Primer día de escolaridad, niños saludando a sus padres en la entrada de la escuela y otros simplemente corriendo hacía esta. Kouki, de ocho años, caminaba junto a su castaña madre quién lo sostenía de la mano, el uniforme bien planchado lo hacía bien apuesto para su edad y su madre confiaba en que su hijo sería todo un galán, grave error.
Todos los niños se presentaron en el salón de clase, el castaño tuvo que tragarse su timidez para poder exhibir quién era frente a todos ellos. Al sonar la campana, todos los niños salieron al recreo, excepto uno.
- Sei-chan, vamos, salgamos a jugar un rato - un niño alto de cabello azabache incitaba a su amigo para poder ir al patio de la escuela
- Reo, debo acatar las ordenes de mi padre, no saldré a jugar y termino el tema – el semblante del otro niño era fuerte, en sí, digno de un Akashi
- Ne reo-chan ¿saldrás a jugar? – un rubio se asomo por la puerta del salón llevándose consigo al molesto azabache, el pelirrojo pudo respirar en paz de su molesto amigo, escucho un par de voces desde afuera y un castaño se adentro al salón
- Lo siento, no creí que hubiera alguien – le dijo con una sonrisa tomando un cubo mágico de su mochila, el pelirrojo lo observo un tiempo, el cual podría considerarse como que lo acosaba - ¿pasa algo?
- Eh…no.. – dijo por fin, Seijuro, mientras que el castaño volvia a salir del salón, ¿Qué clase de chico era ese?
Después de ese largo recreo, todos volvieron a su salón, Reo quién estaba enojado con su pelirrojo amigo, decidió ignorarlo todo lo que restaba de la hora, asi que no le quedo otra que molestar al castaño quién se encontraba frente a él, comenzó con tirarle papelitos, el chico temblaba de los nervios en lo que la maestra leía un cuento. Y así, se pasaron volando las horas.
Una vez fuera de la escuela, un pelirrojo tomo su mano, obligando a girar
- Desde mañana, seré tu peor pesadilla – lo solto, dejándolo en un estado de shock ¿Qué había echo mal?
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Si bien hace un año atrás cuando Akashi le había jurado ser su peor pesadilla no había temblado, ahora se arrepentía a más no poder, se encontraba teniendo su cabeza en el inodoro producto de los abusos del pelirrojo, una vez satisfecho le propino un golpe en el rostro, dejándolo tirado sobre el inodoro por el resto del recreo.
Suspiro. Un año lleno de abusos era demasiado para su persona, gracias a esto no tenía amigos ya que no querían ser producto de los abusos propuestos por el de cabello rojo.
Se levantó con pesadez antes de que el timbre que finalizaba el recreo sonase, se acercó al lavado para poder limpiar su rostro, viéndose al espejo intento sonreír, se veía horrible, su cabello castaño se encontraba mojado, sus ojos rojos de las lágrimas y sus pulmones pedían oxigeno como si su vida dependiese de eso; la puerta del baño se abrió dejando ver a un rubio de ojos verdosos entrar, este lo miro sorprendido y negó con la cabeza
- ¿estás bien? – le pregunto mientras se acercaba al castaño, este negó con la cabeza - ¿quieres ir a la enfermería? Mi madre trabaja allí – y antes de que Kouki pudiera negarse, era arrastrado por el chico hacía la enfermería, una vez allí, abrió la puerta color crema dejando ver a una mujer rubia de unos treinta y tantos de edad – Mamá, ¿podrías ayudarlo? No se ve muy bien
- Siempre tan bueno, Kotaro, dejame ver qué puedo hacer, tu ve al salón de clases ¿sí? – el niño asintió fugazmente y salió corriendo hacia su salón – Muy bien, dejame verte – la mujer comenzó a examinar a Kouki, comprobando que tenía un par de rasguños en su rostro, tomo el alcohol y un poco de algodón para limpiar las zonas lastimadas y ponerle un par de curitas – Listo, ya estás, vuelve a tu salón
- Gra-gracias por s-su ayuda – le respondió tartamudeando y como alma que lleva el diablo salió de la enfermería con destino a su salón de clases, al llegar su sensei lo regaño pero lo dejo pasar al ver las curitas en su rostro, tomo asiento frente a Reo, el azabache lo miraba con lastima, sabía que el abuso causado por su amigo se había estado pasando de la raya
A la hora de la salida, Kouki corrió lo más rápido que pudo hasta llegar un parque de básquet callejero, encontrándose así a sus dos primos, Taiga y Tatsuya, si bien este par hace poco había vuelto de estados unidos, no se detenían ni por un segundo, eran más revoltosos que cualquier niño, al ver a su castaño primo, ambos corrieron a su encuentro abrazandolo al llegar a destino, pero no contaban que cierto pelirrojo y su azabache amigo los estuvieran espiando
- Sei-chan, vámonos, quiero merendar – Reo hacía un mohín mientras Seijuro miraba con recelo tal escena que estaba llevando a cabo, después de unos minutos más de suplicas, tomo de la mano a su amigo arrastrándolo por toda la avenida
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Un año más paso y ahora Kouki tenía unos diez años, estaban a mitad de año escolar y súper nervioso comenzó a aguarda sus objetos importantes en su maleta de viaje, su padre había conseguido un nuevo puesto de trabajo en la empresa donde trabajaban los padres de Tatsuya y Taiga, por ende, tendría que viajar hacía estados unidos, todo iba a ser nuevo para él y para su familia, y eso lo ponía nervioso
- Reo, hace una semana que no veo a Kouki, ¿sabes donde se escondio el insecto? Ya que Kotaro te cuenta todo – Akashi estaba pateando una lata ante la mirada atenta del azabache ¿tendría que decirle que el joven se había ido?
- Sei-chan, Furi-chan se ha mudado – Seijuro dejo lo que estaba haciendo para voltearse a ver a su amigo – al parecer, es hasta terminar la primaria
La vida de Akashi Seijuro se encontraba perdida, otra vez.