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El chico de al lado por Lyn-Lyn

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! ^^ Ya empezamos a calentar motores *grita de emoción* 

solo diré esto antes de empezar el capítulo: JACK 

Capítulo 3

Me había estado sintiendo raro con respecto a Jack desde ayer, cuando lo vi débil. Era como si antes no lo hubiera visto humano. Era como si antes hubiera sido una piedra, algo a lo que no prestaba atención y ahora era como si realmente lo viera. Pensaba que no tenía sentimientos, que era frío y un auténtico cabrón, pero resultaba que era una persona. Por eso me había sentido tan culpable y por eso lo había ayudado.

Pude animarme un poco con la visita de Jay ayer, ya que fue inesperada y, gracias a eso, mi padre no pudo tocarme. Eso consiguió que durmiera toda la noche seguida y sin pesadillas.

A la mañana siguiente, fue otra carrera contra mi padre: tenía que salir antes de que se despertara costara lo que costase. Incluso ni desayuné con las prisas que llevaba por salir.

En el camino, me encontré a Jack, caminando delante de mí, hablando animadamente con uno de sus amigotes. Parecían llevarse bien, incluso lo vi tocarle el pelo con una confianza que ni yo tenía con Jay, pero sí con mis hermanos. Me gustaría tener un amigo con el que llevarme así de bien, tanto que parezca un hermano.

Cuando llegué a clase, hablando con Jay, él ya estaba sentado. Me senté y él se giró y me dio la espalda, lo que me sentó mal. Durante clases estuve distraído por su culpa, sin coger apuntes. Simplemente, asimilando el hecho de que Jack era una persona y tenía sentimientos.

En el descanso de media hora, me moría de hambre, así que fui a la cafetería a comprar algo y Jay me persiguió como un perrito. Luego, nos alcanzó el resto del grupo y nos sentamos en una de las mesas, hablando y comiendo. Lo que se supone que debería ser normal, pero no me sentía bien estando ahí. Había algo más. No solo las burlas a mi cara magullada ya que dije que me había dado un golpe estando medio dormido. No, era algo más que eso. Era un sentimiento de no pertenecer al mismo lugar que ellos.

Vi entrar en la cafetería a Jack y a los amigos, hablando y riendo, golpeándose entre ellos, como una manada de cachorros. La sensación que me daban ellos no era la misma que yo tenía al estar en ese grupo. Me sentí automáticamente mal y me salí deprisa de mi asiento, corriendo fuera de la cafetería, siendo perseguido por los gritos de mi grupo coreando mi nombre.

Había gente por todas partes, pero eso no me detuvo hasta que encontré un sitio sin mucha gente en el que poder parar a por aire y tranquilizarme.

Me pasé una mano por la costilla aún magullada y me acordé de mi padre y su expresión. ¿Cómo se supone que actúe como si nada hubiera pasado? ¿Por qué me trata así? Yo nunca había hecho nada malo. Solo había hecho algunas travesuras. ¿Entonces? ¿Por qué?

Me calmé un poco y cuando sonó la campana, volví a clase cabizbajo, aún bajo la impresión de no pertenecer a este lugar ni a ningún otro. Jay me encontró antes de entrar a clase y me llevó un momento lejos.

-          ¿Qué te ha pasado? ¿Qué te pasa últimamente? Estás raro. Entiendo que al resto no se lo cuentes, pero ¿a mí? Soy tu mejor amigo. Nos hemos criado juntos -me exigió.

-          No pasa nada, Jay -tal vez fuera porque era mi amigo que no quería decirle nada. Él tenía una vida perfecta. No me entendería-. Solo me mareé un momento.

-          ¿Seguro? -puse los ojos en blanco.

-          Por supuesto -soné bastante convencido y él me creyó.

-          Bien. Más te vale.

La amenaza no sonó como tal, simplemente era preocupación, cosa que agradecía, pues Jay siempre estuvo ahí, junto a mis hermanos. Al entrar en clase, él me revolvió el pelo y yo sonreí y me senté junto a Jack. Me dediqué a mirar por la ventana hasta que las clases terminaron y acordé con Jay que lo vería al día siguiente.

Tenía miedo de ir a casa y de encontrar a mi padre ya allí. Tenía miedo de que mi madre no fuera a comer y tenía miedo de resultar herido.

Temblar frente a mi propia puerta y sudar como un cerdo no me iba a ayudar, así que metí la llave en la cerradura y giré con los ojos cerrados. La llave estaba echada y no había nadie.

El júbilo me invadió y fui a mi habitación, me cambié y corrí a poner la mesa para mi madre, mi padre y yo. Siempre que estábamos los tres, estaba a salvo. Mientras tanto, hablé con Gab, quien en dijo que estaba pensando en venir este fin de semana de visita. Sabía buque si venían, papá no me haría nada y, además, los echaba de menos.

La comida con mis padres fue bien, pero tan pronto como acabé y mis padres fueron a descansar, me retiré a hacer los deberes y cuando acabé, estuve dibujando y escuchando música hasta la hora de la cena.

Daba gracias a que mi madre fuera tan dulce, buena y comprensiva conmigo. Ella siempre me mimaba y siempre decía que era el que más me parecía a ella, tanto en personalidad como en aspecto. Lo agradecía y me gustaba sentirme querido, al menos, por uno de mis padres.

Mi madre cocinaba y mi padre veía la televisión cuando llamaron a la puerta, así que fui a ver quien era. Me descolocó por completo lo que encontré y estaba seguro de que no debían entrar en mi casa ni aunque fuera el único sitio en el que ellos estuvieran seguros. Después de lo mal que me han tratado durante todos estos años, de todas las bromas pesadas, las burlas y de todo lo que sufrí, eran tan descarados como para presentarse en la puerta de mi casa y estúpido de mí, que mentí al decir que eran mis amigos que querían hablar antes de la cena.

¿Qué queréis? -por supuesto, me sabía sus nombres. ¿Quién no se sabe los nombres de sus torturadores?

-          Queremos que nos ayudes -dijo Dash, quien podría considerar ser el más cercano a Jack. Me reí despectivamente ante eso.

-          ¿Después de todo lo que me habéis hecho? Buenas noches -intenté irme, pero no me dejaron.

-          ¿Qué quieres a cambio? -preguntó ahora Bill. A él no lo recordaba siendo tan activo como el resto, pero sí me había hecho un par de jugarretas.

-          Quiero que me dejéis en paz. Que no volváis a hablarme o a venir a mi casa. Sois unos desgraciados -eso pude ver que los ofendió e incluso pareció herir al más bajo de todos, a Rudy.

-          Está bien. Lo entiendo -dijo Dash apretando la mandíbula tanto que pensé que e rompería los dientes.

-          ¿Qué queréis que haga?

-          No sabemos donde está Jack. Esta mañana estuvo raro y por la tarde desapareció.

-          ¿Qué queréis que haga al respecto?

-          Que te cueles en su casa y busques algo con lo que dar con él -maldije en mi cabeza ante aquello.

-          Está bien. Id al lateral de mi casa sin hacer ruido y no os acerquéis a la ventana de las rejas, es la cocina. No haced ruido.

Siguieron mis instrucciones y yo entré en casa y subí a mi cuarto. Cuando iba por las escaleras, escuché la voz de mi madre decir que a la cena aún le faltaba un rato. La mejor noticia que podrían darme.

Salí al balcón por mi ventana y vi las figuras de los tres chicos, agachados junto al muro. Les hice señas para que esperaran y me salté al balcón de los vecinos con una linterna en la boca. No era tan idiota como para revelar mi presencia y estaba seguro de que llamaría la atención si encendía las luces.

Me acerqué a la ventana de Jack y vi que no estaba cerrada, así que me metí en su habitación desde ahí, aterrizando en su escritorio lleno de papeles y libros.

Rebusqué por todas partes hasta que me fijé en los papeles que había caído al entrar, junto a los libros. Leí los títulos y vi que todos ellos hablaban sobre la mecánica de las motos y los papeles, todos ellos, hablaban de diferentes motos. Entre todo ese barullo, recogí un anuncio de una carrera de motos que parecía ser legal, sin embargo, al leer el sitio supe que no lo era. En ese sitio de la ciudad solo pasaban accidentes.

Al mirar el día de la carrera, estuve sorprendido al ver que era hoy. Definitivamente, Jack había ido a competir y a matarse por el dinero del ganado. Por mí, como si se quería poner delante de un tren.

Volví a mi casa por el mismo camino y les hice seña a los chicos para que cogieran el papel que les lancé, usando un bolígrafo como contrapeso para que no se volara.

Dash lo cogió y lo leyó y luego me hizo un gesto de agradecimiento que los demás repitieron antes de marcharse.

La banda de Jack, los Jinetes del Apocalipsis, había triunfado desde que habían empezado a componer años atrás y no habían parado de dar conciertos en directo en diferentes bares y discotecas. Por un lado, los admiraba y admiraba el fuerte lazo que los unía. Eran como hermanos. Pero, por otra parte, los odiaba ya que habían hecho de mi vida un infierno siempre que habían estado cerca. Aunque de eso, no podría culparlos porque Jack siempre había sido el que llevaba la voz cantante en eso de meterse conmigo.

Fui a cenar y me puse a ver la televisión con mis padres después de recogerlo todo, aunque lo que quería realmente no era eso, sino perderme lejos de las miradas asesinas de mi padre. Todavía tenía que bloquear las puertas por las noches y dormía despertándome a cada mínimo ruido.

Al día siguiente, fui a clase como normalmente hacía y estaba hablando con Jay, él de pie y yo sentado ya en mi mesa, mientras que el profesor llegaba a clase.

En esto, Jack entró a clase, con la cara adornada de moratones que parecían ser dolorosos, con el labio inferior bastante magullado y con una expresión de odio que me asustó. Sus ojos grises brillaban con tanta furia que supe inmediatamente que tenía que salir pitando de allí. Lo antes posible.

Me vio cuando me levanté y dando largas zancadas se plantó delante de mí. Jay comenzó a tratar de tranquilizarlo y le dio un puñetazo en plena cara que lo hizo caer contra unas mesas.

-          No te metas, chico bonito -advirtió mientras me acorralaba contra la ventana-. Ahora bien, ¿¡Qué demonios has hecho!? -su voz retumbó en toda la clase y me hizo estremecerme.

-          Yo... Jack... deja que... -no pude seguir hablando porque pegó un puñetazo a la ventana y esta se quebró en mi espalda.

-          ¿¡QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA HACER LO QUE HICISTE!? ¿QUÉ DERECHO TENÍAS?

No sabía qué decir a eso. Nunca lo había visto ni tan cabreado ni tan herido como hoy. Parecía que fuera a matarme. Solo le faltaba echar espuma por la boca.

-          ¡Jack! ¡Alto! -apareció el resto de su grupo en mi clase.

-          ¡Quedaos al margen! -ordenó fijando la vista en mí, el corderito al que iba a moler a palos.

Por suerte, Bill era tan grande y fuerte como él y logró apartarlo de mí. Dash y Rudy, por el contrario, eran más bajos que él y con menos músculos que aquellos dos gigantones. Porque Bill, con su pelo rubio largo, era casi como un gigante. Jack era más bajo pero tampoco se quedaba atrás. De todas formas, Rudy tuvo que ayudar a que se lo llevaran mientras que Dash revisaba la herida de Jay y se disculpaba.

Aún impresionado, me deslicé hasta sentarme  en el suelo, con el corazón latiendo furiosamente en mi pecho, con los ojos abiertos y las piernas temblando. Eso había dado mucho miedo.

-          ¡No te quedes ahí parado! ¡Ven a ayudarme!

Me arrastré para ayudar a Dash, como este pidió, ya que Jay sangraba por la nariz y no podía parar la hemorragia. Entre los dos, lo cargamos a la enfermería y lo dejamos allí para que descansara.

-          ¿Qué os ha pasado? -porque si Jack estaba lleno de heridas, el resto no se quedaba atrás. Incluso a Dash parecían haberle llovido puñetazos. Estaban todos heridos.

-          Ayer lo detuvimos antes de la carrera. Tuvimos que sacarlo a golpes y acabamos mal. Le contamos que nos habías ayudado.

-          Mierda. ¿No podrías haberte callado la boca?

-          Tú miente a esa fiera y luego vive para contarlo -se quejó.

-          Está bien. Trataré de evitarlo.

-          No lo intentes. Hazlo. Va a querer venganza pero como parte del trato de ayer, le diré al resto que te vigile para que no te haga nada. Prometimos dejarte tranquilo -por lo menos Dash parecía sincero y era algo razonable, pero no sabía qué pensar de alguien que era tan amable conmigo después de tantos años haciendo que lo pasara mal.

Nos separamos y ambos volvimos a clase y, por suerte, Jack no estaba y todos se habían inventado una historia para explicar la sangre de mi ropa y la ventana agrietada. De todas formas, me alegraba que Jack no estuviera. A saber lo que me hubiera hecho si me hubiera encontrado.

Estuve cuidando de Jay en cada intercambio de profesor, cuidando que estuviera bien, pero la mayor parte del tiempo me preguntaba si yo estaba bien y la otra mitad, hablaba con Dash ya que este me acompañaba cada vez que iba a verlo.

Atraje muchas miradas tanto dentro del instituto, como fuera, pero no dejé que eso me frenara e incluso cuando los jinetes de Jack me acompañaron, no los dejé que me pararan. Tenía poco tiempo hasta que mi padre llegara a casa para poder deshacerme de las evidencias de la pelea.

Mis hermanos avisaron de que mañana, como era viernes, iban a venir a casa y querían salir por la noche a dar una vuelta. De caza, como ellos lo llamaban. Ninguno de ellos había tenido una relación estable durante mucho porque, entre otras cosas, mis hermanos eran un poco psicóticos. Yo tampoco había tenido nunca novia, pero no porque no hubiera tenido oportunidad. Era tan solo que nunca nadie había llamado mi atención.

Después de comer y tras anunciar la buena noticia de la llegada de Gaby Elle, fui a hacer los deberes y llamé a Jay para ver como estaba. Lo cierto es que me preocupaba, no por él, sino porque decidiera tomar represalias o decidiera que no estaba a salvo. Sabía de sobra que él estaba perfectamente bien.

-          ¿Cómo estás?

-          Bien, estoy bien -su voz sonaba algo nasal, pero parecía estar bien.

-          No vengas mañana y recupérate. Siento todo esto.

-          No pasa nada. Más importante: ¿Jack te hizo algo?

-          No. Sus amigos se aseguraron de mantenerme a salvo.

-          ¿Dash y los demás?

-          Sí. Estoy bien, pero no le digas nada a mis hermanos. Llegan mañana a pasar el fin de semana y quieren salir un rato. No me dejarían ir con ellos si supieran en el lío en el que estoy.

-          ¿Qué le hiciste? No había visto a Jack así desde... nunca.

-          Me colé en su casa porque sus amigos me lo pidieron -dije muy rápidamente a ver si así las consecuencias eran menores.

-          ¿¿Que tú qué?? ¿Estás loco?

-          No. Por eso todos estaban tan mal. Se metieron en una pelea después de eso. Escucha, voy a colgar y te dejo descansar. Nos vemos.

-          No, un momento, no te atrevas a... -le colgué.

Seguro que estaba enfadado conmigo por no pensar antes de actuar y la verdad es que me lo merecía pero... Jack me había parecido tan humano conmigo que pensé que no se lo iba a tomar tan mal. Por lo visto, estaba equivocado. Jack era humano, pero no tanto.

Al día siguiente, ni Jack ni Jay aparecieron en el instituto y se rumoreaban cosas sobre mí y Jack. Todos se paraban a mirarme y señalaban el moratón casi curado de mi cara como si fuera una prueba de algo. El resto de mis amigos trataban de animarme, pero la verdad es que no eran tan amigos míos como podrían serlo de Jay. Me había dado cuenta hace mucho que no tenía mucho de qué hablar con ellos y me mantenía en silencio la mayor parte del tiempo.

Al volver a casa, no llegué a tiempo y mi padre estaba ya allí. Había vuelto antes del trabajo y me esperaba, preparado para darme una paliza o al menos, eso pensé que haría.

-          Mientras estén aquí los niños no me importa tener que verte, pero cuando se vayan, procura que no te vea mucho la cara -escupió cada palabra con tanto odio que me hizo estremecer-. Si lo has entendido, lárgate de mi vista, pedazo de escoria.

-          ¿Qué te he hecho, papá? -pregunté cuando noté que una lágrima de dolor se resbalaba por un lado de mi cara.

-          ¡No te atrevas a replicarme! ¿Qué te he dicho?

Avanzó furiosamente hacia mí y yo me escabullí a mi cuarto y moví el mueble para tapar la puerta, mientras me echaba a llorar a la cama. ¿Por qué me trataba así? ¿No era un buen hijo? ¿No hacía todo lo que me pedía? ¿No sacaba buenas notas?

No comí porque tenía miedo y me quedé en mi habitación toda la tarde hasta que llegaron mis hermanos y mi madre. Cuando escuché el ruido, fui a mirarme al espejo: estaba hecho un verdadero asco. No me importaba con ellos, mis hermanos me iban a querer igual. Menos mal que los tenía.

Retiré el mueble y traté de sonreír a pesar de lo mucho que me dolía el corazón y esperé a que llegaran. Sus dos cabelleras rubias irrumpieron y me tiraron al suelo, fundidos en un fuerte abrazo.

-          ¡Mark! ¡Te he echado de menos! -me decía Elle.

-          Yo también, Mark, yo también –decía Gab. Sonreí y acaricié sus cabellos hasta que se separaron de mí.

Nos sentamos en la cama y no tardé en ponerlos al día con lo que había pasado, obviando detalles, por supuesto, relacionados con Jack y papá. Dije que se habían vuelto a meter conmigo y por eso estaba algo decaído, así que mis hermanos trataron de animarme.

-          ¡Anímate! Esta noche vas a ir y darlo todo. Vas a conocer a una buena chica -el rostro de Jack parpadeó en mi mente un instante, lo cual era incomprensible-, vas a enamorarte y vas a salir por ahí mucho -mi hermana continuó ajena a lo que estaba pensando.

-          ¡Eso! ¡Ya va siendo hora de que te eches una novia! ¡Cuando vea a Jack le daré una paliza! -exclamó Gab, dándome un golpe en la espalda.

Asentí pero mi mente daba vueltas. ¿Por qué cuando había dicho Elle eso había pensado en Jack? ¿En su rostro vulnerable medio dormido? ¿Por qué? ¿Es que me estaba volviendo masoquista? ¿Por qué él? Me distraje pensando y llegué a la conclusión de que sería porque estaba preocupado por él. Esa era la única solución posible, aunque también era algo extraño, pero era lo único que se me ocurría. Es decir, ¿cómo podría preocuparme por él después de lo que había hecho ayer? Había pegado a Jay, por favor. ¿Qué es lo que está mal conmigo?

Después de cenar algo con una despreocupación que hacía tiempo que no sentía, nos duchamos y vestimos por turnos. Para desgracia de mi hermano, le tocó conducir así que no podría beber mucho esta noche. Tampoco es que le importara, lo que le molestaba de todo ello era haber perdido contra Elle. Competitividad ante todo.

Una vez Gabrielle, la más tardona de los tres, terminó de arreglarse, me invadió el desasosiego: estaba demasiado guapa. Alguien iba a intentar aprovecharse de ella con ese vestido rojo tan sugerente, su cabello precisamente recogido y sus largas piernas bronceadas por el verano. Mierda. Miré a Gab y vi que tenía la misma cara desencajada que yo mismo tendría. Era una mezcla de admiración y preocupación. Íbamos a tener que ser los guardianes de Elle durante toda la maldita noche.

Nos despedimos de mamá y papá, y nos subimos al coche para empezar la noche. Avisé al resto de mi grupo para hacerles saber que saldría con mis hermanos, quienes, por cierto, eran bastante idolatrados. Tanto Gab como Gabrielle sabían sacarle partido a sus cabellos claros y sus cuerpos bien trabajados. Mi hermana, aunque no lo pareciera, había estado haciendo deporte toda su vida y Gab había estado yendo al gimnasio desde muy joven también. Ambos eran gloriosos y yo... bueno, era el pequeño y adorable hermano menor.

La primera discoteca a la que fuimos estaba llena de gente, joven y vieja, arreglados y no tanto, bailando y bebiendo... la música sonaba alta y los camareros no paraban de poner copas. Inmediatamente después de conseguir nuestras bebidas, Elle se perdió en el gentío danzante y me hizo seguirla. Quería bailar y Gab no bailaba, así que era yo el que estaba ahuyentando a todos los chicos asquerosos mientras ella se bebía su trago y bailaba.

De vez en cuando, miraba a Gab quien bastante entretenido con unas chicas en la barra riendo y flirteando. Por un momento, tuve la misma sensación de no encajar en este ambiente, pero se fue tan pronto como mi hermana trastabilló en sus tacones y la recogí para que no cayera. Dios, iba a ser una noche larga.

Además, Elle no era de las que se quedaba mucho tiempo en un mismo sitio, así que en lo largo de tres horas, habíamos estado en cinco sitios diferentes y daba gracias a que todas las discotecas, clubes y bares estaban en la misma zona, o me hubiera matado andando.

La verdad es que ya notaba los efectos del alcohol, así que me prometí dejar de beber y Gab, aún siendo nuestro conductor, había bebido también un par de copas. Nada que no pudiera manejar porque él, al contrario que yo, tenía una alta resistencia al alcohol.

La siguiente vez que salimos de un pub, unos moteros llamaron la atención de mi hermana con un concierto al que iban a ir en un bar muy cerca de ahí. Digo moteros porque estaban junto a sus motos, pero se la llevaron andando hasta dicho lugar y antes de que nos diéramos cuenta, se alejaban de nosotros. Mientras que yo trataba de pararla, Gab estaba flirteando con unas chicas en la entrada del pub y no se había dado cuenta. Ni siquiera me echó cuenta cuando le dije lo que había pasado con Gabrielle y, mierda, no iba a dejarla con aquellos tipos tan fuertes y posiblemente peligrosos.

Fui al bar y al entrar, una música demasiado alta retumbaba, como en el resto de sitios en los que habíamos estado. Era una banda y estaban actuando en directo, situados en el fondo del local, tenían muchos oyentes, mayormente chicas. También había algunos chicos y, como en el resto de sitios, estaba lleno.

Me acerque a los que habían secuestrado a mi hermana y exigí que me la devolvieran. Estaba demasiado borracha como para impedir que la manosearan o la besaran en el cuello y eso me daba asco hasta mí. Maldito vestido rojo.

-          ¡Quita de ahí, chico!

-          Me llevo a Elle -anuncié y le cogí la mano.

-          Que te lo has creído.

Uno de ellos me empujó y fue suerte que no me cayera. La música dejó de sonar y suspiré algo aliviado: por lo menos ahora podía escuchar mis pensamientos.

-          Ahora llega el siguiente grupo -dijo uno de los del grupo que tenía a mi hermana.

-          Creo haber oído que el local ha puesto los instrumentos esta vez.

-          Supongo que sí, porque menuda lata tener que ir cargando e instalando todo para recogerlo todo al terminar.

-          ¿Hola? Estoy hablando. Dejad de ignorarme -les exigí.

Más de una mirada se volvió hacia donde yo estaba y me crucé de brazos. Los estaba matando con la mirada, pero eso les hizo gracia. Tanta, que, de hecho, empezaron a reírse.

-          Pero si es una pequeña ratita... -dijo uno conmovido por... ¿mi manera de actuar?-. Ven cielo y siéntate con nosotros -me tiró del brazo y me sentó en sus piernas.

-          Soy un hombre -le dije, ya que pensé que me había confundido con una mujer.

-          Lo sé, cielo, pero ¿ves que nos importe? En realidad, eres simplemente adorable -ugh, esto acababa de empeorar para mí. Era infinitamente peor, sin dudarlo.

-          Yo... eh, tengo que ir a por Elle y... -su mano se apoyó en mi cuello y me estremecí de miedo. Había comenzado hasta a sudar de la tensión.

-          ¿Por qué tanta prisa? -el sujeto, en cuestión, tenía barba y me doblaba probablemente en altura, fuera y edad. Ugh. Mierda-. ¿Por qué no te quedas un ratito más?

-          Eso -apostilló el que tenía a mi hermana sentada en sus piernas.

-          No... -empecé a decir pero no pude acabar.

En ese momento pasaron muchas cosas. La primera fue que Gab apareció en el bar, por fin, y se dirigía a nosotros con los puños cerrados. También me di cuenta que el grupo que iba a empezar a toca no era otro que el de Jack y todavía no se habían subido al escenario porque estaban pendientes de mí, al igual que el resto del bar. Lo cierto es que estos tipos no eran de aquí y mientras que el resto eran jóvenes adolescentes, ellos eran mayores. Ni siquiera el dueño parecía contento con tenerlos, ya que estaban gritando mucho y armando un escándalo.

Lo siguiente que noté fue unos labios en mi cuello que hicieron que me paralizara. Es decir, no era la primera vez que alguien homosexual me había intentado besar, la diferencia era que él era el primero en conseguirlo y me había puesto la piel de gallina. No porque fuera un hombre, sino porque era más fuerte que yo y no me podía defender.

-          ¿No es adorable? Todo sonrojado y...

Un puño pasó rozándome y me vi arrastrado hacia delante en lo que dura un parpadeo. Alguien me sujetó por la espalda con fuerza, impidiendo que me girara o moviera de posición. En cuento pude mirar, se me heló la sangre, porque no era mi hermano, sino Jack.

-          Serás hijo de puta. Te voy a machacar la cara -la voz que antes era tan melosa, ya no sonaba tanto.

Empezó una pelea en la que Jack me jaló de la mano y me puso en su espalda, mi hermano recuperó a Elle y alguien llamó a la policía. Sabía que en este local no se permitían las peleas y aún así había sido mi culpa que empezara una.

Las sirenas comenzaron a oírse, de manera que la banda de Jack consiguió zafarse lo suficiente para salir del local y Gab me hacía señas para que huyera mientras sostenía a mi hermana pero yo no podía dejar a Jack ahí, no después del lío en el que se estaba metiendo por mi culpa.

-          A ver si te enteras. Su dolor me pertenece. Sus lágrimas también. Él es mío -gruñía mientras seguía dando puñetazos y patadas al tío que me había estado manoseando.

-          ¡Jack! – grité al ver que los moteros se estaban dispersando también.

-          ¡Mark! ¡Corre! ¡Ahora! -mi hermano seguía gritando en la puerta y haciendo señas.

Cogí a Jack por el brazo antes de que lanzara un puñetazo y cruzamos miradas. Las sirenas sonaron más cerca y puso una cara de fastidio antes de soltar al pobre diablo.

Notas finales:

¿Qué pasará después entre ellos? ¿En qué estaba pensando Jack al meterse en medio si tanto odia a Mark? ¿Por qué estaba tan cabreado al punto de darle un puñetazo a Jay? ¿Para qué querría el dinero?

En el siguiente capítulo... solo digo que pasan cosas y quiero avanzar algo con algunas otras parejas, así que lo mismo hago extras o algo (no sé si es buena idea hacer extras, pero agradecería unas reviews con vuestra opinión sincera sobre eso y sobre las parejas a las que os gustaría ver juntas asdflkafgajlñkl)

See you! and Merry Christmas!

 


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