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New York (Chanbaek Oneshot) por byeongari_me

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Notas del fanfic:

Adaptación de la versión Kaisoo x OC de mi propio fic 'New York (D.O x OC Oneshot)'.

"«...Nada ni nadie es eterno, siendo lo material lo más efímero de todo. Es la esencia de la persona y las cualidades que adquiere por medio de sus propias experiencias lo único que permanece hasta el final. El humano puede incluso perder su memoria completa o parcialmente al llegar a su edad senil. Las dulces penas del olvido. Sin embargo, habrían sido todas las etapas por las que ha pasado las que moldearían la persona que ha llegado a ser. En esta vida, como ya bien dijo Nietzsche, todo se compone de cosas buenas y malas. Blanco y negro. Ying y Yang. Apolíneo y dionisíaco. Y puedo, si me permiten la osadía, atreverme a declarar que las buenas experiencias son, en su mayoría, a causa de lo intangible. Las posesiones proporcionan una sensación de satisfacción temporal pero, por otro lado, es su uso y el hecho de compartirlas con seres queridos lo que crea memorias, momentos que revivir en el día de mañana, cuando nuestra situación, sea cual sea, nos lleve a rememorar el que un día fue nuestro presente. Sin embargo, y para concluir, les daré una opinión que cruza el umbral de lo personal. Para mí, señoras y señores, lo más vital es mantenerme en continua creación de recuerdos. ¿Por qué? Porque recordar es bello, pero enfermizo es vivir de las memorias del pasado. La vida es lo que le ocurre a uno mientras planea qué hará, sin percatarse de que el tiempo fluye como arena entre los dedos y que, cuanto antes nos demos cuenta de ello, antes podremos vivir nuestra vida de manera espontánea y, en la mayoría de casos, más plena. Señores y señoras del público, profesores, compañeros. No sé ustedes, pero yo ciertamente prefiero vivir un día en la Tierra que cien años en la historia.»

Toda la sala se levantó de sus asientos y comenzaron a silbar, gritar, aclamar y, sobre todo, aplaudir al joven que, temblequeante, hacía una reverencia de noventa grados a su público y se detenía frente al estrado hasta encontrar la mirada que buscaba entre el público. La de él. El rubor llegó a sus mejillas y una risita se escapó de entre sus labios. Definitivamente, él era de lo más hermoso.

Tres horas y media habían pasado y, al fin, el discurso de clausura del director llegaba a su fin.

- Es como un sueño hecho realidad.

- Ya sabes: los sueños son las únicas mentiras que pueden dejar de serlo.

- Tú siempre tan filosófico, haciéndome reflexionar. ¡Sabes que no sirvo para eso!

- Claro, por eso te han dado una beca de artes para que viajes a Nueva York.

Chanyeol se abrazaba al menudo cuerpo del mayor y reía junto a su oído. Lo iba a extrañar demasiado. Baek Hyun siempre había estado a su lado en todo momento y ahora que iban a estar separados por varios meses, más de nueve, las ganas de llorar se hacían más intensas y las lágrimas afloraban de sus lacrimales.

- Baek Hyun, me alegro mucho de que hayas conseguido esto, mi chinito.

- ¡Que no soy chino! ¡Soy coreano! ¡¡Pero si tú tienes más pinta de chino que yo!!

Ambos reían a carcajadas aun cuando sus rostros eran bañados en lágrimas. Los dedos de ambos se entrelazaron y sus miradas conectaron. Una chispa repiqueteaba en el interior del bajo abdomen de Baek Hyun. ¿Mariposas? No sabría decirlo con certeza.

- ¿Has hecho las maletas?

- Aún no he terminado.

- Pues vamos a tu casa. Te ayudaré a terminar.

Aún unidos por el lazo de sus dedos, ambos caminaban por las heladas calles de Londres. Por fuera, todo eran trajes, zapatos de piel, corbatas italianas, maquillaje (y mucho eyeliner por parte de Baek Hyun). Por dentro, ambos eran un manojo de nervios. Llegaron al porche de la casa del menor, que introdujo la fría pieza de metal normalmente conocida como llave en la cerradura y la giró, empujando el pomo y ofreciéndole el paso a su amigo antes de entrar.

- Chan Yeol, no hagas caso del desorden, por favor.

- ¿Alguna vez lo he hecho? - Preguntó retóricamente el chico en un tono de burla.

Sin más palabras, se pusieron manos a la obra. Ahora con ropa de chándal -Baek Hyun con uno viejo y desgastado que le venía enorme, ya que originalmente había sido de Chan Yeol- terminaron de hacer las maletas del más bajo. Solo faltaba cerrar la última, la de la ropa.

- ¡Tiene que entrar toda! - Vociferaba Chan Yeol mientras saltaba sobre la maleta, aplastándola con el trasero para cerrar la cremallera. Cuando lo consiguió, se colocó de pie y, con los brazos cruzados, asintió en aprobación.

- Hecho.

El sonido de dos botellines de cerveza chocando entre sí. El bullicio de los concurridos pubs de estilo clásico inglés del casco antiguo de Londres. Las continuas órdenes de "some lager, some cider, some bitter, please." Baek Hyun reía y abrazaba a un Chan Yeol afectado por el alcohol, pero no ebrio. Atravesaba esa primera fase tras tomar una pequeña cantidad de alcohol en la que la nostalgia se apodera de su cuerpo y los recuerdos más fúnebres venían a él.

- El jueves te irás.

- Así es, Chan Yeol. Chan Yeol, por favor. Chan Yeol, no llores... ¡Chan Yeol!

Baek Hyun se abalanzó sobre el chico, que rompió a llorar de un momento a otro. Dejando sobre la mesa una cantidad que se aproximaba al precio total de sus consumiciones, rodeó la cintura del mayor con un brazo y la guió fuera del local.

- Hace frío, toma.

Colocó su cazadora de piel sobre los hombros del chico que en aquellos precisos instantes mostraba una apariencia débil, acurrucándolo en un abrazo. Horas en silencio pasaron, pero ninguno de los dos se sintió incómodo o molesto en momento alguno. Solo necesitaban de la compañía del otro para sentirse bien. Para sentirse llenos y completos.

Jueves. Baek Hyun corría a sin mirar atrás, dejando al otro lado del control a un deshecho Chan Yeol, que giraba sobre sus talones con su cara roja del llanto para salir del aeropuerto y tratar de llenar sus pulmones con algo de oxígeno que lo hiciese sentir vivalo aunque, con Baek Hyun camino al otro lado del planeta, se haría complejo.

Ya estaba en casa. Cerró el portón de madera de haya barnizada tras de sí y se lanzó sobre su cama. No quería más que llorar. Cerrar los ojos. Ser mecido por los brazos de Morfeo. Y durmió.

Ocho meses se habían ido. Ocho meses en los que Chan Yeol había adelgazado y había bajado un punto su media de notas. Sin embargo, trató de cuidarse lo más posible, todo por si algún día inesperado volvía Baek Hyun, el cual por teléfono ya le había avisado de que pensaba alargar su estancia dos años más. "No siento que haya nada que me ate a Londres, Chan Yeol. Nadie que me necesite ya. ¿Comprendes?" "¡Yo te necesito!" Gritaba en respuesta su subconsciente cada vez que aquellas palabras hacían eco en su mente.

- ¡Chan Yeol!

Chillaba la voz de la última novia que Baek Hyun había tenido antes de partir hacia la ciudad norteamericana.

- Tú siempre amaste a Baek Hyun, ¿no es así?

- Cállate, Se Hun - defendía el mejor amigo de Chan Yeol.

- Lu Han, dímelo a la cara. ¿Chan Yeol no estaba, está y estará enamorado de Baek Hyun?

Cuando la voz de un enemigo acusa, el silencio de un amigo condena. Lu Han no podía mentir. No es que no supiera, es que nunca lo hacía. Decidió que ya nadie le daba vela en ese entierro. Miró a Chan Yeol, la disculpa dibujada en su mirada. Sus hombros se encogieron y se alejó de ambos chicos, dejándolos hablar a solos en el patio trasero de la facultad.

- ¿Por qué nunca admitiste que lo amabas?

Chan Yeol miraba al suelo, incapaz de enfrentarse al chico por cuya existencia tanto tiempo lloró.

- No evites el tema. No como has hecho estos últimos ocho meses.

- Miedo... - murmuró.

- ¿Miedo a qué?

- Miedo a sufrir.

- El que teme sufrir, ya sufre el temor. Chan Yeol, escúchame. No me veas como un enemigo. Si por algo dejé a Baek Hyun, es porque noté que tú lo amabas, incluso más de lo que yo lo hacía. Y más importante aún, porque él no me amaba a mí, te amaba a ti. Ahora deja de buscar excusas para no aceptar tus sentimientos y corre a casa. Calculo que ya habrá llegado y te estará esperando.

- ¿Pero qu...?

- No hay peros que valgan. ¡Ve!"

Chan Yeol cerraba el manuscrito que con tanto esfuerzo había escrito junto a su marido, Baek Hyun.

- Y bien, cariño. ¿Te gusta?

- Es increíble, appa. ¿De veras papá y tú vivieron eso?

- Por supuesto, Dae Hyunnie. Ahora, ¡a dormir! Quizás mañana conozcas tú a tu futura princesa, como conocí yo a tu edad a papá.

Sarah apagó la lámpara de la mesilla y esbozó una sonrisa. No había nada como vivir el momento. Disfrutar de su hijo así como lo hacía de su marido, su Baek Hyun, que lo esperaba con una sonrisa de amor sobre la cama cubierta por sábanas de seda y bañada por la tenue luz que se colaba entre las cortinas, proveniente de la multitud de rascacielos que adornaban el cosmopolita paisaje neoyorquino.



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