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El chico de al lado por Lyn-Lyn

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Notas del capitulo:

Aquí estoy con otro capítulo ^^ siento si es un poco más corto que el resto, pero creo que merece la pena cortarlo ahí. ¿Qué os parece?

por si os interesa también, he escrito un one shot (con el primer lemon que he escrito en esta vida) de Star wars, el despertar de la fuerza. Shipeo monumentalmente a Kylo y Hux y os podéis consolar con eso mientras subo el siguiente (?)

Bueno, nada más, a leer ^^

Capítulo 12

            La había cagado. Mi plan se había ido a la mierda en cuanto vi su cara de miedo y dolor supe que no lo había hecho bien. Ser ignorado dolía y que además no le importara como me sentía… era como una doble puñalada en el estómago, así que dormí en el refugio después del ensayo. No necesitaba que me restregara por la cara que no me quería.

            Al día siguiente me ignoró por completo, como era de esperar. Me sentía culpable por lo que había hecho, pero tampoco quise que su reacción fuera cerrarse en banda y que pusiera un muro entre los dos. Quería estar como antes. Quería conquistarlo… pero también sabía de sobra que eso iba a ser poco probable y además estaba muy jodido yo solo… no quería joderlo a él también. Quizá debería darme por vencido e intentar recuperar nuestra amistad.

            En el instituto, la atmósfera entre Rudy y Bill había cambiado radicalmente. Tanto, que cuando les pregunté, me confirmaron que ayer habían empezado a salir. Me alegré por ellos, por Bill por el que más, pero al mismo tiempo, me sentó como una patada en el estómago.

            Mark venía con nosotros, por supuesto, pero estaba caminando detrás hablando con Jay sobre algo que lo hacía sonreír. Yo quería saber qué le había pasado. Yo debería estar ahora hablando con él. Yo.

            Dash tuvo que cogerme del brazo y forzarme a caminar porque estaba a punto de reventarle la cara a Jay. Estaba a punto hasta que Dash se puso de puntillas y me dijo algo extraño:

-          He besado a alguien –eso era un paso bastante grande para Dash. Apenas había dicho eso cuando lo cogí del brazo.

-          Nos vamos un momento.

Me lo llevé aparte y allí le hice contarme todo lo que había pasado. Al decirme que fue con Jay, mis ganas de matarlo aumentaron hasta un punto que Dash me tuvo que retener para que no fuera a partirle algo más que la cara. Por lo menos, parecía feliz, pero estaba seguro de que Jay no iba a sentir nada por él. Dash estaba muy apegado a él, siempre lo estuvo, y cuando Jay lo rechazara… tenía miedo de que eso pasara y de cómo se lo iba a tomar Dash.

Cuando volvimos con los demás, ellos ya estaban la cafetería y un tipo raro con gafas estaba sentado junto a Mark, charlando con él e ignorando al resto. Lo más curioso es que Bill, con Rudy sentado en sus rodillas y depositando besos en su cuello, no paraba de mirarlo como si fuera a asesinarlo.

-          ¿Quién es ese? –pregunté sin dejar de mirar al rubio.

-          Se llama Eric. Comió ayer en mi casa –¿qué?

-          ¿Qué? ¿En tu casa?

-          Sí, mi madre invitó a sus padres y él vino también –no estaba bien ni con esa respuesta ni con esa mirada frívola.

-          ¿Qué te pasa con el nuevo? –le pregunté a Bill sentándome a su lado.

-          Ah, estuvo saliendo conmigo unos meses –dijo Rudy despegándose de Bill y sonriéndome. Bill intercambió una mirada asesina conmigo y escuché a Jay disimular una risa.

-          Me voy con mis amigos. Hablamos luego, Mark –le revolvió el pelo y se marchó con su grupo de amigos.

Dash lo miró sin decir nada y tuve que darle un golpe para que disimulara por lo menos. Si Jay no se había dado cuenta de toda la atención, o estaba ciego o quería estarlo.

De todas formas, me interesaba más el tipo de interacción que estaba teniendo el rubio con Mark. No me gustaba y tampoco me gustaba que Mark hablara con él, aunque debería decir que muchas de las veces solo parecía confundido o molesto por lo que el otro le decía. Aun así, decidí seguir vigilándolo.

El descanso acabó y todavía no había sido capaz de intercambiar ni una sola palabra con Mark, ni un saludo, ni un comentario… nada. Era como si hubiera desaparecido de su vista y me estaba empezando a cabrear. No solo me dolía, me molestaba también que me tratara así.

En clase, no importaba lo mucho que lo miraba, que no se dignaba ni a mirarme. Esto había ido demasiado lejos y cuando lo vi irse con el rubio hacia su casa, se podría decir que perdí el control como aquella vez del bar con los moteros. Pero mucho peor. Porque Mark no me pararía.

Pisoteé fuertemente la acera, preparándome para embestir al rubio, cuando una fuerza considerable se interpuso entre nosotros: Bill. ¿Por qué demonios se interpondría entre nosotros? Si él era el que más razones tenía para dejarme ir y ayudarme a sepultar su cara contra el suelo.

-          Cálmate –vi que Dash lo ayudaba y lo miré lleno de ira.

-          Tan solo… déjame ir con él…

Me debatí pero no me dejó ir y tuve que rendirme. Tuve que hacerlo. Era imposible que pudiera con Bill y Dash al mismo tiempo, así que paré de moverme y ellos me soltaron y me rodearon, con ambas manos en mis hombros, intentando animarme.

-          Vamos, Jack. No te desanimes. Seguro que hay otra oportunidad.

-          Lo dudo mucho. Gracias, de todas formas.

Me deshice de las manos de todos y miré la espalda de Eric y la de Mark mientras ambos se alejaban. Desde la distancia, podía ver su cuerpo alejado del de Eric, manteniendo un espacio entre ambos. No sabía mucho del rubiecito, pero sabía que no me caía bien y que no lo quería cerca de Mark o de cualquiera de nosotros.

Les di la espalda antes de hacer algo extremo y tomé la dirección contraria a la que iban ellos, sabiendo que no podía ir a mi casa. El refugio era mi única opción, pero solo podía ser temporal y no podría pedir la paga adelantada a mi jefe, que por cierto, hoy tenía un turno para trabajar con él y nunca lo había decepcionado.

Estuve distraído en el trabajo hasta que llegó, sin yo darme cuenta, Nora. Estaba como siempre, guapa, radiante y sorprendida de verme ahí trabajando. Se había cortado su larga melena castaña oscura en algo más mono, corto y coqueto.

-          No sabía que trabajaras aquí.

-          De vez en cuando –ella sonrió mientras su pequeña amiga rubia balbuceaba algo y se marchaba a buscar algo apresurada-. Vaya, has hecho impacto –se giró y saludó a su amiga con la mano, haciéndole señas.

-          ¿Buscáis algo especial?

-          No, tranquilo, nos apañamos. Aunque… ¿A qué hora sales?

-          Siete y media, más o menos.

-          Te esperaré fuera y hablamos, ¿vale?

Me encogí de hombros y ella me sonrió y se fue con su amiga. No compraron nada, pero estuvieron un rato discutiendo enfrente de la sección de diccionarios y libros de texto.

Llegó la hora de mi salida y me despedí con un abrazo de mi jefe, sacando un cigarrillo de la caja que siempre llevaba conmigo, preparándome para encenderlo nada más encender. Ni me acordaba de Nora. Estaba tan concentrado pensando en despedazar a ese hijo de puta de Eric que cuando la vi sentada en la acera, justo afuera de la librería, me sorprendió.

-          ¿Llevas esperando mucho?

-          No, en realidad no –se levantó y se sacudió los vaqueros.

-          ¿Quieres ir a algún sitio en especial?

-          No.

Comencé a caminar automáticamente hacia el parque más grande nuestra pequeña ciudad. Allí podríamos hablar o lo que fuera que quisiera ella de mí.

-          La verdad es que cuando nos conocimos, te traté un poco a la ligera. Debiste pensar que era algún tipo de chica arrogante y en el bar no me supe explicar bien. El caso es que me acababan de dejar y me sentía como una mierda… no es excusa, pero…

-          No te disculpes conmigo –dije interrumpiéndola echando el humo hacia arriba.

-          No pareces estar bien –la miré fingiendo estar ofendido.

-          No lo estoy.

-          ¿Tiene algo que ver con tu chica no novia? –preguntó sonriendo.

-          Sí.

-          Puedo escucharte porque… soy una chica –dijo como si acabara de desvelar un gran misterio.

-          Lo sé. Nos besamos el viernes.

-          Eso fue porque queríamos ponerla celosa –puso los ojos en blanco como si fuera evidente y me sacó una sonrisa-. ¿Funcionó?

-          No lo sé. Es más complicado que eso. Avancé con ella pero me rechazó y ahora tiene a otro rondándole –ella se echó a reír.

-          Estás celoso, cielo. Déjame decirte que si no quieres que te la robe, deberías hacer algo más. Algo que despierte su interés.

-          Tengo su interés –dije suspirando y volviendo a fumar-. Solo que le han pasado ciertas cosas y es difícil…

-          No es la única que come mierda en esta puta ciudad –me sorprendió su vocabulario vulgar porque no la tenía por una chica que hablara tan malamente.

-          Vaya, veo que tienes una bonita boca.

-          Sabes que sí, la has besado –dijo moviendo sugerentemente las cejas haciéndome reír por su expresión sarcástica.

Estuvimos hablando durante un tiempo y me sentó bien oír una perspectiva femenina del asunto. Me gustaría poner en práctica esos trucos de los que Nora me había hablado con tanta vehemencia. Era como si me hubiera abierto las puertas a las posibilidades con Mark.

Sin darme cuenta, había tomado el camino a mi casa y sin acordarme de que no podía entrar en ella. Había perdido el tiempo vagamente y decidí volverme al refugio dado que Mark no quería ver mi cara, estaba totalmente seguro de que no dejaría que me quedara.

Me iba marchando, cuando Mark salió de su casa corriendo y abrió la puerta, chocando con mi cuerpo de golpe pero, por suerte, pude cogerlo entre mis brazos antes de que se cayera hacia atrás.

Se disculpó conmigo y comenzó a agacharse debajo de los coches aparcados en fila frente a nuestras casas hasta que se paró delante de uno en particular y comenzó a hacer sonidos extraños.

-          ¿Qué haces? –me agaché junto a él mirando a ver si encontraba lo que buscaba.

-          Hay un gato herido por aquí. Lo vi antes pelearse con otros gatos y está aquí. Quiero que salga y curarlo. Mi madre es veterinaria, ella podría curarlo.

Esto iba a ser forzar las cosas, pero tampoco tenía el lujo de ser quisquilloso ni nada, ya que me había dejado acercarme, iba a hacerlo mejor. Apoyé la cabeza en su hombro y se tensó, pero siguió llamándolo hasta que me cansé de estar así.

-          Lo voy a asustar por el otro lado, cuando salga, cógelo –dije.

-          Mejor al revés. Se nota que tú tienes más posibilidades de agarrarlo.

Asentí y esperé a que él gritara y moviera el coche por ese lado y cuando un manchurrón negro saltó de debajo del coche, lo agarré instintivamente, alcanzando su parte trasera, cerca de la cola.

Lo pude sujetar lejos de mí para que no me arañara y esperé a que Mark trajera las cosas para curarlo y comida.

Fue la media hora más exhaustiva de mi vida en la que tuvimos que dar de comer al gato mientras le curábamos las heridas. Era un peligro porque parecía que fuera a huir en cualquier momento y si no me arañó diez veces, fueron incluso más veces. Ese maldito animal.

Por lo menos Mark parecía feliz de cuidarlo y no me estaba ignorando. Era un paso que había tomado y que no había esperado en ningún momento. Por lo menos tenía eso.

Cuando soltamos al gato, pude respirar tranquilo y me senté en el suelo, haciendo que Mark se echara a reír y se sentara a mi lado.

-          Ha sido más difícil de lo que esperaba –admitió.

-          ¿Para quién? Te recuerdo que yo lo sujetaba y controlaba y tú le dabas de comer y lo mimabas –dije indignado y con mi tono se echó a reír.

-          No sabías que pudieras llegar a ser tan infantil. ¿Qué pasa? ¿Celoso del gato? –estaba esperando que yo dijera algo así como: “no, por supuesto que no”.

-          Sí. Yo también quiero mimos –lo miré a los ojos y se puso rojo.

Esa era una bonita reacción. Estaba mirando hacia abajo, completamente rojo, cosa que solo hacía que estuviera más guapo ya que ese bonito azul de sus ojos destacaba aún más.

-          Vamos, deja de bromear –dijo intentando disimular el momento. Incluso hizo un intento de golpearme suavemente en el hombro.

-          ¿Quién ha dicho que bromeaba? –capturé su mano y me la llevé a la boca, besando dos dedos antes de que la retirara, con la cara más roja todavía.

-          ¿Q… qu… qué haces? –dijo con los ojos muy abiertos.

-          ¿Tú que crees? –usé mi voz seductora para mantenerlo despierto, como Nora me había dicho.

Lo más importante era, según ella, hacerle creer que iba a besarlo locamente, que iba a atacar cada una de sus partes, pero parar antes de hacerlo. Si me rechazaba antes de tocar sus labios, me había rechazado completamente. Si cerraba los ojos, es que había triunfado, pero por eso mismo, tenía que retirarme y fingir que no haría nada.

Comencé el acercamiento y él levantó una mano y la puso en mi pecho, pero no me impidió seguir avanzando y cuando estaba a punto de tocar sus labios, cerró los ojos con fuerza, asustado y sonrojado. Esto era la visión más bonita de él que jamás había tenido.

Sonriendo, me alejé de él y cuando pasaron unos segundos y vio que no había hecho nada, abrió los ojos completamente en shock.

-          No te preocupes, no te haré nada –además, dudaba que él pudiera soportarlo de todas formas.

Le revolví el pelo y me levanté dispuesto a irme, pero noté un leve tirón de mi manga y al mirar, vi que era la mano de Mark sosteniendo fuertemente la tela lo que me había frenado. Parecía haberlo hecho automáticamente, así que me soltó.

-          Ah… yo… quiero decir…

-          No hace falta que me digas nada, sé que ahora no me quieres ni ver –esa era otra estrategia mezclada con lo que yo sentía.

-          No es eso. Es solo que estoy confundido –puse los ojos en blanco sin mirarlo y me forcé a fingir una cara neutra.

-          No pasa nada. No volveré a molestarte nunca más –siguió reteniéndome de la manga y yo hice que me soltara para poder marcharme.

Había dado dos pasos cuando algo me golpeó la cabeza desde atrás y al girarme, vi a Mark, dando saltos sobre una pierna con los ojos inundados en lágrimas. Era hilarante y al mismo tiempo adorable. Me lo estaba poniendo demasiado difícil.

-          ¿Me odias ahora?

-          Eso es lo que debería decir yo –recogí el zapato y me acerqué a él, quedándome a dos pasos de distancia.

-          No te odio. ¿Cómo podría odiarte? –le pasé el zapato y él lo cogió en su mano sin dejar de dar saltitos y sorber mocos.

-          Pensé que lo hacías y que no querías nada conmigo.

-          ¡Estaba confundido! Tampoco es… para que me… dejes de hablar y te vayas con… con… esa tipa del bar –vale, ¿cuándo me había visto él con Nora?

-          ¿Nora? Vino a hacerme compañía un rato

-          Parecía gustarte esa compañía –dijo pareciendo enfadado.

-          ¿Y a ti que te importa? No es como si estuvieras interesado en mí.

-          No es eso… yo… Tengo miedo de que me dejes. ¿Quién va a venir a salvarme? ¿Quién me va a proteger?

-          Aprendiste a defenderte –le recordé.

-          ¡Pero no es lo mismo!

Estaba tan alterado que apenas podía respirar bien. Eso no era bueno. Me preocupaba y además, mientras daba saltitos apenas podía concentrarme en lo que decía: era demasiado adorable y quería sacar mi móvil y hacerle una foto.

-          Vale. Se acabó el tiempo.

-          No te vayas.

Dio saltos hacia mí y yo negué con la cabeza, cogiéndolo por el hombro y agachándome con rapidez para sujetarlo por las piernas.

-          Vamos princesa. No es bueno estar hablando de esto aquí fuera.

Me lo llevé a su casa y le insté a que subiera por la reja y el balcón. No tardó en hacerlo y luego subí yo a toda velocidad, interesado por lo que él me tuviera que explicar o decir. Era todo oídos. Cuando se calmara.

Cerró la puerta y la trabó y se sentó en la cama. Yo estaba a punto de hacer lo mismo cuando me fijé en unos bocetos en su escritorio y fui a verlos. Había visto algunos dibujos suyos a lo largo de los años ya que a la profesora de dibujo siempre le gustaron, había unos pocos colgados en su despacho.

Sin embargo, el que yo tomé de su escritorio era completamente diferente a los que había visto. Era tan diferente que me cabreó porque sabía que Eric se lo habría dado. El dibujo parecía que había sido imprimido y dibujado con el ordenador mientras que el estilo de Mark siempre había sido realista.

Junto al que era diferente, había unos pocos, esta vez sí eran suyos, pero solo eran bocetos y era una mirada: unos ojos. No podía saber de quién era esa mirada tan intensa porque era a grafito, pero podría apostar a que no era la mía.

-          ¿Te ha dado Eric esto?

-          Sí. Pero no es importante –para mí lo era. Que no le diera importancia me enfadó pero fingí estar bien.

-          ¿Qué querías decirme?

-          Siento… haberte alejado así… no es que no me gustara, pero la manera en la que lo hiciste… eras tan parecido a él…

Eso me ofendió porque jamás. Jamás podría considerar que podría llegar a hacer lo mismo que su padre. Jamás. Porque yo no era como él. Yo no era ni un sádico ni un monstruo, pero tampoco me merecía estar con él porque a la larga solo le traería problemas.

-          Yo… quiero conocerte mejor –eso sí que no me lo esperaba, pero no estaba dispuesto a hacerlo.

-          No. No estoy dispuesto a probar para que luego no seas capaz. No. No voy a ser el juguete de nadie –dije soltando todo mi enfado acumulado.

-          ¿Los demás podemos ser tus juguetes pero  no quieres ser tú uno? ¿No es eso mucho pedir?

-          Me parece que no te enteras así que te voy a hacer recordar.

Me acerqué a la cama donde él estaba sentado y lo besé con intensidad, disfrutando de su lengua y de su boca, mordiendo su labio inferior lentamente, antes de soltarlo y darle un buen mordisco en el cuello. Volví a sus labios una vez más, haciendo que se derritiera lentamente en mis brazos hasta que colocó una de sus manos en mi cara.

Mi corazón palpitó con fuerza una vez, recordándome lo mucho que significaba él para mí. Pero estaba cabreado y era tozudo

Me alejé en ese mismo instante de él porque sabía que si no lo hacía ahora, luego sería incapaz.

-          Piénsalo. No voy a estar para siempre. No voy a ser tu esclavo, ni tu perro.

Eso sonó demasiado cruel, pero era la verdad. Me encaramé a la ventana y me fui de allí. Esperaba que se lo pensara bien antes de darme una respuesta.

           

 

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Se van caldeando las cosas?

Dejad un comentario si os gustó y si no... bueno, también podéis dejar comentarios ^^

~nos leemos~


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