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Christmas Wish - Bennoda por Mika Bennoda

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Notas del fanfic:

Ya sé que la canción es trillada, ya sé que es demasiado gay, ya sé que parece una de esas películas de navidad con finales felices pero bueh... yo solo quería decirles que les deseo lo mejor en esta navidad y que el año Nuevo sea aun mejor para todos nosotros. Levanto mi copita *sin alcohol* desde argentina para ustedes. Los quiero 

Notas del capitulo:

Ya sé que la canción es trillada, ya sé que es demasiado gay, ya sé que parece una de esas películas de navidad con finales felices pero bueh... yo solo quería decirles que les deseo lo mejor en esta navidad y que el año Nuevo sea aun mejor para todos nosotros. Levanto mi copita *sin alcohol* desde argentina para ustedes. Los quiero 

 

We wish you a Merry Christmas, 

 

We wish you a Merry Christmas,

 

We wish you a Merry Christmas,

 

And a Happy New Year.

 

Good tidings to you,

 

and all of your kin, 

 

Good tidings for Christmas,

 

And a Happy New Year.

 

 

 

-¿Creen que podríamos reunirnos para navidad? –pregunta Mike, tras la improvisada entonación de villancicos con sus amigos en el estudio. El primero en responderle es Farrell.

 

-¿Reunirnos para navidad? No es por ser aguafiestas pero... no lo creo. Las niñas y mi esposa nos merecemos un día especial en familia, totalmente ajenos a la banda. Si nos encontramos todos juntos, estoy seguro que pasara lo mismo que en el almuerzo comunitario del año pasado para navidad que organizamos con Brad. –dice el pelirrojo con una mueca entre asustado y disgustado por el recuerdo.

 

En efecto, a Mike se le ocurrió la brillante idea de montar un mini escenario para la batería de Rob y algunos parlantes, así que terminaron cantando y la gente empezó a pedirles autógrafos, en pleno evento comunitario. Luego de una hora, no podían encontrar a Chester entre la fanaticada. Al parecer alguien había hecho una cadena de mensajes para que todos los soldiers de Los Ángeles puedan ir a ver el "Concierto Gratis de villancicos de Linkin Park". Pero claro que ese no era el suceso que más le preocupara a Phi, podrían perder a Chester por un día entero y sabrían que el chico estaría bien, sino que entre una y otra chica que pedía autógrafos, llegó una en especial. Una rubia de pechos grandes, atractiva si se lo preguntan, robándole un beso de la boca descaradamente frente a su esposa, causando una gran pelea que duró hasta la fiesta del año nuevo.

 

-De ningún modo, yo voy a pasar la Noche Buena con mi esposa, con mi par de hijas, y al día siguiente abriremos los regalos que le pidieron a Santa. –dijo el pelirrojo, como planificando perfectamente todo para que no vuelva a ocurrir como la última vez. –Y ustedes también con sus familias, ¡somos todos felices!

 

-Ah... sí. Quisiera que fuese así de fácil. –dijo Shinoda, haciéndose notar preocupado. –El punto es que Anna no estará porque su viaje de vuelta esta cancelado, mis padres están en una segunda luna de miel, y mi hermano... bueno, él está en Canadá con su novia. Mi única familia en estos momentos son ustedes, chicos.

 

-Viajare con Karen a pasar tiempo con su familia. –informó Hahn, antes de que pregunte si estaba disponible. Observó a Rob una milésima de segundo y él con solo una palabra, dio a entender su rotundo no.

 

-Calabasas.

 

El lugar de donde era oriundo Bourdie, donde daba dos pasos y sus ex novias le saludaban. Tenía una en cada tienda o lugar al que visitaba, curiosamente con todas tenía una buena relación. Todos los años sin excepciones iba a visitar a su hermano en las fiestas, pero era judío. Ir a pasar las fiestas con un judío era como no festejarlas, finalmente. La navidad era una simple excusa para que en la banda se intercambien regalos, y para que él pase tiempo con su familia.

 

Todos tenían una familia con quien pasar la navidad, para Mike era frustrante tener que estar preguntando "¿Pudo pasar la navidad contigo?, es que no tengo familia este año. Mi esposa esta en Nueva York". Entonces se le ocurrió preguntar a Brad que planes tenía para dentro de dos días, que es cuando sería Noche Buena.

 

-Familia, Mike. Pasare la navidad con ellos en Agoura. –dijo el hombre pálido. ¡Debe ser un chiste! ¿Tendría que resignarse a pasar la navidad solo? –Pero quizá, quieras venir. Ya sabes, estarán mis padres, abuelos, hermanos...

 

Luego de meditarlo cautelosamente dio su negativa. La pasaría aun peor con los abuelos Delson preguntando cada dos por tres su nombre y que hacía con ellos, porque ya eran viejos y ni siquiera recordaban que desde los doce años siempre vagaban esos pasillos con Brad. Luego estarían sus padres recordando sus vergüenzas de adolescente en la sobre mesa. Y finalmente los hermanos mayores de Brad bromeando de cuantas estupideces se les ocurra. No era por nada, pero siempre Bradford sobresalió entre ellos, como alguien más calmado, y a la vez alegre en el buen sentido de reírse contigo y no de ti. Si fueran solo Elisa, él y su pequeño niño, habría aceptado.

 

Para terminar, observó a su última esperanza con su mejor cara de súplica. De tanto llorar estaba dormitando en ese sofá, se veía realmente triste y a la vez molesto. Ni siquiera quiso cantar, para que tengan una idea de su estado anímico.

 

-¿Qué mierda quieres Shinizle? –dijo con esa voz de enojado que solo se hacía presente cuando en verdad pensaba que el mundo se le estaba cayendo encima, y eso solo lo podía causar Samantha.

 

-¿Quieres pasar la noche buena conmigo, Chazzy? –preguntó, lo más dulce que pudo, a ver si su semblante cambiaba, más el tatuado frunció el ceño y tomó nuevamente su teléfono celular.

 

-No. –simplemente pronunció, tan cortante y frio como pudo. Luego de pulsar algunos botones más e ignorarlo de manera sublime, puso el aparato a un lado de su cabeza, cerca de su oído.

 

Mientras miraba fijamente el techo del estudio, suspiró, esperando ser atendido de una maldita vez. Ya había intentado cuatro veces desde que repentinamente le colgaron, se empezaba a hartar de toda la situación.

 

-Al fin contestas, Sami. –dijo con una artificial voz alegre, intentando opacar su melancolía. –Déjame hablar con Draven. –una pausa pequeña. -¡¿Pero por qué no?! –se escandalizo, quedando sentado en el mueble casi automáticamente. Mike simplemente se alejó, hasta una distancia prudente para seguir la charla de cerca. –Mira, Samantha, el hecho de que puedas pasar unos días con mi hijo no significa que tengas que alejarlo de mí, ¡solo es una puta llamada! –. Y ahí se fue todo su autocontrol. Pero al parecer dio resultado porque su furia fue remplazada por felicidad al escuchar la voz infantil, quien preguntaba insistentemente por no podía estar con sus otros dos hermanos mayores adornando un arbolito de pino en la casa de su abuelo Arthur. La palabra mágica para hacer que deje de preguntar por el tema, fue contarle que para año nuevo una guitarra estaba esperándole en el departamento de su padre. Después de muchos besos y abrazos a la distancia, y los "te quiero" tan puros como los hay entre hijos y padres, la llamada finalizó, y con ella se desmoronó el castaño en los brazos del nipón, a llorar por tanto sentimiento y añoranza.

 

We all know that Santa's coming,

 

We all know that Santa's coming,

 

We all know that Santa's coming,

 

And soon will be here.

 

Good tidings to you,

 

And all of your kin,

 

Good tidings for Christmas,

 

And a Happy New Year.

 

Mike volvía de hacer las últimas compras, como era muy malo en la cocina, llamó a Chaz, y este le dio una esquelita detallada de lo que se necesitaba para hacer el clásico pavo navideño. Después de solo un poco de insistencia, el tatuado terminó accediendo a la invitación de Michael. Arregló las cosas con Elka y le pidió que cuide a sus niños, con la maravillosa condición de que los deje a su cargo desde el treinta del friolento diciembre hasta el ocho de enero. Un poco más de una semana para hacerla inolvidable para el pequeño Draven.

 

-We wish you a Merry Christmas, We wish you a Merry Christmas, We wish you a Merry Christmas, And a Happy New Year. –la suave voz del hombre lo tomó por sorpresa justo cuando estaba por sacar la llave de su chaqueta para abrir la puerta y entrar a su hogar. -¡Felices Fiestas, Mikey!

 

-Para ti también. Estás alegre hoy, ¿Qué tal todo? –le preguntó a Chester, quien cantaba teatralmente unos segundos antes.

 

-¡Muy bien! Sam, recapacitó, sabes. Podre pasar la tarde de mañana con Draven.

 

-Eso suena bien. Inclusive podrías traerlo aquí por un rato, ya lo extraño. –dijo Shinoda, haciéndolo pasar. –La casa está tan vacía que enterrarte en la nieve sería más cálido que aquí. Por cierto, agradezco que hayas venido.

 

Luego de la cena que prepararon juntos, la botella de champaña quedó pequeña y se le sumó una más en espera de las doce, que según Chaz, es el horario en que festejan los hispanos y católicos la llegada del niño Jesús al mundo. Eso simbolizaba un nuevo comienzo, la purificación del alma y por sobre todo una enorme muestra de amor. El amor significa un cambio siempre en una persona, por lo cual el más delgado de los dos, insistió en que esperaran la media noche, pidieran algún deseo, agradecieran por todo lo que obtuvieron en el año cursante y se pusieran metas para cumplir. En su caso, pidió ser mejor persona y padre, cuando levantó la copa y agradeció unas tres veces el hecho de haberse alejado de las drogas el último año. Finalmente como un niño pequeño su sonrisa se ensanchó cuando de una bolsa sacó una pequeña caja de unos siete centímetros; un perfecto cubo. Quería explotar algún juego artificial para cerrar el ritual que su amiga Talinda le había comentado que hacían en México, la tierra de sus abuelos, cada año.

 

-¿Qué no son solo para el 4 de julio? –replicó Shinoda, a lo que corriendo despavoridamente por su encendedor, Chaz le dijo que era un amargado.

 

Redoblando la apuesta fue a revisar la bolsa de su amigo y encontró lo que parecía ser un par de petardos. Encendiéndolo rápidamente se lo tiró a los pies de Bennington, quien le dedico un sinfín de groserías por asustarlo. Luego de reírse se acercó al tatuado que estaba nuevamente claudicado en medio de la nieve con la pequeña cajita.

 

-Bien, ¿estás listo? –preguntó, más nervioso que cualquier otra cosa. –Nunca prendí uno de estos. Creo que esta al revés. –advirtió en un murmullo avergonzado, pues ya lo había encendido la mecha.

 

-¡¿Qué?! ¡Eres un completo idiota, Charles! –gritó asustado, al mismo tiempo en que las bolas de luces recorrían entre sus zapatos. Chester lo había puesto apuntando hacia ellos.

 

-¡Corre! –fue lo único que pudo decir Bennington, pues salió disparado hacia la casa, aferrando la mano de Michael con la suya.

 

La idea fue estúpida sí, pero era una alternativa fresca y divertida si no estás acostumbrado a tal festejo navideño. Además, nadie en ese lugar podía decirles que estaba mal lo que hacían, la casa de Mike era grande y estaba alejado de las demás, así que eran como dos niños jugando en un palacio, solo para ellos. Para poder hacer lo que quisiesen sin ser interrumpidos.

 

Cuando lograron abrir la puerta, cruzaron y se sentaron en el suelo, volviéndola a cerrar inmediatamente. ¿Quién diría que esos simples siete centímetros hicieran ruidos de bala hasta por cincuenta veces seguidas?

 

-Estás completamente loco. –dijo Michael entre risas. No hacía falta decir que el champaña lo había vuelto un completo irresponsable que le seguía la corriente a Chaz.

 

-¿Por qué dejaste que lo haga? –preguntó riendo aún más el cantante.

 

Pasados los segundos su descontrolada risa fue calmándose, estaban ambos en el piso, muy cerca uno del otro y sus miradas se cruzaron para enrojecer mucho al darse cuenta de un pequeño detalle; sus manos estaban entrelazadas, intercalándose perfectamente entre los dedos de uno y otro.

 

-Lo siento –se disculpó rápidamente Mike quien parecía el más afectado de los dos, en cuanto a pudor, desasiendo el contacto. –No me di cuenta...

 

-Tranquilo, Mike, sabes que no es nada. –dijo Chester, tratando de quitar la incomodidad.

 

Mike se levantó de golpe y lo dejó solo en el suelo. Lo meditaron unas tres veces cada uno por su lado antes de sentarse de nuevo a la mesa y mirarse cara a cara para ponerse rojos otra vez. Atropelladamente cada uno hablo al mismo tiempo, sonrieron y Chaz le pidió a su amigo que continuara, mas este, avergonzado nuevamente, agacho la mirada y le concedió la palabra al castaño. Era raro verlo así. Chaz dibujo una relajada sonrisa en su rostro cuando sus miradas chocaron, y curiosamente el pelinegro le devolvió el gesto de una manera muy tímida.

 

-Tenemos una gran amistad, sabes. Solo que ciertas veces siento que es más que eso, es como... nunca conocí a alguien como tú, te asemejas a un hermano pero eres mi compañero, mi mejor amigo. –dijo haciendo una breve pausa. Shinoda lo observaba atento, y sus grandes ojos parecían inquietos vagando de un lado a otro para guardar un perfecto recuerdo en su memoria de ese suceso, pues él sabía hacia donde iba la conversación. –Muchas veces desee haberte conocido antes de Sam, pero así se dieron las cosas. –bajó su mirada para pasar un dedo sobre el relieve que dejó su anillo de matrimonio tatuado. Matrimonio roto, que dejo heridas en su corazón, el cual tiene relieves de cicatrices que quieren curar y no se atreven a hacerlo. –Eres muy importante en mi vida, sin ti estaría perdido en este mundo de mierda, tal vez siga como un vagabundo por ahí, inclusive durmiendo en las plazas. –comento, haciendo que rieran juntos.

 

Shinoda agradecía inmensamente esas palabras, escucharlo siempre era bueno, hasta con oírlo decir groserías era feliz, ¿Cómo no iba a estar contento de escuchar que era alguien muy importante en su vida? Podría morir en paz. O aún mejor, hacerle saber lo que significa para él.

 

-Tú también me complementaste, hiciste que todo en mí aburrida vida sea más alegre, hiciste que mi banda sea buena, cosa que yo solo ni con ninguno de los chicos lo hubiéramos logrado. Ahora es nuestra, y no sabes cómo adoro el hecho de haberte elegido entre tantos. Sé que eres más que un amigo... hay tanto que quisiera decirte. –logró transmitir sus pensamientos a pesar de estar un poco inseguro de como las tomaría. –Todo esto es tan nuevo, embriagadoramente curioso y quiero averiguarlo todo, quiero experimentar y... no lo sé. Es difícil, nuevo y fascinante a la vez.

 

-También me siento eso... curiosidad y fascinación. Y... Mike, aunque quizá te suene estúpido y sentimental, quiero decirlo, lo callé por tanto tiempo que... te quiero mucho, -largó de una vez por todas. –de una forma que no te lo imaginas. –informó el hombre con nerviosismo.

 

-Te equivocas, me pasa lo mismo contigo. Entiendo a lo que te refieres. –dijo sonrojado a mas no poder, muy diferente al castaño que parecía muy tranquilo. Al fin había escuchado esas palabras que tantas veces imaginó en su mente.

 

-¿En verdad? –se sorprendió gratamente el hombre de tez blanca y pálida, que contrastaba con sus coloridos tatuajes.

 

-M-me... me gustas. –se escuchó como casi un murmullo, sin embargo fue un grito interno liberador para el medio nipón.

 

Lentamente Chaz se acercó a él del otro lado de la mesa, posando una mano sobre la suya. Su nerviosismo se hizo presente, más la perfecta sonrisa de labios finos lo calmaron. Primero fue un abrazo, y luego un pequeño beso de infante sobre los labios regordetes.

 

Michael ruborizó intensamente, mostrando su mejor sonrisa.

 

Santa escuchó su pedido este año: había sido aceptado.

 

Notas finales:

Gracias por leer ♥


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