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Siempre Implícito por Miss Eun

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Notas del capitulo:

Holi, he venido a dejarles más spam de palabras (?)

***

 

—¿Tienes el reportaje?

 

Fue lo primero que dijo cuando entró a la recepción, tomando el vaso de café que su asistente le tendió al momento de verle salir del ascensor sin detener su andar por entre el pasillo.

 

—Señor, sobre eso… —dijo siguiendo al pequeño hombre, quien marcaba el paso hacia su oficina.

 

—¿Qué pasa con “eso”? —se detuvo en seco, volteando bruscamente hacia su asistente para verle. KyungSoo tragó grueso, intimidado.

 

—Volvió a pasar. —soltó abruptamente.

 

—¡Me cago en la puta! —gritó, llamando la atención de los demás empleados presentes, quienes detuvieron por un segundo sus labores para observar la escena que se acababa de montar frente a sus narices.

 

Carraspeó fuertemente antes de hacer una reverencia a los curiosos ojos que le observaban, disculpándose, para luego retomar el apresurado camino hacia su oficina, maldiciendo al hijo de puta culpable de hacerle pasar tal vergüenza.

 

KyungSoo entró antes que la robusta puerta de madera se cerrara frente a sus narices, quedándose a un lado de ésta cuando golpeó fuertemente al cerrar. Veía al pequeño hombre de cabello castaño moverse enfurecido a través de la estancia, como era de esperarse siempre que recibía la misma noticia.

 

Baekhyun se preguntaba qué mierda estaba haciendo mal o qué cojones había hecho en su vida pasada como para recibir tal desprecio por parte del destino. Y es que el estrés que atormentaba al pobre hombre había aparecido junto con aquellas palabras que él mismo se había encargado de maldecir por más de una semana entera.

 

“Se robaron el reportaje”

 

La primera vez lo había aturdido, se podía decir que había entrado en un estado de shock del cual no logró salir hasta pasadas tres horas. La segunda vez sintió un yunque de dos toneladas cayendo por encima de él, sintiéndose diminuto y vulnerable; la tercera vez entró en pánico, corriendo por todo el edificio tratando de buscar al responsable y a partir de la cuarta vez, siempre reaccionaba de la misma manera, cabreándose con el hijo de puta que robaba sus artículos y maldiciendo a la puta que lo parió junto con toda su maldita descendencia.

 

Había tratado de buscar al topo sin éxito alguno, frustrándose más. Estaba comenzando a ponerse paranoico y eso no era bueno tanto para la empresa como para su propia salud mental. Joder, no podía desconfiar de sus empleados y compañeros de trabajo.

 

Dejó caer su puño bruscamente sobre la superficie del escritorio estruendosamente, exaltando a KyungSoo, quien decidió que había tenido suficiente de aquella escena y de su jefe por un día. Bufó cansado de toda esa mierda, mirando fijamente a BaekHyun quien no se enteraba de nada por estar inmerso en sus pensamientos.

 

—Suficiente, Baek. Deja ya toda esa mierda. —BaekHyun le volteó a ver extrañado.

 

—¿Realmente me estás pidiendo que deje toda ésta “mierda”? —acusó. —Joder KyungSoo, no puedo pasar por alto éste puñetero problema, me ha estado tocando los cojones los últimos meses.

 

—Lo sé, pero te está consumiendo la vida. —BaekHyun gruñó. —¿Por qué no me haces caso de una puta vez y hablas con el director de YCP?

 

—No pienso hablar con quién-quiera-que-sea ese bastardo. Roba nuestros titulares descaradamente y no tiene los huevos suficientes para hacerse responsable. —refutó.

 

—¿Cómo sabes que será así? —acusó.

 

—Lo sé.

 

—¿Lo intentaste ya?

 

—No.

 

—Entonces no sabes.

 

—Lo sé. —KyungSoo frunció el entrecejo acusatoriamente.

 

—Hablarás con él. —sentenció.

 

—No puedes obligarme. —respondió altaneramente, sentándose sobre su enorme silla de cuero negro. El contrario enarcó una ceja.

 

—Lo harás. —replicó, saliendo sin permiso del despacho de su jefe y amigo.

 

Vio cómo KyungSoo salía de la estancia, siguiéndolo con la mirada indiscretamente. Suspiró profundamente, pensando nuevamente en aquella situación que tanto lo había estado desesperando y era momento de ponerle final a su martirio.

 

Por supuesto que había escuchado del director de YCP y su puta actitud arrogante, creyéndose siempre el ser superior entre todos los mortales. Realmente no le apetecía ponerse en vergüenza frente aquel tipo y mucho menos iba dar su brazo a torcer, especialmente porque acababa de decidir que le iba a dar una buena guerra al maldito bastardo. No se lo iba a dejar tan fácil.

 

Park ChanYeol y su jodida empresa se podían ir a tomar por culo.

 

La rivalidad entre YCP y BHB siempre había existido al ser las dos empresas televisivas y de radiodifusión más grandes de Corea, sin embargo, esa brecha entre ellos parecía crecer más cada semana, haciendo los ataques de una contra la otra cada vez más obvios para el público receptor.

 

Había visto al tipo en revistas de sociedad, sin embargo, no había cruzado palabra alguna con su más grande rival ni tampoco habían coincidido en eventos sociales por increíble que pareciese, ya que al estar en el mismo medio era de esperarse que se toparan en algún momento. Pero ese momento no había sucedido aún y sinceramente, BaekHyun esperaba que nunca llegara.

 

BaekHyun no tenía de otra, no podía cambiar el reportaje de un momento a otro. Como las veces anteriores tendría que presentar el reportaje en el noticiero de las doce muy a su pesar. Todo gracias al hecho que la competencia lo acababa de presentar antes que ellos.

 

Maldita sea.

 

No sabía cómo lo lograban, pero lo hacían. Tenían las mismas tomas y planos, las palabras eran literalmente las mismas con la única diferencia significativa que lograban extender el reportaje con alguna toma inédita o exclusiva, haciendo parecer que BHB era quien plagiaba descaradamente el contenido.

 

Una parte de BaekHyun estaba tentada a salir de su despacho y caminar decididamente hasta el edificio de YCP, no le tomaría mucho tiempo ni trabajo porque el maldito edificio se encontraba al cruzar la calle, como una cruel paradoja, justo al frente del edificio de BHB. Sin embargo, otra parte del castaño quería aferrarse a la idea de hacer sufrir al maldito bastardo. Y esa idea le gustaba mucho más, especialmente porque no quería ver a Park ChanYeol ni de coña.

 

KyungSoo regresó al despacho pasadas dos horas desde su pequeña discusión, sonriendo de esa manera que solía perturbar un poco a BaekHyun, porque la clasificaba como malévola y solía utilizarla cuando alguna idea macabra atravesaba su pequeño cerebro.

 

—Salimos al aire en treinta. —avisó como era de costumbre.

 

BaekHyun suspiró, poniéndose de pie y dirigiéndose al foro de grabación dónde solían grabar el noticiero. El joven director había estudiado periodismo y comunicación audiovisual en una de las mejores universidades de Corea. Le apasionaba aquel mundo, lo cual era jodidamente conveniente al ser el hijo de BHB Corp.

 

Había entrado a la empresa como interno, escalando posiciones hasta conseguir su primera encomienda en busca de noticias de relevancia. Si le preguntaban, era como buscar una aguja en un pajar entre tantos periodistas de las diferentes televisoras y empresas, pero había logrado conseguir varias historias sobresalientes, lo cual era de admirar si añadiera el hecho que le había asignado al sector del río Han, el más conflictivo de todos.

 

Por supuesto que hubiese preferido haber sido asignado al sector de Gangnam pero luego de diversos debates internos y mucha reflexión, se dio cuenta que no le interesaba cubrir aperturas de nuevos restaurantes excesivamente costosos o reportar cómo un turista americano se había asfixiado en algún puesto ambulante de comida clandestina o de dudosa procedencia.

 

Así pues, había conseguido notas muy interesantes sobre robos en almacenes y asesinatos mientras se escabullía por los cubículos de los agentes policiacos o escuchaba por detrás de las puertas. Otras veces lograba convencer a los agentes para que le diesen detalles exclusivos de los casos que estuviesen investigando. Era jodidamente bueno en su trabajo.

 

También era famoso en la empresa por siempre verificar la procedencia de sus reportajes, siempre en busca de la verdad y mantenerse al margen del amarillismo. Aunque su principal objetivo era informar, no quería cometer el error de dar una noticia de la cual no estuviese cien por ciento seguro de su veracidad y dañar a terceras personas.

 

Ese era Byun BaekHyun, quien luego de año y medio de estar detrás de pequeñas notas, había logrado reportar su primera gran noticia acerca del fraude cometido por una de las empresas más grandes de Corea y sobre cómo había logrado evadir impuestos por más de veinte años gracias a las influencias políticas que tenía el director y dueño del grupo Jung.

 

Los había enterrado con evidencia irrefutable que consiguió gracias a sus contactos, quienes por supuesto, permanecieron como anónimos. No iba a mentir, le gustaba estar frente a la cámara por lo que no rechistó cuando finalmente le ofrecieron el puesto de presentador de noticias, especialmente porque le habían dejado a cargo de una unidad de reporteros, con quienes contaba para seguir haciendo aquello que tanto amaba.

 

Todos los reportajes pasaban por la oficina que BaekHyun tenía en el área de prensa para ser aprobada y luego pasarla a las unidades respectivas. Así había pasado por dos años, siendo la cara de Noticias BHB hasta que su padre de un día para otro decidió heredarle en vida, poniendo todas las acciones de BHB a nombre de BaekHyun y dándole el cargo de director general de la corporación.

 

No estaba preparado para eso, no se lo esperaba y se lo dejó claro a su padre el día en el que reunió a toda su familia para anunciar su decisión. BaekHyun sabía perfectamente que él sería quien estaría a cargo de la empresa, lo supo desde sus dieciocho años, cuando su hermano mayor, BaekBoom, había decidido que no quería estar en el campo de las comunicaciones y no se haría cargo de la empresa ni de coña.

 

A sus veinticinco años, a BaekHyun le costó mucho acostumbrarse a ser el jefe de todos los presentes en el colosal edificio. Siempre había existido alguien por encima de él, alguien a quien rendirle cuenta por sus errores y le corrigiese, pero a partir de ese momento, al único que tenía que rendirle cuentas era a sí mismo.

 

Y eso era mucho peor.

 

Se había convertido en el director general más joven en los últimos treinta y cinco años, sin embargo, tenía sus ventajas. Decidió que quería seguir presentando noticias y que también quería estar al tanto de todo lo que hacía el equipo de periodismo, por lo que siempre estaba con las narices puestas en ese departamento.

 

Al principio de la transición, a todos los empleados les había costado mucho ver a BaekHyun como el máximo jefe, pero al final se habían acostumbrado a ver al pequeño y bien parecido hombre pasearse por todo el edificio con su asistente siguiéndole tres pasos por detrás.

 

Nadie lo sabía, pero KyungSoo y BaekHyun eran muy buenos amigos desde la infancia, sin embargo, mantenían una relación jefe-empleado en todo momento, por lo menos hasta que entraban al despacho del castaño, dónde KyungSoo se transformaba en el maldito hijo de puta capaz de mandar a su “jefe” a tomar por culo si así lo sentía necesario.

 

—Eres un pequeño demonio, Soo. A mí no me engañas. —Solía decirle BaekHyun cada cierto tiempo. El mencionado se limitaba a sonreír soberbiamente ante el comentario.

 

El pequeño hombre era su mano derecha, tanto dentro como fuera de la compañía. KyungSoo se había encargado de manejar su agenda tan meticulosamente como para dejarle espacio para realizar todas las actividades que el mismo BaekHyun se había impuesto, y aunque al inicio a ambos les había costado el ponerse de acuerdo, lograron hacerlo funcionar.

 

Era gracias a KyungSoo que, en esos momentos, el BaekHyun de veintisiete años se encontraba tomando el ascensor hacia el tercer piso de su colosal edificio, hacia el foro de noticias. El castaño no estaba seguro en qué momento su semblante empezó a inspirar respeto entre sus empleados, quienes hacían pequeñas y torpes reverencias cada que lo veían pasar, pero lo hacía.

 

Se dirigió al área de maquillaje mientras su asistente le tendía el libreto del noticiero, echándole un vistazo mientras la maquillista lo embadurnaba de base cosmética y polvos para matizarle el rostro.

 

Suspiró por enésima vez en el día mientras trataba de ignorar cómo la mujer que se encargaba de maquillarle, babeaba por él como todos los días. Paseaba sus ojos por las palabras impresas en el papel, mientras se detenía sobre esa noticia que tanto quería evitar, esa que se le había sido arrebatada por la competencia, su preciado reportaje.

 

Antes del incidente, había estado esperando presentar aquella nota, porque él mismo se había encargado de verificar cada hecho y conseguir entrevistas exclusivas. Iba a ser el primero en destapar la corrupción cometida por el Ministro de Defensa, quien había malgastado los fondos públicos en bienes personales, derrochando el maldito dinero en un auto último modelo y una mansión de dos hectáreas a las afueras de Seúl.

 

Eran todos unos bastardos.

 

—Listo. —exclamó la maquillista con una estúpida sonrisa dibujada en su rostro, sacando a BaekHyun de sus pensamientos.

 

—Cambia esa cara. —le susurró KyungSoo al oído, de manera que solo él pudiera oírlo. Gruñó en respuesta.

 

Tomó su lugar frente a las cámaras mientras esperaba que dieran la señal para entrar al aire, detrás del teleprompter estaba su pequeño asistente, sonriéndole nuevamente de manera malévola, haciéndole enarcar una ceja en una pregunta silenciosa sobre el por qué estaba de ese humor.

 

—¡Al aire en cinco… cuatro...! —avisó el productor, haciendo que BaekHyun cambiase de un segundo al otro su semblante por uno serio. —…tres, dos… —hizo ademan para contar el número “uno” en silencio mientras el indicador que recitaba “al aire” encendía su singular luz roja.

 

Sabía qué hacer, llevaba haciendo lo mismo por los últimos años. Sabía controlarse y sonreír hipócritamente a la cámara si era necesario, aunque en esos momentos agradecía el ser presentador de noticias y no tener que recurrir a eso, por lo menos no hasta que le diera el espacio a la presentadora de espectáculos y tuviera que reír de sus malos chiste sobre los idols o algo por el estilo. Debía alejar cualquier emoción de su rostro, ya fuese positiva o negativa. Aunque, ¿qué eran las emociones positivas en realidad? Tampoco sabría decirlo.

 

Leía todas aquellas palabras que recitaba el teleprompter por pura inercia, saludando a la audiencia como era de costumbre, con el mismo tono de voz tan monótono de siempre. Los acusadores ojos de KyungSoo no lo habían dejado de observar ni un segundo, haciéndole sentir esa sensación extraña de querer evitar al pequeño hombre cuando todo terminara.

 

Balbuceó.

 

BaekHyun balbuceó al momento de llegar al reportaje que había querido borrar del guion desde que recibió la fatídica noticia esa mañana. Balbuceó nuevamente y luego no lo dudó, mandó a cortes comerciales antes del tiempo, no fue capaz de hacerlo como las pasadas veces. Le acababa de regalar una exclusiva a YCP. Sin embargo, no se arrepentía, no pensaba volver a pasar por la misma vergüenza que ya había estado pasando meses anteriores y numerosas veces.

 

El productor estaba a punto de preguntarle qué mierda acababa de suceder cuando se encontró con el rígido semblante del castaño, intimidante como nunca antes había estado, porque a pesar que había hecho lo que creía mejor, seguía enojado consigo mismo.

 

Y también con Park ChanYeol.

 

Terminó la hora de noticias sin mencionar nada al respecto, actuando como nunca antes lo había hecho en su maldita vida. Se mantenía serio durante los reportajes de gravedad y relevancia, sonreía cuando era necesario y reía cuando debía hacerlo. Nadie que no fuese del equipo de producción pudiese haber sospechado nada sobre el reportaje robado.

 

Salió a zancadas del foro sin voltear a ver a nadie en cuanto el indicador rojo de “Al aire” se hubo apagado y las cámaras habían sido desconectadas. KyungSoo le seguía por los pasillos muy por detrás debido a la rapidez de los pasos de su jefe que raras veces solía tener. Lo más estresante para el pelinegro era el no poder gritarle al bastardo porque eso violaría rotundamente su política de permanecer como su jodido y pobre asistente ante los demás empleados.

 

Unos expectantes y profundos ojos se posaron sobre el pequeño hombre atractivo de cabello castaño que acababa de entrar por la robusta puerta de madera, al parecer no se había percatado de la presencia de alguien más en su despacho, pues había empezado a hacer una rabieta digna de un infante de cinco años al cual se le había negado su caramelo preferido.

 

Al hombre le hubiese gustado mucho burlarse del castaño, de no haber sido interrumpido por un tercero a quien reconoció por su voz como KyungSoo, quien reprendía las acciones del dueño de la oficina.

 

—¡Joder, Baek! —reprochó. —¡No tenías que salir así del foro! ¡¿Y qué coño haces?! —preguntó exaltado al ver al castaño tirar todas las cosas de su escritorio con furia, completamente sorprendido.

 

—Vete, Soo. —se limitó a decir mientras se dedicaba a darle la espalda al susodicho. BaekHyun pasó ambas manos sobre su cabello, quitándolo de por encima de su rostro, en un intento desesperado de tranquilizar sus nervios.

 

—Hay algo que debo decirte, Baek… —trató de expresar antes de ser interrumpido por el carraspeo del discreto y silencioso espectador. BaekHyun volteó bruscamente al percatarse que ese sonido no provenía de su asistente.

 

Observó al alto hombre que se acercaba lentamente hacia el centro de la estancia, el tipo lo observaba con sus intensos ojos oscuros. BaekHyun sintió sus rodillas temblar levemente al encontrarse con la penetrante mirada del alto, quien vestía totalmente de negro de pies a cabeza, haciéndolo ver jodidamente bien con esa camisa de cuello alto la cual usaba por debajo de una americana que le ajustaba a la perfección.

 

El plateado cabello del gigante iba perfectamente peinado hacia atrás, haciendo sobresalir sus grandes orejas, sin embargo, no le restaban atractivo alguno al hombre. BaekHyun se estaba reprochando en sus adentros, porque había reconocido al intruso y era nadie más que Park ChanYeol, el bastardo al que llevaba maldiciendo por meses.

 

KyungSoo se apresuró en ponerse por detrás de su jefe, como si se tratase de alguna especie de escudo humano y acercándose a su oído.

 

—Iba a decírtelo, Baek. —susurró. —Pero saliste corriendo y joder, ibas demasiado rápido. —trató de excusarse mientras seguían siendo observados por ChanYeol. Alzó una mano en señal que no quería oír más de esa mierda.

 

—No digas más, Soo. —dijo sin despegar por un segundo el contacto visual que mantenía con el alto, en alguna clase de batalla silenciosa que solo ellos entendían. —Retírate. —ordenó. KyungSoo se limitó a hacer una reverencia a ambos para luego salir del despacho.

 

ChanYeol fue el primero en romper el contacto visual, paseándose por toda la estancia mientras la observaba detenidamente. BaekHyun suspiró silenciosamente, observando por un momento, todo el recorrido del alto hasta que decidió por acabar con esa situación de una vez, carraspeando fuertemente para llamar su atención.

 

—¿A qué debo su agradable presencia, Sr. Park? —expresó sarcásticamente mientras tomaba asiento sobre su elegante e imponente silla negra.

 

—Por favor. —dijo mientras ladeaba una sonrisa que hizo que a BaekHyun se le detuviera el corazón durante una fracción de segundo, el cual supo disimular muy bien. —El Sr. Park era mi padre. —aclaró. —Dime ChanYeol. —aclaró mientras tomaba asiento sobre una de las sillas frente al robusto escritorio del castaño.

 

—Soy fanático de las formalidades. —respondió.

 

—Está bien. —rió levemente, divertido.

 

—¿Y bien?

 

—Creo haber sido llamado por tu asistente. ¿Do KyungSoo, no es así?

 

—Ya veo. —susurró, maldiciendo al gilipollas de su amigo en un murmullo. —Entonces no me queda de otra más que disculparme, debió cometer un error. —se forzó a sonreír mientras se ponía de pie para tenderle la mano al bastardo que yacía sentado frente a su escritorio, despidiéndole cortésmente.

 

—Él… —mencionó desviando su mirada, haciendo que BaekHyun bajara su mano, observándole curioso. —comentó algo sobre unos reportajes plagiados. —declaró regresando su penetrante mirada hacia el castaño, haciéndole sentarse nuevamente.

 

—Sobre eso…

 

—Acepto tus disculpas. —interrumpió.

 

—¿Perdón? —preguntó estupefacto, para asegurarse si había escuchado bien.

 

—Sí —sonrió. —Me preguntaba hasta cuando se cansarían de robar nuestras notas y…

 

—Debes estar bromeando. ¿No es así? —fue turno de BaekHyun en interrumpir al contrario abruptamente, realmente estaba sorprendido por las palabras del alto y quería esforzarse en creer que le estaba tomando el pelo.

 

—¿Dejamos las formalidades? —enarcó una ceja, sonriendo burlonamente. —No… —prosiguió. —No estoy bromeando, BaekHyun. —el susodicho bufó, irritado.

 

—Pues no puedes aceptar disculpas inexistentes. —chilló. El contrario borró la sonrisa de su rostro, extrañado. —Tú eres quien ha estado plagiando nuestros reportajes. —acusó.

 

—¿Bromeas, cierto? —BaekHyun bufó irónicamente por el repentino cambio de roles.

 

—No bromeo con ésta clase de cosas. —afirmó seriamente. —No estoy seguro qué clase de juego estés jugando, Park… —expresó —Pero ten por seguro que no ganarás. —afirmó ladeando una sonrisa retadora a ChanYeol, quien le respondió con una similar.

 

—Bien. —dijo asintiendo. —Lo tomaré como una declaración de guerra. —rió. BaekHyun enarcó su ceja nuevamente. —Pero… —se detuvo unos segundos, haciendo como si estuviera pensando algo. —Yo nunca pierdo, BaekHyun. —Sonrió retadoramente.

 

—Qué curioso… —dijo mientras se levantaba de su asiento. —Porque yo tampoco estoy acostumbrado a perder, ChanYeol.

 

Sonrió. BaekHyun había sido la única persona capaz de retarle, por lo que verdaderamente quería ver qué era lo que el pequeño y atractivo hombre estaba dispuesto a dispararle. Salió de la estancia haciendo una reverencia que a BaekHyun le pareció un gesto burlesco y altanero más que de respeto.

 

Y tenía razón.

 

Los empleados miraron de reojo mientras ChanYeol cerraba la puerta del despacho, se giró sonriendo como el gilipollas que era mientras hacía nuevamente una reverencia, ésta vez dirigida a los curiosos espectadores que se preguntaban qué cojones hacía ahí el director de YCP Ent.

 

KyungSoo por su lado, tragó en seco mientras observaba al gigante tomar el ascensor. Debía admitir que se había pasado ésta vez al llamar al imbécil de ChanYeol para que hablase de una vez por todas con su amigo y arreglaran su jodido mal entendido. No habían arreglado nada, estaba seguro de eso pues el bastardo de ChanYeol se lo hizo saber con la maldita sonrisa de hijo de puta que le había dedicado.

 

El pobre se debatía si era conveniente o no entrar en ese momento a la oficina de su jefe, pero el susodicho salió de su despacho minutos después, dejándolo con oportunidades nulas de decidir qué hacer.  Se fue detrás de él, como era de costumbre.

 

En todo el camino el castaño no pronunció palabra alguna, ni siquiera cuando tomaron el ascensor, que era uno de los lugares en los que BaekHyun solía perder las formalidades y bromear con el contrario si se encontraban solos. KyungSoo empezaba a temer por su integridad humana pues nunca había visto al castaño en aquel estado, principalmente porque él solía ser su confidente, mano derecha y muchas veces, hasta su consciencia.

 

—¿Baek? —se atrevió a decir. El mencionado solo subió su mano a la altura de su hombro sin decir nada.

 

Debía estar pasando un verdadero martirio, porque el pobre KyunSoo no se percató en qué momento llegaron a la planta baja del edificio hasta que BaekHyun salió del ascensor mientras caminaba rápidamente por la recepción con cara de pocos amigos. Salieron por entre la enorme puerta de cristal, dónde uno de los empleados ya esperaba a BaekHyun con las llaves de su auto en mano.

 

Seguramente era el día de mala suerte para el castaño, pues ahí estaba ChanYeol nuevamente, al otro lado de la calle mientras subía a su auto de igual manera. El peligris le regalo otra de sus muchas sonrisas, haciendo que BaekHyun maldijera por lo bajo mientras le arrebataba las llaves de su coche a su subordinado.

 

—Sube. —le ordenó a su asistente mientras le abría toscamente la puerta del copiloto, sin romper el contacto visual que mantenía con ChanYeol. KyungSoo entró sin rechistar, no tenía opción.

 

BaekHyun se dirigió hacia la puerta del conductor, ignorando el saludo que ChanYeol le había proporcionado en ese momento, subiéndose a su auto. Arrancó rápidamente, alejándose de los colosales edificios de la YCP Ent. Y la BHB Corp, mientras un silencioso KyungSoo miraba al temerario conductor por el rabillo del ojo.

 

Se detuvieron de un frenazo frente al semáforo que acababa de cambiar a rojo, haciendo maldecir al castaño, quien golpeó sin piedad alguna el timón con su puño cerrado.

 

—¡Joder! —gritó. —¡Me cago en la puta! —gruñó exasperado. El aludido estremeció.

 

—Baek… —balbuceó. —realmente lo siento, debí haberte comentado lo de Park… Yo… —comentó de manera rápida, atropellando sus propias palabras.

 

—Soo…

 

—Cuando hablé con él y su asistente todo parecía ir bien, aceptó sin protestar…

 

—KyungSoo… —volvió a mencionar, expectante del semáforo, el cual seguía en rojo.

 

—Creí que todo estaba claro, la razón de su visita, pero… —no escuchaba —¡Ese bastardo! Se burló de mí, lo sé… Baek…

 

—¡Mierda, KyungSoo! —gritó para hacerse escuchar, pues el susodicho estaba hundido en su estúpida y patética disculpa que no era capaz de escuchar lo que BaekHyun tenía para decirle. El semáforo volvió a cambiar, dándole luz verde para seguir su camino. KyungSoo finalmente calló, observando el rostro de su acompañante. El castaño suspiró. —No te disculpes, ¿quieres? De igual manera nuestro encuentro se iba a dar en algún momento. —dijo más tranquilo mientras cruzaba hacia la derecha, luego, suspiró.

 

—¿No estás molesto? —cuestionó extrañado, con su entrecejo fruncido.

 

—Claro que lo estoy. —aseguró. —No dejaré que ese bastardo de Park ChanYeol gane.

 

***

 

ChanYeol caminaba seguro por la recepción de YCP, como todas las mañanas. Y como todas las mañanas, iba retrasado una hora, pero eso al alto realmente lo tenía sin cuidado. Tomó el ascensor hasta el último piso del edificio y como era de costumbre, al abrirse, JongDae le esperaba sentado en su escritorio, poniéndose de pie al verle entrar a la estancia, haciéndole una reverencia.

 

ChanYeol siguió de largo, caminando entre los otros cubículos del personal con JongDae por detrás de él.

 

—¿Han vuelto a duplicar nuestro reportaje? —preguntó soltando una risa altanera mientras entraba a su despacho.

 

—Yeol… —mencionó JongDae mientras tomaba asiento frente al escritorio del gigante. —No sé qué coño hablaste ayer con el pequeño Byun-Baek… —comentó frunciendo su entrecejo. —Pero al parecer encendiste algo dentro de él. —ladeó una sonrisa burlesca.

 

—¿Qué hablas?

 

—Digo, es que el tipo ha aparecido en el noticiero matutino con una exclusiva de puta madre. —ensanchó su sonrisa felina, observando como su jefe tomaba su asiento respectivo por detrás del escritorio.

 

—¿BaekHyun ha salido en el matutino? —frunció el ceño. —¿Qué exclusiva?

 

—Eres gilipollas. ¡Lo supieras si vinieras a tiempo a la puta oficina! —recriminó. —Me pareció muy extraño verlo en la edición de las siete así que me quedé viéndolo. —explicó. —Debo admitir que nunca se me hubiese ocurrido revisar todas las CCTV de los alrededores, fue una buena táctica.

 

—Joder, déjate de mierdas. Escúpelo.

 

—Lo que quiero decir… —aclaró su garganta. —Es que dio un muy buen golpe, bajo, pero muy bueno, porque prácticamente nos ha dejado como unos viles mentirosos con respecto a las putas tomas “exclusivas” que tus jodidos reporteros mostraron ayer en el noticiero vespertino.

 

—¿Qué coño? —cuestionó frunciendo el entrecejo.

 

—Al parecer las tomas que YooRa presentó ayer en el noticiero eran un ruin montaje, una mierda... ¡De la más grande que existe! —exclamó haciendo ademanes exagerados.

 

—¡¿Un montaje?! ¡No me jodas, Chen! —exclamó subiendo la mano hacia su entrecejo, frustrado. —No juegues así.

 

—No es coña, Yeol. —afirmó cambiando su semblante por uno serio. —Te lo dije. ¿No es así? —recriminó. El aludido hundió su rostro entre las palmas de sus manos. —¡Te dije que te quedaras supervisando la mierda que reportaban esos bastardos inútiles! —gritó. —¡Pero me ignoraste, dejaste el departamento de prensa por irte detrás del culo de aquella chica!

 

—¡Sí, sí, lo sé! —explotó levantándose de su silla bruscamente —¡Sé perfectamente lo que dijiste, joder!

 

—¡¿Entonces de qué te sorprendes?! ¡Deja de ir a meter las narices a los putos shows infames sin sentido y regresa a lo que se supone que deberías hacer!

 

—Ugh… Sabes que eso no me gusta.

 

—Eso ni tú te lo crees. —reprochó arrugando la nariz. —No sé qué coño pasó para que te dejara de apasionar el periodismo de un día para otro… —comentó más para sí mismo que para su jefe. —pero debes regresar. Si no, BHB nos mandará a la mierda.

 

El alto suspiró profundamente, sabía que JongDae tenía la jodida razón, sin embargo, no le apetecía regresar a la mierda del periodismo, no se sentía preparado aún. No quería, pero era estúpidamente necesario, de igual manera, era algo que no podía evitar y que sabía que algún día iba a suceder. Byun BaekHyun lo había retado y aunque creyó que podría superar al castaño fácilmente, sin meter sus narices por completo en el departamento de prensa o en el mismo noticiero por completo, se acababa de percatar que eso sería imposible. Debía enfrentar al pequeño hombre él mismo.

 

A pesar que ChanYeol era un tipo sumamente seguro de sí mismo, con cierto aire de superioridad y potencialmente altanero, nunca se había atrevido a decirle a nadie por qué se alejó totalmente del periodismo, ni siquiera a JongDae, quien había sido su mejor amigo desde que eran unos infantes.  Nadie más que el mismo Park ChanYeol conocía esa historia, se había encargado que así fuera.

 

En el transcurso de la mañana, no pudo evitar sentirse como la mierda más grande del jodido universo, realmente la había cagado. Desde hacía ya varios meses, BHB Corp. se había encargado de robar sus reportajes más importantes, sin embargo, era una suerte que siempre transmitían la exclusiva antes que la competencia, dejando al noticiero de su ahora más grande rival, como unos miserables patanes que plagiaban todo aquello que fuese capaz de subirles el rating.

 

BaekHyun había hecho una buena jugada, admirable y detestable al mismo tiempo. El peligris en ese momento se encontraba de camino al departamento de periodismo, en busca del grupo de idiotas que habían sido lo suficientemente estúpidos como para no revisar que el maldito vídeo era un montaje, o que peor aún, hubiesen sido ellos quiénes habían realizado tal atrocidad de alterar una noticia.

 

Aunque todo el mundo estaba de acuerdo con que Park ChanYeol era un idiota altanero, prepotente, gilipollas y alguien a quien seguramente le quisieras reventar las pelotas, nadie podía negar que, a pesar de todo, el tipo tenía ciertos principios y uno de esos era siempre hablar con la verdad cuando se trataba de informar temas de relevancia a los televidentes. Estaba en contra del amarillismo a menos que fuese totalmente necesario.

 

Entró con la mirada de todos los empleados sobre él, porque joder, su aura era tensa y tenía una expresión de miedo, como a punto de darle un puñetazo a cualquiera que tuviera el descaro de ponerse frente a él. ChanYeol nunca revisaba las notas, noticias o reportajes del canal, era YooRa quien se encargaba de eso, por lo que se dirigió directamente a la oficina de su hermana, quién le fulminó con la mirada en cuanto le vio cruzar la gruesa puerta de cristal tintado.

 

—¿Qué crees que haces aquí, Yeol? —cuestionó entrecerrando sus ojos.

 

—¿En serio creías que luego de la mierda que sucedió hoy en la mañana no me iba a aparecer por aquí? —dijo observando a YooRa con rostro inexpresivo. YooRa tragó en seco ante la seriedad de su pequeño hermano. —levántate. —ordenó.

 

—¿Qué dices? —preguntó sorprendida.

 

—He dicho que te levantes. —YooRa obedeció ésta vez sin protestar. ChanYeol tomó asiento sobre la silla que acababa de estar siendo ocupada por la más baja.

 

El alto suspiró. Revisó los reportajes que yacían en el escritorio, con los curiosos ojos de YooRa observándole cuidadosamente. Entró en el sistema del ordenador, no era necesario que la susodicha le dijera en dónde se encontraba cada cosa, esa oficina le había pertenecido años atrás, antes que se le fuera dado el puesto de presentadora de noticias a su hermana.

 

—¿No revisas éstas mierdas? —preguntó sin despegar sus ojos de la pantalla.

 

—Claro que lo hago. —afirmó frunciendo el ceño.

 

—No parece.

 

—¿Perdona?

 

—No te perdono.

 

—No estaba pidiendo disculpas, imbécil.

 

—¿Sabes lo mucho que nos ha costado tu pequeño error? —reprochó mientras posaba sus profundos ojos sobre la mujer que se encontraba sentada frente a él al otro lado del escritorio. —Incluso podrían levantar una demanda por difamación en nuestra contra.

 

—No ha sido mi culpa. —trató de excusarse.

 

—Claro que lo ha sido, YooRa. —sentenció. —Es tú trabajo revisar cada uno de los reportajes, notas y demás mierdas que pasan por ésta jodida oficina. —expresó subiendo su tono de voz cada vez más con cada palabra. —¡Confié en ti! —condenó gritando, furioso.

 

—¡No es mi culpa, joder! —gritó igualmente. —¡No es mi culpa que hayas mandado a tomar por culo el periodismo así de la nada! —acusó. —¡Realmente no es mi culpa, Yeol!

 

YooRa dio justo en el clavo, en ese punto sensible del alto, inmutándolo. ¿Era realmente necesario que todos le recordaran ese “insignificante” evento de su pasado? Ya se sentía lo suficiente mal como para que todo el mundo le estuviera tocando los cojones con ese tema.

 

ChanYeol era bueno siendo periodista, a decir verdad, la palabra “bueno” le quedaba demasiado corta. Se había graduado con honores de una universidad de alto prestigio en la sociedad coreana y había entrado en YCP Ent. desde muy temprana edad. Era de conocimiento público que el pequeño Park ChanYeol heredaría la empresa de telecomunicaciones de su familia y que su hermana mayor, por otro lado, heredaría la cadena de almacenes de la familia Park. Era un trato justo, conveniente y para todos estaba perfecto.

 

Había pasado dos horas revisando viejos reportes y cada segundo se arrepentía más de haber dejado a YooRa como encargada del noticiero. Muchas de las noticias y notas eran insulsas, sosas y aburridas. Otras eran extremadamente lo contrario, demasiado densas, amarillistas, como sacadas de una mala novela detectivesca o ciencia ficción. Quería que alguien milagrosamente llegara y le diera un tiro, acabando con su tortura autoimpuesta.

 

—Escuché que habías bajado del olimpo, al mundo de los mortales. —dijo una melodiosa voz.

 

—Eso parece. —respondió posando su mirada hacia el dueño de aquella voz, quien yacía recostada sobre la puerta semiabierta. —Claro que es JongDae quien se siente inmortal sin importar dónde esté.

 

—Lo sé —rió, divertido ante el comentario del gigante —¿Almorzamos juntos? —preguntó segundos después, con una sonrisa en su rostro.

 

—Claro. —afirmó ladeando una sonrisa, mientras dejaba los papeles que estaba leyendo, puestos sobre el escritorio.

 

***

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí, gracias por leer.

El fic está terminado, así que las actualizaciones serán regulares. (?)

 

 

Nos leemos pronto ~


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