Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De niños del futuro y adolescentes del pasado por Irie Ryuen

[Reviews - 115]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!!! :D Perdonen por la tardanza, pero en mi defensa ya tenía este capítulo escrito desde hace unos días n.n y ya está el siguiente capítulo a medias!!! espérenlo con ansias ;)

 

IRIE RYUEN

De niños del futuro y adolescentes del pasado

V

IRIE RYUEN

 

-Daniel, ya llegamos-moví al pequeño una y otra vez, pero seguía sin despertar-Daniel, hazme caso-volví a moverlo.

-Parece que es inútil-dijo mi hermano recargándose en la puerta de la camioneta-no se va a levantar.

-Pues eso es raro, ayer ya estaba levantado a esta hora y pidiéndome que le diera de desayunar.

-Puede que el camino en carro lo haya arrullado, yo qué sé. Además se levanto más temprano de lo usual, debe de estar cansado.

-¿Y qué hacemos?

-Déjamelo a mí-mi hermano se acerco a Dubhe, le quito el cinturón y lo cargo en sus brazos, el niño al sentir que lo movían se movió por reflejo-shhhhhh shhhhh tranquilo, ya pasó-le dijo mi hermano en susurros para que Daniel siguiera dormido-listo, vámonos.

 

Tome las llaves de la camioneta y le puse seguro. Era el primer día de clases de la semana, mi hermano y yo entramos desde las 8 am pero para tener un lugar en el estacionamiento, solemos llegar desde las 7 am, estacionamos el auto y nos quedamos dormidos un rato. Hacía mucho frío, se notaba que había vuelto a llover durante la noche, el rocío aun seguía en el pasto y las hojas se veían húmedas. Había neblina fuera y todos los estudiantes que iban llegando estaban abrigados hasta en la cabeza, algo bastante inusual para esta época del año en la capital del país. Mi hermano puso la calefacción del auto para no pasar frío.

 

Normalmente no usamos la camioneta, sino un pequeño auto usado que nos compraron nuestros papás para los dos, pero esta mañana mi mamá nos dio las llaves de la camioneta, diciendo que como ya íbamos a ser más volviendo de clases, pues nos vendría mejor aquel vehículo, no puse objeción sin embargo no le veo mucho la diferencia, el otro carro puede llevar a tres personas sin problema, pero mis papás nos ordenaron que lleváramos la camioneta y no había forma de negarse. Desde las 6 am, Dubhe ya estaba levantado, cambiado y listo para salir, sin embargo bastante adormilado, en cuanto subió a la camioneta y le puse el cinturón de seguridad se quedó profundamente dormido, como era muy de madrugada no había muchos autos así que hicimos media hora hasta la Universidad, donde nos quedamos dormidos los tres unos minutos, hasta que nos dimos cuenta de que ya faltaban 20 minutos para las 8 am.

 

-Yo los llevaré hasta su salón, luego me iré al mío y nos veremos aquí a la hora de la salida, ¿de acuerdo?

-Vale-me acomode mejor al hombro la mochila de Dubhe.

 

Para que no se aburriera, le traje a Dubhe unos crayones y papel, además de sus pequeños juguetes, estaba segura de que no causaría problemas ni ruido, pero era mejor asegurarse bien de que eso no ocurriera. Mi hermano tiene un horario bastante pesado y todas sus clases son seguidas, de hecho su almuerzo lo consume dentro de las clases, pero no lo regañan pues los profesores saben que no es el único caso aislado. Conmigo no es tan diferente la cosa, tengo una hora libre sólo los lunes y martes, el resto de los días tengo todas mis clases de corrido, así que igual como en clases. También traje almuerzo para Dubhe, unas salchichas fritas con verduras que nos mandó mi mamá, todo eso lo puse en la mochila del niño, en mi bolsa de mano para la escuela jamás iban a caber los dos almuerzos.

 

-¿Estarás bien sola?-me preguntó mi hermano en cuanto llegamos al salón.

-Sí-tome a Dubhe entre mis brazos, apenas y se movió.

-Bueno, asegúrate de ponerle encima su cobija que está en su mochila, está haciendo frío.

-Ok, nos vemos más tarde.

-Bye.

 

Me metí al salón y dentro ya habían algunos compañeros, los salude a todos y muchos se me quedaron viendo por Daniel, pero antes de darles explicaciones a ellos, fui con el profesor y le explique la situación.

 

-Profesor, quería saber si me permite tener a este pequeño aquí en la clase, nadie en mi casa puede cuidarlo más que yo.

 

El profesor examino a Daniel con la mirada y encontró el rostro de Daniel bastante adorable.

 

-Mientras no haga ruido o moleste a tus compañeros, no tengo problema en que se quede. ¿Es tu hermanito?

-Es de la familia-dije acomodando mejor a Daniel, se me estaba resbalando de las manos- Muchas gracias profesor, Daniel no hace ruido y es muy tranquilo-sonreí y fui a buscar dos asientos libres que estuvieran juntos.

 

Deje a Daniel en uno de ellos, con la cabeza recargada en la paleta, saque su cobija de la mochila y se la puse encima, sonrió instintivamente cuando se la puse. Hacía un frío descomunal, casi 17ºC y según el reporte del tiempo, iba a seguir bajando la temperatura durante el día. Aproveche para ponerle un gorro encima y a mí mis guantes, además de una bufanda.

 

-¿Y ese niño Isabel?-Rebeca, una de mis amigas de la carrera se acercó curiosa a nosotros, mientas veía a Dubhe con atención.

-Es un familiar y me toca cuidarlo estos días.

-Entonces lo vamos a ver seguido, que bien. Es un niño muy bonito, adoro su cabello rojo. Tienes suerte de que hayan más chicas que traigan a sus hijos a clase, sino el profesor jamás te hubiera dejado que se quedará. ¿Cómo se llama?

-Daniel Dubhe.

-Que nombres tan raros le pusieron al niño-me sentí un poco ofendida.

-Dubhe es el nombre de una estrella-dije evitando sacar mi enojo.

-Ahhhhh, que padre-volvió a jugar con el cabello de Dubhe-seguro es un amor de niño.

-Se porta bastante bien-me cruce de brazos y me senté, de inmediato vi como Rebeca iba por sus cosas y se cambiaba al lugar que estaba desocupado a mi lado, nos pusimos a platicar, evite a toda costa que me preguntará más cosas sobre él.

 

Rebeca tenía razón al decir que tenía suerte de que hubieran dejado a Daniel quedarse en la clase y es que aun ahora, hay varias chicas que traen a sus hijos a las clases, desde niños de la edad de Daniel hasta bebés, otras chicas vienen embarazadas, nunca llegue a entender bien esas situaciones. Las chicas bien podían haber dejado a sus hijos al cuidado de un familiar o niñera, pero los traían con ellas, los cuidaban todo el tiempo mientras trataban de nivelar su vida académica con la familiar, lo que ya incluso para mí se estaba volviendo difícil.

 

Más compañeros y amigos se acercaron a ver a Daniel y a preguntarme sobre él, tenían mucha curiosidad por el aspecto físico del niño, no era algo que se viera todos los días en este país y ellos mismos lo comentaban, esperaba que ellos dijeran que Daniel se parecía a alguien de la carrera o algo y así averiguar sobre su otra madre, pero al decir yo primero estúpidamente, que él era mi familiar, automáticamente toda relación que ellos pudieran hacer con otras chicas quedaba descartada, de cualquier forma supongo que la posibilidad de que mi futura… mi futura… esposa… vaya en la misma carrera que yo, debe de ser muy baja.

 

La clase dio inicio y todos tomamos nuestros lugares. El tema, genética, ADN y ARN, cosas como la transcripción y traducción. A la media hora de iniciada la clase, la puerta se abrió estrepitosamente y entro Katia, que venía corriendo.

 

-Señorita, es la cuarta vez en el semestre que llega tarde, por favor no haga de eso una costumbre, entienda que no puedo estarle pasando por alto todos esos momentos.

-Lo sé… profesor, es que… estaba… ocupada-dijo jadeante, estaba sudando, parecía que había corrido una maratón.

-Váyase a sentar-con la cabeza le indico que se metiera.

 

Katia y yo nos miramos, me sonrió y fue hasta atrás del salón, a donde nos encontrábamos Daniel, Rebeca y yo, Katia se sentó a lado de Dubhe, lo miró y sonrió maternalmente, entonces me volvió a ver y me levanto el pulgar en señal de aprobación, asentí con la cabeza y voltee hacia la clase.

 

Dubhe no despertó sino hasta casi las 9 am, aun quedaba una hora de la clase pero nos dieron minutos libres para desayunar, mientras me disponía a ir a comprar algo de comer, le encargue a Katia que cuidará de Daniel. Si el niño había dicho la verdad y Katia iba a ser mi mejor amiga (¡que me parta un rayo si se cumple!), no había problema en dejarlo un rato a su cuidado, ambos parecieron complacidos de hacerse compañía. Rebeca seguía acariciando el cabello de Daniel, a lo que él trataba de mantener una sonrisa, pero era notable que ya estaba harto de eso. Cuando regrese, Katia iba saliendo del salón hacia el baño, puso su mano sobre mi hombro y me dio unas palmaditas.

 

-Bien hecho-me dijo.

-¿De qué hablas?-ella me miró con curiosidad y haciendo la cabeza de lado.

-Pues de que trajiste el desayuno, por supuesto.

-Ah, bueno…-dije no muy segura-no tardes, ya casi va a empezar la clase.

-No te preocupes, sólo me iré a lavar las manos para desayunar también.

 

Volví a mi lugar y Daniel ya estaba esperándome, ansioso de comer, desde que se despertó, estuvo muy callado y quieto, dibujando algunas cosas pero seguía adormilado, ahora con el desayuno y demás era casi seguro que no se iba a volver a dormir, tenía la esperanza de que él siguiera comportándose igual de bien. Rebeca, Katia, Daniel y yo comimos juntos, las chicas se veían encantadas con él, parecía que entre Katia y Dubhe habían hecho click al instante y eso me alegraba porque él ya tenía más personas con quien llevarse bien, más amigos pues.

 

La clase continúo y Daniel se quedo en su lugar dibujando, apenas y toco sus juguetes, lo que agradecí mucho pues se estuvo callado, Afortunadamente mi siguiente clase era en el mismo salón así que no tuvimos que cambiar de lugares, Rebeca se rehusaba a irse, quería quedarse con Daniel un rato más. Mientras esperábamos que el profesor de toxicología llegará a la clase, Katia y yo platicamos un rato.

 

-Me cae muy bien este niño-dijo revolviendo su cabello.

-También me agradas-él le sonrió.

-Y es muy propio, que buena onda, además es callado y se porta bien, una rara combinación entre niños de su edad.

-Sí, es un alivio que él sea así.

-Claro, ¿qué relación dices que tienes con él?

-Es un familiar.

-Sí, ¿pero qué es de ti?

-Un familiar-le sonreí mientras bebía un poco de agua, entendió que no quería hablar del tema y lo dejó por la paz.

 

En las clases que le siguieron a esa, Daniel se mantuvo tranquilo, aunque era visible que ya estaba cansado de no hacer una actividad, como correr o algo. Cada vez que se sentía así, me miraba para saber qué hacer, entendía de inmediato mi mirada de preocupación, “Por favor, por lo que más quieras… pórtate bien y quédate callado”, esa era mi mirada de súplica. Estaba inquieto y lo peor es que no podía moverse o hacer ruido, entonces Katia sacó su celular y se lo dejo en sus manos, con un juego y le puso sus audífonos.

 

-Peor es nada-me dijo ella en un susurro mientras jugaba con el cabello de Daniel.

-Señorita Katia, ¿podría guardar silencio?-dijo la profesora en turno.

-Sí, disculpe-ella sonrió.

 

En todas mis clases no pude mantenerme tranquila, estaba siempre vigilando a Daniel, apuntando y respondiendo ejercicios de clase, me sentí muy presionada y agotada en poco tiempo, tan sólo pensar que esto iba a ser así una temporada me pone de malas, lo bueno es que la sonrisa despreocupada de Katia me calmaba un poco y que también estaba atenta a Daniel. Siempre me he obligado a mantener mi concentración en algo, me cuesta trabajo hacer varias cosas a la vez, no soy muy buena en ese aspecto. En todo el día procuré tener a Daniel a mi lado, si íbamos a algún lado o salón, lo llevaba siempre de la mano, me asustaba que se perdiera, la facultad es tan grande que es fácil perderse y aquí no es como en un súper, que cuando una persona se pierde la vocean. En más de una ocasión Daniel logró soltarse de mi mano, aunque era porque estaba curioso de ver las fuentes y los grandes jardines de la facultad, y sólo una vez para ir al baño, en esta última no me di cuenta, fue cuando estaba comprándole un jugo y cuando voltee ya no estaba.

 

Salí disparada a buscarlo, lo encontré metros más delante de camino a los baños a los que lo había llevado horas antes, por supuesto que lo regañe bastante y le dije que no volviera a hacer eso, parecía arrepentido y no volvió a separarse de mí en todo el día. Entendí que lo había regañado algo fuerte y me disculpe, pero le dije que soltarse así como así de la mano de un adulto no era buena idea, que podía perderse y encontrarnos no iba a ser fácil, le comenté que si algo así volvía a pasar, tenía que quedarse donde estaba, encontrar a un policía o la vigilancia, y si estaba en mi facultad, dirigirse a la plaza principal y quedarse en donde pudiera ser visible a la distancia. Me puse a pensar que sería buena idea colocarle en el cuello una pequeña identificación o en su cinturón, además de en su mochila. Díganme exagerada o como quieran, pero el día en que se les pierda un niño que está bajo su responsabilidad, verán lo que es sentir terror.

 

Recuerdo que desde que era niña, me perdí de mis padres dos o tres veces en los supermercados, en algunas me encontraron porque me escuchaban llorar, en otras porque lograba ver a un policía y pedirle ayuda. No había rostro más aliviado que el de ellos al verme bien, me abrazaban y me sujetaban fuerte de la mano o en su defecto, mi padre me llevaba en sus hombros. Ahora que estoy “del otro lado”, entiendo cómo se sentían en ese momento, encontrar a Daniel fue un enorme alivio, por supuesto que me importa pero aun me siento rara a su lado, sé que es mi hijo… pero aun no lo veo como tal, las cosas han ido demasiado rápido, por otra parte hay emmmmm vamos a llamarlo “instintos” que he desarrollado, mal… pero los empiezo a tener, como esa responsabilidad de que esté bien y conmigo.

 

-Lo cuidas demasiado bien-dijo Katia

-Gracias-la mire con atención. Ella me sonreía, a la vez que llevaba a Daniel de la otra mano.

-Ya sólo falta la última clase-respire aliviada mientras caminábamos al salón de clases.

 

La última clase era la de Economía, una materia obligatoria de orientación, sin embargo sólo había un solo grupo, con cupo para 50 alumnos, por ende nos tocaba clase en uno de los salones más grandes de la facultad, hay más grandes pero esos están reservados para grupos inclusive mayores a 100 alumnos, no puedo lograr imaginarme un grupo así, la paciencia del profesor debe de ser eterna. Pero en el caso de mi grupo no era así del todo, mi profesor era bastante gruñón, aunque enseñaba bien, tenía una excelente presencia y limpieza, y mantenía el orden en la clase. Lo bueno era que antes de dicha clase, teníamos una hora libre, que aproveche para ir a la biblioteca y sacar unos artículos que me hacían falta, dejé que Daniel se soltará de mí mientras corría curioso a ver hacia el exterior por los grandes ventanales de la biblioteca, le fascinaba ver tantos árboles y la neblina. El frío seguía siendo soportable, pero no por eso ninguno de nosotros seguía sin quitarse alguna prenda térmica.

 

-No te alejes- recuerdo haberle dicho mientras ojeaba la revista científica y a la vez lo vigilaba.

-No, mami-trató de ponerse de puntitas para ver mejor.

 

Entramos al salón media hora antes de que empezará la clase y ya en el escritorio estaba el profesor, haciendo los registros para indicar a la coordinación que le iba a tocar dar clase ahí. Lo cierto es que el señor no tenía nada de ser alguien razonable, difícilmente podía decirse que sentía empatía hacia sus alumnos y sus problemas, hubo una ocasión en que una chico faltó unos días por cuidar a un amigo suyo enfermo y el profesor no acepto su historia, lo reprobó en la materia debido a que el número de faltas era ya grande. Era acertado que el chico sí había faltado antes de eso y sin ninguna justificación, pero ahora que tenía algo importante que hacer, las faltas a las que cada quien tenía derecho, él ya las había gastado. En parte entendía la decisión del profesor, pero pienso que fue eso bastante radical, ahora temía por mi propia situación y de que el profesor por ver que Daniel es un niño, no lo dejará estar en la clase y que por ende, me sacará a mí también.

 

Me acerqué con cuidado, tomando a Daniel de la mano y me paré en seco pero segura del lado derecho del escritorio, donde el profesor ya nos veía atentamente. Sin decir una palabra y con sus gruesas manos sobre las rodillas, él se acercó desde su silla hacia Daniel, hasta que estuvo a centímetros de su cara y levanto una ceja, haciendo una pequeña mueca como si estuviera pensando profundamente. Daniel se asustó y se refugió detrás de mi pantalón, agarrándose fuerte de mi camisa. Me di cuenta de que ocurría algo raro e instintivamente coloque mi mano detrás de Daniel sobre su cabeza, acercándolo más a mi cuerpo para protegerlo.

 

-¿Sucede algo?-pregunte casi en tono autoritario-profesor-baje un poco la cabeza, pero mi tono seguía siendo el mismo, no deje de mirarlo a los ojos.

 

Él se limitó a examinar de nuevo a Daniel con la mirada, para después recargarse en el respaldo de su silla, poniendo su cabeza sobre su mano, tenía tres dedos levantados. Su expresión seguía siendo pensativa, su ceño fruncido y hacía leves muecas. De repente movía los brazos y manos como queriendo decir algo y negaba con la cabeza. Ni aun con todos sus movimientos su elegante traje seguía sin arrugarse. De todos mis profesores, él era el único que siempre iba de traje.

 

-No, nada-dijo finalmente, dibujando una pequeña sonrisa en su rostro-Imagino que quiere pedirme que el niño se quede en mi clase.

-Así es-seguía teniendo mi mano sobre Daniel.

-Adelante-extendió la mano sobre la que se recargaba-al parecer hoy tres de sus compañeras también traen a niños pequeños a mi clase. Sólo hágame el favor de sentarse hasta atrás y quedarse callados.

-De acuerdo, gracias-sentí que Daniel se relajaba y me soltaba de la camisa. Los dos nos volteamos y me tomo de la mano. Sin antes mirar al profesor de nuevo y sonreírle.

-Eso estuvo un poco de miedo-dijo Katia ya metros más adelante.

-Más que miedo… se sintió raro.

 

Llegamos hasta los asientos traseros del salón, como era típico en salones tan grandes en la facultad, para que todos vieran al profesor, las sillas estaban acomodadas a manera de estadio deportivo, tenías que subir escalones para llegar hasta cualquier lugar, las últimas sillas estaban a por lo menos dos metros del techo. Los pasillos eran afortunadamente espaciosos así que nadie se veía interrumpido por el paso de otra persona. Voltee hacia el frente y seguía sorprendiéndome que tantas personas cupiéramos dentro, esta es la única clase en la que veo a otros compañeros de la misma carrera con los que no comparto otras materias, están los que van regulares, los recursadores y los que quieren adelantar la materia.

 

Faltaban al menos 15 minutos para que empezará la clase y había al menos 20 ó 30 personas dentro, cada quien en sus propios asuntos, platicando, escuchando música, leyendo, etc… haciendo lo que fuera menos poniendo atención a lo que sucedía. Seguro en menos de cinco minutos este salón ya estaría lleno. El profesor acepto a 60 personas en su grupo, 10 más de los asientos disponibles en el salón, por lo que esas personas tendrían que sentarse en el suelo, además de que hay oyentes, en resumidas cuentas… como en todas las clases, al menos 15 personas se van a quedar sentadas en el suelo. Nosotros teníamos suerte de poder tener lugares disponibles.

 

-Voy a ir por chocolates, necesito energía-dijo Katia una vez que dejo su mochila en la banca-¿quieren que les traiga algo?-pareció preguntarlo más para sí misma que a nosotros.

-Yo no, gracias-dijo Dubhe sacando un pequeño juguete de su mochila. Una moto de fricción, la que empezó a deslizar sobre el suelo y dejar que corriera.

-Yo sí, tráeme una Coca-Cola, por favor-dije poniendo mi atención en Dubhe, luego mire a mi amiga y le sonreí. Entonces deje mis cosas en la banca y Katia se fue del salón.

 

Me senté en la banca y recargándome en la paleta, estaba muy cansada, tener mi atención en varias cosas se me complicaba mucho, necesitaba esa bebida ya, en lo personal me ayuda a despertar cuando me empiezo a quedar dormida en clases o me falta energía. Daniel estaba muy tranquilo y corría de un lado al otro por el pasillo, lo deje ser libre ya que aun no había compañeros que estuvieran sentados en esa fila aparte de nosotros. Conocía a varios de los compañeros de los que entraban, varios me saludaron de lejos y otros se acercaron a mí a darme beso y/o abrazo si nuestra relación de amistad ya era grande. Algunos no se dieron cuenta de Dubhe a menos que él se me acercará y tampoco era como si yo tuviera muchas ganas de decir la misma historia de siempre, “es un familiar”. Había veces en la que las chicas que se me acercaban jugaban con él un poco, la mayoría de ellas encantadas por sus ojos y su cabello. Me sentía algo engentada, los grandes grupos de personas me molestan pero trato de poner una sonrisa y soportarlo, 

 

Note que había ciertas chicas y chicos, que me miraban con cara de desprecio pero no era la primera vez que eso pasaba, ya estaba acostumbrada a ellos e incluso les dedicaba la misma mirada siempre. Eran ellos el típico grupo de los presumidos y pudientes, todos ellos de piel blanca y ojos de color, lamentablemente tener esas características físicas en México (más en el centro del país) suele ser objeto de discriminación (levemente o no muy notable), pues lo común es ver a personas morenas, bajas, cabello y ojos oscuros (y me encuentro en dicho grupo) sin embargo, no aplica que blancos sean los ricos y morenos los pobres, sé que varios de esos chicos, en especial el más alto de ellos, es de familia moderada, tuve que ir una vez a su casa a hacer un trabajo de investigación, nada espectacular ni llamativo, mi casa y todo era mucho más grande que la suya, y sin embargo el chico seguía alardeando siempre de su apariencia física y de que llegaba en auto propio (un modelo de hace casi 7 años), ergo… un -chico promedio, mamón.

 

Los conocía a todos al menos de nombre y había tenido quizás 5 clases con ellos o más desde que entre a la carrera, pero ninguno de ellos vale la pena como persona, son soberbios, presumidos, poco maduros, groseros y si no se nota… estúpidos, creen que lo que dicen siempre está bien y cuando les demuestran sus errores, se enojan, agregan algún insulto y se van. Tampoco son muy brillantes, sus calificaciones suelen ser más bajas que las del promedio y al menos dos de ellos sí son inteligentes, pero el resto de sus características malas los hacen de lo peor.

 

Cuchicheaban entre ellos, las chicas se decían cosas al oído, algunas tapándose la boca para disimular y otras simplemente se cruzaban de brazos mientras hablaban. Todos ellos con la mirada hacia mí, pero señalando a Daniel también, su mirada era de enojo y presunción, como siempre. “Estos infelices” pensé con enfado mientras le ordenaba a Dubhe que se viniera a sentar conmigo y les dirigía una mirada retadora a los chicos. Afortunadamente mi influencia y carácter es bastante fuerte, casi nadie me reta o trata de pasarse de listo conmigo porque no me dejo vencer jamás, menos por esta bola de idiotas. Los chicos me vieron enfadada y se voltearon lentamente, tomando sus lugares. Al notar que el peligro había pasado, solté a Daniel y deje que siguiera jugando.

 

Me acomode mejor en mi silla y saque un libro de mi mochila, eran lecturas sobre el romanticismo, uno de mis periodos literarios favoritos: el romanticismo. En este caso, eran de  Gustavo Adolfo Bécquer, este periodo me gusta mucho por cómo se desarrollan las historias, los personajes y sus finales, pero sobre todo el cómo consiguen el perdón de alguna forma los personajes principales, que generalmente necesitan del amor de otra persona o sino, ejemplo de todo esto es Don Juan Tenorio, claro que me gusta leer de todo, recientemente le he agarrado gusto a Mario Benedetti, llámenme cursi pero wow escribe bellísimo y sus libros son geniales. Curiosamente siento que yo soy un personaje de la época del romanticismo, un antihéroe o algo así en mi vida, no estoy conforme del todo con ella y hago lo que se me pega la gana, pero desde que estoy con Valeria, siento que todo eso puede cambiar, aunque hasta ahora sólo he visto que me he vuelto más sencilla pero mi ego, orgullo, vanidad, etc siguen siendo los mismos, pero bueno… lucharé por tener la eternidad con ella, porque sé que a su lado puedo mejorar mi carácter, puedo estar conforme con él, que lo que soy y pienso no debe de ser algo malo, por eso siento que pertenezco al romanticismo, que necesito de una heroína que me haga ver la verdad en todo esto.

 

Iba empezando la primera historia de mi libro, cuando tuve una extraña sensación… como si algo me llamará a lo lejos. Una voz de una mujer que decía mi nombre y esta viajaba con el viento, atravesando las paredes y ventanas, llegando a mis oídos como un susurro apenas perceptible sólo para mí, era suave pero demandante a la vez. Levante lentamente la cabeza mirando a los lados, tratando de ver de dónde venía esa voz, estudie con la mirada a mis compañeros pero todos parecían ajenos al momento, como si sólo perteneciera a mí. Mire a Dubhe, también era ajeno a lo que sucedía. De nuevo volví a escuchar aquella voz.

 

-Ya llegó… ella está cerca-la voz viajaba alrededor de mí, sentía al viento moverse y esos susurros suaves, lejanos-ella ya está aquí.

 

Cerré los ojos para poner atención, pero sólo eso pude entender, la voz se iba alejando y cuando me di cuenta de ello, abrí los ojos con miedo, quería saber más. Deje mi libro en la banca, casi azotándolo y de nuevo viendo a los lados, pero nada ocurría. Comenzaba a sentirme emocionada, sin saber qué hacer, traje saliva varias veces y miraba a cualquier lado y a la vez a ninguno, era como si ahora yo también me sintiera ajena a todo. Era como vivir en un sueño

 

Entonces coloque mis manos sobre mi libro ya cerrado y gire mi cabeza hacia el patio, y vi a Merak, sabía que era él, tenía que serlo. Un niño pelirrojo idéntico a Dubhe, sentado en cuclillas viendo algo en el suelo, su cabello era más largo que el de Daniel y su mirada más pasiva, serena. Parecía estar también ajeno a lo que ocurría, concentrado en lo que veía. Sus pequeños dedos se movían sobre sus rodillas y su cabello ondeaba con el viento, sus mejillas estaban coloradas por el frío al igual que sus orejas, sus labios eran de un color rojo bastante fuerte por lo mismo. Estaba muy bien abrigado, con una chamarra café sobre él, un gorro en su cabeza, bufanda y guantes verdes. Levanto su cabeza y me miró a los ojos, me sorprendí pero no aparte la mirada de sus ojos lilas.

 

-¡Mamá!-dijo Dubhe colgándose de mi cuello y obligándome a mirarlo-mira, es Merak, es mi hermanito.

 

Él me soltó y salió corriendo del salón, seguido de mí, deseaba ver al otro pequeño y ahora realmente me daba cuenta de que el destino me había alcanzado y si Merak estaba también aquí, entonces debía de estar también su otra madre, recordé aquella voz. Al pasar frente al profesor, este se nos quedo viendo casi con cara de desaprobación y con su dedo señalo a su reloj, haciéndome notar que ya era hora de la clase, asentí sin volver a mirar atrás.

 

Al ser la hora de entrar a clases, muchos chicos comenzaron a arremolinarse en la puerta, Daniel al ser pequeño pudo pasar fácilmente entre sus piernas pero yo me tarde más, tratando de abrirme paso, los quise quitar a trompicones, pero entre más insistía yo, ellos me metían al salón. Finalmente logre salir y abrirme paso al patio, pero no logré divisar a los niños, sentí el frío en mi rostro y me lo cubrí con la bufanda, poniendo mis manos en mis bolsillos de la chamarra, había dejado los guantes dentro.

 

Me pare de puntas para buscarlos, estaban debajo de uno de los árboles, abrazándose y jugando, me decidí a caminar hasta ellos. Deseaba ver a Merak, hablar con él, ver su hermoso rostro me hacía sentir bien. Los niños me vieron y corrieron hacia mí, eran dos bólidos chocando contra mis piernas que ni me dio tiempo de reaccionar, ya tenía a los dos abrazados a mí, Daniel riendo muy orgulloso por haber encontrado a su hermano  pero Merak tenía su rostro hundido en mi ropa, de pronto me di cuenta de que estaba llorando, asustada me agache hacía él y puse mi mano sobre su cabeza para calmarlo, él me vio a los ojos y saltó sobre mí, llorando aún más fuerte. Lo coloque entre mis brazos y lo levante muy alto, hasta poner su cuerpo a la altura de mi cintura, tenía sus brazos aferrados a mi cuello y sentía caer sus lágrimas por mi cuello.

 

-Mami… te extrañe… te extrañe mucho-decía entre sollozos. Con un brazo estaba cargando su cuerpo, con el otro lo sostenía de la cabeza acercándolo más a mí, sus emociones eran perceptibles, le hice mucha falta en todo el tiempo que él estuvo aquí. Entonces me di cuenta de que él era muy diferente a Dubhe a pesar de ser su hermano gemelo, este otro pequeño era más sensible, serio pero efusivo cuando debía de serlo, su tono de voz era más agudo y su complexión un poco más delgada.

-Ya, tranquilo-le dije acariciando su cabello-ya me encontraste-lo escuche sorber los mocos, pero por primera vez no me molesto escuchar eso de un niño, ni que manchará mi ropa con ellos y sus lágrimas. Lo deje desahogarse en mí, mientras que con mis brazos lo hacía sentir protegido o al menos esa era mi idea.

-Mamá-Dubhe estaba llamando mi atención jalándome de mi chamarra-mamá.

-Dime-dije sin soltar a Merak.

-Mira allá-él me señaló a una figura que nos observaba a unos metros de distancia.

-Oh… no-dije casi atónitamente, reconocía a aquella persona.

 ***************************************************************************

A PARTIR DE ESTE PUNTO, SE RECOMIENDA AL LECTOR SEGUIR ESTE LINK, es una canción :D

https://www.youtube.com/watch?v=1DJnQnhTX_U

***************************************************************************

Una chica pelirroja nos veía recargada en el árbol donde habían estado los niños minutos antes, tenía los brazos cruzados, resguardando sus manos del frío. Yo sabía quién era ella, todos sabían quién era en mi carrera, Beatriz Nirmala. Ahora me sentía como una estúpida por no haberla recordado antes, pero quizás era por el odio que ya le tenía desde mucho antes que mi mente se rehusaba a recordarla y relacionarla físicamente con los niños. Era imposible negar el parecido entre ellos tres, la belleza de ella desde que la conocí me pareció aplastante y enigmática, más sus ojos lilas, jamás había visto ojos de ese color, sabía que existían pero nunca los vi.

 

La chica caminaba hacia nosotros, con una sonrisa que jamás pensé que ella pudiera tener en la vida, era de orgullo y felicidad, trataba de dar crédito a lo que veía pero era imposible y con cada paso que ella daba, la persona que más odiaba en el mundo estaba más cerca de mí. Sus caderas bien curveadas danzaban con el viento, dando pequeños movimientos hasta sensuales, los pasos que antes me parecían exagerados y hasta falsos, ahora me parecían rutinarios y sin ninguna intención, como si fuera normal en ella, porque ahora me daba cuenta de que lo eran. Su piel blanca y colorada por el frío parecía brillar con ella y su flamante sonrisa, su cabello rojo como el fuego y lacio, se movía con gracia a medida que avanzaba, brillaba y estaba sedoso, daban ganas de tocarlo, me comenzaba a imaginar a qué olería, quizás a un perfume o un shampoo de algún fruto rojo. Sus ojos lilas aunque estaban viéndonos, sabía que su mirada estaba clavada en mí porque yo también la veía a ella de la misma manera, sus ojos aunque grandes, parecían resplandecer, dando a conocer lo que cualquiera podría decir que era su alma, pura y hermosa. Pero yo sabía que no tenía que dejarme llevar por su belleza que ahora era muy evidente para mí. Su elegante forma de vestir, la hacía lucir madura y responsable. El viento a favor suyo, hacía llegar hasta mí su perfume, lo olí profundamente, saboreándolo en mi mente, era un himno a los olores, no conocía el perfume pero ahora lo envidiaba tanto por estar en una chica como ella.

 

-Beatriz-dije suavemente volviendo a aspirar el perfume, un olor celestial, imposible de creer, cerré los ojos concentrándome en el aroma. Sentía a Merak recargarse más en mi cuello, había dejado de llorar y ahora también veía a su otra madre.

 

Mi historia con esta chica es realmente corta, porque nunca hubo una. Desde que recuerdo haberla visto por primera vez, mi primera impresión no fue muy buena. Ella esta insultando a diestra y siniestra a un profesor, sólo porque la había reprobado en un examen, el profesor falto de carácter no supo qué hacer y se dejo llevar por esta chica (cuya falta de respeto a la autoridad era evidente), cediendo a su petición y le puso 9 en el examen. Después de eso no tarde en darme cuenta que pertenecía al grupo de chicos presumidos, orgullosos y groseros de los que les hable antes, podría decirse que incluso ella es la líder del grupo, cree que todo se mueve a su alrededor. En pocas ocasiones ella se atrevió a hacerme frente, criticar mis trabajos y opiniones, pero no le funciono jamás, yo era la única persona en su vida que la retaba, que representaba una molestia diaria para ella, pero al darme cuenta de que con este tipo de personas es mejor ignorarlos, dejo de importarme, pero la historia no quedo ahí. Ella al notar que la ignoraba, en clase iba contra todo lo que yo decía (teniendo en cuenta que siempre yo tuve la razón) y los profesores seguían sin poder hacerle frente (muy pocos lo lograron), pero como siempre, de forma madura le regresaba sus groserías y comentarios, pasándome por debajo del arco del triunfo todo lo que ella tuviese que decir, prefería pensar que ella no existía y era un mal sueño, a razonar que tenía que verla, es quizá esa la única explicación que me encuentro para no recordarla. Odiaba con todo mi corazón a esta mujer, nada que ver con el significado de su nombre.

 

Antes de darme cuenta, ya la tenía frente a mí. Pasó su mano sobre la cabeza de Merak, acariciándosela y viéndolo con ternura, era imposible que esa chica tan odiada fuera la misma que estaba frente a mí con aire maternal. Yo seguía sosteniendo a Merak en mis brazos, pero al acercarse ella a nosotros, él pidió sus brazos y sin notarlo, ya le estaba ayudando a colocar a Merak con ella.

 

-Te extraño mucho Merak, sabes-dijo viéndome gentilmente y acomodando el cabello de Merak, apartándolo de sus ojos-no dejaba de desear verte.

 

Se mordió un poco los labios y después me miró. Sentí a Dubhe soltarse de mi mano y caminar hasta ella, ahora la estaba abrazando de sus piernas. Beatriz dejo a Merak en el suelo y se inclinó a abrazar a Daniel.

 

-Qué bueno que por fin te conozco-dijo ella colocando un beso en su frente-que bueno que te encuentras bien, Dubhe-entonces con sus brazos rodeo a los niños en un tierno abrazo, mientras yo veía todo con incredulidad. Se separó de ellos y coloco sus manos sobre los hombros de Merak-ve a saludar a tu mami-le dijo dándole unas palmaditas en el hombro.

 

El niño se volteo hacía mí y se paró a pocos centímetros, aun tenía los ojos rojos de haber llorado tanto.

 

-Hola mami Isabel-su voz era muy hermosa-me llamo Tomás Merak Amzalag Nirmala-volvió a sujetarse fuerte de mis piernas e instintivamente lo cargue.

 

Mire a Beatriz y ella estaba haciendo lo mismo con Dubhe, me sentía extraña, no podía creer todo lo que estaba pasando, ahora surgían más preguntas en mi cabeza que respuestas, pero sabía que algunas podía obtenerlas si hablaba con Beatriz. A la distancia venía caminando Katia, con un chocolate en la boca y sus manos en los bolsillos, se paró en seco al vernos con los niños, se encogió de hombros y siguió caminando. Beatriz dejaba a Dubhe en el suelo, me decidí a aprovechar esta oportunidad e hice lo mismo con Merak, corrí hacia Beatriz y la jale del brazo. Le ordene a los niños que no se movieran.

 

-Katia, cuida a Dubhe y a su hermano, por favor-le dije cuando mi amiga se acercó lo suficiente. Era inevitable negar el parecido entre los gemelos, no había forma de mentir ahí-no tardamos-jale con fuerza a Beatriz que hasta la lastime, pero tenía que hablar con ella. La jale hacia otro de los patios de la facultad, no sin antes ver hacia atrás y notar que Katia veía a los niños de pies a cabeza, ojalá que los cuide bien.

*****************************************************************

 

Después de inspeccionar a los gemelos y de verdad darme cuenta que estaban ahí frente a mí, sabía que no podía entrar a clase con ellos, el profesor iba a pedir explicaciones y todos nos iban a mirar deseando saber el chisme, vaya problema. Se presentaron ante mí, Merak y Dubhe, su parecido con esa perra de Beatriz era innegable, eran su viva imagen, eso seguro que estaba comiendo la mente de Isabel.

 

-¿Y ahora qué hago?-me pregunte a mí misma en voz alta mientras me cruzaba de brazos.

-¿Me prestas tu celular?-Dubhe me miraba con ojos tiernos, seguro lo quería para jugar un poco de nuevo.

-Toma-dije dándoselo y viendo que lo había desbloqueado y que entre él y su hermano hablaban en voz baja. Apretando botones en mi celular.

-Katia-dos de mis amigas de la carrera, Rubí y Yulisa, salían del salón, cargadas con mi mochila y las de los niños, además de la de Isabel y la que pensé era de Beatriz-toma.

-¿Y esto?-pregunte curiosa.

-Dice el profesor que ya no pueden entrar a clase, que por hoy no vengan-dijo Rubí pasándome las mochilas de los niños.

-¿Sabes qué está pasando aquí?-me pregunto Yulisa.

-No-acepte las mochilas-regresen al salón antes de que las saque a ustedes también.

 

Las chicas me obedecieron, miraron a los niños y entraron al salón de nuevo, suspire y me decidí a acomodar las mochilas, entonces vi que los niños no estaban jugando en mi celular.

 

-¿Qué hacen?-pregunte curiosa, estaban haciendo una llamada.

-Estamos buscando a los abuelos-dijo Dubhe.

-¿Los abuelos? ¿Los papás de Beatriz?

-No, los de mami Isa-dijo Merak pegando la oreja al celular también.

-Oh… dios.  

Notas finales:

Ya saben qué hacer... reviews y todo eso XD perdonen que sea tan cortos mis comentarios finales esta vez, pero estoy en mi tiempo libre de la Universidad y debo de darme prisa para mi siguiente clase!!!! Saludos, resuelvo dudas en mi página de facebook ;)

IRIE RYUEN


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).