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El chico de al lado por Lyn-Lyn

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Notas del capitulo:

"Me llevaron arriba y allí… allí… " Lo pone en las advertencias pero en fin... espero que os guste 

Capítulo 20: Jack


            Aquella noche volví a dormir a mi casa, algo más contento que de costumbre porque mi relación con Mark había dado un paso más y dentro de unos días darían el alta a mi hermana. Lo mejor de todo era que tenía el dinero para pagar su hospitalización y seguir adelante, como siempre había hecho.


            Desperté tras tres horas durmiendo debido a mi despertador, completamente agotado, pero aun así contento. Quería decírselo a Mark, pero no tenía teléfono, así que busqué uno de mis antiguos móviles para dárselo. No era un modelo avanzado, pero era lo suficientemente bueno para mantenerme en contacto con él.


            Me asomé a la ventana, esperando verlo aparecer tranquilo y sonriente. En su lugar me saludó con una triste mirada, ojos hinchados y una sonrisa sin ganas. ¿Qué demonios? ¿Fue su padre otra vez?


            Fui corriendo a su cuarto con el móvil en mi mano y lo interrogué hasta que por fin me soltó lo que había pasado cuando volvió a su casa. Me contó sobre su padre discutiendo con su madre y luego me dijo, entre lágrimas de dolor, que su padre había matado ante sus ojos a un pobre gato herido. Aquello me enfureció: había llegado a mi límite.


            Estuve consolándolo durante cerca de media hora, en la que las lágrimas que derramó no fueron pocas. Le di el teléfono y le dije que recuperara su tarjeta para poderla meter en esa vieja carcasa para poder mantener el contacto. Poco después, se fue al instituto, así que calculé mis horas de trabajo y deduje a la hora a la que podría ir a hablar con su padre. Aquello había ido demasiado lejos y me daba igual si Mark no lo aceptaba, no iba a dejar que esa situación siguiera adelante.


            Estuve trabajando durante horas sin descanso y luego fui al hospital a hablar con mi hermana y decirle las buenas noticias sobre el dinero. Decidí ir pagando la mitad de la cuenta ya que me extrañaba que mi madre no hubiera intervenido antes, así que era mejor prevenir que curar. Linds parecía estar mejor y más animada cuando la vi y le conté lo que pasaba con Mark y su padre y ella negó con la cabeza, suspirando.


-          No deberías meterte –aconsejó.


-          ¡Pero no puedo dejarlo así! –ella entornó los ojos.


-          ¿Cómo que no puedes? Claro que puedes. Esa situación no es algo que tú puedas solucionar. ¿Qué pasaría si empeora por tu culpa? ¿Podrías admitir las consecuencias? –preguntó frunciendo el ceño.


-          Pero tengo que hacer algo –insistí viendo que ella tenía razón.


-          Mark tiene que luchar sus propias batallas. No puedes estar siempre protegiéndole a él o a mí –dijo ella cerrando los ojos dolorosamente.


-          Dije que lo protegería. Lo prometí.


-          No estás fallando a tu promesa, Jack –dijo ella cogiendo mi mano-. Puedes protegerlo cuando puedas. No puedes estar protegiéndolo demasiado… él tiene que saber luchar por él –sabía que tenía razón, pero me desistía a creer en sus palabras.


-          No quiero hacer eso –ella clavó su mirada en la mía.


-          Entonces él nunca será capaz de seguir adelante. ¿De verdad quieres eso?


-          No… pero…


-          Entonces déjalo solucionarlo todo. Él no ha intentado librarte de mamá –dijo ella con un gesto de dolor.


-          En realidad, sí lo hizo. Me salvó de una situación… -mi hermana levantó mucho las cejas.


-          ¿Te cogió por sorpresa? –asentí y ella suspiró-. Eso es diferente, Jack. No es lo mismo que si él fuera a hablar con mamá y a preguntarle cuál es su problema. Eso no saldría bien, igual que si tú fueras a hablar con su padre… no iría bien.


Asentí derrotado por la lógica de mi hermana. Era como si ella hubiera pensado en todas las consecuencias de lo que podría pasar y tratara de hacerme ver que no sacaba nada bueno de ello.


            Me di por vencido y la acompañé durante un tiempo, suspirando en voz baja. Por lo menos podría abandonar tantos trabajos y volver al instituto, donde podría ver a la princesa y protegerla de ese asqueroso de Eric. No me gustaba pero no era porque se acercara a Mark o fuera su amigo. Había algo en sus ojos que se hacía oscuro cada vez que miraba a mi princesa y era una sensación que no me gustaba nada.


            De cualquier forma, salí del hospital y fui a casa un momento, olvidando que debería entrar por el balcón, acabé entrando por la puerta principal: aquello estaba peor que nunca; cajas de pizzas medio vacías tiradas por todas partes, comida manchando el suelo, leche manchando el suelo de la cocina… estaba todo sucio y olía fatal, como si hiciera meses que nadie viviera allí. El salón no estaba en mejor estado y allí, entre montones de comida, ropa sucia y paquetes de droga… allí, en todo su esplendor, estaban mi madre y un tipo asqueroso. Lo peor era que mi madre estaba sobre él. No quise ver más, salí tan pronto como entré, asqueado y haciendo una nota mental para no volver a ir allí nunca más.


            Tragando saliva, me marché de casa, pero justamente en la puerta, me cogieron unos tipos que eran tan asquerosos como el tipo que estaba con mi madre, así que bajé la cabeza, haciendo que el pelo me tapara la cara. Pasé junto a ellos en tensión, deseando no tener que meterme en una pelea o salir corriendo.


-          Oye, ese chico es… ¿no es el de la otra vez? –dijo uno de ellos.


Mierda. Eché a correr sin mirar atrás, asustado por que fuera a pasar lo de la última vez, así que corrí hasta que no pude respirar más. Sin duda debería dejar de fumar porque no era ni tan rápido ni respiraba tan bien, pero por suerte, no me seguían o los había despistado.


Cubierto en sudor, me dejé caer hasta sentarme en el suelo, mirando al reloj y descubriendo que tenía tan solo media hora para llegar a mi próximo trabajo, así que tardé unos cuantos segundos en ponerme en marcha, con el corazón latiendo con fuerza debido al susto que había pasado.


Era casi la hora de comer, pero trabajaba en una de las muchas hamburgueserías de nuestra pequeña ciudad, así que mientras trabajaba pude ir picoteando algo. Los clientes no dejaban de llegar y yo no podía cocinar más rápido de lo que iba: era un infierno, pero por fin pasó.


Trabajé mi turno y avisé a mi jefe que me iría a finales de semana, por lo que él puso de nuevo el cartel de “se busca trabajador”. Tras unos momentos hablando con él, me agradeció toda la ayuda que le había prestado.


Iba a mi próximo trabajo y me encontré con Nora, sentada fuera de su hamburguesería, con mirada perdida, masticando chicle y suspirando.


-          ¿Qué te pasa? –me senté junto a ella.


-          Cosas de chicas –me guiñó un ojo, sonriente-. ¿Y a ti? Pareces cansado.


-          Trabajo –ella asintió y miró a la hamburguesería con algo de odio.


-          Te entiendo. Hoy ha entrado un chico nuevo a trabajar y me pone los pelos de punta –se estremeció.


-          ¿Son esas tus cosas de chicas? –me eché a reír viendo su mirada llena de odio dirigida a mí.


-          ¿Qué demonios? Déjame en paz –dijo echándose a reír y empujándome-. ¿Cómo está tu princesa? –preguntó al cabo de un rato.


-          Mal y no puedo verlo –sonaba amargado. Estaba amargado.


-          Al menos no tienes a alguien haciéndote la vida imposible –dijo ella de nuevo echando miradas a la hamburguesería.


Levanté una ceja, pensando en la alta cantidad de gente que me hacía la vida imposible a diario.


-          O parece que sí tienes –dijo tras ver mi cara de fastidio.


-          Me tengo que ir –le di varias palmadas en la cabeza, como si fuera un perro.


-          Lárgate ya, pesado –ella me quitó las manos de su cabeza con molestia y se levantó.


Entró en la hamburguesería mientras me despedía con la mano. Dentro, pude ver que un chico de pelo negro se le acercaba y ella retrocedía y lo esquivaba, creando un amplio círculo a su alrededor, como si ese tipo tuviera algún tipo de enfermedad.


Me hizo bastante gracia, pero no me reí. Se lo contaría a Mark luego y nos reiríamos juntos de aquello. Estaba seguro. También estaba seguro de que él sería capaz de contactarme tan pronto como tuviera la tarjeta de su antiguo teléfono.


Trabajó en la librería su turno correspondiente, avisando al dueño que, a partir de la siguiente semana, volvería a su turno habitual de horas sin que al dueño eso le supusiera un problema.


Después de mi turno en la librería, llamé a Dash para preguntar si Mark había estado bien en el instituto. Me dijo que le había contado solo a él lo que su padre había hecho. Mi mejor amigo no sonaba muy feliz al decirme aquello, pero estuvo hablando conmigo un gran rato, sobre Eric, sobre Jay, sobre Mark y sobre los demás y los ensayos. Dash siempre me calmaba y siempre me recordaba que, por muy mal que estuviera la cosa, podría contar con él y los chicos para que me apoyaran en lo que necesitara. Como la familia que no tenía.


            Terminé de hablar con Dash y me fui a mi siguiente trabajo, esperando esa llamada de Mark que no llegaba. Se hizo de noche y todavía no llamaba… ¿habría pasado algo más? ¿Su padre lo habría vuelto a tocar? La espera me mataba, así que decidí ir a verlo a su habitación después de cenar algo.


            Entré en nuestro barrio y caminé decisivamente hacia el muro que dividía nuestras casas, pero no llegué a él. El mismo grupo de tíos de esta mañana estaba ahí y me cogieron cansado y demasiado débil, así que no llegué muy lejos antes de que me cogieran.


-          Tu madre nos lo prometió –dijo uno de ellos apresándome los brazos-. Seremos amables contigo.


Grité y me debatí en contra de ellos hasta que uno de ellos me tapó la boca con fuerza y otro me sujetó las piernas. Esto no me estaba pasando. No me estaba pasando ahora… mierda.


Seguí forcejeando y conseguí liberarme y coger el móvil, marcando el número de Bill. Justo cuando apreté el botón de llamada, uno de esos tipos me golpeó la mano y mi móvil cayó al suelo, pero al mirarlo, vi que estaba haciendo la llamada y con un poco de suerte, vendrían a por mí.


            Pedí ayuda a gritos, sabiendo que nadie del barrio saldría a ayudar al hijo de la drogadicta, pero tenía que intentarlo mientras pudiera. A rastras, me llevaron a mi propia casa y mi madre les indicó que podían usar su habitación. Mierda. Grité y traté de escapar incontables veces sin éxito.


            Me llevaron arriba y allí… allí…


            No fueron muchos antes de que Bill, Dash, Jay y Rudy irrumpieran en mi casa y se pelearan con todos ellos antes de llevarme. Cogieron ropa mía, mantas y me taparon y Bill me llevó, mientras el resto frenaba a aquellos asquerosos tipos.


            Estaba en shock, asqueado de mí mismo y temblando de dolor por todas partes. Me habían tenido que golpear múltiples veces para mantenerme a raya, pero lo habían hecho de todas formas. Me habían humillado.


            Me llevaron al refugio y me metí en el baño, con piernas temblorosas. Allí vomité toda mi cena y me metí bajo la ducha, notando el dolor recorrerme tanto por dentro como por fuera. Era increíble. Me sentía tan sucio… no sabía cómo Dash había aguantado tanto tiempo aquello. No tenía palabras para expresar cómo me sentía.


            Al salir, apoyándome en la pared, Dash era el primero que estaba esperando, junto a la puerta. Él me ayudó a llegar a los colchones y allí me abrazó, intentando hacer que se me pasara, pero no dejaba de temblar. No había llorado, lo cual era raro. Estaba tan en shock que no había llorado, era como si mi cuerpo me fuera ajeno, pero al mismo tiempo no lo fuera. ¿Con qué cara enfrentaría ahora a Mark? ¿Con qué cara le diría que fuera fuerte? Tragando saliva, suspiré. Incluso en este estado, preferiría que me pasara a mí antes que a él, pero… pero dolía.


-          Quiero estar solo –dije con la voz ronca de tanto gritar de dolor y frustración.


-          Lo entiendo. Intenta dormir algo.


Ahora entendía perfectamente por qué Dash dormía con la espalda pegada a la pared. Era como una necesidad… saber que no me iban a atacar mientras dormía, o que al menos tendría una oportunidad en contra mis atacantes.


Desde allí, pude oír una discusión en voz alta. Quería decirles que estaba bien, o que lo estaría después de un tiempo, pero no tenía fuerzas. Todo dolía tanto… tragando saliva y recordando la cara golpeada de Mark, una lágrima resbaló por mi mejilla. Quería verlo pero tenía miedo de hacerlo… ¿qué podría hacer?


-          Tenemos que ir a la policía con esto –estaba gritando Jay desde el salón-. ¡Tenemos que hacer algo!


-          ¿Crees que no hubiéramos ido antes? Dash también lo pasa mal –uh, no estaba seguro si Dash se lo había contado a Jay, pero Rudy era siempre un bocazas.


-          ¿A qué se refiere?


-          Eso no es importante ahora –bien esquivado, Dash. Ese es mi chico-. No podemos ir a la policía. Su padre está ahí y se deja sobornar. Harán la vista gorda.


-          Sí –afirmó Bill-. Además es un chico. Nadie va a creer a un chico… lo sé por experiencia –la voz de Bill sonaba apagada pero frustrada.


-          Pero habrá algo que podamos hacer –insistió Jay.


-          Mira, reinecita –dijo Rudy con voz cansada-. En nuestro mundo no hay nadie que nos ayude. O lo hacemos nosotros mismos o no se hace. No podemos contar con nadie pero tú eso no puedes entenderlo porque eres una reina mimada.


-          No te pases, Rudy –la voz de Dash sonaba tensa.


-          ¿Cómo no voy a pasarme? Este tipo no sabe nada y se las da de héroe. Nadie puede salvarnos aquí –se escucharon pasos-. Me voy. Me están esperando.


-          Espera, Rudy. Voy contigo –la voz de Bill se hizo más fuerte-. Rudy tiene razón. No necesitamos un héroe entre los nuestros. Ninguno de nosotros es tan fuerte como para ser un héroe –la puerta principal se abrió y se cerró y el silencio llegó a mí.


La conversación entre Jay y Dash llegó a mí igual que aquella discusión, pero como hablaban tan bajo, no escuché bien lo que decían. Era más como un murmullo y después de un rato, la puerta principal se abrió y se cerró y la puerta del dormitorio de los colchones se abrió.


-          He mandado a todos a casa, Jack. Así que descansa un poco. Puedes contar conmigo. Sentimos haber llegado tan tarde –dijo Dash acariciando mi frente con cuidado.


Él se fue a dormir al otro lado de la habitación pero antes me echó una manta por encima para que no cogiera frío mientras dormía. Él cogió otra y pegó la espalda a la pared, cerrando los ojos.


Intenté dormir pero me fue imposible. Todas las imágenes, sonidos, golpes, dolor… todo ello giraba en mi mente, así que pasé la noche entera en vela, escuchando la respiración acompasada de Dash. Cuando no pude aguantar más, fui a despertarlo.


-          ¿Qué pasa? –dijo frotándose los ojos.


-          ¿Cómo puedes dormir después de todo lo que ha pasado? ¿Cómo eres capaz de no verlo?


-          Mucha práctica… -dijo Dash con voz triste-. Jay me ayuda inconscientemente. Siempre que pienso en él me calmo. Me da fuerzas para seguir.


-          Mark… él… -negué con la cabeza y tosí con fuerza-. No sé si seré capaz de decirle alguna vez lo que ha pasado hoy –mi voz sonaba apagada, sin vida, reflejo de lo que sentía.


-          No tienes por qué decírselo ahora. Hazlo cuando estés bien. Pero piensa en él, en su sonrisa, sus besos, su cuerpo…


Hice lo que Dash me indicaba y poco a poco me fui calmando y adormilando hasta quedarme dormido finalmente. Pesadillas fueron lo único que pude soñar y cuando me desperté estaba cubierto en sudor frío, temblando, con el cuerpo adolorido.


Dash no estaba en la habitación, así que me incorporé y caminé al salón tratando de ignorar el dolor. Allí, Dash hablaba por mi teléfono con alguien, diciendo que estaba enfermo y que no iría a trabajar hoy. Repitió aquella acción varias veces hasta que me descubrió de pie, apoyado contra la pared.


-          Gracias –Dash me dio un golpecito con mi propio móvil.


-          No me las des. Vamos a desayunar y luego te curaré las heridas.


-          No tengo hambre –y era cierto. Tenía el estómago revuelto.


-          Tardarás mucho en volver a sentirte mejor, así que come. Aunque no tengas ganas, hazlo –Dash me estaba regañando y como él era quien mejor lo sabía de todos, le hice caso.


Comí lo que me preparó con demasiada lentitud, dándome cuenta de que no podía saborear apenas nada de lo que masticaba y tragaba. Era como arena en mi boca. Después, pese a que no quería que Dash lo viera, acabé quitándome la camiseta para que mi mejor amigo pudiera aplicar algo de ungüento en las heridas y ponerme vendas y parches en las que necesitaba.


Cuando terminó, asentí para darle las gracias. Además, no solo eso. Se quedó conmigo toda la mañana y solo salió para comprarnos la comida a los dos. Lo agradecía, de verdad que sí, pero no podía evitar pensar que necesitaba estar a solas, así que me fui al cuarto de los colchones y me tumbé allí, mirando mi móvil y deseando recibir una llamada de Mark que no recibí.


Dash volvió con la comida y con los chicos y comimos todos juntos… pero Mark no estaba y eso me preocupaba, aunque no sabía si iba a ser capaz de enfrentarlo tal y como estaba ahora. Incluso había rechazado las llamadas que me había hecho mi hermana porque estaba demasiado destrozado.


¿Algún día este dolor iba a acabar?


Comí con aquellos tipos ruidosos que intentaban animarme y apreciaba sinceramente ese intento, pero estaba tan cansado de todo que solo quería estar solo. Quería despejarme y quería ser capaz de relajarme, de superar todo esto. Pero estando allí, ninguno de ellos se quiso ir y estuvieron conmigo toda la tarde.


Insistieron en tocar algo para Jay ya que hacía mucho que no ensayábamos, así que acabé tocando la guitarra para la reina del grupo, quien miraba a Dash como si fuera un ángel caído del cielo, demasiado puro y demasiado bueno para este mundo. Estuvimos perdiendo casi toda la tarde, aquellos chicos esforzándose para que yo me sintiera mejor y olvidara lo pasado aquella noche. Pero, ¿cómo podría olvidar yo? Era tan difícil… y me dolía demasiado. Todo dolía.


Al caer la noche, por fin me dejaron solo y en aquel silencio pude comenzar a analizar lo que había pasado, tratando de no vomitar o sentirme sucio, intentando evitar la necesidad que tenía de ir corriendo y volver a lavar todo mi cuerpo de arriba a abajo.


Estando en ello, mi móvil sonó y aquello me distrajo de todo: era Mark finalmente. Tenía miedo de contestar, pero lo hice. Respondí a aquella llamada esperando no sonar ni demasiado ronco ni demasiado alterado. Esperando sonar a mí mismo.


-          ¿Diga? ¿Mark?


-          Jack… -la voz de Mark sonaba rota y aquello me puso en alerta-. Ha pasado algo…


-          ¿Qué es? Dímelo –sonaba mal, pero mi voz no podía estar bien teniendo en cuenta lo que había pasado anoche. Todo lo que había gritado y luchado.


-          He… tengo… yo… -su voz sonaba no como si estuviera llorando, pero como si estuviera perdido.


-          ¿Mark?


-          No pasa nada… solo quería escucharte… he encontrado algo y me gustaría que le echaras un vistazo… -suspiró.


-          No te creo. ¿Qué ha pasado? ¿Ha sido tu padre?


-          No… bueno… está relacionado con eso… ¿Puedes venir? –tragué saliva y miré alrededor, muy nervioso.


-          No estoy en condiciones de verte, Mark –dije sinceramente, notando que mi tristeza crecía dentro de mí. El dolor lo llenaba todo.


-          ¿Ha pasado algo? –tragué saliva y negué con la cabeza.


-          Estoy bien –fingí estar alegre, pero mi voz se quebró patéticamente.


-          Algo ha pasado y no me has avisado. Ven a verme, por favor. Quiero saber que estás bien –su voz había pasado de sonar vacía a sonar preocupada. No quería preocuparlo, pero no sabía cuál sería su reacción. Tenía miedo.


-          Trataré de ir… pero me va a costar escalar –más teniendo en cuenta que no quería volver a pisar los terrenos cerca de mi casa nunca más.


-          No tendrás que escalar. Avísame cuando estés en mi barrio e iré a buscarte. No te atrevas a dejarme plantado –advirtió, colgando.


Apoyé mi frente contra el teléfono y negué con la cabeza. Había escuchado en su voz que me quería y que estaba preocupado. Iba a ir a verlo… tenía miedo pero lo haría. Me dolería pero lo haría… porque en el fondo, estaba deseando verlo y que él me envolviera en sus brazos y me calmara. Ahora era yo quien necesitaba a Mark.


            

Notas finales:

Como ya he dicho, lo pone en las advertencias, pero no quería describirlo todo. Sería demasiado para mí y también para vosotros, así que os lo dejo imaginar aunque no sea bonito. 

Nos vemos en la próxima actualización ^^ 


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