Lo primero que Youngjae nota al despertar es el increíble frío que hace, aún estando acostado y con una cobija encima. Pero de todas formas ya era enero y eso significaba que el frío aumentaba. Ríe al pensar que aquel día en que salió a comer con Jaebum el frío no había parecido ser un problema para él. Ni esa vez, ni las que le siguieron. Quizás era porque su rostro se encontraba rojo y caliente por la vergüenza que tenía estando al lado del mayor, o por los brazos de Jaebum alrededor de su cintura mientras volvían a casa.
Youngjae había descubierto mucho de Jaebum en tan sólo tres semanas. El mayor resultó ser alguien divertido y gracioso, de esas personas con las que puedes estar horas hablando sin aburrirte. Y eso era bueno, demasiado bueno, cuando Youngjae era del tipo de personas las cuales hablar no era su fuerte.
Había conocido a la familia de Jaebum, no queriendo que fuese tan pronto, pero tampoco se había podido negar a la invitación de pasar la noche de año nuevo allí, puesto que Youngjae no lo pasaría con sus padres porque ellos estaban ocupados. Como siempre.
La madre de Jaebum era muy amorosa y había acogido al chico como su propio hijo toda la noche. El padre del mayor tenía un semblante serio, pero una vez que te pones cómodo a su lado ya no hay mayor problema, era un señor muy agradable.
Con Jaebum tenían una especie de ritual, el cual consistía en pasar todas las tardes juntos, luego de que Jaebum regresara de trabajar y Youngjae terminara sus trabajos para la universidad. También solía llevar a Nora en su auto hasta la casa del menor, y el chico ya la tenía adoptada como propia también. Era la madre que le daba una galleta de chocolate cada tanto habiendo notado lo mucho que le gustaban en su primer encuentro, Jaebum luego lo regañaba, pero no podía enojarse por mucho tiempo. Había creado una especie de debilidad por el morocho.
Así que Youngjae luego de su día de universidad había llegado al departamento y estaba dispuesto a cocinar algo para cuando el mayor llegara. Sabía que siempre estaba hambriento al llegar del trabajo. En realidad, siempre estaba hambriento y ahí terminaba la oración.
Pero a Youngjae le gustaba hacer eso por el castaño, le hacía sentir que su no-relación era mucho más íntima y hogareña. Y deseaba eso más que nada en el mundo. Terminó preparando algunas galletas, las cuales podían acompañar con algo de café caliente cuando el mayor llegara.
Youngjae ese día haría algo muy tonto, realmente tonto. Quería confesársele al mayor, pero sabía que su timidez no lo dejaría hacerlo, así que había escrito una carta para él. Le sonaba tan niña de primer grado hacer algo así, pero era lo único que tenía en mente. Además, si Jaebum lo rechazaba, al menos el mayor no lo vería llorar y maldecir su vida frente a frente. Y poniéndolo de esa forma, para Youngjae no sanaba un mal plan.
Al mismo momento en que el horno indicaba que las galletas ya estaban listas, la puerta del departamento sonó. Youngjae llevó el plato con algunas galletas a la mesa ratona frente al sillón y se dirigió a abrirle al mayor. Lo primero que notó es el rostro frío de éste, la punta de su nariz roja, lo cual a Youngjae le causó algo en su interior que pudo identificar como ternura. Cerró la puerta tras el mayor y le indicó que tomara asiento.
-Traeré algo de café-avisa el menor, a lo que Jaebum sólo asiente con una sonrisa en su rostro mientras retira el saco de su cuerpo buscando más comodidad.
Se pasaron la tarde hablando de su día, y Youngjae río al saber de la indignación de Jaebum porque ese día Nora había preferido quedarse en casa de sus padres y no ir con él. A Youngjae le causaba mucha ternura como el mayor cuidaba y consideraba a la bola de pelos como una hija.
En el momento en que Youngjae extendió la carta hasta las manos del mayor, el semblante de éste se vio claramente asombrado. Pero de igual manera cogió el sobre sin decir nada más que la leería antes de irse a dormir. Y Youngjae no podía agradecer más el silencio del mayor respecto al papel.
Luego de que Jaebum se fuera, no sin antes congelar a Youngjae al darle un beso en la mejilla como despedida, el menor limpió los restos de galletas de la mesa y llevó las tazas a la pileta para luego lavarlas. No podía dejar de pensar en ese simple pedazo de papel que contenía mucho más que palabras para él.
A la noche se preparó un simple ramen y fue al baño a lavarse los dientes y ponerse su pijama. Seguía con los nervios desde la tarde, pues no sabía si Jaebum había abierto el sobre aún o no. Trata de mantenerse tranquilo mientras se acuesta y tapa hasta la cabeza. Ve la luz de su celular brillar y sabe que es Jaebum. Probablemente deseándole buenas noches como hacía siempre desde que se conocían, o bien ésta vez podría ser un mensaje mandándolo a la mierda.
Youngjae tenía miedo de abrirlo, pero al cabo de unos minutos, toma un poco de valor y lo hace:
Buenas noches, Youngjae.
Sólo eso puede leer, y entiende que Jaebum lo ha rechazado lo más cortésmente que ha podido. Quizás desde ahora debían actuar como si la carta no hubiese existido, y Youngjae está de acuerdo mientras el mayor no se aleje de su lado.
La luz de su celular brilla otra vez, y Youngjae lo abre de inmediato en esta oportunidad, pensando que nada peor que un rechazo puede venir en ese mensaje:
Ah, y Youngjae, yo también te quiero. Eres un tonto. Si me lo hubieses dicho en la tarde ahora no estaría durmiendo sólo con Nora a mi lado.
Entonces Youngjae puede descansar tranquilo, y los nervios se transforman en una sonrisa lo que queda de la madrugada mientras duerme.
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español