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Pajarito por Juuri Kiryu

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Notas del fanfic:

¿Qué? No pude evitarlo, estaba leyendo Rise and fall y no pude dormir hasta tener la mitad escrito. No ha sido culpa mía. 

Como un previo para que se pueda entender la historia, tenemos que Roy perdió a su hija durante un ataque a Star City, además que durante el enfrentamiento contra el que asesina a su hija pierde el brazo derecho y pues le dan una prótesis, cortesía de Cyborg. A partir de entonces sufre una recaída a las drogas pierde el control. 

Además de eso Dick asume de nuevo el papel de Batman porque Bruce está desaparecido, más específicamente perdido en el tiempo. Entonces regresa a Gotham con Alfred y Damián, quien por primera vez asume el papel de Robin al lado de su hermano. Además esto originó un conflicto entre todos los demás miembros de la familia del murciélago por obvias razones. 

 

Notas del capitulo:

De ustedes depende si vemos  punto de vista de Dickie, o sea, Richard. A mí me parecen una linda pareja esos dos (Vamos, casi cualquier pareja que incluya a Dickie me gusta), así que tenía que hacerlo. 

Dick suspiró al ver a Roy en ese estado de nuevo. Roy solo cerró los ojos. Estaba muy cansado como para hacer otra cosa, habían ocurrida muchas cosas en el último año y él se sentía sumamente perdido. No solo por el hecho de que su pequeña niña había dejado ese mundo, sino también por la recaída, el dolor constante de su mutilado brazo, la ruptura total con Ollie... Y de todas las personas en el mundo, Dick tenía que verlo así. Dick, ese chico que conoció desde que era un criajo. El chiquillo que usaba solo unos cortos pantaloncillos, ahora podía decirlo, muy provocativos. Dejaban ver sus piernas que prometían ser generosas, fuertes y vigorosas. También el rostro gentil que advertía de la alegría que era capaz de traer ese niño. Su risa alegre, y su aura confiada. Esa que te dice que puedes seguirlo y todo estará bien.

Pero sus tiempos de titán habían acabado hacía mucho. Donna, Ollie, Lían. Se sentía tan solo en el mundo, huérfano incluso de la familia que él mismo había elegido. Y se olvidó de Dick. Seguramente él sufría igual o más. Sin saber si su segundo padre estaba vivo o muerto, no tenían un cuerpo que lo comprobase. Tratando de hacerse cargo de un traje que desde el inicio había rechazado. Sintiendo que no daba la talla. Criando a un hijo que él no había pedido, y digiriendo una familia quebrada. Por si fuera poco, ahora estaba allí, a su lado, sosteniendo su brazo bueno y diciéndole una y otra vez que todo estaría bien, como si al repetirlo pudiera forzar al destino.

Roy abrió los ojos para ver un poco nublado el rostro maduro del chiquillo que había sido su amigo desde el inicio. Que no lo había dejado. Que lo había cuidado una y otra vez, y que ahora estaba allí, tratando de que su cuerpo no se fuera. Había envejecido un poco. Bajo los ojos unas ojeras se presumían aún terriblemente atractivas, al igual que unas imperceptibles arrugas en la comisura de sus labios. Se aferró a esa mano callosa, que sostenía su alma con fuerzas terroríficas. Y entonces lo recordó.

Recordó cómo la última vez que Dick se entregó libremente a él, fue cuando le menciono después la existencia de Lían. Como lloró Dick ese día, claro, cuando creyó que él ya se había dormido, después de un ardiente y desenfrenado sexo salvaje. Nunca se lo mencionó, porque prefería no hacerlo sufrir más. No pretendía engañarlo, diciéndole cosas bonitas al oído que nunca cumpliría, porque si algo le había aprendido a Ollie era una cosa: a fallar. Oliver podía ser un mal padre. Pero él, Roy, era una peor persona. Luego, con la llegada de Lían a su vida, sus encuentros se volvieron poco más que fugaces e inexistentes. Dick no se sentía cómodo con el hecho de visitarlo por la noche, a deshoras, follar, y largarse, menos aún con quedarse a pasar el resto de la velada con el pelirrojo. Siempre, siempre la culpa le golpeaba cuando Lían alegremente corría a verlo, disfrutando de la compañía del acróbata.

Y no lo podía culpar. Incluso a él mismo, la culpa lo carcomía con mayor frecuencia cada vez. De ahí que esa noche Dick lo hubiese hallado con una preocupante sobredosis, que lo había dejado convulsionándose en el piso de un callejón oscuro. El murciélago lo había hallado ahogándose en su propio vomito, y atendiendo a sus súplicas, lo llevó a un lugar seguro. No tuvo que explicarle a Dick. Él sabía que se refería a un lugar sin sus conocidos, a un lugar en donde no tuviera que mostrarse de forma tan lastimosa frente a Dinna, y los demás. Y Dick lo llevo a un lugar seguro. Un departamentito en donde él mismo atendió cada una de sus heridas.
Muchas veces pensó que no pudo estar más acertado al elegir el nombre de Nightwing. Dick parecía tener alas, porque a pesar de todas sus fallas, a pesar de todos y cada uno de sus errores, era como un ángel. Un ángel capaz de hacerlos sonreír en los peores momentos, capaz de aminorar cualquier dolencia.

Cuando Roy despertó, encontró al hombre –debía recordar que hacía tiempo que había dejado de ser un chico– dormido en una silla a su lado, con el traje de murciélago a medio poner. Sonrió con dificultad. Su boca estaba seca y sintió sus labios partirse, pero no podía evitar sonreírle a su amigo. Dick se removió enfurruñado al tener que moverse, y un dolor por la mala posición sobrevino de inmediato. Pero al verlo consciente, sonrió también, aliviado. Y entonces Roy notó que el pajarito de Gotham no había soltado su mano en ningún momento, en ese momento, el apretón solo se afianzó. El pelirrojo se quejó inconscientemente cuando Dick lo abrazó con fuerza, llegando a lastimarlo un poco. Así era Dick, fuerte, desmedido, apasionado. Nunca había visto al chico en el escenario, pero por lo que oía, no había nadie que disfrutara más el caer en picada. Y eso lo sabía bien.

— Me has dado un susto de muerte
— Vamos Dick... No tenías que...
— ¿Querías que te dejara ahí?
— ... — Y es que la humanidad de Dick lo desarmaba.


Roy sonrió un poco más y entonces lo apretó contra sí, usando el único brazo que le quedaba. Dick ronroneó complacido, aquel fuerte agarre logró hacer maravillas con el nudo en su espalda, pero también estaba feliz. Podía oír el latir del corazón del mayor, podía sentir su calor, y también podía comprobar que estaba bien... Dentro de lo que cabía. También sintió otra cosa, que no debía estar allí, pero que igual no le molestó. Dick sonrió dulcemente y besó los labios de Roy, mientras que éste pasaba su mano por el fantástico culo que Grayson se cargaba. Durito, durito, y generoso. Eso le arrancó un suspiro de placer al menor, pero logró su cometido.

Aun recordaba cómo había tomado a Dick la primera vez. Se sintió tan excitado por saber que era la primera vez de esa chulada de chico. Al menos su primera vez con otro hombre, de buena fuente sabía que Richard dejaba muy satisfechas a las chicas. Pero él le mostraría el placer de entregarse a un hombre. Ahora, con unos años más, Dick no había dejado de ser el chico fogoso y apasionado que conoció en la base de los titanes.

Sus labios se devoraron los unos a los otros con ferocidad, mordiéndose y succionando, haciendo de ese beso al principio inocente, uno mucho más húmedo y erótico. Dick con toda la naturalidad del mundo cortó el beso

— Déjame hacerlo a mi — dijo con voz ronca. Se deslizó poco a poco y llegó al pantalón mal colocado del pelirrojo que excitado observó cuidadosamente al más joven.
— No me trates como a un niño... — protestó, aunque sabía que a Dick le fascinaba eso.
— Eres como un niño. Ruidoso, e imprudente. Necio... — gruñó en respuesta. Eso le arrancó una sonrisa, estaba adquiriendo hábitos de su mentor, y probablemente no lo notaba.


Con cuidado, la mano de Dick sobó aquel bulto que se alzaba bajo la ropa, reclamando su atención. Roy ahogó una maldicion, olvidaba cuan bueno era el ex acróbata con las manos. No pudo evitar sentir morbo por el regaño del otro. Era como su niñero. La lengua tibia y esponjosa pronto invadió el espacio entre sus ropas, encontrando a su carne erguida y lista para acción. La boca del pajarito era húmeda, caliente, y maravillosa, y aunque no era la primera vez que Roy la disfrutaba, sintió que un escalofrío lo invadía, naciendo en el centro de si, hasta expandirse poco a poco por su cuerpo. Llevó su mano a los cabellos azabaches, y gruñó cuando Dick soltó una risita burlona. Sabía que era lo que quería, y como, pero se negaba a dárselo.

El crujir de aquella camita maltrecha los siguió cuando el arquero derribó con ímpetu al otro, que se quejó un poco, más se removió justo como sabia que al mayor le excitaba. En cuatro, alzando su trasero, refregando sus dos nalgas contra ese pedazo de carne erguida, sintiendo como el otro no esperaba para romper su traje. Menos mal que aún tenía la capa para poder regresar con Al y Damian. Dejó expuesto aquel antojable agujerito, que se fruncía mucho, tembloroso y apretado. Siempre le fascinó, porque a pesar de todo, era una zona tan suave, tan tierna en comparación a la dureza que había ganado la piel de su pajarito con el pasar de los años. Besó la nuca de Dick, y se rió ahogadamente cuando se cerró aún más ante su tacto, justo como una tímida flor.

No dijeron mucho. No había mucho que decir. Para Dick, era claro. Roy necesitaba desahogarse, había perdido mucho en solo unos segundos. Él, necesitaba desestresarse. No era difícil enterarse de cuánto de les ayudaba eso. Hundió sus dedos en el colchón barato cuando Roy entró sin prepararlo. No pasaba nada, a ellos les gustaba rudo, sin nada de por medio. Un pujido escapó de sus labios, esa cosa había penetrado hondo en sus tibias paredes que irritadas se cerraron sobre el intruso. Normalmente hubiese dejado que el temblor en sus piernas lo derrumbara, pues tenía la seguridad de que Roy lo sostendría. Pero ahora apenas podía sostenerse a sí mismo, por lo que se obligó a alzar su trasero un poco más, arrancándole un gruñido hondo al pelirrojo.

Roy abrió un poco sus ojos, su miembro se asfixiaba en ese lugar, de una manera tan placentera que nublaba su mente. Movió sus caderas sin esperar, escuchando el rechinar de la cama bajo sus cuerpos. Aquella entrada se mostraba estirada, cubriendo todo su miembro, rozando esa lampiña piel con su vello rizado, cosa que sabía, a Dick lo volvía loco. El continuo choque de sus caderas, el oír cómo sus pieles se estrellaban pronto cubrió el sonido chirriante de los resortes de la cama. Los gemidos y pujiditos que Dick trataba de ahogar no hacían más que enloquecerlo. A pesar de que no podía hacerlo como antesla Dick no parecía molestarle en lo más mínimo el abandono a su miembro, que desde hacía mucho estaba tan duro como el suyo propio.

Afirmó bien sus piernas, y luego dejó que Dick se girara, sin dejarlo salir. Quedaron frente a frente, y eso les permitió acercarse, para besarse de forma apasionada, ardiente. Dick se abrazó a él, rasguñando su espalda de una forma sensual, propia del acróbata.

Luego sintió como las piernas torneadas se aferraron a su cintura. No duraron mucho, poco a poco el orgasmo nació entre ellos, primero como un sutil y placentero hormigueo en sus vientres, luego se expandió a cada una de sus células,

Les explotó en la cara, y lo último de lo que fueron realmente conscientes fue oír cómo las patitas endebles de la cama cedían, y como el colchón terminaba en el piso. Entonces se abrazaron, y se unieron de una forma mucho más íntima y poderosa, con un beso confidente, que distaba mucho de ser el de los amantes eternos, este era más de los que saben que son tan efímeros como los cambios de estación y que quieren aprovechar cada minuto que están juntos.

Dick besó su cuello, y luego su frente. Entonces Roy lo miró adormilado, pidiéndole que se quedara, y luego sintió esos suaves labios sobre el muñón que antes había sido su brazo derecho. Luego sintió una humedad. Porque si bien el había dejado salir su enojo y frustración desde el inicio, nunca se permitió llorar su brazo. Dick lo lloraría por él. Así como también lloraría a su Lían. Ese era Dick, su pajarito. El único hombre en el que confiaba, y el único que lo amaba tan puramente como lo había hecho su niña.

Al día siguiente, Dick no pudo evitar quedarse un poco más. No quería dejar a su amante en ese estado, no pretendía dejarlo en un estado tan vulnerable. Solo se fue hasta asegurarse que de había permanecido al menos un día limpio.

No pudo evitar sentir enojo hacia Roy, y a la vez, culpa por enojarse.

Roy lo sabía. Pero así era Dick. Así era el pajarito. Su pajarito.

Notas finales:

Lo amé. Siempre me ha parecido que son una pareja así tan ardiente como Jason y Dick. Besos, criaturos. Si quieren dejar un review se los agradeceré de todo corazón (?)


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