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Inquebrantable por lu30

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Taemin estaba sentado frente a la oficina del doctor Lim. Minho estaba unos pasos más allá hablando por teléfono, seguramente con Jonghyun, considerando todas las palabrotas que le había escuchado decir. Sólo hablaba así con Jonghyun.


Estaba nervioso. Como nunca lo había estado antes. Pero su cuerpo se sentía extraño y la ansiedad que le había hecho moverse rápidamente le había abandonado y en ese momento se sentía cansado. Preocupado.


Cerró los ojos y para calmarse trató de recordar un bello trozo de su vida. Sonrió cuando lo primero que se le vino a la mente fue esa escena de hacía casi tres años. 


-          Lee Taemin, ¿te casarías conmigo?


-          Sí, claro que sí –respondió entre lágrimas, dejándolas caer  lanzándose a los brazos de Minho, mientras él se ponía de pie y lo estrechaba en un abrazo.


Todos aplaudieron, mientras Kibum derramaba una discreta lágrima. Todos les dieron ánimos mientras que la pareja se besaba entre risas.


Hacía pocas horas Taemin quedó con sus amigos para tomar un café mientras se ponían al día. Pero no sabía que todo era una trampa. Minho les pidió a Key y Jonghyun que distrajeran al menor para que el pudiera entrar de sorpresa a la cafetería y pedir su mano enfrente de todos los comensales.


Taemin estaba riéndose cuando de pronto escuchó la melodía de un violín tocando su canción preferida.  Al voltear a buscar al artista se dio cuenta que era Jinki.  


-          Hey, es Jinki hyung –exclamó sorprendido -¿qué está… -pero al voltear hacia sus amigos se dio cuenta que ambos se habían puesto de pie y alejado un poco de la mesa -¿qué está sucediendo?


-          Sólo eres tú –escuchó tras su espalda –quien me ha cambiado la vida para bien.


-          ¡Minho! –le miró con extrañeza, mientras que veía como el moreno se hincaba sobre una rodilla y sacó un estuche de su bolsillo -¡Dios mío!


-          Y me gustaría que sigas haciendo de mí un hombre mejor, más feliz –Tae empezó a sollozar mientras estrujaba una servilleta en su mano. Minho abrió el estuche y una alianza de oro plateado, de corte sencillo y recto, fue descubierta –Lee Taemin, ¿te casarías conmigo? –apenas era consciente de todos mirándole y la música sonando.


-          Sí, claro que sí –mirando a los ojos del mayor, vio felicidad y sin que nada se lo impidiera, le besó mientras todos los comensales aplaudían y Minho le colocaba el anillo.


Fue uno de los momentos más memorables. Y sentado allí, en la sala de espera, sólo pudo recordar como ese día supo que le esperaba una vida feliz a lado de Minho.


Al parecer el moreno terminó su llamada porque le sintió sentarse a su lado, contándole brevemente cómo estaban las cosas en el instituto en donde trabajaba.


-          Tae, escúchame, todo va a salir bien. Yo estoy contigo –le tomó del rostro  y le besó suavemente la nariz.


-          Lo sé –con cuidado se apoyó sobre la mano de Minho para sentirlo más cerca –pero… tengo miedo. Si fueran buenas noticias nos lo habrían dicho por teléfono.


-          No creo –le sonrió tratando de animarlo –cualquiera sea el resultado nos los tienen que decir personalmente.


La primera vez que fueron al consultorio también se sentía nervioso. Aunque en esa ocasión tenía más que ver con la vergüenza y la timidez.


Era el último de la lista, por lo que era el único en la sala de espera. Esperaba que Minho se diera prisa porque si no tendría que entrar sin él. Sacó su teléfono para llamarle y preguntarle dónde estaba, pero de pronto, le vio caminando apresurado por el pasillo de la clínica mientras soltaba el nudo de su corbata. Le recibió con un beso al mismo tiempo que sentía cómo la tensión iba disminuyendo.


-          Lo  siento, Tae. El tráfico. –se sentó junto a él –¿somos los siguientes?


-          Sí –el mayor le tomó de la mano y puso ambas sobre su muslo –temí que no llegarías a tiempo. ¿Ha ido todo bien?


-          Sí –le acomodó un mechón de cabello fuera de sus ojos –pero teníamos que entregar la planeación del próximo mes.


-          Te ves cansado –con una sonrisa le besó suavemente la mandíbula mientras le susurraba –cuando lleguemos a casa yo podría…


-          Señores –la enfermera carraspeó educadamente haciendo respingar a ambos –el doctor los está esperando.


Avergonzados, vieron salir a una pareja tomados de la mano. Entraron y tomaron asiento frente al médico quien llenaba una ficha.


-          Señorita Jisun, guarde esta historia y páseme la siguiente –recibió la carpeta  y encontró una única e impoluta hoja en ella –Así que, ¿cuál es el problema de esta joven pareja?


-          Verá doctor –empezó Minho –llevamos año y medio de casados y hace aproximadamente seis meses estamos intentando que Tae quede encinta, pero no lo hemos logrado.


-          Ya veo, y han considerado la ayuda profesional –ambos asintieron serios –bueno primero debemos hacer un estudio. Esta situación puede deberse a causas psicológicas y físicas. ¿Han estado sometidos a mucho estrés?


Ambos se miraron, y aunque sus trabajos eran demandantes, siempre lo fueron así y tampoco los angustiaba en demasía.


-          No, doctor –respondió Taemin –no más del estrés normal del día a día. Tenemos una vida estable sin mayores complicaciones.


-          ¿Hay alguna molestia emocional o física durante las relaciones sexuales en alguno de los dos?


-          No, todo está bien.


-          Vamos a necesitar varios análisis, pero cualquiera sea el resultado deben saber que gracias a la tecnología actual hay varias opciones para la concepción, ya sea inseminación artificial, fecundación in vitro o alqui-


-          No –Minho le interrumpió con educación –Taemin y yo hemos acordado que queremos ser padres de manera natural.


-          Sí –Tae le tomó de la mano –sólo queremos saber si es que será posible.


El doctor se quedó viéndolos durante un momento. Ya antes le había tocado asistir un caso similar, donde los padres no aceptaron ningún tipo de fecundación asistida. Se les destrozó la vida cuando el médico les dijo que sería imposible.


-          Señores, ¿qué tanto quieren ser padres?


¿Qué tanto? Taemin no podía expresarlo en palabras. El sólo hecho de imaginarse a sí mismo con un bebé en sus brazos, fruto de su amor con Minho, le llenaba los ojos de lágrimas. Sentía su corazón predispuesto a entregarle amor a un niño indefenso. Pero antes de poder hablar, Minho se le adelantó.


-          Demasiado, doctor. Ambos estamos de acuerdo y estamos preparados –sostuvo la mano de Taemin y le dio un suave apretón –Yo ya siento que amo al bebé que en algún momento, espero, venga a nosotros.


-          Bien, comencemos entonces.


Desde esa primera cita ya habían pasado dos semanas. Y el día anterior les habían llamado para citarles y darles el resultado. Taemin estaba muy nervioso, pero Minho le animaba con entusiasmo. Dentro de él sabía que nada grave pasaba, y que lo único que haría falta sería un breve tratamiento.


La enfermera salió y les pidió que entraran al consultorio. El doctor les esperaba con las manos cruzadas sobre el escritorio.


-          Jóvenes, estoy muy contento de verlos nuevamente –rebuscó ligeramente enre los paeles que tenía en frente –no nos hemos visto en casi una semana.


-          Sí doctor, estamos impacientes –Taemin se inclinó sobre el escritorio, sintiendo su corazón palpitar animosamente –son buenas noticias, ¿verdad?


El doctor Lim los miró fijamente y con gesto pesaroso se inclinó sobre su escritorio.


-          No –dijo firme –al menos no son las noticias que esperaban. Los análisis dieron como resultados que en Minho no hay problemas, su organismo es saludable. Sin embargo, Taemin tiene un ambiente hostil y débil.


-          Doctor, eso quiere decir que… -la voz de Minho sonó minúscula mientras que Taemin se quedó paralizado sobre la silla.


-          Las probabilidades de concebir son muy pequeñas, y si llegara a pasar, lo más probable es que el organismo de Taemin no sea lo suficientemente fuerte para albergar al feto.


-          ¿Y no hay algún tratamiento que podamos seguir? ¿Medicamentos? ¿Algo? –sonó casi a súplica y el doctor Lim se sintió un poco triste de ver la desesperación en los ojos de la joven pareja.


-          Podríamos tratar con medicamentos hormonales, pero aun así las esperanzas son muy pequeñas, pues el caso es complicado. Son dos condiciones, ambiente hostil y paredes de soporte débiles. Depende de ustedes el intentarlo. Lo siento, chicos. Los dejaré solos un momento.


Cuando el doctor salió, todo quedó en silencio. Minho volteó a ver a Taemin, quien no había dicho ninguna palabra desde el diagnóstico del doctor. Miraba hacia un costado con la cara pálida y un extraño brillo en los ojos. Verlo así, verle sufrir en silencio le entristecía enormemente.


-          Tae, amor… -tomó su rostro y le hizo girar pero Taemin bajo la mirada mientras su labio inferior temblaba sutilmente –todavía tenemos la oportunidad de intentarlo, somos jóvenes. Podemos visitar otra clínica si deseas, ¿qué dices?


Taemin le miró y con sus ojos inundados de tristeza asintió.


-          Quiero irme a casa –pronunció en un susurro.


Minho condujo hacia su casa, sintió la brisa que golpeaba la parte superior de su cabello. Miró de reojo a Tae y le vio apoyarse en la ventana abierta del copiloto. No había dicho nada más desde que salieron del consultorio. Supo con un dolor profundo que Taemin se estaba sintiendo culpable y desdichado. Le conocía tan bien que adivinada que su pobre esposo se culpaba por algo que era arbitrario.


Tal vez era el momento de tomar un respiro e irse de vacaciones. Podría edir permiso en el trabajo y llevar a Taemin a visitar a Europa como siempre quiso. Al llegar a la casa quiso preparar un baño de agua caliente para su esposo. Le haría un par de masajes y quizá así se sentiría de mejor humor como para salir a ver una película o algo que le distrjera.


-          Tae, voy a preparar la bañera, trae tus cosas y desnúdate –Taemin asintió en silencio y mientras Minho entraba al baño, el menor se fue desvistiendo en silencio.


Se sentía tan mal, tan miserable. Por mucho tiempo había soñado con convertirse en padre y tener un a familia. Desde que supo que tenía la capacidad de concebir, se imaginó una familia junto a Minho, y ese día sus sueños se habían deshecho con tal dolor que no podía pensar en nada más. Pobre su esposo, pobre Minho. Conociendo sus ansias por ser padre se sentía terrible al saber que por su culpa se debía estar sintiendo desdichado.


La camisa que se quitó quedó tendida sobre la cama. Se sentó al sentir que sus piernas no daban más. Y con un triste sollozo empezó a derramar las lágrimas que había querido ocultar. No podía con ello. Y tomando su rostro empezó a llorar.


Con rabia y frustración.


Pronto sintió los brazos de Minho rodearle, y sin pensarlo dos veces se abrazó a él para sentir su cariño y sus suaves palabras de consuelo. ¿Minho le dejaría? ¿Se sentiría engañado al haber entrado en un matrimonio infértil?


-          Tae, mi amor –le acarició la espalda mientras dejaba que el empapara la camisa –nada ha cambiado, yo te sigo queriendo, más que a nada en el mundo.


-          ¿De verdad? –levantó su rostro surcado de lágrimas, sintiéndose reconfortado por sus palabras.


-          De verdad –le besó la frente –lo solucionaremos juntos. Te lo prometo.


Y volvió a llorar, por sentirse amado y triste al mismo tiempo, pero sabiendo que Minho se quedaría junto a él.

Notas finales:

Nos vemos el jueves :)


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