El cielo está rojo. Sí. Rojo. Que más se podría esperar después de lo que pasó se entendía aunque era un resultado que ya no importaba, era irrelevante.
Pasaron muchas cosas los últimos 2 años.
Ahora caminar entre cuerpos era normal, cuerpos en etapa de putrefacción, descuartizados, roídos por las ratas, el olor a muerte. Debía reconocerlo, la mayoría de personas que estaban muertas allí fueron a causa de él. Era satisfactorio, divertido. Ahora todo estaba rojo, bueno casi todo, porque su cabello azabache resaltaba entre todo.
Antes, ¡JA! Antes no hubiera entendido lo bien que se sentía cortar personas, no hubiera podido comprender esa adrenalina que recorre todo su cuerpo y aunque no podía poner expresión alguna (desde hace mucho que no lo hacía) en sus ojos rojos se veía reflejada claramente la euforia que sentía, era lo último que sus víctimas veían. El placer era indescriptible era retorcido e indescriptible no se comparaba con nada, lo mejor era no tener que ocultar los cuerpos, era magnífico.
Hace dos años no era así, ni por asomo, en el pasado era un imbécil, totalmente estúpido o como otras personas dirían, inocente. Puaj. Era la típica persona promedio; notas normales, amigos promedio, familia aburrida, todo muy soso, no llegaba a entender como era feliz o ¿quizás sí? Era por él, era su culpa estúpido Javi, estúpido y muy sensual Javi. Por él es que comenzó a pensar en el pasado, él le había hecho muchas cosas, algunas que simplemente no valía la pena recordar y otras que quisiera repetir y ¿porque no? Al llegar a casa lo harían, porque sí, aún en esas circunstancias él seguía con Raúl, ¿no es un amor?
Al principio no sabía nada sobre peleas o asesinar a alguien, ¿quién rayos sabría cómo hacerlo?, había aprendido sobre la marcha. Ahora le causaba tanta gracia recordar como inició, estaba tan asustado, aterrorizado, desesperado. Ahora mismo se carcajearía si pudiera.
Agradecía a los científicos por sus grandiosas ideas, sobre todo las ideas que se relacionaban con las armas. Después de todo su resultado era el presente, ese gas que trataban de lanzar a otro país y, que por un grandísimo idiota, se activó estando en el cielo. Hizo que la mayoría de personas muriera, los pocos que quedaron mutaron y se volvieron locos. Salvo él, era demasiado fuerte, solo sus ojos cambiaron de azules a rojos; la locura nunca llegó, según él; su novio también era fuerte y aunque sus ojos también habían cambiado no murió, lamentablemente ¡Javi se había vuelto loco! Porque trató de dejarlo, fue todo un lío, pero Raúl ya lo había solucionado.
- Hola mi amor – besó sus labios lentamente aunque no recibió respuesta.
- Cariño tus labios están fríos y resecos ¿Quieres un poco de agua?
Javi estaba recostado, quieto. Raúl se subió sobre él y comenzó a acariciar su cabello castaño.
- Oh! Se te volvió a caer – colocó el mechón a un lado y siguió – no importa siempre te amaré. ¿Y? ¿Quieres agua?
- No. Te quiero a ti. Ahora. – Raúl simulaba la voz, moviendo con sus manos la delgada mandíbula de su pareja, porque bueno, los muertos no hablan.
FIN