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Ryo Bakura era un chico muy especial con gustos muy especiales, del tipo “raro” para sus compañeros de clase. Desde muy pequeño había sentido cierta fascinación e interés por lo oculto y lo prohibido, era el típico chico que siempre tenía alguna historia de terror que contarle a los demás, él que amaba las películas y leyendas de terror, al que le gustaba de sobremanera la magia y el ocultismo, sin duda era un chico de gustos especiales y su deck no era nada diferente a él ya que este tenía uno al que llamaba “Deck Ocultismo” este se encontraba lleno de todo tipo de cartas extrañas y tenebrosas a los ojos de los demás sin embargo Ryo las amaba, cada carta significaba algo especial para él ya que ponía todo su empeño en buscarlas, siempre recorría la ciudad entera para encontrar las cartas elegidas para formar parte de su deck.
Un jueves por la tarde después de la escuela se recorrió las tiendas de juegos en busca de alguna nueva carta, pero esta vez no consiguió encontrar ninguna, al volver a su casa se sintió algo decepcionado, sin más que hacer se dispuso a hacer su tarea, encendió su laptop y comenzó a buscar la tarea entrando a varios sitios de internet, entre ellos encontró uno al que no había accedido jamás, era de una tienda de juegos que nunca había visitado, la página era algo misteriosa, el fondo era negro y clásico, las letras eran blancas y rojas, parecía una de esas páginas protagonistas en los creeppypastas, el albino rió por lo bajo al pensar en esto y buscó si tenía alguna cede en Domino, hasta el final de la página se podía leer un número telefónico y una dirección.
—¡¿Qué?! ¡Es muy cerca de la escuela! –Exclamó impresionado –Tal vez había pasado varias veces por esa calle sin prestar mucha atención a lo que había alrededor –Dijo mirando el techo de su habitación –Mañana pasaré –Dijo seguro con una gran sonrisa dibujada en su rostro.
Al día siguiente al salir de la escuela el albino le dijo a sus amigos que tenía cosas que hacer en casa y que debía llegar rápido, utilizando eso de excusa para ir solo a la tienda de juegos, sacó un papelito donde la tarde anterior había anotado la dirección de la tienda y se encaminó rumbo a esta.
Al llegar a la calle donde se suponía que debía estar la tienda Ryo inspeccionó centímetro por centímetro el lugar, pero no podía divisa nada, se acercó a uno de los locales y leyó el número.
—Número 45 –Dijo en voz queda –Se supone que el número de la tienda es el 55 –Dijo volteando para contar los locales para ver donde se encontraba el 55 -46 enfrente, 47 en esta calle, 48… 55 en este lado –Dijo comenzando a caminar por la acera revisando los números, cuando llegó donde se supone que debía estar el 55 no encontró nada más que un callejón sin salida –¡Imposible! –Exclamó impresionado –Yo copié bien la dirección –Dijo revisando el papel una vez más.
—Se te ofrece algo muchacho –Preguntó una anciana llegando junto al albino.
—Ehhh –Dijo extrañado dándose la vuelta –Oh si, buenas tardes –Dijo haciendo una pequeña reverencia.
—¿Qué se te ofrece mi niño? –Dijo sonriéndole cálidamente.
—Etto… verá –Dijo rascando su mejilla con su dedo índice –Buscó una tienda de juegos que se supone que está en esta calle –Dijo pensando.
—Con que es eso –Dijo sonriendo –Sígueme es por aquí –Dijo entrando al callejón, Ryo lo pensó un poco pero al final la siguió.
—Si –Dijo caminando tras la anciana.
Al llegar al final del callejón a un lado de este el albino vio una puerta negra.
—Pasa –Dijo la anciana abriendo cuidadosamente la puerta, Ryo se quedó parado frente a esta sin mencionar palabra alguna –Vamos, no tengas miedo –Dijo la anciana tomándolo de la cintura para que pasara junto a ella.
Al entrar a la tienda el albino se dio cuenta que esta tenía una pinta muy antigua y clásica, empezó a inspeccionar con sus bellos ojos café las estanterías del lugar, había muchas antigüedades ahí dentro, en medio de todo se encontraban unas vitrinas en las que Ryo reconoció perfectamente cartas de Duelo de Monstruos, se acercó rápidamente revisando un sin número de cartas de todo tipo, monstruo, hechizo, trampa, entre otras, de entre todas estás el pequeño albino observó un par de cartas que habían llamado especialmente su atención, la primera era “Cambio de corazón” y la segunda era la “Dama de la fé”, a pesar de no ser cartas relacionadas con su deck Ocultismo el albino pensó que eran especiales y que debía tenerlas, además sus ojos brillaban de la emoción que sentía solo por el hecho de contemplarlas.
—¿Te intereso alguna mi niño? –Dijo la anciana acercándose a Ryo.
—Sí, ese par –Dijo apuntando al par de cartas que le habían gustado.
—¿Esas cartas? –Preguntó extrañada –¿Realmente quieres esas cartas? –Preguntó sonriéndole.
—Si, por favor –Respondió el albino sonriéndole.
—De acuerdo, de acuerdo –Dijo sacando de su bolsillo la llave de la vitrina en la que estaban las cartas –Aquí tienes dijo poniéndoselas en sus manos a Ryo –Son muy misteriosas, ten cuidado cuando las uses –Dijo guiñándole, Ryo asintió feliz.
—¿Cuánto será? –Dijo buscando su cartera en su mochila.
—Eh visto el brillo en tus ojos al mirarlas, así que puedes llevártelas –Dijo sonriéndole.
—Pero… No debería, es decir usted no debe… ¿de verdad? –Preguntó emocionado.
—Claro que sí, solo cuídalas mucho –Dijo sin más y se alejó de él.
—Lo haré, muchas gracias –Dijo emocionado y salió de la tienda en dirección hacia su casa.
Al llegar a su casa el albino subió rápidamente a su habitación, se tumbó en su cama y saco de mazo para colocarlo a lo ancho de la cama, su colección era única, cada carta era increíblemente rara y misteriosa y estaba ese par… las cartas especiales que Ryo había adquirido esa tarde, no sabía por qué pero sentía que ese par de cartas tenían algo oculto que debía ser descubierto, después de contemplar sus cartas por un rato las volvió a guardar esperando con ansias llegar al otro día a la escuela para utilizarlas en algún duelo.
Al día siguiente en la escuela no dijo nada acerca de sus nuevas cartas hasta que estuvo en la hora de receso.
—¡Yugi! –Dijo llamando la atención del tricolor -¿Quieres tener un duelo conmigo? –Preguntó sonriéndole cálidamente.
—Claro Ryo –Le respondió el tricolor sonriéndole dulcemente.
—¡Muy bien! –Exclamó feliz yendo hacia donde se encontraba el pequeño oji-amatista.
Ambos se colocaron uno frente al otro y comenzaron a jugar, Yugi ya conocía el deck de Ryo así que no le extrañaban las cartas que este tenía, el juego siguió avanzando y en un robó de carta del albino sacó la carta “Cambio de corazón” los ojos de Ryo brillaron al verla, esa carta podía hacer que uno de los monstruos del oponente se revelara contra sus camaradas destruyendo algún monstruo de lado del campo del oponente, lo pensó un poco y la dejó en su mano, en su siguiente turno saco la carta “Dama de la fé”, el albino pensó que se trataba de una señal y que debía ocupar ese par de cartas juntas y así lo hizo.
—Primero convoco a la “Dama de la fé” en modo de ataque –Dijo haciendo su movimientos.
—¿Dama de la fé?, Antes no tenías esa carta ¿Verdad, Ryo? –Preguntó el tricolor con una sonrisa.
—Así es, es una carta nueva –Dijo devolviéndole la sonrisa –Y no es la única, ya verás –Dijo feliz.
—Ahora convoco esta carta “Cambio de Corazón” –Cuando el albino activó esa carta se dio cuenta de que algo muy raro había pasado -¿Qué está pasando aquí? –Dijo mirándose a un lado de la “Dama de la fé” -Mi cuerpo, ¿qué pasó aquí? –Dijo volteando a ver hacia tras viendo a alguien como él solo que con un semblante totalmente diferente.
—Buen intento Ryo, pero yo tengo esto –Dijo revelando una de sus cartas boca abajo.
—Una carta trampa, no puede ser… -Dijo mirado la estrategia del pequeño oji-amatista.
—¡¿Qué?! Me convertí en una carta… ¡Yugi! ¡Ayuda! –Gritó el albino menor, pero el tricolor no escuchaba el llamado de su alma.
—Esta carta me permite destruir tu carta “Cambio de corazón” y ahora mi “Mago Oscuro” Puede atacar a la “Dama de la fé” dejando tus puntos de vida en 0, creo que gané –Dijo con una sonrisa.
—Eres bueno en esto Yugi –Dijo el albino mayor sonriéndole levantándose de la silla juntando sus cartas, entre ellas vio a “Cambio de corazón”, miró con una sonrisa ladina y malévola la carta donde ahora se encontraba sellada el alma de Ryo.
—Tú también Ryo, solo te hace falta practicar más –Dijo devolviéndole la sonrisa comenzando a recoger también sus cartas.
—Por cierto, no sé qué me pasa hoy pero “Ryo” ese nombre suena algo raro para mí, a pesar de que siempre me han llamado así, podrías llamarme simplemente Bakura –Dijo sonriéndole caminando fuera del salón.
—¿Qué? Eso es raro, pero esta bien, no hay problema… Bakura –Dijo sonriéndole viendo como el albino salía del salón hacia alguna parte.