«Y ahora, vamos despidiéndonos mis queridos amigos invisibles, en esta noche única en que finalmente la tierra se interpondrá entre el sol y la luna, pero sigan escuchándome, porque les traigo historias tan increíbles; pero tan ciertas como el aire que respiramos. Sigan sintonizándome, porque tengo sorpresas que les van a encantar; abróchense los cinturones y despabilen sus sentidos, porque después de este eclipse….ya nada será igual»
Así terminó Grace su programa radial, quería salir de ahí lo más rápido posible, antes de que su ex novio- quien era director de la radio- la empezara a fastidiar.
Graciela- locutora de radio- La mejor amiga de Bill, una chica simpática, elocuente; de mediana estatura, muy bonita, de ojos grandes. Con un corte de cabello un tanto roquero: corto y con las puntas levantadas, su estilo era bastante hippie. Su forma de vestir resumía su forma de ser - libre.-
Al llegar a casa, se alegró de ver que su amigo ya estaba ahí- semejante milagro casi nunca ocurría.-
- ¿Te interrumpo?- pregunto la chica tocando la puerta de la habitación del pelinegro- ¿Estás trabajando?
- Estoy trabajando, pero no interrumpes…pasa-
- ¿Estás muy atareado?- la chica tomo asiento en la cama junto a Bill-
- Un poco- puso su portátil a un lado- estoy trabajando duro, porque la firma de los inversionistas es muy importante.
- Y lo estás haciendo muy bien- le regalo una dulce sonrisa- yo sé que mañana todo te saldrá perfecto.
- Eso lo dices porque eres mi amiga y me quieres-
- Claro que no, lo digo porque es cierto- su conversación fue interrumpida por el timbre.
- ¿Esperas a alguien?- interrogó el pelinegro.
- No, ¿Y tú?- Grace suponía que era una de sus “amiguitas”.
- Sí, pero nada formal… es el repartidor- le dijo divertido- ¿Por qué no comes conmigo?-
- ¿Puedo?-
- Claro, ve a abrir y de paso pagas la cuenta- le dedico una de sus sonrisas ladinas-
Al cabo de unos minutos ambos amigos se encontraban en la sala del departamento comiendo comida china.
- ¿Te acuerdas de la rubia despampanante que me gustaba?- pregunto Bill de repente.
- ¿Cuál de todas?- no quiso sonar obvia, pero su amigo tenía muchas mujeres con esas características en su lista- hay muchas rubias que te gustan.
- Romina, ¿te acuerdas de ella?-
- La que no te dejó llegar anoche-
- No me digas que vas a reprocharme como esposa celosa- le cuestionó divertido-
En un lugar oculto de la ciudad, que parecía olvidado de la mano de Dios, una camioneta se estacionó desencajando en el sitio por su opulencia, dando paso a una figura misteriosa que camino con paso seguro hasta una pequeña y desmejorada casa.
- Quiero que me haga un trabajo- exigió, sin mucha educación.
- ¿De qué trabajo estamos hablando?-
El lugar era muy recóndito, lleno de envases de cristal con contenidos muy sospechosos. Cuencas de colores colgadas por doquier adornaban la pequeña habitación. En el centro una mesa redonda cubierta por un mantel de figuras estridentes, sobre la que se posaba una bola de cristal. La mujer que estaba tras del mueble era de edad avanzada, vestía una ropa muy extraña que acompañaba con varios chales de colores. Sobre su cabeza una pañoleta roja- le daba el aspecto de gitana.-
- Un cambio de cuerpo- prosiguió-
- ¿Nombre?- pidió la mujer mayor.
- William/Bill Kaulitz- le entrego una foto del nombrado a la bruja.
- ¿Edad?-
- 25 años-
- Repite conmigo- pidió la hechicera sosteniendo la foto desde la otra orilla- “nada mantiene su forma, todo se transforma”- Romina repitió con la mujer mayor una y otra vez hasta que el eclipse lunar terminó-
Bill despertó esa mañana algo cansado por haberse desvelado, fue al baño para alistarse, cuando estuvo frente al inodoro tanteó su entrepierna y se dio cuenta de que lago faltaba- tal vez aún sigo dormido- fue hasta el lavamanos para echarse un poco de agua en la cara y despertarse de una vez por todas, cuando se vio en el espejo, los ojos se le abrieron como platos -el cuerpo que reflejaba el objeto no le pertenecía.-
- AAAHHH!!!!- empezó a gritar histérico, mientras seguía revisando su nuevo cuerpo- AAAHHH!!! Volvió a gritar desesperado-
Grace al oír el escándalo que provenía del piso de abajo despertó muy asustada, los gritos eran de una mujer, seguramente otra de sus conquista pensó adormilada, tomó un bate de baseball que encontró cerca –por si acaso-
Cuando llego a la sala una mujer delgada de buen cuerpo, castaña corría de un lado al otro.
- ¡Grace!- grito Bill, cuando vio a su amiga corrió hasta ella-
- ¿Quién eres?- la locutora se asustó al ver a esa chica en semejante estado de desesperación, pensó que era una psicópata.
- ¡Grace, soy Bill!- intentaba explicarse-
- No sé quién demonios eres, pero mejor te vas- a Grace le asustaba la actitud de la chica castaña-
- ¡Grace, soy Bill!- no sabía que más hacer para que le entendiera- ¡Soy William, Grace créeme!-
- No, no, tú estas bien zafada de la cabeza, así que mejor te vas- intento sacarla jalándola del brazo-
- ¡No, Grace! hazme caso soy Bill ¡En el cuerpo de una mujer!- empezó a tantearse todo él- me cambiaron- comenzó a lloriquear- me cambiaron el pelo -sujeto su nuevo cabello largo- me quitaron mis tatuajes- empezó a revisarse los brazos- ¡me quitaron las bolas!-observo su entrepierna viendo que no había nada, su histeria rayaba la locura- ¡y me pusieron tetas!- cayo arrodillado sobre la alfombra, si este era un sueño quería despertarse ya.
- Ok, hagamos una cosa-Grace se acercó con cuidado- te voy a llamar un taxi, ¿sí? , y así te vas más tranquila.
Le daba un poco de pena aquella joven desestabilizada, de repente sonó el teléfono, nadie contesto así que sonó la contestadora.
«Bill, soy Romina ¿te acuerdas de mí?, te dije que no sabías con quien te metías y no te mentí, yo también tengo mis contactos. Que disfrutes tu nuevo cuerpo…guapa»
Grace enmudeció por completo, entonces era cierto, esa joven que estaba ahí histérica no era otro que su amigo Bill.