Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre girasoles por Killary

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Hola, soy yo

Me estaba preguntando si después de todos estos años te gustaría que quedásemos

Para analizar todo

Dicen que el tiempo supuestamente cura

Pero no siento que haya curado mucho

(Hello – Adele)

 

 

 

5.  Reencontrarnos

 

 

 

—Fabi, déjame tomar el primer descanso, por favor… — Pido a mi compañero y jefe, que en este momento está junto a mí en la barra.

 

—Está bien, ve tranquilo. — Grita en mi oído para poder ser escuchado sobre la estridente música.

 

—Gracias Fabi. — Contesto con una sonrisa, haciendo un gesto. Dejo a un lado las copas vacías que traía y salgo tras la barra. Tengo que apurarme, no debo dejar que me vea.

 

 

Camino hacia la parte de atrás donde se encuentra un pequeño almacén y un cuarto que usamos de vestuario. Me tiendo en el sofá café que allí se halla, dando un suspiro. Estoy agotado. Eso de trabajar de día en un supermercado los fines de semana  y de noche en el bar de martes a domingo, además de estudiar para poder terminar el instituto, me estaba pasando factura. Felizmente Fabián me ayuda mucho dándome los primeros turnos de receso y cubriéndome cuando me siento demasiado cansado o debo hacer alguna tarea pendiente. Realmente es muy bueno conmigo, me ha tomado cariño desde un principio. Dice que me parezco mucho a su hermano pequeño.

 

 

Y encima de todo, ahora  tengo que sumarle que en estas últimas dos semanas ha aparecido Rodrigo. No sé si averiguó que trabajo aquí, o simplemente le gusta el ambiente y se está haciendo asiduo… Mientras esté en la ciudad, porque según me han contado los chicos, en los últimos dos años solo ha venido un  par de veces y siempre por un periodo corto… Lo bueno es que se queda en el bar  un par de horas solamente. Así que se me hace fácil esconderme. Tomo la hora de mi descanso y le canjeo el turno a alguien para poder permanecer oculto hasta que se vaya. Lo raro es que hasta el día de hoy sigue preguntando por mí… Nunca dejó de hacerlo…

 

 

Tengo presente como si hubiera sido ayer aquel día en que me alejé de Rodrigo. El día en que se enteró que mi padre me golpeaba. El día en que también se atrevió a golpearme. He intentado comprender de mil maneras el porqué hizo lo que hizo. Recordando sus palabras dolidas pidiéndome perdón al final. Pero en esos momentos no podía. Me había golpeado. Había actuado como mi padre. Y yo lo había golpeado de vuelta. Con rabia. Con desesperación. Con dolor. ¿Acaso pensaba que no sabía defenderme? Ja. Que equivocado estaba. El que no me atreva a levantarle la mano a mi padre no significaba que no supiera protegerme.  Estuve escondido hasta que Rodrigo se fue. Y en un impulso furioso quemé todas sus cartas. No quería nada que me lo recuerde.

 

 

Mi corazón roto siguió sangrando. Pero como en todo, el tiempo fue aminorando el dolor. Uniendo los pedazos. Sanando la herida.  Evaporando el rencor. Poco a poco. Lucca había estado junto a mí en todo el proceso. Y  sin pensarlo mucho decidí darle una oportunidad. Quizá si lo intentaba podría olvidar completamente a Rodrigo. Sacármelo del pecho… Sé que no era correcto usar a una persona como reemplazo de otra… Pero tampoco lo estaba engañando. Él sabía lo que sentía. Y aun así me lo propuso.

 

 

No me importó salir de casa apenas cumplí los 18 años, aunque me faltara un poco para terminar la escuela. Agarré mis pocas cosas sin decir una palabra y me fui a vivir con Lucca. Fuimos novios por un tiempo, pero no resultó… Juro que puse todo mi empeño. Me esforcé… Simplemente no pude.  Tenía  a Rodrigo metido en el alma. Adherido a cada parte de mi cuerpo. Impregnado en cada poro de mi piel.

 

 

Al terminar con Lucca alquilé una pequeña habitación y me mudé.  Por fin era el completo dueño de mi vida. Giovanni me ayudó a conseguir este empleo nocturno. El negocio es de uno de sus… clientes. Pero antes de entrar aquí tuve que… que… Tuve que “convencerlo” de que me contratara. Hice aquello que me juré jamás hacer… No, no quiero pensar en eso… Los primeros dos meses fueron difíciles tratando de sacudirme la sensación de repugnancia que sentía hacia mí mismo. No  culpo a Gio, él no me obligó… Yo mismo decidí hacerlo. Pero bueno… Eso es pasado y nunca jamás volverá a ocurrir… Ya llevo medio año trabajando en este disco bar…

 

— ¡Ezio! ¡Tienes que ayudarme! — Etienne entra a la habitación como un torbellino sobresaltándome y sacándome de mis recuerdos. — ¡Tienes que bailar conmigo!

 

— ¿Qué? —  Lo miro incrédulo echándome a reír. — Estás loco cariño. — Niego con el índice. — Imposible.

 

—Por favor chérie… Donato no vendrá hoy y tengo que salir en una hora… — Me mira suplicante. — Ayúdame Ezio… — Etienne era uno de mis compañeros aquí en el bar, sólo que él los fines de semana se subía al escenario y bailaba. Y la verdad lo hacía muy bien. Tanto, que los días que presentaba su show, el local se llenaba a reventar.  Generalmente bailaba con Donato, que era algo así como su pareja… No entendía bien su relación…

 

— ¿Discutieron de nuevo?

 

—Es un idiota celoso, ya lo conoces… — Se acerca más y acaricia una de mis piernas. — Por favor, chérie…

 

—Etienne… No me hagas eso… — Me siento y tiro la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. No puedo negarme, él me ha ayudado muchísimo, cubriendo mis turnos, cambiando sus libres, cediéndome sus descansos…

 

—Eres el  único que podría. Te sabes toda la coreografía… Por favor… — Maldición… Claro que me sabía la coreo, siempre lo ayudo a ensayar… Pero sólo bailo por diversión, como cuando los chicos nos subimos a la barra a bailar para animar un poco el ambiente… Sólo es un juego… — Por favor…

 

—Está bien… — Digo derrotado dando un suspiro. — ¿Cuál es?...

 

 

Me da el nombre y damos un pequeño repaso. Me la sé de memoria. Sincronizamos perfectamente. Nos vestimos. Tengo que usar la ropa de Donato, felizmente los pants negros  se me ciñen admirablemente. La remera suelta sin mangas me llega a medio muslo. Joder, me siento tan sexy… Me agacho a atar los pasadores de mis borceguís.  Etienne se cambia junto a mí. Lo observo colocarse esos shorts demasiado cortos, dejando expuestas unas blancas y bien contorneadas piernas depiladas que estoy seguro son la envidia de más de una fémina… Esa camiseta de malla que sensualmente deja descubierto uno de sus níveos hombros. Ese cabello negro lacio que le cubre escasamente el cuello pero le cae sensualmente sobre la frente cubriendo un poco esos expresivos ojos marrones. Esa sonrisa traviesa que dibujan esos carnosos labios brillantes debido a un incoloro labial. Se mueve con seguridad viéndose al espejo mientras delinea sus ojos con un lápiz oscuro.  Verdaderamente este francesito es un pecado… Pero es mi amigo, y quiero que se mantenga siéndolo. Además, Donato es mi amigo  también… Si se enterara que cuando miro a Etienne de esta forma mi mente se llena de pensamientos pervertidos, me mataría…

 

— ¿Nunca tienes miedo de caerte? — Pregunto divertido señalando las botas de taco alto que en estos momentos se está calzando. Sé que en el fondo es una pregunta tonta porque siempre sale a bailar con ellas. Suelta una carcajada mientras me guiña un ojo.

 

—Nunca, chérie. — Se acerca a mí con una sonrisa juguetona y de un movimiento rápido aprieta mi entrepierna con una mano. — ¿En qué estabas pensando que este amiguito está tan despierto? — Doy un respingo avergonzado.

 

—Deja Etienne… — De un manazo me zafo de su tacto. —Que manía de andar tocándome la polla… —  Me levanto del sofá, para mirarme en el espejo y si, tiene razón… Lo tengo erecto y se nota. Me acomodo el miembro mientras lo escucho reír. — Deja de joderme…

 

—No chérie, si no es que quiero joderte… Es que quiero que me jodas… — Dice entre risas.

 

—Lo que tú quieres es que Donato me rompa el culo. — Refunfuño.

 

—Bueno, como decirte que es mentira si los dos sabemos que es verdad. — Suelta aun riendo. —Podríamos hacer un trío, a ese bruto no le molestaría en absoluto, estoy seguro. — Se acomoda un poco el cabello. Se acerca y termina por susúrrame en el oído con voz sensual y ese acento tan seductor. — Te tiene ganas, lo sé… Y yo también… Piénsalo. — Se aleja guiñándome un ojo. Sacudo la cabeza sonriendo. Sé que lo que dice es cierto. Donato me ha tirado los perros desde que llegué a trabajar aquí. Aun frente a Etienne que se supone es su… ¿novio? ¿Amante? ¿Pareja? ¿Amigo con derecho?... No sé… Tienen una relación algo extraña estos dos… El francesito busca entre sus cosas. Lo veo coger un antifaz negro…

 

— Etienne… ¿Puedo usarlo?... Por favor…

 

—Oh, ¿tu rubio acosador está  fuera? — Asiento con la cabeza. Él sabe, se lo conté todo la primera vez que apareció y me vio salir a esconderme desesperadamente. — Está bien, úsalo… Aunque no creo que te ayude mucho…

 

—Gracias por el apoyo, cariño…

 

—Cuando quieras, chérie… — Reímos mientras me pongo el antifaz. Tiene razón, no ocultara quien soy… Pero ayuda mucho a ocultar mis gestos. Con suerte no notará lo nervioso que estoy.

 

 

Llega el momento.  Nos acomodamos en la oscuridad. La música empieza a sonar, las luces se encienden y los movimientos fluyen. La coreografía es muy sensual. Nos seducimos. Nos incitamos.  Nos miramos con lujuria. Aunque todo es parte del espectáculo. La gente enloquece. Ese es el efecto que produce Etienne en ellos. Aunque esta vez soy parte también… Y lo veo. Está parado, quieto a un lado, mirándome con los ojos bien abiertos. Creo que no esperaba verme así. Estoy nervioso pero con todo me siento poderoso. La adrenalina me llena.

 

 

¿Quieres descender conmigo esta noche?

 

 

Mis ojos se clavan en él mientras sigo bailando. Etienne se da cuenta y me sorprendo cuando me rodea con sus brazos y susurra a mi oído “sígueme” restregándose contra mi cuerpo al ritmo de la música. Está improvisando. Lo sigo fácilmente. Hemos jugado de esa forma decenas de veces mientras prepara sus  números inventando pasos y movimientos. Y aunque mis manos se pasean descaradamente por el cuerpo de mi pareja de baile, mis ojos se mantienen en Rodrigo.

 

 

La música cesa y los aplausos y vítores no se hacen esperar. Etienne se detiene a saludar a la gente que se le acerca, y yo aprovecho para huir del lugar. Bajo del escenario y me dirijo presuroso a la parte de atrás donde se encuentra la sala de descanso. Entro y me dejo caer sobre el sofá, quitándome el antifaz.

 

— ¿Estás huyendo de mí? — Me siento de  golpe y miro hacia la puerta. Rodrigo está apoyado en el marco, mirándome. ¿Cómo llegó hasta aquí?  No sé qué responder. — Necesitamos hablar…

 

—No hay nada de qué hablar. — Por fin las palabras salen, más duras de lo que esperaba. Haciendo caso omiso a lo que digo, termina de entrar a la habitación cerrando tras él con seguro. — ¿No me oíste?

 

—Te  he buscado por todos lados estos últimos dos años. — Se acerca colocándose frente a mí y cae de rodillas… No puedo creer lo que estoy viendo. — Perdóname Ezio… Nunca quise hacerte daño, nunca… Por favor, perdóname… — El orgulloso, arrogante y todopoderoso Rodrigo Agostini desaparece para dar paso a un ser angustiado, triste y arrepentido

 

—Rodrigo…

 

—Te amo… Estos  años sin ti han sido una tortura… Por favor… — Toma mis manos entre las suyas y llevándolas hacia sus labios, las besa. Me estremezco con su toque, hace tanto tiempo… Unos golpes en la puerta y la voz de Etienne del otro lado hace que reaccione. Separo mis manos de las suyas y me levanto, alejándome.  

 

—Ezio, abre chérie… — Se escucha. Me dirijo hacia la puerta y Rodrigo, poniéndose de pie, me detiene tomándome del brazo.

 

—Ezio… Por favor… — Su voz es casi un ruego. Lo  miro fijamente. Oh Dios, aún lo amo… lo amo tanto… Tengo ganas de saltar a sus brazos y hundirme en su pecho… Pero no… No puedo… No debo… — Dame una oportunidad, déjame demostrarte que realmente estoy arrepentido, que he cambiado, que te sigo amando como el primer día… — Los golpes en la puerta y la voz de Etienne pidiendo entrar siguen. Los ojos de Rodrigo me suplican…

 

—Necesito tiempo… — Es lo único que me sale. Él suspira soltando mi brazo.

 

—El tiempo que necesites… Sólo… Sólo por favor… — No lo dejo continuar. Abro la puerta y Etienne pasa. Nos mira con sorpresa.

 

—Oh, lo siento… No sabía…

 

—Ya me iba, permiso. — Rodrigo, con una inclinación de cabeza, sale de la habitación.  Etienne fija sus ojos en mí. Sin decir una palabra retrocedo hasta el sofá y me siento.

 

— Tu rubio acosador, ¿eh? — Asiento con la cabeza. — ¿Qué quería?

 

—Disculparse… Una oportunidad… — Cubro mi cara con ambas manos haciéndome para atrás. — Dice que me ama…

 

— ¿Y tú?... — El pelinegro se sienta junto a mi empezando a reír. — Oh, no sé ni para que pregunto eso, si se nota a leguas que estás enamorado de tu acosador. — Lo miro frunciendo el ceño. — ¿Qué? No me mires así chérie, sólo digo la verdad…

 

—No sé qué hacer… — Susurro.

 

—Pues… Vuelve con él… Aunque no se la pongas fácil, ya sabes… Hazlo sufrir un poco…

 

— ¿Sufrir?...

 

—Claro chérie. Haz cosas como las de hoy… ¿Viste como estaba muerto de celos cuando empecé a tocarte en el baile? — Reí con él al recordar la cara que puso Rodrigo al verme… — Puedo ayudarte en lo que necesites, ya sabes.

 

—No lo sé…

 

—Vamos, no seas bobo. Se ve que está loco por ti. — Se sienta a horcajadas sobre mí rodeando mi cuello con sus manos. — Diviértete un poco chérie, si te ama como estoy seguro lo hace tendrá que aguantar un pequeño castigo por todo el sufrimiento que te causó. — Me guiña uno de sus delineados ojos mientras juega con mi cabello. Me rio ante su actitud.

 

—Lo pensaré, cariño. — Sonríe y me da un beso en los labios antes de bajarse.

 

—Está bien. — Se gira cogiendo su bolso y sacando la ropa que usamos para atender. — Ahora vuelve al trabajo que Fabi está a punto de enloquecer. — Me dice mientras empieza a cambiarse. Me levanto presuroso y buscando mis prendas me cambio en menos de un minuto. Me dirijo a la puerta y antes de salir le lanzo un beso.

 

 

Camino hacia la barra buscando a Rodrigo con la mirada. No lo encuentro, supongo por la hora que ya se ha ido. Suspiro algo decepcionado y empiezo con mis labores.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Llego al departamento y entro sin encender las luces. Me siento totalmente agotado, física y emocionalmente. Camino a ciegas hasta la habitación y me lanzo a la cama. Me giro y fijo los ojos en el techo.

 

 

El recuerdo de Ezio bailando y tocando a ese tipo me revuelve el estómago. Los celos me llenaron y tuve ganas de saltar sobre el escenario para separarlos y moler a golpes al pelinegro. Pero me contuve, sabía que era solo espectáculo… Rogué porque así fuera… Cuando terminó el numerito y vi correr a Ezio, fui tras de él. Tenía miedo a lo que me podía decir… No estaba preparado para ser rechazado… Así que decidí mostrar como realmente me sentía… Desesperado… Me arrodillé y le imploré… Joder, jamás me había humillado ante nadie, nunca… Pero no era cualquier persona la que tuve delante… Era Ezio… Y lo amaba. Mierda, lo amaba más que a mi vida. Y sabía el gran error  que había cometido. El recuerdo de ese terrible día en que lo golpeé me había torturado estos años. Su voz rota diciéndome que me odiaba me perseguía en sueños… No, no eran simpes sueños… Eran pesadillas… Necesitaba su perdón. Lo necesitaba junto a mí de nuevo, ahora más que nunca… Y si pidió tiempo, le daría todo el  del mundo. Cualquier cosa con tal de que vuelva a mí.

 

 

Habían pasado tantas cosas en estos más de dos años en los que estuvimos separados… Al comienzo lo busqué desesperadamente. Ninguno de sus amigos habló. Tuve que regresar a casa con el corazón lleno de dolor. Ingresé a la universidad y empecé a trabajar en la empresa de mis padres. Comencé a beber y a salir de bares tratando de olvidar lo miserable que me sentía. A los 6 meses, cuando con mucho esfuerzo pude conseguir regresar por solo una semana, traté de hallarlo. No tuve suerte. Nadie me daba información. Fui hasta su casa y el maldito de su padre me dijo que no tenía idea, que si estuviera muerto sería mejor. Me contuve de golpearlo solo porque no quería que se desquitase con Ezio. Volví a América desanimado. Un año después regresé nuevamente, esta vez por 15 días. Me paseé por calles, plazas, cafeterías, bares, preguntando por él… Hasta que me encontré con su amigo Giovanni en uno de esos lugares. Creo que se apiadó de mí, no sé, porque me dijo por fin que Ezio había empezado a trabajar en un Disco bar del centro. Una pequeña luz de esperanza nació en mi pecho… Una luz que se vio pisoteada de la manera más cruel cuando también me contó que había salido por fin de casa de su padre para irse a vivir con su novio… Lucca.  Aun recordaba el rostro de ese tío… El dolor nublo mis sentidos. Me despedí del italiano agradeciéndole la información, tratando de que no note lo afectado que estaba. Al día siguiente fui a aquel lugar en el que supuestamente trabajaba Ezio y lo vi… Estuve gran parte de la noche observándolo, oculto en un rincón… Espere hasta que terminó su turno, había decidido hablarle… Pero no pude. Me quedé en una pieza al ver como ese tipo, Lucca, lo esperaba y se iban juntos… Pensé que me había olvidado, y lo tendría bien merecido…

 

 

Un tiempo después, mi padre me envió a trabajar a una nueva sucursal en América del Sur.  A pesar que aun  faltaba para terminar mi carrera, él confiaba más en mí que en cualquiera de sus empleados más cercanos. Así que me mudé para allá. Me sentía totalmente destruido y la soledad en la que empecé a vivir no me ayudaba mucho.  Me aboqué totalmente al trabajo. Dividí mi vida entre mis estudios que seguí a larga distancia (milagros que el dinero conseguía) y el trabajo, decidido a olvidar el dolor. Los fines de semana empecé nuevamente a salir de bares y emborracharme hasta olvidar mi nombre. A veces un revolcón sin rostro y sin compromisos. Una vida totalmente vacía.

 

 

Un día logramos cerrar un importante negocio que nos había costado muchísimo esfuerzo. Todos estábamos eufóricos en la oficina. Salimos a celebrar. Bebimos más de la cuenta. Maribel, una de las secretarias de la sucursal estaba a mi lado. Era una mujer muy bonita, de rasgos delicados y maneras muy femeninas. Muchas veces se había quedado  conmigo hasta más allá de la hora de salida en la oficina, ayudándome. La verdad que era muy agradable conversar con ella, era divertida y tenía la facilidad de hacerme reír. Sabía que era casada, conocí a su esposo en la última reunión navideña y tenían una niña… La verdad no sé cómo pasó… Solo sé que desperté a su lado en un cuarto de hotel. Joder, jamás me había metido con nadie del trabajo… Me deshice en disculpas, pero ella le restó importancia, “somos dos personas adultas que se gustan, es natural que pase algo así…” Ignoré su comentario, pensé que sólo eran palabras para hacerme sentir mejor… Decidimos guardar el secreto y hacer como si nada hubiera pasado… Pero dos meses después me lo dijo. Estaba embarazada. Me quedé en shock. Un hijo… Protección… ¿Es que no usé protección?...  Pero nunca la olvidaba… Yo… Dios, un hijo… Un hijo...

“¿Estás segura que no es de tu esposo?” Fue lo primero que le pregunté. Pareció ofenderse.  

“Es tuyo Rodrigo, estoy segura. Germán estuvo de viaje, es imposible que sea de él.” Estábamos en mi oficina. Las manos me temblaban y el corazón me latía desbocado. Estaba muerto de miedo.  

“Maribel, yo…” 

“Dejaré a Germán, estoy enamorada de ti…”  Mi mente trataba de procesar lo que me decía… ¿Enamorada de mí?... No… Imposible…  No podía…

“Maribel, estás casada… Tienes una hija…”

“No lo quiero ya… Hace tiempo que mi matrimonio no funciona…”

“Pero…”

“Tenderemos este bebe, juntos… ¿No te emociona?”

“Maribel…”

“Te quiero, Rodrigo…”

“No puedo…”

“¿Por qué? ¡¿Por qué?!”

“Yo… yo estoy enamorado… de otra persona…”  Me miró con los ojos abiertos, incrédula. “Lo siento…Yo…”  Me calló con una bofetada.

“Eres un maldito”  Fue lo último que dijo antes de salir azotando la puerta, dejándome aun aturdido y sin poder entender totalmente lo que había pasado. Estaba aterrado. Total y completamente aterrado.

 

 

Maribel renunció al día siguiente. No pude hablar con ella… Aunque, ¿Qué le hubiera dicho? ¡Si ni siquiera podía asimilar lo que pasaba!  Dios, necesitaba salir de aquí… Llamé a mi padre y le pedí un par de meses libres… Le dije que necesitaba despejarme, que el trabajo me había absorbido tanto que estaba a punto de colapsar…  Aceptó... Estaba huyendo como un cobarde, lo sé... Y viajé… Nuevamente en busca de Ezio. Sabía que tenía novio, una vida nueva, que lo más probable fuera que ni me recordara… Pero necesitaba verlo, ahora más que nunca.

 

 

Ni bien llegué, comencé a frecuentar el bar en el que trabajaba. Y encontré algo diferente. Lucca ya no iba a recogerlo… ¿Habrían terminado?... Eso parecía. Sonará mal, pero la sola idea me llenaba de alegría. Tenía una oportunidad y no iba a desperdiciarla.  De un momento a otro empecé a verlo en la barra cada vez menos… ¿Me habrá visto y estará escondiéndose?... Con todo, no iba a rendirme.

 

 

Y hoy llegó mi oportunidad. Verlo salir a bailar junto con aquel muchachito… Sé que me notó enseguida porque sus ojos no se separaron de los míos ni un instante.  Ezio no era más un niño, era un hombre. Un bellísimo hombre. Y lo quería de vuelta en mis brazos. Lo necesitaba… Lo necesitaba más que nunca...

 

 

Me revolví nuevamente en la cama. No podía dejar de pensar… ¿Sería capaz de decirle que tendría un…? No, no, no… No voy a pensar en eso ahora. Me concentraré en recuperarlo.  Lo convencería en ir conmigo a América. Luego ya vería…

 

 

No voy a volver a perderlo. 

Notas finales:

La canción q bailan es Flight from Paris de Bobby Newberry. Esa fracesita q puse tmb xD Y viendo el video ya saben en quien me inspiré para Etienne jajaja claro q sin barbita *u*

Comprendan a mi Rodri, ok? El pobre está destrozado y aterrorizado. 

En fin...

 

Maripositas multicolores llenas de miel para tod@s


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).