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El chico de al lado por Lyn-Lyn

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Notas del capitulo:

¡Hola! Aquí estoy con otro nuevo capítulo de esta historia :)

si os gustó tengo unos one-shots escritos con los que podéis entreteneros mientras subo el siguiente(?) 

Capítulo 7

Un sonido irritante me despertó y traté de llegar la mano a ese sonido y quitarlo como fuera posible. Me moví alrededor y choqué contra algo caliente. Algo que se quejó.

Abrí los ojos y en ese momento me acordé de todo lo que había pasado ayer. Todo. Me entró asco solo de recordarlo y el dolor... el dolor me agujereaba el pecho.

-          Deja de moverte -se quejó Jack con voz somnolienta agarrándome y apretándome contra él.

-          No... suéltame. Vamos... me tengo que ir.

-          Pero estoy tan cómodo... -se volvió a quejar mientras bostezaba.

Me pude levantar y cuando lo miré, vi que tenía el pelo completamente revuelto y tenía las manos puestas en la cara. Se nos había olvidado bajar la persiana anoche y algo de luz entraba por ahí.

-          Me voy, Jack.

-          Ugh... sí. Nos vemos luego -se dio la vuelta.

Me quité la sudadera y salí por la ventana al balcón, salté al nuevo a mi cuarto. Quería estar el menor tiempo posible ahí, de manera que metí los libros en la mochila, cogí la ropa y fui al baño para ducharme.

Fui rápido porque no quería ver el estado en el que estaba mi cuerpo. Ya dolía lo suficiente. No quería verlo. Ya estaba bastante asqueado.

Terminé y fui a por mis cosas, para luego bajar a desayunar a toda prisa. Ignoré a mi madre y salí corriendo de mi casa porque no quería estar mucho más tiempo ahí. Me ponía enfermo.

Al salir de casa, noté que estaba nublado. Esperaba que no lloviera porque no llevaba paraguas.

Me encontré con Jay en el camino, como era normal, pero no sonreí como siempre. Lo saludé con una calma que él consideró rara. Normalmente, era mucho más energético. Ahora me faltaba algo... no sabía como expresarlo muy bien, pero estaba desganado. No tenía ganas de comer, no tenía ganas de sonreír, no tenía ganas de hacer nada... no tenía ganas de vivir.

-          ¿Te hizo Jack algo?

-          ¿Qué? No -aparte de un casi beso que nos dimos y que cuidó de mí, todo estaba bien. Ahora le debía mucho más a Jack de lo que nunca podría pagar.

-          ¿Por qué estás así? ¿Ha pasado algo?

-          No. Vamos. Hay que darse prisa.

Nos topamos con Dash en el camino y se puso a caminar con nosotros.

-          ¿Cómo está tu nariz? Parece que está mejor ahora -le dijo a Jay.

-          Sí, gracias -Dash asintió y cruzó una mirada interrogativa conmigo. Negué con la cabeza. Él no sabía nada de lo que había pasado pero apostaba que Dash sí.

-          ¿Cuánto tiempo va a tener que estar de esclavo? -preguntó Jay entonces, cuando vi que no hablaba.

-          Prefiero el término de mánager, si no te importa -Jay hizo un gesto que me hacía entender que le importaba bien poco el nombre.

-          Depende de Jack.

Al recordar lo del bar, incluso aunque había visto ma cara llena de golpes de Jack y aunque yo mismo había tratado las heridas de todos, la pelea parecía haber sucedido hacía años.

Me despedí de ambos y me fui a clase nada más llegar. Saludé de lejos a esos amigos míos con los que no tenía ningún tema para hablar y me deslicé en mi asiento pesadamente.

Tocó la campana y Jack apareció en la puerta, justo a tiempo. El pelo húmedo y desarreglado y jadeaba por aire. Seguramente se habría quedado dormido al yo irme.

Todos contuvieron el aliento cuando vieron que se sentaba a mi lado sin ningún tipo de problema. Los cuchicheos empezaron y terminaron tan pronto como el profesor entró.

-          ¿Qué les pasa? -preguntó Jack con molestia, arreglándose la ropa y el pelo como buenamente podía.

-          Supongo que seguirán preguntándose por qué no me has partido la cara después de lo del jueves.

-          Ah... -pareció recordar y se quedó en silencio.

Cogí apuntes desordenadamente durante todas las clases y en la hora del almuerzo, me acerqué a la cafetería, compré un bocadillo y hui de ahí tan pronto como pude.

-          Oye, Mark -me volví cuando me llamaron: era Rudy.

-          ¿Qué pasa?

-          Esta tarde hay ensayo. Todos menos Jack. Avisa al resto -asentí porque se suponía que era el mánager.

-          ¿A qué hora?

-          A las cinco en el refugio. Tú también. No llegues tarde.

-          ¿Cómo se supone que estudie?

-          Eso es problema tuyo -me guiñó un ojo y se marchó. Muy amable. Había sido de gran ayuda.  Había que joderse.

Sí... la cosa no parecía estar mejorando para mí. Comencé a mordisquear mi bocadillo de una manera algo distraída cuando me llegó un mensaje de Dash. Al abrir el contenido, tuve que echar a correr.

Llegué a la zona del instituto más recóndita y desértica que uno pudiera encontrar y allí estaban: Jay acorralaba a Jack y le estaba gritando mientras Dash estaba tratando de calmar los ánimos. Joder. Esto era lo último que necesitaba.

Separé a Jay de Jack y me puse entre ambos, con Jack a mi espalda, en modo defensivo.

-          Mark. Quiero saber exactamente lo que te ha hecho este cabrón para que estés así -nunca había visto a Jay tan enfadado. Daba miedo.

-          Jack no me ha hecho nada. Te lo prometo.

-          ¿Qué te pasa entonces?

-          Nada.

-          ¿Lo ves? Algo te ha hecho.

Jay vino hacia nosotros y extendí los brazos hacia atrás para proteger a Jack. Dudaba que necesitara mi protección ya que, la última vez, un simple puñetazo suyo había bastado para dejar a Jay hecho una piltrafa. Pero no quería que pasara nada entre ellos. Uno me había salvado y el otro era mi amigo.

-          Princesa... no es nada que no pueda manejar -dijo Jack en voz baja.

-          No voy a permitirlo.

-          ¿Encima lo proteges? Yo pensaba que serías más listo que eso -ahora Jay estaba enfadado conmigo. Supongo que desde su punto de vista, había elegido a Jack antes que a él-. Mira, cuando quieras contar qué pasa, ven a verme. Estoy harto de esto.

Dash puso una mano en su hombro para calmarlo, pero se deshizo de ella.

Quise avanzar hacia él y reconfortarlo. Contarle todo. Suplicar por su perdón antes de que se fuera. Me estaba dando una oportunidad y aun podía cogerla.

Di un paso hacia delante, pero me vi cogido por la cintura y uno de mis brazos y me vi arrastrado hacia atrás. Hacia Jack. Sus brazos me rodearon y sentí su cabeza apoyarse en mi hombro.

-          No vayas -era la primera vez que su voz sonaba así de desamparada. Vulnerable. No podía verle la cara, pero sabía que decir eso no había sido fácil para él.

Jay frunció el ceño y se marchó dando pistones. Dash dudó un único instante antes de perseguirlo y yo cerré los ojos con fuerza.

-          No vayas... no va a entenderlo. No puedes explicarlo. No a él -decía Jack con la voz rota.

No podía quedarme. Tenía que ir. Él era mi mejor amigo después de mis hermanos. Tenía que ir.

-          Lo siento.

Me aparté de Jack lentamente y corrí hacia la esquina en la que había desaparecido Jay. Antes de irme, miré a Jack una única vez.

Me sorprendió ver que estaba aún apoyado contra la pared, pero miraba hacia abajo y tenía una mano levantada y cerrada en un puño. Parecía que le dolía. Parecía que algo había pasado.

No podía quedarme y eché a correr para parar a Jay, quien estaba andando furiosamente a lo lejos con Dash pisándole los talones. Fui a llamarlos, pero algo más llamó mi atención.

Dash apretó las manos en puños y asintió antes de tocar el hombro de Jay. Ese gesto me pareció lo suficientemente curioso como para a esperar a ver qué pasaba.

Hablaron durante un instante y, de repente, Jay cogió a Dash por el cuello de la camiseta y lo empujó hacia el suelo. Eso no estaba bien. Jay nunca había sido así de violento con nadie.

Dash no es que fuera pequeño tampoco, pero cuando se lo comparaba con Jack o Jay, sí que lo era. Si se lo compraba conmigo, él era el grande. Ahora estaba arrinconado. Intentó levantarse pero Jay no le dejó, así que se arrastró hacia atrás hasta dar con una pared y Jay se acuclilló delante de él. No sabía qué pasaba, pero Dash temblaba y al desviar la vista, me vio.

En ese momento, cuando su mirada se cruzó con la mía, supe que tenía que intervenir. Lo supe porque lo que me transmitió esa mirada era algo que yo había sentido y no había vuelto a querer sentir. Incluso parecía que iba a llorar porque tenía los ojos impregnados en lágrimas. Jay ignoraba que estuviera ahí. Lo sabía porque no me había mirado. Se concentraba en Dash y algo le dijo que este jadeó y abrió los ojos mucho más hasta que una lágrima se derramó.

Estaba lo suficientemente cerca como para oír de lo que hablaban, pero nada escuché porque Jay habló en susurros. Lo cogió por el mentón y lo obligó a mirarlo.

En ese momento, Jay se retiró y se alejó. Yo sabía que tenía que perseguirlo, pero no podía ignorar a Dash. Se había quedado muy quieto y luego se había encogido sobre sí mismo y había ocultado la cara en sus rodillas.

-          Dash... Dash... -dije con voz suave posando una mano en su cabeza.

Él levantó la vista y la mirada que me lanzó, hizo que mi corazón se abriera un poco más por el dolor. Porque esa mirada estaba rota, estaba vacía y estaba llena de dolor. Esa era la misma mirada que yo tenía cuando fui a peinarme esta mañana. A Dash también.... a Dash también le hicieron eso. Estaba tan seguro como que me llamaba Mark y que hoy estaba nublado.

Me senté a su lado y apoyé la cabeza contra la pared, mirando hacia arriba. Después de un instante, le eché un brazo por el hombro y atraje su cuerpo al mío. Se quedó rígido durante un instante antes de abrazarme con fuerza.

-          ¿Quién fue? -pregunté con voz queda.

-          Mis padres... ellos... desde que... -sus padres. En plural. Quería matar a esos hijos de puta-. Ya no tanto pero... pero...

-          Shh... -mururé acariciando su pelo.

-          No había nadie. Nadie... me pudo ayudar -me tensé. Él estaba diciendo... que lo habían intentado y habían tenido éxito. Joder. Eso dolía.

-          Yo... pensaba que si... si era él, quizá... quizá yo... podía... -le estaba costando hablar entre sollozos.

-          Ya está... ahora no están aquí... ahora todo va a estar bien... -derramé una lágrima solitaria porque ni yo mismo creía eso.

Pasó el tiempo del descanso pero ninguno nos movimos de ahí hasta que Dash logró recomponerse.

-          Vaya, debo ser patético. Tan grande y pareciendo un chico tan malo y... –aunque se vistiera de negro y pareciera un delincuente, no era nada patético. Era humano.

-          No. No lo eres -le revolví el pelo.

-          Jack me ha contado lo que te pasó -dijo de repente-. Puedes hablar conmigo siempre que quieras -era evidente. Él y yo nos entenderíamos.

-          Dime... ¿Cómo puedes seguir adelante después de esto?

-          Porque no todo en este mundo es malo. Siempre habrá gente dispuesta a ayudarte.

-          Se levantó y me tendió una mano para levantarme. Seguía siendo mucho más fuerte que yo.

-          ¿Tú eres esa gente? ¿Jack es esa gente? -Dash suspiró.

-          Que Jack no sepa que te lo he dicho. La única razón por la que siempre la tomaba contigo era porque tú eras feliz. Llevabas una vida perfecta. Una vida que todos soñábamos con tener pero era imposible para nosotros. Eso nos hacía sentirnos mal con nosotros -tan retorcido como sonaba, lo entendía. Porque había experimentado algo parecido al ver a Jay sonreír hoy. Por un instante, había deseado aplastar su felicidad.

-          Ahora que ya os habéis dado cuenta de que no lo soy... ¿paso a ser automáticamente uno de los vuestros?

-          Algo así... no exactamente, pero ya no te vemos como una reina en su trono -pudo sonreír-. Ahora la reina es James -y menuda reina.

-          ¿Puedo confiar en vosotros? ¿En que no me daréis la espalda?

-          Por supuesto. Además, eres nuestra esclava personal.

-          Agradecería que dejaráis de usar el género femenino conmigo. Soy un hombre -recalqué y él se echó a reír.

-          Digas lo que digas, vas a seguir siendo nuestra princesita. Ahora venga, vamos a clase.

Después de sincerarme con Dash, me sentía mucho mejor. Me sentía más ligero. Me sentía hasta más protegido.

Me había saltado una hora de clase, así que cuando llegué a la siguiente, se armó un pequeño revuelo. Todos me preguntaban donde había estado y yo solo contesté con evasivas y me senté en mi escritorio.

Jack me daba la espalda, mirando a la puerta así que yo me volví a la ventana, dándole la espalda también. Era un comportamiento infantil el que había tomado, pero me molestaba un poco. Era evidente que iba a ir tras Jay porque era mi amigo. Jack solo había dejado de ser un capullo hacía una semana.

En el intercambio antes de la última clase, corrí a buscar a Jay, pero él acabó ignorándome. A pesar de que estaba en sus narices, él no reconocía mi presencia. Eso dolía, maldita sea.

No logré nada y antes de darme cuenta, iba de camino a casa... bueno, si a ese sitio pudiera llamarlo casa. No lo sentía como si fuera mi casa en absoluto.

Hoy mi madre había llegado antes, menos mal. Podría contar con que ella suavizaría mi tensión. Aunque temblaba solo de pensar en volver a tener que verle la cara de nuevo a quien yo llamaba papá.

Una vez entró en casa, me tensé y desvié la vista, incapaz de mirar su asquerosa cara sin querer abofetearla o sin querer vomitar por el asco que sentía. Era algo realmente horrible.

Me disgustaba tener que pasar tiempo con él y que el asqueroso fingiera que nada había pasado. Era despreciable.

Una vez terminé de comer, lo recogí todo aprisa y entré en mi cuarto. Me encerré allí y luego noté un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Este era el peor sitio en el que podría estar. Notaba como empezaba a faltarme el aire hasta que recordé lo que Dash me dijo antes. No todo era malo.

No todo era malo.

Con ese pensamiento, ordené mi cuarto y me puse a estudiar hasta que recordé lo del ensayo y lo recordé solo porque llegaba tarde. Los múltiples mensajes que me estaban llegando podían corroborarlo.

Media hora más tarde, después de escabullirme por la ventana y coger un autobús, estaba en el refugio.

Al entrar, no me esperaba presenciar una fuerte discusión que venía de la habitación del fondo. Dash, quien me había abierto la puerta, parecía estar cansado y cabreado por la pelea que Rudy y Bill estaban teniendo. Bueno, solo Rudy gritaba. Porque cuando entré, Bill estaba hablando con un tono de voz normal.

Curiosamente, Bill era de esas personas tan tranquilas que no se las notaría en una habitación llena de gente. Tenía lo que yo llamaba poca presencia. No es que no fuera alto o no llamara la atención, pero en una habitación llena de gente, lo pasaría por alto. A eso me refería con poca presencia.

-          ¿Por qué se pelean?

-          La familia de Rudy. No merece la pena que te metas. Tan solo... -suspiró y miró el reloj-. Están a punto de acabar. Solo son capaces de pelearse alrededor de media hora.

¿Cómo podía ser eso cierto? Se estaba quedando conmigo. No era posible que... sí era posible. Porque de repente, Rudy dejó de gritar y abrazó a Bill disculpándose. ¿Me había perdido algo?

-          Rudy tiene hermanos pequeños. Cada vez que hay una pelea, no puede estar mucho tiempo enfadado sin sentirse culpable y pedir perdón.

Era algo tan absurdo que me quise reír, pero no era lo mejor. No quería que los gritos agudos se dirigieran a mí en lugar de a Bill. No los conocía lo suficiente para ello.

-          ¿Jack no viene?

-          Trabaja -explicó Jack mientras los otros dos se reconciliaban-. Trabaja los lunes, miércoles y jueves, creo. No estoy seguro. Su horario cambia mucho dependiendo del mes y de su jefe -casi mejor así, porque no me sentía con fuerzas para verlo.

Con Jay enfadado y Jack ignorándome, lo que necesitaba ahora era distraerme. Así que eso hice.

Dash era el cantante principal, la cara del grupo. Rudy tenía el bajo, Bill tenía la batería y Jack tenía la guitarra eléctrica. Aunque no estuviera con nosotros, su guitarra seguía ahí.

El ensayo fue más descoordinado de lo que había presenciado y tuvieron tantos errores que no podía creer como eran tan populares. Dash desafinaba y el bajo de vez en cuando se perdía. Era un poco parecido a un desastre.

Después de toda la tarde, podría decir que, más o menos, habían dominado la canción... bueno, eso si a dominar ahora se le llamara no cometer tantos errores a la hora de tocar un instrumento.

Me dolía la cabeza después de que acabaran, pero me había divertido. No sabía que tocar en una banda podría ser tan divertido o estresante. Los comentarios, los insultos, las risas, la letra inventada de las canciones... el buen ambiente y la conexión entre ellos era casi palpable.

-          ¿La funda esa es de la guitarra de Jack? -pregunté cuando dejaron de tocar agotados.

-          Sí. Nadie salvo él la toca. Creo que fue el último regalo que recibió de su padre antes de que se largara -dijo Bill.

En mi casa también había una guitarra española que yo recordara... ¿o era un teclado? Era algún tipo de instrumento que se le regaló a mis hermanos porque lo habían pedido y luego se habían olvidado de que existía. Tenía que buscarlo. Quizá aun funcionara. ¿Pero para qué querría yo un teclado o una guitarra? Si después de todo, no sabía tocar.

La cantidad de ideas estúpidas que rondaban mi mente a lo largo del día no era ni norma,l ni sano.

Cuando salimos del refugio, estaba lloviendo a cántaros. Oh, estupendo. Algo más que añadir a la lista de cosas que habían salido mal hoy. ¿Ahora cómo iba a volver a casa? El resto tampoco parecía saber qué hacer con todo esto de la lluvia. Era un contratiempo.

Al final, Rudy y Bill se fueron juntos, corriendo bajo la lluvia y Dash hizo otro tanto de lo mismo. Yo iba a tardar en llegar a casa también. Esto iba a ser un desastre de proporciones mayores.

Mira que nuestra ciudad era pequeña, pero aún así estaba lejos. Si esperaba a un autobús sería exactamente lo mismo: me iba a empapar hasta que llegara y el conductor no me dejaría pasar.

Qué diablos.

Eché a correr bajo la lluvia hacia mi casa y como era evidente, no solo me mojé. Como iba corriendo, la lluvia me daba incluso con más fuerza, haciendo que la notara como pequeñas piedras frías.

Estaba ya cerca de mi casa, pero la lluvia se hizo más fuerte, así que tuve que bajar la vista y en ese momento, me choqué con alguien.

Me caí hacia atrás y la otra persona me ayudó a levantarme con cuidado. Al mirar, vi que era Jay y enseguida quise pedirle perdón por lo de esta mañana. Por no contarle la verdad. Quería confiar en él.

-          He venido a verte. ¿Puedo pasar?

-          Yo...

Me acordé que había salido por la ventana y no por la puerta. Ahora mismo, él no podría pasar. No debería entrar a mi casa y la amenaza de mi padre seguía en pie: debía verme lo menos posible.

-          ¿No puedo entrar en tu casa?

-          No es un buen momento.

-          Joder. Vengo a disculparme y a escuchar una disculpa y ni siquiera me dejas entrar en tu casa. Me estoy cansando de esto, Mark. Se supone que soy tu amigo y ni siquiera confías en mí

Se dio la vuelta y se fue con su paraguas, de nuevo enfadado conmigo. Quise pararlo, pero ¿qué podría decirle: que lo sentía mucho? ¿Le pediría que me perdonara? No podía pedirle perdón sin contarle lo que me había pasado. No podía ser así. Al final, Jack tenía razón. No me iba a entender y no podría contárselo.

Me quedé allí parado y dio la casualidad de que otra persona venía corriendo hacia mí. Esperaba que me esquivara al verme, pero no lo hizo y me lanzó al suelo. Menuda mierda.

Como minutos antes, me levantaron con cuidado, pero era el rey de Roma por excelencia: Jack. Pensé que iba a ignorarme y a seguir y creo que también él lo pensó, pero se arrepintió en el último segundo.

-          ¿Qué haces aquí parado?

-          Acabo de volver del ensayo -expliqué. Vi prudente obviar lo de Jay. No quería empezar una nueva guerra.

-          Muévete, te vas a resfriar.

Me apremió para que me moviera y yo asentí. Fui a mi casa y la rodeé, pero antes de comenzar a escalar, observé como Jack entraba por la puerta principal de su casa.

Segundos después, salió corriendo de ahí, con la cara blanca. Se quedó ahí de pie parado enfrente de la puerta sin saber qué hacer.

-          ¡Jack! -le medio grité, medio susurré agitando las manos como un loco-. Ven aquí.

Él bajó las escaleras de su casa y lo perdí de vista, pero tras unos pocos segundos, apareció en la esquina de mi casa.

-          Sube a mi cuarto -él asintió aun pálido.

No quise preguntar qué había sucedido. En su lugar, escalé con cuidado por las rejas y el balcón y me metí en mi cuarto, absolutamente empapado.

-          Creo que lo mejor será si nos duchamos o vamos a acabar resfriados -dije mirando el charco que empezaba a formarse en mi suelo tras nuestra llegada.

Moví el mueble y comprobé que el baño estaba libre antes de meter a Jack en él y decirle que pusiera el pestillo antes de irme. Él iba a necesitar ropa más grande que la mía para cambiarse. Rebusqué en la habitación de mi hermano y di con algo que le podría servir. Cogí ropa para mí y llame a la puerta, mirando siempre alrededor. Parecía que no había nadie o estaban todos abajo.

Me abrió y me metí dentro del baño, con él. Algo me hacía pensar que meterme con él no había sido lo ideal, pero ya era tarde para arrepentirme.

 

 

Notas finales:

Parece ser que no he avanzado mucho aparentemente(?) Pero ya voy a empezar a meter cosas suculentas, más que nada porque están en un baño, se van a desnudar y Jack... bueno, Jack es Jack y no sería feliz si no empezara a forzar las cosas


Estaré escribiendo unos extras sobre el resto de personajes y los subiré cuando pueda (o me parezca) 


No olvidéis dejarme reviews majosas si os gustó ;) 


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