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¡Demuéstrame quién eres, Santa! por MayByun

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Notas del capitulo:

Holaaa

regrese antes :3

este capitulo es hermoso

 

 

 

 

Comencé a ver a Baekhyun por todas partes. No estaba en ninguna de mis clases, pero lo encontraba en los alrededores. ¿Desde cuándo estaba su taquilla unos treinta centímetros por debajo de la mía? ¿Se atascaba continuamente su puerta al intentar abrirla? ¿Siempre le daba un golpe con el zapato para cerrarla? Si hubiera estado a su izquierda en lugar de a su derecha, podría haber echado un vistazo dentro. Apostaba a que era el tipo de chico que pegaba imágenes en el interior de la puerta.

¿Y desde cuándo tenía Baekhyun al Sr. Murphy a tercera hora? ¿Cuántas veces había estado en un corrillo fuera de la puerta, esperando para entrar en la clase, mientras yo salía? Por un momento me pregunté si alguna vez se había fijado en mí, si alguna vez yo había destacado entre lo que de repente me parecía una multitud.

¿Desde cuándo Baekhyun se sentaba en el almuerzo en la mesa directamente detrás de la mía? ¿Con qué frecuencia estábamos de espaldas y nos atiborrábamos con la misma comida grasienta? ¿Estaba su mesa siempre tan vacía —solo Baekhyun y sus dos amigas?

¿Desde cuándo nos cruzábamos en el pasillo entre la cuarta y la quinta clase? ¿Siempre abrazaba sus libros contra el pecho de esa manera? ¿Siempre caminaba con la cabeza baja cuando sus amigas no estaban con él?

¿Y desde cuándo, al verlo reír con sus amigas, deseaba participar también en la  conversación?

Me dije a mí mismo que mi B-dar (Baekhyun radar) únicamente estaba afinado por el intercambio de regalos. Solo quería saber cómo era para así poder obsequiarle algo mejor que una pésima corbata.

Necesitaba saber más sobre él, pero no podía simplemente acercarme y hablarle. Eso sería demasiado obvio. O se daría cuenta de que yo era su Santa Secreto, o pensaría que estaba enamorado de él. Tampoco podía preguntar por ahí por Baekhyun. Pues serían los otros los que podrían pensar que estaba enamorado de él. Era una situación imposible.

Una vez que llegué a casa de la escuela, decidí probar un enfoque diferente. Cibernético. Busqué a Baekhyun en Facebook, pero su información era privada. Lo único que pude ver fue la foto de su perfil (un gato blanco con manchas negras) y una cita tonta del Dr. Seuss acerca de ser quién eres y decir lo que sientes. Eso no era de mucha ayuda. No fue hasta que recorrí todo el sitio web de nuestra escuela y me enteré de que la señora Hwa Sa patrocinaba un club de tejido los martes, que forjé un plan.

 

 

 

 

 

Fui el primero en llegar al aula de la señora Hwa Sa después de las clases. Le pregunté si podía ayudarme con mi tarea y fingí ignorancia mientras ella me explicaba despacio algunos problemas de matemáticas. Me senté en un lugar estratégico que me permitía mantener un ojo en la puerta y otro en mi papel. A medida que los tejedores entraban, empujaban los escritorios quitándolos de en medio para que todos pudieran sentarse en el suelo en un gran círculo.

—¿Dónde está Baekhyun? —preguntó una de las chicas mientras se dejaba caer en el suelo y rebuscaba en su bolso. 

—Vendrá —dijo Irene—. Me dijo que va a empezar un nuevo proyecto hoy. Algo especial.

—Hablando del diablo —señaló otra chica, y mis ojos volaron a la puerta.

Cuando Baekhyun entró en la habitación, sus ojos se encontraron con los míos, y se detuvo en seco.

—¿Chanyeol? —dijo la señora Hwa Sa, tocando con el dedo mi tarea

— ¿Estás escuchando?

—¿Eh? —Miré mi trabajo—. Lo siento. Creo que ya lo entiendo. ¿Puedo quedarme aquí y trabajar en ello un poco más por si me surge alguna duda?

—Claro —dijo la señora Hwa Sa, levantándose de su asiento—. Avísame si necesitas ayuda.

Cuando volví a mirar a Baekhyun, se había vuelto para estar de frente a sus amigas.

 —¡Qué pantalones más guays! —exclamó una de las chicas.

Eché un vistazo a sus vaqueros y mi corazón se detuvo. ¡Mi corbata! Había visto a Baekhyun más temprano, pero no había mirado por debajo del cinturón.

—Me va a hacer un par, una vez que encuentre la corbata correcta —dijo Irene.

Baekhyun había cortado las costuras de la parte exterior de las piernas para abrirlas y había cosido la corbata en ellas desde la rodilla hasta abajo.

Irene palmeó el espacio a su lado, instando a Baekhyun a sentarse.

—Es una idea genial —dijo Hyeri—, pero podrías haber elegido una corbata mejor.

Baekhyun pasó los dedos sobre la seda de lunares.

—Me gusta esta —dijo en voz baja.

Sentí que se me ponía un nudo en la garganta y tuve que apartar la mirada. ¡Realmente llevaba la corbata!

Las tejedoras siguieron charlando sobre tonterías. Principalmente chismes, y Baekhyun no dijo mucho. Se suponía que tenía que hacerme una idea de la psique de Baekhyun, pero hasta ahora, no había aprendido mucho.

—¿Qué es eso que estás haciendo, Baekhyun? —preguntó Hyeri.

Miré a Baekhyun y nuestros ojos se encontraron brevemente.

—Umm... —Vaciló—. No lo he decidido todavía.

—¿Qué quieres decir con que no lo has decidido? No puedes solo… ¡Oh! Es una sorpresa, ¿no?

Él sonrió.

—Bien —dijo, haciendo un mohín—. Sé misterioso.

La chica a la derecha de Baekhyun se inclinó y miró dentro de la bolsa.

—Hilo blanco y negro —comentó—. No es propio de ti.

Baekhyun cogió su mochila y la colocó al otro lado.  

—¿Quién llenó de mierda tus Fruit Loops esta mañana? —le dijo la chica.

Baekhyun le dio un empujón juguetón. Levantó la vista y me encontró observándolo de nuevo, rápidamente desvié la mirada hacia mi papel. Había hecho dos problemas en los últimos veinte minutos.

Las tejedoras volvieron a su labor. La señora Hwa Sa se sentó en su escritorio y se dedicó a calificar trabajos. Traté de parecer ocupado mientras espiaba conversaciones sobre chicos de la escuela, chicos de la televisión, chicos de la radio. ¿Y dicen que los hombres solo tenemos una idea en la cabeza? Las tejedoras estaban como locas por los chicos. Baekhyun no dijo mucho, pero me preguntaba si también estaba loco por los chicos. Me preguntaba qué tipo de chicos le gustaban. ¿Le gustaban los deportistas con grandes músculos? ¿O le iba el chico medio de pelo negro, como el mío? No es que me importara.

Finalmente, las tejedoras comenzaron a recoger y despedirse. Esperé hasta que todas hubieran salido antes de hacerlo yo. Tan pronto como estuve fuera del edificio, un viento helado golpeó mi cara, y me subí la cremallera del abrigo hasta la barbilla. Estaba a mitad de camino de mi coche cuando oí los gritos.

—¡Quitaos de encima, joder! —gritó alguien. Sonaba como Baekhyun.

Me volví en la dirección del ruido y vi una masa de cuerpos en la distancia. Baekhyun estaba en el suelo con tres chicos sobre él. Solo lo reconocí porque podía ver la parte inferior de sus piernas pateando violentamente, los lunares revelando su identidad. Mi primer impulso fue esconderme para salvar mi propio culo, pero una sensación de malestar se extendió a través de mi tripa que no me dejó tomar el camino de los cobardes.

—¡Hey! —grité mientras corría hacia ellos, aterrorizado de que estuviera a punto de conseguir que me dieran una patada en el culo.

Baekhyun luchaba bajo el peso de los cuerpos y gritaba obscenidades a sus atacantes.

—¡Hey! —grité de nuevo mientras me acercaba. Los tres chicos de repente se levantaron y echaron a correr por la acera.

—Mierda, ¿estás bien? —le dije mientras dejaba caer la mochila y me arrodillaba a su lado.

—Bien —susurró, con su voz aguda. Mientras me ponía de pie, alargué la mano hacia su brazo para ayudarlo a levantarse.

—No me toques —dijo, apartándome con el brazo.

—Lo siento. —Lo observé de cerca, tratando de evaluar los daños. No había sangre. No había contusiones. Mis ojos recorrieron su cuerpo y se detuvieron en sus pies. Al instante comprendí lo que había sucedido. Trevor y sus secuaces le habían quitado a Baekhyun los zapatos. No tenían la intención de hacerle daño, solo humillarlo. Era lo suyo. Los zapatos serían expuestos mañana por la mañana, colgando de las líneas eléctricas en frente de la escuela.

—Mis zapatos favoritos —se quejó Baekhyun.

Miré sus pies otra vez y le sonreí.

—No es gracioso, idiota.

—Mierda… no, lo sé. Es solo…  tus calcetines... —Eran de color
azul brillante y estaban cubiertos con pequeños arcoíris y nubes concaras sonrientes. Baekhyun frunció el ceño y luego se puso de pie.

—Sí, ha sido divertido —espetó—. Tengo que irme.

—Espera… 

Volvió la cabeza hacia mí y arqueó una ceja.

—Deja que te lleve a casa.

—Puedo caminar —comentó con voz fría y gesto sombrío.

—No puedes caminar hasta casa por la nieve y sin zapatos —le dije—. Solo los abuelos cuentan que han hecho eso.

No se rio de mi broma, y ninguno de los dos se movió durante varios minutos.

Suspiró ruidosamente.

—Mis dedos ya están adormecidos.

—Vamos —le dije, señalando con la cabeza el estacionamiento—.Baekhyun se echó la mochila al hombro.

—Gracias —susurró suavemente mientras le conducía hasta mi coche.

****

No hablamos mientras caminábamos por el aparcamiento. La manera en que Baekhyun se aferraba a la correa de su mochila con ambas manos caminando un paso detrás de mí, me hizo pensar que estaba considerando salir disparado, y no quería arriesgarme a asustarle. Cuando llegamos a mi coche, me dirigí a la puerta del lado del pasajero primero.

—Qué caballeroso —dijo con sarcasmo.

—¿Eh? Oh. No, solo tengo que despejar el asiento. No estoy acostumbrado a tener gente en mi coche.

Lancé mis trastos al asiento trasero de mi viejo Civic y luego me aparté de su camino. Subí al asiento del conductor y arranqué el motor. Baekhyun se abrochó el cinturón de seguridad, y después se estremeció violentamente.

—Debería calentarse en un minuto —comenté.

Levantó las piernas, apoyando los talones en el borde del asiento, y luego se quitó los calcetines.

Me quedé mirando sus pies descalzos mientras flexionaba los dedos, y una extraña sensación se disparó a través de mi cuerpo.

—¿Qué… Qué estás haciendo?

—Mis calcetines están mojados —dijo con total naturalidad—. ¿Por qué? ¿Tienes prejuicios contra los pies?

—¿Eh? —Tragué saliva y miré sus pies otra vez.

Mis entrañas se agitaron y mi piel comenzó a estremecerse. De repente me sentí contento de haber decidido no quitarme el abrigo cuando tiré el resto de mis cosas en el asiento trasero.

—Puedo ponérmelos de nuevo —dijo—, si te molesta.

—N-n-no. —Hice un gesto hacia el suelo—. Puedes meterlos bajo la rejilla de ventilación para secarlos. 

Baekhyun me sonrió, y resistí la tentación de tirar de la parte inferior de la chaqueta hacia abajo aún más. Sabía que mi excitación no era visible. Mientras no hiciera  nada para llamar la atención, estaría bien.

Cuando nos acercamos al primer semáforo, Baekhyun me dio instrucciones para llegar a su casa.

—Es un paseo largo —comenté—. ¿Caminas tanto cada día?

Negó con la cabeza.

—No, por lo general me lleva en coche una amiga, pero no puede quedarse hasta tarde los martes.

—Eso apesta —solté, y luego me eché a reír—. Tío, realmente debe  gustarte hacer punto.

—¿Y a ti qué te importa?

Mis ojos estaban fijos en la carretera, pero se podía oír la tensión en su voz.

—Nada —dije—. Está bien. Solo que… puede que la gente no te acosara tanto si fueras más discreto, ¿sabes?

—No voy a dejar que los acosadores me impidan ser yo mismo o hacer lo que me gusta.

Para alguien tan pequeño, era mucho más fuerte que yo.

—Sí, tienes razón —admití—. No me hagas caso.

—Después de unos momentos de silencio, añadí—: Oye, mi madre trabaja en Craft Magnet. No sé si vas de  compras allí tus... cosas de tejer.

La voz de Baekhyun se suavizó.

—Sí, me gusta ese sitio.

Mientras reducía la velocidad hasta detenernos, le miré.

—La próxima vez que vayas, pregunta por Charlotte. Si le dices que me conoces, podría hacerte un descuento.

Sonrió, y me resultó difícil apartar la mirada. Cuando subió los pies para sentarse al estilo indio en su asiento, miré sus dedos. Apoyé la mano sobre la palanca de cambios, a apenas unos centímetros de la parte inferior de su pie desnudo. Una imagen mía pasando los dedos por su planta destelló en mi cabeza. La piel de esa zona parecía suave, y me pregunté si tenía cosquillas.

Estaba duro. Muy duro. ¿Qué demonios? ¿Cuándo había desarrollado un fetiche por los pies?

—Uh... ¿Chanyeol? —dijo Baekhyun.

Alcé la cabeza para encontrarle sonriendo.

—La luz está en verde desde hace tiempo.

—Oh. Mierda. Lo siento. Supongo que me distraje por un instante. —Baekhyun movió los dedos de los pies. Cabrón presumido.

—Bueno, ¿cómo llevas lo del Santa Secreto? —dijo Baekhyun.

Mi corazón se detuvo.

—¿Q-qué quieres decir?

—¿Has hecho tu regalo para esta semana?

—Uh... estoy trabajando en ello.

Le eché un vistazo en un esfuerzo por evaluar su expresión, pero giró el rostro hacia la ventana. Rogaba a Dios que no me hubiera descubierto ya.

—Tuve suerte —dijo—. Tiffany es bastante fácil de complacer.

—Oh. Sí, me di cuenta de que lo conseguiste. Realmente le gustó mucho esa bufanda.

—Sí, me alegré. ¿Qué hiciste tú?

—Bueno, arruiné mi primer intento. —Mierda, ¿qué estaba diciendo? ¡TMI! ¡TMI! (TMI: Too Much Information, demasiada información.)

—¿Ah, sí?

Jugué con los controles de temperatura.

—¿Tienes calor? Puedo bajarlo un poco.

—Estoy bien. Pero puedes hacerlo si lo deseas. Llevas una chaqueta gruesa.

Normalmente no me ruborizo, pero podía sentir el calor alcanzar mi rostro al pensar en lo que escondía bajo el abrigo.

—Oye, ¿no llegaremos a tu calle pronto?

Baekhyun me indicó el camino en los giros finales. Me paré en la acera frente a su casa, pero dejé el coche en marcha. Me miró como si estuviera esperando que le dijera algo, pero yo no encontraba las palabras adecuadas.

Las comisuras de su boca se elevaron en una suave sonrisa.

—¿No quieres entrar un rato?

—¿Qué? —dije, alejándome poco a poco en mi asiento— ¿Por qué querría hacer eso?

Su expresión se endureció y rápidamente abrió la puerta. No tenía la intención de que las palabras salieran de esa manera.

Me había atrapado con la guardia baja.

—Gracias por traerme —masculló a toda prisa mientras se apresuraba a salir del coche.

Lo vi correr por el camino de entrada con los pies descalzos.

Había olvidado recoger sus calcetines.                             

— ¡Baekhyun! —le llamé, pero desapareció en el interior de su casa sin mirar atrás.

****

Volví a casa sintiéndome como un completo idiota. Obviamente, había molestado a Baekhyun. De todos modos, ¿qué esperaba invitándome de esa manera? ¿Pensaba que éramos amigos solo porque le llevé a casa? ¿Pensaba que éramos más que amigos? Oh, Dios. ¿La debacle de mirar sus pies había puesto en marcha su radar gay? ¿Sabía lo mío? ¿Por eso me había invitado a entrar?

Solo quería llegar a casa, ponerme mis auriculares y olvidarme de todo y de todos durante un rato. No podía tratar con ello en ese momento.

En la cena de esa noche, mi madre sacó a colación el regalo para el intercambio.

—¿Has decidido si vas a venir al taller mañana por la noche? Todavía tienes que elaborar un regalo para Baekhyun, ¿verdad?

—Eso no funcionó muy bien la última vez —dije.

—Yo iré —señaló mi hermana pequeña—, voy a hacer una araña arcoíris.

La miré con diversión.

—¿Una araña arcoíris? ¿Las arañas no son negras?

—No mi araña —dijo ella, como si fuera lo más obvio del mundo—. Mi araña es una araña arcoíris.

—¿No se supone que las niñas tienen miedo de las arañas? —pregunté.

Yoora se encogió de hombros.

—No le tengo miedo a las arañas. Me enteré de lo de esa chica que puso una araña grande en su cara y dejó que se arrastrara por su pelo.

Me estremecí ante la idea de una gran araña peluda bajando por la larga y castaña cola de caballo de Yoora.

—Ahgg.

—¿Sabías que las arañas traen suerte? Mi maestra nos enseñó esta rima: Si quieres vivir un día más, deja que la araña siga su camino. 

—No recuerdo haber aprendido esa rima cuando estaba en la guardería —dije.

—Mi profesora dice que en Baviera las arañas significan buena suerte. Se alimentan de nudillos de cerdo allí. Y también tienen castillos.

—¿Las arañas comen nudillos de cerdo? —pregunté.

—¡No! —respondió en medio de un ataque de risa—. La gente de Baviera lo hace.

—¡Qué asco! —solté, arrugando la cara hacia ella.

—Mami se llama así por una araña. ¿No es así, mami?

—Así es —confirmó mi madre—. Por  La telaraña de Charlotte.

—Veeeees —exclamó Yoora—. Te lo dije.

Levanté las manos de manera defensiva.

—Te creo, caramba.

—¿Y sabes qué más? —preguntó mamá—. Tradicionalmente las arañas son el símbolo de hilanderos y tejedores. Creo que sería un regalo precioso para Baekhyun.

Yoora inclinó la cabeza y apartó algunos mechones de pelo de sus ojos.

—¿Quién es Baekhyun?

—Mi amigo —dije.

¡Hala! ¿De dónde venía eso? ¿Era Baekhyun mi amigo?

—Ambos podemos hacer arañas arcoíris —comentó Yoora—. Puedes hacer una para Baekhyun.

—No voy a hacer una araña arcoíris.

—¿Por qué no? ¿No crees que le vaya a gustar?

Mamá sonrió y me lanzó una mirada de complicidad, pero no dijo nada.

Suspiré.

—Sí, probablemente le gustaría.

—¡Qué bien! —dijo Yoora, después su cuerpo se retorció en su asiento mientras cantaba—: Vamos a hacer arañas arcoíris. Van a dar tanta suerte. Vamos a hacerlas brillantes. Para que no se vean asquerosas.

Volví a dirigir la atención hacia mi madre.

—¿La gente realmente se apuntó para hacer arañas?   

—No, se inscribieron para hacer adornos de animales. Supongo que la mayoría hará gatos, perros o monos.

—Oh, Dios, no más monos. —Una ola de inquietud me atravesó al pensar en la monstruosidad escondida arriba en mi cómoda—. Tal vez haga un gato. A Baekhyun le gustan los gatos.

—¡No! Dijiste que ibas a hacer una araña arcoíris, como yo —soltó Yoora. Sus labios formaron una mueca de disgusto.

—Está bien, está bien, voy a hacer una araña contigo. Pero va a ser negra.

—Bien —dijo ella—. Haz tu aburrida araña negra.

 

 

Fui invadido por las pesadillas otra vez esa noche. Los detalles eran borrosos, pero la sensación de opresión en el pecho y la almohada húmeda debajo de mi cabeza cuando me desperté con un sobresalto fueron lo suficientemente intensas. Me quité de encima las mantas de una patada y me puse boca abajo. Cuando ya cerraba los ojos y trataba de volver a dormir, una secuencia de imágenes del sueño reapareció en mi mente. Había estado mirando fijamente la planta de un encantador pie, los dedos apuntando hacia el cielo. ¿Era el pie de Baekhyun? En el sueño, extendí la mano para tocar la suave piel, pero antes de que hiciera contacto, una enorme araña negra coronaba los dedos de los pies. Se quedó allí, mirándome con cuatro ojos de color rojo brillante. Fue entonces cuando me desperté.

Buena suerte, y una mierda. Esa araña me provocaba escalofríos espeluznantes. Tenía que ser algún tipo de mal presagio.

Supe eso tan pronto como llegué a la escuela y vi a Baekhyun en su taquilla. No parecía él mismo. Generalmente su pelo era suave como la seda, pero esta mañana estaba desordenado, como si ni siquiera se hubiera molestado en peinárselo. No llevaba lápiz delineador. Ni bufanda, ni pulseras, ni cordones de colores en los zapatos. Solo una simple y vieja sudadera y vaqueros, como todo el mundo. Me preguntaba cómo serían los calcetines escondidos dentro de sus zapatillas. Seguramente estaban cubiertos de múltiples colores formando algún tonto diseño. A Baekhyun no le iba lo monótono.

¿Estaba bien? ¿Simplemente se había quedado dormido? Estuve pensando en sus calcetines todo el día. Si hubiera podido verlos, habría sabido si estaba bien o no.

Cada vez que lo veía, quería que él me mirara, pero no hacía contacto visual. Incluso intenté saludarlo discretamente cuando me crucé con él en el pasillo, pero me ignoró. Sé que él me oyó. Vi que sus labios se apretaban en una línea firme antes de que acelerara el paso y se alejara de mí.

Fue peor durante el almuerzo, cuando al menos una docena de personas pasó por delante de su mesa, burlándose de él por los zapatos que habían visto colgados frente a la escuela. Terminó dejando la cafetería temprano. Por un momento, miró en mi dirección mientras salía.

¿Qué se supone que debía hacer? **** Hice lo único que se me ocurrió. Confeccioné una araña arcoíris.

Yoora se sentó a mi lado en el taller. Ella se aseguró de decirles a todos allí que yo era su hermano, y que estábamos haciendo arañas arcoíris. No necesitaba un espejo para saber que mi rostro se volvió de un saludable tono rosa cuando soltó:

—Chanyeol  está haciendo una araña arcoíris para su amigo, Baekhyun. Le gustan los gatos y los arcoíris.

Estaba seguro de que algunas de esas damas habían estado presentes la semana pasada también. Seguramente estaban empezando a hacerse preguntas sobre mí.

—No, no debes hacerlo de esa manera —dijo Yoora, interrumpiendo mis temores mentales. Levantó una pata de la araña, moviéndola frente a mí—. Se supone que debes hacerlo así. —Ella era muy hábil con los abalorios para tener cinco años.

—Por lo menos no tenemos que meter un corazón dentro de este —comenté.

Ella me mostró un contenedor brillante.—Pero tenemos la oportunidad de usar purpurina.

Y así fue cómo salí del taller cubierto de purpurina multicolor.

Mientras ayudaba a mi madre a cargar la furgoneta, pensaba en Baekhyun. Esperaba que le gustara el regalo. Deseaba que le animara. Tal vez lo sacara de su tristeza. Pero no sabría que era de mi parte. Si quería arreglar las cosas entre nosotros, tenía que hacer algo más personal.

—¿Mamá? —dije mientras metía las manos en los bolsillos de mi abrigo y bajaba la mirada a la acera.

—¿Qué, Chanyeol? ¿Qué pasa?

—Hay algo que tenemos que hacer de camino a casa.

Mientras estábamos allí, junto a la puerta trasera del coche, le conté lo de Baekhyun, que le habían robado los zapatos y los habían colgado frente a la escuela. Le dije que le había llevado a casa, y que había sido grosero cuando lo dejé allí. Le confesé que no me hablaba, y que quería hacer las cosas bien. Le expliqué lo que debía hacer. Se mostró reacia, pero insistí en que era lo único que podría funcionar.

Me dio algo de dinero y esperó en el coche con Yoora mientras yo corría a la ferretería de al lado. Diez minutos más tarde, nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela con dos piezas de tres metros de tubería de plástico atadas al techo de la camioneta. Ella saltó el bordillo de la acera y condujo el coche directamente bajo el cementerio de zapatos.

Mamá era la mejor. Me puse a trabajar rápidamente; usé cinta adhesiva para unir las dos piezas de tubería y después subí al techo del coche.

—Oh, Dios mío. ¡Ten cuidado! —dijo mi madre, colocándose cerca con los brazos extendidos, como si estuviera preparada para amortiguar mi inminente caída.

—Lo tengo, mamá. Está bien.

El techo del coche era bastante estable, pero estaba oscuro. No podía decir qué zapatos eran los de Baekhyun.

—Chanyeol, ¡esto es una locura! —exclamó mi madre.

—¡Lo tengo! ¡Un momento!

Me llevó un rato. El séptimo par que bajé eran los suyos. Los reconocí tan pronto como estuvieron en mis manos. Brillantes cordones rosados sobre lona de cuadros blancos y negros. Los había visto patear la parte inferior de la taquilla de Baekhyun suficientes veces para saber que le pertenecían.

Mi madre y yo dispusimos cuidadosamente los otros zapatos que había rescatado en la base del poste, y después le di un abrazo.

—Gracias, mamá.

—Tu padre estaría orgulloso de ti, cariño —dijo.

Le di instrucciones para llegar a la casa de Baekhyun, mientras yo permanecía sentado con sus zapatos en mi regazo. Una parte de mí no quería devolvérselos.

Yoora hizo un centenar de preguntas por el camino.

—¿Por qué robaron los zapatos de Baekhyun?

—Porque son mezquinos —dije.

—Espero que nadie robe mis zapatos. ¿Recuperarás mis zapatos si alguien me los roba?

—Nadie va a robar tus zapatos.

—¿Por qué? ¿Porque soy una niña?

 —Así es —le dije—. Y porque eres linda.

—¿Es lindo Baekhyun?

 —Es un chico.

—¿Y? Los chicos pueden ser lindos. Hay un chico en mi clase, Jimin, mi amiga Minah piensa que es lindo. Pero no se lo digas a él. Es un secreto.

—Está bien, no se lo diré —prometí, riendo.

—No voy a decírselo a Baekhyun si piensas que es lindo. Soy buena para los secretos.

—Obviamente.

Estaba tan ansioso por escapar del interrogatorio de mi hermana que cuando llegamos a la casa de Baekhyun, me bajé del coche con rapidez y me dirigí a la puerta. Una vez que estuve allí, me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que le iba a decir. Pero mi madre estaba en el coche, esperando, así que tenía que hacerlo rápido. Toqué el timbre y contuve la respiración mientras esperaba que alguien contestara.

—¡Baekhyun! —oí una voz profunda gritar—. Ve a ver quién está en la puerta.

Sus ojos se iluminaron cuando me vio y sonrió, pero rápidamente se contuvo,  mordisqueando su labio inferior.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Escondí los zapatos en mi espalda mientras él abría la puerta. Fue un movimiento estúpido. Ahora tendría que entregárselos formalmente.

—Oh. Bueno, yo... yo quería decirte que lamento lo de ayer. No quise decir... ya sabes.

—No tenías que venir hasta aquí solo para decirme eso.

—Lo sé. Pero... bueno... aquí. —Le di los zapatos y observé su rostro sorprendido.

 —¡Mis zapatos! ¿Cómo has…? —Me miró, sus ojos buscando algo.

Me sentí como si estuviera bajo un hechizo. No podía hablar. No podía moverme. Todo lo que podía hacer era mirarle.

—¿Quieres pasar? —preguntó en voz baja.

—No, no puedo.

 Bajó la mirada.

—Oh.

—N…. No es que no quiera. —Me volví e hice un gesto hacia la furgoneta—. Mi madre está esperando en el coche.

—Oh.

Mi madre y mi hermana nos saludaron, la luz interior del coche iluminándolas en la oscuridad.

Baekhyun rio y les devolvió el saludo.

—Qué inoportuno.

—Sí, lo sé. Bueno, me tengo que ir. Supongo que nos veremos.

—Está bien.

Levanté la mano para decir adiós a Baekhyun con un gesto, y él vio la purpurina en mis dedos. Rápidamente retiré la mano y corrí hacia el coche.

****

No vi a Baekhyun hasta el almuerzo del día siguiente. Cualquier tristeza que hubiera sentido el día anterior, parecía haberse ido ya.

—¿De qué te ríes? —dijo Taemin mientras me clavaba el codo en el costado.

—¿Eh? Nada. —Por supuesto que no me reía del cinturón de cuadros rosas y morados de Baekhyun.

—Tienes esa mirada de cachorro enfermo de amor en tu cara.

Metí una rebanada de pizza de pepperoni en mi boca para ocultar mi expresión de pánico. ¿Enfermo de amor? ¡No estaba enfermo de amor! Mi interés por Baekhyun era puramente... bueno, no sabía lo que era. Oh, Dios. ¿Estaba enamorándome de Baekhyun?

Quería hablar con él, pero siempre había gente alrededor. Tenía el suficiente sentido común para no llamar la atención, pero no podía decir lo mismo de Baekhyun. Me preocupaba que pudiera acercarse y hablarme; ¿y qué haría yo después? Me odiaba a mí mismo por ello, pero hice todo lo que pude para evitar verle el resto del día. Solo necesitaba un poco de tiempo para resolver las cosas.

El viernes por la mañana esperé tanto tiempo como fue posible antes de entrar en clase de asesoría. Si Baekhyun iba a tratar de hablar conmigo en la escuela, ese era el lugar más probable para que lo hiciera. Kai ya estaba dentro, así que me senté a su lado.

Quería echar un vistazo a Baekhyun, pero estaba con los nervios a flor de piel. ¿Y si me atrapaban con la mirada clavada en la de Baekhyun como había ocurrido en su casa la otra noche? ¿Y si la mirada de cachorro enfermo de amor volvía a llamar la atención?

Aproveché la ocasión para observarlo de manera furtiva cuando se levantó para recoger el regalo de intercambio. Ya no podía negar mi atracción por más tiempo. Solo mirarlo provocaba un revoloteo en mi interior. Baekhyun llevó el nuevo regalo a su asiento, sosteniéndolo con cautela.

—Me pregunto qué consiguió en esta ocasión —comentó Kai.

Baekhyun abrió la caja y sacó el adorno de la araña. Se echó a reír, y me sorprendí a mí mismo sonriendo mientras Baekhyun me miraba.

—Oh, es taaan lindo —exclamó Irene—. Déjame verlo.

Baekhyun levantó el adorno y lo sacudió para que las patas de la araña se movieran.

Kai soltó un bufido.

—Es una araña gay. ¡Eso es impresionante!  Tengo que encontrar a quien lo hizo y chocar los cinco con él.

Baekhyun miró a Kai y puso cuidadosamente la araña de vuelta en su caja.

—Chanyeol —dijo la señora Min—: Esto es para ti. Me alegra ver que no te han dejado al margen en esta ocasión.

Le di las gracias y tomé mi regalo. Abrí el pequeño paquete para encontrar una pulsera. Había sido trenzada utilizando grueso hilo de lona, con un fino y sedoso hilo color café entretejido en ella. Era realmente genial.

—¿Qué es? —preguntó Kai.

—Creo que es una pulsera de la amistad. —Me la puse y extendí el brazo para inspeccionarla.

—No vas a llevar eso, ¿no? —dijo Kai—. Tío, eso es muy gay.

Me quité la pulsera y la dejé caer en mi mochila. No podía soportar mirar a Baekhyun, sabiendo que él había sido testigo del intercambio. El aire parecía cargado de desaprobación, los minutos pasaban lentamente. Cuando sonó la campana, Baekhyun fue el  primero en atravesar la puerta.

Notas finales:

Y que les parecio?

Creo que al final Chanyeol la cago al guardar la pulsera.

tal vez actualise mañana

byeee


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