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¡Otra vez! ¿Habra un final diferente? por Kathrina

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Notas del capitulo:

Hola....

este capitulo era para el 25 de Diciembre pero, estuve ocupada, mucho....

este capitulo se lo dedico a todos aquellos que han dejado Reviews , en especial a 1827Forever1827.

espero le guste, me esforce mucho.

En la habitación donde reposaba el joven cielo, se despertaba, abriendo esta vez unos ojos anaranjados atardecer, Natsu, quien ha decidido dejar a Tsuna soñar los buenos tiempos antes de que su martirio comenzara, además de que le hace feliz que sueñe con ese misterioso hombre rubio de ojos azules, el cual conoce muy, pero muy bien, sin embargo no dirá nada, su ángel debe descubrir la verdad por sí solo.

Se levanta de la tan mullida cama, su sueño se vio opacado por el golpe sordo que está dando origen afuera de su recamara justo al lado de su puerta.

-         Sinceramente no podrían ser más discretos, o es que todos son exhibicionistas con sus muestras de afecto? – se pregunta en un susurro. – Primero ese Hibari con el rubio aquel, y ahora Lambo y Reborn.

“Tengo que alejarlos de mi Tsu no vaya a ser que me lo conviertan en un pervertido” es su decisión.

Agarro la misma polera dejada olvidada anteriormente para colocársela, cubriendo su cuerpo de la vista de todos y del frio que ya estaba haciendo. Con agilidad se levantó y se acercó a la puerta, según el plan de su ángel, debía intervenir en el caso de que el rayo caiga antes de lo previsto, termino apoyándose en la puerta y cruzándose de brazos, cierra los ojos oyendo lo que ocurre afuera, aunque desde  la comodidad de su cama podría oírlo ya que para los aun-no-amantes los susurros son gritos de aquí hasta la luna.

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-         Fuera de la habitación

Reborn se encontraba aprisionando con su cuerpo al pobre Bovino, el cual al darse cuenta de la posición, las manos del asesino se encontraba a cada lado de su cabeza, con su rostro a centímetros del suyo y la pierna izquierda del de patillas rizadas entre su piernas separándolas cada vez más subiendo de poco a poco rozando con su rodillas los muslos del menor, causándole escalofríos, poniéndolo más nervioso, y aunque no lo admitiera esos escalofríos le causaban una sensación agradable, además de ser incapaz de generar palabra alguna.

Estas acciones por parte de su amor secreto (si como no) lo ponía de los nervios, además de que estaba seguro de que ya podría pasar por un tomate maduro y lista para la cosecha.

-         No vas a contestar o qué? – pregunto con voz ronca.

-         Amm… yo… etto… mm… umm… ano…

Reborn en vista de que no respondía se dirigió a la oreja izquierda del menor, rozando su perfilada nariz en ella, dejando que su cálido aliento rozase con el cuello expuesto, haciendo temblar a su presa.

-         Y bien… ¿Tienes pareja? – reitero la pregunta, no le importaba hacer las misma pregunta una y otra vez, siempre y cuando pudiera estar así de cerca del menor. Le encantaba ponerlo así de nervioso y hacer que se le olvidara hasta el nombre.

-         Yo… - el menor era un mar de sensaciones, pero como si de un milagro se tratara, una de las empleadas se encontraba caminando hacía su dirección y de la impresión ha dejado caer el jarrón que llevaba, partiéndose al instante de tocar el suelo, llamando la atención de ambos pelinegros.

La empleada muy apenada, roja como un tomate por haber interrumpido, se disculpó de manera exagerada, mientras salía corriendo en busca de los implementos necesarios para limpiar. Esos momentos fueron esenciales para Lambo que reacciono de golpe, recordando las palabras dichas por Tsuna, acordándose de seguirle el juego a Reborn en cualquier cosa que diga.

-         Yo… si, si tengo pareja. – dijo muy rápido y bajito, nunca había mentido frente a Reborn, este siempre lo descubría al instante. Además de sacar fuerzas de donde no las tenía, para colocar las manos en ese pecho bien formado camuflado por el traje Armani, y que estuvo a punto de desmayarse nada más al sentir el calor que desprendía el mismo, y empujo al asesino, para que el olor tan embriagante y varonil del mismo no lo aturdiera de nuevo y enviara sus ideas, aunque no fueran muchas, al carajo y respondiera mal. – Y apuesto de que no estaría feliz de que este en esta posición contigo. – ni el mismo Lambo supo cómo hablo con tanta seguridad y decisión en sus palabras.

Desconcertando a ese sexy y guapo espécimen de hombre frente a sus ojos, que se quedó sin palabras al escuchar como su niño, porque es suyo, decía aquello y mataría al desgraciado que oso en ponerle siquiera los ojos encima.

Lambo al ver el desconcierto del pelinegro, reía mentalmente, era divertido verlo así, procuraría seguir los planes del castaño más seguido. Siguiendo con su actuación, termino de empujar al de patillas sensuales, lo suficiente para salir de esa prisión, aunque nada le gustaría más como seguir dentro de ella.

-         Ahora si me disculpas, tengo cosas que hacer.

Con eso dicho, de la misma manera segura y sugerente, se disponía a terminar el tramo de distancia entre su posición y la puerta de su nuevo amigo.

Pero sus pensamientos se vieron detenidos cuando Reborn agarro bruscamente la muñeca del rayo impidiendo su avance. – Quien es? – demando con voz de ultratumba.

Causando miedo en el pequeño Bovino por el tono de voz, que por dentro temblaba como gelatina y las piernas las sentía como mantequilla pero aun así se mantuvo firme.

-         Eso es algo que no te incumbe. – dictamino. Mientras intentaba soltarse del agarre, obteniendo el efecto contrario.

Reborn termino apretando más el agarre, atrayendo al de ojos verdes hacia sí, haciéndolo chocar contra su pecho y aprovechando la ocasión paso sus manos por la pequeña cintura que poseía el más bajo. Apresándolo y dejándolo sin posibilidad de escape. – Sabes qué? No te creo. – Dijo mirándolo directo a los ojos perdiéndose en los mismos, al igual que Lambo se perdía  en esos pozos negros que mataban sin pisca de culpa pero que también podían expresar más sentimientos que solo vacío. – Así que dime la verdad… - exigió.

Para estos momentos las manos del menor reposaban una vez más en el pecho del mayor y sus respiraciones se combinaban más que antes, ya no tenía fuerzas para resistirse, acabaría dejándose llevar. Y siendo sincero consigo lo ansiaba… ansiaba mandar todo al carajo con tal de sentir al hombre frente a él, después vería por las consecuencias.

Se dejó llevar aún más cuando Reborn acerco a su rostro quedando a solo milímetros de crear el, tan ansiado, por ambos roce de labios.

Estaban a punto de lograr su cometido…

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Cuando la puerta de la habitación de Tsuna, fue abierta con un estrepito sonido, sobresaltando a los que se encontraban en el pasillo.

Y un desinteresado castaño salía de la misma, quedándose viendo sin expresión alguna a los presentes que voltearon a verlo por la interrupción ocasionada. Gracias a su “accidental” despertar y salía de su recamara, obtuvo… Un Reborn que maldecía al menor en su fuero interno y ya estaba ideando mil y una formas de hacerlo pagar, en contra de esos pensamientos había un Lambo que estaba mitad molesto y mitad feliz de que apareciera, si bien no negaba que deseaba besar a ese pecado andante, todavía quería que el mayor le dijera que sentía y no ser el amante de turno.

Ajeno a los presentes, el castaño mando una mirada de advertencia al Asesino a Sueldo, que esta vez sí se dio cuenta del cambio de aura del cielo y el color de ojos. Natsu viendo que ambos se quedaron estáticos y que al de patillas se diera cuenta de su advertencia, “NO ES CONVENIENTE QUE SIGAS”, cerró la puerta y se acercó a ambos, los cuales se separaron solo un poco para verlo mejor, tomo la muñeca izquierda del rayo y lo jalo lejos del mayor, retomando su camino al comedor.

-         Lambo, tenemos que cenar, y debes mostrarme el camino. – fue lo único que dijo para emprender su marcha, dejando atrás al de ojos negros. Que no tenía idea desde cuando se llevaban bien esos dos. (Ay pobre, el amor ya le pego lo idiota)

Llevando al pelinegro menor, que estaba ido siguió caminando hasta que estuvo seguro de que ya no los oyera ni viera el pelinegro, se detuvo y volteo a ver a su acompañante.

-         Tierra llamando a Lambo, Tierra llamando a Lambo. – dijo divertido por el estupor presente.

-         Eh.. qué? Cuando? Dónde? – dándose cuenta de su ubicación parpadeo rápidamente viendo al castaño frente suyo. – Tsuna? Que haces aquí? Y Reborn?

-         Muchas preguntas… - dijo simplemente mientras soltaba la muñeca del menor y caminaba despacio siendo seguido por el otro. – Casi que se chupaban la boca no? – dijo con burla.

-         QUE? No-no, no es cierto. – contraataco tratando de defenderse.

-         Jajaja.

El menor termino por reírse escandalosamente, siendo observado con sorpresa por Lambo. El menor trato de controlarse un poco, disminuyendo su risa y mirando al menor.

-         En respuesta a tus preguntas ya debiste escuchar de mí, soy Natsu, eres idiota si no te has dado cuenta a simple vista no? Que hago aquí? Estabas a punto de joder con el mastodonte aquel justo frente a mi puerta. – dijo sin pisca de vergüenza viendo como el Bovino casi que le daba un paro al corazón, y se colocaba, si aún era posible, mas rojo. – En cuanto al pelinegro ese, lo dejamos atrás.

-         No-no te-nías que de-decirlo a-así. – tartamudeo, cierto era que había escuchado de que el menor tiene doble personalidad, aunque este castaño no se retenía al momento de decir las cosas en la cara, aun así otra cosa era verlo y ahora que se daba cuenta, el aura del castaño si bien aún reflejaba armonía y calidez tenía un tinte que decía, “Acércate más de la cuenta y no vives para contarlo”, que de por si era bastante intimidante. – Gracias. – termino por decir. – Si no hubieras interferido hubiera terminado con el amante de turno.

El menor viendo lo desanimado que estaba, decidió cambiar de tema, no por consideración, sino por la realidad. – Como sea, ya es hora de cenar y según “ciertas reglas” – hizo comillas en las últimas palabras. – No debo salir hasta que acabe el mes, por lo que atrápame…

Fue lo último que dijo mientras caía en dirección al único presente en el pasillo. El cual reacción rápido y atrapo al castaño entre sus brazos antes de que cayera trastabillando un poco por el peso. Lambo se quedó quieto con un castaño desmayado, hasta que se dio cuenta de que estaba dormido, bien un castaño dormido en pleno pasillo, solo.

-         Ummm … ngh… Lambo-san? – susurro el durmiente.

-         Tsuna? – pregunto un tanto inseguro.

-         Si… aún tengo sueño, pero ya es hora de la cena ¿no? – pregunto y dijo todo con voz adormilada. El nombrado asintió, mientras el menor se acomodaba mejor entre los brazos ajenos. – Lambo-san podrías por favor cargarme hasta el comedor? – pregunto dulcemente.

Ante tal petición, el mayor no pudo evitar enternecerse, pues el castaño entre sus brazos, tenía las mejillas con un leve sonrojo, ojos entreabiertos y brillosos, deseosos de seguir durmiendo, y sus labios estaban curvados en una sonrisa suplicante. Para esos momentos, Lambo se dio cuenta de la gran diferencia entre ambos castaños, pues este que le pedía que le cargara, tenía una aura cálida y armoniosa, igual al otro, pero con un tinte que decía a gritos “Abrázame y apapáchame” y el con gusto cumpliría esa orden.

-         Por supuesto con gusto, Tsuna-kun. – respondió afirmativamente a la petición, alzando al menor al puro estilo nupcial, mientras este pasaba los brazos por el cuello del pelinegro de cabello rizado y reposaba su cabeza en el hombro del mismo. – Aquí vamos. – finalizo.

Emprendió el rumbo directo al comedor, después le comentaría a este castaño lo que le paso, y como debía proceder de ahora en adelante. Y ahora podía estar seguro de algo, no le era tan indiferente a su amado.

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-         En el despacho de Nono

En aquel despacho de color caoba, con solo un gran ventanal frente a la puerta doble, un escritorio de madera, dos libreros uno a cada lado del ventanal, dos muebles de dos piezas siendo separadas por una mesita de vidrio, además de pequeñas mesitas con floreros, para alegrar el ambiente; se encontraban…

Acabando de llegar de su misión un Gokudera cansado con leves raspadura y corte superficiales junto a un Yamamoto igual o peor con cortes profundos pero aun consciente, ambos frente al líder de Vongola haciendo entrega de su reporte con respecto a lo ocurrido.

-         Entonces se ha movido? – afirmo con pesar Timoteo, después de leer el informe.

Sentado en su escritorio con el escrito en mano, bajo los papeles mirando a los presentes, esperando una respuesta.

-         Lamentamos decirle que sí, Nono. – respondió Yamamoto, quien estaba apoyado en Gokudera, pasando el brazo por encima de los hombros del peli plata y este su brazo por la cintura del moreno, para mejor equilibrio.

-         Nos emboscaron apenas terminamos la misión con éxito, pudimos con ellos, pero… - mirando aún más serio al mayor. – Nos dimos cuenta de que solo eran mensajeros.

-         Que quieres decir? – el viejo cielo no pudo evitar tener una corazonada con respecto al asunto, y no le gustaba para nada.

Los heridos se miraron entre si y asintieron, poniéndose de acuerdo en decirle el mensaje, que aún no era para Nono, debía de saber. – No podrás escapar por siempre, mi conejito. – dijeron al mismo tiempo.

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-         En lo profundo del alma de Tsuna.

Natsu se encontraba reposando en el claro, acostado boca arriba a lo largo con los brazos detrás de la cabeza, una pierna flexionada y la otra estirada, sentía una gran paz de que su lindo ángel pudiera confiar en ese pelinegro de ojos verdes, el mocoso le caía bien, se divertiría viendo sus locuras, y junto a su pequeño, serían unos diablillos, pero como si el destino fuera una perra, que lo es, tan buena como siempre…

Un escalofrió recorrió todo su cuerpo, poniéndolo alerta, pero no un escalofrió cualquiera, solo uno que aquella despreciable persona podía causar en él.

Aquel maldito infeliz que le jodio la vida a su persona más preciada.

-         Así que… has aparecido… - dijo en un susurro para sí mismo.

Se levantó por completo lentamente siempre mirando hacia el cielo que se tornó negro como la noche, más oscuro que el fondo del mar más profundo, sin estrellas sin luces, tapando la figura de Natsu, solo dejando a la vista unas orbes anaranjadas que ahora ardían en furia, sed de venganza y sangre, pero solo de “el”. Haciendo temblar el lugar, que demostraba la perturbación y el intento de controlarse.

-         Has tardado mucho… te he estado esperando, hijo de puta. – siseo con desprecio contenido. – De esta no te salvas… Eso lo juro. – dijo al vacío. Ni siquiera Tsuna se enteraría de su promesa, pues estando su ángel activo él podía pensar más tranquilo y dejar su odio por ese tipo surgir en su mejor esplendor.

Con esas últimas palabras, todo alrededor del castaño se prendió en luz otra vez, volviendo el cielo azul, y calmando su furia por el momento. Esas emociones tan fuertes que presentaba, pondrían en alerta al castaño menor.

Dejando que su “muy mal humor” se evaporara, se dedicó a observar el cielo azul, tan hermoso como siempre, tranquilo, y a las ligeras nubes, nieblas discretas, rayos tímidos, soles extremos, tormentas furiosas y lluvias tranquilas que lo recorrían, protegiéndolo, hasta que cayera la noche.

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-         Con Tsuna y Lambo.

Al llegar nuestros castaño y su cama andante (Lambo) al comedor, se dieron cuenta de que aún no llegaban todos, pues solo estaban Hibari ignorando y aguantando las enormes ganas de morder hasta la muerte a Ryohei que le hablaba sobre su esposa y su adorable hermana. (Ryohei se casó joven porque Hana, su esposa, así lo quiso, y el pobre no le pudo decir que no, aunque  tampoco lo intento).

Ambos, ojos metalizados y ojos grises voltearon a su dirección, quedándose sorprendidos por cómo se veían.

-         Aquí está bien Lambo-san, puedes bajarme ya. – pidió el menor lo suficientemente alto para que oyera todos los de la sala.

-         Está bien.

Lambo bajo al menor que en cuanto toco tierra, un terrible presentimiento lo ataco. – Siento que algo muy malo va a pasar. – susurro.

-         Ah? Dijiste algo Tsuna-kun? – pregunto el rayo.

-         Nop. Nada importante. – exclamo en una sonrisa, ocultando su malestar.

Ese mal presentimiento, era leve por el momento, pero sentía que llegaría el momento donde tenía que decirles adiós a su nuevos amigos. Solo esperaba que no fuera pronto.

Mientras Tsuna seguía en su mundo, los presentes se miraban, hasta que el ex boxeador se cansó de tanta tensión que corrió hasta el menor, tomándolo por los hombros y gritando:

-         Hola Sawada, lamento no haber venido antes, Hana me necesitaba ¡AL EXTREMO! – expreso. Mientras Tsuna sentía sus emociones el arrepentimiento, dándose cuenta de que era sincero, le caía bien que fuera así.

-         No-no t-te pre-preocu-cupes. – hablo entrecortado pues el peli blanco se encontraba zarandeándolo.

-         Tsk, maldito herbívoro suéltalo. – hablo Hibari mientras sacaba sus tontas, asestándole un golpe en la nuca al sol dejándolo inconsciente en el piso. Ryohei tenía arto a Hibari desde hace tiempo, pero no le agrado para nada que zarandeara al menor, el pequeño parecía que se rompería e cualquier momento, y no quería perder a alguien que se ganó su cariño en tan poco tiempo.

Tsuna y Lambo que veían todo, les bajo una gótica por la cabeza, la reacción de la nube era de esperarse, se había tardado ya en opinión de ambos, aunque de hecho se notaba de un humor mejor que nunca. El cielo que veía a la nube intensamente, sonrió internamente por el logro y el humor del pelinegro de ojos metalizados, y este dándose cuenta de la mirada del menor le dirigió un rápido vistazo y desvió la mirada de una vez con un leve sonrojo, pues el castaño con solo mirarlo un poco pudo saber que le sacaría todo lo que ocurrió y no aceptaría un No por respuesta.

Así que mientras Lambo se agacho a ver al peli blanco, o mejor dicho a pincharlo con un palito para ver si seguía en este mundo, Tsuna se acercó a Hibari con una dulce sonrisa.

-         Y que tal te fue Hibari-san? – pregunto con verdadera curiosidad.

-         Eso no te importa. – dijo tranquilo, no diría nada frente a otros herbívoros.

-         Así? – rectifico, viendo al pelinegro asentir suavemente.

El castaño viendo la terquedad de la nube, opto por emplear su plan B. Se lanzó hacia el pelinegro con los brazos abiertos, pasando sus delicados pero firmes brazos por el cuello del mayor, apoyando  su barbilla en el hombro ajeno, y haciendo trastabillar al ex prefecto, pero sin llegar a caer y recuperando el equilibrio atrapo al menor por la cintura evitando que cayera al suelo y aun así manteniéndolo separado del mismo. Ese movimiento alerto al rayo que se levantó de golpe y volteo a ver la causa, abriendo los ojos como platos al ver esa escena.

Y como Hibari no reaccionó violentamente al tacto como con otros, su pensamiento fue: “Veo que te llevas bien con Tsuna-kun, Hibari. Bien por ti” sonrió. El rayo volteo a mirar otra vez al Sasagawa y con la punta del pie le daba leves, como roces, patadas al brazo del de piel trigueña esperando así despertarlo pero nada y se estaba cansando.

Mientras Kyoya no sabía ni que hacer y actuó por impulso, y aun con el castaño en brazos, descubrió que el tacto no le desagrado, sino que se sentía de manera maternal, parecido al de su amada madre, que en paz descanse, igual de cálido y reconfortante.

-         Esta noche, te espero en mi cuarto, tenemos mucho de qué hablar. – dijo en voz suave pero sonando como una orden, solo para Hibari, que hipnotizado por la suave voz y el aura del castaño asintió.

-         De acuerdo. – respondió y entonces bajo al menor, que esta vez se soltó.

Y al llegar al suelo retrocedieron dos pasos y sonrió de manera resplandeciente. Las hermosas  emociones que rodeaban el ambiente lo hacían tan feliz.

Lambo estaba alegre a saber que podía descontrolar, aunque poco, todavía, al Asesino a sueldo.

Hibari se encontraba satisfecho consigo mismo por su logro, aunque con ayuda que no admitirá nunca en público ni con su caballo salvaje, con el castaño tal vez. Y agradecido de tener a alguien, además de su hermana, que lo entendiera.

Y Ryohei se encontraba “dormido” seguramente soñando con boxeo, pero feliz.

Tanto sentimiento positivo, lo ponía feliz de ver que se puede lograr lo que se propone. Aunque su meta aun está muy lejos, y tiene mucho que ver con cierta persona importante para él.

Entre risas (Lambo y Tsuna) quienes se reían por la forma de actuar de Reborn, Lambo le conto todo, después de aburrirse en tratar de despertar a Ryohei, se sentaron en la mesa y hablaron, mientras Hibari se apartaba y se recostaba contra la pared esperando la llegada de los demás, para cenar e irse, su compromiso en la noche era importante, solo esperaba que el castaño no actuara como su hermana. Un suspiro salió de los labios de la nube, fue difícil calmar a su hermana después de contarle, pero le alegraba que siguiera tan dinámica como siempre y su condición mejorara.

(La hermana de Hibari tiene un tumor en el cerebro, no la han podido operar porque tiene que llegar a los 16 para que las probabilidades de éxito aumenten, y tiene 15 años).

Ajeno a la atmosfera que rodeaba a los pelinegros y al castaño, por la puerta entraron Gokudera, Chrome, Mukuro junto a Timoteo, quien aún estaba algo serio. Y de eso se dio cuenta el pequeño cielo.

Tomaron asiento con Nono a la cabeza, a su derecha Gokudera al lado de este Ryohei, quien seguía en las nubes pero más despierto, después Mukuro a regañadientes junto con su pequeña Chrome quien le pidió que dejara de ser así; a la izquierda de Nono se sentó Lambo por petición de Tsuna, seguido del mismo y después Kyoya.

-         Y Yamamoto-san? – pregunto el castaño a nadie en general.

-         Disculpe mi descortesía, Tsuna-sama, el idiota está en la enfermería, salió herido por descuidarse. – le respondió Gokudera.

-         Ya veo, espero y se mejore pronto. – pensó en voz alta.

En ese momento entraron las empleadas a servir la cena.

-         Tsuna-kun donde estuviste esta tarde? – pregunto Chrome, curiosa por no haberlo visto y no poder salir a recorrer la ciudad.

-         Los siento Chrome-chan, se me había olvidado y me quede dormido, estaba algo cansado… - expreso con tristeza, se sentía mal por no cumplir… pero, en serio, en serio, estaba cansado.

-         No importa entonces, otro día será. – expreso la pequeña niebla, que se dio cuenta de la tristeza reflejada por un milésima de segundo en los ojos del castaño.

-         Bien. – se alegró por eso, mientras Mukuro observaba todo tranquilo, su pequeña hermana había pasado toda la tarde buscando al menor, pensando en “Puedo irse” o “Le paso algo de seguro”. Pero ahora que sabe dónde estuvo se relajó bastante.

Comenzaron las cena y por un momento todo estuvo tranquilo, y solo se escuchaban el sonido de los cubiertos todos perdidos en sus pensamientos.

-         Abuelito – llamo la atención.

-         Si? Que sucede Tsuna-kun? – le respondió igual el mayor, tratando de no hacer notar lo recién hablado.

-         Como les fue a Gokudera-san y Yamamoto-san en la misión? Y Reborn-san porque no vino? – hizo esas preguntas con doble intención, aunque nadie se dio cuenta, la primera fue porque noto lo tenso que estaba el mayor aunque tratara de ocultarlo. Y la segunda porque cierto pelinegro de ojos verdes, no paraba de mirar de reojo la puerta.

-         Cumplieron con el recado, fue un éxito. En cuanto a Reborn está de misión, partió hace poco. – respondió aparentando tranquilidad, su nieto desde pequeño siempre fue muy perspicaz.

-         Entiendo. – dijo en un susurro. Y la tensión volvió al ambiente en cuanto el castaño se puso serio. – No importa en serio. –más animado. – He terminado, así que iré a mi recamara, aún estoy algo cansado.

Un “Está bien” y “Hasta mañana Sawada/Tsuna-sama/Tsuna-kun” se escuchó, a lo que el castaño respondió tranquilo mientras se retiraba a su cuarto.

Dejando el comedor sumido en un silencio.

-         Nono-sama. – hablo la dulce Chrome. – Que paso en esa misión?

Hablo por la mayoría que tenía esa duda. El de ojos castaños sabios dejo escapar un suspiro. – Paso lo que me temía… se ha puesto en movimiento. – aunque no le gustara que se enteraran, debían de saberlo, ellos protegerían a su nieto, su Hiper-intuicion se lo decía y aseguraba.

Las palabras del mayor conmocionaron a todos quienes se quedaron tiesos, por la información recibida, y en cuanto salieron de la impresión… Hibari y Mukuro se levantaron de golpe, colocando las manos en la mesa creando un estruendo, en cambio los demás se quedaron en su asiento volteando a ver a la mayor de manera seria y fría. Y el mayor sabía el porqué de la reacción por lo que solo respondió: - Debemos estar alerta, porque lo que busca, es algo de lo que no me voy a dar el lujo de perder, no esta vez. – declaro firme.

“Una orden” fue el pensamiento de todos, quienes se levantaron e hicieron una reverencia frente al mayor.

-         Como ordene, Timoteo-sama, nada le pasara a Tsuna-sama. – respondieron a coro, aunque los más orgullosos (Mukuro y Hibari) lo susurraron.

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-         Mientras con Tsuna.

El cielo se encontraba de nuevo en su habitación a oscuras, con los ventanales abiertos, dejando pasar los rayos de la luna, que al chocar con su piel le daban un brillo platinado.

Se acercó a la cama y se dejó caer, dejando sus piernas fuera de la misma y tapando sus ojos con su brazo. – Porque miente? Si sabe que me daré cuenta… - solo el vacío escucho. – Aun no me tiene confianza? – pregunto a la luna y a las estrellas, únicas testigos de su martirio.

Se sentó de golpe, no importaba eso ahora, se ocuparía después…

Por el momento se bañaría, para después hablar con Kyoya, o ese era el plan hasta que, el mencionado entro por la ventana de la habitación de manera silenciosa, encontrándose mutuamente y viéndose en silencio, cuando los ojos castaños se disponían a hablar se le adelantaron.

-         Tsuna. – lo silencio al decir su nombre diría con seriedad, Hibari no diría nada de lo hablado, protegería al menor sin que este se diera cuenta.

Aunque tarde fue, el castaño lo intuyo apenas ingreso a la habitación, sus emociones, las del pelinegro, estaban circulando en la protección, la frustración, el odio y enojo; por lo que callo y espero lo siguiente que diría el otro.

-         Tengo misión, debo irme ahora por lo que no podremos habar hasta dentro de tres días por lo menos… - hablo serio mirando todo el tiempo a los ojos del menor, que en esos momento se veían tan vacíos y sin carencia de emoción alguna.

-         Está bien. – le dio una sonrisa cálida, que en vez de ser deslumbrante, solo se vio normal, y la misma no llego a los ojos.

Y Hibari… pues él estaba algo asombrado por la mirada que le dedicaba el menor, que solo lo veía sonriendo.

-         Supongo que debes irte no? – afirmo rápido.

-         Tsu-

-         Espero que te vaya bien.

-         Espe-

-         Voy a bañarme. – declaro rápido sin dejar su sonrisa y cerrando los ojos, para que no lo viera pues estos empezaban a arder debido a las lágrimas que querían salir. “Es por mi bien” se dijo.

Abrió los ojos, y esta vez se veían como antes, cálidos. Avanzo hasta Hibari y tomo su rostro entre sus manos y le instigo a que se bajar, no alcanzaba a llegar a donde quería. Cuando lo logro beso la nariz del pelinegro que abrió de sobremanera los ojos, mas no se movió. Y el menor siguió beso su barbilla, sus dos mejillas y por último la frente. Un suave contacto, como el roce de una pluma.

Todo iluminado bajo los rayos plateados de la luna. Hibari se sintió como un niño pequeño que le mentía a su madre, y quiso decirle la verdad, se sentía mal, como si le arrancaran el corazón por ocultar algo, cosa que nunca había pasado…

Estaba por hablar cuando el menor soltó su rostro y se separó lo suficiente para que la oscuridad de la noche, más bien de su habitación,  cubriera su rostro, y no lo dejara ver su expresión de tristeza.

-         Debes irte… - recordó amablemente y con un hilo de vos, a lo que Kyoya solo asunto y volteo caminando hasta el ventanal, para salir, se afirmó y salto desde el balcón, (lo cual olvide mencionar, pero la habitación de Tsuna está en la segunda planta y no de los ventanales tiene un balcón).

Cayendo ágilmente, solo pudo escuchar el susurro que se llevó el viento, solo para el… “Odio que me oculten cosas”…

Quedándose estático al escucharlo se volteo rápidamente, dispuesto a aclarar las cosas.

-         Hibari-san es tiempo. – se acercó entre los árboles, su mano derecha, Kusakabe Tetsuya, un pelinegro de ojos negros, con peinado de Elvis, vestido de traje.

-         Hmp. – “Dijo” cuando volteo a verlo.

El ex vicepresidente del Comité Disciplinario asintió a la “orden” de su líder y se dirigió de nuevo al bosque. Mientras Kyoya volteaba hacia el balcón, encontrando las ventanas cerradas y las cortinas tapando la vista de su interior. Resignado, ya aclararía después el malentendido, y diría la verdad, no quiere perder al cariño del cielo.

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-         En la habitación.

Se ha ido Hibari, por lo que se acerca y cierra las enormes puerta de cristal que conforman el ventanal, y corre las cortinas, dejando todo a oscuros…

Aplaude dos veces y las luces se prenden (K: Yo quiero algo así, no tendría que caminar al interruptor. S: Sigue escribiendo, floja. K: Exijo mis derechos. S: Yo te voy a dar tus derechos… *Golpe* K: *Adolorida* Ya termino… Agresiva *susurro* S: Que dijiste? K: Nada)

Camina hacia el baño, espera a que se llene la bañera yendo hacia el lavamanos y abrirlo, juntar las manos bajo el chorro de agua y  mojarse la cara, deseando que esa agua alivie su pesar.

No le gustan que mientan, ni que digan cosas que no son, pero sobre todo odia que le oculten cosas con respecto a su persona…No es ignorante ¡Joder! Cuando se estresa de mas, sale su mal vocabulario y es que… ¡Maldición! Detesta las cosas que no sabe.

“Basta Tsuna, deja de maldecir” se dice mirándose al espejo. Voltea la vista hasta la bañera encontrándola llena. Camina hacia la misma ya sin zapatos y medias, dejando caer su polera y seguida su franelilla… se suelta el pantalón y lo deja caer hasta sus pies.

Solo queda en ropa interior cuando ya está enfrente de la tina. Y despacio con movimientos sensuales, los cuales hace de manera inconsciente, desliza sus manos por sus pronunciadas caderas hasta llegar al borde de la única prenda que viste, metiendo sus pulgares dentro de la prenda y bajando cada vez más despacio…

Cuando baja cada vez más, deja ver unas piernas blancas, hermosas como ninguna, y baja hasta que su bóxer queda a la altura de sus tobillos, sacando solo los pies, he ingresado a la bañera.

Estando por completo dentro de ella se sienta y recoge su piernas, acercándolas a su pecho y rodeándolas con sus brazos, reposando su cabeza en sus rodillas, dejando que el agua se lleve sus penas y su mal presentimiento, que se hace cada vez más fuerte. Trayéndole un mal sabor de boca, agrio, ácido y cítrico.

Se queda pensando mientras jabonea su cuerpo y lo limpia, echándose su champoo favorito, fresas y manzanas… Le encanta el olor.

Se sale de la tina y deja que el agua se vaya por el desagüe, toma una toalla, y la enrolla en su cadera. Sale del cuarto de baño y se dirige a su ropero, solo sacando una gran camisa de botones, demasiado grande para el… perfecta.

Escoge un bóxer blanco, pegado al cuerpo y la camisa de igual color se la coloca quedándole hasta los muslos, estando ya abotonada y con la toalla ahora en su cuello, se seca ligeramente el cabello y tira la misma al piso.

Se sube a su acolchada cama y se deja caer en las enormes almohadas, tapando su cuerpo solo con una sábana. Cierra los ojos…

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Los vuelve a abrir en el claro que tan bien conoce, y camina hacia Natsu quien está sentado solo mirando hacia el cielo que ahora muestra un hermoso atardecer.

-         No te preocupes. – dice al de ojos castaños. – Estoy seguro de que te dirán todo a su tiempo. No te aflijas.

Tsuna no responde, a lo que el de ojos naranjas estira su mano en dirección al menor; el cual la toma y es jalado hacia el regazo de su persona querida. Solo se deja hacer… y recibe los mimos proporcionados por el mayor durmiéndose al instante, dejando que Morfeo lo reclame.

Mientras Natsu solo lo observa, sabe que el menor detesta las cosas a medias y por eso no estaba de buen humor, también por que ha sentido, las emociones del peli plateado y el anciano, suponiendo lo peor.

Pero no dejara que nada le pase.

Recuesta al menor en el claro y acaricia su rostro, viendo como el mismo se acurruca más cerca de su cuerpo en busca de más contacto, y sonríe, su ángel es tan dulce e inocente a veces…

Se concentra y despierta, encontrándose en la habitación de su ángel, solo con una misión en mente.

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-         En la enfermería Vongola.

Yamamoto se encontraba descansando, sus heridas fueron curadas pero el dolor persistía, estaba a solo unos momentos de que el sueño dominara, hasta que…

Se escuchó el seguro de una pistola, cerca de su cabeza y un aura que demandaba respeto pero sobre todo peligro.

-         Dímelo. – ordeno el visitante.

-         Ma ma, calma si, Tsuna? . – responde el pelinegro abriendo los ojos y fijándolos en el castaño que esta a su lado, justo al lado de su camilla, que por suerte o desgracia esta cerca de la ventana, la cual estaba abierta por asares del destino.

Y en esos momento Yamamoto se preguntaba “No lo escuche, como es posible?” puede que estuviera a punto de dormirse pero aun asi no pasaría por alto tal sed de sangre que parecía incrementar a cada segundo.

-         Hablar. – volvió a exigir.

-         No se que quieres saber. – hablo tranquilo.

-         Tu lo sabes, cierto? – dijo mas bajo. – En tu mision… - esas palbras captaron rapido la atención de la lluvia. – Se llevaron una sorpresa no?

El moreno no respondio y se dio cuenta como la pistola que apuntaba a su cabeza ahora se encontraba en su frente, y el castaño sentado a horcadas sobre su estomago, quedando inmovilizado, pues sus brazos estando a cada lado de su cuerpo quedaron atrapadas igual que el. En esa posición pudo apreciar la imagen del castaño gracias a la poca luz que se filtraba, solo con una camisa, y su cabello mojado, que hacían que gotas se deslizaran desde su cuello hasta perderse entre la poca ropa que tenia, viendo mejor su rostro, estaba serio y sus ojos se veian anaranjados.

“Oh joder, me lleve el premio gordo no?” se dijo, frente a el estaba Natsu, el hombre, o chico, o niño, lo que fuera… La persona que hirió sus manos sin siquiera pestañear, y que ahora le exigia respuesta. Y ahora que lo pensaba, la sed de sangre del castaño se incremento mas cuando este se dio cuenta de las miradas que le lanzaba la lluvia a las gotas de agua que mojaban a un su cuerpo.

El moreno sonrio nervioso mientras sudaba frio, la situación esta fea y mucho.

-         Y?

-         Un mensaje para ti? – se apresuro a decir.

-         Cual?

-         Nos enboscaron, pero mientras los atacábamos nos oponían mucha resistencia, de un momento a otro uno de ellos se volvió loco y mato a sus camaradas. – relato, Natsu solo lo veía. – cuando acabo con todos dirigio su katana hacia su garganta y solo dijo “No podras escapar por siempre, mi conejito.” Y después solo se suicidó.

Por un momento, Takeshi logro en esas orbes un odio tan contenido que tembló de miedo, y agradeció a todos los dioses al no ser el remitente del mismo.

-         Ya veo.

Se paró de su lugar y salto de la camilla cayendo, cual gacela, al suelo, volteando a ver al moreno. – Descansa y recupérate pronto, Tsuna está preocupado por ti.

-         Que harás ahora que lo sabes? – pregunto con temor a la respuesta, con ese odio ese castaño frente a él era capaz de cualquier cosa.

-         No te incumbe. – respondió seco y con una mirada tan gélida causando estremecimientos en el pelinegro.

-         Deberías dejar ese odio y vivir en paz. – opino.

-         Tal vez. – concordó. – Pero lo decido yo… y la paz es solo momentánea, nada dura para siempre.

Camino hacia la ventana, y miro por sobre su hombro al paciente, que lo observaba.

-         Todo en la vida se gana… - empezó. – Y ese hombre se ganó residir en el peor de los infiernos… En esta vida nada es fácil.

Salto por la ventana abierta, dejando a Yamamoto pensativo.

Mientras recorría el espacio hacia su habitación, pensaba…

“Las personas siempre tendrán oscuridad en su alma, avaricia, deseo, lujuria… todo. Pero aun así dentro de esas persona te encontré Tsuna, alguien tan puro que no sabe que está bien o mal… y yo te ensañare, a su tiempo lo hare. Sin embargo hay personas que merecen morir aunque no quieras, esos hombres están manchados son la escoria de la sociedad y me encargare de limpiarla, para que nunca pases por lo mismo… tal vez estoy complicándome la vida, y solo debería enfocarme en hacerte feliz ahora, pero él te está buscando, y aún falta mucho para que puedas estar tranquilo  sin miedo… Nada es fácil en esta vida, pero yo seguiré viviendo junto a ti sin importar las dificultades”

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando una fresca brisa paso rosando sus cabellos, revolviéndolos y haciéndolos ver más indomables y alborotados…

-         Achuu.

Estornudo, el frio le pego y no ayudaba mucho que estuviera solo con una camisa.

“Por el momento iré a descansar y a abrigarte”

Notas finales:

Nos vemos pronto...

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