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El chico de al lado por Lyn-Lyn

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Notas del capitulo:

Hola ^^ Aquí os dejo un capítulo ^^ Lo siento por haberos hecho esperar demasiado

Capítulo 15: Jack

            Si Jack no hubiera llegado, no sé lo que habría pasado conmigo. No sé lo que hubiera hecho con mi padre. Mi propio padre. Cada vez que lo recordaba, quería llorar hasta que mis lágrimas fueran de sangre, pero en su lugar, me reprimía e intentaba enfocarme en otras cosas.

            Llegó así el viernes y había conseguido evadir a mi padre durante casi todo el tiempo. Encerrándome en mi cuarto, había logrado sobrevivir. Incluso me las había arreglado para poder estudiar de vez en cuando, cuando no tenía ensayo con la banda o no estaba con Jack, había podido estudiar algo.

            El viernes por la tarde, llegaron mis hermanos en coche y la casa pareció volver a cómo la recordaba: viva, llena de ruido, llena de calidez... era como si nada nunca hubiera pasado. Recibí a mis hermanos con un abrazo, por supuesto, porque los había echado de menos, no obstante, Elle se dio cuenta de que algo iba mal y me preguntó delante de Gab y mis padres.

            Tuve el valor de mirar a mi padre de reojo y lo vi enarcar una de sus cejas, como si me retara silenciosamente a que dijera algo en voz alta sobre él delante de todos. No fui capaz. Bajé la mirada para que nadie pudiera verme la cara, notando el ardor de las lágrimas.

-          No pasa nada –se escuchó el bufido de mi padre en el salón y todos, incluido yo, nos giramos y lo miramos. Aproveché ese tiempo para frotarme los ojos y tranquilizarme.

-          ¿Por qué no se lo dices hijo? ¿Por qué no le dices a todos con quién te has estado viendo últimamente? –dijo sonriendo victoriosamente.

Ahí estaba. ¿Cómo no lo había visto venir? ¿Cómo fui tan tonto de no haberlo visto venir? Esta era su venganza en contra de Jack. A él no podía tocarlo, pero a mí sí. Alejar a Jack de mí para estar desprotegido. A nadie de mi familia le gustaba Jack. Me podrían prohibir salir. Me podrían prohibir encontrarme con él.

Simplemente con el hecho de pesar que no iba a poder verlo, un hondo abismo se abrió dentro de mi corazón, haciéndome daño. No. No iba a permitir que mi padre me quitara nada más.

-          ¿Con quién? –preguntó mi madre confundida.

-          ¿Es una chica? –preguntó Elle revolviéndome el pelo-. ¿Nuestro hermanito tiene novia? –se estaba carcajeando completamente de mí, esa descerebrada.

Por alguna razón, Gab se quedó mirando a mi padre sin decir nada.

-          Yo…

-          No tiene por qué decirlo –me defendió de repente mi hermano mayor, interrumpiendo lo que estaba a punto de decir-. Él es libre de salir y hacer lo que sea con quien sea. Ya nos dirá cuando esté listo –miré a mi padre y vi que su cara se había transformado en una mueca de ira contenida. Parecía que había mordido un limón.

-          Tienes razón, hijo –dijo mi madre sonriendo a Gab.

Que Gab me hubiera salvado del interrogatorio de mis padres, no me libraba del interrogatorio al que él y  mi hermana me someterían. Sus ojos castaños, al igual que los de mi hermana, se clavaron en mí cuando los tres nos reunimos en la habitación de Elle.

-          Desembucha. Te he salvado de mamá, me debes una –declaró Gab sentándose en el suelo, con la espalda apoyada en la pared pintada de color rosa de mi hermana.

-          Eso, quiero oírlo –dijo Elle saltando sobre su cama.

¿Cómo demonios iba a salir ahora de esta?

-          Yo… he empezado a salir con alguien –mi hermana empezó a gritar de la emoción y mi hermano se movió para sentarse a mi lado y darme palmadas varoniles en el hombro.

-          Bien hecho –dijo él.

-          ¿Es guapa? –preguntó mi hermana.

-          Es un chico.

Los dos se quedaron en silencio y sus caras parecieron empalidecer mientras se daban cuenta de lo que mis palabras querían decir.

-          ¿Eres…? ¿Eres…? –mi hermana estaba tan impresionada que no era capaz de decirlo.

-          ¿Te gustan los hombres? –preguntó mi hermano sin dar rodeos, con una calma y seriedad que apenas le había visto mostrar a lo largo de mi vida.

-          No lo sé… -suspiré-. Lo que sé es que cuando estoy con él… todo es diferente –dije rememorando la sonrisa en sus labios al besarme, o sus ojos grises fijos en los míos-. Me siento… -me puse una mano en el corazón, como intentando explicar con palabras lo que sentía-. Él me hace sentir mejor. Me cuida. Siempre está intentando hacerme sonreír… -dije sonriendo-. Me gusta verlo sonreír y me gusta que se ría conmigo… es muy difícil de explicar –me justifiqué notando como me ponía rojo.

El silencio fue alarmante y no quise levantar la mirada de mis manos, sin dejar de retorcer mis dedos nerviosamente. Notaba mis mejillas ponerse cada vez más rojas y mi corazón latía con fuerza, como esperando a que ellos me aceptaran. A que ellos me apoyaran. Eran mis hermanos… pero, ¿me darían su bendición?

-          Quiero conocerlo –dijo de pronto mi hermana, haciendo que la mirara-. Si te hace estar así de tonto, seguro que te gusta bastante –ni yo mismo sabía decir si Jack me gustaba o no… pero imaginármelo con otra me era imposible. Solo de pensarlo, hervía de indignación.

-          ¿Es bueno contigo? –preguntó Gab totalmente serio.

-          Sí. Me cuida y me protege mucho –contesté, preocupado porque él parecía no aceptarlo.

-          Entonces, me alegro por ti, hermanito –dijo frotándome el pelo.

-          Más vale que no sea muy guapo o querré robártelo –me dijo mi hermana riendo.

Le lancé una mirada furibunda y ella y mi hermano se echaron a reír al mismo tiempo. Dios. Había añorado escuchar sus risas.

-          ¿Quién es? –tragué saliva y negué con la cabeza, muerto de vergüenza.

Estaba esquivando sus preguntas como si hubiera nacido para ello, cuando mi móvil sonó: era Jack. Quería verme. Leí su mensaje sonriendo y contesté diciendo que no iba a poder hasta que mis hermanos no me dejaran en paz.

-          ¡Es él! –gritó mi hermana-. Menuda cara más boba que pones, chaval. Estás coladito por sus huesos –de nuevo, mi hermana mayor se divertía mientras me mortificaba amistosamente. ¿Para qué otra cosa estaban las hermanas mayores?

-          ¡Elle! –protesté-. Gab, échame un cable, ¿quieres? –dije fulminando a mi hermana.

-          Mark, siento decírtelo… pero Elle tiene razón. No puedo esperar para conocerlo –dijo sonriendo-. ¿Saben sus padres que salís juntos? ¿Se lo has presentado a mamá? ¿Le has hablado de nosotros?

Tragué saliva y negué con al cabeza, asustado por si ellos eran capaces de adivinar la verdad a través de mis palabras. Jack nunca había caído precisamente bien a mi familia.

-          He quedado con él esta noche. Si queréis venir… -dije sabiendo que era un error.

-          ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Voy a ver qué me pongo.

-          Ugh, Elle –dije deteniéndola-. Será en un pub de rock –avisé-. No creo que te guste…

-          Bobadas, yo tengo ropa para todo –era evidente que no lo había entendido.

-          Espero caerle bien –deseó ella-. Oh –rio-, más vale que él me caiga bien a mí.

Mientras ella parloteaba de vestidos y maquillaje, mi hermano y yo salimos discretamente de su cuarto.

-          Te apoyo, Mark. Quiero que lo sepas. Pero como te haga daño, le cortaré las pelotas –sonreí y negué con la cabeza.

-          Me voy a ir primero a dar una vuelta con él. Nos vemos esta noche.

-          ¿Cenarás con él?

-          Claro –sonreí-. Te mando un mensaje luego con la dirección.

-          Vale. Diviértete.

Suspiré una vez pude salir de casa y busqué en mi agenda el teléfono de Jack, esperando que en la librería pudiera coger el móvil. Si no podía, me acercaría a verlo y se lo diría. Tendría que estar preparado para lo que se nos venía encima.

No respondió a la llamada, así que me pasé por la librería. Desde fuera, podía verlo leer despreocupadamente un libro mientras sus clientes daban vueltas dentro. De vez en cuando, paraba y hablaba con ellos, señalando distintas partes de la librería.

-          ¡Hola! –dijo al escuchar las campanillas, sin darse cuenta que era yo porque no levantó la vista del libro.

No levantó la vista del libro, así que me puse a su lado, intentando tomarle un poco el pelo. Posé la mano en su hombro y la fui subiendo lentamente hacia su cuello, mientras que estaba pendiente a que nadie más estuviera mirando. Una vez ahí, seguí subiendo hasta apoyarla en su pelo.

-          ¿Qué cree…? –cuando se enfocó en mí, me soltó la mano que me había cogido con violencia-. Vaya, no sabía que eras tú –dijo sorprendido, depositando un beso en mi mejilla y haciendo que me sonrojara.

-          Hola a ti también –me pregunté entonces si era cierto que parecía un bobalicón a su lado, pero sacudí la cabeza para librarme de esos pensamientos-. Tengo que decirte algo de esta noche… -comencé a decir sin saber cómo proseguir.

-          ¿Qué es? –preguntó sin darle mucha importancia.

-          Les he contado a mis hermanos que estamos saliendo y quieren conocerte –soltó de golpe, haciendo que se le resbalara el libro de las manos y cayera sobre el mostrador.

-          ¿Qué? –su voz pareció elevarse unas octavas por la sorpresa y el enfado-. ¿No se te ha ocurrido preguntarme primero?

-          Me estaban interrogando sobre ti… no podía no decirles nada. Sabes que estoy muy unido a ellos –Jack suspiró y negó con la cabeza.

-          No lo decía por eso. Lo decía porque ellos me odian. ¿Acaso no te han dicho que no podías verme? ¿No te lo han prohibido? –preguntó extrañado.

-          En realidad no les he dicho que eras tú… -me sentía un poco culpable al ver su expresión estupefacta.

-          Genial. No van a tardar nada en prohibirte que me veas, ¿lo sabes? –no podía adivinar lo que pensaba, pero no parecía ser algo alegre.

-          Vamos, seguro que no será tan malo… -Jack suspiró.

-          Esperemos que no, porque tendré que secuestrarte.

Por alguna razón, pensé que aquello no estaría nada mal y me sonrojé demasiado como para que él no se diera cuenta, por lo que soltó una risilla y me frotó las mejillas con los dedos, como intentando borrar el rojo de mi piel.

-          Para ya –dije mortificado, mirando al suelo.

-          Eres demasiado adorable –la voz de Jack sonaba como si se estuviera riendo de mí-. ¿Vienes a cenar conmigo y los chicos luego?

-          Claro –asentí-. Como mánager vuestro no puedo dejar mi trabajo tampoco. Hablando de eso… ¿hasta cuándo me vas a tener haciendo de vuestro mánager?

-          Hasta que me abandones tú también. En ese momento, dejarás de ser el mánager –estaba siendo serio y al mismo tiempo parecía que daba por sentado que aquello iba a pasar.

-          No te voy a abandonar. Te necesito más de lo que sabes –dije en voz baja.

-          No es lo mismo necesitar que querer… pero no estaba tratando de echarte nada en cara –sonrió con tristeza-. ¿Te quedas hasta que termine aquí?

-          Claro. Tengo que vigilar que no ligues con nadie –él me guiñó un ojo cuando dije aquello.

-          Ahora sabes cómo se siente uno.

Al acabar el turno y hablar con su jefe, nos fuimos al refugio, donde ya estaban Bill, Rudy y Dash esperando.

-          Ya llegó la parejita –anunció Dash soltando una risita cuando me sonrojé. Debí haberlo supuesto: los chistes iban a seguir durante un tiempo.

-          Vamos, déjalos –cuando Rudy intervino, asentí con la cabeza para darle las gracias antes de ver que abría la boca para proseguir con la broma.

Bill, no obstante, tapó la boca de Rudy con un beso corto en los labios, haciendo que fuera él quien estuviera sonrojado. Se giró a Bill como esperando una explicación.

-          Tenía ganas –dijo con una sonrisa.

Me quedé mirando esa sonrisa, confuso. No había visto a Bill sonreír mucho. En eso, era igual que Dash. Con otras personas delante, Dash parecía otra persona y no sonreía demasiado, pero con nosotros era otro. Más relajado. Más contento.

Cuando el foco de atención se desvió de mi llegada con Jack, pude tomar asiento a su lado, dejándome caer contra sus hombros con algo de cansancio. Me espabilé un poco más cuando Dash anunció desde la cocina que la comida estaba lista.

Ayudé a llevar los platos y los cubiertos a la mesa baja del salón. Pasó entonces lo que pasaba cada vez que habíamos comido todos juntos: cada uno se ponía de una forma diferente. Por ejemplo, Bill comía sentado en el suelo con las piernas pasando por debajo de la mesa, mientras que Rudy comía con la espalda pegada al sofá y el plato en la mano; Dash, por su parte, comía en el sofá, con las rodillas encogidas, apoyando en estas su barbilla. Era la cosa más rara de ver. Jack, por su parte, se sentaba de manera normal, con el plato equilibrado en su regazo. Tras haber visto que todos adoptaban esa postura siempre que no iban a compartir comida, yo mismo acabé haciéndome un hueco en el centro del sofá, entre Dash y Jack. Con parte de la espalda apoyada en el hombro de Jack y la otra parte sobre el sofá, me encogía sobre mí mismo, recogiendo los pies juntos y pasándolos por el puente de las piernas que creaba Dash al comer.

Lo mejor de todo eso era la conversación: todos hablaban con todos al mismo tiempo, de un tema saltando a otro sin problemas o sin  peleas. Me sentía más cómodo allí que comiendo con mi propia familia.

            Una vez terminamos, los chicos se fueron a ensayar y Rudy me avisó de que me fuera vistiendo con su ropa mientras que ellos terminaban de ensayar las canciones una vez más.

            Estuve listo en un periquete: con un pantalón vaquero lleno de roturas por todas partes, con una camiseta negra y botas altas de color, todo cortesía de Rudy. Me parecía casi increíble que tuviéramos la misma talla en todo. Me encantaba como me sentaba esa ropa, la verdad, no era por fardar, pero me hacía una figura increíble.

-          Asegúrate de no perder de vista a tu bombón esta noche, Jack. No vaya a ser que te lo quiten de las manos –bromeó Rudy al verme.

-          Gracias –sonreí y me puse al lado de Jack, esperando algún tipo de cumplido por su parte. Pero no llegó y eso me decepcionó un poco.

El ensayo no tardó en terminar, así que todos fueron recogiendo sus cosas y marchándose para arreglarse, menos Dash, quien cogió la ropa y fue al cuarto de baño a cambiarse. Cuando todos habían desaparecido, Jack se volvió y vino a mí con paso rápido, dándome un beso tan apasionado y tan inesperado que me dejó sin aliento y ruborizado hasta las orejas.

-          ¿Q-Qué haces?

-          Estás demasiado guapo. Debería encerrarte aquí –explicó paseando sus ojos grises nublados por mi cuerpo y haciendo que me sintiera sofocado-. No me mires así o de verdad que te encerraré.

Me dio otro beso con lengua y me dejó allí para ir a cambiarse. Tuve que apoyarme en la pared, desacostumbrado a la intensidad con la que Jack me daba aquellos besos. No solo era la intensidad, o la pasión, era la manera en la que me cogía de la cara, o me apretaba suavemente contra él. Me hacía sentir amado y deseado al mismo tiempo. Me preguntaba si él había sido así con sus otras novias o solo era así conmigo.

Pensar en él besándose con otras personas me hacía sentir mal y hacía que me doliera el pecho. Como si tuviera una aguja clavada en el corazón. Estar con Jack me hacía feliz. Cuando él estaba feliz, yo también lo estaba y básicamente ocupaba más de la mitad de mis pensamientos del día. ¿Qué estaría haciendo? ¿Habría comido? ¿Estaría bien en su casa? Jack no era como un amigo para mí. Era más. Me alegraba de estar saliendo con él ahora.

Recibí una llamada del dueño del bar recordándome que no debía llegar tarde, así que le dije que estábamos saliendo ya y que en breve estaríamos allí. Tuve que estar metiéndoles prisa para que terminaran de una vez y pudiéramos ir al pub de una vez por todas.

Mandé a Gab un mensaje con la dirección e intercambié una mirada cómplice con Jack, quien me pasó un brazo alrededor del cuello y me plantó un beso tierno en la mejilla.

-          Espero no morir esta noche –anunció al resto. Todos menos yo lo tomaron como si estuviera bromeando. No lo estaba. Esperaba que ambos sobreviviéramos hasta el final de la noche.

La banda se instaló en el pub y comenzó a tocar, dejándome a mí en la barra, como siempre, pendiente a toda la gente que quería conocerlos y hablar con ellos, o que querían contratarlos para algún tipo de fiestas.

-          ¿Ricura? ¿Por qué no nos damos una vuelta y te enseño lo que es ser un hombre de verdad? –una de esas voces sonaba insinuante y no me gustó nada.

-          Tengo novio –aclaré intentando ignorarlo, pero me puso una mano en el muslo.

Lancé una mirada de socorro hacia Jack y lo vi mirarme, pendiente a mí. Bastó que estableciéramos contacto como para que, al terminar la canción, hiciera un anuncio.

-          Por si lo habéis olvidado, el mánager es nuestro. Concretamente mío. Le arrancaré la cabeza a quien se atreva tocarlo, ¿entendido? –gritó en el micrófono.

Sus ojos llenos de furia y odio se fijaron en la multitud que me rodeaba y todos dieron un paso atrás con las manos levantadas. Jack tenía fama. Y su fama precisamente no decía que tuviera paciencia.

            Asentí hacia él dándole las gracias, pero en el momento en el que la muchedumbre se dispersó, vi a mi hermano y a mi hermana en la puerta del pub, mirándome con los ojos como platos y mirando al escenario donde estaba Jack hablando.

            Sonó el inicio de la siguiente canción y la voz de Dash pareció distraer lo suficiente a mis hermanos como para alcanzarlos. Los invité a sentarse conmigo, esperando a que el shock inicial de escuchar la voz de Dash se les pasara.

-          ¿Quién es? ¿Puedo salir con él? –preguntó mi hermana señalando a Dash.

-          No puedes. Tiene a alguien.

-          Los mejores siempre están cogidos… -dijo haciendo un mohín con la boca.

-          ¿Dónde está él? –preguntó mi hermano lanzando miradas de sospecha al escenario y a mí-. Quiero conocerlo.

-          Esperad un poco. No tardaréis en conocerlo.

Mientras esperábamos en silencio, los nervios iban consumiéndome cada vez más, como un mar que traga a una piedra, haciéndola pedazos cuando el peso de la gravedad es demasiado fuerte. Esperaba poder salir a flote. Esperaba no romperme como aquella piedra.

Una vez la canción terminó e hicieron un descanso, todos los fans se reunieron a hablar con los chicos. Pude ver a Jay yendo a hablar con Dash, hablándole al oído y haciendo que se sonrojara con lo que le dijo. Me alegraba de que hubiera venido a apoyarlo y de que parecieran estar tan a gusto el uno con el otro.

Jack se separó de sus admiradoras y caminó hacia mí cual preso que camina a su fin. Al llegar a mi lado, posó un brazo sobre mis hombros, atrayéndome contra él cariñosamente, sin apartar la vista de mis hermanos. Tampoco yo la apartaba, viendo el horror abrirse paso a través de sus expresiones.

-          Tiene que ser una broma –soltó Gab sin dejar de lanzarnos miradas alternativas a Jack y a mí.

-          No lo es –aseguró.

Ante la mirada atónita de mis hermanos, me atrajo la cara hacia arriba y me dio un profundo beso en los labios que me hizo perder el sentido y me hizo derretirme. Si no hubiera estado sentado, me habrían fallado las piernas.

-          Esto tiene que ser una broma –repitió Gab.

 

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? Sé que ha sido corto, pero quería dejarlo un poco en tensión, espero que no os moleste demasiado.

También tengo varias ideas de lo que voy a meter próximante, pero me gustaría que me dijérais cuánto podéis aguantar en escala de shock y tristeza del 1 al 10. Lo digo para ir metiéndolo cuidadosamente, o hacer que pase todo junto y de golpe... no sé, me gustaría saber vuestra opinión al respecto.

Espero que os gustara este capítulo de todas formas.

~nos leemos~

PD: si os aburrís, tengo otro fic que estoy escribiendo con una amiga, si queréis echarle un vistazo, dejadme un comentario y os mando el link o el nombre. 


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