Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El chico de al lado por Lyn-Lyn

[Reviews - 62]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Aquí estoy de nuevo con otra actualización. Espero que os guste y lamento el retraso ^^

 

Capítulo 11: Mark

 

            Mientras Jack daba vueltas por el salón, mi mente iba a toda pastilla. ¿Qué demonios? ¿Qué era esa manera de acercarse a mí? Yo no era su novia para que me diera pequeños e infantiles besos en la nuca.

 

-          ¿Por qué no vas a hacer palomitas? –me sugirió echándole un vistazo a dos películas. Las dos de miedo

 

-          ¿No acabamos de comer? ¿Es que tienes hambre? –encima de que me había esforzado en cocinar para él… ¿no le habría gustado?

 

-          No, pero no es una película si no se toma con palomitas

 

-          No tenemos palomitas –lo atajé seco, sin ánimo de ofender. No podía creer que después de lo que anoche había pasado, no hubiera hecho ningún comentario o no se hubiera quejado.

 

Me senté a su lado, consciente en cada momento de su presencia, lo que era raro, ya que cuando Jay venía a verme nunca me sentía así de raro ni así de consciente. ¿Era todo por su culpa? ¿Por mí culpa? Todavía recordaba aquel beso con sabor a cigarrillo que me dio antes de quedarse inconsciente y eso me ponía nervioso.

 

La película empezó y yo me mantuve sentado rígidamente a su lado, mirando al frente pero consciente de cada movimiento que hacía, cada respiración, cada suspiro… sus ojos de vez en cuando me miraban, como esperando que hiciera algo. ¿Qué era? ¿Qué estaba esperando.

 

-          Estás tan rígido… ¿Por qué no te relajas un poco? –susurró poco después y tras un leve instante de vacilación, lo hice.

 

Me acomodé a su lado, tratando de amoldarme al sofá. Mis hombros y los hombros de Jack se rozaban y sentía su calidez demasiado cercana. ¿Cómo pretendía que me relajase? Su cercanía me ponía nervioso. Tanto así, que seguro que él podría escuchar los latidos de mi corazón si se esforzaba.

 

Traté de concentrarme en la película y justo cuando lo estaba consiguiendo, él se estiró hacia atrás y colocó uno de sus brazos sobre mis hombros con familiaridad. Años atrás me hubiera golpeado contra la pared voluntariamente antes de estar en la misma habitación que él. Pero las cosas cambiaban. Yo había cambiado.

 

Volví a acostumbrarme a su manera de estar sentado hasta que noté la mano de él subiendo lentamente por mi hombro, hacia arriba y hacia abajo, en una lenta caricia, lo que hizo que me pusiera tenso y, por supuesto, él lo notó. Sin embargo, continuó con ese tocamiento. Menudo descarado era.

 

Al echarle un vistazo, él sonreía levemente, con la vista fija en la pantalla y sin ni siquiera notar que lo estaba observando. Sus ojos grises, los que tanto repelús me habían dado todos estos años atrás, ahora brillaban como dos gemas, melancólicamente tristes, vueltos a la pantalla. ¿En qué estaría pensando? ¿Le daría igual lo que había pasado anoche? Quería saber pero al mismo tiempo no quería.

 

Noté una especie de tirón y antes de darme cuenta de lo que estaba pasando, estaba tumbado en el sofá, con su cuerpo encima del mío, aprisionándome, cortando cada salida que pudiera tener. Con ambas manos colocadas a ambos lados de mi cabeza, sus ojos me miraban a mí, como una fiera que miraba a su presa, él parecía estar acechándome.

 

-          Jj… Jack… ¿pero qué…? –mi voz sonaba débil, trémula y salió como un susurro cuando yo pretendía que saliera con fuerza.

 

Se inclinó hacia mí lentamente hasta que su cabello cayó sobre mi cara, haciéndome cosquillas y con ello, haciéndome sonreír. Una mano se posó a un lado de mi cara y por alguna extraña razón, tragué saliva.

 

-          Ehm…¿Jack? –volví a preguntar.

 

Él sonreía pero parecía triste al mismo tiempo. ¿Por qué? ¿Qué era en lo que pensaba para que estuviera así? ¿Para que me mirara así?

 

-          No me odies, ¿vale? –su voz también sonó baja, vulnerable.

 

Quise contestar pero en cuanto abrí la boca me calló con un beso. Tan de improvisto como me cogió, no pude reaccionar al sentir su lengua invadir mi boca con lentitud al principio y luego con impaciencia.

 

Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, primero alrededor de mis hombros y luego hacia abajo. Sus besos comenzaron a volverse tan impacientes como el bailar de sus manos por mi cuerpo hasta que sentí miedo. Era una sensación al principio vaga y ahora se adueñaba de mi cuerpo.

 

Primero intenté apartarme con fuerza, pero no funcionaba y los recuerdos de mi padre haciendo eso mismo comenzaron a parpadear en mi mente. Ya notaba una lágrima deslizándose por mi mejilla y el asco haciendo que me fuera imposible empezar a dar patadas para alejarlo, pero ni eso parecía funcionar. Algo se había adueñado de él y me estaba sacando la camiseta a pesar de mi pobre esfuerzo.

 

No pude más. Le pegué un puñetazo.

 

Se alejó de mí de golpe, con la mano en la boca, la respiración acelerada y su mirada fija en mí, como enfadada. Me acurruqué contra la esquina del sofá, sollozando. Lo vi alargar una mano hacia mí, presumiblemente para disculparse, pero la golpeé antes de que me alcanzara.

 

Se alejó de mí de golpe, con la mano en la boca, la respiración acelerada y su mirada fija en mí, como enfadada. Me acurruqué contra la esquina del sofá, sollozando. Lo vi alargar una mano hacia mí, presumiblemente para disculparse, pero la golpeé antes de que me alcanzara.

 

-          Mark... -susurró-. Lo siento, yo...

 

Me moví rápido y corrí a mi cuarto, sin dejar de estar completamente asqueado y apenado. ¿Había sido todo un juego para él? ¿Era esta su manera de seguir metiéndose conmigo?

 

Me escondí en mi habitación pero no me dio tiempo a cerrar cuando él ya estaba conmigo. Me abrazó con fuerza a pesar de que no quería tocarlo. Me sentía tan mal... como si me hubieran pisoteado el estómago. Me sentía traicionado y humillado al mismo tiempo.

 

-          ¿Por qué has hecho eso? ¿Tanto disfrutas de mi sufrimiento?

 

-          No, no... jamás. Lo siento, lo siento... no lo volveré a hacer más -continué llorando en su pecho hasta que se me acabaron las lágrimas mientras él me daba palmadas en la espalda.

 

-          Estuvimos así hasta que me dolieron las piernas y pude separarme de él.

 

-          Ve a ducharte antes de que lleguen mis padres -ordené en voz baja.

 

-          ¿Estarás bien?

 

-          Ve.

 

En cuanto escuché el sonido del agua, bajé al salón, quité la película y lo apagué todo, esperando que no hubiera nada fuera de su sitio. Me senté, así, en el sofá, con la mirada perdida en un puto fijo, recordando lo que había pasado.

 

El beso en sí no me había molestado, fueron sus manos rápidas lo que me hizo reaccionar así. De no haber sido por eso, lo mismo lo hubiera dejado continuar. Si no fuera por el asqueroso de mi padre... ahora mismo me repugnaba a mí mismo, sentir mi propia piel, sentir de nuevo esas manos viejas tocándome... era tan horrible.

 

Lo peor de todo es que si no hubiera sido por él, Jack y yo no nos hubiéramos acercado tanto ni tampoco seríamos amigos. No lo conocería tanto y no sabría que en el fondo él era una buena persona.

 

Estaba hecho un lío. No me había molestado el beso de Jack e incluso quizá me gustó. Era una sensación nueva para mí porque Jack me atraía un poco y eso era la primera vez que pasaba. Tenía que andarme con ojo porque Jack era un mujeriego, tan solo tenía que recordar que se había besado con la tipa esa el viernes. Tampoco creía que le gustaran los hombres, aunque ni siquiera yo creía que me gustaran los hombres. Si me enamoraba de Jack iba a estar más jodido. Tendría que empezar a poner algún tipo de barreras.

 

Seguí escuchando el sonido de la ducha y llamé a mis hermanos porque hacía tiempo que no hablaba con ellos y me preocupaba que pensaran que algo raro estaba pasando.

 

-          ¿Hola? -la voz de Elle sonó contenta.

 

-          ¡Elle! ¿Cómo estáis? -puse una voz alegre, esperando que eso la contentara.

 

-          ¡Mark! ¿Por qué no has llamado antes? Pensaba que te había ocurrido algo.

 

-          No, no, es solo que he estado ocupado. ¿Cómo os va?

 

-          Bien, la verdad. Gabriel se está hartando de salir con chicas, es bastante popular y le va bien en la carrera -puse los ojos en blanco aunque no me vio.

 

-          ¿Acaso no te he preguntado por ti también?

 

-          Uhm... -su voz sonó insegura y eso me hizo activar todas las alarmas de mi cuerpo-. Estoy bien.

 

-          Vale, ahora sé sincera -fruncí el ceño.

 

-          Simplemente... han pasado algunas cosas y las chicas no son amables conmigo -¿Qué?

 

-          ¿Por qué? Pero si eres la mejor persona de este mundo. ¿Gabriel no esta haciendo nada al respecto?

 

-          Cuando estamos juntos sí, pero no puede estar siempre conmigo, ¿no?

 

-          ¿Pero qué ha pasado?

 

-          Hablé con la persona equivocada y ahora tengo una reputación de mierda -sabía que lo estaba resumiendo pero aún así parecía miserable.

 

-          Ojalá pudiera hacer algo por ti.

 

-          No te preocupes, ya pasará -ambos sabíamos que no era verdad.

 

-          Está bien, mándame mensajes o llámame cuando necesites. No estás sola, recuérdalo.

 

-          Te quiero mucho, hermano, lo sabes, ¿no?

 

-          Claro que sí, tonta. Te cuidado. Te quiero.

 

Al colgar me sentí mal por haberme regocijado en el dolor de ella por unos breves instantes. Me sentía culpable al estar feliz de saber que no era el único que lo pasaba mal, lo cual era retorcido. Casi me sentía como Jack cuando hacía sufrir a Jay: hacer que gente con vidas perfectas sufra, aliviaba el dolor constante que sentía un poco.

 

Jack bajó por las escaleras y me indicó que podría ducharme, así que lo hice mientras lo dejaba vagar a sus anchas por la casa.

 

El agua caliente borró el asco que sentía y logró hacer que me calmara lo suficiente como para olvidar de lo que acababa de pasar y pensar una manera de hacer que retrocediera. Mi corazón no estaba en posición de seguir sufriendo.

 

Mis padres no iban a llegar hasta la hora de comer y tenía hambre, así que nos preparé unos macarrones con tomate, la cosa más idiota y fácil del mundo de cocinar, pero por alguna extraña razón, Jack comió como si nunca los hubiera probado o como si hiciera tiempo que no los comiera.

 

Todavía me preguntaba qué habría pasado de no haber visto el jaleo por la ventana. De no haber visto esa gente golpearlo. De no haber saltado y haberlo defendido.

 

Cuando llegaron mis padres, estábamos en mi cuarto y pasamos un día bastante raro e incómodo que se prolongó hasta la mañana siguiente, cuando ambos nos despertamos para ir al instituto en la misma cama. Jack se fue por la ventana y yo salí por la puerta antes de que mi padre pudiera verme.

 

Nos encontramos en la puerta de mi casa y andamos juntos hasta que nos encontramos a Dash esperando donde siempre esperaba a Jack, pareciendo bastante feliz. Más que nunca, de hecho.

 

Nos saludó y logró aliviar la tensión hasta el instituto. Parecía que la cosa iba a mejorar porque no íbamos a estar solos, pero estaba jodidamente equivocado, porque Bill y Rudy no se hablaban por alguna razón que nadie se había molestado en explicarme y Dash estaba prácticamente en las nubes. Parecía que no era capaz de escuchar ni a nada ni a nadie.

 

Con Jay apenas pude hablar porque estaba con sus amigos con los que ya no me apetecía juntarme. Me era imposible obligarme a ir con ellos y fingir compartir opiniones y bromas que no sentía. Sin embargo, estar a solas con Jack codo con codo no era cómo tampoco. Se había cerrado por banda cuando intenté preguntarle por lo de su casa y yo lo evitaba siempre que iba a poner las manos encima de mi cuerpo. Era como un jodido tira y afloja donde el que aflojara se daría un buen castañazo.

 

Pensaba que se había acabado lo peor cuando me despedí de Jack al salir del instituto porque se iba a comer con Dash, pero pensé mal, porque el ensayo fue un completo desastre, Jack apareció más tarde y se pasó cometiendo errores y Bill no se molestó por aparecer o por contestar a su móvil.

 

Valientes gilipollas que éramos todos.

 

En cualquier caso, estuve agradecido cuando el ensayo terminó y Rudy fue a buscar a Bill para exigirle una explicación.

 

Eso nos dejó a un Dash en las nubes, a un Jack incómodo y a mí completamente fuera de mi zona de confort. Era tanta la tensión entre nosotros, que Jack dijo que dormiría en el refugio hoy porque no se sentía bien estando conmigo. No discutí porque era precisamente lo que había estado deseando: un poco más de distancia entre ambos.

 

Al llegar a casa, mandé mensajes a Jay pero no contestó hasta una hora después, lo que me hizo sospechar, ya que él siempre me contestaba en pocos segundos porque se preocupaba por mí. Solo había pasado esto las veces que tuvo novia, así que era como un preámbulo a la catástrofe que iba a ser eso. No era su culpa, claro que no, pero siempre acababa en desastre, ambos con el corazón roto y él llorando conmigo hasta dormir.

 

Él era incompatible con las personas que salía. Porque se preocupaba por ellas pero de una manera tan sutil que era, a veces, imperceptible. Eso las volvía locas y acababan rompiendo con él, quien, a pesar de todo, seguía enamorado de ellas. Hacía alrededor de un año que había roto con su antigua novia y no veía bien que se echara otra porque, dados los antecedentes, me tocaría consolarlo. Ni siquiera sabía si iba a poder consolarlo o iba a querer romperlo más y eso me asustaba.

 

Estaba cambiando y no parecía que fuera para bien.

 

Mi madre llegó a casa entonces y la escuché hablar con mi padre y discutir sobre algo antes de oírse el silencio. Quizá estaba tentando a la suerte, pero me atreví a asomarme por las escaleras para seguir escuchando.  

 

-          ¿Tienes idea de lo que eso supone para mí? –decía mi padre sonando más furioso que cuando me hablaba.

 

-          Sí, lo sé. Pero fue su mujer quién insistió y no pude decir que no. Estarán aquí en un rato, así que compórtate –le regañó mi madre.

 

-          ¿¡Que me comporte!? Sucia mentirosa, eso es lo que eres y encima pretendes que me comporte –se rio con sarcasmo.

 

-          Eso es lo que pretendo, Jerry –cuando mi madre usaba el nombre de mi padre, significaba que la cosa iba a ser seria-. No puedes negarte.

 

-          ¿Qué pasaría si yo decidiera hablar hoy? ¿Cómo sería eso?

 

-          ¿Quieres decir para mí? –por primera vez escuchaba la voz cínica de mi madre y eso me dio escalofríos por todo el cuerpo. Nunca había oído su voz tan desprovista de vida como ahora-. Para mí no cambiaría nada. Piensa antes de hablar, Jerry. No vayas a meter la pata hasta el fondo porque aquí no eres el único que es capaz de hablar.

 

Un silencio dramático fue lo único que pude oír durante un buen rato y casi me tentó volver a mi cuarto, pero era tarde. Tenía curiosidad con respecto a todo esto.

 

-          Voy a llamar a Mark y más vale que te comportes, Jerry –escuché pasos y salí a toda pastilla a mi habitación, cerrando de golpe.

 

Para cuando mi madre subió la escalera y entró en mi habitación, estaba fingiendo estudiar tan bien que ella se lo tragó. Era tan absurdo que casi quería reírme de ello.

 

-          Cariño, van venir una compañera y su familia a cenar. Dúchate y vístete para recibirlos.

 

-          De acuerdo. ¿Cuántos son?

 

-          Pues una pareja y su hijo –asentí comenzando a pensar en la ropa que podría ponerme.

 

-          ¿Hay algo que deba saber?

 

-          Sí. Ella está divorciada y su hijo es del exmarido.

 

-          ¿No ha tenido hijos con su nuevo marido?

 

-          No ha podido. No entres en ese tema. Tú solo sé paciente y pórtate bien.

 

Era extraño que mamá invitara a alguien, así que me duché, me puse unos vaqueros y una camiseta azul que combinaba con el color de mis ojos.  Me miré al espejo tratando de sonreír y poner una cara neutral, arreglé a mi pelo y bajé a ayudar a mi madre con la cena.

 

Me ofrecí a terminar de cocinar mientras ella y mi padre se arreglaban y cuando estuvieron listos, ambos vinieron a controlar que la comida seguía en perfecto estado, como si nunca antes hubiera cocinado. Parecía mentira.

 

En ese momento en el que mi padre me echó una mirada de asco extrema que me hizo dar un salto hacia atrás, sonó el timbre y se me ordenó abrir como un maldito esclavo y eso que yo ni siquiera conocía a los invitados de mi madre.

 

Tras la puerta aguardaba una mujer baja, de aspecto dulce, con el pelo de color rubio y ojos de color negro, con  una especie de tarta en sus manos, así que supuse que ella sería su amiga. Una pena que no hubiera preguntado su nombre porque ahora me sentía incómodo.

 

-          Pasad, mi madre está en la cocina –señalé hacia la cocina para que fuera allí.

 

-          Muchas gracias, jovencito –ella me revolvió el pelo como buena madre que era y fue a la cocina.

 

Le seguía un hombre bastante alto, con el pelo de color castaño oscuro, corto y ojos de color azul, de un azul tan bonito que no pude evitar mirarlos más de lo necesario. Como su mujer, el hombre vestía con ropa informal: camiseta y pantalones.

 

-          Encantado de conocerte, hijo –dijo de una manera un tanto familiar dándome un apretón de manos. No me gustó ser tocado de esa manera por él. No tenía razones para ello, pero no me gustaba.

 

El tercero en entrar sería el hijo de aquella pareja, lo que no esperaba era que ese chico parecía tener mi edad o ser incluso más mayor que yo. Él era más alto que yo. ¿Por qué todos eran más altos que yo? Con el pelo de color rubio claro, de un tono muy parecido al de su madre, pero lo llevaba corto y vagamente peinado. Más como si se hubiera pasado la mano al levantarse y lo hubiera dejado así. Sus ojos eran de color castaño claro, tan claro que casi parecían dorados, pero al mismo tiempo podía ver algo de color verde en ellos. Era fascinante.

 

-          ¿Te vas a quedar ahí de pie mucho tiempo? –dijo con tono molesto.

 

Ese tono arrogante me cortó cualquier tipo de buen sentimiento que me produjo y me moví para dejarlo pasar. Cerré la puerta e inhalé con fuerza, recordando que mi madre me había pedido tener paciencia y ahora entendía por qué.

 

Fui a la cocina donde todos se estaban saludando y crucé una mirada con mi madre. Por suerte, ella entendió y me atrajo a su lado con cariño.

 

-          Mark, cielo, ellos son Grace y Matthew. Él es su hijo, Eric –dijo señalando elegantemente a cada uno de ellos, aunque Eric le hizo un gesto despectivo. Quería apuñalarlo-. Y este es mi hijo Mark –dijo poniendo ambas manos en mis hombros.

 

-          Encantado de conoceros –dije humildemente.

 

Grace pareció encantada y de nuevo se acercó a revolver mi pelo al mismo tiempo que Eric ponía los ojos en blanco. Pero bueno, ¿qué le había hecho yo a él? Intercambié una mirada con él y de nuevo me puso mala cara y salió de la cocina pisando con fuerza el suelo.

 

-          Él siempre ha sido así. No es bueno relacionándose con los demás –por mucho que su madre lo excusara, sabía que esta iba a ser la cena del siglo y no era en el buen sentido.         

 

Ayudé a poner la mesa y a repartir toda la deliciosa comida que mi madre había hecho y pronto nos pusimos a comer. Los adultos debieron pensar que estaba bien ponerme junto a Eric pero no lo estaba. Era gracioso. Sí, estaba siendo sarcástico porque parecía odiarme y odiar al mundo.

 

Mientras los adultos hablaban, pude oír que mi padre también estaba siendo difícil y claramente no quería meterme en nada que pudiera perjudicarme luego. Sí, me sentía avergonzado, pero no iba a hacer nada al respecto.

 

Seguí comiendo en silencio junto al gigante maleducado a un lado y con su padre, el otro gigante, a mi otro lado. Retiraba el nivel de incomodidad que había alcanzado con Jack antes porque esto lo superaba mil veces. Era como un vórtice de incomodidad.

 

Me fui a servir más salsa y coloqué mi mano accidentalmente en la de Eric, ya que él también pareció apetecerle echarse más y al mismo tiempo que yo. Retiré la mano con tanta rapidez que casi tiré mi vaso, pero no quería tocarlo. No quería ni respirar el mismo aire que él.

 

Su reacción fue mirarme como si le fastidiara mi presencia y echarse la salsa. Casi toda. Apenas me había dejado y estaba seguro de que lo había hecho aposta a juzgar por la pequeña sonrisa que formaron sus labios. Será capullo.

 

-          ¿Por qué no vais los jóvenes a jugar arriba? Seguro que debemos aburriros mucho –dijo mi madre cuando todos habíamos terminado de comer.

 

La miré como queriendo matarla y cuando nadie miraba, me susurró una breve disculpa antes de girarse para comentarle algo a mi padre, cuya conducta había mejorado conforme el consumo de alcohol había ido creciendo. Estaba seguro que incluso podría dibujar un gráfico que mostrara la línea ascendiente.

 

Invité al rubiales a pasar a mi cuarto y lo primero que hizo fue tumbarse en mi cama, mirándolo todo y juzgando con esa mirada tan fascinante. Joder, como lo odiaba.

 

-          Entonces… ¿Qué te gusta hacer? –pregunté tratando de darle otra oportunidad.

 

-          Dudo mucho que en realidad quieras saberlo. Solo lo hacer por tu madre y la mía –menudo tipo más repelente. Me rendía con él-. Dibujo –dijo después de un largo rato cuando pensé que no contestaría.

 

-          Menuda coincidencia –dije usando un tono parecido al suyo-. Busqué en mi cajón y le lancé un par de bocetos comprobando que no fueran de Jack.

 

Lo vi sentarse y cuando me miró con odio me sentí algo mejor porque al menos reaccionaba a mi provocación.

 

-          Seguro que son malísimos y… -se calló cuando los vio y sonreí satisfactoriamente cuando lo vi cerrar esa bocaza-. Son bastante buenos, de hecho –sonaba sorprendido y le molestaba admitir que eran buenos, pero me alegraba.

 

Se los arrebaté y los volví a guardar, consciente de su mirada. Ahora, por primera vez, parecía prestarme atención. Después de toda la cena. De arrebatarme mi salsa. Había que joderse.

 

-          No es mi estilo pero me gusta –asentí y me senté en la silla tranquilamente

 

-          Gracias –dije desapasionadamente. No me echó ni cuenta.

 

Lo que menos esperaba era que comenzara a hablar de arte y de su estilo como si estuviera explicando algún tipo de ecuación compleja. Después de un tiempo, me di cuenta que lo peor era que lo estaba siguiendo. Qué tipo más raro.

 

Después de un rato, nos llamaron nuestras madres y por fin se marcharon. No obstante, tuve que pasar por la miseria de ser abrazado por Grace y Matthew. No me gustaba que personas ajenas me tocaran. No me hacía sentirme cómodo con mi propia piel.

 

Para mi mayor sorpresa, Eric se despidió de mi madre y mi padre con cortesía y cuando llegó a mí me abrazó sin ganas. Del tipo de abrazo que le das a las cosas que cargas en tus brazos en un supermercado en el que te olvidaste de coger cestas. Inmediatamente me eché a reír cuando me lo imaginé sujetando con esa cara estoica un montón de cosas en los brazos. No era tan gracioso, pero me reí. Podría decirse que era también culpa de la presión.

 

Eric se separó de mí, mucho más sorprendido de lo que yo lo estaba conmigo mismo. Después, me sonrió. No una sonrisa irónica o sarcástica porque de esas hacía mucho. No, esa era una sonrisa sincera que hizo que comenzara a caerme algo mejor, aunque si por escalas midiera, para mí era igual que una roca. Incluso parecía que tenía los mismos sentimientos que una.

 

En cualquier caso, me miró una vez más y se marcharon. Nada más cerrar la puerta, me fui a mi cuarto, agotado por tener que lidiar con una persona tan difícil como Eric. Tanto era así que casi estuve a punto de no atrancar la puerta, pero me acordé en el último momento.

 

Me sentía algo solo en esa cama e incluso desprotegido, pero eso no me impidió dormir. Curiosamente, imágenes de unos ojos grises transformándose en unos ojos almendrados con tonos verdes eran lo último que vi antes de quedar dormido.

Notas finales:

¿Qué os pareció Eric? La verdad es que no estuve pensando en meter a Eric hasta más tarde, pero... ¡Qué demonios! ¿Por qué no? 

Tengo que mencionar aquí a mi super mejor amiga Kalilair quien me dio la idea para la personalidad ^^ No ha leido lo que he escrito porque tiene miedo de sufrir con la histora. De todas formas, agradezco humildemente su colaboración.

Si os gustó, comentad, que siempre me animáis ^^

Trataré de subir otro capítulo tan pronto como pueda escribirlo. Meteré más capítulos de Day (guiño aquí) y de Bill y Rudy, pero no prometo nada aún

¡Nos leemos! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).