Reuniones
Severus se despidió de Harry antes de que el muchacho se fuera a donde estaban sus amigos, el moreno le pidió que se quedara con él para tomar algo pero Snape negó con la cabeza y con una sonrisa se fue a su departamento. El mayor se sentía cansado tanto física como emocionalmente y necesitaba estar unos momentos a solas antes de su reunión con los ex mortífagos.
Calentó agua para té y encendió un cigarro, era la primera vez en seis meses que necesitaba de la nicotina para calmar sus nervios, una vez que termino de fumar y de beber su té se fue directo a la cama ajeno a todo.
En la planta baja los tres jóvenes platicaban animadamente poniéndose al día, la pareja le contaba a Harry que planeaban quedarse solo dos días para recabar la información que les faltaba para su trabajo.
—Se toman muy enserio esto —comento Harry.
—Bueno, el profesor Binns prometió exentar del examen final a quien presentara el trabajo bien hecho —dijo Ron.
—A mí no me molesta pero me preocupa que Ron no lo apruebe, dicen que sus finales son la muerte —dijo Hermione.
—Gracias querida —alego Ron sarcástico.
Harry sonrió, esa pareja era de lo más divertida pues a pesar de que peleaban todo el tiempo podía ver en sus ojos el amor que se profesaban.
—¿Y tú Harry? ¿Viniste a ver a alguien? —pregunto indiscreta Hermione.
—No, yo no sabía que esta era la ciudad donde vivían mis padres y no creo que tenga más familiares, pero la curiosidad me trajo aquí —dijo Harry con naturalidad.
—¿Y has averiguado más sobre ti?
—Algunas cosas —dijo distante el moreno.
—Pienso que este es un buen lugar para saber muchos datos, ¿Quién se iba a imaginar que el líder de la orden del fénix sirve tragos aquí?
—¿Qué?
—Albus Dumbledore, te lo dije en el tren.
Harry abrió los ojos sorprendido, había olvidado lo que la castaña le había dicho aquella vez. El moreno busco con la mirada al anciano pero solo se topó con la mirada azul de Aberforth.
—Y no solo él, muchos de los mortífagos y de la orden aún viven aquí, lo que me parece bastante extraño —siguió hablando Hermione.
—Es verdad, si yo fuera un mortífago me largaría del lugar donde murió mi líder, aunque el gobierno no parece interesado en encarcelarlos, tal vez por eso se quedan aquí —comento Ron.
—Me gustaría hablar con algún mortífago, aunque me da un poco de miedo, ¿sabes? Yo soy impura, pero creo que este pub es un lugar seguro, Dumbledore está aquí después de todo —dijo Hermione.
Harry estaba sorprendido.
—Me gustaría leer su trabajo una vez que lo terminen, si no les molesta —hablo el moreno.
—Claro, te dejaremos una copia antes de que nos vayamos —contesto la castaña.
—Gracias.
—Herm ¿ya nos vamos a dormir? —pregunto Ron abrasando a su novia por la espalda.
—Pero dormiste en el tren —se quejó Hermione.
—Si pero me quiero acostar en una cama y comamos algo también.
—Bueno, lo siento Harry nos iremos a descansar un rato —dijo Hermione despidiéndose del moreno, Ron dijo adiós con la mano.
Harry suspiro y decidió que era momento de ir a dormir también, subió las escaleras para ir a su departamento, una vez ahí acomodo las cosas que había comprado en la tienda de convivencia mientras se comía un pastelito de chocolate, se cambió de ropa por un pijama y vacío sus bolcillos encontrándose con la caja de condones, el moreno se puso de repente nervioso, no es que fuera virgen pero solo lo había hecho con una chica en toda su vida, lo recordaba muy bien, fue en las vacaciones de verano cuando tenía quince, conoció a una muchacha de su misma edad que era muy bonita, con una larga y brillante cabellera negra, nariz pecosa y ojos oscuros, a Harry le encantaba pero pronto se dio cuenta de que lo estaba engañando con un tal Cerdic.
Al recordar aquello el moreno se rió pues se dio cuenta de que le gustaba más el amante de su novia que su novia, Harry sacudió la cabeza y dejo la caja de condones en la mesa de noche, le gustaba mucho Severus pero aun no era momento para eso y pensando en ello a Harry le dieron ganas de verlo, si, se acababan de ver ¿y qué? Con temor a molestar el muchacho salió de su departamento y toco la puerta que estaba frente a la suya, momentos después Severus abrió la puerta.
—¿Necesitas algo? —pregunto el mayor somnoliento.
—Lo siento te desperté —dijo Harry apenado.
—No hay problema ¿Qué pasa?
—Nada, es que me siento un poco solo —se atrevió a decir el moreno.
Severus sonrió un poco, entendía la sensación.
—¿Quieres pasar?
—Si no te molesta.
—Adelante.
Harry entro al departamento, todo estaba igual que en la mañana a excepción de que olía un poco a tabaco y había un cenicero en la mesa.
—No sabía que fumaras.
—No lo hacía, ¿quieres acostarte conmigo? —pregunto el mayor sin segundas intenciones.
Tal vez estar pensando en cosas extrañas antes de ir al departamento de Severus hizo a Harry sobre reaccionar con esas palabras.
—Y-yo…no creo que…no debería, veras no estoy listo —tartamudeo.
Severus cayó en la cuenta de que sus palabras podían malentenderse, se empezó a reír del sonrojo y la turbación del menor.
—Perdona, lo que quería decir era que si nos acostábamos juntos para dormir —dijo Severus haciendo énfasis en la última palabra.
Harry se avergonzó aún más, había malentendido todo.
—Si —fue la seca respuesta del menor.
Severus le indico que lo siguiera a la habitación, los dos hombres se metieron en la mullida cama de cobijas negras y sábanas blancas, era bastante acogedor y tanto Harry como Severus sintieron un calorcillo en el pecho, se sentía bien estar acompañado. Minutos después se quedaron dormidos.