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Sentimientos incontrolables por ines111

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo! <3

Aquí les traigo el nuevo capítulo de esta historia.. ¡SE ACERCAN SORPRESAS!

Intentaré actualizar lo más rápido que pueda (siempre digo eso pero luego.. D:)

¡Dejen sus reviews sobre el nuevo capítulo, nos vemos en el siguiente!

Bye~

—¿Te importa si uso la ducha, bombón?


—No, úsala.


—¿No quieres entrar conmigo? —sonrió pícaro.


—¡C-Claro que no!


—Tú te lo pierdes —murmuró derrotado, saliendo de su cuarto, rumbo al cuarto de baño.


—Idiota.


De pronto, Kise escuchó las llaves y la puerta de su casa abrirse.


—¡Cariño estoy en casa!


—¿M-Mamá? —preguntó asustado.


—¿Dónde estás?


—¡Arriba!


—¡Ahora subo a verte!


Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Rápidamente, salió corriendo de su cuarto y entró al baño, cerrando la puerta tras él con sumo cuidado.


—¡Estoy en el baño, mamá!


—¿Bombón?


—¡Sh!


—¿Al final te has rendido y quieres entrar conmigo? —sonrió pícaro.


—¡Ni muerto, idiota!


Lograba ver la espalda tatuada de su novio a través de las cortinas azules de la ducha. De pronto, comenzó a escuchar unas pisadas acercarse.


—Cariño, ¿puedo pasar? Creo que esta mañana antes de irme me he dejado el móvil dentro del baño al entrar a arreglarme y lo necesito.


Miró hacia la encimera y efectivamente, el móvil de su madre estaba ahí encima.


—¡M-Mamá estoy en la ducha! —gritó aterrorizado, su madre no podía ver a Haizaki.


—Lo necesito para el segundo turno cariño, me tengo que ir ya.


—¿Tu madre está…? —corrió levemente la cortina y asomó su cabeza.


Kise comenzó a escuchar el crujir de la puerta abriéndose y rápidamente, como si su vida dependiera de ello, entró en la ducha como un rayo.


—¿Q-Qué...?


Le tapó la boca con su mano derecha. La puerta se abrió y su madre entró.


—¡Aquí estaba, lo sabía! Que torpe soy —dijo una vez recogió el móvil.


Kise comenzó a respirar con fuerza, por favor que no corriera la cortina.


—¡Luego te veo cariño! Voy tarde ya —dijo mandándole un beso.


—¡V-Vale mamá! ¡que te vaya bien!


La puerta se cerró y Kise suspiró aliviado apartando la mano de la boca de su novio.


—Si querías entrar conmigo solo tenías que pedírmelo, bombón.


—No te creas tanto. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas —citó mirándole a los ojos.


El agua caía por todo su cuerpo y su cabello completamente húmedo le hacían ver condenadamente sexy. Comenzó a seguir el camino de una gota que bajaba por su cuello y recorría todo su abdomen, el cual estaba completamente trabajado. No debía mirar más abajo, no. Volvió la vista a su mirada y este se mordía el labio con deseo.


—¿Te gusta lo que ves?


—¡E-Eres un idiota! —gritó y salió de la ducha totalmente cabreado consigo mismo.


Haizaki sonrió y se dio la vuelta, continuando con su ducha. El rubio llegó a su cuarto y se tiró sobre la cama. ¿Cómo podía haberse dejado llevar así por sus pensamientos? ¿Qué si le gustaba? ¿¡cómo no le iba a gustar?! Golpeó el cojín tremendamente frustrado consigo mismo mientras recordaba una y otra vez el desnudo y mojado cuerpo de su novio.


 


 


—¿Q-Qué te parecería venir esta noche a casa a cenar? —preguntó nervioso.


—¿Y tus padres, bombón? —sonrió burlón.


—No están, se han ido de viaje y vuelven mañana.


—Ah, entonces está bien —sonrió sincero.


—D-Después puedes quedarte un rato —su rostro se tornaba cada vez más rojo— n-no toda la noche.


—Me encantaría.


 


¡Dios! Era todo un manojo de nervios. ¿Cocinaba? ¿pedía una pizza? ¡no sabía que hacer! Y, ¿qué se ponía? Iba a estar en su casa, ¿algo cómodo estaría bien? ¿no sería demasiado informal?


 


Eran las ocho y media, debía de estar al llegar. Al final había optado por una camiseta de manga corta blanca, unos vaqueros rotos por la rodilla y zapatillas blancas. De pronto, el timbre sonó, respiró hondo tranquilizándose y abrió la puerta.


—Hola bombón —se acercó y le dio un pequeño beso en los labios.


—N-No no hagas eso tan de repente, idiota —se sonrojó mientras llevaba la mano a sus labios.


—Eres tan adorable —sonrió.


—P-Pasa de una vez y cállate.


—Y bien, ¿qué vamos a cenar?


—H-Había pensado en hacer una pizza.


—¿Nosotros?


—Sí, están todos los ingredientes en la cocina.


—¡Será divertido, vamos!


 


Había comprado todos los ingredientes necesarios esa tarde: jamón york, mozzarella, salsa de tomate y levadura. Los demás ya los tenía: harina, aceite de oliva, sal y agua. Lo primero que hicieron fue poner todos los ingredientes (harina, agua, aceite, levadura y sal) y mezclar bien con una cuchara. Una vez estaba todo mezclado, amasaron con las manos durante cinco o diez minutos, consiguiendo una masa fina y elástica. Más tarde esperaron a que la masa cobrara volumen. Mientras, Haizaki le robaba pequeños besos a Kise y se reía de su delantal de vaquitas. A continuación, la estiraron bien y añadieron los ingredientes como el queso, el tomate y el jamón. Por último, metieron la pizza en el horno, previamente recalentado a 230ºC.


 


—Oye bombón.


—¿Sí?


Se giró y de pronto sintió todo su rostro lleno de harina, ¡le iba a matar!


—¿¡Qué crees qué haces?!


Este comenzó a reírse del rostro del rubio. Kise cogió un puñado de harina y, sin que a este le diera tiempo a reaccionar, se lo estampó de lleno en la cara. Ahora era el rubio quien no podía parar de reír.


—Con que venganza, ¿eh?


Cogió otro puñado de harina y se lo tiró a las ropas. El rubio se defendía, mientras su novio corría detrás de él, y le devolvía el ataque.


—¡No te escaparás! —dijo mientras iba a por él.


—¡No creas que me voy a dejar atrapar tan fácilmente! ¡soy el gran Kise Ryouta!


 


Estaba corriendo por toda la cocina cuando sintió un agarre sobre su cintura, le había atrapado.


—¡Idiota!


—Te tengo —sonrió burlón.


Se cruzó de brazos indignado.


—Oh vamos bombón, no es mi culpa ser el mejor —le guiñó el ojo con descaro.


—Más quisieras, imbécil.


—¿Así? —se acercaba más y más, hasta conseguir que la espalda del rubio se topase con la encimera.


—¿Q-Qué crees qué haces?


—Voy a besarte.


—¿Y-Y si no quiero? —sentía como su rostro se sonrojaba más y más.


—Oh vamos, ¿de verdad qué no quieres? —sonrió seductor y abrazó su cintura, mientras acercaba su rostro.


 


Cerró los ojos, ansioso por aquel contacto. Su corazón latía desbocado y sus nervios aumentaban conforme se acercaba. Sentía la respiración acelerada y seductora de Haizaki sobre sus labios. De pronto, dejó de sentir dicha respiración y escuchó una leve carcajada.


 


Abrió los ojos extrañado, encontrándose con el rostro de su novio alejado y este sonriendo burlón. Oh no, ¡no iba a pasar por eso otra vez!


 


Antes de que pudiese decir nada, colocó rápidamente sus brazos alrededor de su cuello y tiró de este, acercando sus rostros. Las manos del rubio se enredaron en su cabello, pegándolo a él, uniendo sus bocas en el proceso.


 


Haizaki entendió al instante y se aferró a la cadera del rubio, levantándolo en el proceso y apoyándolo sobre la encimera. Sus labios se tocaron una y otra vez, sus lenguas jugueteando con total libertad por el control de la boca ajena.


 


Kise soltó un vergonzoso gemido y se separó unos segundos para coger aire, notando la cálida mano de su novio introducirse bajo su camiseta.  Continuó sobre su cuello, mediante mordiscos y leves caricias sobre su estómago. Levantó su camiseta mientras recorría toda la extensión de su piel y la dejó a un lado. Los dedos del rubio agarraron su cabello con fuerza, tirando de él, intentando controlar los gemidos que escapaban de su garganta.


 


Haizaki se deshizo de su camiseta con rapidez y continuó recorriendo el cuello y pecho de su novio mediante besos y caricias. No tardaron en volver a unir sus bocas. Esta vez, en un beso lento y profundo que los dejó a ambos sin respiración.


 


—P-Pero, ¿¡¡qué es esto?!!


 


Se separaron con rapidez tras escuchar aquel sonoro grito. El rubio abrió la boca sorprendido, incapaz de emitir cualquier sonido.


—¿P-P-Papá?


—¿Qué pasa aquí? ¿Qué son esos gritos, cariño?


Su madre apareció totalmente desconcertada. Abrió la boca totalmente sorprendida ante tal escena. La cocina estaba hecha un desastre, había harina por el suelo y por todos los rincones. Además, su hijo estaba apoyado sobre la encimera sin camiseta, lleno de harina y con un sujeto desconocido a su lado en las mismas condiciones.


—Mm…, ¿qué está pasando aquí?


—¿Cómo qué pasa? ¡nos vamos una semana y encontramos la cocina hecha un desastre y, para colmo, a tu hijo medio desnudo a punto de ser violado por un desconocido! —gritaba totalmente furioso.


—¡Papá no es lo que parece!


Se volvieron a colocar las camisetas rápidamente.


—Oye señor, para que le quede claro, ¡no soy ningún desconocido!


—¡¿Te quieres callar!? —le recriminó su novio.


—Oh tranquilo, prefiero pensar eso a que mi hijo tiene algo que ver con alguien como tú.


—¡Papá!


—Perdone que le diga, pero tiene mucho que ver conmigo —enarcó la ceja y sonrió pícaro.


—¿¡Podéis parar de una vez?! —gritó el rubio cabreado.


—La perfecta reunión familiar… —murmuró su madre irónica. A continuación, se acercó a ambos chicos, le dio dos cariñosos besos a su hijo y se plantó delante del desconocido.


—Encantada de conocerte —le dio dos besos— soy Kairi, la madre de esta belleza.


—Encantado de conocerlo señora, me llamo Haizaki Shogo —sonrió— y soy…


—Es él, ¿verdad cariño? —se dirigió a su hijo con una sonrisa.


Este se sonrojo levemente y se limitó a asentir. Su madre sonrió.


—No tienes que llamarme señora, llámame Kairi —sonrió y volvió a dirigirse al chico— cuídalo y bienvenido a la familia Shougo-kun.


—Muchas gracias Kairi —sonrió feliz.


—Cariño, sabes que yo nunca he tenido ningún problema con que tuvieras pareja, pero tu padre… —susurró mirando a su marido— bueno, ya sabes cómo es, se preocupa por ti y conoces su opinión sobre el mundo que rodea a las celebridades. Además…, sabes que Shougo-kun no es precisamente el tipo de chico que le gusta. Dale tiempo.


—Gracias mamá —sonrió sincero.


—Asi que tú eres… —murmuró mirándole de arriba a abajo.


—Haizaki Shogo, señor.


—El novio de mi hijo.


—Sí. Y estoy encantado de conocerle.


—Ahórrate las formalidades. No me gustas para mí hijo.


—¡Papá!


—Ya sabes mi opinión sobre los chicos como... tu novio —murmuró con un toque de desprecio en su voz—. No pienso meterme en vuestra relación, no tengo ningún derecho para hacerlo, pero eso no significa que te acepte para mi hijo. Ni mucho menos.


—Haré cambiar su opinión sobre mi…


—¿Cómo has dicho?


—Que haré que su opinión sobre mi cambie a tal punto que piense que soy lo mejor para su hijo.


—¿Así? —enarcó una ceja interesado.


—Soy experto en conseguir que los demás cambien la opinión que tenían sobre mí, sino pregúntele a su hijo. Al principio me odiaba y ahora está completamente loco por mí —sonrió arrogante.


—¡I-Idiota!


El padre de Kise sonrió y se despidió, rumbo escaleras arriba.


—Bueno ya es bastante tarde cariño, va siendo hora que despidas a Shougo-kun, yo limpiaré esto.


—Este desastre ha sido culpa nuestra mamá. Tú ve a dormir, estarás cansada del viaje.


—¿Seguro cariño?


—Sí.


Su madre se acercó y le dio dos besos a su novio, despidiéndose cariñosa de este. A continuación, se acercó a él y besó su frente con cariño. Les dio las buenas noches y subió.


 


—¿Seguro que no quieres que te ayude a limpiar? La mayor parte del desastre ha sido por mi culpa...


—De verdad, vete a casa. Creo que mis padres han tenido suficiente por hoy para que te quedes más tiempo —suspiró.


—Creo que les he caído bastante bien —dijo con confianza.


—Dirás la, a mi madre. Mi padre te odia.


—Yo en cambio creo que le he caído bien, solo falta que lo admita.


—Tienes mucha confianza en ti mismo, idiota —sonrió.


—¿Sabes? —le miró a los ojos— lo que más lamento de tener que irme es no poder quedarme contigo esta noche.


—Y-Ya habrá otra ocasión, idiota —se sonrojó levemente por sus palabras.


 


 


—¿Estás seguro de esto, Howard?


—Claro que sí jefe —asintió confiado— sólo tiene que ver las fotos, ¿qué más podría ser?


—Tienes razón… —murmuró mientras examinaba el contenido de aquel sobre con suma atención.


Dirigió su mirada a su empleado y suspiró. A continuación, apoyó los codos sobre la mesa.


—Muy buen trabajo, la próxima semana estas fotos serán publicadas en nuestra revista y seremos autores de la mayor exclusiva de todo el año.


—¿De verdad? —abrió los ojos sorprendido— ¡muchas gracias jefe!


—Si continúas haciendo tu trabajo de esta manera pronto te llevarás una muy grata sorpresa —sonrió.


—¡No le defraudaré jefe!


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