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El chico de al lado por Lyn-Lyn

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Notas del capitulo:

Aquí os dejo un capítulo más. Siento haber tardado tanto... :/ espero que no me odiéis mucho.

Capítulo 19: Mark


Estaba muy nervioso. Tanto que no paraba de temblar y no podía hacer desaparecer el rojo de mis mejillas. Jack me besaba apasionadamente y yo correspondía a todos sus besos, sintiendo sus manos por todo mi cuerpo, haciendo que mi temperatura aumentara.


Levanté muy lentamente mis manos hacia él acariciando su piel, sus cicatrices, sintiendo cómo su piel era cálida como un desierto y su corazón latía con fuerza, igual que el mío. Necesitaba esto. Me sentía preparado para esto. Mi cabeza estaba llena de Jack. Solo de él.


Sus besos me excitaban y no podía evitar apretar la piel expuesta entre mis manos, jadeando en su boca. Él me empujó suavemente sobre los colchones, cayendo entre mis piernas y besándome como si no hubiera un mañana. Simplemente eso me hacía sentir deseado y querido. Me hacía sentir que quería más de él.


Acaricié su piel y él gimió junto a mi boca, despertando en mí una pasión que yo pensé que carecía. Sus manos me quitaron nerviosamente la camiseta, lanzándola a un lado. Jack me contempló con ojos llenos de deseo y yo sonreí y lo atraje para que me besara. Él fue bajando por mi cuello, lentamente hacia abajo… besando, mordiendo, haciendo que se me escaparan gemidos incontrolados.


-          A-Ah… Jack… -murmuré mordiéndome el labio.


Lo vi sonreír pícaramente, deslizando sus manos hacia mi ingle, deshaciéndose de mis pantalones. Reprimí un gemido y tiré de la toalla para revelar su figura desnuda y caliente sobre la mía.


Bajó de mi ombligo hacia mi ropa interior, lamiendo todo el camino con esa lengua que me estaba volviendo loco poco a poco. Me quitó la ropa interior y me sentí liberado de repente, sin embargo, nunca esperé que Jack me fuera a tomar con la boca de aquella manera.


Sentir su lengua alrededor de mí, lamiéndome, provocándome placer, haciendo que gritara y me moviera inconscientemente contra él. Todo aquello era más de lo que podía aguantar, así que acabé corriéndome con un grito ronco en su boca.


-          J-Jack… lo siento… yo…


Jack escupió mi semen en su mano sonriendo y sin parecer nada molesto. Me dio la vuelta y sentí sus manos en mi trasero, notando un líquido caliente contra mi entrada. Debido a ello, di un pequeño respingón, poniéndome infinitamente más nervioso.


-          Tranquilo… -dijo besándome en la espalda y mordisqueando.


-          Estoy asustado.


Él se inclinó sobre mí y yo giré la cabeza para poder besarlo mientras sentía un dedo penetrando en mí.


Gemí contra su boca cuando sentí el segundo dentro, abriéndome y preparándome para él. Mentiría si dijera que no dolía nada, pero no era una sensación del todo mala. Él seguía besándome, teniendo infinita paciencia conmigo mientras pequeña gotitas de sudor comenzaban a caer de su frente en mi espalda, haciendo que me estremeciera.


Siguió moviendo esos hábiles dedos dentro de mí hasta que noté cómo me fui tranquilizando, notando el inmenso placer cada vez que sus dedos tanteaban cierto punto dentro de mí.


-          ¡Jack! –gemí-. A-Ahí… -jadeante me di la vuelta, notando cómo mis ojos se volvían llorosos y se empañaban por el placer.


Su otra mano tanteó hacia mi miembro, agarrándolo y comenzando a masturbarlo, haciendo que mi excitación creciera incluso mucho más.


-          ¿Estás listo? –su voz sonaba grave y noté su cálido miembro rozando mi entrada, así que asentí.


Me penetró y yo grité de dolor y de placer, por lo que Jack se quedó quieto, esperando para ver si estaba bien, por lo que asentí, notando que su mano no dejaba de masturbarme.


Se movió dentro de mí y yo reprimí un grito de dolor, acostumbrándome poco a poco a Jack, quien siendo tan considerado, comenzó a moverse primero con más lentitud, esperando a que todo estuviera bien. Me besaba en la espalda, me mordisqueaba y no dejaba de acariciarme y susurrarme palabras de amor en mi oído.


Se movía cada vez más rápido y el dolor pronto se transformó en placer, haciéndome gemir y gritar el nombre de Jack una y otra vez, notando el placer recorrerme de arriba a abajo.


Consciente de aquello, Jack tiró de mis brazos y me hizo sentarme encima de él, ayudándome a mover las caderas, sintiendo cómo me penetraba incluso más fuertemente que antes, dando en aquel punto que hacía que me derritiera contra él.


Su mano volvió a mi miembro y yo grité tratando de contener el orgasmo que estaba seguro que no tardaría en llegar. Notaba suaves mordiscos en mi cuello y su otra mano jugueteaba con mis pezones.


-          Jack…y-yo… e-estoy a p-punto de…


Un gruñido me respondió en su lugar, haciendo que un escalofrío me recorriera entero. El ritmo de sus penetraciones aumentó y juraría que incluso se hizo más grande dentro de mí y eso que él la tenía grande de por sí.


-          V-Voy… a… -dije gimiendo.


-          Corrámonos juntos.


Él gruñó en mi oído y entonces me corrí en su mano y no mucho después, él se vino dentro de mí, dejándome absolutamente relajado y agotado. Me dejé caer en el colchón, jadeando y cubierto de gotitas de sudor, pero eso no evitó que Jack se inclinara y me besara apasionadamente.


-          Si me sigues besando así… probablemente querré volverlo a hacer –bromeé.


Jack sonrió y me volvió a besar, tumbándose y acariciando mi pelo lentamente y con cariño.


-          Eres el mejor, ¿lo sabes? –dijo haciendo que me pusiera rojo.


-          No es cierto –dije abochornado.


-          Lo es –me atrajo por el cuello y me besó-. Me tengo que ir a trabajar –dijo algo apenado, frunciendo las comisuras de sus labios.


-          ¿No vas a comer aquí? –hice un mohín y él sonrió.


-          Me encantaría… porque quiero devorarte entero.


Me retiró el pelo de la cara y me dio un beso en la frente y luego juntó ambas frentes, sonriendo de oreja a oreja.


-          ¿Estás bien? –preguntó pasando un dedo por mi espalda magullada, deteniéndose en algunas cicatrices que había ganado gracias a mi padre.


-          Ahora que estás conmigo, estoy bien –me acerqué y lo besé-. Pero no tengo un teléfono para hablar contigo… ¿qué haré cuando quiera verte?


-          ¿Qué tal si… te doy mi horario? Puedes pasarte a recogerme y vernos. Si necesitas ayuda en el instituto, los chicos te ayudarán y en cuanto a tu padre… veré si hago algo al respecto. No voy a seguir viendo cómo te maltratan.


-          Por favor… se enterará de que te lo he dicho y quién sabe que es capaz de hacer… -noté cómo me iba poniendo triste así que él me besó, sacándome una sonrisa.


-          Está bien. Pero haré algo, ¿de acuerdo? –lo dijo con un tono que no admitía réplica, por lo que asentí rápidamente-. Me tengo que ir ya. Quédate aquí cuanto quieras. Espero que no te duela mucho luego…


No sabía a lo que se refería, pero me quedé tumbado mientras lo veía vestirse a toda prisa, revisando la hora de vez en cuando. Antes de marcharse, me dio otro beso con lengua y me lanzó un guiño.


Quería ducharme, así que me levanté pero me fallaron las piernas y caí al suelo, sorprendido por el dolor en la parte baja de mi espalda. ¿A esto se refería? Me eché a reír y me puse en pie con cuidado, tratando de ignorar ese dolor y me fui a por una ducha caliente, que usé para relajarme y limpiarme.


Apenas podía creerme lo que había hecho con Jack… era como si un nuevo mundo se hubiera abierto ante mis ojos. Me sentía… diferente y, de alguna manera, más cercano a Jack de lo que antes era.


Estuve allí descansando hasta que me sentí bien y podía andar más o menos normalmente, así que me hice la comida y cuando me aburrí me largué de vuelta a casa. No tenía mi mochila conmigo pero sabía que alguien me la habría dejado ya en casa. El único problema era sortear a mi padre… estaba empeorando bastante.


Ayer ya me golpeó bastante y mi móvil cayó destrozado al suelo mientras que mi madre solo veía… ¿cómo pudo? ¿Cómo pudo ignorarme y simplemente entrar en la cocina? Los gritos, insultos, golpes y porrazos que me dio fueron brutales. ¿Cómo pudo ignorarlo todo y hacer como si nada pasara? ¿Qué clase de madre haría eso con su propio hijo?


Ni siquiera estaba seguro de querer dormir en casa, pero no tenía otra opción, así que, en vez de quedarme parado al frente como un idiota, rodeé el sitio y escalé a mi cuarto con mucha más dificultad que otras veces ya que me dolía todavía el bajo de la espalda, pero mereció la pena. Absolutamente.


Dentro de mi cuarto, mi mochila estaba sobre el escritorio, tal y como había supuesto. Abrí la puerta, quitando el mueble que siempre ponía para retener a mi padre de entrar y decidí echar un vistazo a ver quién había en casa. Bajé cada peldaño de la escalera cuidadosamente y escuché una conversación entre mi padre y alguien más, por el móvil. Se me puso el pelo de punta e intenté retroceder para que no me viera, pero cuando escuché la voz de mi madre, conseguí calmarme algo más. No mucho, pero estaba seguro de que él no trataría de… violarme enfrente de mi propia madre… ¿verdad?


Me costaba mucho tragar y respirar solo de pensar en lo que pudiera pasar, pero seguí escuchando, intentando adivinar de lo que iba la conversación. Solo pude escuchar algo sobre unos papeles firmados y una serie de palabrotas antes de que mi padre dijera a mi madre que le habían colgado. Puse los ojos en blanco, pensando en que si yo fuera la otra persona, probablemente también querría colgar el maldito teléfono a alguien tan impresentable.


            Se puso a discutir con mi madre y, en ese momento, decidí que era mejor quitarme de ese sitio antes de que me viera, por lo que me di la vuelta y comencé a subir muy lentamente, con el sudor goteando por todo mi cuerpo, completamente en alerta y el corazón latiendo a toda velocidad.


            Alguien tocó el timbre y tragué saliva, subiendo los últimos escalones a toda prisa, esperando que nadie me hubiera escuchado.


-          Hola –la voz de Eric me sorprendió-. ¿Está Mark? -¿qué demonios estaba haciendo ahí?


-          Sí, tendrá que estar arriba –dijo mi padre con un gruñido.


Algo más calmado porque no me atacaría delante de otra persona, me fui a mi cuarto y lo arreglé todo un poco, fingiendo estar sorprendido porque Eric hubiera venido a verme. De todas formas, Jack me había dicho que tenía que alejarme de él y eso debería hacer… pero desde que Jay estaba siempre con Dash, me sentía algo solo sin Jack, así que estaba contento de poder hablar con él por lo menos. No recriminaba la actitud de mi mejor amigo, pero Dash lo necesitaba más que yo debido a que él también había sufrido incluso más que yo.


-          ¡Hola! –dijo animadamente-. ¿Pudiste hablar con Jack? –preguntó con voz monótona.


-          Sí –contesté-. Mira, yo…


-          Si es por lo que Jack dijo que tenías que mantenerte alejado de mí… -me interrumpió-. Solo soy tu amigo, ¿recuerdas? –claro, amigo que me besó en contra de mi voluntad.


-          Está bien. ¿Por qué has venido? –Eric se encogió de hombros.


-          Pensé que te sentirías solo sin tu chico.


-          Estoy bien –dije sonrojado, recordando lo que habíamos estado haciendo hacía tan solo unas pocas horas.


No pareció especialmente contento por mi cara, pero se quedó el resto de la tarde conmigo, dibujando y hablando sobre artistas que nos gustaban a los dos. Bastante superficial y nada comprometido.


Cuando se fue por fin, respiré tranquilo y me asomé por la ventana, observando el cuarto vacío de Jack, justo enfrente del mío, recordándolo mirándome con aquellos ojos tan bonitos que tenía. Quería verlo.


-          ¡Mark! ¡A cenar! –suspiré y cerré las cortinas, rogando por mi seguridad mientras bajaba las escaleras.


Puse la mesa junto a mi madre sin decir ni una palabra y me senté lo más alejado que pude de mi padre, intentando no llamar la atención de ninguno, pero a mi padre parecía darle igual si me comportaba bien o no, ya que creía que era mi presencia lo que le resultaba molesto.


            Fue una cena sin incidentes, hasta el final, en el momento en el que me puse a recoger, haría algún tipo de cosa que no le gustaría que me estampó la cara contra la mesa, gritándome que tenía que comportarme bien delante de él. Pude saborear la sangre dentro de mi mejilla cuando me soltó, pero hice lo posible por no llorar porque sabía que era lo que quería… pero eso no significaba que me doliera menos.


            Saqué la basura para distraerme, pero encontré a un pequeño gato indefenso y herido junto a los cubos, completamente sucio y pensé que quizá mi madre podría curarlo ya que ella era veterinaria. Yo también quería ser veterinario, así que pensé que era buena idea llevarlo y que mi madre lo examinara, aunque no quisiera que estuviera en casa… por lo menos iba a estar mejor.


            También yo estaba herido, así que no pude evitar pensar que se parecía mucho a mí y lo recogí del suelo, colocándolo entre mis brazos. El gato era muy pequeño, de color blanco con manchas grises alrededor de todo el lomo. Sus ojos eran de un azul bastante vívido y estaba malditamente flaco, cubierto de sangre en algunas zonas.


            Lo llevé corriendo dentro de casa y busqué a mamá, quien estaba en la cocina.


-          Mamá, mira lo que he encontrado –le mostré el gato-. ¿Puedes curarlo?


-          Mark… saca ese animal de casa, rápido. Antes de que lo vea tu padre… -dijo mirando temerosa la puerta de la cocina.


-          ¿Por qué? Mamá, vamos a curarlo. Está herido y si lo ayudamos, podrá vivir –le extendí el gato pero ella se negó a cogerlo.


-          Mark, no sé si recuerdas lo que le hizo tu padre al último animal que trajiste a casa… -estaba confundido, yo no recordaba nada-. Da igual, llévatelo antes de que tu padre lo vea.


-          ¿Antes de que yo vea el qué? –mi madre apretó los ojos con fuerza y se apoyó en la mesa, como rendida.


-          Está herido… -dije con algo de miedo, mostrando ese pequeño gatito-. Tenemos que ayudarlo.


No estaba preparado para lo que pasó. Nadie podría haberlo estado.


Mi padre sufrió una especie de ataque de cólera y mi madre miraba hacia otra parte, temblando y tapándose la boca. No comprendía lo que estaba pasando.


Él me arrebató el gato de los brazos sin mediar palabra. El gato lo arañaba y maullaba con fuerza, con todo el pelaje erizado. Yo miraba sin comprender todavía porque mi padre estaba tan rojo y lleno de furia, pero pronto fui yo el que se llenó de furia y dolor.


Quise arrebatarle el gato, pero me empujó contra el suelo y me dio una patada para que estuviera ahí quieto y mientras me debatía, se agachó con el gato sujeto con una mano, lejos de él. Con un movimiento rápido, le torció el cuello y lo mató.


Me quedé helado, tumbado en el suelo, sintiendo cómo las lágrimas de dolor resbalaban por mi rostro y caían sin control, viendo como el cuerpo inánime colgaba de la mano de mi padre, quien sonreía.


-          ¿Por qué harías algo así? –dije lleno de dolor, mirando al pobre gato que hacía unos segundos que respiraba.


-          Porque está sucio. Es horrible. No merece la pena. Ya te dije que no quería animales en casa, hijo –dijo aquello con un retintín sabelotodo que me hacía enfermar.


-          P-pero… no tenías por qué m-matarlo… e-era inoncent-te -dije entre sollozos.


Él no contestó a aquello y lanzó el gato muerto a mis pies con asco y se limpió las manos en la ropa.


-          Si lo piensas bien… es culpa tuya. Si no lo hubieras traído, nada de esto hubiera pasado.


Me quedé atónito, furioso y él tan solo se encogió de hombros y miró a mi madre con algo de reproche.


-          Problema solucionado.


Cerré los ojos sintiendo incluso más dolor si cabe. Ese pobre animal… no tenía por qué haber muerto.


Miré a mi madre a ver si ella era capaz de decirme por qué mi padre era tan horrible, pero ella ni siquiera era capaz de mirar la escena. Se hallaba de espaldas y temblaban, presumiblemente ahogando sollozos de dolor al ver un animal muerto por su propio marido siendo ella la que salvaba a los animales… era demasiado cruel.


-          Entiérralo –ordenó con voz queda y salió de la cocina.


Me quedé a solas con el cadáver del gato, cuyos ojos me miraban sin vidas desde donde mi padre lo había tirado. Me arrastré hacia él y lo toqué… todavía estaba caliente, pero me eché a llorar con más fuerza igualmente, notando el dolor invadiéndome en pequeñas oleadas empezando desde donde estaba mi corazón.


No sé cuánto tiempo me quedé ahí agazapado, pero al final me logré calmar y secar las lágrimas. Cogiendo cuidadosamente el cuerpo del gato, volví a salir y en la parte trasera de la casa cavé un hoyo con mis propias manos, sintiendo de nuevo cómo empezaba a llorar, sin dejar de disculparme con el pobre animal.


La arena fría se me clavaba bajo las unas y las piedras me arañaban las manos, pero lo hice lo mejor que pude y enterré aquel pequeño cuerpecito que tuvo una oportunidad de sobrevivir pero mi padre la cortó por él. Esa bestia no era humana.


Volví a colocar la tierra sobre el animal y me quedé de rodillas, frente a aquella pequeña tumba, recordando que no era la primera vez que yacía en esa posición, pero aquella vez, no estaba solo. Mis hermanos estaban conmigo y lloraron conmigo, pero me olvidé… nunca debí haber olvidado.


-          L-lo siento… -dije con voz rota, apoyando la cabeza sobre la tierra recién movida-. Lo siento tanto…


Me levanté tras estar en esa posición mucho tiempo y miré la luna, lleno de dolor. ¿Algún día pararía mi sufrimiento? ¿Algún día sería feliz?


Al entrar en casa, corrí directamente al baño, viendo mi ropa manchada de sangre y tierra, no hice otra cosa que quitármela a tirones, medio sollozando otra vez, ahogado al no ser capaz de respirar bien.


Me deshice de la ropa en mi cuarto, decidiendo quemarla o tirarla o lo que sea y me limpié de tierra antes de irme a dormir. Puse de nuevo el seguro de mi puerta y me tumbé en mi cama, para poder dormir, pero me mantuve casi toda la noche despierto, soñando con aquel pobre gato y sus ojos… esos ojos que eran tan inocentes y a los que mi padre les había quitado la vida como si de una muñeca se tratara.


Odiaba tanto esta situación y odiaba tanto sentirme impotente… simplemente me gustaría que parara. Irme para nunca volver. Marcharme con Jack y nunca mirar atrás.

Notas finales:

Sí, tarde mucho en escribirlo por la parte final. No me gusta tener que escribir este tipo de cosas, pero... en fin, espero que no me odiéis mucho.

 


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