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Secreto por Sarah7

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Notas del fanfic:

Dragon Ball / Dragon Ball Z, todo su contenido y personajes NO son míos, pertenecen a Akira Toriyama y Toei Animation.

Notas del capitulo:

Les traigo un one-shot de Gohan x Trunks, ambos del futuro, de temática navideña y año nuevo.
Se sitúa antes de la historia del especial donde ellos aparecen.

Es largo, así que prepárense jaja, espero que lo disfruten!

- Gohan, sostén al bebé por favor

- ¿E-Estás segura, Bulma? No estoy acostumbrado y no quisiera hacer un mal movimiento y lastimarlo o que se me caiga o…

-Ay vamos, tú eres una persona muy cuidadosa no tengas pena, ten, sostenlo

La mujer deposita cuidadosamente al pequeño bebé, de mirada seria pero encantadora, en los brazos del niño, quien lo recibe calurosamente. Se separa, y al contemplar aquella imagen, una tierna sonrisa se dibuja en sus labios.

- Sabes, es extraño conociendo a Trunks pero él adora que lo tengas en brazos, no sé porqué le alegra tanto estar cerca de ti, ni conmigo ni con nadie más se pone así ¡Tan sólo míralo!

Tal como dijo la mujer, Gohan volvió su vista al bebé. Su risa, sus gestos y movimientos tan dulces e inocentes eran absolutamente conmovedores, le fue inevitable contagiarse de alegría al ver esas diminutas manos estirarse hacia su cara, queriendo tocarla, o quizás señalándola, y el chico no pudo más que sonreír tal como lo hacía el bebé, iluminado por esa luz que ahora acunaba entre sus brazos.

- ¡Muy bien! Ahora… ¡Sonrían!



~~~~~


- ¡Feliz navidad!

Medianoche. Todos alzaron sus copas y ahora las golpeaban unas contra otras delicadamente mientras estallaba el bullicio esparciendo la alegría de celebrar en familia aquella fecha, de celebrar la vida por la cual tanto luchaban y la razón por la cual se mantenían de pie. Bulma, ChiChi, Ox Satán, el maestro Roshi, Tortuga, Oolong y Puar, agradecidos por seguir unidos a pesar de todo, festejaban aquella noche reunidos en Kame House, más unidos que nunca. Como si nunca nada hubiera ocurrido, la nostalgia de aquellas viejas reuniones regresaba dentro de esas paredes, porque quizás ese día era de aquellas excepciones en las que se permitían olvidarse de todo lo aborrecible en el mundo donde vivían para disfrutar de la compañía mutua y alegrarse por ello.
A pesar de todo el dolor acumulado dentro de cada uno, de cada pérdida y derrota, sus vistas seguían firmes al frente y continuaban su camino, porque no podían permitirse llorar y rendirse, no cuando aún tenían fuerzas para luchar. Sin embargo, ellos lo hacían porque eran adultos, comprendían la situación actuando, en algún punto, de manera frívola para no flaquear. ¿Pero él, que era apenas un adolescente?
Trunks también había alzado su copa y también estaba allí acompañando la celebración junto a los demás, pero el sentimiento simplemente estaba apagado en él. Iba más allá de sentirse algo, bueno, bastante inútil teniendo en cuenta que era heredero de sangre saiyajin pura. Se sentía ausente, se sentía en la Corporación Capsula observando su propio árbol navideño, ese triste decorativo que había armado con su madre días atrás, e incomodándose nuevamente con sólo recordar que allí, escondido debajo de las ramitas, luces y demás adornos, seguía aguardando ese paquete. Y seguramente seguiría allí hasta que tuviese el valor de tirarlo a la basura, como el objeto que creía que era realmente.
Y es que, además de triste, estaba ofendido. Y no, para él no era simplemente estar ofendido de capricho por ser un simple adolescente, que Gohan se hubiera ausentado a la reunión era motivo más que suficiente para estarlo. Claro que sabía que él había tomado la decisión de alejarse cuando todos fueron asesinados, condenarse al entrenamiento y centrar un solo objetivo: derrotar a los androides. ¿Pero qué excusa era esa cuando se trataba de juntarse con su familia, la única que le quedaba, en una fecha como esta? Ninguna.
Había estado esperado ansioso por días la llegada de la medianoche para darle a Gohan la sorpresa que había preparado con tanto entusiasmo luego de aquella tarde que insistió a su madre en ir a comprar regalos, sólo porque tenía fijada la idea de un presente en particular para él. Apenas terminó de armar muy delicadamente el presente, recuerda salir disparado hacia el rinconcito donde descansaba el árbol y, asegurándose de que Bulma no fuera testigo, dejar el paquete escondido bajo las hojas artificiales, entusiasmado mientras se asomaba el rostro de Gohan en su mente. Y sin embargo, el pequeño paquete no se había movido de su lugar, seguía ahí esperando, pasando desapercibido de cualquier mirada e incluso empezando a molestarle que siguiera all.
Ese día no había rastro alguno de los androides en las noticias de la radio o televisión, resultando verdaderamente extraño y sospechoso sabiendo que para ellos no había descanso en su labor de destruir la raza humana. Pero en parte era otro motivo más para celebrar aquella noche, y también otro motivo para enojarse aún más con la falta de Gohan.

- Hijo, casi ni has tocado tu plato. ¿Te sientes bien? – para desgracia de Trunks, Bulma jamás dejaría de estar pendiente de él, centrando toda su atención de manera preocupante y sacar al chico del naufragio entre sus pensamientos.

- Si mamá, perdóname, es que estoy un poco distraído… Pero no es nada…

La mujer, aún preocupada, pasó su mano por los cabellos lila del chico, asegurándole su apoyo y compañía.

- ¿Estabas esperando a Gohan, no es así?

Sí, las mamás por alguna razón ilógica de la vida, saben, y ese tipo de situaciones desconcertantes era la mejor prueba de ello para Trunks, quien ahora la observaba estupefacto, respondiendo con sus desorbitadas pupilas azules.

-¿Cómo lo…? Y-Yo no estaba…

- Trunks, todos de alguna manera lo veíamos venir. Ya conoces a Gohan. ¿Crees que ChiChi no está triste por ello, su propia madre? – ambos voltearon a ver a la mencionada mujer, justo cuando ésta se encontraba riéndose por algún comentario, mostrándose ajena al dolor – Gohan lo debe saber muy bien… Pero también sabe que se propuso una meta muy estricta y es ahora cuando más alerta debe estar. Es muy sospechoso que no se vean a los androides aprovechando estos momentos y atacando ciudades.

- Si, eso lo sé. Pero aún así…

Bulma ahora deslizaba su mano por el hombro de Trunks y lo apretó contra ella, afligida por el rostro apagado de su luz que debía estar brillando como siempre.

- Tranquilo cariño, debemos disfrutar ahora que estamos todos reunidos, somos los que quedamos y los que debemos mantenernos más fuertes que nunca. No bajes los brazos, acompáñanos ¿De acuerdo?

Trunks seguía con la mirada distante, pero su madre tenía toda la razón, y también sabía que si él no estaba bien su madre tampoco lo estaría y lo último que deseaba era arruinarle el momento a ella con esa actitud.

- Vamos, come un poco, mira ésto ¡Está delicioso! – entusiasmada, le sirvió una particular comida en el plato frente a Trunks – No te preocupes por Gohan, estoy segura que aparecerá pronto en estas fechas y podremos verlo.

El muchacho asintió, las palabras de Bulma lo habían alentado a dejarse llevar por la calidez de la junta y, a pesar de que seguía algo desganado, se impulsó a distraerse con la porción que le habían servido. Y es verdad, estaba absolutamente delicioso.

Gohan…

Pensaba en aquel nombre, y lo habría mencionado enojado de no ser porque ahora trataba de no arrastrarse de nuevo a esa incómoda sensación. No merecía pasar un mal rato en medio de navidad. Pues bien, sigamos celebrando. Y así, la amena noche transcurrió hasta hacerse madrugada, donde en ningún momento las risas cesaron, simplemente se habían dejado llevar por el festejo y por la dicha de sentir a todos nuevamente reunidos. Mucho más tarde el cansancio empezó a llegarles y Kame House se ofrecía ahora como hospedaje para descansar hasta el día siguiente, hasta que cada uno estuviese en condiciones de volver a su respectivo hogar, no sin antes acordar verse nuevamente todos en el mismo lugar para la próxima fecha y, quizás, la más importante de todas: año nuevo.

Los días comenzaron a transcurrir nuevamente, los medios de comunicación seguían careciendo de noticias de los androides, el alivio de la gente podía sentirse en el aire, resurgiendo poco a poco una pequeña esperanza de que finalmente todo eso había terminado y volvería la paz a la tierra. Y tal como los androides, Gohan tampoco aparecía, y la paciencia de Trunks ya estaba rozando el límite.
Estuvo toda la tarde tirado en la cama, era sábado, no había nada qué hacer, su madre se había ido a no sabía dónde… El momento perfecto para que su agobio se transformara en cansancio y para que nada más le apeteciera mirar el techo y pasear de un pensamiento a otro, en silencio. ¿La razón? Quién más podría serlo… Trunks estaba muriendo por dentro con sólo imaginar a Gohan viniendo a verlo, se martirizaba extrañando su voz, esa figura tan esbelta, su aroma, su tan gentil y a la vez misteriosa persona. El peor sufrimiento era la espera hasta encontrarlo de nuevo, y cada vez que lo hacía, que en realidad eran pocas veces, el destrozado entorno que los rodeaba desaparecía y su corazón recordaba que sólo bombeaba por él.
Pero así como era su razón para vivir, también era su razón para morir.  La ansiedad lo carcomía cada vez peor, la tristeza de saber que sería un sentimiento que se llevaría a la tumba, por más que su deseo más íntimo fuera ser correspondido por él, la realidad podía verla a kilómetros, Gohan no estaba interesado en un chiquillo como él. No había nada más que hacer, sólo quedaba morir poco a poco de angustia hasta que quizás, algún día, superara ese “capricho adolescente” que se obligaba a creer que era.
Ah, otra vez sus ojos se ablandaban, el rostro le empezaba a arder y su corazón pesaba. Volvía a tener esos arranques de tristeza, la necesidad de ser amado florecía, con desgarrador dolor. Se giró hacia un costado sobre el colchón, encogiéndose y apretujando su pecho, queriendo destrozar con sus propias manos ese maldito amor que lo mataba. ¿Por qué no me quiere? ¿Es que no lo ve? ¿No soy lo suficientemente obvio? ¿No le soy atractivo? ¿No se siente solo? La almohada sirvió para ahogar el ruido de su llanto cuando se sintió baleado por aquellas cuestiones, hundiendo su rostro avergonzado marcado de infinitas lágrimas. Amar a Gohan le dolía tanto. ¿Por qué era tan incrédulo, intentando llegar a algo con él?
Las tardes como esas se repetían de vez en vez, formando parte de un ciclo. Estallaba de amor, y luego, caía en el odio y desprecio por no valorar sus sentimientos. Él no me merece, pensaba. Intentaba consolarse de alguna manera en el rencor y ahí recordó: el regalo. Ese maldito estorbo. ¿En qué estaba pensando cuando lo hizo? Su llanto se apagó súbitamente, con movimientos bruscos se levanto de la cama y vio las centelleantes luces del árbol en la sala, llamándolo, y él sin dudarlo acudió hacia ellas. Y cómo no, ahí estaba el maldito paquete que había hecho con tanto amor para Gohan, debajo de las ramitas y adornos tal como lo había dejado hace unos días.
El coraje que tanto había estado esperando para tomar el regalo y ponerlo en el lugar donde verdaderamente pertenecía, había llegado. Lo agarró con furia yendo toscamente a la parte del taller mecánico-científico de su casa, zona que estaba marcado por Bulma de tanto tiempo que pasaba allí. Buscó con la mirada algo, el cesto de basura, uno bastante grande y lleno de materiales diversos. La mezcla de tristeza y rabia evitaron que sintiera algún tipo de remordimiento en el instante en que tiró, sin mirar atrás, el regalo que envolvía tantos sentimientos escondidos.
Ahora de nuevo estaba en su habitación, se lanzó contra la cama mientras soltaba un profundo suspiro de aparente alivio al sacarse ese peso de encima en la basura. Si, estaba más calmado, pero ¿Había hecho lo correcto? ¿Por qué ahora se sentía culpable? Gohan no había hecho nada para tratarlo así, él era la persona más amable que había conocido en toda su vida, una persona de gran corazón, luchador, gentil, todo lo contrario a lo que él describía hace unos instantes. Bueno, sí, a veces actuaba extraño con él, pero en realidad se dejaba llevar por su imaginación intentando convencerlo de cosas que no eran, porque era absolutamente imposible que el mayor lo viera más allá de Trunks, el hijo de Bulma y Vegeta, su “hermanito”. No había oportunidad alguna de que eso fueran pistas o alguna indirecta de que en realidad el pelinegro se sentía de la misma manera que él.
Sacudió la cabeza ahuyentando esos pensamientos absurdos sobre el mayor y sus deseos por verlo como él quería que fuera. Se aferró a la almohada, ahora se sentía un niño indefenso, incrédulo, un tonto. Siempre era la misma historia, repleta de confusión e incertidumbre, de desesperación, de necesidad. De algo tan simple y a la vez complejo como lo es el amor. Y luego de volver a navegar entre pensamientos, en algún momento, se quedó profundamente dormido.




-¡ Cariño, ya llegué! Perdón por tardar tan… -

Bulma, volviendo de comprar algunos materiales para su taller, se calló al descubrir en medio de la oscuridad a su hijo descansando plácidamente en su habitación. De seguro debía estar muy cansado como para irse a dormir a esa hora, siempre es un reto intentar que lo haga sabiendo que dormirse a medianoche o a la madrugada era siempre su ideal. Ver allí a su hijo tan frágil, destapado y aferrado a su almohada despertó ese instinto maternal y protector que parecía ocultar al tener que actuar siempre como una digna madre de un guerrero, una persona valiente y luchadora. Tomó lugar en el borde de la cama, y sus labios se pintaron de nostalgia al verlo de cerca, su pequeño Trunks, el fruto de su amor tan complicado con Vegeta.
Lo arropó con cuidado, y al sentir una corriente fría tocándole la espalda, fue y cerró la ventana que por algún motivo estaba abierta desde afuera “Qué extraño… Trunks nunca lo abre y es imposible que se haya abierto del otro lado, a menos que haya sido…”. Sonrió y soltó una silenciosa risita, claro, de seguro había sido ese ángel guardián del gi naranja con el característico kanji en su espalda que venía a vigilar a Trunks, como siempre que podía, a escondidas.
Finalmente se fue de la habitación de su hijo, no sin antes despedirse con un suave beso en la frente, dirigiéndose directo a su taller. Llevó consigo los materiales nuevos que consiguió, fue acomodando cada uno en su respectivo lugar, estantes, cajones, valijas, etc. Entonces algo brillante entre tanto gris y mugre despertó su curiosidad en el cesto de basura.
Un paquete de papel brillante, con un lazo rojo igual de llamativo que el resto del envoltorio. No era muy grande, pero sí parecía frágil y algo pesado. Frío. Rectangular. Precioso, elegante y delicado. ¿Qué hace algo así en el cesto de basura? Oh, ya lo recordaba, era ese pequeño presente que Trunks dejó fugazmente luego de ir de compras esa vez… Pero ¿Cómo diantres terminó aquí?. Bueno, como se había vuelto una persona bastante cuidadosa y la curiosidad mata al gato, con mucho cuidado empezó a abrirlo de manera que luego al cerrarlo no quedase rastro alguno de que sus manos merodearon por ahí. Luego de abrir uno de los lados del envoltorio, deslizó el objeto hacia sus manos, enterneciéndose con su descubrimiento.

- Ay, Trunks…




Empezaba a sentir el sol cruzando la ventana y pintando su rostro con su característico calor. No sabía cuánto había dormido, pero seguro unos cuantos siglos porque le dolía absolutamente todo, y sumado al calor que comenzaba a incomodarlo, ya no había excusa para seguir dando vueltas en la cama. Se incorporó, pasó por el baño a despabilarse con agua a la cara, y refrescó su memoria del día de ayer tras enfrentarse con sus ojos en el espejo. Gohan, su llanto, el regalo. Bueno, ya pasó, ya estaba mejor. Se retiró y fue a la cocina, viendo a su madre de espaldas, preparando algo sobre la mesada.

- Buenos días, mamá – soltó, sorprendiendo a la mujer.

-¡Ya despertaste! Buenos días, Trunks

Como todos los días su radiante madre lo esperaba allí, siempre con esos ánimos junto a su reluciente sonrisa que su hijo producía en ella, y a su vez, esa sonrisa para Trunks era el motor de su día a día. Antes de tomar asiento en la mesa vio como su madre le acercaba el desayuno, para luego ella tomar lugar a su lado, con su propia comida matutina, y empezar a comer.

- Trunks – interrumpió Bulma – Hoy hace un día precioso y quiero ir a la ciudad Salt para comprar algunas cosas para llevar a Kame House en año nuevo ¿Quieres venir conmigo?

La ciudad Salt quedaba, valga la redundancia, al lado de la ciudad Pepper, siendo ambas unas de las pocas ciudades conocidas con recursos abundantes y un comercio estable en razón del mundo en el que vivían hoy, que escaseaba de todo. Eran ciudades bastante afortunadas, casi no sufrían las consecuencias de lo que ocurría. No faltaba casi nada para año nuevo, e indudablemente, era un bonito día. Los androides seguían sin aparecer. Así que ¿Por qué no?

- Si, claro, te acompaño. Cuando termine me prepararé e iremos allá

- ¡Bien!

Tal como le mencionó a su madre, terminó el desayuno, se preparó, y luego de que la mujer estuviera lista también, se subieron al coche de ella partiendo para allá. No tardaron mucho en llegar a la ciudad, que por cierto estaba bastante movida para ser un domingo, día en el que generalmente no había tanta gente. Bulma, luego de analizar unas cuantas calles, se decidió al fin estacionar el automóvil en el lugar que le pareció el más indicado, y junto al pelilila, bajaron a la calle.
Iniciaron su andar sobre la calle junto con el recorrido de las abundantes tiendas que se cruzaban una tras otra. En algunas no había nada interesante, en otras los precios se iban de sus límites, pero en ciertos locales, la compra terminaba siendo satisfactoria. Así fueron pasando los agradables minutos del paseo de Bulma y Trunks, iban de aquí para allá comprando lo que necesitaban, y lo que no, pues también.
No sabían cuántas calles habían recorrido ya, pero estaban en una zona bastante alejada de la principal donde llegaron, pudieron notarlo porque los locales estaban abiertos pero no había gente recorriendo aquellas cuadras como ellos.

- Quizás ya algunos terminaron sus compras y fueron a reunirse con sus familias, digo, por año nuevo… - sugirió Trunks, sosteniendo la mayoría de las compras realizadas.

- Seguramente hijo, bueno, ¡Mejor para nosotros! Veamos estas últimas tiendas y terminemos nuestras compras - sonrió su madre, entusiasta - Hay que preparar una deliciosa cena de despedida del año

- Si

Ambos seguían su paso analizando cuál era la tienda que más les llamaba la atención para entrar, hasta que a Trunks le llamó la atención uno que, a su parecer, le parecía el adecuado.

- Mira mamá, ese de allá – señaló a su madre, quien seguía con la mirada la dirección a donde apuntaba su índice

-Ahh ¡Se ve bien!

-Iré yo a hacer las compras, no te preocupes, es sólo eso y luego podremos volver

- De acuerdo cariño, te espero aquí ¡No tardes!

Dejó las bolsas y compras que habían acumulado hasta entonces con su madre, y animado, fue rumbo al susodicho local, deteniéndose en la puerta de entrada. Sin dudarlo tomó el picaporte, y perplejo, lo sintió extraño. Sin motivo alguno. Lo giró y atravesó la puerta, escuchando el tintineo de una campanita al mover la madera hacia adentro mientras sus globos oculares se agrandaban horrorizados con el escenario que se había encontrado.

-  Vaya, mira quien viene a vernos

- Bienvenido ¿Se le ofrece algo, joven?

La devastadora imagen de los cuerpos inertes de los que seguramente eran los dueños del local y clientes, adornando el suelo ensangrentado bajo los pies de los androides nº17 y nº18, paralizó en un shock de terror y furia a Trunks, atónito por descubrir lo que se ocultaba dentro de aquella tienda.

- Creo que quiere que le mostremos lo que tenemos para ofrecerle, hermano, y tu encantado te encargarás de hacerlo ¿O no?

El androide pelinegro nubló su rostro de forma macabra con su característica mueca.

- Por supuesto...

No pudo ver cuando algo ardiente se asestaba en su estómago, en un parpadeo sintió expulsarse contra la pared, y luego, el ardor lo fulminó en una explosión, destruyendo completamente el local y dejando arder en fuego sus escombros. Ya entendía porqué la zona donde se ubicaba esa tienda estaba totalmente desolada, habían actuado de forma prudente, huyendo a causa de esos dos monstruos. No les había tomado nada dejarlo sin fuerzas sobre el suelo, con la piel quemándose y su interior casi despedazado. Pero supo que lo peor estaba por comenzar cuando, de repente, escuchó cierto grito no muy lejos de él.

- ¡Trunks! ¡Hijo!

Su madre, a metros de su ubicación, llegó desesperada apenas sintió el estallido rugir a su alrededor.

- ¡Mamá, corre, ve al auto y refúgiate! ¡Yo luchare con ellos!

El simple pánico que le provocaba tener a su madre cerca suyo, en medio del campo de batalla, le devolvió las fuerzas a su cuerpo y lo puso de pie. Detrás de las derrumbadas paredes, en medio de las luces ardientes, comenzaban a divisarse las sombrías figuras de los androides, listos para matar.

- ¡Pero Trunks…!

- ¡HAZLO!

No sabía cómo ni de dónde había sacado el valor para interponerse entre los androides y hacerles frente, pero aún sabiendo que no era rival para ellos, la vida de su madre era la prioridad absoluta antes que la duda. Bulma, aún cuestionándose si realmente debía quedarse o no, reconocía que no iba a ser más que un estorbo, y confiaba en Trunks, en su herencia, su sangre guerrera. Se dio a la huida lo más rápido que pudo no sin antes cruzar una última mirada con su hijo, atemorizada con la idea de que ciertamente fuese la última vez que lo viera con vida.
El chico se puso en posición de pelea, firme, fiero, ignorando el dolor latente en cada parte de su cuerpo.

- Muy bien androides, jugaré su juego…

Robot contra saiyajin. La humanidad contra la muerte. Sí, esta  vez, creyó que ganaría. Los androides, sonrientes, aceptaron el reto.
Trunks se abalanzó a toda velocidad sobre la rubia, dejó ir puños y patadas, pero a pesar de que éstos estuviesen cargados de furia, nº17 se divertía con lo que para él era una patética película de comedia, pues ella lograba esquivar con tranquilidad uno a uno sus golpes fallidos. En un momento, el de pelo lavanda apuntó su golpe hacia su abdomen, nuevamente esquivado pero cometiendo el error de dejarse llevar por el impulso y terminar de espaldas a nº18, quien aprovechando su descuido, arremetió rápidamente contra su espalda con su codo, estrellando el cuerpo del chico contra el suelo, despojándolo de toda fuerza.
Pero nº18 no pretendía dejarlo ahí, levantó a Trunks y rodeo su cuello con ambas manos, sosteniéndolo en el aire.

- No vengas a hacerte el valiente con nosotros, mocoso ignorante

Trunks pataleaba en un intento de zafarse ante la retorcida mirada de la hermosa mujer que lo ahorcaba, pero la fuerza de sus dedos presionando más y más sobre su carne, lo hacía desistir poco a poco así como a su grito ahogado, sus párpados empezaban a rendirse, y el aire de a poco empezaba a escasear y la oscuridad lentamente cubría sus ojos, hasta que finalmente el dolor se desvaneció... Pero el aire volvía a sus pulmones de forma repentina.

- ¡Maldito como te atre..!

La voz del androide pelinegro, queriendo interrumpir algo, se apagó seguido por un zumbido que ahora retumbaba en el oído de Trunks, quien seguía tirado en el suelo al borde de la inconsciencia y con los ojos pobremente abiertos, apenas estando en condiciones de entender qué estaba ocurriendo. La figura de unos pies se filtraba por sus ojos, acercándose hacia él antes de rendirse completamente en el pavimento.
Cielo. Una ráfaga fría cortando sus mejillas. Apenas abrió los ojos y, a pesar de no poder mover ni un solo dedo, al parecer se veía cruzando los cielos. Seguía desconcertado por la rapidez con la que había ocurrido los hechos, pero de repente se percató de una sensación cálida rodeándolo, ese perfume invadiendo sus pulmones, devolviéndole la fuerza a sus párpados para abrirlos totalmente, perplejo. Evidentemente se encontraba volando contra su voluntad, pero sobre el regazo de…

-Oh, qué bueno ya despertaste. Trunks, ¿Te encuentras bien?

- ¡G-Gohan…!

De nuevo sentía que le faltaba el aire, pero no por los golpes ni por los androides ni nada de eso, sino por la persona que había acudido a su rescate y que ahora le robaba el aliento del entusiasmo.

- ¿Q-Qué estás haciendo? ¿Por qué me…? ¡¿Y los androides?! – expulsaba sus preguntas a medida que recordaba paso a paso lo ocurrido - ¡¿Y mi mamá?!

- Descuida, Bulma ya está en casa, puedo sentirla y está bien – Gohan le respondió seguro de sus palabras, y el chico decidió comprobarlo por él mismo. Sentía el ki de su madre algo lejos, y tal como lo dijo, ella estaba bien. – Lamento no haber aparecido a tiempo, Trunks... Te llevaré a tu casa y curaremos tus heridas

- S-Si, Gohan… - muerto de vergüenza, el chico ocultaba su rostro en el pecho del mayor, aprovechando la situación y tratando de tallarse cada sagrado segundo en que compartía tacto con él.

- Perdóname por no haber aparecido antes… - confesó desilusionado - … Realmente no sé cómo no vi venir a esos dos en aquella ciudad, vi como te les enfrentaste. Fue muy peligroso Trunks, sé cómo te sientes en esos momentos, pero no quiero que vuelvas a intentarlo de nuevo…

De nuevo sentía fallarle al pelinegro, hundiéndose más sobre su vergüenza.

-… Sin embargo realmente creo que fue algo muy valiente de tu parte lo que hiciste. Sé que no debería decir esto pero lo hiciste muy bien Trunks, estoy orgulloso, realmente eres un digno guerrero saiyajin

La Corporación Capsula podía divisarse a lo lejos, y Gohan le dio la noticia al pelilila, ignorando que éste en realidad estaba tan emocionado con sus palabras que se su cabeza se encontraba muy lejos de allí, eso sin contar el simple hecho de que Gohan lo estuviese cargando, permitiendo la cercanía que con tanto fervor añoraba. Sin dudas, ese momento lo atesoraría como una reliquia hasta el fin de sus días.
Lamentablemente, la llegada a la casa del menor dio finalizado ese maravilloso sueño. El pelinegro descendió y puso los pies en la tierra, mientras que el de ojos azules suspiraba decepcionado listo para separarse de él y acabar de una vez con el mágico momento, no obstante, Gohan seguía alzándolo. La voz de su madre retumbó desde dentro de la casa, apareciendose luego en el lugar donde habían aterrizado.

- ¡Trunks, Gohan! ¡Están vivos!

- Bulma, realmente lo lamento por no aparecer a tiempo. Trunks se encuentra herido, hay que llamar a un médico

Oh, cierto, su cuerpo estaba hecho añicos. Definitivamente el mayor tenía un efecto somnífero sobre él porque en todo el viaje nunca sintió el dolor que los androides habían marcado sobre sus huesos.

- Tienes razón, lo llamaré cuanto antes. Gracias Gohan, no tienes porqué disculparte, eres un buen chico. Vamos, entra

El adulto sonrió en respuesta mientras seguía a la mujer adentro de la casa con un muy satisfecho, y fulminado, Trunks en brazos. Ambos escucharon como ella llamaba por teléfono a un médico, comentándole la urgente situación, mientras Gohan se dirigía al cuarto del menor. Lo depositó cuidadosamente sobre la cama, y el chico gimió un poco cuando su cuerpo recobró la memoria de la batalla contra nº17 y nº18. Vaya, ahora sí que ese dolor se sentía insoportable. Pero no importaba mientras que Gohan estuviera ahí ahora, en el borde de la cama, su cama, velando por él.

- ¿Mmm? ¿Tienes fiebre, Trunks?

-¿F-Fiebre? – oh no, no era fiebre, el rubor de sus mejillas daban la idea pero no era en lo absoluto fiebre, se había dejado llevar tan sólo por las reacciones que él provocaba cada vez que estaba así de cerca suyo y no fue lo suficientemente precavido para ocultar su sonrojo ante él.

- Déjame ver…

La situación se le fue totalmente de control cuando veía el rostro de Gohan acercándose abruptamente al suyo, apoyándose contra su frente para medir su calor, a ver si realmente tenía fiebre. Con el mayor de los esfuerzos, obligó a sus pupilas clavarse en la pared y no moverlas ni un solo centímetro de ahí ¡Si cruzaba apenas un segundo su mirada con la de Gohan todo estaría perdido! Sabía que no lo resistiría. Ese calor acariciando su piel, su paulatina respiración sobre la suya, empezando a mezclarse de tan poca distancia que separaba sus bocas. “D-Detente… Si sigues así no voy a soportarlo más…” rogaba por dentro el menor, cada vez deleitándose más con la idea de acortar distancias. Si, ahora si había pasado un largo rato. Estaba decidido. Iba a hacerlo. ¡Iba a hacerlo! ¡Miren que iba a hacerlo, eh! Y entonces…

- Bueno… – rió el mayor, cerrando los ojos, comprensivo – …creo que es imaginación mía

Todo el cuerpo de Trunks expulsó la tensión que se le había acumulando peligrosamente en un largo y profundo suspiro, mientras el mayor volvía a acomodarse en su lugar. ¡Qué estúpido! Menos mal que no se había arriesgado a nada… Otra vez con esas tontas fantasías que imaginaba con las actitudes de Gohan, que no eran nada menos que producto de su pervertida imaginación jugándole bromas pesadas. Ahora se presentaba un denso silencio entre los dos, el de ojos negros estaba de espaldas a él, sentado, y el de ojos azules, acostado con la vista al techo. Los dos sin decir ni una sola palabra.
¿Qué fue eso?
La pregunta aterrizó en el menor al sentir la evidente tensión flotando entre los dos, y ciertamente no se sabía si en realidad se estaban diciendo algo con ese silencio invasor. Trunks dudaba de la esencia de ese entorno pesado, no estaba seguro de qué manera interpretar esa actitud, y empezaba a odiarse porque de nuevo esas ideas locas suyas volvían a atacarlo. Sus hormonas se estaban alborotando cada vez peor. Era esa maldita tensión entre los dos. ¿Gohan sería capaz de notarlo? Cautelosamente viajaba sus ojos hacia él, y sin embargo, él no lo miraba.
Pero claramente algo estaba pasando. ¿O de nuevo era su imaginación, interpretando mal las cosas? Sus hormonas empezaron a actuar más rápidas que su razón, lo estaban seduciendo con la imprudencia, jugaban con su instinto, con el salvajismo de actuar sin pensar, actuar sólo para satisfacerse, jugársela. Y dejó que hablaran. Le decían que una oportunidad como esa no volvía a pasar dos veces en la vida, y menos cuando conocía perfectamente las circunstancias en las que se encontraba. Que debía ser ahí y que debía ser ahora.

-Creo que… - susurró Trunks, súbito - … de verdad tengo fiebre

Gohan se volteó, curioso. Lo miró por unos cortos segundos.

- ¿Ah, si? Veamos…

Una vez más el pelinegro se lanzaba contra él, e igual que antes, apoyó su frente contra la del menor. Pero esta vez, los azules de Trunks se ahorraron de inmenso valor y decidieron enfrentar la mirada de Gohan, esa que estaba a escasos milímetros de la suya. El contacto entre sus pupilas se dio al fin, se clavaron fijamente, comenzaban a hundirse en la profundidad de la mirada del otro. La tensión y el silencio eran mortales. Trunks estaba petrificado en esa cama cuando notó que las pupilas negras de Gohan eran más hermosas de lo que ya creía al tenerlas así de cerca sobre él. Intentaba disimular con todas sus fuerzas su respiración agitada hasta que empezó a sospechar de la solemne respiración del mayor, cayendo en cuenta de que también se estaba volviendo irregular. ¿Seguía siendo eso producto de su perversa imaginación? La respuesta llegó por su cuenta cuando de repente sintió las suaves yemas de Gohan acariciar su rostro con extrema delicadeza, como si estuviera tocando un cristal.
Su corazón latía como loco, quería escaparse de su pecho y meterse en el pecho del otro para fundirse con el bombeo del mayor. La tensión estaba al límite, tanto sus parpados como los del otro empezaban a cerrarse muy lentamente, se preparaban para lo inevitable, y con el mayor de los atrevimientos, Trunks miró sus labios. Esa tentadora piel que era la clave para despejar toda duda, su deseo más prohibido, ahí estaba cada vez deshaciéndose cada vez más de la distancia que los separaba. El jadeo del menor empezó a hacerse evidente. La punta de su labio superior estaba tocando la suya. Los párpados de Gohan terminaron de cerrarse, los suyos, también, y con eso, la maldita distancia.
Estaba viviendo el sueño de su vida. Sus labios, por fin, se estaban sellando contra los de Gohan en medio de un silencio mortífero, una tensión que estallaba en ese beso tan prohibido y tan deseado. Tantas noches había imaginado esa escena, tantos sueños había tenido deseando esa boca, en escenarios absurdamente perfectos. Y sin embargo, la realidad resultó ser mejor que todas sus fantasías juntas. Su primer beso dado por la persona a la cual le confiaba su corazón y su vida no podía ser más que perfecto. Sus labios, impacientes, comenzaron a moverse suavemente bajo lo de Gohan, evidenciando su sed por más, y él, respondía de la misma forma, dándose cuenta de que el necesitar más del otro no era sólo cuestión de uno, sino, de los dos. Intercambiaban besos cortos, delicados, y en medio, la respiración ansiosa del otro. El deseo cada vez se volvía más intenso, el pelinegro acomodó sus manos tras la nuca del menor, atrayéndolo más hacia él.
Estaban enloquecidos, sin embargo, Trunks, que era totalmente inexperto, se contrajo al sentir algo cálido y húmedo pasearse por sus inocentes labios. La lengua de Gohan le estaba pidiendo entrar, y él, totalmente cegado por la pasión cada vez más incontrolable, le cedió el paso. Gimió, empezó a temblar. No sabía lo que hacía, su lengua actuaba sola totalmente enloquecida con el vaivén de la otra. No supo por qué, pero de repente abrió un ojo con el objetivo de ver si la puerta estaba cerrada. Espera ¿Por qué iba a fijarse si lo estaba? Sólo se estaban besando ¿O no? Lo importante era que sí lo estaba, y a pesar de que la noche ya había caído y la imagen de su habitación se la había tragado por completo la oscuridad, pudo notar la exquisita expresión de Gohan totalmente entusiasmado sobre él.
Sus lenguas se estaban moviendo cada vez más rápido, necesitaban abrir más la boca, explorarse más. Trunks le perdía el miedo a los gemidos, y Gohan a su manera también. Se subió a la cama completamente, y el menor lo recibió rodeando sus brazos sobre su cuello. No supo cuándo todo el dolor acumulado en su cuerpo había desaparecido, porque en realidad, ahora sentía ganas de moverse como nunca. Sus caderas empezaban a reaccionar solas. El mayor se armó de valor y se acostó sobre él, alejando su boca por unos segundos sólo para acomodarse, y luego continuó. Sin embargo, Trunks sintió algo duro rozarse contra él, y a la vez, se dio cuenta que en su entrepierna también se escondía la misma reacción asfixiante, una erección como jamás había tenido antes.

- G-Gohan… Estás…

- … Loco por ti, Trunks…

La excitación y los nervios estaban enloqueciendo a Trunks, estaba en una especie de trance. No paraba de besar desenfrenado al pelinegro, mas caer en la realidad al descubrir la erección del otro y a su vez delatarse con la suya, empezó a inundarle una especie de culpa y miedo. Su inocencia empezaba a sentirse amenazada. No dudaba de desear a Gohan como a nadie en el universo entero, pero todo esto nuevo para él se estaba dando de manera muy rápida y aún sentía que en su pecho golpeaba algo intentando salir, algo  guardado por mucho tiempo que necesitaba liberar antes que cualquier otra cosa.

- E-Espera… - susurró, muerto de nervios, separándose del mayor quien ahora lo observaba entre extasiado y confundido.

-¿Sucede algo? ¿No te gusta? – jadeó Gohan, con un poco de miedo.

- No es que no me guste… - respondió agitado – N-No sé si estoy listo… no es que tenga miedo, bueno, no sé, es que…

- Trunks, está bien si no quieres continuar. Dime si quieres que me detenga…

- E-Es que yo… necesito… antes… p-porque…

El mayor sonrió comprensivamente, era evidente que para el chico era su primera vez y hacerlo de esa forma tan brusca sólo lo estaba matando de nervios, apuraba cosas que no debían ser.

- No haré nada que tú no quieras, Trunks, no tengas miedo. Lamento si hice algo que no quisiste. ¿Quieres que lo dejemos hasta aquí?

El rostro del de cabello lavanda se encogió en su pecho. Si, aquel momento se había transformado en su primer todo y por eso no podía evitar estar nervioso, pero había algo más. Su corazón seguía sosteniendo esa pesada carga y necesitaba soltarla con urgencia, siendo algo más potente que el mismo sexo.

- E-Es que… Gohan, yo…

Tres golpes secos se asestaron contra la puerta de entrada a la habitación.

- ¡Trunks, Gohan! ¿Está todo bien? Ya llegó el médico. ¿Puedo pasar?

El ruido exasperante de los golpes de Bulma sobre la madera enmudecieron a los dos muchachos, destruyendo por completo el ambiente lujurioso y casi romántico que con tanto esfuerzo se había acumulado en la habitación. Gohan se separó lo más rápido y brusco posible de Trunks, volviendose a sentar al borde de la cama, y el cabello lavanda se ponía en posición de momia sobre el colchón, hasta su cuerpo dejó de actuar y mágicamente volvía a aflorar de golpe todo el dolor de la lucha en la ciudad, la razón por la cual el médico estaba esperando allí afuera. El de ojos negros en un apuro encendió la lámpara de la mesita de luz cerca de él.

-¡S-Si mamá, estoy bien, pasen por favor!



Ya habían pasado dos días desde aquel encuentro con Gohan y sus ojos seguían paseándose perdidos por los mismos puntos de siempre de la habitación. En la mente de Trunks no podía caber otra cosa más que Gohan y lo que habían hecho. Luego de la llegada del médico, el mayor se despidió amablemente de todos y se marchó. Desde entonces, no sucedió nada más y no supo más de él, sólo para sumirse en medio de un mar de dudas y angustias. Era consciente de que aún le faltaba algo de reposo para recuperarse por completo, pero necesitaba ver al pelinegro más que nunca.
Bulma entró a la habitación con un trapo húmedo y una bandeja con agua, había empezado a levantar fiebre y era en parte por eso que se sentía tan exasperado y volátil. Ingirió la pastilla que le había indicado el profesional, y luego se alivió al sentir el frío paño sobre su frente.
Bulma se sentó en el banquito que había dejado al lado de su cama para poder cuidarlo durante esos días y abrió el libro que traía consigo desde entonces, sumiéndose totalmente en su mundo. Pero él no podía utilizar el silencio más que para pensar y pensar.

- Oye, mamá… - soltó de repente, con una voz indefensa

- ¿Mmm?

- ¿Ya me siento mejor?

Ella arqueó una ceja ante la obviedad de la pregunta.

- Sigues con fiebre, algunas partes de tu cuerpo aún no se recuperan del todo y sigues tomando la medicación, Trunks…

- Ahh…

Bulma se volvió a su lectura, impacientada por una mirada azulada que seguía clavándose sobre ella.

- Mamá… tengo que hacer algo muy importante

- ¿Más importante que recuperarte? No, Trunks, por favor no vuelvas a desobedecerme así. Quédate donde estás

- Pero… - dijo, encogiéndose sobre el lecho - …tengo que ver a Gohan… - susurró en un tono deprimente apenas audible, más para él que para su madre, sin embargo, ella lo escuchó perfectamente.

La mujer mantuvo su vista por unos instantes sobre la hoja donde había pausado su lectura.

- Trunks… Gohan está afuera, lo estuvo todo este tiempo desde que estás en reposo, creí que te habías dado cuenta sintiendo su ki o esas cosas extrañas de ustedes

¿Qué, qué? ¿Gohan estaba allí afuera de su casa? “Oh cielos ¡Debí parecer un completo idiota! ¿Cómo no me di cuenta? Pero… No siento su ki. ¿Lo está escondiendo… de mi?

- Dijo que no quería entrar a molestarte para que pudieras curarte pronto y que se ocuparía de vigilar nuestra casa hasta que te recuperases – se adelantó a decir la mujer, ante la pregunta dibujándose en el rostro de su hijo.

No quiere verme… No le gustó, no fui de su agrado… Lo sabía. Lo arruiné

Había caído en cuenta de la absoluta veracidad de las cosas. Si, tal como temía, él jamás le gustaría a alguien tan perfecto como Gohan. Su sueño no era más que eso, un burdo y ridículo sueño, que lo ocurrido entre los dos nada más fue producto de una coincidencia o accidente y que podía olvidarse completamente de que algo como eso volviese a ocurrir jamás.
No obstante, parecía que se había olvidado de la presencia de Bulma sentada frente a él.

- Bueno Trunks – dijo repentinamente - debo hacer unas compras ¿Sabes? Acabo de recordar que me faltan unas cuantas cosas en el taller… - recogió su melena turquesa y dejó el libro sobre el asiento que había abandonado, dirigiéndose hacia la salida de su habitación – No hagas nada imprudente ¡Regreso enseguida!

Su perfume abandonó en apenas unos instantes el escenario, podía escucharse ahora la vibración de su coche arrancando para luego fundirse en el silencio lentamente. Y de nuevo se quedaba solo contra la soledad, una a la que jamás se había enfrentado hasta ahora, una totalmente abrumadora. Se sentía derrotado y humillado, y a la vez, con sólo imaginar la presencia de Gohan allí afuera de su casa, se desesperaba terriblemente en su urgente necesidad por verlo. Al menos, como mínimo, quería enfrentarlo y aclarar las cosas para que todo volviera a ser como lo era antes. Lo último que querría en el mundo sería perderlo en su totalidad por algo tan absurdo como lo eran sus sentimientos.
Agradeció que su madre cometiera el error de dejarlo solo mientras se levantaba de la cama, ignorando que en realidad ella era consciente de sus actos, más adolorido que incluso al principio de su período de reposo. Tenía puesto el pijama y algunas vendas envolviendo su cabeza. Nunca se había sentido así de débil y triste, arrastraba los pies pesadamente en el suelo, nunca tardaba tanto en cruzar la cocina hacia el living. Una vez allí, se asomó discretamente por la ventana. En su pecho algo saltó cuando confirmó que ciertamente Gohan estaba allí afuera, aunque lejos de la Corporación, sobre unas rocas que se levantaban.
“¿Y ahora cómo lo enfrento? ¿Qué debería decirle exactamente?” apoyándose contra la pared, dejó escapar un suspiro repleto de tristeza “Aunque no vaya a corresponderme, debo hacerle saber lo que siento… Sólo eso necesito. Nada más. Después, todo puede volver a ser como lo era antes…”. Entonces, algo captó su atención pausando sus pensamientos por un instante. Unas luces de colores. El árbol de navidad que había dejado en el olvido por tanto tiempo, pero no sólo eso, había algo resplandeciente escondido bajo todos los adornos. Agrandó los ojos entre la sorpresa de imaginar lo que posiblemente estaba identificando. “No puede ser… ¡Yo lo tiré! ¿Qué hace ahí el regalo que hice para Gohan?
Su cuerpo gritando de color no detuvo a sus apresurados pies, frenándose frente al arbolito que ahora reflejaba sus luminosos colores sobre Trunks y el paquete que contemplaba en sus manos, estupefacto. “No puede ser, sí, es este paquete… No puede haber dos de ello, yo lo tiré, lo recuerdo. ¿Lo habré vuelto a su lugar estando dormido?” intentaba encontrar las respuestas sobre cada ángulo de dicho envoltorio, pero mientras más lo analizaba menos creía en una explicación lógica que respondiera el porqué de su misterioso regreso a su lugar de siempre bajo el decorativo navideño.
Bueno, no importa. Creo que esto es justo lo que necesitaba para terminar con todo esto…” Con el paquete en mano, se detuvo en la puerta de entrada mientras juntaba el valor necesario para enfrentarse a Son Gohan. Suspiró por última vez, como si estuviese preparándose para morir y finalmente giró el picaporte.
Abrió la puerta. Sus pupilas azules rápidamente se fijaron en el punto naranja relativamente lejos de donde estaba para confirmar que seguía allí. Pasó saliva, nervioso, mientras cerraba la puerta tras de sí y escondía el pequeño paquete en su bolsillo. Por suerte, aún tenía fuerzas suficientes para volar, así que con cuidado desprendió sus pies del suelo y fue rumbo hacia él. En su cabeza las ideas revoloteaban desconcertadas como un tornado, empezó a sentir miedo e incluso consideraba la opción de dar la vuelta y regresar de donde vino, dejar las cosas ahí y no volver a tocar el tema nunca más. Pero sabía que tenía que darle el punto final a algo que él mismo inició, algo que estaba seguro que era su culpa.
El punto naranja empezó a tomar forma. El kanji en el dorso de su gi, sus piernas cruzadas sobre el suelo y sus brazos cruzando sobre su pecho. Totalmente inmóvil, de espaldas. Aterrizó con el mayor de los silencios tras de él, y ni siquiera estando de espaldas se atrevía a mirarlo, estaba totalmente avergonzado. Sus labios no podían moverse, pero entonces, y como siempre, una voz habló por él.

- Hola, Trunks

- H-Hola, Gohan

Su corazón latía a mil, con torpes movimientos tomó lugar al lado de él sin siquiera preguntar, imitando su pose y manteniendo cierta distancia de su cuerpo. El silencio esta vez era algo triste, y el menor no sabía concretamente por dónde comenzar.

- Trunks, yo…

- No, yo quiero pedirte perdón Gohan – la serena voz del pelinegro quiso dar comienzo a la conversación, pero sólo sirvió de arranque para que Trunks soltara su determinación, con la mirada al frente – Comprendo perfectamente tus sentimientos, no tienes porqué disculparte por nada, fue totalmente mi culpa por actuar como un tonto… Yo ya lo entiendo todo. Y prometo no volver a molestarte con esto, nunca, pero necesito decirte estas cosas antes que eso ocurra. Necesito que me escuches una última vez…

Esta vez era Gohan quien lo miraba atónito, y antes de que pudiese emitir sonido alguno, apareció frente a él el brazo extendido del pelilila, enseñándole un pequeño paquete que había traído con él.

-¿Qué es esto?

- Ten… ábrelo

-¿Es para mí? – el menor no contestó - ¿Es… un regalo?

Trunks seguía sin contestar, sólo esperaba a que él se lo quitara. Gohan parpadeo unas cuantas veces antes de tomar el regalo entre sus manos y lo examinó. Tenía un envoltorio precioso de color rojo, y un lazo brillante del mismo tono. Se notaba que había sido envuelto con un trabajo bastante meticuloso, pues de tan bello que era en verdad daba pena romperlo, pero no dudó más y se deshizo de él, abriendo sorprendido sus párpados ante el objeto que se ocultaba dentro.
Era un cuadro, no muy grande, en realidad, pequeño. El marco de madera parecía ser de roble, de un color oscuro muy elegante. El vidrio totalmente pulcro sostenía una imagen que parecía tener sus años acumulados. Era una fotografía que contenía dos figuras inmóviles, la de un niño y un bebé que acurrucaba en su regazo, habiendo inmortalizado en el papel la conmovedora esencia de las animosas sonrisas que ambos se estaban dedicando.
Ese niño era él, y ese bebé era Trunks.

- Bueno… - dijo el de cabello lavanda, pasando su palma por la nuca, nervioso - … en realidad es una foto que tenía escondida hace mucho tiempo porque es algo vergonzosa, ya que ahí era un bebé, pero... Yo la guardé todo este tiempo porque esta foto representa todo lo que significas para mí, Gohan... Siempre fuiste único para mí, el único que se mantuvo a mi lado cuando me sentía totalmente solo e inútil, enseñándome a no bajar nunca los brazos. Cuando empecé a crecer, me di cuenta que tú siempre estuviste ahí conmigo, y que yo no tenía ojos para nadie más… M-Me había enamorado de ti, porque siempre eras tan amable y tan dulce conmigo… - su voz empezó a quebrarse, y la fuerza del llanto ocultándose en su corazón no lo pudo soportar más - …Que yo no lo pude evitar, no pude evitar enamorarme perdidamente de ti... No lo puedo evitar, yo… Te amo como jamás podría amar a alguien en esta vida ni en ninguna otra más… Perdóname… Sólo quería decirte eso y que gracias por todo…

Aún trataba inútilmente de contener esa tristeza acumulada en su pecho durante tantos años y que ahora intentaba liberarse desesperadamente, pero las lágrimas no paraban de salir, sus labios temblaban y sus ojos ardían como nunca. Se limpiaba constantemente la humedad que marcaba su rostro con el antebrazo. Simplemente su lamento ocupaba todo el aire que los rodeaba en ese momento.

- S-Sólo… necesitaba decirte… eso…

Aún sollozando, sintió que debía huir de allí ahora que todo había terminado. Se puso de pie desesperado por abandonarlo y acabar con eso de una vez por todas. Ya le había dicho todo lo que necesitaba decirle, listo, por fin se quitaba ese peso de encima. No había más que hacer. Se dio vuelta y empezó a arrastrar los pies en dirección contraria al hombre que seguía sentado en el suelo.

- Trunks… Yo soy el que tiene que darte las gracias...

Quiso seguir escapando con todo el pesar del mundo, pero aquellas palabras y unos enormes brazos rodeando su cuerpo lo detuvieron por completo, apretándolo y sintiendo como algo se hundía en su cuello, el rostro de Gohan.

- Luego de haber visto como todos morían a mi alrededor – dijo con una voz que remitía a una herida lejana - mi padre, el señor Piccolo, Vegeta, Krillin, Yamcha... Sentí que por fin me iba a volver loco, me encontraba más solo que nunca, sentí estaba por entrar en una horrible crisis, no tenía ninguna esperanza, sólo me ahogaba cada vez más y más en mi desesperación, era tan sólo un niño destrozado por tanta tragedia alrededor al que sólo le quedaba imaginar su final de la peor manera posible... – el pelinegro volteó a Trunks hacia él, y sin permitir que éste viera su rostro, lo estrujó fuertemente contra su pecho - …Pero luego, apareciste tú y pudiste verme a pesar de que eras tan sólo un bebé. Eras el pequeño rayo de luz que necesitaba para volver a levantarme, para tener una razón por la cual luchar y seguir luchando, tener un motivo por el cual defender esta tierra... Pasar los días a tu lado viendo como crecías y ayudando a que te volvieras cada vez más fuerte, incluso me abriste las puertas a ese mundo tan espléndido como lo era tu propia vida, me dejaste ser alguien para ti, me dejaste ser tu felicidad… Trunks, tú fuiste lo mejor que pudo pasarme en la vida, fuiste la razón por la cual yo sigo vivo.

Completamente perplejo, Trunks no podía emitir sonido alguno, seguía inmóvil dentro de los fuertes brazos de Gohan repitiendo todas aquellas palabras del mayor en su mente. Entonces sintió como se acercaba lentamente hacia su oreja.

- No tengo nada que perdonar – sus serenas palabras acariciaban dulcemente la piel que rodeaba su oído – Sólo… quiero que me disculpes por tardar tanto en confesarte lo mucho que me muero por ti

El pelilila podía oficializar en ese momento que estaba a punto de morir de un paro cardíaco.

-…S-Si, claro que te… perdono

- Quiero que vengas conmigo… - musitó, manteniendo característico tono calmado – … no me he olvidado de tu regalo

- ¿Algo para mí? – se alejó un poco de su cuerpo, sin deshacer el abrazo, y al ver a Gohan con una nueva mirada sobre él coloreó intensamente sus mejillas - N-No es necesario pero…

- No sigas – dijo, inmovilizando sus labios con su dedo índice – Ven conmigo

Gohan alzó el vuelo esperando que Trunks lo imitara, y así fue, aunque un poco tosco. Comenzaron a surcar el cielo, con Gohan a la cabeza y el menor detrás de él, atestado de curiosidad. Por suerte el vuelo no tomo más que cinco minutos cuando arribaron a una zona bastante peculiar: una playa. No era muy extensa, se ocultaba tras cruzar un terreno de rocas gigantes, y quizás era por eso que se evidenciaba lo muy abandonada que estaba, no había señales de haber sido habitada nunca y de seguro no lo sería jamás. Y sin embargo, su desolación no era nada comparado con su encanto, era un pequeño paraíso secreto decorado de algunas palmeras y la maravillosa vista del mar, totalmente cristalino. Descendieron sobre la arena y Trunks se maravillaba recorriendo cada detalle de esa costa de ensueño, el mar imperioso pintado con los tintes anaranjados del sol que se asomaba por el horizonte y algunas tímidas estrellas luciéndose centelleantes poco a poco sobre el cielo.

-¡Wow, Gohan esto es espléndido! ¡Qué belleza! ¿Cómo encontraste este lugar tan mágico?

Trunks, emocionado al punto de parecer un niño, corría por la orilla del mar mientras el pelinegro lo observaba divertido.

- Yo siempre estoy recorriendo muchos lugares, pero ninguno me pareció tan adecuado como éste que encontré…

-¿El adecuado? – repitió, deteniendose- ¿Adecuado para qué?

- Párate aquí

Gohan, con una posición firme al lado de una palmera, señaló el suelo de arena frente a sus pies. Allí no había absolutamente nada particular. Trunks desistió de su intento por adivinar las intenciones de aquella orden pero, guiado por su curiosidad, obedeció y  se detuvo exactamente sobre aquel punto frente a él, imitando su posición firme como un espejo, impaciente mientras el pelinegro le dedicaba una de sus gentiles sonrisas.

- ¿Y ahora qué? Gohan, en serio no tienes porqué regalar…

-¿Ves eso de arriba? – musitó, apuntando esta vez hacia arriba.

El chico, aún confuso, siguió la dirección y miró hacia arriba. Estaban las puntas de las palmeras peinándose con la suave brisa del viento que provenía del mar, y en medio de ese vaivén, algo parecía colgarse de una de las hojas de la palmera más chica. Brillaba con las luces del sol que jugaba sobre su superficie y sus detalles. Afinó su mirada en el objeto para darse cuenta de que era un muérdago, ese pequeño adorno navideño de peculiar tradición.

-G-Gohan, eso es un…

- Sé que se me hizo un poco tarde para darte mi regalo pero… Trunks, quiero regalarte mis sentimientos y compartir mi alma contigo - tomó por el mentón al chico sin que éste lo viese venir, y comenzó a atraerlo peligrosamente hacia sus labios – Feliz navidad... Trunks ¿Quieres… - susurró, pausando por un instante el movimiento de sus dedos que sostenían el rostro del otro - … empezar este año nuevo conmigo?

La pregunta parecía devastadora, fulminante, determinaba el todo o nada, y sin embargo, no hubo necesidad de hacer ningún otro esfuerzo: Trunks estaba más que convencido de su respuesta, inmortalizando la escena sobre aquel paraíso que ahora se volvía secreto de los dos, tal como la fotografía que marcaba el inicio del destino que se había trazado sobre su amor.

Notas finales:

¡Cursileria al máximo! Pero las festividades son así, cursi cursi cursi, así que todo está perdonado :P

Escribí este one shot en medio de una otitis espantosa, con fiebre y prácticamente un martillo rompiendome la cabeza, así que perdonen si algo quedó raro jaja también quería publicarlo antes de navidad pero posta que estaba muriendo u.u

También estoy super depresiva, así que la verdad necesitaba escribir algo feliz y romántico, algo que sólo me lo da ese amor tan bello que se tienen Gohan y Trunks *o* ahhh~~ necesito que me apapachen XD

Dejen sus reviews plisssss, no les cuesta nada (?) no tienen excusa ;_; es navidad, año nuevo, sean buenos y comenten qué les pareció!

Ahora sí, espero que hayan tenido una bella navidad y les deseo muy buen comienzo de año a todxs los que son parte de esta maravillosa comunidad y felices fiestas!!

Gracias por leer! Nos vemos!


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