Kotaro caminaba de un lado a otro, aún no podía creer que después de tanto tiempo (exactamente desde Diciembre) que no se encontraba con sus amigos, los doctores intentaban calmarle pero era imposible, de pronto todo el pelotón aparecieron frente a la sala de parto, todos estaban ansiosos, más la generación de los milagros, que serían los tíos postizos de la pequeña Sakura; Kotaro seguía más nervioso que nunca, hacía ya dos horas que se encontraba ahí y aún no sabía nada de su prometida, al cabo de un rato, una enfermera salió diciendo que llevarían a Momoi al cuarto de maternidad, tan pronto como dijeron eso, todos salieron disparando para ver a la pelirosa
- Que entre el padre, por favor – dijo el doctor una vez que salió de la habitación, Kotaro entro echo un manojo de nervios, vio a su prometida postrada en la cama con una bebita en sus brazos, vestida de rosa, que miraba a su madre con ojos rosas , el joven se acerco a ella y comenzó a llorar, nunca se había sentido tan feliz en su vida
- Satsuki, que bella hija tenemos – carcajeo un poco Kotaro, para después plantarle un beso a su prometida
- Kota-chan, es tan abrazable, ¡es muy bella! – la pelirosa se le caían lagrimas de felicidad, su primera hija, el fruto de un amor intenso.
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Semanas más tarde, al estar ya en su propia casa, Satsuki le hizo una pequeña fiesta de bienvenida a su pequeña, Kotaro nuevamente corría de acá para allá haciendo los preparativos, una vez todo listo, los primeros en entrar fueron Kise y Aomine, el último ayudaba a Kotaro en lo que faltase mientras Kise se quedaba hablando con la pelirosa
Kise, quién miraba embobado a la pequeña, no se dio cuenta de la presencia de su novio, quién se encontraba detrás de él, el rubio tomo la mano de la niña quién esta abrió los ojos bien grandes e hizo una mueca algo parecida a una sonrisa
- Aominecchi, ¿te gustaría ser padre? – el rubio miro a su novio, quién no dijo nada y siguió ayudando a Kotaro - ¿dije algo malo, Momoicchi?
- Para nada, Kise-kun, para nada – la ojirosa miro a su amigo con tristeza, ese gesto que le brindo al rubio no le gusto para nada
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La fiesta de bienvenida transcurrió tranquila, entre sus familiares y amigos, a la noche una vez que todos se fueran se acostó junto a su prometido una vez de dejar dormida a su pequeña cereza
- Kota-chan, tengo miedo de Kise-kun, ojalá no peleen con Dai-chan – decía la chica mientras se abrazaba al cuerpo de su hombre, este gruño un poco, tampoco le gustaba esa idea, ya los había tomado a todos como una familia
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Esa noche, en otra casa, un rubio y un peliazul discutían a más no poder
- ¡Eres un puto insensible! – Kise le tiraba almohadones por la cabeza a Aomine, quién estaba furioso con aquel rubio con tal solo pensar la idea de ser padres
- ¿insensible? ¡tu quieres ser padre! ¡nunca tendría un hijo contigo! – y el corazón del rubio se encogió, su mirada atravesó el alma del morocho, quién al darse cuenta del error, intento arreglarlo diciendo que no había querido decir eso, mientras el otro muchacho tomaba algo de ropa en una mochila – Amor, no quise decir eso
- ¡Callate! Eres un infeliz, nunca pensé que realmente pensaras solamente en ti – con eso guardo la ultima de su ropa y salió corriendo hacía el exterior, Daiki se quedo mirando a la puerta abierta, mientras algo de viento entraba a la casa, la había cagado
‘’ ¿Cómo puedes dormir en la noche?
¿A dónde vas cuando te escondes? ‘’
Kise corría hacia la casa de la única persona que sabía por seguridad que le abriría las puertas de su casa, toco el timbre, una voz ronca grito el nombre de su pareja y este rápidamente abrió la puerta
- ¿Ki-chan? – pregunto Takao, mientras el rubio se tiraba encima de su persona llorando, al escuchar el alboroto, Midorima bajo de la habitación para verlos y preguntarse cual fue el motivo de tal brutal llanto
‘’ ¿Cómo piensas que estoy bien?
Es la forma en la que espero
Es la forma en que ha cambiado ‘’
El móvil de Midorima confirmo al ver que Daiki lo llamaba, Kise al oír el tono del aquél aparato infernal le pidió con la mirada a su amigo que no contestase, haciéndole caso al rubio y dejándole pasar a su humilde morada