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El chico de al lado por Lyn-Lyn

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Notas del capitulo:

¿Ha pasado mucho tiempo, verdad? Lo siento. Pero este capítulo era importante y no quería fastidiarla, pero de todas formas creo que lo fastidié un poco... de todas formas, espero que os guste ^^

 

Capítulo 13: Mark

 

            Me dejó allí de pie, completamente solo, medio descalzo, con la cara ardiendo y un montón de preguntas sin resolver. ¿Qué era lo que yo sentía? ¿Solo quería ser su amigo? No. Estaba seguro de que no era eso. Era mucho más. No era solo porque lo necesitaba… ¿o sí?

 

            Me pasé la mano por los labios, recordando el sabor de sus besos, sintiendo como lentamente una especie de agujero crecía en mi pecho. Era un agujero que no había notado que existía y que desaparecía cuando Jack lo hacía…

 

            Cuando me recuperé del shock, desbloqueé la puerta y bajé las escaleras, contento de que mi padre no estuviera por una vez. Se había ido a ver un amigo, así que mamá y yo estábamos solos. Ella estaba cocinando algo y me pidió que le trajera algo de uno de los cajones del salón, una especie de paño, según me dijo. Al ir a mirar, encontré un montón de documentos que nunca había visto y a los que no presté atención.

 

            Más tarde, me arrepentiría de no haberlos leído para ver la verdad oculta más escondida por mi familia. Eso me hubiera evitado todo lo que pasaría después. ¿Pero qué iba a saber yo sobre esos documentos? ¿Qué iba a querer investigar? Nada. Así que cogí el paño y cerré el cajón. Si pudiera volver al pasado, escogería ese momento determinante en el que elegí ignorar los documentos y darle el paño a mi madre. Muchas cosas hubieran cambiado.

 

            Cuando le pasaba el paño a mi madre, mis hermanos llamaron y estuve hablando con ellos durante un buen rato, con mi madre junto a mí, sonriendo al verme hablar y bromear con mis hermanos. Vendrían este viernes para pasar el fin de semana y no podía esperar a por ellos. Quería verlos y contarles lo que había pasado. Lo de papá. Eric. Dash. Jay. Rudy. Bill. Pero no podía. Tendría que tener cuidado en saber escoger lo que podría decir y lo que podría omitir.

 

            Al día siguiente, cuando fui al instituto, no me encontré con Jack en el camino y eso me preocupaba porque podía recordar lo que habían intentado hacerle en su propia casa. Si él había vuelto…

 

            Negué con la cabeza porque Jack no podía ser tan tonto como para volver a ese sitio. Lo mismo había dormido en el refugio. Me quise convencer de ello y cuando llegué a la bifurcación, Dash estaba esperando con un donut en la mano y se extrañó al verme.

 

-          ¿Jack no estaba contigo? No durmió anoche en el refugio.

 

-          No creo que… -pero no podía evitar sentir el miedo.

 

Comencé a correr de vuelta y entré en mi patio, corriendo al muro que separaba nuestras casas y escalándolo a toda prisa, pelándome las manos y las rodillas en el proceso, pero ningún tipo de dolor me distrajo. Quería ver si Jack estaba bien. Una vez que estuve de pie en el muro, salté y me agarré al balcón, impulsándome torpemente sobre este.

 

Desde ahí, me lancé a la ventana abierta de Jack con tanta prisa que al caer dentro, rodé por el suelo hasta estrellarme contra el armario. Jack estaba ahí, tumbado en su cama, de espaldas a mí y el miedo comenzó a invadirme, mientras me levantaba del suelo y tocaba su hombro para darle la vuelta.

 

Tenía heridas nuevas, pero estaba dormido. Profundamente. Suspiré y miré hacia la puerta, viendo que Jack había colocado unas tablas con clavos y que había puesto justo delante de ella la cómoda, antes situada en otro sitio. Sobre la cómoda, había una enorme pila de libros y un par de calcetines, supuestamente sucios.

 

-          Jack… despierta –dije en voz baja-. Vas a llegar tarde.

 

-          Hmmm… ¿Mark? –dijo en medio del sueño.

 

Me acerqué a él y él me atrajo entre sus brazos, haciendo que mi cabeza reposara contra su cálido pecho lleno de bultos… de cicatrices y moratones. Me quise levantar, pero él no me dejó. Me agarró la cara y comenzó a besarme suavemente, acariciando mi pelo y delineando mi mentón con un dedo de la otra mano, con tanta dulzura que no pude evitar corresponderle y colocar una mano en su cara, como había hecho ayer.

 

Sabía que estaba medio dormido, pero no me resistí. Mi corazón latía con fuerza y no me sentía capaz de rechazarlo, así que me abandoné a ello, cerrando los ojos y notando como sus manos bajaban hasta reposar en mi cintura, tirándome contra él.

 

En el momento en el que mi cuerpo impactó con el suyo, vi como abría esos ojos grises que antes me parecían tan inquietantes pero que ahora veía tan hermosos que no podía evitar perderme en ellos.

 

Me vi lanzado hacia atrás con fuerza y choqué contra el escritorio, notando un fuerte dolor en el hombro que casi me hizo gritar.

 

-          ¿Qué estabas haciendo? –dijo Jack mirándome alarmado y llevándose una mano a los labios, sumido en un profundo impacto.

 

-          No… ¿Qué has hecho tú? –me levanté con cuidado, notando que mi hombro ardía con todo el movimiento-. Yo estaba preocupado y vine a ver si estabas bien... solo dormías, pero… ¿tenías que apartarme así cuando tú empezaste a besarme? –me sentía rechazado. Me sentía demasiado mal conmigo mismo como para permanecer ahí.

 

Me dirigí a la ventana con la esperanza de que mi hombro no iba a estar tan mal como para no usarlo, pero ni siquiera tuve tiempo de llegar cuando Jack me retuvo y me empotró contra la pared, con fuerza, pero no violentamente.

 

-          No pretendía reaccionar así –dijo mirándome con tanta intensidad que el tono gris de sus ojos se volvieron hasta más oscuros.

 

-          Suéltame –dije con voz indiferente.

 

Estrechó los ojos hasta que fueron dos rendijas y se apartó, dejando que saltara al muro y a mi casa. Dejó que me marchara al instituto aunque iba tarde. ¿Quién se había creído? Me había hecho daño al empujarme con tanta fuerza. Haberse apartado de mí hubiera sido suficiente.

 

Recordé entonces sus palabras de ayer, su beso, su comportamiento y… acabé poniéndome rojo en medio de la calle mientras iba a clase. ¿Qué demonios estaba mal? ¿Qué demonios sentía yo por Jack que no podía dejar de pensar en él?

 

Eric estaba junto a la puerta principal del instituto y me saludó cuando llegué a su lado.

 

-          ¿Qué haces aquí? –pregunté sorprendido de que él no se hubiera ido a clases.

 

-          Te estaba esperando –dijo con voz seria y neutra. Parecía que era la única voz que tenía.

 

-          No tenías por qué hacerlo –dije con sequedad, acomodándome la mochila para que no me hiriera el hombro más de lo que estaba.

 

-          Sí. Mi madre me pidió que hiciera un amigo –dijo frunciendo el ceño-. De momento creo que eres el que más me ha soportado… así que me quedaré contigo.

 

Había llegado un punto en el que no me sorprendía que me tratara así ya que parecía que no lo hacía queriendo, por lo que sacudí la cabeza y fui a mi clase, llegando tarde pero al menos llegué antes del profesor. Había tenido suerte que lo había retenido un accidente y no podría estar a tiempo para nuestra clase.

 

Me senté en mi sitio y miré la mesa vacía de Jack, preguntándome qué me había pasado. Qué nos había pasado a ambos para estar así. Era un misterio… pero lo necesitaba.

 

Me llegó un mensaje de Rudy y fruncí el ceño cuando leí su contenido: “cuidado con Eric, tiene dos caras”. ¿Qué demonios querría decir eso? Yo lo veía bastante directo y honesto como para verlo jugar conmigo a ser mejores amigos. En cualquier caso, mandé un mensaje a Jay para preguntarle sobre Eric y me contestó algo parecido a lo de Rudy: “aléjate de ese chico, es raro”. Si Jay creía que era raro, entonces lo era. Viendo cómo eran sus padres, no me cabía la menor duda de si alguien sabía distinguir lo raro de lo que no lo era, ese era Jay.

 

En la media hora de descanso me lo volví a encontrar e insistió en hablar conmigo a solas y como había recibido mensajes de todos diciendo que no les gustaba ese tipo, lo rechacé cortésmente y me fui con Jay, Dash, Bill y Rudy. No me sorprendió ver que Dash se dejaba caer contra el pecho de Jay y que este parecía especialmente orgulloso al respecto. No pude evitar lanzarles una sonrisa burlona y Dash la vio y me sacó la lengua, haciéndome sonreír. Esperaba que fuera lo que fuera lo que estaban haciendo, funcionase. Para los dos. Dash había sufrido bastante y Jay necesitaba tener al lado alguien para protegerlo. Era perfecto.

 

A la salida, Eric volvió a alcanzarme y me arrastró a un lado donde no había prácticamente nadie, solo pasaban unos pocos coches. Después de que me arrastrara de esa manera, me tuve que soltar de él y pedirle explicaciones.

 

Su mirada se enfocó en algo más lejos de mí durante unos instantes y una sonrisa bastante extraña afloró en su rostro.

 

-          Esto es como matar dos pájaros de un tiro –murmuró para sí mismo.

 

No entendí a lo que se estaba refiriendo, así que abrí la boca para preguntarle qué quería y de qué demonios estaba hablando.

 

Fue en ese momento en el que comenzó a besarme en contra de mi voluntad, recorriendo sus manos por mi cuerpo, inmovilizándome en contra de mi voluntad. Sus labios pegajosos no abandonaban los míos y sus manos me tocaban allá por donde nadie debía tocar. Era tan asqueroso que comencé a llorar, pero eso no lo detuvo, así que lo mordí para que me soltara. Él se apartó un poco, se lamió la sangre del labio y me volvió a dedicar aquella extraña sonrisa.

 

            Me debatí contra él hasta que alguien nos separó. Quise creer que era Jack, pero no lo era. Su propio padre era el que lo había alejado de mí y ahora estaba gritándole algo, pero estaba tan asustado y asqueado que apenas podía comprender. ¿Por qué había dicho esta mañana que quería ser mi amigo si luego iba a hacerme eso? No lo comprendía.

 

            Me caí al suelo, más cansado de lo que nunca había estado y en medio de aquella conmoción, vi los ojos de color almendra de Eric fijos en los míos, como a dos o tres pasos de mí. Se atrevió a soplarme un beso antes de que su padre lo cogiera con fuerza del brazo y se lo llevara, hablándole algo en voz baja y amenazante.

 

            En medio de esa confusión, vi unos ojos grises mirándome desde el otro lado de la calle. Jack no solo parecía estar enfadado. También parecía estar traicionado y dolido. Fue esa mirada lo que me despertó y me hizo cruzar la carretera, haciendo que algunos coches me pitaran hasta llegar al otro lado.

 

-          Jack –jadeé-. No quería. Te juro que no quería –sus ojos fríos se posaron en los míos.

 

-          Desde aquí parecía que lo pasabais bien –se dio la vuelta y comenzó a alejarse.

 

Jamás pensé que alguien dándome la espalda dolería. Pero lo hizo. No quería perderlo. Mi corazón latía dolorosamente mientras lo veía marcharse y no me podía mover. ¿Por qué no podía?

 

-          Jack… -susurré-. Quédate –no sé cómo demonios lo hizo, pero me escuchó y se dio la vuelta.

 

Su mirada dolía más que cualquier broma pesada que me hubiera gastado en el pasado y me dio la fuerza suficiente como para caminar hacia él y abrazarlo con tal fuerza que lo escuché quejarse.

 

-          Yo… no quiero perderte –dije con voz baja, casi rota-. No me hagas perderte.

 

Lo apreté aún más entre mis brazos con el corazón en la palma de la mano, esperando por su respuesta.

 

-          Entiendo… por lo menos dame tiempo. Deja que me olvide de ti –pidió con la voz baja y vulnerable que solo había escuchado contadas veces-. No quiero seguir… teniendo esperanzas. Así que recházame ya, princesa. Recházame para que este bandido pueda seguir intentando robar otros corazones –dijo con algo de humor en sus palabras.

 

¿Quería yo que se fuera con otra? ¿Que se besara con otra? ¿Que protegiera a otra? ¿Que se olvidara de mí? No. Yo lo necesitaba. Necesitaba que estuviera a mi lado y quería verlo sonreír. Quería verlo salir de su casa. Quería verlo tocar y quería ver sus ojos todos los días.

 

-          Pero te necesito –dije ocultando mi cara y mi vergüenza en su camiseta.

 

-          No –él me cogió de los hombros y me separó de él-. En esta vida nadie necesita a otra persona.

 

-          Pero yo a ti sí –mi desesperación se filtró en mi voz-. No quiero que estés con otra –añadí notando mi cara ponerse roja.

 

-          Pero tampoco me quieres contigo –lo escuché soltar una carcajada despectiva-. ¿No es eso muy egoísta? –lo agarré de la camiseta con desesperación.

 

-          ¿Qué quieres de mí? –pregunté notando como una lágrima se me escapaba-. ¿Quieres humillarme como cuando era pequeño? ¿Quieres que sea tu esclavo? ¿Tu saco de boxeo? –pregunté con la voz rota por la emoción.

 

-          Te quiero a ti –dijo con un suspiro cansado y apartando la mirada de mí-. Pero para ti parece que es imposible… -su mano se posó en mi cara y noté su dureza y su rugosidad. No eran unas delicadas manos de mujer, sino de hombre.

 

Siguiendo un impulso, solté la ropa que había agarrado entre mis manos y coloqué mi mano encima de la mano de Jack, notando su calidez. Esos dedos que me habían acariciado el pelo, torturado durante años y protegido de la maldad. ¿Qué más podría yo pedir de alguien?

 

-          ¿Estás diciendo que me… que estás enamorado de mí o algo así? –pregunté con voz trémula.

 

-          Eso parece –dijo admitiéndolo con voz grave y pesada-. Pero no sientes lo mismo, así que… -me quitó la mano de encima y me soltó la cara despacio-. Ahora quiero estar solo.

 

Por alguna razón, sus ojos grises, atormentados de dolor y su figura solitaria alejándose de mí me produjeron dolor. No quería. No quería que él sufriera. Quería hacerlo feliz. Quería que fuera feliz conmigo.

 

Corrí hacia él y lo abracé por detrás, enterrando la cara entre sus omóplatos y negando con la cabeza.

 

-          ¿Quieres que empecemos a salir? –pregunté con una vocecita apagada y nerviosa que hizo que me avergonzara de mí mismo allí y ahora.

 

-          ¿De qué serviría eso si no sientes lo mismo por mí? –preguntó sin girarse.

 

-          Quiero salir contigo. Quiero hacerte feliz.

 

-          Si no sientes lo mismo por mí… -se quejó-. ¿Cómo quieres que salga contigo? ¿Es que me tienes lástima o algo y por eso me lo preguntas? –vi que había cerrado las manos en puños y eso era mala señal.

 

-          No. Te lo digo porque siento algo especial por ti.

 

-          ¿Cómo mejores amigos? –preguntó riéndose de nuevo despectivamente.

 

-          No.

 

Rodeé su figura parada y me puse de puntillas, nervioso por lo que iba a hacer, con el corazón latiéndome con fuerza en el pecho, a punto de salirse por mi boca de toda la tensión que estaba acumulando.

 

Lo besé en los labios fugazmente, demasiado avergonzado para besarlo como él me había besado a mí. Demasiado confundido como para darme cuenta que estaba deseando que él me respondiera y que dijera que me quería a su lado.

 

-          ¿Qué haces? No me gustan esas bromas, princesita. Mejor que no me enfades –maldije entre dientes.

 

-          ¿Es que no lo ves? –medio grité enfadado.

 

Lo agarré de la ropa y lo obligué a agacharse, cogiendo su cabeza y pasando los brazos alrededor de su cuello, besándolo con ganas, moviendo los labios contra los suyos, intentando obtener una reacción de él. Intentando que él me devolviera el beso. Intentando hacer que viera lo especial que él era para mí.

 

Moví tentativamente la lengua contra sus labios, haciendo que abriera los labios para mí. Su lengua penetró en mi boca haciendo que mis piernas temblaran mientras notaba como sus manos agarraban mi cuerpo con fuerza, apretándome contra él. Nuestras lenguas jugaban y cada vez se me hacía más difícil respirar mientras que él se inclinaba más cada vez contra mí,

 

Nos despegamos, ambos sin poder respirar. Yo notaba que estaba ruborizado y agradecía que en esta zona no hubiera mucha gente, porque en este pueblo las noticias corrían deprisa.

 

-          ¿Qué ha sido eso? –preguntó Jack clavando sus ojos grises en mí-. ¿Qué me quieres decir con todo esto?

 

-          Que quiero salir contigo. Quiero intentarlo. Significas mucho para mí y… bueno… me gusta besarme contigo –se lo admití a él aunque ni siquiera había querido admitírmelo a mí mismo. Que a lo mejor me gustaba Jack más de lo que parecía. Más que un amigo. Me gustaba él.

 

-          ¿Solo por eso quieres salir conmigo? –bufó sin soltarme-. Encuentra al que te guste besar –con aquello intuí que él estaba completamente celoso de Eric.

 

-          ¿Debería ir a buscar a Eric entonces?-dije solo para comprobar que eso era lo último que quería él.

 

-          Ni se te ocurra –dijo apretándome contra su cuerpo-. Ni se te ocurra –repitió con voz más baja-. Simplemente… si esto resulta salir mal… tú y yo… no sabría ni cómo superarlo –él ocultó su cara en mi hombro, dándome un abrazo de sorpresa-. Ya estoy bastante jodido.

 

-          Saldrá bien –dije derritiéndome con esa actitud necesitada-. ¿Estás seguro de que me quieres a mí? Soy un debilucho… ni siquiera mi propio padre me quiere –dije con voz ahogada por la tristeza.

 

-          Yo siempre te querré. De hecho, eres la primera persona de la que me enamoro.

 

-          ¿Qué me dices de esa chica que siempre te está rondando? –pregunté con algo de celos.

 

-          ¿Nora? Es solo una amiga –dijo con sorpresa-. ¿Estás celoso?

 

-          Sí. No quiero que beses a todos tus amigos como a ella –no pude evitar enfadarme al recordarlo en el parque, hablando con ella y riendo con ella mientras que yo estaba solo comiéndome la cabeza por su culpa.

 

-          ¿A quién quieres que bese? –notaba que su voz se iba haciendo más ligera, más alegre.

 

-          A mí –contesté sin dudar-. Solo a mí.

 

-          Tus deseos son órdenes para mí, princesa.

 

Nuestros labios se volvieron a unir y yo no estaba preparado para la cantidad de sentimientos que surgieron de ese simple roce. Lo que más sentí era que me encantaba estar con él y que no quería que me abandonara nunca. Era como una mezcla explosiva de sentimientos cálidos que hacían que mi corazón sintiera júbilo tan solo por estar en presencia de Jack.

 

-          Deberíamos ir a comer –dijo Jack al separarnos.

 

-          Mi padre… -comencé a decir frunciendo el ceño.

 

-          No me menciones al bastardo de tu padre en mi presencia –gruñó Jack, atrayendo su cuerpo contra el mío y echando a caminar, obligándome a ir con él-. Dejaré que comas en tu casa, pero nos vemos al terminar de comer –eso parecía más una orden que una petición, pero asentí.

 

-          ¿Para qué quieres verme esta tarde? –pregunté con curiosidad.

 

-          Cita. Quiero tener una cita contigo. No solo quiero besarme y meterte mano… aunque eso no está del todo mal –dijo riéndose de mi súbito sonrojo.

 

-          E-está bien. ¿Entonces esto quiere decir que estamos…? –lo señalé a él y luego a mí queriendo comunicar sin palabras lo que estaba queriendo decir.

 

-          Sí. Estamos juntos. A partir de ahora, nada de besar a otros. Solo a mí. Para eso eres mi novio –dijo Jack con seguridad.

 

En ese momento, me brindó una sonrisa espléndida, de esas tan sinceras y alegres que me derretían como un helado en pleno verano. De esas sonrisas que conquistan. Esas sonrisas que apenas le había visto hacer. Me llenó de alegría que yo fuera la causa de esa sonrisa.

 

-          No suena nada mal… ¿eh? –dije bromeando.

 

-          Nada mal.

 

Él paró de repente, me cogió de la cintura y comenzó a dar vueltas, elevándome en el aire para luego parar y abrazarme, haciendo que me colgara de su cuerpo cual oso panda.

 

-          Para nada mal –dijo en mi oído, besando mi cuello tiernamente antes de bajarme.

 

Le ofrecí mi mano de manera casi automática, como si esperara que él fuera a cogérmela. Quise retractarme porque me morí de la vergüenza nada más se la ofrecí, pero cuando la estaba retirando, él me la cogió con fuerza y me acercó a él, negando con la cabeza con una sonrisa. Miró alrededor y me dio un beso en la frente y otro en el hombro.

 

-          Lo siento por lo de esta mañana… mi intención nunca fue la de hacerte daño. Nunca. Pero… al despertarme así, digamos que reaccioné por instinto antes de saber que eras tú.

 

-          No pasa nada –aseguré pasando mi mano libre por su cara tímidamente, preguntándome si estaba bien que yo lo tocara así.

 

-          Eres adorable –dijo de repente y por su cara, vi que se arrepentía de decirlo. Se le había escapado.

 

Me eché a reír, absolutamente deleitado por aquello. Era tan raro que Jack estuviera con la guardia tan baja, que no pude evitar burlarme un poco de él solo por eso.

 

Cuando llegamos a la puerta de mi casa, él me soltó y me dio un beso rápido mirando hacia mi casa, como preocupado de que nos fueran a ver. Preocupado por la situación y por mí.

 

-          ¿Nos vemos luego, princesa? –sonreí y asentí demasiado nervioso y emocionado como para contestarle con palabras.

 

Me atrajo y me dio otro pequeño beso antes de soltarme.

 

-          Anda, ve. Nos vemos esta tarde. No te olvides de mandarme un mensaje. Tampoco te olvides de decirle a Eric que la próxima vez le partiré la cara.

 

-          No serías capaz.

 

-          Ponme a prueba –retó con una sonrisa sanguinaria-. Pero te lo digo en serio. No te acerques a él.

 

-          ¿Por qué? –dije siguiendo esa línea de provocación que él estaba siguiendo.

 

-          Porque me pondré nervioso –me puso un dedo en los labios y los delineó-. Estos son míos, no lo olvides.

 

Se marchó dejándome atrás, sonrojado, avergonzado y con la sensación de querer perseguirlo para que no se alejara de mí. Por primera vez en mucho tiempo, sentía de nuevo algo parecido a la felicidad y a la emoción. Eso era algo que mi padre no podría arruinar. Ahora yo tenía Jack y Jack me tenía a mí. Me sentía casi invencible.

Notas finales:

Gracias por tener tanta paciencia y lo siento por haber tardado tanto en subir un capítulo :/ volveré con otro en cuanto pueda

~nos leemos~


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