Yo siempre estuve ahí por Killunyari

Capítulo l
"Una pequeña lágrima de soledad"

Era una mañana muy tranquila y agradable en Izumo, el sol que poderoso se mostraba sobre el despejado cielo, con sus rayos brindaba calor y alegría a todos sus habitantes, a todos... Menos a un pequeño de 6 años de edad que regresaba a su casa pesadamente. Su mirada era tranquila pero algo oscura, reflejaba cierta tristeza pero por sobre todo soledad.

Aquel niño no parecía haber tenido una buena mañana, como todos los demás, su cuerpo estaba lleno de pequeños moretones y algunos raspones aunque no era realmente nada serio, así pues camino como pudo y llego hasta su destino, aún era bastante temprano, quien lo viera ahí a esas horas pensaría seriamente que este se había saltado las clases y aunque, si bien en parte era cierto, ese pensamiento no era correcto del todo.

Así pues, decidió entrar a su casa, la enorme y majestuosa mansión Asakura, no sin antes haberse asegurado que nadie estuviese allí, aunque bien sabía que realmente nadie lo esperaba, su familia siempre estaba ocupada y usualmente la gigantesca mansión estaba más que vacía y a su completa disposición. Entro entonces y aún camino un buen rato recorriendo pasillos y deslizando puertas hasta que por fin llego a su habitación. Allí dentro comenzó a tratar sus heridas, los chicos que lo molestaban en la escuela le habían propinado una buena golpiza pero... ¡no era justo! Siempre que intentaba defenderse con lo poco que había aprendido a controlar de sus poderes como shaman terminaba de esa forma y a veces incluso peor, aunque a nadie parecía importarle, era algo habitual de todos los días por lo que ya estaba acostumbrado a hacerlo y aguantar sólo.

Cuando termino de tratarse salió al pasillo frente a su cuarto que daba con uno de los muchos jardines de la mansión pero en particular este le gustaba mucho, había una fuente antigua que hacia ruido al pegar la caña que transportaba el agua contra el suelo pero no era muy escandalosa, a su lado se encontraba un gran árbol de cerezo que en esta temporada estaba en su máximo esplendor.

Eso si era algo relajante para él pero hacía falta algo, de su cuello colgaban unos audífonos color naranja los cuales se colocó sobre los oídos y conecto estos a su reproductor, también ya algo viejo puesto que le había pertenecido antes a su padre, y finalmente pudo escuchar su música favorita, las canciones de Soul Bob.

Nada era nuevo, la misma rutina de todos los días. Cerró sus ojos por un breve momento mientras pensaba sobre esto, cuando de repente sintió algo húmedo rodar por su mejilla, era... ¿Una lágrima?... El pequeño llevo su mano hasta aquella mejilla tomando la gotita entre dos de sus deditos, la miro extrañado por unos segundos hasta que, como si aquella diminuta lágrima hubiera sido el detonante, sintió como todo aquello que sentía y había guardado dentro de su corazón comenzaba a invadirlo.

Estando aún sentado, el niño bajo sus audífonos nuevamente a la altura de su cuello, abrazó sus propias piernas y pegó su rostro contra sus rodillas como intentando refugiarse, apartarse del mundo.

– No lo soporto más...  – Mencionó en un tono bajo y quebrado. – Yo no debería llorar, yo siempre...yo siempre debo mostrarme tranquilo. ¡Esos malditos humanos! – Murmuro entre dientes. – Me siento tan sólo... –
.
.
.
–“ Pero no lo estas... Yoh...” –
.
.
.
– ¿Uh..? – Abría los ojos despacio parpadeando un poco de vez en vez intentando reconocer el lugar en el que se encontraba. Un joven de aproximadamente 15 años de edad estaba despertando de su profundo sueño, miro entonces a los al rededores dándose cuenta que se había quedado dormido sobre una de las ramas de un árbol en medio de un bosque que yacía en la profunda oscuridad de la noche.

– Yoh Dono, ¿Ya se ha despertado? – Miro a aquel individuo del que la voz provenía dándose cuenta que se trataba de nada más y nada menos que su espíritu acompañante, Amidamaru, quien parecía algo preocupado pero contento de ver que su amo había reaccionado al fin.

– Amidamaru... Disculpa parece que dormí más de la cuenta – Se disculpo con aquella típica risa que lo caracterizaba, sin embargo aún estaba algo adormilado.

– Así es, le dijo a Anna Dono que solo saldría a caminar un momento por el bosque pero eran las 4 de la tarde, ya son las 9 de la noche, debe estar preocupada por usted.

– ¿Preocupada? No lo creo, más bien ha de estar molesta... – De repente un escalofrío invadió su espalda y posteriormente el resto de su cuerpo, ya se podía imaginar la que le esperaba con Anna por llegar tarde y peor aún... por no llegar a tiempo para prepararle la cena a su "linda y paciente" prometida.

– Yoh Dono – Menciono Amidamaru con cascaditas en los ojos al imaginarse lo que le harían a su amo.

– Bueno que se le va a hacer – Suspiro Yoh resignado. – Andando Amidamaru, es mejor que volvamos ahora. –

Dicho esto el castaño bajo del árbol y siendo seguido por su espíritu acompañante comenzaron a caminar hacia su destino. Anduvieron por un largo rato pero había algo extraño, por más que avanzaban no lograban encontrar la salida del bosque, pese a esto el chico no se inmuto, guardo su habitual calma mientras pensaba en aquel extraño suceso, fue entonces cuando pudo sentirlo, dándose cuenta de lo que pasaba.

– Amidamaru...

– ¿Si, Yoh Dono? – Pregunto al ver a su amo con una expresión sería.

– ¿Podrías adelantarte? – Miro hacia su amigo sonriendo levemente.

– ¡Pero Yoh Dono! – Respondió un tanto preocupado.

Soltando una pequeña risa el Asakura se rasco la cabeza intentando mostrarse totalmente despreocupado para no preocupar a su acompañante. – Acabo de recordar que hay algo que debo hacer, no tardare, en seguida te alcanzo. ¿Está bien?

– Yoh Dono... – Sonrió asintiendo con la cabeza. – De acuerdo, tenga cuidado – Y dicho esto se marcho.

El castaño se quedo parado en su sitio mirando a su espíritu acompañante marcharse hasta desaparecer, el viento soplaba suavemente moviendo un poco su cabello y sus ropas. Su semblante volvió a cambiar, aquella sonrisa había desaparecido dando paso a un rostro serio pero aún tranquilo, fue entonces cuando decidió tomar la iniciativa.

– Muy bien, ya estamos solos, ¿Qué es lo que quieres?... Hao...

– Vaya, vaya... Incluso ya sabes reconocer mi presencia "hermanito" – Apareció saliendo de entre las tinieblas por detrás del menor haciendo énfasis en lo último mencionado.

– Escucha, realmente no tengo todo tú tiempo Hao, así que sí solo vienes a molestar mejor me dejas ir. – Respondió sin dejar de mirar al frente.

– ¿Tan rápido te vas? ¡Oh es cierto! Anna debe estarte esperando para medio matarte en cuanto entres por la puerta – Dijo en tono de burla tras haber soltado una cínica carcajada, a lo que el aludido tragó un poco grueso al imaginarse aquella escena, pero no perdió su compostura, estaba frente a su hermano mayor, si contra alguien no debía perder bajo ninguna circunstancia era definitivamente frente a él.

– Ya mejor dime ¿Para qué me quieres?

– Tranquilo Yoh, no he venido a hacerte daño aunque... supongo que eso ya debes saberlo, de lo contrario no habrías dejado ir a tu espíritu acompañante ¿no es así?

– En realidad, Hao, no tengo necesidad alguna de pelear contra "mi hermano". Es por eso que lo he dejado ir...

– ¿De verdad? Ahora resulta que confías tanto en mí como para presentarte completamente indefenso ante mi presencia, quién lo diría.

– Puedes burlarte todo lo que quieras pero, como dije, no tengo tiempo que perder contigo así que mejor dime ¿para qué has venido? –

Con aquella sonrisa cínica que parecía permanentemente dibujada sobre su rostro le respondió suavemente. – Creí que tú lo sabrías Yoh...

– ¿Saber qué? Mira Hao de verdad, si no tienes nada importante que decirme entonces mejor...

– "No lo soporto más, ¡Malditos humanos!, Me siento tan sólo..."

– ¿Eh..? ¡¿Qué?! – Volteo exaltado hacia el Asakura mayor quien lo miraba con su típica sonrisa.

– Oh disculpa, ¿Me equivoque en algo?

– H-Hao, ¡Deja de leer mi mente! – Menciono algo sonrojado.

– Pero si eso no ha sido necesario, Yoh – Rió por lo bajo ante la adorable reacción de su hermanito, para después desvanecer su sonrisa mirándolo con la misma seriedad con la que antes su gemelo le había tratado, cosa que extraño al menor.

– ¿Qué...Qué quieres decir?

– ¿No lo recuerdas Yoh...?

– ¿Recordar qué? ¡Dime ya Hao! – Exigió el menor con cierta inquietud.

– Parece que realmente no lo recuerdas... – Suspiro cerrando sus ojos un momento, tenía una expresión algo desanimada.

En seguida el peli largo apareció rodeado por llamas, era el espíritu del fuego convertido en el Over Soul "Kurobina" que envolvió su cuerpo haciéndolo elevarse por los cielos.

– No... – Murmuró Yoh para después gritar con cierta desesperación. – ¡Espera Hao!

– Ya nos volveremos a ver Yoh, y te aseguro, que será más pronto de lo que esperas.

– ¡Hao! – Extendió su mano hacia aquel cielo, que ahora parecía más oscuro, profundo y lejano; como si quisiera alcanzar a su gemelo con está pero el ya había desaparecido.

Era extraño... Nunca había sentido tal tristeza por ver a su hermano marchar, esa necesidad de que se quedara a su lado le trajo cierta nostalgia, como si ya hubiera sentido aquello alguna vez y entonces...

– ¿Qué es esto..? – Llevo su mano hasta su mejilla y pudo distinguir una pequeña gotita que pudo tomar delicadamente con su dedo índice.– Una...¿Lágrima?... –