Nostalgia
–¿Es la primera vez que lo haces? – escuchó la voz gruesa en su oído, justo en donde el cálido aliento lo golpeó.
Apretó los ojos con fuerza y se cubrió el rostro con la cara interna de su codo. El reloj sobre su mesa de noche indicaba que solo había dormido una hora, y él estaba empapado en sudor. El sueño que a fin de cuentas venía siendo un recuerdo, lo había alterado lo suficiente. Dick maldijo entre dientes. No quiso volver a intentar dormirse, no si su mente iba a seguir jugando así con él, así que se colocó el traje, después de todo su intento de siesta esta estaba arruinado.
Blüdhaven era como la pequeña bastarda de Gotham. Porque a diferencia de su madre, la ciudad neón carecía de las matrices de grandes empresas. No, el fuerte del Haven era la industria y el trabajo obrero… además de sus actividades ilícitas.
Pero Dick se sentía cómodo estando allí, era una ciudad para él. Su gente, en su mayoría eran extranjeros buscando un trabajo provisional para llegar a fin de mes. Sueldos bajos, jornadas largas. Dick no los juzgaba, entendía que el hambre y la desesperación podían volver al hombre más sensato una vergüenza. Muchos, cómo él, eran jóvenes intentando encontrarse un lugar en el mundo.
Así que con toda su buena voluntad, decidió que podía intentar separarse de Bruce, y aclararse un poco más.
Cuando Dick dejó atrás Spyral, el Hypnos, y todo el asunto de los espías, también dejó atrás a Helena, su jefa. Helena podía ser descrita como una versión oscura de Barbara, más cruel y dura. Tony… Tony era simplemente Tony. Y luego estaba Lucas. Era extraño sentir una nostalgia aterradora por sus misiones, que a veces resultaban ser demasiado bizarras. O por sus esporádicos encuentros. Con M había probado cosas que lo hacían sonrojar, como mínimo. Había sido su red. Recordaba que en esos momentos en los que se sentía perdido y frustrado, sentía que podía contar con M, siempre. Y no es que fuera iluso, y creyera que serían amigos para toda la vida, y que llegarían a viejos de esa forma…
Bueno, sí lo había hecho. Excelente Grayson, su consciencia lo acribilló mientras se deslizaba entre los edificios, te encaprichaste. Bufó. Porque él no estaba enamorado. Lo suyo con M había sido algo sin pies ni cabeza que solo ocurrió porque estaba demasiado desorientado y se había valido de la buena fe que le Midnighter le mostró en ocasiones para desahogarse. El problema era que M tenía pareja ahora, y hasta donde sabía, Apollo había sido el amor de la vida de Lucas.
Ahora veía un poco mejor su panorama y, aunque no diría que en la actualidad se sentía mejor, si podía asegurar que M no había estado en posición de negarse.
Un intento de robo en un callejón. Tendría que haber sido sencillo. Pero no, lo echó a perder. Un herido. Más específicamente él. Viviría, solo era una pequeña herida.
Vaya héroe.
Dolía como el infierno, porque se sentía mal, y no tenía nada que ver con su carne abierta por la bala. Simplemente se sentía mal, y quería hacerse pequeño en los brazos de alguien, de quien fuera. Era exactamente la misma situación que lo había llevado a los brazos -y a la cama- de Lucas. Llegó adolorido a casa. Miró su teléfono, y entonces una idea se comenzó a deslizar por su mente, con malicia. Se apartó de su móvil y prefirió atenderse.
No era algo peligroso, pero sangraba mucho. Alfred lo reñiría por no acudir a él. Damian gruñiría que se lo había buscado por incompetente y le diría que regresara a casa. Tim se aseguraría de que estaba bien y probablemente le sacaría una sonrisa. Jason se reiría, después de todo, peores se había llevado el más joven. Bruce lo miraría, y lo haría sentir imbécil por dejarse disparar.
Pero… ¿Y Lucas? ¿Se preocuparía? Tal vez. Sonrió por la idea, porque era en extremo placentera.
Y supo que estaba jodido, cuando empezó a llorar por echar de menos las grandes manos sobre su cuerpo, regañándolo con preocupación mientras evaluaba la herida.
–Aguanta un poco. – Dick gimió, tenía las manos restringidas, y honestamente, aunque quisiera obedecer al mayor, ya estaba corriéndose nuevamente por el culo. Su erección había bajado hacia un rato, pero eso no hacía que dejase de sentirse tan bien recibir las duras embestidas. – Está bien, pajarito. Solo aguanta un poco. – gruñó el hombre antes de correrse en su sensible agujero.
–Lucas. – exclamó con la voz lastimada. El sucio cuarto del hotel en el que estaban hospedados estaba al lado de una de las avenidas más concurridas de Moscú, así que el sonido de los pitazos de los autos ahogó su voz. – Te odio.
–Puede. – dijo el hombre, echado a su lado. Ya tenía un cigarrillo encendido en la mano, aunque procuraba exhalar el humo hacia otro lado. No quería manchar el perfecto cuerpo del jovencito con tabaco barato. – Pero tu trasero definitivamente me adora. Tres veces seguidas, Grayson.
Dick se sonrojó y enterró su cabeza en las cobijas.
Arrojó su traje de Nightwing a la cesta de ropa sucia, y se tumbó en su cama. La escena había corrido en su mente sin aviso y se sintió infeliz.
Necesitaba tanto a M de vuelta.
Lo odio, pensó mientras comenzaba a acariciarse.