.

Y como si de un milagro se tratara, el teléfono de la nube sonó, rompiendo la alegre conversación, Hibari lo saco molesto y cuando se disponía a colgar, una mano sobre la suya lo impidió. – Puede ser importante ve. – comprensiva la pelinegra le dijo.

La siempre solitaria nube se levantó, no ha contestado. – Traje a alguien que quería conocerte... - haciéndole señas al castaño que se acercó despacio y con una tímida sonrisa, lo tomo por los hombros y lo sentó frente a su hermana. – …l es Sawada Tsunayoshi, un omnívoro. – le presento y se acercó al menor hasta alcanzar su oído. – Cuídala. – le susurro para salir de la habitación.

La enferma solo contemplo en silencio al castaño y este hizo lo mismo.

- Tiempo sin verte, 27. – comenzó la chica cerrando los ojos con una sutil sonrisa.

- Lo mismo dijo, 17. – devolvió el saludo. - ¿Cómo estás? – aunque no se le notara estaba preocupado, Oozora junto a otras personas se volvieron sus amigos durante su encarcelamiento, se preocupaba con ella, llego a considerarla importante de una extraña manera.

- Como me ves, no me queda mucho tiempo. – le dijo mirándolo tristemente. - ¿Qué fue de ti, después de que nos ayudaste a escapar? – interrogo, bien sabía que el castaño ingreso a esa maldita prisión a los 5 años, 3 después de eso, les ayudo a escapar quedándose para enfrentar su castigo y despistar a sus captores, dándoles la oportunidad de alejarse lo suficiente para que no pudieran buscarlos.

- Que te digo... - se encogió de hombros. – La tortura subió y bueno... aquí estoy. No quiero hablar de eso. – la pelinegra asintió comprendiendo, a ella tampoco le gustaría contar por todo lo que paso, ambos se quedaron en silencio. – Estas muriendo. – no era una pregunta, es una afirmación.

- Sí. – contesto sincera.

Antes de que alguno pudiera seguir hablando, la puerta se abrió y por ella ingreso una cabreado Hibari, que solo miro a Tsuna y a su hermana. – Herbívoros. – fue todo lo que dijo.

- Ten cuidado, vuelve pronto. – le dijo su hermana con una hermosa sonrisa.

- Hn. – estuvo de acuerdo el azabache, que seguidamente miro al cielo.

- Yo volveré después, quiero hablar un poco más con Zora-chan. – le dijo alegre.

- Oh, por mí no hay problema Tsu-chan, será todo un placer. – ayudo en eso la de orbes azul rey.

- Hn. – que podría traducirse como: ¿En que volverás a la mansión?

- Descuida, Hibari-san, es como volver. – le aseguro.

Esta vez el mayor no respondió, solo cerró la puerta, y camino a rapidez hacia el exterior del hospital como una fiera enjaulada, ingreso con rapidez al vehículo y partió a su destino. Cuando salió del estacionamiento de ese centro para la salud, sintió una punzada en el corazón, como si esa fuera la última vez que vería la sonrisa de su hermana, pero así como llego se fue y siguió, mientras más rápido mordiera hasta la muerte a eso herbívoros que perturban el orden, más rápido podría ver a su hermana de nuevo, y quitarse ese sabor amargo de la boca.

En la habitación solo quedaron el castaño y la pelinegra, apenas su hermano se fue, la delicada chica se volteo hacia el lado derecho, donde no estaba la vía que le administraba parte de su medicamente, en busca del cubo, donde vacío todo el contenido de su estómago, y Tsuna solo pudo hacer círculos en su espalda, dejando que Oozora vaciara todo, además de recogerle el cabello para que este no se manchara. Después de varias arcadas el vómito termino, la chica se sentó una vez más, más tranquila pero pálida con notables ojeras y demacrada.

- No se lo digas. – comenzó con voz rasposa, le ardía la garganta.

- No te preocupes de aquí nada saldrá. – le prometió.

- ¿Qué fue de ellas? – le pregunto recostándose con ayuda del castaño, que coloco una pañuelo mojado e su frente.

- Bianchi, la hermana de Gokudera Hayato, o como la conocemos nosotros 95, está bien, está aquí en Italia, visita a su hermano de vez en cuando y está a punto de casarse con Shamal aunque este sigue de mujeriego se controla ahora que esta con ella... - suspiro recordando cierta escena donde vio al doctor coquetearle a una enfermera y la peli rosa observándole, después Shamal clamaba su perdón de rodillas frente a todos y la mujer solo tomo una tarta de la cafetería donde estaban y se la estampo en la cara. ¿Cómo sabia eso? A saber, Natsu lo vio.

- ¿En serio, Shamal? – pregunto incrédula, como era eso posible, se preguntaba pero en el fondo estaba feliz por ella, de saber que no se dejó caer en lo más profundo del abismo.

- Lo sé. – rio junto a la chica divertido, pero se detuvo al ver como en lugar de oír la risa de la pelinegra se escuchaba como esta tosía. – Sigo. – declaro tranquilo. – Karina y Tsuyoshi, lo padres de Yamamoto Takeshi, la mujer murió enfrente de su hijo a los 10 años de edad por culpa de ese hombre. – no expreso emoción al mencionarlo, al contrario de Natsu, Tsuna no guardaba rencor alguno. – Y Tsuyoshi lastimado de gravedad hasta casi la muerte, salvado de milagro, ahora vende sushi en Japón donde está a salvo, su hijo visita cada vez que puede, lleva una vida tranquila a pesar de haber visto a su madre morir en sus brazos. Yamamoto gurda un rencor al ser el causante de la muerte de Karina.

- ¿No le ha consumido el deseo de venganza verdad? – pregunto un tanto inquieta.

- No, ahora está en una relación con Gokudera. – dijo con una linda sonrisa, viendo la cara de "O" de la enferma. – Bovino I-pin, hermana menor de Lambo, la conocemos como 2, ahora tiene pareja, dejo atrás su pasado y ha caminado derecho, las cicatrices aún están pero no deja que le aflijan. Kyoko o 66, a ella no le fue tan bien... - bajo la mirada.

- ¿Qué le sucedió?

- Aun esta en shock, no habla, pero aun así con la ayuda de su hermano mayor Sasagawa Ryohei y su esposa Hana, quienes la han cuidado, está empezando a sonreír de nuevo. – le dijo rápidamente viendo a un punto indefinido de la blanca pared.

- Qué bueno me alegro. – suspiro aliviada.

- Chrome o 96, a pesar de que no posee su ojo derecho y de lo que paso, está junto a su hermano Rokudo Mukuro, que la sobreprotege ahora que están juntos, es feliz. – ambos sonrieron recordando a la valiente chica que fue una vez antes de que la llevaran a la sala de experimentos, nunca ala de tortura, después de ello se volvió callada y muy tímida. – Y tú, Oozora o 17, violada hasta mas no poder y utilizada en experimentos que hicieron decaer tu salud, a punto de morir, hermana menor de Hibari Kyoya, conocido como el guardián más fuerte de Vongola.

- Esa soy yo. – concordó con un encogimiento de hombros y el ego en alto. Pero rápidamente su rostro se volvió serio. - ¿Cómo sabes todo esto?

- Tengo mis fuentes. – fue todo lo que dijo.

- Neh, Tsuna...

- ¿Mnh?

- Kyoya es... ¿feliz? – pregunto con una mirada triste.

- Está saliendo con alguien de hecho. – eso llamo la atención de la chica que con solo una mirada brillosa pedía detalles, el castaño rio divertido y procedió a contarle todo, desde que conoció y le ofreció su ayuda a la nube esa noche, hasta que le mostro el claro, como empujo al varón para que cayera sobre el pelinegro y lo besara, cuando finalmente le correspondió y cuando verifico que eran pareja.

- Wao. Qué bien, me alegro mucho de que ahora tenga un soporte para cuando yo me valla. – suspiro aliviado. - ¿Quién es su pareja?

- No creo que debas saberlo. – hablo sensato levantándose para abrir la ventana y dejar entrar el cálido aire del atardecer, como se va colando el tiempo.

- Creo que debo ¿no? – justifico.

Un suspiro salió de los labios cereza de Tsuna, que no volteo pero abrió los labios y pronuncio solo dos palabras, las cuales fueron llevadas por el viento hasta la cama donde la pelinegra de ojos azules abrió los ojos llenos de pánico y terror, su cuerpo empezó a temblar y las lágrimas carmesís salieron de sus ojos, su respiración se entrecorto y desfalleció, no cayo inconsciente solo respiraba agitada mirando el techo de su habitación, la sangre hechas lagrimas corrían por sus mejillas y el llanto salió de su pecho, el castaño la miro entristecido y se acercó a Oozora para sentarse al filo de la cama y abrazarlas, y la azabache oculto su rostro en el pecho del menor, que la apretó fuerza contra sí. Sentía su camisa humedecerse y poco le importaba, los sollozos se hicieron menos audibles y la chica se separó, dejo salir todo lo que llevada dentro durante años en ese único lamento, porque no habría otro.

- ¿Por qué de todos los hombres tenía que ser justamente el? – sus ojos azules brillaron con ira.

- El corazón no se domina eso lo sabes... - limpio con cuidado el pálido rostro, y beso la frente de la pelinegra. – Hibari sabe cuidarse, nada va a pasarle, no te preocupes, estaré allí por si algo pasa ¿De acuerdo?

La chica asintió y sonrió feliz y satisfecha, aunque aún no le agradaba la idea de eso, nada podía hacerle es la vida de su hermano no suya. – Debes irte es tarde. – le dijo mirando el reloj que marcaban las 6 de la tarde. – Fue un gusto hablar contigo, gracias por todo, soy feliz de haberte conocido.

- Me despido entonces, también me alegro de haberte conocido. – dijo triste pero a la vez alegre de que esa agonía, que a pesar de que no era suya, pero que sentía en carne propia, desapareciera pronto. Se acercó a la mesa junto a la cama y tomo el sobre que en ella reposaba. – Supongo que debo llevármela ¿no?

- Si, dásela a Kyoya cuando me haya ido. – le pidió cerrando los ojos.

- Lo hare, adiós.

Fue lo último que escucho la pelinegra antes de quedarse dormida, Tsuna salió de la habitación y camino hacia el exterior del hospital, muchos no pudieron ver su mirada esta estaba oculta por su cabello castaño, pero lo que si notaron fue una pequeña lagrima que se deslizaba por la mejilla de color durazno, y que cayó con el paso del castaño. Fuera del hospital una limosina le esperaba, dentro se encontraba Timoteo, quien presintió esto y le espera, el menor ingreso y en silencio fue reconfortado por el mayor, que solo le abrazo con fuerza, pero Tsuna no lloro solo durmió en esos brazos.

.

.

.

Faltan 5 minutos para las doce y en la habitación de Oozora un hombre se escurrió, solo para ver sentada a la pelinegra viéndole fríamente, la oscuridad no dejaba a la vista su apariencia, sin embargo la presencia lo decía todo.

- Si esperabas verme sufriendo estas en un error, nunca fui más feliz que al salir de esa prisión, si tuve dolor fue mi problema, si me desespere mas no caí, y si estoy encerrada en mi propia agonía, fue mi decisión. – hablo con gran decisión y rudeza.

- Eres lista. – se escuchó la voz del hombre que solo se acercó lo suficiente para quedar cerca de la vida de la chica, donde saco una jeringa con un líquido transparente, lo inyecto en el suplemento de vitaminas y dejo que este corriera por las vías de la mujer.

- Te pudrirás en el infierno, Tsuna no va a caer, y estoy segura de que pagaras... por... todo... lo... que... hiciste... - no podía pronunciar palabras ya su visión decayó y termino acostaba sobre su almohada.

- Ha, eso lo veremos dulces sueños. – le dijo el hombre para salir despacio de la habitación.

Dejando detrás a Hibari Oozora completamente pálida, la chica sentía su cuerpo entumirse, y enfriarse, cerró los ojos... era el momento.

Solo esperaba que su hermano siguiera el buen camino y nunca se desviara, que Tsuna lo ayudara al igual que la manda de herbívoros, como les llamaba, una sonrisa afloro en su rostro cuando una imagen vino a su mente, su hermano y sus amigos en una foto junto al castaño, este se la dejo en la mesa de su habitación para que pudiera verla. Con sus últimas fuerzas tomo entre sus manos la foto y la coloco sobre su pecho, respiro y exhalo, varias veces.

- Te maldigo *****. Te veré en el infierno. – fueron las ultimas palabras que se escuchó durante la noche.

Porque en ese justo momento el indicador de latidos solo hizo un sonido. ¡BIPPPP! Justo a las 12.00 am.

Indicando el fin de un dolor, de la desesperación y de la agonía de una gran mujer, que solo deseaba lo mejor para su hermano y para sus amigas y amigo.

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- Mansión Vongola.

Tsuna estaba tomando una vaso de agua, no podía dormir, Hibari tuvo que salió de misión de improvisto.

Por un momento el castaño quedo en trance, su vaso se deslizo y cayó de sus manos quebrándose al chocar contra el suelo. Solo significaba una cosa.

- Adiós. – dijo suavemente mientras por sus mejillas caían lágrimas, se desmayó.

En su alma Natsu se encargaba de consolar al menor. En su mente maldecía hasta al mismo diablo. Esto no se quedaría así.
Notas finales: lamento si es corto, pero me esforce mucho, por cierto fue subido el 21-02-2016.
reviews? adivinen porque natsu no quiere ver a dino ni en pintura, el sabado actualizo, espero sus respuestas.
ciao.

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