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Naugthy boy por -oOYUKI-NII-Oo

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∞ Titulo: "Naugthy secrets"

∞ Autor:YUKI-NII.

∞ Género: Friendship

Ranting R-15

∞ Pareja: SasuBolt InoBolt

∞ N/A Naruto no me pertenece. Todo es de su gran autor, Kishimoto-Sensei

∞ Resumen: Quiere irse con él, dejarse llevar y atravesar esa pared invisible que le separa. Porque es infantil, porque le acelera el corazón, porque es solo Sasuke el que le hace derramarse de amor. Semi AU

 

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Encuentros.

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Había sido una disputa tonta, o eso es lo que Shikadai repetía de forma hastiada frente a su padre, que en ese momento se hallaba de puntillas sobre el armario del baño, tratando de alcanzar la cajita de los primeros auxilios. Su hijo tenía el labio partido, una herida por la cual Temari le hubiese reñido en cuanto la hubiese visto y de la cual él sabía era un daño colateral de que Shikadai hubiese estado con Boruto por el sector comercial de la aldea.

Fue un comentario de uno de los vendedores, algo que hacía referencia a la insoportable actitud del primogénito Uzumaki y a los aires de grandeza de la esposa. Era un viejo de más de 60, fiel vendedor de carne del lado oeste, y habitante que puede presumir haber sobrevivido a 4 Hokages, un tipo demasiado fanfarrón al parecer de Shikadai y que había cruzado la delgada línea del límite de Boruto, ante el último comentario sobre la madre de este.

Hinata Hyuga era muy querida entre la población, de vez en cuando, se escuchaba un mal comentario aislado, nunca en ofensa de su persona sino una queja de envidia ante lo que ella tenía, su posición, su familia, su herencia genética, nadie había osado nunca, mucho menos en voz alta, hacer una referencia a que tuviera una mala actitud y tomara roles que le quedaban demasiado grandes.

Shikamaru no tuvo que escuchar mas, caminando hasta el sillón de su pequeña oficina, se hinco, rebuscando vendajes y antisépticos para el gran corte en el brazo que Boruto trataba de ocultar, la chaqueta empapada de sangre no ayudaba a su cometido mucho menos Shikadai, que fastidiado, había halado la prenda sin contemplaciones, ignorando el grito de dolor que su amigo había dado junto a la mala mirada que prometía venganza.

“Limpiare y vendare la herida, no puedo hacer mas”. Shikamaru tomo con cuidado el brazo que empezaba a palidecer ante la pérdida de liquido rojo  “Tal vez necesitas puntos así que tendrás que ir con Sakura o Tsunade-Sama”. Dictamino ante una breve revisión

 “¿Puntos? Solo es una simple cortada, no necesito puntos” .Frunció el ceño como toda respuesta.

Si iba con alguna de ellas dos, no dudarían en decirle a su padre. Pensó en cómo podría desaparecer alguna botella de licor de la despensa familiar para poder sobornar a la vieja rubia a cambio de silencio. Ella parecía adorarle, y aunque el sentimiento era mutuo, no se sentía capaz de mantenerse callado ante algún regaño que ella le hiciera. Resaltando su impulsividad y no saber controlar sus emociones.

Pero joder, se trataba de su madre, él no permitiría que nadie hablara mal de ella. Nadie entiende la posición en la que se encuentra y él no se detendrá a explicárselo a un viejo carnicero.

“Sí, puntos”. Repitió Shikamaru, buscando la mirada perdida del menor, quien ladeo el rostro irritado. “Así que más vale que escojas rápido a alguna de la dos, sino seré yo quien le cuente a tu padre.

“Vamos, vamos tío Shikamaru. No es para tanto, iré con Tsunade-oba chan ttebane”. Dijo demasiado rápido, temeroso ante el ultimátum

“No entiendo como simplemente no seguiste caminando. Es fastidioso tener que defenderte, el jutsu de sombra es bastante agotador ¿sabías?”. Se quejo en alto Shikadai, dejándose caer en el sillón a su lado, y sacando el celular para enviar un mensaje”. Chōchō se comerá toda la carne antes de que lleguemos, Inojin no podrá detenerle.

“Lo siento ttebane, pero tenía que cerrarle la boca a ese vie…auch, ¡tío, con más cuidado!”. Boruto cerró un ojo ante la punzada de dolor que le provoco que el mayor enterrara el algodón con antiséptico de un solo movimiento.

“Eres un ninja, deja de quejarte.

Boruto chasqueo la lengua, lo hizo como todas esas veces en que alguien mencionaba, “la palabra prohibida” justo como Inojin la había bautizado. Shikadai, le vio unos segundos, con sus dedos viajando a través de la pantalla, el cómo apretaba los labios y trataba de respirar profundo. Boruto se había herido por protegerle de uno de los cuchillos que el viejo les había lanzado colérico. Lo que tal vez había omitido a su padre, porque entonces él tendría que decir que en realidad el autor de que el viejo hubiese perdido todo el nuevo  embarque de carne que le llegaría mañana era él.

Shikamaru termino de vendarle el brazo, dando un vistazo al reloj. Ya casi era la hora del almuerzo, tendría que ir a recoger la porción de ramen de Naruto al Ichiraku e ir por los informes de las últimas misiones. Dio un suspiro de cansancio, el día estaba despejado, ni siquiera había una sola nube en el cielo y él sentía ese cosquilleo en la piel que le indicaba cuanto ansiaba sentir los rayos del sol y la textura del piso de adoquines de la terraza. Shikamaru suprimió sus deseos, mientras sus ojos caían sobre su hijo y su cómodo sitio distendido en el sofá con la cabeza en el regazo de Boruto.

“Tengo que salir, así que fuera de aquí.

Shikadai se revolvió, resistiéndose a abandonar su comodidad. Boruto le sonrió, deslizando una mano por su cabello, ellos dos habían estado juntos aún mucho antes de nacer, y habían coexistido uno en la casa del otro, ante el trabajo de sus padres y las relaciones con Suna, eran el par favorito de Gaara, y la esperanza de Naruto para que Boruto dejara de meterse en problemas. Si tan solo supiese, que a veces la mente intelectual de Shikadai era la que le formaba las estrategias al rubio, Naruto tendría una resignación más temprana que solo su negación ante un hecho irrefutable.

Boruto le palmeo una pierna al de coleta para que se incorporara, Shikadai gruño. Boruto rio y Shikamaru supo, ante el buen humor que el rubio tenía que Naruto aún no había hablado con él. Faltaban menos de una semana para las vacaciones de la academia, esperaba no tener como invitado de pijamada a Boruto un día antes del viaje, el niño siempre huía hacia la casa de Sai o la de él ante alguna discusión. Argumentando que necesitaba distancia para enfriar su cabeza, y ellos se la concedían, porque era más listo que su padre y hasta cierto punto mucho mas practico de lo que alguna vez fue Naruto a su edad.

“Por cierto Boruto”, interrumpió la pequeña conversación que había surgido entre los menores, ante la división de la cuenta de una comida que ni siquiera habían podido ver, el rubio giro para mirarle, ya se encontraban caminando hacia la salida,  “no dejes que la tarde pase sin que te pongan los puntos. La herida podría infectarse y será más dolorosa.

“Si tío, no pasa nada

Boruto le sonrió, regresando a su conversación con un Shikadai que había entendido la indirecta de su padre que decía “encárgate de que cumpla” rodo los ojos y asintió, sintiendo de pronto el hombro de su amigo colisionar contra el propio. Boruto se había pegado un poco a él mientras bajaban por las escaleras, como si se escondiese de algo. Shikadai miro hacia atrás, observando como su padre se detenía y la capa del Hokage se dejaba ver, bajo automático su mano en busca de la de Boruto, para que tuviera un punto de equilibrio y así saltar los escalones de dos en dos y llegaran al final más aprisa. Si Boruto no estaba enfrente de su padre, este no le llamaba, aún si había sentido su presencia por su constante modo sennin, en donde monitoreaba que todo estuviese en orden tanto en la aldea como en sus alrededores.

Caminando más aprisa de lo normal, se vieron pronto en la calle, Boruto un poco pálido pretendió no haber visto a su padre, con una mueca de sonrisa falsa – todos culpaban al tío Sai por haberle enseñado eso-  que Shikadai también pretendió no notar.

“Les he mandado un mensaje a los demás diciéndoles que nos íbamos a retrasar, Mitsuki pregunta que si quieres vegetales asados o salteados”. Murmuro, sacando en ese momento su celular. Boruto le enfoco, parpadeando. No le había escuchado.

“¿Eh? ¿Vegetales para qué?”

“Los que acompañan a la carne asada”. Contesto, Boruto sacudió su cabeza unos segundos y asintió.  “¿Salteados?”  Repitió el gesto y Shikadai texteo la respuesta perezosamente.

“¿Mitsuki está en el restaurant?”. Pregunto a penas notando lo dicho. Shikadai murmuro un sí, con sus ojos en la pantalla del móvil. “Dime por favor que Inojin aún no llega”. Pidió con temor.

“Demasiado tarde”. Fue todo lo que dijo para pesar del rubio.

“Teníamos un acuerdo, ellos dos en un mismo espacio al mismo tiempo, está prohibido”.

“Tú acabas de inventar eso”.

“Por supuesto que no es así. Ya lo había dicho antes”.

“Si hablas de la fiesta de cumpleaños de Uchiha, solo se lo dijiste a Mitsuki, y él debió de haberlo tomado como una broma”.

Boruto cubrió su rostro con ambas manos. Esto estaba mal, muy mal.

“¿Ha contestado? ¿Qué dice? ¿Tardaran mucho? Muero de hambre, ¿me estas escuchando? Yo. Estoy. Muriendo. De. Hambre.”

Chōchō, se había inclinado por encima de la mesa, tratado de ver el móvil de Inojin, el rubio le sonrió, levantando ambas manos de forma pacífica. Ella se alteraba con facilidad cuando se trataba de comida. Shikadai tendría que darle más libros por dejarle ahí con ella, era Nara quien tenía el entrenamiento especial para controlarla. Al otro lado de la mesa, Mitsuki le observaba, el mentón recargado en la palma de su mano. Ojos ámbar brillantes, él tenía algo que le parecía un poco espeluznante pero no podía explicar que era.

Lo habían encontrado en el restaurant, bebiendo un jugo en la barra, y mirando aburrido por las grandes ventanas. Chōchō había sido la quien le había invitado, porque la comida siempre sabe mejor cuando se comparte. Mitsuki solo le siguió, deslizándose en el asiento junto a ella, dejándole frente a frente con él. Inojin se había mantenido callado ante esa nueva agregación, Mitsuki tenía una nueva rutina adoptada de seguir a Boruto como un pollito perdido que a él no le gustaba. Boruto jamás le había apartado de su lado, hasta que en la fiesta de Sarada Uchiha, por primera vez Mitsuki había violado el espacio personal de Boruto y la semilla de la molestia se implanto en el pecho de Inojin.

Boruto lo noto enseguida, y rio de ello, asegurándole que Mitsuki tenía un personalidad particular. “La tía Sakura dice que se parece a tu papá cuando eran jóvenes. Él solo es curioso” Y esas palabras habían sido un calmante instantáneo que Inojin había agradecido, abandonando la sensación de que un intruso se había colado hasta su círculo, con intenciones de robarle a uno de sus mejores amigos.

El sonido de vibración sobre la mesa, capto la atención de la chica a igual que la de él. Los ojos de Mitsuki no se habían apartado de su persona en ningún momento.

“Es el mío”. Dijo Mitsuki, tomando el móvil que descansaba cerca del comal donde se cocinaría la carne.

Mitsuki, tenía una piel mucho más pálida de lo que alguna vez Sai porto. Con sus cabellos plateados y rasgados ojos, había sido un captador de muchas miradas desde que era un niño, con su padre lejos y las visitas ocasionales de Kabuto revisando por su bienestar, solía pasar la mayor parte del tiempo en su pequeño apartamento, todo había cambiado cuando Boruto Uzumaki se había sentado a su lado el primer día de clases y le había hecho parte de su núcleo de amigos de forma natural. Otorgándole tardes en el parque y compartiendo video juegos en la sala de su casa.

Boruto que era como la luz de un interruptor oscilante, jamás se había detenido a medir sus palabras o cambiar su comportamiento cuando estaba con él. “Lo que hago se llama educación, no hipocresía” le había dicho un día, cuando aun estando irritado ante su fallo de puntería con las shuriken durante el entrenamiento de la academia, él le había sonreído a Chouji, el amigo de sus padres como si su mal humor jamás hubiese estado presente en su cuerpo.

Intrigado por tal hecho, Kabuto le había dicho, que eso era lo que se suponía que el heredero del Hokage debía hacer. “Son las apariencias ante la aldea, un precio bastante curioso para el hijo de Naruto-Kun”

“La reputación, la imagen, tu comportamiento, la forma en la que hablas, incluso como tomas las armas. Todo ello debe ser calculado, hecho con deteniendo, no debe de haber equivocación, que parezca normal, nada forzado, que nadie sospeche cuanto has practicado frente al espejo. Que ellos crean que naciste con ese don, de ser digno de tu posición”

Había seguido Kabuto mientras cocinaba curry en la diminuta cocina de ese departamento. Mitsuki había escuchado todo con atención.  Guardando las palabras en su memoria, a la vez que miraba la espalda del que alguna vez había sido el más fiel subordinado de su padre. Karin y Sugeitsu le habían contado un par de historias de la época antes de la gran guerra ninja, su padre había colaborado, dejando caer retazos de una época en la que el padre de Sarada había estado a su lado. Había mencionado que los Uchiha eran codiciosos, seres acostumbrados a obtener lo que creen merecer.

Él, que conocía a Sarada y su fascinación por el Hokage y objetivos a convertirse en uno, no pudo más que estar de acuerdo con lo dicho por su padre. Después de todo, cosas como la ambición, la codicia y el esfuerzo son algo que describía a la perfección a la heredera Uchiha.

Toma su celular, tiene un nuevo mensaje de Shikadai, trataran solo 5 minutos en llegar. Mitsuki comunica el contenido recibido y Chōchō toma una gran bocana de aire antes de comenzar a contar.

Mitsuki la observa sin entender, Inojin le sigue el juego, uniéndose a ella en el segundo 123, él esta sonriendo, como si hacer eso fuese algo que pasase muy seguido.

“Resta lo que Mitsuki tardo en ver el mensaje y decírnoslo” . Avisa Inojin, antes de alzar una mano y levantar dos de sus dedos, Chōchō, quien entiende el gesto, solo asiente. Y ambos retoman la sincronización para seguir contando. “238…239…240…241…

La campanilla de la puerta de entrada suena, anunciando un nuevo cliente. Boruto es el primero en aparecer ante la vista de ellos, Inojin nota la venda sobresaliendo de la manga de la chaqueta. Esa prenda no es del rubio. Shikadai esta unos pasos tras él, con el celular sostenido en alto, trae una simple camisera negra, la que suele usar debajo. Inojin entonces sabe que algo les ocurrió a ambos.

“Han sido 242 Shikadai”. Dice en voz alta Chōchō, el aludido solo chasquea la lengua.

“Te retrasaste dos segundos en el conteo Chōchō, no hay penalización si es tu error” . Hay una pequeña sonrisa surgiendo de los labios de Shikadai al decir eso. Ella parece ofendida, hace una mueca y luego señala a Inojin, que se ha deslizado hacia el asiento de la pared y así cederle su lugar a Boruto que le evita la mirada.

“Ha sido Inojin quien hizo la operación para comenzar a contar” . Le acusa sin remordimiento. El de coleta sola alza sus hombros, ella se molesta mas ante la poca seriedad que le da a ese juego entre ellos tres.  “Aún así, llegan más de 20 minutos tarde”.

Shikadai asiente, tomando el lugar de la cabecera de la mesa, dejando descansar sus brazos sobre esta, y echando un vistazo a como la mano herida de Naruto se entrelaza con la de Inojin tras los respaldos de sus sillas, con una pose que trata de verse casual, pero que es solo una pantalla de humo en general.

“¿Han ordenado ya?”. Pregunta Shikadai, Mitsuki murmura algo sobre los vegetales de Boruto mientras él se levanta entonces ante la mirada confundida de todos. “Mitsuki acompáñame a hacer el resto del pedido”. El aludido asiente, llevando la silla hacia atrás para incorporarse a su lado. “Será el especial de 6 porciones de res y puerco”

Les anuncia, manos en los bolsillos del pantalón, y sin esperar ninguna replica, ante el menú tradicional que siempre piden los viernes por la tarde. Aun así, todos responden un “si” general.  La melodía del celular de Chōchō suena, y ella se apresura a salir para contestar.

Boruto se ve entonces a solas con Inojin, quien ha comenzado a hacer círculos con el pulgar en el dorso de su mano, él sabe que esta alterado, que la calma le parece un privilegio en ese momento, y que las manos de Inojin siempre han sido gentiles a la hora de sostenerle. Él rubio de coletas ha palpado la herida con la yema de sus dedos, aprieta los labios antes de dar un pequeño suspiro. Boruto continúa con la mirada sobre la mesa y él se inclina  hacia el Uzumaki.

“¿Iras con Tsunade-sama?”, pregunta Inojin, girándose un poco hacia su derecha para verle mejor. Boruto asiente, dejando caer su cabeza en el respaldo de la silla. “Has estado más volátil de lo normal”. Deja salir Inojin, como el pensamiento que no pudo retener mas dentro de sus labios, obteniendo así que los azules ojos del otro le enfoquen un momento antes de dar un chasquido con la lengua fastidiado.

“Mi padre quiere llevarme a Suna en las vacaciones. Quiero ver al tío Gaara pero…” Boruto regresa a su antigua posición sobre la silla, girando para tener más cerca a Inojin, él continúa dibujando figuras sobre el dorso de su mano lastimada.

“No sabes si soportes el viaje a solas con él”.

Era un dato curioso, que un kage viajara independiente a la guardia ambu que solía acompañar a los regentes cuando salían del territorio donde gobernaban. Naruto era un caso especial, nadie se atrevería a atacar a un Sennin, mucho menos a uno de los ninjas más fuerte de la historia, él único que estaba a su par era Sasuke Uchiha, su mejor amigo, así que Naruto veía como un trámite innecesario tener  una escolta, cuando él podía hacerse cargo de sí mismo con facilidad.

“¿Cuándo te ha dicho eso?”. Pregunto curioso Inojin, ya que no había sido testigo de ninguna discusión ni arrebato por parte del Uzumaki contra su padre.

“No me lo ha dicho. El tío Gaara me ha mandado un correo para decirme el día que tendrá libre y que quiere mostrarme algo”.

Inojin sonrió. El Kazekage pensaba que Boruto era consciente de su asistencia a Suna, eso solo significaba que el Hokage ya había confirmado la presencia de ambos en la aldea vecina.

“Quiero ver al tío Gaara”. Murmuro.

Inojin, lo tomo como la justificación en voz alta, que Boruto necesita decir para resignarse ante ese viaje.

“¿Te vas en las mismas fechas de Shikadai?”

“Eso no lo sé”. Boruto ha cerrado sus ojos, sus dedos se hunden sobre el dorso de la mano de su amigo. “Pero espero que Shikadai ya esté ahí para cuando lleguemos”.

Inojin espera lo mismo, Shikadai ha heredado el coeficiente intelectual de su padre y el fuerte carácter de su madre. Él va ser un capitán, es la conclusión a la que han llegado muchas veces Boruto y él, porque Nara es un líder, el que les ha mantenido cohesionados en esa amistad, él que guarda los secretos y les protege. Ambos saben que si Shikadai no estuviese junto a ellos, sería muy difícil mantener ese tipo de relación que parece ser la válvula de escape de Boruto para no cometer ninguna tontería.

La presencia de Mitsuki y Shikadai acercándose, provoca que Inojin se reacomode sobre la silla, y pinte una sonrisa, no solo para ocultar la intimidad que flota entre Boruto y él, sino también para levantarle un poco los ánimos al Uzumaki, parece funcionar lo suficiente para que Boruto imite el gesto, tratando de corresponderle.

 

La bomba estalla mucho antes de que ninguno pudiese verlo venir. Boruto había robado la reserva especial de su abuelo, ese sake que era solo para ocasiones importantes dentro de la familia y el cual él solo ha visto un par de veces. Se escabulle por los largos corredores de la mansión Hyuga, su tía Hanabi le ve desaparecer unos metros antes de que entre a la bodega y solo puede sonreír, ese pequeño travieso hace que el líder del clan se doblegue con una facilidad que ni su hermana ni ella lograron en su tiempo.

Sigue caminando hacia el gran salón, será cómplice de ese crimen y entretendrá a su padre lo suficiente para que Boruto pueda salir con libertad de la mansión. Cuando recorre el shoji puede observar como el hombre mira por la ventana con una sonrisa reprimida que solo agranda el pensamiento de que Boruto es el niño favorito del abuelo.

Es así si como oculto por el manto de la noche Boruto va al pequeño mirador rojo en medio del lago, sus pasos rechinan contra el puente de madera, tiene fuertemente abrazada la botella de sake contra su pecho, trae una gorra verde que Metal Lee le ha prestado durante la tarde para ocultarle el rubio cabellos, y unos lentes sin aumento que Sarada le ha dado como un accesorio para ayudar a no verse tan sospechoso.

Tsunade está sentada sobre una de las vigas del mirador, tiene un libro apoyado en su regazo y la vista clavada en las ranas que cantan posadas sobre una planta acuática. Boruto sabe la historia, sobre el contrato que su padre tiene con esos animales y quien fue él que le enseño la mayoría de las cosas que ahora sabe. Él todavía se encuentra indeciso sobre si hacer un pacto con algún familiar, los perros de clan Inuzuka siempre le han llamado la atención, hay uno es especial que pertenece a la segunda camada que dio Akamaru y al que le gusta montar durante los juegos de persecución y entrenamiento en el bosque.

Reduce la velocidad de su carrera cuando ya está más cerca del mirador. El cambio de ritmo atrae la atención de Tsunade, que le sonríe estirando un brazo hacia él. Boruto camina con precaución antes de sentir el golpe sobre su cabeza y el grito de regaño que ya se esperaba. La vieja rubia le quita la botella y bebe directamente de ella, sin apartar la vista del brazo lastimado. Lo ha notado con tan solo un vistazo.

“Eres igual de descuidado que tu padre”. Murmura, dejando la botella en la mesita central del mirador para tomar el delgado brazo e inspeccionarlo con más atención”. Debo suponer que esta herida es por el alboroto que armaste en la mañana”,  los ojos de Boruto se desvían, le han descubierto”. Se quejaran, de que el hijo del Hokage lo ha vuelto hacer. Debes ser más cuidadoso, te lo hemos dicho tantas veces”.

“Ha insultado a mamá. Tsunade – Oba chan, yo simplemente no podía dejarlo así”.

Tsunade le mira por un momento. Los azules ojos bajo espesas pestañas. Mirada determinada, tenacidad ardiendo. Baja un poco el rostro antes de que Boruto pueda sentir el resplandor verde del chakra de curación actuando sobre su brazo.

“Deberás lavarla cuidadosamente durante una semana. No toco ningún nervio ni tendón importante. Iras con Shizune por un poco de ungüento, eso evitara que queden cicatrices, tu padre es despistado, si no hay marca no lo notara, no puedo decir lo mismo de tu madre, si le dices la verdad es bajo tu responsabilidad”. Tsunade vio el asentimiento, junto con la sonrisa. Boruto era por mucho lo más cercano a un niño que ella había tenido. Desde que estaba en el vientre de Hinata, hasta que ella misma lo trajo al mundo entre sangre y llanto. Él formaba una parte importante dentro de las prioridades de la rubia aun si no lo sabía. “Eres un mocoso descuidado”. Le murmura.

“Sí, pero soy tu mocoso descuidado Oba-chan”.

Tsunade hace un ruido nasal ante el descaro, antes de sonreír y concentrarse de nuevo en el brazo de menor. Boruto se inclina un poco, fijando su vista en el oscuro lago iluminado por lámparas de aceite y en la rana posada sobre uno de los pilares del kiosco que había comenzado a croar rítmicamente. Se pregunta fugazmente si ella podría ser pariente del gran jefe Gamabunta y si todas las ranas del mundo conocen a su padre. Siente su brazo ser liberado con suavidad y la mirada de reconocimiento que la rubia da sobre este, evaluando su propio trabajo. Asiente satisfecha y vuelve a su lugar, botella en mano, y rostro hacia el principio del bosque desde el otro lado.

“He escuchado que el entrenamiento de Konohamaru te tiene agotado”. Dice, apoyando su cabeza contra el pilar y la mirada fija en las ranas.

“Puedo hacer solo un par de clones de sombra, yo quiero por lo menos cinco”. Murmura, sentándose en el suelo, y recargando su espalda en el espacio donde la rubia mantiene sus piernas colgando. “Mi chacra es inestable con tres así que he estado haciendo taijutsu con Metal, su padre dice que la resistencia física también es importante”.

Tsunade asiente de acuerdo. Ella es conocida por su gran fuerza

“¿Qué has pensado sobre lo del entrenamiento medico?”

Boruto alza el rostro, la mirada color almendra se encuentra con la suya, aprieta los labios ante el mal recuerdo que la pregunta atrae.

Había sido solo unos meses atrás, cuando Shikadai había resbalado en una de las ramas de los altos arboles del campo 3. Era solo un juego, algo de perseguirse entre ellos, algo que Metal les había rogado por hacer, salían tan poco últimamente, que volver a comportarse como niños compitiendo en carreras sonó tentador para el rubio, quien arrastro a un Shikadai un tanto mareado a hacerlo, nadie sabía que en ese momento el pequeño Nara tenía fiebre, él no se había quejado, pensándolo demasiado problemático ya que su madre se ponía en modo de enfermera con medicina horrenda y ordenes directas.

Shikadai se desestabilizo en el segundo kilometro, sus rodillas se flexionaron incapaz de soportar su propio peso y cayó, unos 4 metros, cerrando sus ojos y sintiendo todo el impacto colisionar sobre su espalda y hombros.

Cuando los abrió de nuevo, Boruto estaba tratando de mantenerle despierto inyectando de su propio chakra y hablando alto, casi gritando, su voz dejaba escapar el atisbo de un miedo que le empezó a anidar por el pecho, Metal había vuelto a la aldea por ayuda.

Shikadai lo dijo después, cuando ya se encontraba en una cama de hospital, boca abajo ante la aplicación de vendajes y yeso que estaban reacomodándole las vertebras, que quizás si Boruto no hubiese reaccionado de forma rápida el daño sería peor. Sakura lo constato, impresionada de que el chakra del Uzumaki haya mantenido la circulación de las sangres y el aceleramiento de células que estaban recubriendo el daño.

Así que lo pensó, una vez y Tsunade aseguro a Shikamaru que su hijo se recuperaría, él se acerco hasta ella y pregunto si podía tomar algunas lecciones sobre medicina. Y entonces la rubia lo dijo “Si pretendes que te de capacitación como si fuera primeros auxilios, olvídalo. Es todo o nada. El entrenamiento para ser ninja medico no es un juego”

Boruto asintió, pidiendo tiempo para pensarlo. Aun no había dado su respuesta.

“Si decido entrenar contigo, ¿nos quedaríamos en la aldea?”

“Tenía pensado un viaje a unas aguas termales un poco lejos de aquí, así que si decidiste decirme que si, esperaras hasta que mis vacaciones terminen mocoso. Yo no suelo llevar cargas conmigo”.

“No, yo no…”  Boruto negó con su cabeza, antes de respirar profundamente “…Yo no me refería a eso. Tú sales dos veces al año, y he escuchado que el entrenamiento dura 4 años más las prácticas. ¿Cómo entrenaremos si tú te vas?”

“Primero que nada, no te adelantes Boruto. Tienes que graduarte de la academia para obtener la suficiente experiencia para ser un postulante de Chūnin, no enseño nunca a alguien que no sea un ninja con esa jerarquía. En segundo, si decides aceptar vendrás conmigo y Shizune a “El loto dorado” una pequeña aldea al otro lado del país del fuego, de ahí obtuve mucho conocimiento, y es ahí a donde voy dos veces al año. Y tercero, necesitaras decirles a tus padres de tu decisión”. Boruto abrió la boca para replicar pero Tsunade subió una mano en señal de que guardara silencio r13;. Necesitas un permiso del Hokage para ausentarte por ese tiempo, si no serás considerado desertor. ¿Lo has entendido, todo aquello que pasara si dices que si?”. Boruto asintió en silencio. “Bien. Ahora, es tarde, vuelve a casa”.

“Tsunade-oba chan”. Le llamo mientras se incorporaba. La rubia le estaba dando un largo trago a la botella, pero aun así le enfoco “Tendré mi respuesta cuando vuelvas de las termales”.

Y con eso comenzó a correr hacia el puente que conectaba con la orilla del lago. Nunca se había planteado seguir un camino diferente más allá de ser el ninja que todos esperaban, de ser un orgullo para su familia y su clan. De alguna manera se había resignado, a estar atado dentro de los grandes muros de la aldea, a engrosar las filas de escaladores jerárquicos dentro del sistema del mundo Shinobi, y tener la suficiente fuerza y suerte para llegar a ser un ambu. Pero si decidía ir con Tsunade, si cambiaba todo aquello que era llamado destino, entonces y quizás solo entonces podría sentir lo que era volver a respirar con libertad, sin nombre y apellido.

Aprovecharía esos 4 años fuera para volverse el mejor, un digno estudiante de la quinto Hokage, como lo había sido Sakura. Sonrió un poco, mientras corría entre los puestos de comida, sintiendo que Tsunade sería la llave para romper el esquema que todos tenían sobre él.

Tal vez si Naruto hubiese sido más cercano a su hijo y le hubiese contado las grandes historias de su juventud justo como los cuentos antes de dormir, Boruto hubiese visto que había otra llave cerca de él, pasando en ese momento justo a su lado. La misma llave que se había detenido para observarle mejor, las rubias hebras escapando de la gorra, y sin lentes que le ocultaran sus enormes ojos azules. Si Naruto le hubiese dado solo unas palabras, imágenes que se dibujaran en sus pupilas con viejas fotografías, Boruto hubiese reconocido a Sasuke Uchiha, colándose en medio de la multitud, clavando su profunda mirada sobre su espalda y trayendo viejos recuerdos en él líder del clan, de una vida más joven, mas rebelde y aventurera.

Una vida a la cual ya no se podía regresar pero que ahora era personificada por él.

 

 

 

 

 

  

 


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