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Familia Cavallone por Ren Konae

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Notas del capitulo:

Dije que faltaba dos capítulo más, pero redactar la parte de Dino es complicado, y sobre todo, muy largo. Así que tendré que dividirlo en dos este capítulo. Por favor, lean las notas finales que tendré que explayarme con unas noticias.  

 

En la vida de Dino muy pocas cosas fueron determinadas por él, todo se reducía a la familia Cavallone. Desde pequeño trató de huir de su destino, hasta que fue alumno de Reborn y a punta de balazos comenzó a aceptar su posición a heredero y futuro jefe.

 

Recordar los días y noches que fue aprendiz le ponía depresivo, fue un duro camino para entender que él no podía elegir y así hubiera seguido, con esa mentalidad de ser por el mismo pequeño martirizador.

 

Reborn le llamó una noche, cuando estaba por dormir y terminar un día más de papeleo y negociaciones. En el cansancio escuchó del problema de los anillos y del alboroto que estaba haciendo los Varia, Squalo estaba presionando al pequeño grupo de Tsuna. Su extutor le dio el cargo de ser un tutor, de nada más que el chico más problemático de los guardianes. Dino hizo un gesto de sufrimiento al pensar que ese sería otra forma de tortura.

 

Dino fue a Japón como ayuda y pasar unos «días de descanso» de sus obligaciones, al bajar del avión vio en la sala de espera a Reborn con su café humeante. Y gimió de frustración. Quería por lo menos informarse de su nuevo pupilo para saber qué esperar.

 

Una carpeta amarilla le fue lanzado cuando estuvo frente al pequeño hitman, en ella estaba toda la información de Kyouya, su nuevo aprendiz. Dino sintió un estremecimiento al ver la foto del menor, este miraba a la cámara de una manera seria y fría, con el ceño fundido y poco amigable, expresando su complicada personalidad.

 

—Hibari Kyouya, guardián de la nube de Vongola —decía Reborn—. Perfecto  de la escuela Namimori y tu nuevo aprendiz.

 

Y con esas simples palabras el Hitman se fue del aeropuerto. Romario que estaba atrás de su Jefe escuchando todo, lo guió hasta el auto negro que estaba esperándolos. En el trayecto, Dino se animó a leer la ficha técnica de Kyouya, que no era superior a una hoja. Curvó la ceja. No sabía si era una treta de su ex tutor o era realmente toda la información que se manejaba del perfecto.

 

Reborn siempre había sido detallado en los informes de personajes, cualquiera que tuviera que averiguar tenía un informa de más de tres hojas hechas por el mismo Hitman, pero la hoja de vida de Kyouya no era superior a una, es más podía ver que incluso había doble espacio.

 

Tuvo un mal presentimiento de ellos y dos posibles razones. La primera era que Kyouya tuviera su vida en exclusivo anonimato. La segunda era que Reborn le dio la información básica, muy fundamental, sólo para que no se equivoque de persona y el resto tuviera que averiguarlo por sí mismo. Él se inclinó por la última posibilidad.

 

***

 

Dino pensó que era la hora ideal para hacerle una visita a Kyouya. Según leyó en los informes, el objeto de su nuevo viaje estaba en su oficina, posiblemente haciendo alguna labor como perfecto y que prácticamente se quedaba hasta tarde encerrado en ese cuarto.

 

A pesar de estar viajando constantemente entre Italia y Japón, él no entendía muchas cosas aún de la cultura oriental, por ejemplo la clasificación de perfectos que se menciona en el informe. Y dudaba tener una idea clara en a corto plazo.

 

No se preocupó en tocar la puerta, sólo la abrió de golpe, haciendo una entrada un tanto ruidosa y no calculada. Afortunadamente, el chico estaba sentado en el sofá, jugando con el anillo Vongola entre sus dedos, lo miro sin emoción alguna, incluso se notó el aburrimiento en sus ojos azules. Dino entendió que debería despertar el interés en el otro para que pueda ser escuchado.

 

Primero se presentó, y como era de suponerse sólo se ganó una pequeña mirada de reojo. Mencionó a Tsuna y no tuvo ninguna reacción favorable, sólo una pequeña sonrisita irónica y sarcástica. Y Dino pensó en las complicaciones futuras que iba a tener su pequeño hermano menor, ya que el guardián no mostraba respeto por su futuro jefe. Él buscó rápido en tu memoria y las posibilidades de despertar algún interés en el otro y, de pronto, la imagen de Reborn apareció, a estas alturas el perfecto ya tenía que conocerlo.

 

—Soy Ex alumno de Reborn —dijo Dino, fuerte y claro.

 

Y en segundos se ganó todo el interés del otro. Que exclamó un «debes ser fuerte». Dino estaba comenzaba a informarle sobre el poder de los anillos y la situación actual, pero fue cortado sin haber terminado una oración. El joven sacó unas tonfas, que era sus armas de batalla.

 

Dinos sonrió.

 

—Chico problemático.

 

Sin poder decir más fue atacado por el otro, con golpes rápidos y contundentes llegaron a la azotea, el único lugar donde podría moverse sin restricciones.   

 

***

Dino en el primer mes ya tenía más claro el panorama sobre Kyouya. El joven asocial no era tan malo ni temible como se lo imaginaba, podría ser bueno con dos tipos de seres vivos: Los animales pequeños y los niños. En cierto modo, se le hizo adorable ese descubrimiento. La pequeña ave amarilla que siempre estaba con Kyouya, cantaba el himno de la escuela y cuando lo hacía su alumno mostraba una pequeña risa de satisfacción.

 

«—Está orgulloso de su mascota.— Ese era el pensamiento de Dino»

 

Entre su lista de descubrimiento sobre Hibari estaba su odio a que interrumpieran en su sala del comité de disciplina, en especial cuando estaba durmiendo o leyendo. Él mismo se ganó un par de tonfazos en un descuido que tuvo por entrar sin avisar.  

   

El jefe Cavallone sonreía al pensar que no tenía a un tipo muy complicado, o por lo menos sus expectativas fueron más altas, sino que podría manejar al adolescente delincuente siempre y cuando siguiera tranquilo y con mucha paciencia.

 

***

El primer año fue sin duda todo una revolución para Dino, quien a su vez agradecía de seguir vivo.

 

Kyouya había mostrado muchas facetas en esos 365 días que lo conoció. Entre las más destacables estaba esa manía de no escucharlo cuando le daba consejos sobre las peleas, ni mucho menos sabía cómo convencer al niño para dejar su terquedad de lado.

 

Dino viajó muchas veces de Italia a Japón, más que todo por ayuda a los Vongola. Su visita más reciente se realizó por la batalla de la maldición de los Arcobalenos, donde él tuvo que ser profesor de inglés en la escuela Namimori.   

 

Ser profesor le hizo descubrir nuevas facetas y saber aún más de su alumno preferido. Veía más seguido al adolescente, que en pequeños intervalos de tiempo lo buscaba para una batalla. Dino tenía órdenes de Reborn de no iniciar ninguna batalla con Kyouya, todos los representantes de su equipo deberían estar juntos para poder luchar.

 

Una tarde, después de clases, de estar evitando a Kyouya y este seguirlo por todos los pisos llegaron a un salón vacío. Su alumno se paró en medio de la puerta con tonfa en mano y en posición de batalla, él tenía el látigo amarrado a la cintura, y negándose a sacarlo, deseaba primero razonar con el muchacho.      

 

Las palabras no tenían sentido para Kyouya, que sin importar las explicaciones se lanzó al primera ataque. Dino sabía que tendría serios problemas si desobedecía a Reborn y en un acto reflejo, más que todo para dejar de lado la batalla, se acercó con las intenciones de noquearlo, pero dio un mal tropezón y terminó por chocar sus labios con los de Kyouya.

 

La mira sorprendida del menor fue una nueva reacción que Dino pudo apreciar, para después ser irá descomunal y temió por su seguridad. Kyouya era una fiera dispuesto a atacarlo sin remordimiento. Dino Sacó su látigo y se puso en defensiva, esperando los siguientes movimientos de su alumno.

 

Dino recuerda que estuvo muchas horas enfrascado en esa pelea, con un Kyouya que no le daba treguas y sólo se detuvo cuando escuchó el disparo inconfundible de Reborn.  

 

Él miró a su extutor que hacia un movimiento negativo con la cabeza. Suspiró. Estaría hablando seriamente con Reborn después. Kyouya sólo guardó sus tonfas y lo miró serio, después se marchó, sin decirle ni una palabra de continuar con su pelea.

 

Dino al estar sólo con Reborn trató de explicarle qué estaba pasando, pero fue interrumpido por este.

 

—Sé lo que pasó —dijo el Arcobaleno, y señaló una pequeña cámara que estaba en la esquina del aula.

 

Dino miró desconcertado la pequeña cámara.

 

—Yo… yo… —Dino sintió que su rostro se sonrojaba.

 

—No te aflijas, en el mundo de la mafia no sería la primera vez que un Don está saliendo con otro hombre.

 

Dino sintió que se incendiaba, no esperó recibir ese tipo de comentario. Y la sonrisa divertida de Reborn sólo hizo que sintiera ganas de irse de allí.

 

—Es sólo mi alumno. Lo ocurrido es un accidente.  

 

Y Dino trató de explicarle a Reborn que estaba mal interpretando todo, que no podía ver a Kyouya de esa forma. Era consciente que muchos Don tenía a amantes realmente jóvenes, hombres y mujeres por igual, pero él no podía tomar a Kyouya de esa forma.

 

Dino recuerda qué ese día estuvo atrás de Reborn explicándole, de todas las formas posibles, que no pensará en su relación con Kyouya de esa forma.

 

Recuerda que en ese entonces, el primer año. Reborn siempre sonreía divertido cuando él y Kyouya se encontraban, bien para entrenar, agradeció que el chico no indagara sobre el beso, pero él sintió las ganas de volver a repetir el roce.

 

En ese momento, pensó que su deseo de tener una compañera se estaba trasladando a Kyouya, pero no fue así. Con el pasar de los días, comenzó a desear a su alumno de una manera insana y casi obsesiva, no venía a una mujer sino a él mismo; era la silueta de Kyouya quien estaba entre sus brazos, era los labios de Kyouya quien lo besaba mientras lo abrazaba, eran su voz de placer de Kyouya quien lo llamaba por cada toque otorgado.

    

Dino tuvo que controlarse mucho, para no ser impulsivo y concentrarse en ser sólo el tutor, los primeros tres días no notó el cambio que tenía el menor hacia tu persona, pero después sí. Kyouya evitaba quedarse más del tiempo establecido para la batalla y huía de a la primera oportunidad. Él asoció el comportamiento como un rechazo a su persona, por el beso robado.

 

Hubiera continuado así, si no hubiera sido por un día en la tarde, que no había clases. Fue directo a la oficina del menor para despedirse, ya que regresaba a Italia a seguir con los negocios de su familia. Al entrar sin tocar, lo encontró en su sillón con el pantalón abajo y sus manos en su miembro, llamándolo entre gemidos.

 

Dino tuvo una fuerte impresión al verlo así, después el imponente sonrojo gobernó sus mejillas. No sabía si salir con cautela y rogar por no hacer ningún ruido en el proceso, no quería saber las reacciones del menor al verse descubierto o dejar libre sus deseos. Tragó saliva.

 

—Dino… —La voz entrecortada y extasiada de Kyouya, le hicieron olvidar todo raciocinio.

 

Se acercó y comenzó a besarlo, Kyouya se mostró sorprendido y primero no correspondió el beso, hasta que después de unos segundos comenzó a morderlo y haciendo que él sintiera su sangre fluir en el beso.

 

Fue la primera vez se estuvo sosteniendo a Kyouya y desde ese momento se prometió no soltarlo.     

 

***

 

Al quinto año, Dino ya tenía una pequeña mansión en Namimori, donde estaba con sus hombres cuando tenía que apoyar con los Vongola.

 

Sonrió al ver ese ambiente de felicidad en su pequeña morada. Todos estaban felices y tenían una copa de vino en sus manos, alzándola mientras le deseaban un feliz cumpleaños.

 

Él era feliz con su familia, siempre lo fue, pero en ese día esperaba algo más que las felicitaciones de sus hombres y la visita del grupo de Tsuna. Deseaba la visita de Kyouya.

 

El guardián de la nube ya era un miembro oficial de los Vongola y había realizado un pequeño viaje, según lo informado por su pequeño hermano, ese día regresaba, esperaba que lo sorprendiera con su visita. 

 

Dino tomó copa tras copa de Vino y la sonrisa se le amplió. Reía de forma tonta y por cualquier mal chiste que escuchara.

 

Decidió ir a su recamara y dejar al resto de sus hombres festejar, el alcohol comenzaba a marearlo.

 

La oscuridad de su habitación no le incomodo, al contrario fue gratificante. Con pasos torpes y agarrándose de la pared llegó a la cama, tenía el presentimiento que se caería si no tenía apoyo.

 

Al estar en la cama miró el techo, y su mente imaginaba imágenes de animal, hasta que recordó a Hibird, la pequeña avecilla que estaba acompañando a su amante. El piar de la mascota se escuchaba cerca, y sonrió. Su mente estaba divagando.

 

La sensación de no estar solo se intensifico y miró a la esquina más oscura de su cuarto, unos ojos azules metálicos lo miraban con atención, como un animal salvaje al acecho de su presa.

 

Dino sonrió.

 

—Kyouya —lo llamó.

 

El guardián salió de su escondite. Estaba vestido con su impecable traje negro y la tradicional camisa purpura, símbolo de su elemento. Sonrió maldito al ver el desastre que era el Don.

 

—Borracho —dijo.

 

Dino también sonrió y abrió los brazos para que Kyouya se acomode, pero este lo ignoró sentándose en el rincón más alejado de la cama. El Don hizo un gesto de desagrado al ver su amante lejos de él, pero recordó, aún en la nebulosa que era su mente, que Kyouya no le gustaba lidiar con él cuando estaba tomado.

 

—Es mi cumpleaños, Kyouya. Al menos dame un besito de bienvenida.          

 

El guardián hizo gesto de meditarlo, y se acercó al Don que volvió a extender los brazos para recibirlo, pero al igual que la anterior ocasión se quedó así. Kyouya no le dio el beso en los labios ni lo abrazo, sólo le beso la frente y con un susurrante «buenas noches» se retiró de la alcoba principal a la habitación de huéspedes que ocupada de vez en cuando, cuando él estaba enojado con Dino o necesitaba alejarse para atender papeleo.

 

Dino gimoteó al verse abandonado. No serviría ir tras su amante, este tenía la manía de cerrar la puerta con seguro y no volvería abrirla hasta el día siguiente, cuando el alcohol haya disminuido de su cuerpo.

 

***

A Dino le causaba molestia que le recordaran la descendencia de la Familia Cavallone, y hasta cierto punto podía entender la preocupación de Romario, que no presionaba con el tema, pero los murmullos de preocupación de sus hombres, quiénes se desvivía por garantizar un porvenir al legado, era latente.

 

Él sabía que no era un chiquillo de veintidós años, ya estaba cerca a los treinta y cinco años, a pesar de ser un hombre joven, esas fuerzas que conservaba no serían eternas ni mucho menos su vida, que podría extinguirse en cualquier momento por un ataque enemigo. La presión lo sentía palpable, el único que hacía oídos sordos del asunto era Kyouya.

      

El guardián ignoraba todo lo relacionado al asunto de heredero, aún no entendía si era porque no le importaba o porque él no era quien tenía que tomar cartas en el asunto.

 

Dino gimoteó.

 

Las reuniones con el resto de familias aliadas era un tema de conversación, que nadie diría a viva voz pero murmuraban a sus espaldas. Dino categorizó a todos como hipócritas, muchos no se escandalizaban cuando un hombre era amante de un Don, pero si era la pareja oficinal los murmullos malintencionados comenzaban a salir.   

 

Kyouya estaba durmiendo, cuando Romario encontró con rostro cansado y con evidente preocupación a la alcoba principal, la que compartía desde que el guardián comenzó a vivir en Italia.

 

La elegante carta que le fue entregada era sin duda de alguna Familia de la mafia, al abrirla y leerla encontró el inicio de nueva etapa, una caótica que nunca hubiera quería empezar: Las propuestas de matrimonios con las hijas de otros jefes.

 

Dino hizo un gesto de desagrado y le indicó a Romario que llevara esa carta a su despacho, que él se encargaría de responder más tarde. La mano derecha hizo un movimiento afirmativo e indicó que en una hora sería servido el desayuno.

 

—¿Ya empezó?

 

La débil voz de Kyouya, que indicaba que recién había despertado, se escuchó potente. Él no quería hablar del tema, pero si el guardián inició el tema de conversación, era mejor responder, aún seguía siendo terco y obstinado cuando no le respondía lo que quería saber.  

 

Dino respondió un débil sí, e informó sobre la familia que mandó la carta, no era novedad que esa etapa iba a empezar en cualquier momento. La mayoría de los jefes veía su relación como una pasatiempo que tendría que desvanecerse cuando las obligaciones con su familia sea imponentes.  

 

Dino miró la cara de Kyouya, seguía sin mostrar emociones aparentes, pero vio a través de esa mascara que siempre llevaba el guardián. Y notó la preocupación y, aunque no quisiera admitirlo en voz alta, el miedo.

 

El Don entendió que era momento de buscar soluciones rápidas para no recibiendo esas cartas y poder tener el heredero que la familia necesitaba, pero sobre todo para que no aparezcan obstáculos en su relación con Kyouya.

 

 

***

 

Dino a sus treinta ocho años pudo decirles a todos los miembros de la familia Cavallone que pronto tendría a su joven amo. La cara de sorpresa y alegría adornaron los rostro de sus hombres.

 

—¿Jefe, usted traicionó a Hibari? —se escuchó.

 

Hubo un hombre, que siempre era el que hacía preguntas desatinadas, quién hizo que el ambiente del festejo fuera incómodo.

 

La sonrisa de Dino se redujo. El resto de sus hombres miraban enojados a quién pregunto.

 

—Kyouya será quién lleve a mis hijos —respondió.

 

Más de uno miró a su jefe como un bicho raro, era imposible lo que estaba diciendo. Romario fue el único que mantuvo su sonrisa, era el único que acompaño a la pareja a realizar las pruebas correspondientes.  

 

Con cautela y con cierto temor se acercaron a Romario, preguntándole si su jefe no había sufrido una caída que pudiera afectarle al cerebro, pero este descartó tal hipótesis. Y aseguró que estaba diciendo la verdad.

 

La larga explicación de cómo empezó la aventura de fecundación empezó. Dino detalló en todo momento que era un experimento del exarcobaleno Verde, quién él financiaba para las respectivas pruebas de embarazos en hombres, que estaba muy avanzado y que Kyouya sería el primero en llevar acabo. Recalcó en muchas ocasiones que le costó mucho convencer a Kyouya para que sea el prototipo de este experimento, pero al final lo consiguió, después de muchas patadas y tonfazos, y Kyouya estaba en su primer mes de embarazo. 

 

Las lágrimas de felicidad de muchos no se hicieron esperar, por fin, la larga espera por tener un heredero estaba hecha realidad. Dino dio órdenes de complacer a Kyuoya en todo y no hacerlo enojar. Todos asintieron complacidos.

 

***

 

Dino sintió lástima por Ivan, quién en ese momento estaba recibiendo los tonfazos de Kyouya. El hombre tuvo el error de traerle té «frío» a su amante, que en un arrebato comenzó a golpearlo de ira. El humor de Kyouya en esos meses se había vuelto inestable, era como una montaña rusa.

 

Iván tuvo que arrastrarse y salir huyendo de la habitación principal. Dino se mordió los labios, era mejor no acercarse mucho, tal vez por algún error suyo termine siendo el reemplazo de Iván. 

 

Kyouya hizo un gesto de desagrado al tomar la taza de té, suspirando la dejó a un lado y centró su atención al libro que estaba leyendo. Dino con cautela subió a la cama, a su lado, se cubrió y desde la comodidad de las fresadas miró el rostro atento de su amante.

 

—Eres hermoso —dijo Dino, sin querer pensó en voz alta.

 

Kyouya que estaba leyendo le tomó por sorpresa, pero sonrió, un pequeño gesto que calentó el corazón de Dino.

 

—¿Entonces, no estoy gordo? —preguntó.

 

Dino se estremeció. Miró la silueta de Kyouya, que estaba recostado en la cama, la protuberancia que era el vientre estaba muy marcado, y le recordó al Don que su amante ya estaba en los últimos meses de embarazo. Sonrió.

 

Para Dino era fabuloso ser partícipe del crecimiento del su pequeño, en esos meses canceló toda reunión al extranjero, su primera preocupación era Kyouya. Por primera en su vida, la Familia quedo en un segundo plano, pero todos comprendieron, y ayudaron.

 

Dino se sentía el hombre más dichoso de la tierra.

 

—Eres hermoso —volvió a repetir.

 

Y se ganó un pequeño beso por parte de Kyouya.     

Notas finales:

¡Hola!


Lamento muchos estar estos meses desaparecida, pero fueron por motivos universitarios que me vi en la necesidad de frenar mi tiempo en la escritura del fanfic. Tuvo un problema con el curso de estadísticas, estoy llevándolo por segunda vez, así que estoy poniendo todo mi tiempo y de mí para poder pasar con una calificación decente, ese sería el motivo principal del porque no he actualizado como lo solía hacer antes.


Con respecto a esta historia, pensé que este sería el penúltimo, pero no, habrá otro capítulo antes del último, que sería la segunda parte de Dino. Y es que, Dino es un personaje que tiene mucho que contar con respecto a su relación y la evolución que tuvo con el guardián.


Al terminar esta historia me centraré de nuevo en los otras dos que tengo: El anillo Cavallone y En la inmensidad del cielo viven la nube.


También, quiero agradecer a quiénes me envían sus mensajes. Siempre los leo :) 


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