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Purr por PinkyPinkyXing

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Notas del capitulo:

Espero que les guste mucho. Díganme qué opinan por favooooorrr, me haría muy feliz.

Solían viajar con los abuelos de Jimin cada cuatro meses, pero por la llegada de Kookie (y todos los cambios que había traído) habían aplazado el viaje. Los padres de Jimin aceptaban a Yoongi, pero se quedaba sólo en aceptación, sin cariño ni conversaciones fluidas. Las pocas veces que solían viajar a la tierra natal de Jimin, todo eran sonrisas falsas y salidas a supermercados para no pasar tiempo en su casa. En realidad no culpaba a sus progenitores por su actitud porque sabía que lo último que un padre esperaría de su hijo sería que tuviera una relación con un humano/gato. 

 

Desde niño Jimin había sido muy apegado a sus abuelos paternos, casi siempre sus padres lo mandaban con ellos durante las vacaciones de verano y el castaño no podía ser más feliz. La primera vez que llevó a Yoongi con los ancianos fue en Navidad y Jimin de verdad -de verdad- quería que lo aceptaran y lo quisieran tanto como a él; fue un alivio ver la cara de ternura/amor que le dedicaron al minino con suéter de renos. A partir de ese momento, Yoongi tomó demasiada confianza y toda la temporada fue modelo de la anciana (de hecho el gatito terminó con tres suéteres y un par de mitones); mientras ella le tomaba medidas y tejía un par de cosas, Yoongi bebía chocolate caliente y le contaba sobre su vida y sobre cuánto amaba a Jimin.




 

 

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Cuando Jungkook vio las tres maletas en la puerta, sintió miedo, ¿lo iban a abandonar y dejar solo de nuevo? (aunque al menos serían más generosos, pues sus dueños anteriores lo echaron con nada). En el momento en que Jimin salió de su habitación, el minino negro corrió hacia sus brazos y comenzó a ronronear sobre su cuello.

 

— Ah Kookie, que bueno que te veo. Se supone que Yoongi debía de decírtelo, pero me acaba de confesar que se le olvidó. —acarició con amor el cabello oscuro —Pedí vacaciones y vamos a salir de viaje

 

 

— ¿Yo dónde me quedaré? — preguntó Jungkook mientras sacaba su cabeza de la curvatura del cuello de Jimin y ladeaba una de sus orejas negras.

 

— Vamos a viajar los tres, a casa de mis abuelos. Estoy seguro de que te encantará.

 

 

Jungkook le dio, sin darse cuenta, una mirada de desconfianza con ceño hundido al castaño.

 

 

—Te aseguró que te vas a enamorar del lugar, durante estas fechas hace buen calor pero no es húmedo, además hay muchas cosas interesantes. Estoy seguro de que te gustará tanto que ya no querrás regresar. — Para sorpresa de Jimin, Jungkook lucía ansioso y listo para viajar. — Hay una maleta debajo de tu cama. Nos vamos mañana por la mañana. 

 

Jungkook simplemente asintió y sin esconder su emoción corrió a preparar todo.





 

 

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El viaje en autobús duró tres horas aproximadamente, horas que Yoongi pasó durmiendo en el regazo de Jimin y Jungkook jugaba (como siempre) en el celular del minino rubio. 

(Mientras tanto Jimin pensaba en todas las preocupaciones que lo atormentaban: comprar un celular para Jungkook -tal vez también una tablet, porque honestamente, la merecía-. Si ahorraba lo suficiente y con ayuda de Yoongi podrían dar el primer pago para un automóvil ya que creía que gastaba más en taxis y autobuses que en otra cosa y el coche sería una buena inversión. Jungkook necesitaba algo de ropa; tenía que entregar un reporte para su trabajo, no sabía si había cerrado bien su oficina... a veces odiaba la vida de adulto, era difícil y tenía muchas responsabilidades pero sinceramente no cambiaría nada de su vida actual.)







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Los abuelos de Jimin vivían cerca del parque nacional de Gyeongjuen, en la provincia de Gyeongsang del Norte. Era una ciudad acogedora llena de casas tradicionales. Lo que más le gustaba a Jimin eran las viejas casas de té donde podía comer ricos postres acompañados de infusiones que le recordaban a la vieja Corea; lo que más le gustaba a Yoongi eran los jardines y parques llenos de pasto donde podía correr y revolcarse.  

 

El taxi los dejó en frente de una casa de madera, era mediana y se veía acogedora. Una arrugada pero tierna cara les dio la bienvenida.

 

—¡Abuelita Park! —gritó Yoongi corriendo como un pequeño gatito hacia los brazos de la anciana.

 

— ¡Mi niño, estás gigante! Hice todos tus platillos favoritos, incluyendo ese panqué de nueces que tanto te gusta.

 

 

— ¿Por qué no recibo el mismo trato? —puchereó Jimin mientras se acercaba a su familiar y hacía un pequeño berrinche.

 

— Porque aún no es tu turno... —la abuela dijo con una sonrisa mientras estiraba sus brazos para darle un cálido abrazo y besos en la coronilla a su nieto. —¿Quién es ese pequeño? —la anciana señaló al híbrido pelinegro, que se había mantenido un poco aparte.

 

 

—¡Es Kookie, abuelita! - respondió Yoongi con emoción. —Él es nuestro...

 

La pausa del minino naranja hizo que la anciana sospechara las peores cosas. Se acercó a Jimin y susurró un poco demasiado alto en su oído.

 

—Jimin, no me digas que tú y Yoongi están en esas cosas del poliamor...

 

—¡NO! ¡NO! ¡NO! Para nada -gritaron los tres al mismo tiempo. —Jungkook es algo así como nuestro hijo, tiene 18 años pero es muy inteligente y educado. -dijo el híbrido naranja, justo como hablaría un padre orgulloso.

 

 

La abuela Park estiró una de sus rugosas manos hacia Jungkook y el gatito la tomó con un poco de desconfianza pues le recordaba a su dueña anterior.

 

 

—No sé cuál es tu historia, pero no te preocupes corazón, en esta casa sólo damos amor, especialmente a los hijos de mi Jiminnie y Yoonie. 

 

Jungkook sonrió un poquito y soltó un maullido alegre mientra movía su cola sin parar. Definitivamente haberse quedado en ese callejón había sido la mejor decisión de su vida. 


 

 

 

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El abuelo Park fue el favorito de Jungkook, en cuanto se conocieron hicieron un click inmediato.
Mientras la abuela le daba algunas dietas y tips para bajar de peso a Yoongi y Jimin, Jungkook estaba en el patio trasero aprendiendo a tallar pequeñas figuras en madera. 

—¡Vaya que eres bueno! En tan solo dos horas has aprendido lo que a mí me costó días. 

 

—Gracias... —el pequeño bajó la cabeza apenado. —También es porque usted enseña muy bien señor Park.

 

—¡Oh vamos! Dime abuelo o bubu como me decía Jimin de niño, señor me hace sentir muy viejo.

 

Los dos rieron porque lo que acababa de decir no tenía sentido alguno.

 

El gatito negro estaba completamente feliz, el anciano contaba viejas historias interesantes, además se sabía muy buenos chistes.

 

Lo mejor es que habían logrado que Kook dejara de estar pegado a la tecnología todo el tiempo sin siquiera intentarlo. El minino estaba aprovechando la naturaleza a lo máximo; en las mañanas salía a pasear con el anciano a un pequeño río cerca de su casa y por las noches jugaba en el campo con Jimin y Yoongi mientras los abuelos los veían y a veces también se unían. Por otro lado, el aire era maravilloso y tal vez era algo en la comida o en el ritmo de vida tan distinto al de la ciudad, que hacía que todos los habitantes de la localidad fueran tan amigables y amables. Jungkook había encontrado el paraíso.

 

 

 

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Jimin y Yoongi tomaron ese viaje como unas pequeñas vacaciones de pareja, Jungkook estaba muy emocionado con los ancianos y la naturaleza, así que no tenían que cuidarlo todo el día; un vez incluso pudieron escapar a un pequeño bar del pueblo para relajarse y disfrutar como adultos.

 

— Me siento muy feliz. — dijo Yoongi mientras tomaba su tercer mojito, su cola se balanceaba de un lado a otro al ritmo de la música suave. — Todo es cálido y me siento completo contigo y Jungkook a mi lado. No quiero que estos días se terminen.

 

— ¿Las vacaciones? — preguntó Jimin con las mejillas sonrojadas, debían de salir a caminar para que no estuvieran tan borrachos cuando llegaran a casa. Sería un desastre si Kookie y sus abuelos los vieran así.

 

— Todos, quiero estar con ustedes por siempre.

Jimin sonrió ante las palabras de su novio, él se sentía de la misma forma.

 

 

Después de pedir cinco o seis tragos más, dieron una vuelta por el parque nacional antes de regresar. Decidieron hacer un juego para no terminar dormidos sobre el pasto (casualmente, los dos se ponían somnolientos con tanto alcohol en su sistema): cada que vieran algo de color naranja se darían un pequeño beso; sin embargo, los pequeños besos se convirtieron en algo más, pero a pesar de su borrachez aún tenían el sentido moral despierto.

 

Llegaron a las 4:00 am a casa de los ancianos y se sintieron como una pareja de adolescentes, pues el abuelo los regañó por regresar tan noche y con olor a mala muerte, según sus palabras. Los dos rieron sin vergüenza y huyeron a su habitación (gracias al cielo, lo suficientemente alejada de la de Kookie) para concluir lo que había comenzado en el parque.  

 

 

 

 

 

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—¿En serio nos tenemos que ir ya? —preguntó Jungkook con un puchero enorme y ojos llenos de lágrimas. —¿No podemos quedarnos un poco más?

 

Estaban justo en la entrada de la casa con todas sus maletas; el taxi llegaría en cualquier momento.

 

 

—Así también estaba Yoongi la primera vez que vino, creo que tenemos algo mágico. — dijo la anciana riendo; sin embargo su esposo no estaba muy contento, se había encariñado mucho con Jungkook y quien sabe hasta cuando podría volver a verlo.

 

—Lo siento Kookie pero mañana terminan mis vacaciones y tenemos que regresar. Pero te prometo que volveremos dentro de muy poco, tanto así que ni siquiera te vas a dar cuenta de que nos fuimos. — Jimin estaba utilizando ese lenguaje lleno de falsas ilusiones que sus padres usaban cuando era un niño. Antes lo odiaba, pero ahora se daba cuenta de lo útil que era.

 

— Por favor, sólo un día más, el abuelo nunca me enseñó el molino viejo. — cualquiera que viera a Jungkook sentiría tristeza, el minino de verdad no quería irse.

 

— Kookie... — Jimin ya no sabía que hacer y volteó a ver a Yoongi con una mirada que rogaba ayuda.

 

— El molino no se va a ir, te lo aseguro Kook. Te prometo que vamos a regresar pronto. E incluso eso te dará tiempo para aprender más cosas y cuando vengas de nuevo puedas sorprender a bubu. — Yoongi había hecho su mejor intento.

 

—Pequeño... —el abuelo Park por fin habló — también te voy a extrañar mucho, pero podemos estar en contacto, Jimin tiene un teléfono en su casa y yo también, así que podremos hablar de vez en cuando, y como ya te dijeron tus papás, van a venir muy pronto e incluso podrías quedarte una temporada con nosotros.

 

Esto último atrajo completamente la atención de Jungkook, sus orejas y cola se irguieron con emoción.

 

— ¿En serio? — preguntó viendo a Jimin.

 

— Sí, sólo debemos planearlo mejor. —contestó el abuelo, mientras que Jimin y Yoongi asintieron de acuerdo.

 

—Ahora, váyanse antes de que el taxista se desespere. —todos miraron sorprendidos a la anciana. —Está ahí desde hace un rato.

 

Yoongi se despidió rápidamente de los ancianos, al igual que Jimin, sería un problema si les cobraba el tiempo que llevaba estacionado. En lo que los mayores llevaban las maletas al auto, el híbrido menor se despedía de los abuelos.

 

—Te vamos a extrañar mucho cariño. Vuelve cuando quieras. —la mujer le dio un fuerte abrazo y un pedazo de pay de ciruela (sin que Jimin y Yoongi vieran porque esos dos eran un peligro cuando se trataba de comida) 

 

El anciano no habló y simplemente abrazó con fuerza a Jungkook, mientras éste ronroneaba en sus brazos. Después de secar las lágrimas del minino con sus manos, el abuelo despeinó con afecto su cabello, con cuidado de no lastimar sus orejitas.

 

Jungkook corrió al taxi para irse, era momento de regresar. Mientras el automóvil avanzaba, sacó su cabeza por la ventana y gritó

 

—¡Los veré pronto!

 

Los ancianos los despedían agitando sus manos y gritando que los querían mucho.

 

Notas finales:

Gracias por leer ♥ ¡Y felices vacaciones a quienes ya las empezaron! (y a quienes no, no se preocupen, ya falta poco ???) 

 


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