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Inquebrantable por lu30

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-          ¿Estás seguro de esto? –Jongin le miró con cierta melancolía –sabes que puedes quedarte conmigo todo el tiempo que necesites.


-          Lo sé, Kai –abrazó a su amigo –pero ya no puedo huir, tengo que enfrentar la realidad –se alejó y comenzó a caminar hacia el autobús -¡gracias por todo! –agitó su brazo y sonriendo subió.


A través del cristal se despidió nuevamente y trató de poner su mejor sonrisa. Deseaba seguir ocultándose y fingir que no pasaba nada. Cómo quería cobijarse contra el cuerpo de Jongin a la hora de dormir para no dejar que las pesadillas le acecharan. Pero era momento de regresar y enfrentar el problema.


La traición de Minho le lastimaba, pero con ese dolor le llegó un conocimiento más profundo que le agujereó más el pecho. Y es que se había dado cuenta que sin él, sin Minho, la vida se le desmoronaba. Al principio se negó a sí mismo la posibilidad de depender tanto de alguien, pero durante las dos semanas que no le tuvo, no vio ni oyó, reconoció cuán profundo era el lazo que le unía a él.


Quería salir adelante, pero le dolía y le añoraba hasta el punto de sentirse vacío. ¿Acaso no era lo suficientemente fuerte para sobrevivir sin él? Se demostraría a sí mismo que no, y por ello ese día regresaba a Seúl.


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-          Buen día –una pequeña pausa –en este momento el ingeniero Choi no se encuentra. ¿Desea dejar un mensaje? –otra pausa –sí, se lo diré.


Changmin colgó el teléfono y miró con el ceño fruncido a Minho, quien estaba recostado sobre su silla, con los ojos cerrados y las manos cruzadas sobre su estómago.


-          Choi, si no vas a contestar tu propio teléfono al menos pide a recursos humanos una nueva secretaria –se acercó y enderezó la silla del menor para mirarle de frente –¿qué te parece si después vamos a tomar algo? Me asusta verte así.


-          … -Minho abrió los ojos lentamente, y si bien parecía estable Changmin le conocía tan bien que reconoció de inmediato la falta de brillo en sus ojos –no creo que sea una buena idea, no quiero arruinar tu noche.


-          Basta –le miró con seriedad –sé que te sientes mal, pero necesitas despejar tu mente. Amos sabemos cómo es Taemin, su tendencia a huir, y cuando él se encuentre mejor regresará –le sacudió los hombros para que le mirara en el momento en que Minho apartó la vista al escuchar el nombre de su esposo –tienes que estar preparado para cuando no regrese.


-          Es que… me duele que no haya confiado en mí, que se haya dejado llevar escucharme –su tono era triste y apagado.


-          Lo sé, pero bueno –le palmeó el hombro y con un solo movimiento le levantó de la silla –las cosas suceden por algo. Y lo que no te mata te hace más fuerte.


Minho buscó todo el fin de semana, y aunque deseaba dedicarse a arrasar cielo y tierra en busca de su Taemin, tuvo que regresar a la oficina a supervisar una obra que no estaba saliendo como quería. El lunes, al llegar, se preparaba mentalmente para descargar toda su frustración sobre Neil. Pero no la vio en la recepción a su oficina, y al entrar, sobre su escritorio descansaban dos obres blancos.


En uno de ellos  estaba la renuncia de Neil. En el otro, una breve carta donde se disculpaba por todo lo que había pasado.  Había ido dispuesto a sermonearle y luego él mismo echarla a la calle. Pero después de leer y releer la carta. Los humos se le bajaron y la depresión le impactó nuevamente.


No me di cuenta, hasta que fue muy tarde, que había dañado su relación.


Si pudiera borrar el error que cometí lo haría, pero no creo que una disculpa logre enmendar el daño que causé. No sé si me podrás perdonar, porque sé que en mi caso yo no lo haría.


Al entender el pequeño fragmento se preguntó si es que Taemin sería capaz de perdonar, de aceptar una relación que había sufrido un daño tan grande.


Changmin tenía razón, en parte, si quería que Taemin le escuchara y perdonara tenía que estar preparado. Sacudirse esa parsimonia y angustia que el habían aquejado las últimas dos semanas y preparar sus argumentos. Cuántas veces se había sentido orgulloso de ser un hombre de estrategias, de riegos y acciones eficaces. Era hora de poner en práctica todas sus habilidades de convencimiento, y mirando a su amigo decidió que definitivamente necesitaba un trago.


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Después del corto viaje se dirigió de inmediato a la casa de Kibum y Jonghyun. No quería regresar a su departamento porque sabía que Minho le vigilaría, e incluso en la casa de sus amigos no estaba seguro de mantenerse alejado de él. No quería ir con Jinki, porque sentía que incomodaría su vida familiar, y con sus amigos del trabajo no tenía la confianza suficiente.


Sabía que Kibum y Jong le recibirían con alegría, y sólo sería por un par de días mientras conseguía un lugar donde vivir y concertaba una cita con Minho para decirle que quería el divorcio.


Estaba decidido y no habría vuelta atrás. Comenzaría de cero.


Ya era tarde cuando llegó a casa. Tocó el timbre pero no le abrió nadie, así que introdujo el código que sabía de memoria. Nada más entrar se dio cuenta que estaba solo, las luces estaban apagadas y los ventanales cerrados. Se sintió más tranquilo de no ser recibido de inmediato por preguntas y presiones, y con calma decidió darse un baño mientras esperaba.


Su vida había cambiado tanto en apenas dos semanas, su salud física y emocional habían caído en picada. Se vio frente al espejo del baño y contempló cómo se notaba la pérdida de peso. Tenía un brillo enfermizo en la piel y ojeras. La comida le caía mal, y ahora se le veía más delgado y pálido. Sus ojos habían perdido las chispas castañas y en ese momento los vio negros, como su estado de ánimo.


Suspirando se metió en la tina y se abrazó las rodillas, tratando de recomponerse para que sus amigos no se dieran cuenta del vació existencial en el que había caído. No fue hasta que el agua se enfrió que por fin salió y se puso la bata crema de azul de Kibum. Estaba secándose el cabello con la toalla a juego cuando escuchó sonar el código de la puerta indicando que sus amigos habían llegado.


-          Key, Jonghyun –salió  a recibirlos todavía con la toalla sobre la cabeza –soy yo, Taemin.


Pero al no recibir respuesta, se quitó la toalla y al llegar a la sala vio a Minho en la entrada, con uno de sus zapatos en la mano y la expresión de sorpresa perfectamente perfilada.


¡No! ¡Por favor, no!


La prenda cayó de sus manos y su primer impulso fue echarse a llorar, pero la rabia surgió de inmediato y apretando los puños le fulminó con la mirada. Pero el moreno se le adelantó, con los ojos abiertos de par en par corrió hacia el menor y le abrazó con ferocidad.


-          Gracias a Dios, estás bien –se sintió apretujado y la esencia de Minho le inundó los sentidos –has regresado por fin.


-          ¿¡Qué estás haciendo aquí!? –le gritó y le quitó de encima con un empujón.


-          Taemin, escúchame –se le acercó pero cada paso que daba era uno que el menor retrocedía –sé que estás molesto, pero todo fue un malentendido. Déjame explicarte.


-          No quiero hacerlo –levantó sus manos como defensa para no acercarse más a él –¡ya no confío en ti!


-          … -la sorpresa sobrepasó los sentidos de Minho, pero con la misma fuerza se recuperó y tomó a Taemin por los hombros -¡no es lo que tú crees! ¡yo nunca le correspondí! ¡te amo a ti! –pero el menor se había tapado los oídos en un intento de no creer en el fervor de sus palabras.


-          Todo es mentira –se sacudió para alejarse –tuve dudas por tanto tiempo y lo que vi sólo fue la confirmación de que todo es mentira. ¡Tú no me amas! –lágrimas traiciones le asaltaron y débil apartó la vista.


-          ¡No! Yo te amo –la expresión atormentada de Taemin le mortificaba –no he pasado tanto terror en mi vida como en estas dos semanas. Sin ti no puedo vivir, ¡te necesito tanto!


Era exactamente lo mismo que sentía Taemin, pero no se dejaría engañar por las palabras dulces y la expresión devastada de Minho. El amor le había fallado y no quería volver a verse engañado porque sabía que no resistiría una segunda vez.    


-          Aléjate de mí –su voz sonó trémula y sus pasos poco seguros. Miró de reojo el pasillo y dispuesto a entrar en la habitación de invitados comenzó a caminar –ya no me hagas más daño, que no lo podré soportar.


Vio claramente cómo el comentario desbarataba el rostro de Minho, y en un afán por escapar otra vez, caminó por el pasillo, tratando de dejarlo atrás.


-          Taemin, no dejaré que te vayas otra vez –le tomó del brazo con fuerza, produciendo un quejido de dolor en el menor y le puso contra la pared –quédate conmigo, por favor –hizo el ademán de besarle, pero Taemin vio sus intenciones y le esquivó al mismo tiempo que se agitaba con energía para soltarse.


-          ¡Suéltame! –pero Minho le tenía fuertemente sujeto -¡me estás lastimando! –en su forcejeo logró patearle, desconcertándolo unos segundos que aprovechó para correr.


Pero el mayor le siguió, y antes de cerrar la puerta de la habitación ésta la empujó.


-          ¿Por qué estás haciendo esto? –el menor sólo retrocedió ya sin detener sus lágrimas –ya no te quiero, ni un poco.


-          Mientes, sé que lo haces –Minho deseaba con todas sus fuerzas poder abrazarle y besarle hasta quedarse sin aliento, pero Taemin había construido como una muralla invisible a su alrededor –no puedo creer que ya no me quieras, porque puedo sentirlo. Yo te amo, y sé que me amas, ¿por qué te resistes tanto?


-          ¡Porque me traicionaste! –impulsado por la rabia le tomó de la camisa y le gritó –¡y si lo haces otra vez…! –los sollozos se amontonaron en su garganta –mi corazón no aguantará.


¿Tanto le había lastimado, aún sin ser su intención? Minho le miró con tanto dolor, atormentado por su mirada llena de lágrimas y el temor solapado en su voz. Le quería tanto y le necesitaba de igual manera, y no lo pudo soportar más.


Tomándole desprevenido, levantó su rostro con una mano mientras que con el otro brazo le rodeaba la cintura. Antes de que Taemin pudiera reaccionar le besó demandante. La primera reacción del menor fue empujarle con las manos extendidas sobre su pecho, con los ojos abiertos, el rostro de Minho ocupaba todo su campo de visión y sentía cómo sus brazos le apresaban.


En el momento en que Minho se separó para tomar aire, Tae quiso gritar, pero la oportunidad fue mínima pues pronto sintió la boca del mayor nuevamente sobre la suya y esa vez también sintió su fuerza empujándole hacia la cama. Cayó con suavidad pero sintió el cuerpo férreo de Minho atraparle.


Quería resistirse, de verdad que sí. Pero había extrañado tanto sus besos y caricias, tanto tanto, que se rindió, con las lágrimas cayendo por sus mejillas. Cerró los ojos y abrazándole lentamente, puso sus manos sobre su espalda mientras tomaba su camisa en dos puños apretados.


Se sintió débil por dejarse vencer, pero al mismo tiempo, sentir su amor otra vez le estaba llenado de la vida que pensó había perdido hacía dos semanas. No pasó mucho antes que ambos se coordinaran y se besaran con la necesidad apasionada que les había urgido antes. Sus movimientos eran rápidos y desesperados, como si supieran que sólo les quedaba una oportunidad antes que el tiempo se acabase.


Taemin no se resistió mientras Minho le despojaba de la bata, y sin pensarlo sus manos le quitaron de igual manera la camisa y el pantalón al mayor. Sentir su piel contra la suya le hizo estremecer y un gemido pesado se escapó de su garganta al sentir los labios de Minho bajar por su cuello y su pecho desnudo hasta su vientre. El cuerpo se le contraía en espasmos violentos. Mientras Minho se posicionaba encima suyo, acariciando sus piernas, Taemin le acarició la espalda casi enterrando sus uñas en la piel del moreno. Escuchó cómo le susurraba palabras de amor, y eso casi le hizo llegar al climax de inmediato.


Cuando el mayor entró en el con un suave envite, sintió sus músculos contraerse y apegándose más a Minho le abrazó la cintura con la piernas. Nada en el mundo se igualaba al tacto de Minho, a su pasión y su fuerza.


Si tan solo pudiera fingir que todo estaba bien. Fingir que no había pasado nada y que ese era un día común en sus vidas. Que Minho le hacía el amor no por impulsividad y deseo sino porque en verdad lo amaba.


Pero la fantasía se vino abajo con el último coletazo de su orgasmo. Y llorando nuevamente dejó que Minho le abrazara por la espalda. No pasó mucho tiempo antes de que escuchara los suspiros adormilado de Minho, y acallando lo más que pudo sus sollozos, se movió para dejarle por última vez.


Mirándole dormir ajeno a su miseria interior, se prometió a sí mismo que sería la última vez que huiría.

Notas finales:

Gracias por sus comentarios.

Nos vemos el viernes :)

 


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