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Inquebrantable por lu30

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Notas del capitulo:

Hola a todos.

Lo prometido es deuda.

Pd: gracias por el review que equivalió a cien!!

Luna mantenía la mirada fija en la puerta del ascensor. Una suave melodía la acompañaba mientras se iba bajando al piso de emergencias. Eran ya pasados los doce del mediodía, pero no pudo salir antes porque Jinki tenía que llegar para cuidar a Songmi. A Luna no le dejarían entrar al hospital con la niña. Y luego tuvo su cita con el médico.


Comenzó a sentir las molestias hacía como un mes pero lo atribuyó al estrés del trabajo y de la casa. No era la primera vez que tenía dolores de cabeza y una leve alergia.


Pero no puedo evitar preocuparse al igual que Jinki, así que organizó una cita y ese día en la mañana fue a ver al médico. Esperaría con paciencia los análisis, más tranquila porque la última semana se sintió mucho mejor. Luego aprovechó para ir a visitar a Taemin.


Su esposo le avisó en donde se encontraba Taemin. Le comentó que tenía que estar en observación veinticuatro horas, por que recién saldría al día siguiente a primera hora. A penas Jinki le avisó lo que había sucedido, una angustia lacerante le había invadido al imaginar a Tae sobre una camilla, invadido por procedimientos médicos. Le quería tanto que casi se arriesgó a llevar a su niña para visitarlo, pero Jinki le había convencido de esperar.


Por fin, le vería y le daría una buena colleja por haber puesto en peligro su vida y, sobre todo, por haberla preocupado. Pero antes tenía que


El pasillo se le hizo largo, pero antes de girar le vio allí sentado y dormitando apoyado en la pared. Minho vestía unos jeans oscuros y un suéter verde oscuro, y a juzgar por su apariencia parecía que no había regresado a su casa ni tampoco había comido bien. Se sentó a su lado y le sacudió ligeramente.


-          Minho, Minho, despierta –el mayor parpadeó y con un respingo se giró hacia Luna.


-          Lu –ahogó un bostezo contra su brazo -¿qué haces aquí?


-          He venido a ver a Taemin, ¿por qué estás esperando aquí?


-          Tae no ha dado permiso de que le vea, pero dijo que más tarde podría entrar –suspiró pesadamente. Luna podía ver la crispación de su rostro y las ojeras que le hacían ver demacrado -¿sabes cómo está? Los chicos me han dicho que le hicieron un lavado gástrico y que todo salió bien, pero no se más.


-          Sé lo mismo que tú –un pequeño destello de rabia y luego derrota acudió a los gestos de Minho –por eso he venido, entremos juntos a verle.


Luna le tomó del brazo y estuvo a punto de levantarse llevándole. Pero Minho con suavidad se resistió y le jaló de nuevo. Al voltear, le miró todavía sentado y con la mirada baja.


-          No –el mayor entrelazó sus manos con nerviosismo –no quiero presionarle, por eso voy a esperar a que esté listo. De sólo imaginarme todo el dolor que pasó durante las últimas semanas y el tormento que vivió ayer en la noche no quiero provocarle ni un solo disgusto –escondió el rostro tras su mano –le extraño tanto que estas horas han sido una tortura.


-          Minho, no te lastimes de este modo –ella le acarició el hombro con dulzura –ambos se aman y sé que podrán arreglar las cosas si tan sólo conversaran.


-          Yo esperaré –giró para verle y pudo ver el brillo de anhelo en sus ojos -¿podrías decirle eso? Que seré paciente y que le quiero.


-          No te preocupes, se lo diré –se levantó y antes de caminar le dijo –pero creo que él ya lo sabe.


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Luna entró en la habitación y observó una cama con pálidas sábanas verdes, donde descansaba un joven, casi un niño, que tenía una venda alrededor de la cabeza y un pómulo amoratado. Dormía plácidamente mientras una mujer sentada cerca de él leía un libro. 


Al entrar le saludo y luego se dirigió hasta la parte que un biombo blanco ocultaba. Allí estaba Taemin recostado con los ojos cerrados. Ambas manos sobre su vientre mientras el suero goteaba con lentitud. Parecía dormido, pero sus dedos tamborileaban impacientes sobre las colchas.


-          Hola, ¿cómo te encuentras, Tae? –él abrió los ojos sorprendido y sonriendo abrió los brazos.


-          ¡Luna, qué bueno que viniste! –le abrazó y sintió su dulce aroma a flores –pensé que no vendrías, ¿has dejado sola a MImi?


-          Jinki se ha quedado con ella, les he encargado preparar el almuerzo –Taemin puso una expresión extrañado y pronto los dos comenzaron a reír tapando sus bocas para no hacer mucho ruido.


-          Shh –Taemin se llevó un dedo a los labios ocultando su sonrisa –no debemos hacer mucho ruido –susurró  –El  pobre Hee tuvo una caída fea en su casa y recién pudo dormir hace unas horas.


-          ¡Qué mala suerte! –Luna le respondió en voz baja tratando de calmar su risa. Mientras la mamá de Hee les agradecía con un ligero asentimiento.


-          Oh, mi querida Luna, te he extrañado mucho en estos días –ella se sentó a los pies de la cama –me sentía tan solo sin ti, sin las bobadas de Jinki, sin Jjong y Kibum que me aconsejaran, he extrañado a Mimi y… -bajó la mirada y jugó nervioso con el hilo de las sábanas -…también he echado de menos a Minho. Mucho.


Ella le miró con dulzura y le acarició una de sus manos. Le notaba un poco más delgado y si bien su rostro estaba enflaquecido y decaído, sus mejillas estaban tiernamente sonrosadas y en sus ojos había un brillo especial y alegre.


-          Él está esperando afuera –Taemin aún miraba hacia abajo, pero sus manos se tensaron levemente –me pidió que te dijera que será paciente contigo y que te quiere mucho.


-          Lo sé. Yo también le quiero y le necesito.


-          Entonces, ¿por qué no le has dejado entrar?


Taemin desvió hacia la ventana y no fue hasta que pasaron un par de minutos que abrió los labios y su voz sonó lenta y sosegada.


-          Luna, ese día sentí que mi mundo se destrozaba, me dejé cegar por la inseguridad y para mí todo calzaba porque nunca estuve seguro de ser lo suficientemente bueno para Minho –suspiró pesadamente –huí a Incheon y me oculté en mis recuerdos y mi tristeza, ni siquiera pensé en que debía hacer, sólo me dediqué a darle vueltas a la misma imagen –agachó la mirada y una sonrisa dura cruzó su rostro –la verdad es que siempre he hecho eso, mis emociones duran mucho y me cuesta superarlas. Incluso al regresar y sentir las caricias de Minho, estaba convencido que no eran más que migajas por su cargo de consciencia –entonces volteó y vio directamente a los ojos de Luna, y ella se quedó aturdida al ver su decisión y firmeza –pero me he dado que cuenta que sólo vi lo que quise ver, que moldeé las imágenes a mi mente angustiada.


-          ¿Quiere decir que le crees? –ella sintió su mano temblar cuando la levantó para tomar la mejilla del menor -¿…que le vas a perdonar?


-          Quiero decir… que estoy dispuesto a escuchar la verdad –sonrió y girando el rostro se apoyó más sobre la mano cálida que le sostenía –porque ya me he cansado de vivir en las historias de mi cabeza.


.-*-. .-*-. .-*-. .-*-. .-*-. .-*-. .-*-. .-*-. .-*-.


Minho estaba nervioso. El corazón le latía a mil por hora y sentía la boca seca, a diferencia de sus manos que las sentía húmedas y desagradables.


Luna había salido encontrándolo nuevamente dormido contra la pared de la sala de espera, y lo primero que le había dicho era que Taemin quería verle. Entonces sintió que su cuerpo y su corazón, que hasta entonces estaban pesados, se calentaban como si volvieran a la vida. Y al mismo tiempo, sintió como si la gravedad se impusiera y quisiera tirarle al suelo. Las piernas apenas si le sostuvieron, y con más ímpetu del que creía caminó en dirección a la terraza del hospital.


Subió y atravesó indeciso la puerta. Todo estaba en silencio y le extrañó que no hubiera nadie, a pesar de que el ambiente estaba adecuado con mesas y sillas, tal vez provistas para las horas de la comida. Pero apenas salió le vio de espaldas cerca de la baranda. Estaba en silla de ruedas, y al lado suyo un parador que sujetaba el suero. De inmediato la preocupación subió por su pecho y su primer impulso fue correr y ver si se encontraba bien. Saber si es que lo más preciado que tenía estaba bien.


Pero apenas dio un par de pasos, y sintió los goznes de la silla de ruedas moverse. Taemin había sentido su presencia y con suavidad volteó, mirándoles directamente a los ojos. Minho había pasado las últimas dos semanas queriendo estar junto a Taemin, pero en ese momento se sentía dudoso y angustiado. Ansioso por la respuesta de que le daría.


Y sin embargo, no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas.


-          Hola Minho –Taemin trató de sonreírle pero el sólo verle le alborotó el corazón –te doy gracias por esperar tanto tiempo.


-          Hubiera esperado lo que fuera –le miró huidizo, con miedo de acercarse más -¿te encuentras bien?


-          Ahora la estoy –y en esa ocasión su sonrisa fue sincera, pensando en el bebé que llevaba consigo. Pero al verle Minho pensó que su sonrisa tierna se debía a que por fin regresaría a su lado –yo… quería hablar contigo. Es hora que terminemos este asunto.


A Minho se le cayó el alma a los pies y un profundo dolor le hizo temblar. Taemin había pronunciado las palabras que más temía.


-          Taemin –avanzó un poco hacia él, y sentía picazón en la palma de sus manos, como si estuvieran entumeciéndose por la falta que le hacía tocar al menor –quiero decirte la verdad, quiero que veas que en ningún momento te he mentido –sintió que los ojos se le humedecían mientras Tae bajaba la mirada –sé que no he sido el mejor esposo del mundo pero…


-          Lo sé –fue tan sólo un susurro, pero en la soledad en la que se encontraban fue ensordecedor y Minho le miró sorprendido.


-          ¿Lo sabes? –repitió y se lleva una mano al pecho para tranquilizar a su corazón.


-          Sí –Taemin le miró y en sus ojos vio un brillo de culpabilidad. Había avanzado un poco con la silla, y Minho tan sólo tendría que estirar el brazo para acariciarle el rostro –sé que no has sido el mejor esposo –miró hacia abajo y en murmullo continuó –pero yo tampoco.


Levantó la mirada y con timidez comenzó a jugar con sus dedos. Taemin sintió que las mejillas se le encendían, pero no se dejó vencer por la vergüenza y se animó a continuar.


-          No confié en ti en el momento en que debí haberte escuchado. Me alejé de ti porque tenía miedo, y al hacerlo no solucioné nada sino que me hice daño y te lo hice a ti –con voz trémula le miró con húmeda súplica –también a los demás. Fui egoísta y me fui porque temía que llegara el momento en que me dirías que ya no me amabas.


-          Pero Tae –sin poder resistirse se arrodilló frente al menor, y con una determinación que desconocía estiró la mano, le tomó la mejilla y le alzó delicadamente el rostro, al mismo tiempo que le limpiaba una única lágrima –te dije tantas veces que te amo, he querido demostrártelo siempre y en mi corazón sólo existes tú. Te amo y te amaré, ¿Por qué dudaste de mí?


-          No dudo de ti –Taemin inclinó el rostro hacia la mano de Minho para sentir su calor mientras las lágrimas caían silenciosas por sus mejillas –sino que dudo de mí mismo. Sólo hasta ahora me doy cuenta que en mi cabeza había y todavía queda una idea irracional, tan ilógica como incomprensible –cerró los ojos para aguantar el dolor de sus demonios y abriéndolos nuevamente miró a Minho con el alma desagarrada –y es que en mi corazón se escondía el presentimiento de que si mis padres nunca me quisieron lo suficiente como para quedarse conmigo, para no irse y cada uno hacer su vida por su lado, entonces ¿quién me iba a querer? ¿quién se quedaría con alguien como yo a quien sus mismos padres rechazaron?


Minho trasladó su mano y con fuerza le cubrió los labios. Lloraba con la misma intensidad que Tae, pero sentía su propio corazón romperse.


-          Calla –le espetó –no digas más, amor. ¿Por qué te lastimas de esta forma? –ambos se miraron por interminables segundos hasta que Minho se calmó lo suficiente para hablar –tu infancia no fue la ideal, pero no dejes que te persiga hasta el presente. ¿Qué no ves que yo te amo y que te necesito? Todo tú, con tus virtudes y tus defectos, me haces feliz.


-          Minho –Taemin susurró, y rompiendo en inconsolable llanto, se lanzó a los brazos del mayor. Enterró su rostro en su pecho y se sujetó a su espalda. 


Se abrazaron y lloraron juntos. Minho se dio cuenta de sus propias lágrimas al sentir su sabor salado correr por sus labios. Le estrechó más fuerte contra su cuerpo y deseó que ese momento no terminara sino que se quedara congelado. Pero pronto sintió el cuerpo de Taemin tranquilizarse, y presintiendo que quería separarse, le soltó poco a poco.


-          Hay algo más que quería decirte –el  menor le miró, tomó una de sus manos y la estrechó –quiero pedirte perdón…


-          Tae, no es necesario que –le cortó.


-          No, escúchame por favor –presionó su mano con más fuerza y se agitó ligeramente acercándose a Minho –perdóname porque no confié en ti, ni te quise creer. He sido un tonto. En realidad me convertí a mí mismo en la víctima de algo que nunca pasó –sus ojos todavía estaban húmedos pero brillaban con esperanza –sé lo que sucedió ese día, y la verdad es que dentro de mi corazón nunca creí que fueras a traicionarme. Pondría mis manos al fuego por ti, pero estaba tan ciego.


-          ¿Cómo? –Minho le miró asombrado al mismo tiempo que conmovido por sus palabras -¿Cómo sabes lo que sucedió?


La expresión de Taemin se tornó molesta, frunció la frente y desvió la mirada con un gesto de enojo. Luego, soltándose de Minho se sentó bruscamente en la silla cruzando sus brazos frente a su pecho. Minho le había visto pocas veces con ese semblante, y le sorprendió lo que pudo ponerle así.


-          Neil vino a buscarme –sentenció.


-          ¿Qué has dicho?

Notas finales:

Nos vemos el miércoles!


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