-Err…esto es más difícil de lo que pensé -Gruñía Aldebaran llevaba días yendo de tienda en tienda por toda la ciudad pero no había encontrado un regalo que encajara con Milo, faltaba pocos días para su cumpleaños y necesitaba encontrar un regalo con ¡URGENCIA!, Estaba avergonzado en actuar tan…cursi y más aún si la razón era Milo.
Buscó por internet ideas y hasta le preguntó a su entrenador pero este era un bruto emocional que sólo respiraba basquetbol. Su otra opción fueron los gemelos pero… estos no fueron tampoco de mucha ayuda por la simple razón que ellos querían saber la identidad de la persona que lo estaba atormentando, y él se negaba rotundamente a revelar tan íntimo secreto.
Aun cuestionaba su presencia en la fiesta sorpresa que todos los del equipo estaban organizando con ayuda de las porristas y los otros amigos del griego. Suspiraba frustrado y cansado, dejaría su tarea para otro día, le tocaba dirigir los entrenamientos. Estaba súper retardado pero se encontró que su equipo estaba entrenando bajo la supervisión y mando de Milo, que desempeña un firme rol como líder.
Se sentó en el rincón más alejado del gimnasio a contemplar el entrenamiento con interés, pero más que nada observaba el despliegue de habilidad y destreza que demostraba el de salvaje cabellera dorada.
Su relación últimamente no era buena y menos aún con lo ocurrido semanas atrás, en la ducha. Y la fuerte atracción era muy evidente entre los dos y que ellos mismos alimentaba con su rivalidad.
Esa tarde se encontraban los dos en el gimnasio cumpliendo con las exigencias del Míster en limar sus perezas por el bien de todos y la fabulosa idea del mismo fue que pasaran, ¡MÁS TIEMPO JUNTOS!, graso error. Terminaron teniendo sexo…le había costado quitarse esos recuerdo en tener a Milo de esa manera íntima y cálida pero el griego no parecía opinar lo mismo, estaba ofendido -muy ofendido- porque el admirado deportista se aprovechó de las circunstancias.
Aquella situación lo tenía perturbado, claro que ¡NO!, Negaba que él fue el que tomó la iniciativa pero Milo se dejó sin poner resistencia alguna y hasta lo incitó a continuar para luego fracturarle la nariz y darle una retahíla de insultos, había soportado mucho la tentación de ceder ante el griego. A su forma de ver las cosas fue Milo que se aprovechó de él.
“Fuiste tú el culpable.”,
-Muchachos, esto es todo por hoy —Anunció Milo dando por terminado el entrenamiento.
Aldebarán esperó a que el gimnasio estuviera vacío, para practicar en solitario, su irónico enamoramiento con el engreído chico había menoscabo en su rendimiento y su concentración era nula.
“Idiota porque pienso tanto en ti…”
Dio un par de botes con el balón y se encaró con fuerza contra el aro para ejecutar una espectacular clavada, se quedó unos segundos suspendido en el aire.
“Si dejara de ser tan cabezotas y le confesara lo que siento, todo sería mejor.”
-Aldebarán.
Volteo y era Milo que giraba el balón sobre su dedo índice.
-Milo, ¿En qué te puedo ayudar? –Dijo en tono casual.
-Un uno contra uno capitán -Retó arrojando con fuerza el balón.
-Está bien -Sonrió recibiendo el balón sin dificultad y lo rebotaba -, pero perderás otra vez.
El desafío alegró el aburrido día del capitán, Milo por fin le dirigía la palabra y parecía que olvidó lo ocurrido. Cuanto extrañaba estar de alguna manera en contacto con él.
-Eso está por verse capitán -Respondió Milo con una sonrisa retorcida en posición de ataque.
-Adelante.
Milo atacó, logrando arrebatarle el balón sorprendiéndole y encestando un triple empezando con ventaja. Al cabo de unos minutos el marcador estaba a favor del griego, iban doce a diez, el griego intentó hacer una clavada pero Aldebarán lo bloqueó y para asombro del mismo, el hercúleo rubio hizo una anotación de larga distancia.
El duelo culminaba con un triplete de Milo que le dio un merecido triunfo con treinta puntos contra veintiséis.
-Gané esta vez capitán -Dijo en leve tono de burla -¿Qué ocurre? Esperaba más tratándose de ti.
-Fuiste mejor -Reconoció con una sonrisa -, no cuento con una excusa aceptable por perder mi casi perfecto record de victorias uno contra uno.
-Te acostumbras en ser el número dos -Dijo rebosante de confianza.
Aldebarán resopló.
-Ese lugar lo tienes tu Milo -Dijo retirándose en dirección a los vestidores seguido por el alero.
-¿Estas acaso huyendo de mi capitán? -Preguntó observando como el otro se quitaba su camiseta -Odio que me ignores.
Lo dicho por Milo lo habían descolocado e irritado, ¿Acaso bromeaba? Cuanto le molestaba que el de ojos turquesas jugara tan descaradamente con sus sentimientos.
-¡¡MILO ACASO ERES BIPOLAR!! -Espetó con rabia encimándosele -¡¡TÚ MISMO ME HABÍAS DICHO QUE NO ME ACERCARA A TI NI TE HABLARA!!
-¡ERES TAN HIJO DE PUTA! -Siseo empujando al fuerte chico que apretaba sus puños aguantando sus ganas de arremeter contra el -¡TE APROVECHASTE DE MÍ!
-Milo…no te hagas la víctima…- Rezongaba -nosotros no podemos continuar de esta manera por el bien de nosotros y del equipo -exclamó el rubio capitán tratando de calmar su rabieta -.Yo te pedí disculpa por lo que paso. Y de alguna manera quiero…
-Me gustó lo que paso entre nosotros -Confesó interrumpiendo al pívot que estaba gratamente sorprendido, finalmente su altanero compañero reconocía que había disfrutado de aquel fuerte y erótico momento -discúlpame, reaccioné de una manera tan bruta y escandalosa -se agachó para quedar muy cerca del rubio que acariciaba su brazo.
-Milo, tú me gustas mucho -Susurró el rubio alegre sintiéndose animado en ser sincero también. Milo le había dado un giro completo a su aburrida vida -¿Crees que podemos dejar a un lado nuestra mala relación y ser algo más que simples amigos y rivales? –preguntó esperanzado de una respuesta positiva.
Eso no lo vio venir la confesión, ya era suficiente sentirse culpable por haber…engañado a su actual pareja y para colmo escuchar que el necio que tenía por capitán estaba enamorado de él y él le correspondía sin lugar a duda.
-Alde…lo siento pero no puedo estar contigo -Dijo sin atreverse a mirar el semblante del otro.
-¿Qué te impide hacerlo? -Preguntó totalmente desilusionado -pensé… ¿Que yo te gustaba?
-Así es, pero mantengo una relación desde hace unos meses con Camus y…
-Entiendo -Exclamó en tono cortante, su férreo semblante lucia sombrío -no me des explicaciones, después de todo es tu vida -su postura se tornó rígida.
¿¡Porque rayos no se lo había dicho antes!? Creía que aquel chico Camus era su amigo nada más.
¿Entonces a que estaba jugando Milo?
-Alde, te lo puedo explicar -Trataba de aclarar aquella complicada situación. Pero el error ya estaba hecho.
-No quiero tus explicaciones, te dije ya. Ahora soy yo el que no quiero que me dirijas la palabra pero por el bien del equipo lo haremos, será estrictamente para hablar sobre baloncesto-fue su firme sentencia.
Se puso de nuevo su sudada camiseta, necesitaba salir de ahí cuanto antes. Se dirigió hacia la salida casi corriendo, a la mierda se fueron todas sus ilusiones.
-¡Alde!, ¡Espera por favor! -Dijo alzando su voz pero lo que escucho fue la puerta cerrarse-.Soy tan estúpido.
Se lamentaba, sabía que acababa de arruinar la extraña relación que mantenía con su capitán, y sin saber tampoco como remediarlo.
¡FIN!