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Aquí hay gato encerrado por PalomaNegra

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AQUÍ HAY GATO ENCERRADO

Capítulo VIII: Gato oscuro

Era la madrugada del viernes cuando Kenma empezó a abrir lentamente sus ojos. Lo primero que vio fue a Kuroo. Su cabeza estaba atrapada por dos almohadas sujetada por sus brazos. Para Kozume no era extraño verlo en esa posición para dormir, pues ya conocía esa costumbre desde hace bastante tiempo.

Al ver que dormía muy cómodo en ese lugar, se movió entre las sábanas para buscar su celular y ver la hora. Eran las nueve y media. Supuso en seguida que Shouyo y Kageyama ya se habrían ido de su casa. Luego se refregó los ojos con ambas manos, y apoyó su cabeza en el torso del moreno. Era muy relajante para Kenma estar en ese lugar debido al ligero vaivén que provocaba la respiración de Kuroo. Además de eso, aprovechó de jugar un juego nuevo que había descargado hace unas semanas atrás.

Así estuvo varios minutos, pasando niveles, y bostezando a ratos, cuando de pronto, sintió que el cuerpo de Kuroo comenzó a moverse.

—Kenma, buenos días...— dijo Tetsurou somnoliento. Kenma también lo saludó sin despegar su vista de la pantalla. Kuroo suspiró y estiró su brazo para acariciar el rostro de su novio. Kozume hizo un ruido para quejarse de esa acción, y se mostró esquivo de esas caricias. —No me rechaces, eso duele.— añadió serio y mirando hacia el techo.

Kenma se volteó a mirarlo.

— ¿Qué pasa que andas tan sensible?— preguntó Kenma pausando el juego y separándose de su cómodo sitio para sentarse sobre el colchón.

—No es que ande sensible, solo estoy preocupado por la reacción que tendrán mis padres cuando les cuente sobre nuestra relación.— respondió provocando que Kenma se pusiera ansioso.

— ¿Se los contará pronto?

—Sí.

Kenma agarró su consola y comenzó apretar los botones con la única intención de distraerse. Una parte de él parecía estar feliz de que Kuroo hablara con tanta seriedad sobre su relación, pero otra parte de él, lo atemorizaba. Le daba miedo imaginarse la respuesta de los padres de Kuroo. Y por sobre todo, le daba temor hablar ese tema con sus propios padres. Él sabía que tarde o temprano debía conversar con ellos.

Kuroo que hasta ese momento se encontraba acostado, se sentó sobre el colchón al igual que Kenma, para quedar frente a él. Le acomodó un mechón detrás de su oreja y lo miró directamente a los ojos.

—No pienses cosas innecesarias. Sea cual sea su reacción, permaneceré a tu lado.

Kenma tenía un semblante triste, pero las últimas palabras habían logrado animarlo. Inmediatamente después se puso de pie sobre la cama y fue a sentarse en las piernas de su novio.

Desde que habían formalizado su relación, Kozume siempre se avergonzaba de demostrar sus sentmientos, incluso aunque estuviesen solos, pero desde que empezó a manifestar su maldición frente a Kuroo, se había vuelto un poco más afectuoso estando en su forma normal.

— ¿Te gustaría ir el lunes a la cafetería que está cerca de la tienda de videojuegos?

— ¿Es una cita?- preguntó Kozume levantando su mirada.

—Sí, es una cita. Dicen que lloverá durante esa tarde, así que no nos vendría mal tomar algo caliente. Yo invito.— respondió Tetsurou sonriendo sin dejar de mirar la reacción del rubio, quien parecía cada vez más animado por la idea.

Kenma mucho más relajado y acomodando su mentón sobre el hombro de su novio, se quedó quieto en esa posición, hasta que de pronto, sintió un leve sonido que provenía de su celular. A los pocos segundos, lo tomó curioso para saber de quién se trataba. Al empezar a leerlos, notó que un número desconocido le hablaba por mensaje de texto. Al principio parecía muy extrañado, pero luego al ver el final del mensaje, notó que se trataba del capitán del equipo de Karasuno; Daichi Sawamura.

Kuroo, en tanto, lo abrazaba y acariciaba su cabello como si todavía fuera un gato.

— ¿Quién te está molestando tan temprano un día sábado?— se quejó Tetsurou al notar que Kenma parecía muy ocupado leyendo los mensajes nuevos que le llegaban en esos momentos. Kenma había rodeado sus brazos alrededor del cuerpo de Kuroo y tenía el celular a espaldas del moreno, sin despegar su mentón del hombro.

—Es el capitán de Karasuno. Dice que está afuera de mi casa.— respondió enseguida el rubio con voz desganada.

— ¿Cómo es que consiguen tus datos?— se quejó Kuroo molesto. —Deberías ser más cuidadoso con entregarle esa información a terceros...

—Me dice que Lev le pasó mi contacto...

—Ese maldito ruso.— dijo Tetsurou a regañadientes. —Como sea, ¿Qué es lo querrá? ¿Te dijo algo?

—Dice que viene a buscar a Hinata y a Kageyama.— respondió el rubio un poco inseguro. —Me parece raro, ya que por la hora, ellos deberían estar camino a Torono.

—No solo eso... El capitán debería haberse comunicado con ellos personalmente antes de viajar hasta aquí.

—Si lo intentaron, pero me dice que no contestaron sus mensajes, así que vinieron en el primer bus de la mañana a buscarlos.

—¿Vinieron? ¿Con cuántos más está?

—Está con Sugawara esperando afuera de la casa.

—Diles que bajaré a abrirles la puerta.— dijo Kuroo poniéndose de pie y buscando sus pantalones deportivos. Luego se puso el polerón y caminó hacia la entrada. —¿No te importa que les abra la puerta, verdad?

Kenma movió la cabeza hacia los lados y se sentó sobre el colchón con hartas almohadas detrás de su espalda. Con tal de que quedarse en su cama jugando videojuegos un sábado por la mañana, no le importaba que Kuroo fuera a abrirle la puerta a los jugadores de Karasuno y se encargara del asunto.

Tetsuruo bajó rápidamente la escaleras y caminó hasta la puerta principal. La abrió y saludó a sus rivales de equipo.

Tanto Daichi, como Sugawara se sorprendieron al ver que se trataba de Kuroo, sin embargo, ninguno de los dos quiso preguntar por qué el capitán de Nekoma se encontraba en casa de Kenma.

—Siento molestarlos tan temprano un día sábado.— se disculpó Daichi hablando muy serio. —Pero no hemos podido comunicarnos con Hinata ni con Kageyama. Lev nos dijo que estuvieron aquí en la tarde, pero luego de eso, deberían haber regresado ayer por la noche. Sus padres me llamaron y yo les dije que habían pasado la noche con un amigo en Tokyo... El caso es que no estamos seguros de si habrán pasado la noche aquí. ¡Ninguno ha contestado su celular! - exclamó desesperado.

Sugawara frunció el ceño y apoyó su mano en la espalda de su capitán para calmarlo.

—Pues sí, ellos pasaron la noche aquí, pero a estas alturas deben estar regresando. Me dijeron que saldrían a primera hora. Creo que el bus parte a las seis y media de la mañana, si no me equivoco.

Tanto el armador como el capitán suspiraron al mismo tiempo. Al menos tenían la certeza de que sus compañeros no habían pasado la noche en las calles de Tokyo.

—Puede que hayan dejado alguna nota... Iré a ver.— dijo Kuroo antes de dirigirse hacia la habitación donde habían dormido Kageyama y Hinata la noche anterior, no sin antes, dejar a Sugawara y Daichi esperando en la sala de estar.

Tetsurou caminó hasta la cocina, y al no ver ninguna nota, caminó al final del pasillo donde estaba la habitación. Vio la puerta cerrada, la abrió sin pedir permiso y notó que ambos seguían durmiendo en la cama.

Hinata abrazaba con fuerza el torso de Kageyama, en tanto Tobio, parecía estar sufriendo una horrible pesadilla.

—Ustedes dos...— murmuró el capitán de Nekoma pensativo mientras notaba la placidez con la que dormían. —Oigan, ya es hora de que despierten.— añadió en voz más alta y abriendo las cortinas para que les llegara la luz directa a sus rostros. —Sus padres vinieron a buscarlos.

— ¿Mamá?— preguntó Hinata en voz baja y pasándose la mano por el parpado al recibir una gran cantidad de luz directa a los ojos.

Kageyama comenzó a quejarse cada vez más y despertó algo asustado. Al ver que se trataba de Hinata, se enojó y comenzó a empujarlo hacia un lado.

— ¡Quítate idiota, me dejaste lleno de tu baba asquerosa!— exclamó Tobio.

—-Mi baba no es asquerosa.— se defendió Hinata limpiándose la boca con su playera.

— ¿Qué hora es? — preguntó Tobio al incorporarse.

Para ambos, la presencia de Kuroo había pasado desapercibida hasta que notaron el gran contraste que hacía la luz solar con un aura oscura que provenía desde un rincón de la habitación.

— ¡Ustedes dos!— dijo Tetsurou con una vena marcada en la frente. —Si no lo recuerdan, anoche fueron a molestar al cuarto donde estaba con Kenma solo para avisarme que se irían temprano. ¿Por qué siguen aquí?

Hinata intentó ver la hora de su celular y al recordar que estaba descargado, tomó rápidamente el celular de su compañero para percatarse de la hora. Al rato comenzó a tiritar y pedir disculpas. Kageyama se había puesto de pie y se había vestido en menos de un minuto. Estaba muy avergonzado, por otra parte, el pelirrojo se encontraba muy asustado.

—No me den excusas a mí. Hay dos personas que lo están esperando en la sala de estar...— dijo Kuroo retirándose de la habitación sonriendo con maldad.

Hinata había abrazado sin pensarlo a Tobio, y este más enojado que antes comenzó a gritarle que lo soltara.

Daichi estaba sentado en uno de los sillones y había logrado escuchar a la perfección la discusión entre sus dos compañeros de equipo. Él y Sugawara estaban con los ojos cerrados e intentaban controlarse para mantener una postura tranquila. Al rato apareció Kuroo sonriendo muy confiado.

—Encontré unos cuervitos durmiendo en el nido...— dijo el capitán de Nekoma.

—Lo sentimos...— dijo Sugawara poniéndose de pie y haciendo una corta reverencia. —Me encargaré de darles un castigo por todos los inconvenientes que han ocasionado.

—A los de primer año les suele faltar disciplina, yo también debo encargarme de ciertos problemas que hay en mi equipo.— dijo Kuroo haciendo tronar los huesos de sus manos.

En eso, justo aparecía Hinata y Tobio cargando sus bolsos con sus cabeza agachadas. Daichi no dijo nada. Su ceño seguía fruncido, pero una amigable sonrisa se formaba en sus labios.

—Chicos, ¿cómo durmieron? — preguntó Sawamura con un tono muy natural.

—Pues bastante bien, la cama era muy cómoda.— respondió Hinata pensando que su capitán estaba siendo amable.

—Me alegro, porque ahora debemos irnos. Despídanse luego.— añadió rápidamente el número uno de Karasuno.

Hinata y Tobio notaron que esa aura de amabilidad había sido solo una ilusión. Sus superiores estaba realmente enojados y sabía que una vez salieran de esa casa, les llegaría el reto. Resignados, ambos se despidieron de Kuroo y se retiraron de la casa.

Tetsurou suspiró del alivio y caminó hasta la cocina para preparar un poco de té. Sacó una pequeña bandeja y sirvió el té en un tazón para llevárselo a su novio.
Kenma lo recibió dando las gracias y bebió un par de sorbos. Al momento de dejar el tazón sobre su mesita de noche, sintió que Kuroo lo besaba en su mejilla. Era un beso de despedida. Recién se volverían a ver el lunes por la mañana, cuando Kuroo lo fuese a buscar para ir juntos al Instituto. Kenma se despidió y observó cómo se alejaba. Sintió sus pasos en el primer piso y también escuchó el sonido de la puerta principal cerrándose. A los pocos segundos sus mejillas comenzaron a calentarse, la razón había sido unos fugases recuerdos de la noche antepasada. Intentó distraer su mente, pero al hundir su rostro sobre la almohada, los recuerdo se volvían más recurrentes. Sus pulsaciones se aceleraron. Su cuerpo se calentaba. Kenma empezaba a atesorar esos valiosos momentos con Kuroo. Sabía que debía esforzarse por volverse un poco más demostrativo con sus sentimientos, al menos por cuenta propia, sin depender de la maldición.

El lunes había llegado, y como había dicho Kuroo, había comenzado a llover durante la tarde. Era el día de su cita, y ambos se encontraban refugiados dentro de la cafetería. Se sentaron en un lugar apartado, tanto del público en general, como de los dependientes.

—Kenma, esta mañana te dije que quería aprovechar de hablar algo importante durante nuestra cita.— dijo Tetsurou muy serio y juntando sus manos.

Kozume apartó rápidamente su vida de su consola y la guardó. Sabía que era algo relacionado con los padres de su novio.

—Ya se los conté.— dijo Tetsurou. —Les dije a mi familia que estoy saliendo contigo.

Kozume se quedó callado esperando oír más sobre el tema. No quiso preguntar, pero moría por saber cuál había sido la reacción. Le asustaba que Kuroo fuese tan reservado para ocultar sus emociones en momentos como ese.

—Verás, ellos se sorprendieron.— comenzó a relatar el moreno. —Ya debes saber que ellos estaba acostumbrado a que llevara novias a la casa.— dicho esto, Kenma se sintió afligido. Bajó su vista un poco triste, él conocía a cada chica que había salido con Kuroo. Cada vez que salía con una, él se retraía más en sus videojuegos, y habían veces en que andaba de muy mal humor. En esos tiempos no sabía por qué, pero con el tiempo supo el significado de su comportamiento. Él se había enamorado de Kuroo.

—Me imagino que fue decepcionante para tus padres...— interrumpió Kenma antes de que Kuroo retomara la palabra.

—Oye, déjame terminar...— dijo Kuroo enojado. —Da lo mismo si fue decepcionante o no. Sin duda se sorprendieron cuando les dije que estaba saliendo con un hombre. Mi madre en seguida me preguntó si se trataba de Bokuto... parecía muy preocupada, pero luego aclaré que se trataba de ti, y sentí que la tensión se acababa, ¿Puedes creer que ambos suspiraron al mismo tiempo?

Kenma levantó la vista extrañado.

—Bueno, mis padres tienen una muy buena imagen de ti, no pasa lo mismo con Bokuto... el caso es que se aliviaron. Me dijeron que me apoyarían, que lo más importante era mi felicidad. No pensé que se lo tomarían tan bien, si hasta me amenazaron con que debía tratarte bien...

Kenma en todo ese rato estubo encorbado mientras jugaba con sus dedos por los nervios, sin embargo, al escuchar que todo había salido bien, al menos por parte de la familia de Kuroo, no pudo evitar sentirse muy feliz.

—Pronto te llevaré a mi casa para presentarte oficialmente a mis padres como ni novio.— dijo Tetsurou muy decidido. Kenma se agachó un poco más en su sitio, y Kuroo pensó que iba a desaparecer debajo de la mesa. Lo retó para que se enderezara y ambos pudieran disfrutar de su café y unos emparedados que habían pedido.

Ya había pasado cerca de una hora desde que habían llegado a la cafetería. Kenma parecía estar muy cómodo en ese lugar; era muy íntimo para estar con Tetsurou, además, la comida y el café era de su total agrado.

—Por cierto, Kuro, estuve investigando anoche sobre el templo de gatos y encontré uno cerca de la estación Yamashita.— dijo dejando su plato a un lado al terminar su último bocado. —La persona encargada del templo se encuentra de vacaciones durante estas semanas, y por el momento solo hay unos cuidadores, pero será mejor esperar al encargado. Él debe conocer más sobre la maldición.

—En ese caso, podríamos ir un viernes después del entrenamiento.

—Justo será una semana con luna llena.— comentó mirando el calendario en su celular.

—Pero el viernes estarás bien, no nos quedaremos hasta tarde. Además, entras en celo los miércoles, ¿no es así? — preguntó Kuroo antes de tomar un sorbo de su café.

Kenma asintió con la cabeza muy avergonzado.

— ¿Puedo ir a tu casa ese día?

Kenma se sonrojó inmediatamente al escuchar esa pregunta y le pisó el pie con mucha fuerza.

—Pide la cuenta.— se quejó el rubio mirando hacia un lado ignorando las quejas de dolor que tenía Tetsurou en ese instante.

Luego de unos minutos, ambos ya se encontraban afuera de la cafetería. Seguía lloviendo, pero esta vez con menor intensidad, aún así, Kuroo abrió su paraguas de color negro y se acercó lo más que pudo a Kenma para protegerlo de la lluvia.

Kozume no tenía la intención de sacar su consola a causa del clima, por lo que sus manos las mantenía en los bolsillos.

—A esta hora siempre hay poca gente caminando por esta calle...— dijo Kuroo buscando la mano de Kenma.

El armador se asustó al principio, y luego tomó la mano de su novio. Al rato, entrelazó sus dedos y caminó más calmado, sin decir una sola palabra hasta llegar a la estación.

El chocolate caliente que se había tomado el rubio, le había ocasionado más sueño del que ya tenía. De a poco fue cerrando sus ojos durante la segunda estación de metro que ambos pasaban, y al rato, apoyó su cabeza sobre el hombro de su novio.

Tetsurou sonrió sin disimulo durante todo el trayecto. Sabía que la cercanía con Kenma era algo incipiente.

El mes había pasado sin muchas novedades, Kenma aún tenía vergüenza de presentarse a los padres de Kuroo como su novio. Y también mantenía en secreto su relación a sus propios padres. En esos aspectos, Kenma no había logrado avanzar en nada. Para consuelo de Kuroo al menos ahora era un poco más demostrativo cuando estaban solos, pero por nada del mundo, dejaba que lo tocara partes más íntimas de su cuerpo. Esto  debido a que Kenma se acaloraba en seguida, y acto seguido lo golpeaba y le decía que ese no era el momento adecuado. Kuroo, respetando su decisión, se resignaba y solo se limitaba a abrazarlo cariñosamente. "La paciencia es una virtud" se repetía cada vez que que su intento por llegar a algo más fallaba.

— ¿Capitán?— preguntó Lev pasando su mano frente al rostro de Kuroo. —Creo que está soñando despierto...

— ¡Deja de molestar, Lev! ¡Y siéntate!— regañó Yaku tomando el chaleco del ruso y empujándolo hacia atrás.

Kenma estaba al lado de Kuroo muy callado ignorando lo que estaba pasando en esos momentos.

Era un día martes en la tarde y los jugadores de Nekoma se encontraban sentados al interior de un local de comida. Solo estaban los cuatros, en una pequeña mesa que daba a la ventana.

— ¿Ah?— preguntó el moreno agitando ligeramente su cabeza hacia los lados. —Solo estaba pensando algo extraño que me pasó esta mañana...

Kenma alzó la vista y no hizo ninguna pregunta.

—¿Qué te pasó?— preguntó Yaku intrigado.

—En las noches suelo dejar mi ventana un poco abierta antes de irme a dormir...

— ¡Estamos en pleno otoño! ¿Cómo se te ocurre hacer eso?— preguntó Morisuke frunciendo el ceño.

—Yaku-san es muy enojón, pero él se preocupa mucho del bienestar de los demás.— dijo Haiba sonriendo.

— ¡Cállate!— exclamó el pequeño más enojado que antes. —Es obvio que me voy a preocupar, pronto habrá un importante partido de práctica.

—Yaku-san.— interrumpió Lev un poco pensativo. — ¿Usted se preocuparía por mí si alguna vez me llega a pasar algo?— preguntó apoyando su mentón en su mano.

—No hagas preguntas estúpidas.— le contestó Yaku mirando hacia un lado. —Por supuesto que sí...— agregó en voz baja.

Lev se le encendieron los ojos y una gran sonrisa se le formó en sus labios

—No pongas esa cara que da miedo.— se quejó el líbero de Nekoma. —Aunque seas el jugador más torpe del equipo, por supuesto que me preocuparía.— añadió un poco avergonzado.

—Yaku-san, usted es muy amable.— dijo Lev muy contento. El ramen que estaba saboreando en ese momento, le pareció mucho más agradable que de costumbre.

Esa tarde, Kuroo no había podido hablar sobre lo sucedido esa mañana, Yaku y Lev comenzaron a discutir durante casi media hora y el tema de Kuroo había pasado al olvido. Excepto para Kenma quien había quedado con la duda durante el rato que estuvieron en el local de comida. Al momento de separarse, Yaku y Lev se fueron caminando juntos a casa, y Kenma y Kuroo fueron a la estación más cercana para tomar el metro. En eso, Kozume aprovechó de preguntarle acerca de lo que le había sucedido ese día.

—Encontré pelos en mi cama...— dijo Tetsurou rascándose la nuca. —Parecían pelos de gatos... Es como si un gato hubiese dormido anoche conmigo.

—Mantén la ventana cerrada.— dijo Kenma seriamente. —Debe ser el gato de tu vecina que se fue a refugiar a tu casa.

— ¿Tú crees?— preguntó Tetsurou confundido.

—No deberías dejar que cualquier animal entre a tu habitación.— se quejó Kenma con el ceño fruncido.

—Oya oya oya...— dijo el moreno sonriendo y mirando con atención la expresión que acaba de hacer su novio.

Kozume desvió su mirada y la fijó en el piso.

—Si tienes tanto interés en saber lo que hay en mi habitación, podrías ser mi guardia personal durante esta noche...

Kenma no respondió y se mantuvo callado durante el camino de regreso a su casa. No iba a caer tan fácilmente a la provocación de su novio.

Al día siguiente, Kuroo había tenido el mismo suceso que la mañana anterior. Eran unos cuantos pelos, pero no eran de él. Al momento de estar junto a Kozume le comentó sobre ese hecho, y este, se enojó bastante al enterarse de que no había cerrado la ventana con llave. Kenma en el fondo, estaba un poco asustado. A veces creía que él podía a llegar a ser sonámbulo durante las noches de luna llena y ser el responsable de los pelos que Tetsurou encontraba en su cama. Después de todo, Kuroo dormía en el primer piso y era fácil entrar desde la ventana. Al menos para él sería fácil acceder ya que se sabía de memoria el plano de la casa de su novio.

—Oye Kenma, ¿compraste tus pastillas?— preguntó Tetsurou cuando estaba en los camarines del Instituto. Ambos estaban guardando su uniforme deportivo en sus respectivos bolsos.

—Sí, las compré la semana pasada...— respondió avergonzado, aún estaba dudando si tomarse un par de pastillas o hablar con Kuroo para que se encargara de la situación.

Él lo deseaba, pero le costaba admitirlo.

Llegada la noche, Kenma estaba solo en su habitación, tenía el celular en su mano. Lo miraba y desbloqueaba cada vez que la pantalla se iba a negro. Miraba la hora y esperaba alguna señal de Kuroo. El último mensaje que le había llegado de él había sido un "Buenas noches" cerca de las diez y media. Kozume también miraba a ratos el somnífero que estaban sobre su velador. Esta vez solo debía tomarse dos pastillas para conciliar el sueño sin problemas, pero estaba dudando. Desde hace días que estaba dudando de esa decisión. Hasta el día en que se encontraba en la farmacia, se veía confundido.

Los minutos pasaban y la caja de pastillas seguía cerrada. La hora crítica se acercaba. Sabía que a las once empezaba todo, y que a las doce, su estado se intensificaba notoriamente. Con algo de temor, tomó la cajita y la abrió. Sacó dos pastillas, y las observó por un largo rato.

Sus padres estaban en casa, eso era lo único que lo impulsaba a tomarlas, pero por otro lado, Kuroo se encontraba a unas cuadras de ahí. No le costaba mucho mandarle un mensaje para que viniera, el único problema sería su forma de ingreso. Su habitación estaba en el segundo piso. Entrar por la entrada principal lo veía inviable por el hecho de que sus padres se darían cuenta de esa visita nocturna y tendría que dar alguna explicación lógica, pero por sobretodo, tenía que ser muy cuidadoso con lo que hiciera dentro de su habitación.

Kenma no dejaba de suspirar. Se sentó en el suelo y miró desde ese lugar la hora que marcaba su reloj de pared. Dejó las pastillas a un lado y fue hacia la ventana para dejarla un poco abierta. El viento helado no le hizo nada. Esa noche estaba lloviendo, pero poco le importó. La dejó levemente abierta para sentir una ligera brisa refrescar su rostro.

De pronto el reloj marcó las once, y de a poco fue sintiendo que el calor se volvía cada vez más intenso en su cuerpo. Tomó nuevamente su celular y buscó el chat con Kuroo.

"Buenas noches" volvió a leer el último mensaje enviado hace más de una hora. Él solo lo había visto, no le había respondido.

Bloqueó el celular por última vez y lo guardó en un cajón. Esa noche pasaría despierto, ya lo sabía, no había vuelta atrás, pero estaría completamente solo. Afligido, se metió a la cama y abrazó la almohada con fuerza.

—Kuro...— susurró apretando más la almohada.

La angustia que sufría Kenma era desesperante. De alguna forma se estaba castigando por no haberse atrevido a pedirle a Kuroo pasar esa noche con él.

Cuando ya eran las doce, no pudo seguir conteniendo las ganas de masturbarse. Se bajó un poco los pantalones para liberar su cola de gato y aprovechó de meter su mano debajo de la ropa.

El ruido de la lluvia ayudaba a esconder uno que otro gemido que se le escapaba. Kenma se encontraba muy excitado, pero también enojado consigo mismo. Se daba vuelta en la cama llamando a Kuroo en sus pensamientos. Se pasaba las manos por su cuerpo intentando imitar las caricias que algunas vez había recibido del moreno.

—Kenma...— escuchó una voz que provenía cerca de la ventana. El rubio se sobresaltó y se sacó las sábanas que tenía encima, moviendo sus orejas hacia los lados. No parecía asustado, porque sabía de quién se trataba. —Kenma.— repitió seriamente. —Tu aroma no me dejaba dormir...

Tetsurou estaba cubierto por un gran abrigo negro con capucha empapado por la lluvia.

—Kuro, ven, te necesito.— dijo Kenma sintiendo su rostro y todo su cuerpo acalorado. Se sentó sobre el colchón y juntó sus rodillas. Parecía más ansioso que antes.

Kuroo se sonrojó con las palabras de su novio, y sin responder a su comentario, se sacó el gran abrigo que tenía encima, para dejar al descubierto dos orejas de gato que tenía en su cabeza que se mezclaba perfectamente con su alborotado cabello. Luego se soltó el cinturón y se bajó un poco los pantalones para liberar su larga cola de gato que tenía escondida dentro su ropa.

—Esto es un gran problema...— añadió sacándose la sudadera y caminando hacia la cama para tomar por los hombros a su novio y acostarlo sobre el colchón con algo de fuerza. Miró a Kozume desde esa posición. Parecía sorprendido, su boca estaba abierta, se podía ver sus colmillos, escuchar su ronroneo, y sentir el calor que emitía su cuerpo. —Te has vuelto irresistible. No creo que pueda controlarme.— añadió observando sus afilados ojos color ámbar y acariciando sus mejillas.

Kozume sonrió y se relamió los labios. No podía dejar de mirarlo directamente a los ojos. Él había perdido el control de su cuerpo hace bastante rato.
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Continuará...

Notas finales:

Comenten oe, estoy aburrida e.e 

*aviso que estamos beteando para usted*


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