Título: tears.
Géneros: Angustia | Drama | Romance
Rating: T
Advertencias: Muerte de personaje.
Sinopsis: tears of one night. Un hombre espera a su amante en la mañana de Navidad. Él se lo prometió, así que solo debe esperar.
«La espera se vuelve más larga cuando se la hace por un ser amado».
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Era diciembre, veinticinco para ser exacto, y él aún no aparecía. Quería confiar en que vendría, me lo prometió. Él llegaría.
Pasaban las horas y mantenía mi firme esperanza, nunca rompió sus promesas.
Ya eran pasadas las seis de la tarde, tal vez tenía problemas con su vuelo, seguro se le había retrasado, sí, eso debía ser.
Tocaban las once campanadas del reloj del apartamento y su presencia no se hallaba, la firme decisión tomada empezaba a flaquear, él me había prometido. Él…
Llamaron a la puerta exactamente a las doce de la madrugada del día veintiséis de diciembre. A trompicones salí de nuestra habitación, en la continua espera el sueño me abordó sin piedad y no pude más que dejarme llevar; llevaba —aparte del sueño bajo mis párpados— un polerón gris con un estampado navideño y unos pantalones de chándal verde militar. El timbre sonaba y sonaba, por un momento pensé en él, «sí cumplió», una sonrisa bobalicona adornó mi rostro, «sí cumplió». Mas, al abrir la puerta de madera de caoba, esta se esfumó en menos de un segundo: un militar traía consigo la bandera de Estados Unidos doblada perfectamente en un triángulo, además de colocar encima sus ropas, las ropas de…
Sabía lo que significaba, no necesitaba decírmelo, a los veinte años también tuve que servir en la milicia, y en una ocasión realicé aquel mismo acto. Así que solo las recibí sin ninguna expresión en mi faz y escuché en silencio las repetidas palabras:
—Lo lamento mucho, señor. El mayor Grant fue un gran líder, un gran soldado y un gran hombre. La nación de los Estados Unidos está orgullosa de haber tenido al mayor en sus tropas. Por favor, si fuera tan amable, avísenos el día de su funeral para rendirle los debidos honores.
Sin más que decir, el soldado se despidió con el saludo reglamentario y yo cerré la puerta tranquilo. Caminé lento hacia la cama y me recosté en ella, tomé entre mis manos sus pertenencias dejando de lado la bandera y las acerqué a mí, las abracé con todos mis sentimientos de aquel momento. Lloré y lloré, los sollozos no paraban, cada vez eran más fuertes y ruidosos; las lágrimas fluían sin parar…, no quise detenerme, él no lo hubiera querido. Él no hubiera querido que me hiciera el fuerte, él no hubiera querido dejarme solo en Navidad, él no hubiera querido morir allá… Él…
Él, mi militar favorito.
Él, mi mejor amigo.
Él, mi amante.
Él, mi esposo.
Él, mi Tom.
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«Lo último que se pierde esperanza. La esperanza de volverse a encontrar, ya sea en esta o en otra vida, porque lo el amor une, la muerte no lo puede desahacer».