CAPITULO 1
-¿Desde cuándo?-pregunto seriamente
-Desde hace dos semanas-respondió, mirando los rostros serios y fríos de cada uno de los hombres que estaban ahí- Salió a comprar pan, y jamás volvió
-Sí, eso nos pasó a nosotros
-Lo último que supimos de ellos fue que un día salieron de casa y nunca regresaron
-Yo pregunte en el pueblo, pero…-se vio interrumpido por el de cabello azulado
-Olvídalo, nosotros hicimos lo mismo, pero el pueblo se rehusó a decirnos algo
-A pesar de que estamos en la misma situación, ninguno de los varones de allá afuera nos quieren ayudar, solo para protegerse a si mismos
-Takano tiene razón. Los que tienen por esposas a mujeres temen que si hablan, también ellas desaparezcan, pos eso no han dejado por nuestro lado-hablo con rabia en sus palabras
-Hatori, cálmate-lo reprendió el de apariencia de príncipe-Kirishima-san, ¿Cuál es el nombre de su esposo?
-Takafumi. Yokozawa Takafumi, y…-su mirada se ensombreció, ocultando el llanto-Y todavía no es mi esposo, es mi prometido. Nos íbamos a casar en el cumpleaños 10 de mi hija, por petición de ella…los dos estaban tan ilusionados y ahora…
-Tranquilícese Kirishima-san, le prometo que lo vamos encontrar
-Escucha a Yukina, Zen-Usagi se acercó a él y tomo su hombro en señal de apoyo-No nos rendiremos hasta encontrarlos
El castaño paseo su mirada por toda la habitación, mirando fijamente a esas pobres almas que habían sido desgarradas al perder lo más preciado que tenían. Ahí estaba el Doctor Kusama Nowaki, con la mirada más fría que había visto en su vida, el mentor Miyagi You con una expresión tan deprimente en su rostro, el novelista Usami Akihiko erguido ante el dolor que lo torturaba, el conde Asahina Kaoru totalmente fuera de su eterna seriedad, los editores Takano Masamune y Hatori Yoshiyuki, casi rechinando los dientes de la impotencia que sentían, y también, ahí estaba el Aristócrata Yukina Kou, con un aura tan decaída a su alrededor. Todos ellos lloraban la desaparición de sus esposos, y más aún, al saber que nadie los ayudaría.
-Si ya terminaron de consolarse mutuamente, creo que podrían ayudarme a subir al carruaje las maletas-hablo la mujer peli-roja de ojos azules desde la entrada
-Ya vamos Aikawa
Hatori y los demás salieron detrás de la mujer dejando a Takano y a Kirishima solos.
-¿Maletas?-pregunto confundido el oji-miel
-Sí. Como te lo dijimos Zen, no nos rendiremos hasta encontrarlos-el peli-negro guio a Kirishima hasta su recamara donde le mostro un mapa del país donde vivían-Hace tres días nos encontramos con un viajero que nos brindó información importante para nuestra búsqueda
-¿Qué dices?
-Resulta que el vio a Takahashi-kun, el esposo de Akihiko caminar con la mirada perdida hacia el pueblo vecino, Kybul, y aseguro que no parecía estar consciente de sus acciones, es por eso que empezamos a investigar más a fondo, pero no encontramos nada con respecto a ese lugar por lo que decidimos ir, y tratar de encontrar alguna pista nosotros mismos.
-¿Cuándo desapareció Takahashi-kun?
-Hace un mes, si apenas vamos es porque el viajero solo visita el pueblo cada determinado tiempo-respondió dirigiéndose a la puerta-Usted regrese a casa Kirishima-san, vaya con su hija, nosotros le traeremos a su prometido de vuelta y prometemos no volver hasta encontrarlo
-¡POR SUPUESTO QUE NO!-grito frunciendo el ceño, deteniendo a Takano antes de girar la perilla-¡¿Realmente crees que me voy a quedar a tomar el té mientras Takafumi esta quien sabe dónde con quien sabe qué tipo de personas?! ¡NO! ¡Yo iré con ustedes!
Takano lo miro por unos momentos, de verdad entendía la desesperación del varón, pensó que si él hubiera estado en la misma posición cuando perdió a Ritsu haría exactamente lo mismo, por lo que soltó un suspiro prolongado y dijo:
- ¿Qué hay de su hija?
-Mi madre la cuidara
-Partimos en media hora. Pasaremos por usted a su mansión
Con tan solo oír esas palabras, Kirishima salió corriendo hacia su mansión dispuesto a solo recoger lo más importante, y volver a la mansión de Takano. Corrió a todo lo que daba hasta llegar a su casa, en donde subió a toda prisa a su cuarto y tomo sus cosas para partir. Cuando abrió su cajón de ropa, se encontró con la fotografía de su amado osito, haciendo que la opresión en su pecho se hiciera aún más fuerte. En ese retrato se encontraban juntos en el jardín de su mansión, el sentado en una jardinera con Yokozawa en sus piernas y la pequeña Hiyori abrazada a su cuello, de verdad que habían sido tan felices, le dolía pensar que quizás esos días jamás volverían-“Mi amor…”-Alejo cualquier pensamiento negativo para enfocarse en una sola cosa: Lo encontraría. Así tuviera que ir hasta el fin del mundo para lograrlo, pero lo haría. Llegarían al altar sin importar que, no iba a perderlo como perdió a Sakura, esta vez no.
Termino de guardar sus cosas en una maleta, y se dirigió a la salida, en donde no pudo mostrarse más sorprendido al encontrarse con su hija y su madre esperándolo ahí.
-Me alegro de verte madre, ¿podrías cuidar a Hiyo por unos días? Tengo que salir de viaje
-No hay problema hijo. Cuídate mucho ¿de acuerdo?-respondió, regalándole una sonrisa amable y amorosa al castaño
Ella lo sabía. Sabía la verdadera razón por la que su hijo se estaba yendo: iba a buscar a su prometido, y eso le molestaba de cierta manera. No es que no quisiera a Yokozawa, pero le resultaba demasiado extraño que el desapareciera justo cuando faltaban solo dos días para la boda, justo cuando ya había recibido el dinero que necesitaba para salir de la bancarrota en la que había caído debido a los malos manejos de su ex pareja. A su parecer, era más que solo una coincidencia. Aun no quería decírselo a su hijo, pero existía la posibilidad de que su amado doncel lo hubiera dejado por correr detrás de otro que tuviera dinero, no por nada su madre, que en paz descanse, había sido tan renombrada por meterse en la cama de un duque, y aceptar una jugosa cantidad de dinero solo para no hablar de eso con la esposa del hombre.
Y aunque Kirishima Akari no era alguien que juzgara a las personas por su familia, no podía descartar esa idea de su memoria con tantas coincidencias en lo ocurrido.
-Volvere pronto-dijo el castaño-Hiyo, pórtate bien hija. ¿Si?
-Solo si…-lo miro con lágrimas en los ojos-Prometes que traerás a Oni-chan de vuelta
-Claro. Lo prometo mi pequeña niña, lo traeré de vuelta
Revolvió sus cabellos, y las envolvió en un fuerte abrazo a ambas, para luego encaminarse al carruaje que ya lo esperaba fuera.
-¿Nos vamos?-pregunto Takano, dejándolo subir primero
-Nos vamos
Justo a la mitad de la noche, cuando la luna se alzaba con toda su gloria en el firmamento, el carruaje partió en dirección a Kybul, en donde esta apenas iniciaba…