Tortura
La afilada hoja plateada brillo cuando se encendió la luz, en los ojos verdes lucia el terror, la dama de negro sonrió.
—Baja el cuchillo Fenrir, todavía no es tiempo —dijo Bellatrix.
El hombre suspiro decepcionado.
*
Severus golpeo con insistencia la puerta de madera que estaba al fondo del pub, sentía que el tiempo se le escurría como agua entre sus dedos, después de lo que le pareció una eternidad Aberforth Dumbledore le abrió la puerta, de los resquicios de la habitación salió un olor desagradable como a cabra a Severus se le revolvió el estómago.
—¿Dónde está Albus? —pregunto de inmediato.
—Salió —replico Aberforth molesto.
—¿A dónde fue?
—¿Piensas que lo sé? Él se larga sin avisar y a mí no me molesta para nada.
Claro que no te molesta anciano pervertido pensó Severus con desagrado.
—Necesito tu ayuda —pidió muy a su pesar el pelinegro.
—Estoy ocupado.
El hombre de ojos azules estaba por cerrarle la puerta en las narices pero Severus fue más rápido y coló su pie por el marco de la puerta.
—Es realmente urgente.
Aberforth vio desesperación en los ojos negros.
—Está bien, espera aquí.
—No entraría ahí ni aunque me lo pidieras por favor —replico Severus.
El aludido se carcajeó, siempre apreciaba los comentarios mordaces.
*
Bellatrix meneo la cabeza con desaprobación.
—Mi Lord no debió escoger a escoria como tu como su sucesor, no lo entiendo.
Harry miraba a la mujer de cabellos rizados con incredulidad, cuando las personas nombraban a Bellatrix siempre iba acompañada con la palabra loca, ahora entendía el porqué. Atado y amordazado, sentado en una incómoda silla de madera en una habitación apenas iluminada el joven de ojos verdes se sentía impotente, intento decir algo pero la tela que cubría su boca no lo dejaba.
—Bella apresúrate —instigo Fenrir.
—Tú cierra la boca —chillo la mujer.
Desde lejos no se podría decir que Bellatrix fuera una mujer peligrosa, sin embargo cuando te acercabas lo suficiente podías verlo en sus ojos negros, la crueldad y sed de sangre se reflejaban en ellos, el hombre dio un paso hacia atrás solo como precaución, no quería ser víctima de la vara de pino que ella sostenía y menos aún de aquella daga de plata que guardaba en el liguero.
La dama de negro le quito el pañuelo de la boca a Harry, el moreno quería soltar un montón de improperios pero los ojos amenazantes de la mujer le decían que debía tener cuidado.
—¿Tienes alguna intención de liderar la causa? —pregunto Bellatrix.
—No —susurro el menor con voz trémula.
—Ya me lo imaginaba, ¿Por qué regresaste a este pueblo?
—Curiosidad.
Bellatrix sonrió.
—Qué tontería.
—Lo que hacen sí que es una tontería —se atrevió a decir el moreno.
Los ojos de la mujer centellaron, ahí estaba la oportunidad que estaba buscando, levanto la vara de pino y la azoto contra la mejilla izquierda de Harry.
—Que actitud tan impertinente.
Fenrir sonrió, empezaba la acción. Los ojos del menor se llenaron de lágrimas, aquel golpe había dolido como los mil demonios.
—Te daré unos segundos para replantearte la respuesta, ¿Tienes intención de liderar la causa?
Harry estaba enojado y aterrado a partes iguales, ¿Qué planeaba esa mujer? ¿Azotarlo hasta que dijera que si? Pero ¿Cómo podría? Esa gente fanática había matado a sus padres, ¿los mortífagos realmente buscaban la pureza de sangre? ¿O era solo una excusa para matar?
—Nadie te seguirá, ellos ya no quieren continuar con esta ridícula farsa —dijo Harry.
A veces el moreno se preguntaba de donde sacaba valor, tal vez en otra vida había sido un león.
—Lo sé, todos son débiles, el imbécil de Lucius solo busca el poder que los mortífagos pueden darle sin estar dispuesto a ensuciarse las manos con sangre, desde que mi hermanita se suicidó se ha convertido en un blandengue —Bella soltó una risita— y Draco, el pobre muchacho está muerto de miedo, su padre debería darle más duro.
La mujer blandió una vez más la vara de pino y le pego a Harry con ella, esta vez en la mejilla derecha.
—Por eso te necesito, tú debes ser el líder de lo contrario no estaría perdiendo el tiempo, contigo me ganaría a Severus en un instante —la mujer volvió a reír— el pobrecillo es tan patético, también acabaría con la resistencia de los más jóvenes, entonces Pansy vendría a mí y traería consigo a esa rubia.
—No tiene sentido, yo no puedo influirlos —se quejó Harry.
—Te equivocas, la sangre fresca los atraerá, ya te lo dije ¿no? ¿lideraras la causa?
—¡Esto es una maldita ridiculez! ¡Estás loca! ¡No pienso hac…
¡ZAP! ¡ZAP! ¡ZAP! ¡ZAP! La fuerza de los cuatro golpes hicieron que Harry se cayera con todo y silla, el menor sintió las mejillas calientes y sangre salía de su nariz.
—Fenrir, es tu turno —dijo Bellatrix.
“Severus, Severus ayúdame” llamo en su mente el menor cuando vio que Fenrir se acercaba a él con una sonrisa maliciosa y un cuchillo dentado.