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Rockers' romance por Lukkah

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Notas del capitulo:

¡HOLA, HOLA, PICHONES! :D:D:D:D

Bueno, pues aquí os traigo el último capítulo del fic... Dije que era cortito, y así ha sido! Me ha gustado bastante esta exeperiencia, adaptar un doujinshi a un fanfic ha sido algo nuevo, pero ha estado genial, sobre todo si es un dou tan peculiar como éste xD.

La verdad es que no sé muy bien si os ha gustado, porque los pocos reviews que me dejábais me decían que sí, pero precisamente como hay pocos, una no sabe qué pensar :/ Pero bueno, yo iba a seguir actualizando hasta acabar, no voy a dejar de subir el fic por que no reciba comentarios. Sé que hay mucha gente que lee y no comenta nada, porque yo antes era así xD. Me daba muchísima vergüenza comentar... Pero al final te lanzas! xDDD

Sólo espero que os haya gustado la adaptación, y las pequeñas modificaciones que he ido haciendo para que la historia fuese un poco más amena :).

NOS LEEMOS ABAJO, POR FAVOR VERY IMPORTANTTTTT! :3

-¡E-Eustass-ya…! –gimoteó Law de nuevo, pues era lo único que salía de su boca desde hacía un buen rato-. ¡E-En la oreja no…!

 

Por mucho que se revolviese, el moreno no conseguía zafarse del abrazo de Kid. Aunque en realidad tampoco luchaba con mucha insistencia, más bien intentaba mantener la compostura a pesar de haber perdido ya el sentido del espacio y del tiempo. A cada beso, a cada caricia del pelirrojo, Trafalgar se perdía más y más en el mundo hasta ahora desconocido del placer carnal. Pero no podía evitarlo, Kid era… Kid era maravillosamente maravilloso.

 

El tatuado, completamente desnudo y tumbado sobre la cama del rockero, se agarraba como podía a las sábanas y al almohadón, que para incitarle más aún, estaban impregnadas con el aroma de Kid. Por su parte, el pelirrojo, también desnudo, estaba tumbado a su lado, de perfil, sujetando a su fantástica presa por la cintura mientras atacaba con su experta lengua una y otra vez. No pensaba darle un respiro.

 

El húmedo músculo se paseaba con total libertad por ese largo cuello de cisne del que hacía gala Law, sin atreverse a cometer la osadía de marcarlo como a una vulgar pieza de ganado, deslizándose también por la oreja temblorosa y adornada con dos brillantes aros de oro, que tintineaban al contacto con ésta. Y cada vez que Law la notaba, cada vez que Law la sentía, se estremecía de placer entre los fuertes brazos del pelirrojo, quien atacaba de nuevo y con más insistencia al percibir así al moreno.

 

-Joder… Trafalgar –comentaba Kid cuando la pelvis del tatuado se movía inconscientemente y se frotaban sus miembros, erectos ambos y sin recibir atención alguna, situación que no podrían mantener mucho tiempo, por lo menos Kid-. Eres delicioso…

 

Ante ese comentario claramente con doble sentido, Law no pudo más que ponerse rojo como un tomate y dejar que los finos labios del pelirrojo le besasen con ese ímpetu y esas ganas que le caracterizaban. Porque en verdad que Kid lo estaba devorando, se lo estaba comiendo con patatas y salsa barbacoa. Trafalgar rodeó con sus temblorosos brazos el cuello del rockero, mostrándole que se entregaba a él, que lo tenía a su merced. Y era cierto, porque Law no quería otra cosa que estar con Kid aunque tuviese que hacer cosas para las que nadie le había preparado… Pero Law estaba dispuesto a todo con tal de hacer feliz a Kid. Si su padre se pasaba horas y horas encerrado en su habitación con sir Crocodlile… Tan malo no podía ser, ¿no?

 

Pero de la teoría a la práctica hay un trecho.

 

-Joder… No aguanto más –dijo el pelirrojo claramente sofocado, había llegado a su límite.

 

Trafalgar puso cara de no entender cuando el muchacho se levantó de la cama y rebuscó entre su cómoda una pequeña caja de cartón escondida bajo su ropa interior. El moreno se incorporó y se sentó en la mullida superficie, tapándose pudorosamente con las sábanas su entrepierna, de la que ya salía líquido preseminal. Claro que se había masturbado pensando en Kid, pero imaginárselo y tenerlo allí delante eran situaciones completamente diferentes. El chico regresó de vuelta a la cama y descubrió el interior de la caja: varios preservativos, un bote de lubricante y un plug anal. Aunque claro, Law sólo reconoció los preservativos, puesto que el lubricante le pareció pomada, y del vibrador ya sí que no tenía ni idea.

 

Eustass se humedeció bien los dedos con el espeso líquido incoloro, y también lo esparció por el consolador de plástico. Éste tenía una extraña forma alargada pero cónica, de color violeta, y con un tope en la base. Una gota de sudor frío recorrió la espalda del moreno cuando vio que el pelirrojo lo embadurnaba de pomada. ¿Qué demonios iba a hacer con eso?

 

-Ponte a cuatro patas, Trafalgar –habló Kid con voz queda, intentando controlar sus impulsos. Se había propuesto hacer las cosas bien con Law, no quería joderla con él, así que por mucho que su polla le doliera y tuviera al moreno desnudo y a cuatro patas totalmente expuesto en su cama, se controlaría-. Vamos a empezar.

 

-¿Q-Qué vas a hacer, E-Eustass-ya…? –preguntó el nombrado con un hilo de voz, y se cubrió también en torso con la sábana. Sus alarmas internas comenzaban a funcionar.

 

-No te preocupes, este lubricante lleva anestésico para paliar el dolor –contestó el pelirrojo, ignorando la pregunta del otro. Pero eso no tranquilizó al muchacho, al contrario. Cuando Kid alzó la vista después de preparar el juguete concienzudamente, se encontró a un temeroso Law escondido bajo las sábanas-. No te escondas, Trafalgar. Ven, mírame.

 

-¿Q-Qué vas a hacer, E-Eustass-ya? –repitió la pregunta el tatuado sacando la cabeza de debajo de las mantas con timidez. Estaba muerto de miedo, y de vergüenza.

 

-Ven aquí, Trafalgar –dijo el rockero, y extendió sus brazos esperando a que el otro se acercase para abrazarlo. Después de mucho dudar, Law se aproximó hasta Kid para recibir el abrazo, pero sin dejar las sábanas-. Es normal estar asustado, pero quiero que sepas que no te haré daño. No haremos nada que no quieras hacer, y si te duele, pararé –Law se destapó la cara para mirar directamente a Kid, esas palabras le habían vuelto a turbar-. Lo último que quiero es lastimarte, Trafalgar.

 

Y ambos se fundieron en un tierno beso, cálido, dulce. Un beso como los que Law quería, de cuento de hadas. La sábana comenzó a resbalar dejando al descubierto el tostado cuerpo del moreno, un cuerpo frágil, suave y delicado como el de una princesa. Pero claro, Law jamás se vería como una de ellas a pesar de reconocer que Kid era su príncipe azul. Porque de verdad que aquel desastre de chico le volvía cada día más loco. Cada día se enamoraba un poquito más del pelirrojo, cada día se quedaba prendado por él. Las poderosas manos del rockero se sometían a aquel preciado cuerpo que era ambrosía de dioses, acariciando esa piel color canela tan deliciosa.

 

-Sé que estás asustado –susurró el pelirrojo con su ronca voz al oído de Trafalgar, consiguiendo que se estremeciera. Ah, cómo le gustaba esa voz tan profunda-, pero prometo no hacerte daño. Es la mejor forma que tengo de demostrarte lo mucho que me gustas, Law.

 

Un suspiro demasiado notorio se escapó por los labios del moreno al escuchar a Kid pronunciar su nombre. Nunca hubiese imaginado que sonase tan bien en sus labios. Que le llamase por su nombre y no por su apellido era… Era tan fantástico, tan sobrecogedor. Eustass creyó que Trafalgar ronroneaba entre sus brazos como un gatito mimoso, y casi pierde los estribos porque de verdad que quería empalarlo de una buena vez.

 

Con algo de reticencia, y muerto de vergüenza, Trafalgar acabó cediendo y se colocó a cuatro sobre la cama de Kid. Éste se quedó embobado unos segundos admirando las espectaculares vistas que tenía delante de sus narices, y sólo cuando pudo encerrar a la parte salvaje de su ser se decidió a intervenir. En cuando sus níveas manos tocaron la aterciopelada piel de Trafalgar, éste dio un pequeño respingo de lo más adorable. Eustass se colocó detrás del moreno, acariciando con sus gruesos dedos cada poro, cada parte y cada pliegue de la tersa dermis que se le antojaba tan apetecible. Law intentaba aguantar el tipo, aunque no podía evitar suspirar con cada caricia y cada beso que el pelirrojo le regalaba en la espalda o la nuca. Se estaba derritiendo en sus manos.

 

-Voy a meter un dedo para que veas cómo se siente –dijo el pelirrojo, y después de lubricar bien la entrada del ojeroso, introdujo su dedo corazón controlando sus ímpetus depravados. Law se removió incómodo ante esa intrusión-. ¿Estás bien? ¿Te duele?

 

-Es… Extraño –contestó el moreno, pues encontraba pocos calificativos a esa nueva sensación. No le dolía, pero tampoco era algo agradable. Trafalgar sentía que ese dedo no tenía que estar allí dentro, sobraba. Como futuro cirujano, estaba interesado en la anatomía y el funcionamiento del cuerpo humano, y por eso se le hacía tan incómodo. Por eso, y porque en el fondo estaba muerto de miedo. ¿Y quién no lo estaría? Pero cuando Kid movió el dedo en su interior, cuando lo notó hurgar, instintivamente se tensó tanto que apretó con fuerza sus paredes consiguiendo un aullido de molestia del pelirrojo-. ¡N-No lo muevas, E-Eustass-ya…!

 

-¡Oye! –se quejó el rockero, pues creía que de tanta presión acabaría sin dedo-. Relájate, Trafalgar. Así sólo te dolerá más.

 

Law se sintió terriblemente mal por haber hecho enfadar a su amado Kid, pero no sabía cómo actuar o qué hacer. Tenía mucho miedo, estaba temblando como un corderito rodeado por una manada de lobos. No quería enfadar a Kid, no quería sacarle una mueca de asco o desprecio. Law quería que le sonriera, que le dedicase graciosas miradas como cuando ensayaban, o simplemente que le abrazara. Claro que se moría de ganas por probar esos labios de nuevo, claro que se moría de ganas por permanecer en la cama del pelirrojo durante toda la noche… Pero su estúpida torpeza lo estaba estropeando todo. Un acuciante dolor en el pecho apareció desgarrándole por dentro, y si ya de por sí estaba asustado, ahora tenía ganas de llorar. Abochornado, enterró su rostro en la almohada para ocultar el sofoco que tenía.

 

-L-Lo siento mucho, E-Eustass-ya… –susurró el ojeroso contra la almohada, hincando las uñas en ésta, con la voz entrecortada por el incipiente llanto-. P-Perdóname, Eustass-ya…

 

-¡V-Venga, venga, T-Trafalgar! –se alarmó el pelirrojo mientras le colocaba entre sus brazos y éste enterraba la cara en su pecho de porcelana-. N-No es culpa tuya, tranquilo…

 

-P-Pero Eustass-ya… –gimoteaba el moreno, era lo único comprensible que salía de sus labios. Se aferraba con fuerza a la espalda de Kid, manteniendo su cara a buen recaudo para que el pelirrojo no pudiera verle-. L-Lo siento…

 

-Es normal que estés asustado –le consoló el rockero como mejor pudo, acariciando sus finos cabellos de color obsidiana-, pero te prometo que no te haré ningún daño. No me perdonaría jamás herirte, Trafalgar –y ante esas palabras, Law alzó la vista con algo de reticencia para mirar a los ojos a Kid-. Eso sería un pecado mortal.

 

Esas dulces palabras calaron en el tierno corazoncito de Law y le sonrojaron como fruta madura. Kid no pudo resistirse a tan inocente reacción y le dio un casto beso para calmarlo más aún. Con la timidez que le caracterizaba, Trafalgar respondió buscando los labios del pelirrojo, esos labios que tanto le gustaban. Y al beso siguieron leves caricias y carantoñas en las que Kid recorría con la nariz las mejillas y el desnudo cuello de cisne del moreno, sacándole algunas risillas adorables.

 

-¿Estás más tranquilo? –preguntó el muchacho, quería asegurarse de que Trafalgar estaba relajado para poder continuar, porque tenía que continuar. El ojeroso asintió en silencio algo ruborizado-. ¿Quieres… Continuar?

 

Law se tensó al escuchar la pregunta y escondió sus ojos de la intensa mirada de Eustass. Tenía un dilema enorme, porque, por un lado, quería continuar ya que sentía un calor consumiéndole internamente, pero por otro lado, estaba asustadísimo. Al agachar la vista, sus metálicos orbes se posaron sin querer en el miembro del pelirrojo, el cual le saludaba descaradamente duro como una piedra, y se ruborizó desde las orejas a los pies. Seguro que Kid estaba sufriendo mucho por estar así tanto tiempo y sin tocarse… Y todo por su culpa… Con esa acusadora idea en mente, Trafalgar asintió de nuevo. Lo único que quería era estar con Kid, hacer todo lo que fuese necesario para que él estuviera cómodo y a gusto sin importar nada más, aunque tuviera que sufrir lo que no estaba escrito.

 

-Vamos, ponte de nuevo como antes –le ordenó el pelirrojo de la forma más dulce que podía, no sin antes regalarle de nuevo otro beso tan dulce como sus palabras-. Pararé si no estás cómodo, te lo prometo, Trafalgar.

 

El moreno obedeció como un buen chico, aunque temblaba como un cachorrito. Hundió la cara en la almohada repitiendo el ritual anterior, y, como antes, también se sobresaltó cuando sintió un dedo profanar su virginal entrada. Arañó la almohada y aguantó las ganas de llorar, repitiéndose internamente que todo esto lo hacía por y para Kid. Sólo por él.

 

-Voy a moverlo, ¿vale? –habló el muchacho, y tras no obtener respuesta del ojeroso, comenzó con el movimiento, lento y cuidadoso. Introducía su falange hasta casi la totalidad, para luego sacarla pero no del todo para que la entrada no se cerrase de nuevo. También la movía en círculos para agrandar la zona-. ¿Estás bien, Trafalgar?

 

-S-Sí… –gimoteó el ojeroso como pudo, pues sentía sus mejillas arder sólo de escuchar la voz de Kid mientras le tocaba tan indecentemente. Se mordió el labio inferior para acallar sus incipientes jadeos, que no sabía si calificar de placer o de miedo. Porque, por mucho que aquello le gustase, no dejaba de temblar. Su corazón latía a mil por hora, se le saldría del pecho en cualquier momento, estaba seguro de ello.

 

Al escuchar la afirmativa, el pelirrojo continuó con su labor algo más tranquilo al saber que Law estaba bien. Porque no lo parecía, le temblaban las piernas como a un corderillo. Estaba claro que se preocupaba por él, pero verlo así, sentir cómo se derretía entre sus manos y oír su respiración agitada, le ponía muy cachondo. Mucho. Su polla hacía rato que le mandaba señales, punzadas de dolor por la impaciencia, por sentir tal excitación y no hacer nada para solventarlo. Estaba listo para entrar en acción desde que había arrastrado a Law a su habitación, pues había sido como un resorte y enseguida se había puesto a tono. Y tenerlo en su cama de esa guisa… Era demasiado para un descerebrado como él.

 

Kid notaba la calidez que emanaba de su tostado cuerpo, la notaba perfectamente en la yema de su dedo, ese dedo que se movía inquieto por la entrada del moreno. Era tan estrecho… Era jodidamente estrecho, perfecto, cálido y húmedo. ¿Cómo coño iba a aguantar más? Si había hecho lo imposible por contenerse, ¡por mantener sus ansias bien resguardadas y a cubierto! Pero Trafalgar Law le volvía loco, le perdía. Desde el primer momento en que lo vio en el escenario antes de las vacaciones de verano, desde el momento en que abrió su dulce boca para cantar una melodía increíble, suave y aterciopelada como él, desde el primer momento en que sus ojos se cruzaron. Ya no aguantaba más… ¡Joder, su polla iba a reventar!

 

Con algo de prisa, el pelirrojo sacó el dedo del interior del moreno para introducir el juguete. Law sintió un leve escalofrío al ver que Kid había sacado su dedo tan rápido, y muerto de vergüenza, levantó la vista de la almohada para ver qué pasaba a sus espaldas. Y lo que vio le provocó pánico, el más absoluto pánico. Allí estaba su adorado Kid con un extraño juguete entre las manos, un juguete embadurnado en un gelatinoso líquido transparente. Si eso servía para lo que creía que servía… No. Definitivamente no. Meter un dedo era una cosa… Pero meter eso… ¡No, no y no!

 

-E-Eustass-ya, ¿para q-qué…? –preguntó con voz temblorosa, pero ni siquiera pudo acabar. Kid le había, literalmente, empalado con aquel objeto de plástico. Y nunca jamás había experimentado tal dolor. Nunca.

 

Le había, definitivamente, partido por la mitad. Le había trinchado como a un pavo en el horno. Y el fino y delicado cuerpo de Law no pudo aguantar algo así. No pudo con tanta bestialidad, que a fin de cuentas era la característica principal de su querido pelirrojo. Sintiendo un agudo dolor en su parte baja, sintiendo como aquel vibrador se abría camino arrasando con todo a su paso, sintiendo como se iban desgarrando lentamente sus músculos… El pobre moreno se desmayó sin poder soportarlo más. Estaba K.O.

 

Kid vio como el cuerpo sin sentido del ojeroso caía sobre la cama de malas maneras, y después de más de veinte segundos analizando la situación, se atrevió a acercarse al moreno y zarandearlo levemente a ver si despertaba. Porque esto era nuevo, nunca le había pasado nada así. Nunca.

 

-¿T-Trafalgar? –le llamó con algo de reticencia, dubitativo. Con cuidado, movió uno de sus hombros para darle la vuelta, pues había caído bocabajo, y pudo comprobar en riguroso directo que el chico se había desmayado de dolor. Y ahora fue él quien entró en pánico.

 

¿Qué se supone que debía hacer ahora? ¿Tenía que despertarlo? ¿O Law se despertaría pasado un tiempo, como si hubiese caído dormido? ¿Tenía que sacarle el plug del interior o sería peor? ¿Tenía que vestirlo o era mejor que permaneciese desnudo? ¿Qué tenía que hacer? ¿¡QUÉ, QUÉ, QUÉ!?

 

Como un pollo sin cabeza, Kid corría por toda su habitación mientras el pánico se adueñaba de él. De vez en cuando miraba a Trafalgar, miraba su cuerpo sin sentido encima de su cama, con el vibrador todavía dentro porque ni siquiera se había atrevido a sacarlo… Por si acaso… Aunque peor ya no podía ir. Hasta su enorme erección se había bajado al ver aquello. Con lo cachondo que estaba… Joder, ¿¡en qué momento pensó que era buena idea robar aquel juguete cuando esa mujer vino a dar una clase sobre orientación sexual al instituto!? Lo mejor era llamar a Killer… ¡Eso es, Killer! Su mejor amigo, él sabría qué hacer. Casi tropezándose por el camino de los nervios, el pelirrojo rebuscó su móvil por los bolsillos de su pantalón hasta dar con él. Y marcó el número del rubio sin dudar, se lo había aprendido de memoria. Y sus esperanzas acabaron por el suelo al saltar el buzón de voz. Mierda… Ahora recordaba que estaba en el cine con Penguin…

 

Joder, ¿¡qué más podía salirle mal ese día!?

Notas finales:

Bueno... ¿qué tal? xDDDDDDDDD *huye despavorida*

En mi defensa diré que, como el doujinshi acababa mal, sólo continué con la idea original... Las culpas se las echáis a otro! xDDD. Nah, es bromis, sé que no va a gustar el final pero mientras lo escribía me estaba partiendo la caja... Pobre Kid, aunque aquí el que más ha sufrido ha sido Law... xDDDDDDDD

PEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERO, para compensaros, había pensado en hacer un pequeño juego: os explico. Voy a subir otra tanda de capítulos extra, como pequeñas historietas con varias parejas que han salido (o no) a lo largo del fic, y prometo que en todas ellas habrá lemon, para que no me queráis colgar de un pino xD. Ahora bien, esto va a ser un juego, y espero que se pueda hacer.

Cada pareja tiene un número, y en ningún momento desvelaré ni el nombre ni el número de los personajes, así que vosotros, en vuestros reviews, iréis escogiendo el número que queráis (1-7), y el que más votos tenga, será el capítulo ganador y el que se suba aquí. Vista la poca afluencia de reviews, me consuelo con que me digáis directamente el número, no hace falta ni que me saludéis xcDDDD. Espero que se pueda hacer, y sino, iré subiendo los capítulos cuando me salga del pie, no sé xDDD.

En fin, que muchas gracias por leer y espero que os haya gustado! <3<3


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