Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sentimientos incontrolables por ines111

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola hola!

Aquí estoy de nuevo con otro capítulo :D

Este capítulo es uno de los más importantes ya que nos revela algo sobre el misterioso pasado de Haizaki pero no todo..(? e.e

¡Espero que les guste! 

Ya tengo escrito los próximos capítulos asi que si quieren que los suba pronto dejen algún review plis

¡Nos vemos, que disfruten!

Sentía unos leves cosquilleos sobre su cuello. Era bastante agradable. Pero, ¿qué era? Comenzó a abrir los ojos lentamente. Se encontró de cara a un techo que no era el de su habitación ni el de su casa. ¿Dónde estaba? De pronto volvió a sentir aquel agradable cosquilleo sobre su cuello y bajó la mirada encontrándose algo que no se esperaba. Haizaki estaba tumbado sobre él dejando pequeños besos sobre su cuello con ¿cariño?

─¿¡Q-Qué crees qué haces maldito bastardo?!

Este levantó la vista y sonrió mirándole a los ojos.

─¿No te gustan que te levanten con besos? A mi me encantaría ─le guiñó el ojo─ aunque..

─¿Aunque qué?─preguntó ante su repentino silencio.

─Nada sería comparado a levantarme con una mamada.

─¡Maldito guarro cállate!

─Oh vamos bombón ─se encogió de hombros─ no me digas que no sería excitante.

─¡Q-Qué te calles!─gritó con verguenza.

¿Cómo era capaz de decir aquellas cosas sin ningún tipo de reparo? Haizaki sonrió y se acercó a su oído.

─No sabes lo feliz que me ha hecho verte aquí esta mañana.. ─susurró─ ¿tan preocupado te tenía?

─¡M-Más quisieras!─contestó con un leve sonrojo─. Ahora quítate de encima.

─Me quitaré cuando me des un beso.

─¡No te pienso dar un beso!

─Porque tienes novio, ¿verdad?─sonrió.

Kise abrió los ojos sorprendido. No había pensado en decirle la misma excusa que utilizaba siempre, ¿por qué? No se le había pasado por la cabeza. Siempre había pensado eso, ¿por qué ahora no?

 

─Quedate ahí quietecito y no te levantes para nada, ¿entendido?

─Oh vamos bombón, exageras demasiado ─sonrió─ ni que estuviera inválido..

─¡Qué te quedes quietecito he dicho!─gritó.

─Vale vale, entendido ─sonrió viendo como el rubio se marchaba hacia la cocina─. Pero que carácter..

Kise volvió unos veinte minutos después con una bandeja llena de comida. No sabía como había conseguido hacer tanta comida, ¡si en la cocina no quedaba nada! La bandeja llevaba un zumo de naranja, galletas, tostadas y dos cruasanes de chocolate.

─Toma

Le dejó la bandejaba encima de la mesa de enfrente del sofá con una sonrisa.

─¿P-Pero qué es todo esto?

─El desayuno es la comida más importante del día ─le apuntó con el dedo─ asi que no quiero que quede ni una miga, ¿entendido?

─Si, si.

Levantó la mirada fijándose en lo que llevaba puesto. Era un delantal azul clarito con nubes blancas.

─¿Ocurre algo?─preguntó viendo como le miraba fijamente.

─Ese delantal..

─¿Este?─estiró de él─ me queda fabuloso, ¿verdad?

Sacó la lengua e hizo con sus dedos una señal de la paz divertido. Haizaki sonrió. Ese delantal era de su madre, no sabía que seguía ahí. La verdad que le quedaba genial.

─¿Sabes? Ese delantal era de mi madre.

─¿E-Enserio?─preguntó sorprendido─ si quieres me lo quito..

─No, no te preocupes ─sonrió─. Además mi madre me dijo que este delantal lo llevaría su futuro yerno.

─¿C-Cómo?─preguntó rojo de verguenza.

─¿Cómo es posible que un delantal le quede a alguien tan sexy?─se mordió el labio mirándole de arriba a abajo.

Kise sentía que se moría de verguenza. La mirada de Haizaki le recorría todo el cuerpo.

─¡D-Deja de decir gilipolleces!

─No son gilipolleces ─se rascó la nuca y volvió a mirarle─. Nunca había creído que alguien con un delantal puesto me la podría poner tan sumamente dura.

─¡Cállate ya! ¡eres un desvergonzado!

Se quitó el delantal y se lo lanzó a la cara totalmente rojo. ¿¡Cómo había podido preocuparse por un gilipollas así?!

─Oh vamos bombón ─sonrió─ que no te dé verguenza.

Kise le sacó el dedo medio y salió de la casa sin mirar atrás. Haizaki sonrió y se mordió el labio inferior, ¿cómo podía encantarle tanto? Se levantó del sofá y llevo el delantal a su sitio. Subió a su habitación y abrió el cajón de el pequeño armario que estaba al lado de su cama. Cogió algo y sonrió. Si él supiera.., pero aún no se lo diría. Ya llegaría el momento.

 

 

Se tumbó sobre la cama y suspiró. ¿Qué le pasaba? Odiaba a Haizaki. Entonces, ¿por qué no podía evitar preocuparse por él?¿de verdad que estaba empezando a sentir algo por ese maldito impresentable? Pero, ¡no podía ser! ¡agg! Aunque quisiera negarlo se preocupaba por él. Y luego estaba el hecho de la muerte de sus padres. Quería saber sobre el pasado de Haizaki. Quería y iba a conseguirlo. Se levantó de la cama y se cambió con rápidez para ir a un sitio. Necesitaba respuestas.

 

─¿Quién es?

─Lo siento por no avisar Kenzo-san pero necesito hablar con usted.

─Pasa muchacho, estás en tu casa ─le abrió la puerta con una sonrisa.

─Muchas gracias por atenderme.

─Vamos al salón y ahí hablamos.

Se sentaron en el sofá uno frente a otro.

─Y bien muchacho, ¿qué necesitas?

─Necesito saber sobre el pasado de Haizaki ─lo miró fijamente a los ojos con determinación.

Kenzo se sorprendió pero no pudo evitar sonreír.

─¿Para qué quieres saber eso muchacho?

─Quiero ayudarle ─suspiró─. Sé que lleva desde los 14 años sin padres, ¿qué les pasó?

─Eso es una información bastante personal. ¿Por qué crees que debería decírtela?

─Necesito saberlo, porfavor.

─De acuerdo ─sonrió─ pero prométeme una cosa.

─Lo que sea.

─Que siempre estarás a su lado.

─D-De acuerdo, se lo prometo ─dijo algo avergonzado.

Sonrió y comenzó a relatar lo sucedido.

─La historia comienza hace cinco años, un cuatro de Julio como cualquier otro.., donde todo cambiaría para el pequeño de la familia Shougo..

 

 

Hoy era un día espléndido. El sol lucía en el horizonte y todo estaba tranquilo. Hacía bastante calor. Aunque era bastante normal siendo cuatro de Julio. La familia Shougo tenía pensado ir al parque de atracciones. Habían invitado al mejor amigo de la familia, Kenzo. Le conocían de toda la vida ya que trabajaba con el padre de Haizaki, nombre. Y, además, se había encargado de cuidar del pequeño cuando sus padres lo necesitaban. Asi que se podría decir que era como un segundo padre para él.

─¡Shougo-chan! ¿estás ya?─le llamó su madre desde la cocina─ ¡ya nos vamos!

─¡Ya casi estoy! ─gritó emocionado.

Bajó rápidamente con una sonrisa de oreja a oreja. Se había vestido con un pantalón corto vaquero y una camiseta de rayas blancas y naranjas. Lucía realmente feliz. Llevaba todo el verano pidiéndole a sus padres ir al parque de atracciones y porfin lo había conseguido.

─¡Cariño, Shougo-chan vamos a tomarnos una foto!─dijo alegre la mujer.

─De acuerdo amor ─sonrió─ Kenzo, ¿puedes tomarnos una foto?─le ofreció la cámara.

─¡Claro! ─sonrió─ ahora sonrían.

Se pusieron los tres juntos y “click“, la foto fue tomada. Salían bastante bien. Se les veía realmente felices y unidos. Además, habían hecho el símbolo de la paz con sus manos. Era una foto realmente graciosa y tierna.

─Aquí tenéis.

─Muchas gracias Kenzo ─sonrió.

─¡Q-Quiero verla papá!─gritó su hijo saltando intentando alcanzar para poder verla.

Su padre sonrió y se la enseñó. Este sonrió y le dio un pequeño abrazo.

─¿Todo listo? ¡nos vamos ya!

─¡¡Sí!! ─gritó entusiasmado.

El coche era de cinco plazas. En las dos de alante como conductor se sentó su padre y su madre al lado. Atrás se sentaron Haizaki y Kenzo juntos.

─Poneros los cinturones ─dijo arrancando el coche─ Shougo, ¿ya te lo has puesto?

─¡Si papá!

 

Llegaron al parque de atracciones y Haizaki bajó rápidamente del coche con una sonrisa de oreja a oreja, ¡porfin estaban allí!

–¡Vamos papá, mamá! –gritó comenzando a arrastrarles.

Kenzo no pudo evitar sonreír ante tal imagen.

 

–¿Qué os ha parecido? –preguntó su padre mientras ponía en marcha el coche.

–¡Ha sido genial!–gritó su hijo con una sonrisa de oreja a oreja moviendo sus pies a causa de la emoción.

–No entiendo como habéis podido entrar a la casa del terror Shougo-kun–comentó su madre.

–Oh vamos cariño, no era para tanto– agarró su mano y entrelazó sus dedos con los de ellasonriéndola con cariño.

–¡Los zombies eran geniales, mamá!

Sus padres sonrieron y el coche comenzó a avanzar por las oscuras carreteras de regreso a su casa.

 

Haizaki estaba feliz. Realmente había tenido uno de los mejores días de su vida, junto con su familia, junto con su madre quien sonreía cada vez que su padre entrelazaba los dedos con los suyos. Kenzo observaba el paisaje, oscuro y siniestro, pero estaba un tanto cansado de todo el viaje y el parque. Había sido un día para recordar. Uno de esos días en los que sientes que van a estar grabados en tu interior a fuego.

Mientras lo relataba Kenzo, Kise observaba su cara. No emitía signo alguno de felicidad absoluta a pesar de que según había dicho: era un día que estaría grabado para siempre dentro de uno mismo. Kise escuchaba callado, pero un poco asustado, porque en su interior se esperaba lo peor, y no entendía el por qué, ni mucho menos las ganas de conocer ese cuento un tanto extraño.

Todo posiblemente cambió en un segundo. Un instante que nadie se esperaría porque todo estaban tan alegres de haber pasado un buen día con la familia, que no piensas en que pueda pasar algo. Pero el momento fue nefasto y realmente se convirtió en el peor día de todos. La desesperación que Haizaki sintió esa misma noche fue tan oscura que, a pesar de que estaba vivo, sentía que había muerto. Todo se desvaneció ante sus narices en un abrir y cerrar de ojos, con todo teñido de un rojo carmesí tan fuerte, y su olor, como si estuviera saboreándolo, realmente le revolvió su interior.

Y al girar su mirada al de Kenzo, éste estaba pálido. Un blanco pálido como el de la luna llena de esa noche que iluminaba la catátrofe. Haizaki intentaba reanimarle, a pesar de que le dolía el cuerpo del fuerte impacto del coche contra las fuertes rocas, intentado a duras penas hacer reaccionar a Kenzo, pero éste no respondía. Era como si su alma hubiera dejado el cuerpo.

– ¡Kenzo! ¡Kenzo! – tambaleaba su cuerpo.

Éste giro su cabeza, con una brecha en su ceja empapando media cara de sangre y le observó a los ojos. Haizaki sintió que todo su mundo se desplumaba al volver la vista hacia donde Kenzo miraba. Y realmente le hubiera gustado no tener que observar esa escena. Pero, a pesar de que quería, sentía que debía de verla para poder luego recordar el odio que ahora mismo siente hacia el mundo. Le habían arrebatado lo más preciado.

– M-Mamá… - dijo Haizaki – Mamá, despierta.

Su madre no emitió sonido alguno. Y su padre, tampoco.

 

Poco después cuando llegaron la policía y la ambulancia al lugar de los hechos, aunque tardaron en sacarnos del coche, ya que por el impacto quedó bastante destrozado y las puertas quedaron atascadas. Mientras estaban en el coche patrulla para que les llevaran a urgencias, mientras el coche seguía a la ambulancia donde llevaban a los padres de Haizaki, éste no decía nada. Kenzo tampoco podía decir mucho puesto que sus manos estaban temblado y no sólo eso, sino todo su ser. Su corazón palpitaba como siempre, pero su sonido era algo que realmente le asustaba porque eran unos latidos tan lentos que sentía que era como si llegara el final de algo bastante grande. Y mientras les estaban curando las pequeñas heridas que teníamos, no dijeron nada. Ningún sonido de dolor ni siquiera un quejido. Sólo permanecieron en silencio, mientras sus lágrimas salían empapando toda sus mejillas y su saboreando su sabor salado al llegar a su boca, pero el sabor de la sangre era más fuerte, y no se quitaba tan fácilmente.

– Pero lo peor no fue eso – comentó Kenzo al volver a acabar un poco más de la historia.

Kise, no sabía cómo sentirse. Le parecía extraño, puesto que Haizaki era tan orgulloso por el simple hecho de que no quieren que le hagan daño. Tiene miedo de volver a sentirse de nuevo querido y que desaparezcan. Tiene miedo de que le arrebaten de nuevo lo que él quiere. Y, el pecho de Kise, lloraba porque realmente era algo bastante chocante.

Cuando vieron ambos, Haizaki y Kenzo, la piedra con sus nombres ya supieron que todo era un fin y un comienzo en el mismo momento. Un final bastante trágico para ambos puesto que no volverían a ver la vida de la misma manera, y principio porque ya no volverían a sonreír tan fácilmente. Sobre todo Haizaki, quien miraba la tumba con una mirada sin vida en sus ojos. Sus oídos estaban “sordos”, no escuchaba a nadie, y mucho menos las condolencias de la gente. No las necesitaba, porque ahora mismo lo que quería era recuperar lo que había perdido. Y no había perdido sólo a sus padres, sino una parte de su vida.

 

 

–Después de eso Shougo no volvió a ser el mismo–suspiró mirando a la nada.

Ahora lo entendía. Haizaki había perdido a sus padres tan solo con catorce años. No solo eso, se podía apreciar claramente lo unidos que estaban. El día más importante de su vida acabó siendo el día que más deseaba olvidar.

–Y.., ¿cuándo comenzó a participar en las carreras ilegales?

–Pocos meses después del accidente– cerró los ojos y suspiró.

–Ya veo –cerró los ojos y recordó algo.– Hay algo que no entiendo, Ryou dijo: "¿Vas a matarme igual que hicieron con tus padres?"

–La policía estuvo investigando sobre el caso y descubrieron algo–clavó sus ojos sobre los del rubio– lo más seguro es que no fuera un accidente sino un asesinato.

–¿Cómo?

Parpadeó repetidas veces por la impresión que le causaron sus palabras. ¿Asesinato?

–Pero, ¿se conoce quién fue?

–No, la policía lo único que consigió averiguar y, no lo confirmaron, es que el padre de Shougo le debía dinero a alguien –se revolvió el cabello y chasqueó la lengua– pero..

–¿Pero..?

–Intenté hablar con Shougo sobre eso y él estaba seguro y defendía con uñas y dientes que su padre no era ningún tipo de moroso. Y, por más que suene descabellado, le creo.

Se fijó en el desconcierto del rubio y continuó con la explicación.

–Conocía a su familia desde que su padre era una pequeña bola de grasa. Ellos siempre me han ayudado y me han apoyado en todo. Por eso, creo fielmente en Shougo.

–Y.., ¿qué paso al final con la investigación?

–La dejaron de lado.

–¿Cómo? ¿así, sin más?

–Al no poder conseguir respuestas decidieron que lo mejor era no darle más vueltas.

–¿¡Cómo pueden dejarlo así?! ¡podría tratarse de un jodido asesino a sueldo! –gritó cabreado, no podía creerselo– ¿¡Y Haizaki no dijo nada?!

–Prefiero olvidarlo con las carreras en las que participaba. Era su única manera de poder desahogar toda su furia y tristeza.

–P-Pero.., ¡esto no puede quedar así maldita sea!

–¿Qué quieres decir? –preguntó desconcertado, no sabía a lo que se refería el rubio.

–Quiero decir que pienso llegar al fondo de este asunto.

Le miró fijamente a los ojos, sin mover un solo músculo de su rostro. Sus ojos reflejaban determinación.

–¿Sabes muchacho? –sonrió– me gustas para Shougo.

–P-pero qué dice –se sonrojó levemente.

–Aunque eso no quiere decir que pueda ayudarte. Y tampoco creo que Shougo quiera.

–Me da igual que no quiera, le sacaré todo lo que sepa. Aunque sea de qué marca era el coche. Cualquiera información, por pequeña que sea, me sirve.

Kenzo sonrió. Definitivamente él era el indicado.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).